Dominada por el cerdo de mi compañero de piso

Todo comenzó cuando encontré tangas manchados de semen por el cerdo de mi compañero de piso. Yo al contrario de indignarme, siendo una chica estudiosa, religiosa y habitualmente perseguida por los chicos más guapos, le seguí el juego a aquel feo pervertido pajillero, hasta que consiguió dominarme

Hola, me llamo Natalia, soy una chica joven de 20 años, de buena familia, muy estudiosa, modosa y muy sensata. A continuación os cuento una experiencia que cambió mi vida por completo.

Sucedió hace un año, tenía 19 añitos, era una estudiante modelo, buena hija, tranquila y algo tímida. Me mudaba a la ciudad para comenzar los estudios universitarios, había adquirido buena nota en selectividad y no tuve problemas en elegir lo que quisiera. Dejaba en el pueblo a mi novio, Alberto, un chico guapo y atlético, el delantero del equipo de futbol del pueblo. El ídolo de todos los chicos y por el que todas las chicas suspiraban, pero era mío. Yo soy una chica muy mona, soy muy blanca de piel, con el pelo negro  azabache, tengo unos ojos grandes y oscuros, tengo una cara infantil que siempre me hace parecer más joven, más bien bajita mido 1.64, delgada, mis pechos son chicos pero redondos y firmes y lo que más le gustan a los hombres es mi culo, tengo un culo grande para mi estatura y complexión pero muy firme y redondo. Lógicamente tengo muchos seguidores en mi pueblo, y por eso todos veían en Alberto y en mí la pareja perfecta.

Con respecto al sexo era por entonces muy recatada. Era de familia muy religiosa y de hecho seguía por entonces yendo a misa. Perder la virginidad era algo más que simple iniciación al sexo, había algo en mí que me impedía perderlo. Así que a pesar de los esfuerzos de mi novio porque lo perdiera no lo consentí. Aunque si hacíamos otras cosas que me encantaban, sobre todo desfogaba a mi novio haciéndole sexo oral, creo que termine siendo toda una experta y además no tenía escrúpulos ninguno en que mi novio terminara en mi boquita, de hecho me daba especial morbo. Cuando Alberto se ponía muy pesado con el sexo dejaba que me follara el culito, sabía que le encantaba y con un par de embestidas se solía correr. Con eso mantenía a raya los deseos de sexo de mi novio y los míos también. Mi novio siempre decía que tenía una guarrilla retenida que tenía que dejar sacar, yo ante ese comentario me hacía la ofendida, aunque en el fondo me gustaba.

Llego el momento de irme a la ciudad para iniciar mis estudios. Ninguna de mis amigas iban conmigo así que conseguir compañeras de piso se puso difícil. Finalmente mis padres acordaron que compartiera piso con Andrés, un chico del pueblo hijo de unos amigos íntimos de mis padres que estaba haciendo allí los estudios y que se había quedado solo en su piso ese año. Tenía 25 años, llevaba 6 años para una carrera de 5 y aún le quedaba al menos la mitad. No me hizo mucha gracia pero era conocido de mis padres y el piso salía muy económico. Así que traslade allí las cosas y comencé los estudios.

Las primeras semanas fueron un poco ajetreadas, clases, nuevos compañeros, nuevos deberes. A penas puede tener relación con mi compañero de piso, además el tenía clase por las tardes y yo por la mañana así que solo nos veíamos en el desayuno, almuerzo y cena. Era un chico retraído, muy delgado y alto, algo feote, era bastante del montón. Claramente le atraía yo, solo había que ver como me miraba para saberlo, lo cual me incomodaba un poco. Los amigos venía a veces a verlo y tenía el mote de “El Pajillas”, lo que hacía evidente su principal afición y no me cabe dudas de que en las últimas semanas yo era una de las imágenes que utilizaba para llevarla a cabo.

Pero una cosa es que pensara en mí mientras se masturbaba y otra lo que posteriormente descubrí. Un día echando mi ropa a lavar note uno de mis tangas húmedo, lo que me extrañó. Entonces vi que estaba manchado de una sustancia semitransparente y pringosa, sobre todo la parte que cubre mi chochito. Supe inmediatamente que era, aunque claramente lo había intentado limpiar quedaban restos de semen. El muy cabrón utilizaba mis tangas para sus pajillas. Lo olí para asegurarme, efectivamente olía a ese olor semidulzón y húmedo del semen, comencé a sentir un cosquilleo en mis genitales. Inmediatamente eche el tanga a lavar y me fui de la cocina aparentando estar más indignada de lo que realmente estaba. Decidí no ahondar en el tema y dejarlo pasar, afortunadamente en las semanas posteriores no encontré más tangas mías con corrida así que decidí olvidarlo.

Todo fue normal hasta un domingo que llegue de vuelta del pueblo. Mi compañero de piso había estado todo el fin se semana en casa solo y cuando llegue se había ido con los amigos. Llegaba un poco sofocada, esa mañana era el único momento que tenía de todo el finde para estar a solas con mi novio, pero al final se anulo el momento romántico por una comida familiar. Realmente echaba más de menos el sexo con mi novio que él en sí, cosa que me preocupaba un poco. Deshice mi maleta, me puse cómoda y decidí poner una lavadora. En ese momento me encontré otro de mis tangas manchados. El cerdo de Andrés se había pasado el finde pajeándose a mi costa. Estaba muy húmedo, parecía bastante reciente. No se porque lo olí, olía a semen intensamente, note un cosquilleo en mi entrepierna. Volví a inspirar profundamente por la nariz, todo mi olfato se impregno al olor de la corrida incluso me pareció saborearlo en la boca. Estaba muy cachonda, notaba palpitar mis sienes, mi entrepierna caliente. Me lleve una mano a mi vagina, bajo mi ropa interior y comencé a masturbarme compulsivamente mientras inhalaba aquel aroma a través de mi nariz y mi boca, quería que ese olor impregnara también mi boquita, mi lengua. Tuve un intenso orgasmo inmediato, moje parte de mi pijama, sentí una satisfacción que había conseguido pocas veces.

A raíz de ese día cambio mi forma de ver a mi compañero de piso, me lo imaginaba pajeándose con mis tangas, lo caliente que lo ponía y eso me ponía muy cachonda. El chico no era guapo, ni estaba fuerte, era puro y duro morbo. Por eso comencé a calentarlo cada vez más. Por las mañanas me levantaba con el pijama más ajustado y trasparente que tenía, sin sujetador y con mi habitual tanga, se veías perfectamente mis pezones y mi culo, Andrés no podía quitarme los ojos de encima con una visible erección que él no conseguía disimular. Cada vez que coincidíamos utilizaba cualquier excusa para rozarlo o exhibirme y ponerlo cachondo. Muchas veces al ducharme dejaba la puerta entreabierta a posta y notaba de reojo como se asomaba y se quedaba embelesado. Todo eso me ponía cachonda y cuanto más caliente lo veía más caliente me ponía yo. Lógicamente el número de tangas manchados aumento considerablemente, ya se estaba volviendo incluso descuidado porque dejaba completamente toda la corrida en el tanga sin limpiarlo, aunque yo lo agradecí porque su olor me ponía más aún y seguía utilizándolos para autosatisfacerme.

Lo más morboso que paso en esa temporada trascurrió una mañana de sábado. El viernes había estado de fiesta con mis nuevas amigas universitarias y me desperté con resaca. Salí al baño para orinar y volviéndome a la cama me cruce con mi compañero.

-       Vaya que mala cara tienes Natalia, vaya resaca ¿no? – me dijo

Noté que no  paraba de mirarme de cintura para abajo y me di cuenta que estaba en ropa interior, noté como algo se movía en el paquete de Andrés. Yo al revés de arreglar la situación me aproveché, le explique que estaba supercansada mientras me inclinaba sobre el respaldo de una silla que dejaba expuesto completamente mi culito, cubierto por un par de finos hilos de mi tanga. La erección de Andrés fue inmediata.

-       Oye pues yo voy a desayunar en media hora, si quieres te preparo el desayuno y desayunamos juntos, échate media horilla más que tienes mala cara – me dijo con cara de inocente

-       Pues te lo agradezco Andrés, voy a echarme un poquillo más. Te veo en el desayuno – y me fui notando sus ojos clavados en mi culo

Lógicamente no conseguí conciliar el sueño. Estaba cachonda después de aquello y no conseguía pegar ojo. Así que me levanté antes y me vestí. Fui a la cocina y escuche algo raro. Notaba una respiración entre cortada y pequeños jadeos. Me asomé y para mi sorpresa vi a mi compañero de piso pajeándose sobre mi tazón de cereales, tenía una larga polla blanca fuera de la cremallera de sus vaqueros y encima mi tazón, se la machacaba frenéticamente. Inmediatamente comenzó a tener un abundante orgasmo, vi grandes cantidades de semen saliendo disparados de la cabecita rosa y palpitante de su polla hacia el tazón, no paraba era mucha, claramente lo habría dejado muy cachondo. Además mostró una puntería envidiable, toda su corrida fue a mi tazón sin derramar nada fuera. Tras terminar movió con una cuchara el interior y se metió su larga polla blanca en los pantalones, que a pesar de ir decreciendo le costo que entrara por la cremallera. En ese momento volví al salón temiendo que me viera y me senté en el sillón. Debía estar asqueada, cabreada, indignada pero… no, notaba un cosquilleo en mi vagina. En ese momento llego Andrés.

-       ¿Ya estas levantada?, muy bien porque acabo de preparar el desayuno – y me puso el tazón frente a mí.

Aparentemente estaba lleno de cereales y leche, lo removí y no note nada raro, lo que me extrañó ante la inmensa corrida que le había echado dentro. Mi compañero no paraba de mirarme mientras se tomaba lentamente su café. No podía quitarme de la mente su blanca polla y su corrida, notaba una humedad en mi entrepierna y entonces me lleve una cucharada a la boca. Al principio no note nada raro pero al tragármelo sentí el saborcillo característico semidulzón y algo amargo. Note un escalofrío en mi entrepierna, no podía creer que el saborear la corrida de aquel cerdo pajillero estuviera poniéndome tan cachonda.  Mi compañero no paraba de mirarme.

-       ¡¡Uhmmmm!! – exclamé – le has echado algo diferente a mis cereales

-       ¿Que?, no, no que va – dijo él poniendo tensísimo

-       Pues están muy ricos, tienen un sabor diferente, como dulzón, los cereales deben ser otra marca – dije con la cara más inocente e infantil que pude

-       ¿Si?, pues no sé, posiblemente– decía mientras se ponía disimuladamente el brazo sobre su paquete para que no se le notase su erección

Comencé a comérmelo cada vez más deprisa con una mezcla de excitación y hambre. Notaba cada vez más claro el sabor de su semen y al absorber los últimos sorbos de leche note que gran parte se había aposentado en el fondo porque el sabor fue tan intenso como cuando mi novio se corría en mi boquita. Estaba completamente ida, sentía el rubor en mis mejillas, tenía mis braguitas húmedas y eso que no suelo humedecerme hasta que siento contacto físico. Me despedí de él diciéndole que había quedado con unas amigas y me fui de casa sintiendo un chapoteo entre mis piernas y dejando a Andrés claramente caliente. Cuando volví a casa no estaba, busque ansiosamente en mi cesta de la ropa y allí estaba, unos de mis tangas chorreando, tenía una considerable corrida encima. Me lo acerque a la nariz y como por acto reflejo pase la lengua sobre él, se me lleno la lengua de esperma y note el sabor del desayuno mucho más intenso en mi boca. Me masturbe mientras limpiaba mi tanga con mi lengüita lentamente, hasta que tuve tal orgasmo que tuve que sentarme en el retrete.

Aquello me dejó completamente turbada. Comencé a desayunar con él en tanga con una camiseta vieja que no llegaba a tapar completamente mi culito, lo dejaba a mil y cuando llegaba a casa buscaba en la cesta de la ropa el regalito que me había dejado mi compañero de piso para mi satisfacción. Un día llegue antes de tiempo, se había anulado las dos últimas clases. Cuando entre en casa oí mucho movimiento en el salón. Cuando llegue encontré a mi compañero de piso con la falda de la mesa camilla hasta la cintura delante de la tele, me extrañó porque no hacía frío pero al ver uno de mis tangas en el suelo lo entendí. Había cogido al cerdo pajeándose con mi tanga y no se le había ocurrido otra cosa que tirar el tanga al suelo y taparse.

-       Vaya que descuidada soy, como me habré dejado este tanga aquí – dije haciéndome la tonta, recogí mi tanga y lo puse sobre una silla, estaba seco, aún no se había corrido

-       ¿Qué temprano llegas no? – dijo Andrés tenso y turbado

-       Se han anulado las últimas clases – dije poniéndome a su lado en el sofá, aquella situación me estaba poniendo a mil, sabía que tras aquel trapo estaba el pollón de mi compañero

-       Pues yo estaba aquí viendo la tele – decía intentando disimular que tenía los pantalones y calzoncillos por los tobillos

Miré a la tele, estaban las noticias, pero observé que el DVD estaba reproduciendo. Cogí el mando antes de que mi compañero pudiera impedirlo y puse la sintonía del DVD. Apareció una chica joven y guapa chupando una enorme polla con gran frenesí

-       Vaya, vaya, así que eso hacías – dije mirando a mi compañero que estaba completamente colorado

-       Bueno, uno es humano, tiene sus necesidades – dijo intentando dejar aquello por concluido, pero yo no quería que eso quedara allí

-       ¿Y estabas…? – pregunte mirando la falda de la mesa camilla, empecé a retirarla a lo que mi compañero opuso una pequeña resistencia, cayó la falda al suelo saliendo de debajo una larga polla blanca venosa y empalmada con la cabecita semienterrada en el prepucio, el olor a polla inundo el habitáculo, tenía la pelvis con bastante pelo negro. Me estaba poniendo muy caliente, note de nuevo la humedad en mi vagina – vaya, te he cogido a puntito, debes tener un calentón tremendo, te dejo terminar.

-       Eres muy compresiva, te lo agradezco – me dijo con un nudo en la voz

-       ¿Te ayudo de alguna manera? – dije inocentemente, a lo que él puso los ojos como plato y se puso muy tenso. Estaba completamente ida, quería chuparle la polla, ¡follármelo!

-       ¿Quieres?, ¿realmente..? – tras un tiempo de turbación me miro con una mirada muy cochina y me dijo – venga vale, pajeame tú.

-       Jaja muy bien – sonreí, y cogí su nabo con mi mano derecha y comencé a desplazarla de arriba abajo lentamente, veía su capullo salir y entrar del prepucio, se me estaba haciendo la boca agua y el guarro de mi compañero estaba en éxtasis. Miré la tele ahora aquella chiquilla estaba comiéndose otro pollón – vaya, no lo hace mal la chica

-       ¿¿Que no lo hace mal?? – dijo mi compañero sorprendido – ¡esta haciendo la mejor comida de polla que he visto!

-       ¿Nunca te la han comido así? – pregunte haciéndome la sorprendida  - pues creo que yo hasta la comería mejor – note como se ensanchaba su tronco aún más

-       Ufff, no me digas esas cosas…. por favor demuéstramelo – me rogó Andrés con una cara desencajada – házmelo aunque sea un poquito

-       Uhmmm no sé – dije haciéndome la que dudaba, aunque tenia casi más ganas que él, entonces le mire a los ojos y sonriéndole acerque mi boquita a su cabecita y de golpe me metí todo lo que pude en la boca. Sentí el sabor a polla inundar mi boca, comencé a desplazar los labios por aquel tronco de arriba abajo lentamente, chupando la cabecita al llegar arriba, miraba a los ojos a Andrés, comencé a soltar mucha saliva que se extendía por su tronco para lubricar mejor la mamada

-       Ufff… por dios… con la carita de buena que tienes…. como puedes chuparla tan bien…como eres tan guarra…me la esta chupando la tía más buenorra del pueblo – aquel éxtasis que tenía me ponía más, notaba todo mi chochito encharcado

Entonces mi compañero saco mis tetas del top que tenía y comenzó a masajearlas ansiosamente. Al ver mis tetitas blancas redonditas con mis pezones pequeñitos note como aumentaba más aún el grosor de su polla. Comencé a lamer sus testículos mientras lo masturbaba y para mi decepción comenzó a eyacular gran cantidad de semen que fue a parar a su abdomen, su polla y a mi mano.

-       Ufff ¡que mamada! ¡como he dejado esto! Tendrás que traer algo para que me limpie – decía mi compañero con una gran cara de satisfacción

Yo estaba ida, notaba mi vagina palpitante y no dejaba de mirar las gotas de semen recorrer todo el tronco de su polla, cada vez más flácida, con aquel olor intenso característico. Como un acto reflejo pase la lengua por todo el tronco llenándome la boca de semen y comencé a limpiarlo como hacía con mi tanga. Como podía ser tan guarra, no podía parar, lo limpie entero.

-       Pero que cerda eres, ¡me encanta!, por dios, no he conocido nunca una guarra como tú. Me la has comido y ni siquiera he tenido que besarte. Estoy otra vez cachondo. ¿Qué quieres que te haga? Te lo mereces – me ofreció

-       Pues… no sé – lo quería todo, no sabía por donde empezar y vi en la tele como a la chica, que anteriormente estaba mamando polla, le estaban comiendo el coño de una forma muy obscena, sonreí – quiero eso

-       Jaja muy bien, me encanta comer coñitos – dijo Andrés

Rápidamente me baje el pantalón ceñido que llevaba y cuando fui a bajarme mi tanguita de hilo rojo mi compañero me lo impidió

-       No, el tanga no, con lo chiquito que es no molesta – la verdad es que tapaba más bien poco

Me senté en el sofá y abrí completamente las piernas como la actriz porno. Andrés se arrodilló y separó mi tanguita dejando al aire mi coñito rasurado, era chiquito, blanco con unos labios mayores gruesos y estaba muy húmedo. El aire se impregnó del olor vaginal. Mi compañero como loco comenzó a lamérmelo con pericia, paso la lengua por todos mis labios, se paró en mi palpitante clítoris y de golpe se lo metió entero en su boca y mientras succionaba lamía hábilmente mi clítoris. ¡Dios que placer! Entonces fue a meter un dedo en mi vagina y di un respingo. El se sorprendió pero lo entendió perfectamente

-       ¿¿¿Eres virgen???

-       Si - asentí avergonzada

-       ¡¡¡Por favor, déjame follarte!!! – estaba fuera de sí, tenía la polla más grande que antes, los ojos como platos, noté su yugular - ¡¡¡venga!!!, ¡¡¡quiero ser el primero en perforarte ese chochito!!! – estaba ido, me cogió por mis tobillos y llevó su polla a la entrada de mi vagina

-       No, no - no sé porque me negué, estaba muy cachonda, le había lamido su semen, había hecho guarradas pero me negué – no me la metas

-       ¡¡¿¿Qué??!!! ¡Por favor! ¡Estas deseándolo como yo, se te ve en la cara!

-       Fóllame el culito si quieres, me encanta que me den por culo – dije como solía hacer con mi novio

-       ¡Ah!, bueno, eso no esta nada mal – dijo con la cara desencajada.

Me dio la vuelta bruscamente, me puso a perrito y observo mi gran culo blanquito, separó más mi tanga sobre uno de mis cachetes y yo abrí todo lo que pude mi culito para mostrarle mi ano, debía estar viéndolo abiertito con mi vagina goteante abajo. Me la metió de golpe, mi ano no opuso resistencia ante la costumbre de los anales de mi novio y note como comenzó a embestir enérgicamente sintiendo su tronco salir y entra de mi esfínter, oía su pelvis golpear mis cachetes al meterla hasta el fondo y sus testículos estimular brevemente mi vagina. Estaba fatal, quería correrme ya, era una necesidad, lleve mi mano a mi vagina para masturbarme lo que mi compañero me impidió de un manotazo.

-       ¡No!, si mi polla no entra en tu coñito tus manos tampoco lo tocan – dijo con rencor aunque estaba encantado con la enculada – uuufff, madre mía, ¡que culo!, ¡como esta! ¡me encanta!, te la han metido mas veces se nota

Notaba su polla cada vez más grande, me embestía cada vez mas rápido y violentamente, sus jadeos eran cada vez más sonoros, notaba un gran placer pero no llegaba al orgasmo.

-       Uffff, por Dios, no aguanto más, ¡¡fóllame!!, si métemela en ¡mi coñito! – gritaba como una loca, me saque su polla de mi culo y me di la vuelta sobre el sofá abriéndome de piernas todo lo que pude,  notaba mi vagina abierta y goteante, notaba la sangre palpitante en mi cara y en mi clítoris

-       Te voy a follar como la guarra que eres, bien duro – decía él fuera de si mientras se arrodillaba y dirigía su mástil blanco y erecto a mi vagina, me la metió lentamente venciendo cierta resistencia que para mí fue un dolor placentero, las primeras embestidas aunque lentas seguían con cierto dolor pero el placer era cada vez mayor, hasta que todo lo que sentía en mi cuerpo era un placer tremendo mientras seguía con aquel mete saca con su polla, algo enrojecida por la sangre de mi himen

-       ¡¡¡Fóllame!!!, ¡fóllame como una cerda! – gritaba fuera de mi

-       ¡Pero que cerradita estas! ¡ noto toda tu vagina alrededor de mi polla! Ufff ¡que coñito!

En ese momento mi compañero cambio de postura, se puso de pie con su polla dentro de mí, mi espalda contra el asiento del sofá y mis tobillos entre su cuello, estaba algo incomoda pero seguía notando un gran placer y esta postura dejó libre sus manos para estimularme las tetas. Estaba apunto de tener el orgasmo cuando noté los resoplidos de mi compañero, sentí como se ensanchaba su polla, estaba a punto de correrse dentro de mí

-       No, ¡no te corras dentro!, no utilizó protección – avisé a pesar de que lo que más quería es que siguiera embistiéndome

Justo a tiempo saco la polla de mi coño y dejo caer mis piernas para masturbarse compulsivamente, me quede tirada delante de él con su polla justo encima de mi cabeza desde la que empezó a emanar una gran corrida. Salía disparado grandes cantidades de leche que caía sobre mí, sobre mi cara, mis labios, mi negro pelo, mis tetas, quede completamente pringada. Olía intensamente a semen, notaba como goteaba por mi cuerpo. ¡¡Necesitaba el orgasmo!!

-       ¡Andrés!, por favooor, sigue, no me he corrido aún – decía suplicante mientras pasaba mi mano por mi vagina que nunca la había notado tan caliente

-       ¡Que cerda eres! – decía mientras se tumbaba en el sofá – apáñate con la película y tu manita, yo estoy más que desfogado

Mire la tele, seguía la película, estaba una chica diferente de rodillas, con cara aniñada mientras que la rodeaban muchas pollas enormes, algunas las pajeaba con sus manos, otras con su boca, otras se autopajeaban ellos, entonces comenzaron a correrse encima de ella. La chica los recibía con satisfacción y la boca bien abierta. Me masturbe pensando que era aquella chica, que el semen que me recorría y que saboreaba en mis labios eran de todas esas pollas y me corrí, un largo orgasmo, como una bomba. Me quede tirada, satisfecha, pringada de semen.

-       Ufff que guarra – decía mi compañero mirándome – a partir de ahora serás mi puta

-       Seré tu guarra – le dije con una sonrisa

-       Cada vez que este cachondo harás todo lo que te diga, no me voy a hacer más pajas, tu me desfogarás cunado diga como te diga

-       Haré todo lo que tu quieras – estaba completamente supeditada a sus deseo, realmente quería ser su guarra, su puta, su cerdita

-       Para empezar tu coñito es mío, no quiero que nadie te lo folle solo yo, ni siquiera tu novio, si alguna vez quiero compartirlo con alguien será decisión mía y me obedecerás

-       Sí, mi coñito es todo tuyo, haz con él lo que quieras, y con mi culo, y con mis tetas, y con mi boquita

Así comenzó la dominación sexual por mi compañero de piso