Dominada (3)

Ana está cada vez más enganchada al técnico que la domina.

El día antes de la boda, Ana deseaba que él no apareciera. Quería estar tranquila. Pensar en lo que le estaba pasando. Su novio se había ido con sus padres hasta el día siguiente, para no ver a la novia. Estúpidas costumbres. Al día siguiente, sus amigas vendrían para ayudarla a vestirse.

Pero él siempre hacía lo que le daba la gana. Cuando deseaba que viniese, no venía. Y hoy, que quería tranquilidad y sosiego, aparece de repente en su salón. Y parecía enfadado.

-Hola.

-Que eras una zorra lo tengo claro desde el primer día que te vi. Pero que eras una zorra rastrera y asquerosa no lo sabía.

Ana se preocupó. ¿Qué le pasaba?

-No..no te entiendo.

-¿Qué no me entiendes? ¿Cuándo ibas a decirme que te casabas? ¿Cuándo tuvieras tu primer nieto?

Se había enterado. No sabía cómo pero se había enterado. Ana miró al suelo.

-Esa parte de mi vida es mía. No te incumbe.

-¿Esa parte de tu vida? Tú eres mi zorra, mi puta. Todas las partes de tu vida son mías. Todas. A ver cuando te vas a enterar.

-Lo siento.

-JA! Lo sientes. Quizás te mande a la mierda y no me verás más el pelo.

Ana sintió un escalofrío. Lo necesitaba. Lo odiaba y lo necesitaba. No podía dejarla.

-No, por favor...perdóname...no ..no lo volveré a hacer.

-Eso espero.

Si hizo un tenso silencio. Él lo rompió.

-¿Tienes aquí el traje de novia?

-Sí.

-Póntelo. Quiero verte vestida de inocencia.

-No...por favor..eso no...es el traje de mi boda.

-¿No? ¿Sigues diciéndome que no?

-Está bien..pero por favor..no ..no lo manches.

-Descuida.

Él esperó en el salón mientras Ana iba a ponerse el vestido. Le costó mucho ponérselo ella sola, pero al final lo consiguió. Cuando se presentó ante él, vestida, con el velo puesto, su cuerpo temblaba. De miedo. Miedo por el traje. De lo manchara. De que lo arruinara. Y de deseo. De puro deseo animal.

-Wow. Vas a ser una novia preciosa. Si ti marido supiera lo zorra que eres no sé si querría casarte contigo. Yo sí lo haría. Jajaja.

-¿Me lo puedo quitar ya?

-Pues...no. Siempre me he preguntado como sería follarse a una novia y ahora lo voy a saber. Ven aquí.

Ana se acercó. Lo veía borroso tras el velo. Quedó en pie frente a él.

-Arrodíllate.

El suelo estaba limpio. Lo había fregado esa misma mañana. Así que lentamente se arrodilló delante de su amo.

El corazón le latía mientras veía como él se bajaba la cremallera y sacaba su polla.

-Has tenido suerte, putita. Hoy la tengo limpia.

Sin quitarle el velo, empezó a pasarle la polla por la cara. Despacito. Mirándola con esos ojos que la desarmaban. Su coño palpitaba entre sus piernas, mojando sus nupciales braguitas.

-Que morbo, zorra. Mañana estarás ante el altar con este vestido, y ahora te estoy pasando mi polla por la cara.

La hizo abrir la boca y le metió media polla dentro, arrastrando el velo con ella.

-Ummmm joder...estoy a punto de correrme. Esto es tan caliente...¿Quieres que me corra en tu cara, sobre el velo?

Si lo hacía el velo quedaría inservible. Pero no dijo nada. Sólo mantuvo su boca abierta, mirándolo a los ojos, como a él le gustaba, dispuesta a recibir la cálida ducha. Él empezó a gemir. Sacó la polla de la boca y se pajeó con fuerza.

-Agggggggggg

Ana cerró los ojos. Ya estaba hecho. No podía hacer nada.

-Jajajajaja.

Abrió los ojos. El velo estaba intacto. No se había corrido.

-Sé que me odias. Pero no soy tan hijoputa como crees. Eres mi zorra y no voy a arruinar el supuesto día más feliz de tu vida. ¿De verdad creíste que me correría sobre el velo?

-Sí

-¿Y me hubieses dejado hacerlo?

-Sí

-¿Quieres que lo haga?

No quería. Pero no podía decirle que no. Si le decía que no, lo haría. Si le decía que sí, lo haría.

-Haz lo que quieras.

-Siempre hago lo que quiero. Y ahora quiero follarte, linda novia, zorra novia.

La hizo poner como a una perra, a cuatro patas en el suelo. Se puso detrás de ella y le levantó el vestido, apoyándolo en su espalda. Su culito apareció, con unas lindas bragas a juego con el vestido. Le encantaba aquel culito. Tan redondito, bien parado, firme. Y esas bragas le sentaban bien.

El la disfrutaría antes que el simple de su novio. El la follaría antes que su futuro marido. Apartó las bragas. Su coño apareció. Mojado, brillante, hinchado. Ella siempre tenía el coño apunto para él. Más arriba su tentador anito.

-¿Cuántos hombres te han follado el culo, zorra? - le preguntó, aunque sabía la respuesta.

-Sólo tú. Eres el único...

-¿Ni siquiera tu novio?

-Sólo tú..

-Así que mañana, en la noche de bodas, si ese imbécil no está borracho te follará el coño, ¿No?

-Ummmm, sí..el coñito.

-¿Así? - le dijo al tiempo que le enterraba su dura polla en le coño y se la follaba duro, fuerte, rápido

-Aggggggggggggggggg...no..así...así no....agggggggggggggggg

-¿No? ¿Cómo te folla él?

-Ummm más...más suave...más..despacito...con...con cariño...

-¿Pero no sabe que a las zorras como tú hay que darles caña para que gocen?

-Aggggggggggg fóllameeeeeeeeeeee asíiiiiiiiiiiiiiiii.

-¿Cómo te gusta más? Cómo él o así, como a una puta caliente.

-Así...me gusta..así...sólo tú sabes follarme como me gusta...como a una zorra....como a...

Se tensó y se corrió. Con el vestido del día más importante de su vida y siendo follada salvajemente. El vestido que todos mirarían mañana en la iglesia. El vestido que su novio le quitaría antes de hacerle por primera vez el amor como marido.

Durante su extenuante orgasmo él no dejó de taladrarla una y otra vez, alargando el placer. Todavía sentía las convulsiones finales de su corrida cuando él le sacó la polla del chorreante coño y se la clavó en el culo hasta el fondo, de un sólo empujón, haciendo que Ana se quedase sin aire en los pulmones y un nuevo orgasmo se sumase al anterior.

-Toma polla por el culo, zorra. Mañana cuando digas sí quiero recuerda este momento. Recuerda quien es tu macho. Quien te folla como la zorra que de verdad eres. Recuerda a quien perteneces.

-Aggggggggggg soy...tuya...soy..tu zorraaaaaaaa....follaméeeeeeeeeee.

La agarró por las caderas y empezó una brutal enculada, clavándole la polla hasta el fondo, hasta que sus pelotas chocaban con su piel, y luego sacándosela más de la mitad, pero sólo para volver a clavársela.

Ana ya no sentía dolor cuando él le follaba el culo. Sólo sentía un inmenso placer. Por estar así, tan ofrecida a ese maravilloso macho, por sentirse tan llena. Y esta vez era especial. Por lo que iba a pasar mañana. Por estar así vestida. En ese momento no podía pensar en ninguna mujer más zorra que ella. Siendo enculada en su casa, con su vestido de novia. Corriéndose una y otra vez.

Él también sentía que esa vez era especial. Su zorra mañana se casaba. Un papel diría que pertenecía a otro hombre. Pero era suya. Sintió que su semen empezaba a hervir. Se iba a correr.

-Aggggg zorrita..Me voy a correr....tu culo es el mejor culo del mundo...Cuando esté a punto de correrme te la sacaré del culo y me correré. Mi polla empezará la lanzar chorros y más chorros. Va a ser una buena corrida. Lo noto, zorrita. Me has puesto muy cachondo. Ya sabes lo que tienes que hacer si no quieres que me corra sobre tu vestido.

Le dio unos cuantos empujones más y notó que el orgasmo estallaba. Le sacó la polla del culo y miró como empezaba a tener espasmos. Vio como Ana rápidamente se incorporaba e iba en busca de su polla. Abrió su boca para tragarla, pero no llegó a tiempo y el primer y potente chorro le golpeó la cara. Los siguientes cayeron todos dentro de su boca y fueron tragados con placer. Ana no recordaba que él le hubiese dado tanto semen antes. Parecía que su polla no terminaba de correrse. Él gruñía de placer. La agarró por el pelo y se vació dentro de su cálida boca.

Cuando no salía más semen, Ana lamió y limpió la polla, dejándolo reluciente. Luego lo miró a él, sonriendo. En su cara el primer chorro de semen, que le cruzaba la cara. No le había manchado el traje.

La hizo levantar y recogió el semen con un dedo. Ella lo lamió con placer.

-Bueno, putita preciosa. Que lo pases bien mañana. ¿Te vas de viaje de novios?

-Sí. A Acapulco. Siete días.

-Ummmm lástima. Muy lejos para mí. Me tendré que buscar a otra zorrita.

-No..por favor...yo....yo soy tu zorra.

-¿Y qué esperas? Que me mate a pajas mientras no estás?

¿Y si encontraba a otra? ¿Y si ese otra le gustaba mas que ella? La dejaría. Y no podría soportarlo. Lo necesitaba. Empezó a llorar.

-Por favor..no me dejes...Haré lo que me pidas...pero...no me dejes por otra...

-Ummm, bueno...quizás haya una manera de que me espere.

Ana sintió alivio, mucho alivio. Había una manera de seguir siendo suya.

-¿Cual? Haré lo que sea.

-Tu móvil tiene cámara, verdad?

-Sí.

-Bien. Pues cada día que estés en México me mandarás una foto.

Ana sonrió. Eso era muy fácil. Le mandaría encantada una foto cada día.

-Claro...Lo haré...Te mandaré cada día una foto.

-Aún no te he dicho como quiero la foto.

Se puso pálida. Por la cara que puso él se imaginó que clase de foto que querría. Lo miró a los ojos. Sabía que haría lo que le pidiese. No se podía negar.

-Quiero que cada día le chupes la polla a un tipo diferente, arrodillada a sus pies como una buena zorrita y lo hagas correr en tu cara. Luego le pides que te saque una foto con tu móvil. Quiero que sonrías. La del imbécil de tu marido no vale. Si algún día no recibo la foto..adiós.

"¿Con desconocidos?", pensó, " ¿Cómo voy a hacer eso? Eso sólo lo hacen las zorras...Pero ese es lo que soy. Una zorra. Una zorra que le va a chupar la polla a desconocidos para mandarle las fotos a ...No sé ni su nombre"

-¿Cómo te llamas?

-¿No lo sabes?

-Nunca me lo has dicho.

-Ni tú me lo has preguntado. Estaba en el comprobante que te di cuando te instalé el cable.

-No lo miré.

-Es tu problema. Guárdame la polla, que tengo que irme.

La cogió. Todavía estaba dura. Todavía podría follarla. Todavía podría volver a hacerla correr. La empezó a mover, mirándolo a los ojos. "Fóllame", pensó "Fóllame otra vez. Te necesito...fóllame...fóllame"

-No tengo tiempo.

Con mirada triste, se la metió con dificultad en el pantalón y le subió la cremallera. Su coño chorreaba y la polla que le daba tanto placer se iba.

-Esta noche estaré sola en casa - le dijo

Él la miró. Su sonrisa era enigmática.

-Pero mira que eres puta. Te casas mañana y me estás invitando a que esta noche venga a tu casa a follarte.

Ana miró al suelo. Era verdad. No era más que una zorra, una puta. Pero no podía evitarlo. Lo necesitaba. Lo odiaba y lo necesitaba.

-Lo sé...Tú me has convertido en lo que soy.

-¿Yo? Jajajaja. Un simple no bastaba. Ahora ya es tarde.

-¿Vendrás?

-Me lo pensaré.

Cuando él se fue, Ana fue en busca del comprobante de la instalación del cable. Le costó encontrarlo, pero al final lo encontró. Buscó el nombre.

-Hijo de puta!

Sólo decía :" Instalado por el técnico nº 422" y una firma que era un garabato. Casi podía oírlo reírse de ella pensando en su cara cuando comprobase que no estaba su nombre.

La tarde la dedicó a comprobar que todo estaba listo. Por la noche habló largamente con Miguel por teléfono. Mientras oía su tiene voz, pensaba. Lo amaba. Quería vivir con él pare el resto de sus vidas. Tener hijos. ¿Entonces por qué lo traicionaba con el otro? Sólo se reía de ella. La usaba como le daba la gana cuando le daba la gana. Lo odiaba. Pero la idea de no tenerlo era aún peor que la idea de traicionar a su novio. Se engañó a si misma diciéndose que a ese otro no lo amaba. Que era sólo algo físico. Que a quién amaba era a Miguel.

-¿Irás a la iglesia, verdad Ana? No me plantarás en el altar...

-Jajajaja. Claro que iré mi amor. Y como no vayas tú...te la corto.

-Jajaja. Te quiero, futura esposa. Hasta mañana.

-Hasta mañana

Sentada en el salón, esperaba oír la puerta de la calla. Esperaba que él apareciera por la puerta y la obligara a complacerlo. Que se la follase a lo bestia y la hiciera correr una y otra vez. Sentía el coño mojado, anhelante.

Esperó. Esperó. Y esperó. Pero el muy cabrón no apareció. Sabía que estaba sola. Que podría hacer con ella lo que quisiera, pero no vino.

Llorando, se fue a la cama.

"Maldito. Maldito. Maldito seas"

Y llegó el gran día. El día 'más feliz' de su vida. Sus amigas acudieron a ayudarla. Una vez maquillada y vestida, estaba realmente preciosa. Se dijo así misma que ese día eran de ella y de Miguel, así que procuró olvidarse del otro. Y lo consiguió.

La ceremonia fue perfecta. Era tan feliz. Y su nuevo marido también parecía radiante. Su vida sería maravillosa con Miguel.

Después todos se fueron al banquete mientras los novios se iban a hacer las fotos. Todo muy tradicional. La cena fue estupenda. Ana se había olvidado completamente del maldito técnico. Reía. Bailaba. Se lo pasaba bien.

Hasta que lo vio entrar. Perfectamente vestido, con un traje y corbata. Parecía un invitado más. Y entre tanta gente, pasaba desapercibido. Pero no para Ana. Su corazón empezó a latir.

¿Qué querría? Ese era su día y de Miguel. Tenía que dejarla en paz. Sus miradas se cruzaron. Él le sonrió con ese mirada que la traspasaba. Lo vio caminar entre la gente, como si nada. Y luego desapareció por la parte de atrás.

A Ana le sudaban las manos. ¿Qué hacía allí? ¿A donde había ido? ¿Por qué era tan hijo-puta?

Al poco tiempo volvió a aparecer. Él le hizo una seña. Quería que lo siguiera. Ana le dijo con la cabeza que no. Él insistió. Y la cara que puso asustó a Ana.

Con las piernas temblándole, se levantó.

-¿A donde va mi bella esposa? - la voz de Miguel estaba un poco tomada. Demasiadas copas

-A...al baño mi amor.

-No me tardes, eh?

-Descuida.

Todo el mundo bailaba, bebía, así que no le prestaban atención. Fue hacia la parte de atrás, a donde estaba él. Había varias puertas. Los baños y otras más. Él le indicó que entrara en una de ellas. Miró que nadie mirara y lo hizo, seguido por él. La puerta se cerró.

Ana miraba a la pared de aquel cuartito. Era una especie de almacén, lleno de manteles y cubiertos. Le daba la espalda.

-¿Qué coño quieres? - le dijo, fría

-Ponerle los cuernos a tu marido. Ser el primero en follarte como mujer casada.

-Anoche estaba sola y podría haber sido tuya para lo que deseases, y pasaste de mi. Ahora, lárgate.

-Bueno, como quieras. Hasta siempre. Fue un placer conocerte

Llena de pánico, Ana se dio la vuelta.

-No..perdóname..estaba enfadada..lo siento, lo siento.

Se arrodilló a sus pies, le bajó la cremallera y la sacó la polla, medio erecta. Con su boca la terminó de poner dura.

-Zorra

-Ummmmmm

Ana gimió. Como le gustaba ser su zorra. Le puso las manos en las nalgas y lo empujó contra ella. La polla se le clavó en la garganta. Su nariz tocaba la cremallera del pantalón. Empezó a mamar, con fuerza, con pasión. Él gemía.

-Agggg uf....¿Qué te pasa, Anita?...Parece que te quieras tragar mi polla.

La dejó mamarlo un poco más y después la hizo levantar y la besó con fuerza, enterrándole la lengua en la boca. Ana, con los ojos cerrados, se dejaba besar, temblando de placer.

Sin dejar de besarla, le arremangó el vestido y llevó una de sus manos a su coño, metiéndola por debajo de las bragas.

-Ummmmm una de las cosas que más me gustan de ti es que siempre tienes el coño chorreando para mi.

Empezó a frotarle con fuerza el clítoris. Ana gemía cada vez con más fuerza. Estaba muy cachonda. No iba a aguantar mucho tanto placer....Se abrazó con fuerza a él, cerró los ojos y estalló en un fuerte orgasmo. Mordió el traje del hombre para no gritar, mientras su coño chorreaba jugos que mojaban los dedos de él, que no dejada de frotar y frotar.

Después de su enorme corrida, sus piernas le flaquearen que se quedó abrazada a su cuello. Él la levantó y la llevó sobre unas cajas, haciéndola sentar al borde, le abrió las piernas, le apartó las bragas y le enterró la polla en le coño, follándola sin parar.

-¿Está borracho, verdad?

-Agggg ¿Qué?

-Tu marido. Seguro que ya va pedo...

-Ummmm, un poco...

-Lo sabía. El único macho que te va a follar hoy soy yo.

Las bragas le molestaban un poco, pues le rozaban la polla. Así que se las rompió y se las metió en un bolsillo.

-Mi recuerdo de bodas. El imbécil de tu marido no se dará ni cuenta.

Ahora, sin el roce de la prenda, se la pudo follar a fondo, sin impedimentos. Miraba a la preciosa mujer, vestida de blanco, con las piernas abiertas, el coño empapado y tragándose su enorme polla. Mirándolo, haciendo esfuerzos por no gritar de placer.

Sólo se oían los gemidos de los dos amantes y el chapoteo de la polla al entrar y salir del jugoso coñito. Él llevó una mano al coño y empezó a frotar el clítoris con el dedo pulgar, multiplicando el placer que Ana sentía. Se tuvo que morder con fuerza el labio inferior o hubiese gritado.

Nuevamente, el cuerpo de Ana fue atravesado por un fortísimo orgasmo. Los espasmos de su coño alrededor de la polla que lo taladraba sin piedad, hicieron que él también estallara. Lanzó un gruñido animal, un bufido y su polla empezó a vaciarse con fuerza. La tenía enterrada en el fondo de la vagina, y los calientes disparos hicieron que el orgasmo de Ana se redoblase.

El coño quedó lleno del abundante semen del hombre. Sin sacar su polla, se quedó mirándola. Estaba preciosa, con los ojos cerrados, los labios resecos. Ana abrió lentamente sus ojos y lo miró.

-Te..te has corrido en mi coño...Nunca lo habías hecho.

El siempre se había corrido en su boca o en su culo. Jamás en su coño.

-Pues hoy me apetecía. Una novia tiene que tener el coño lleno de leche en su noche de bodas.

Le sacó la polla lentamente. Brillante, llena de semen y de sus jugos. Como una buena zorra, se arrodilló y se la limpió con placer. Luego se la metió en el pantalón y le subió la cremallera.

-Yo saldré primero. Cuando de un toque en la puerta podrás salir.

-Vale.

Antes de irse, la besó.

Cuando oyó el golpe en la puerta, Ana salió. Nadie la vio. Y ya no estaba él. No lo vio más. Volvió a la mesa. Se sentó al lado de su marido.

-Hola...mi amod...ya estas aquí...

Estaba más borracho. Ana sentía en su coño la caliente leche del otro. Empezaría a salirse poco a poco. Ahora sí que le mancharía el vestido, porque no llevaba bragas. Pero ya no importaba.

Uno de los invitados la sacó a bailar. No pudo decir que no. Y en pleno baile empezó a notar como un liquido caliente le empezaba a bajar por la cara interna de los muslos. La mezcla de semen y sus jugos vaginales.

"Que zorra soy...chorreando la leche de otro en mi noche de bodas"

Los invitados se fueron yendo. Sobre las tres de la madrugada, los novios se despidieron de la gente que quedaba y se marcharon al hotel. Miguel iba tambaleándose.

-Cuando lleguemos al..hip...hotel..te voy a...hip follar bien follada, mi amod...hip

Subiendo en el ascensor, Miguel casi se desploma. Ella tuvo que sujetarlo.

Estoy..hip..borrasho..mi amor....tooodo me da vueltas.

Salieron en su piso. Ana casi no podía arrastrar a su borracho marido.

-Déjeme ayudarla, señora.

Era su voz. No podía ser. Él estaba allí

-Está vd. Un poco borracho, amigo.

-¿Un poco? Jijiji...estoy...como..una cuba...tío.

Entre los dos arrastraron a Miguel a la habitación. Ella miraba a su amo. Era un atrevido.

Abrieron la puerta y lo llevaron al dormitorio. Lo dejaron caer en la cama.

-Gracias amigo....ahoda déjanos sólos que tengo que.....hacer cositas con...jijiji..mi espo.....

Se calló. Quedó sin sentido, roncando y babeando. Ana miró a su marido, y luego al otro.

Ana le dio la espalda y señaló la cremallera. Él se acercó y se la bajó lentamente. Le besó el cuello mientras lo hacía. Su vestido cayó a sus pies. Sintió sus tetas atrapadas entre las manos de él. Las acarició. Pero lo hizo con delicadeza, no como siempre. Y los besos que le daba en el cuello eran tiernos. Ana empezó a gemir.

La hizo dar la vuelta y la abrazó, besándola con pasión. Ana empezó a quitarle la corbata, y luego la camisa. En poco tiempo, los dos estaban desnudos sobre la cama, al lado del borracho marido.

-Te voy a hacer lo que ese borracho tenía que haberte hecho. Te voy a hacer el amor, preciosa.

¿Hacerle el amor? Él siempre la follaba, la jodía como a una perra. Pero ahora se subió sobre ella y la penetró despacito. Le metió su dura polla hasta el fondo de su coño y cuando estaba dentro, se detuvo para besarla. Ana lo rodeó con sus brazos y sintió como empezaba a moverse, despacito, apenas entrando y saliendo.

Pero esa enorme polla le daba un inmenso placer. Sólo con tenerla dentro. Porque era la de él. Lo besó. Buscó su lengua con la suya, y empezó a gemir. No le importaba que su marido llegase a oírla. Que se jodiese. Lo que ese hombre le estaba haciendo lo tendría que estar haciendo él.

Si fuese su marido el que la penetraba tan dulcemente, le diría que lo quería, que lo amaba. Pero no era su marido. Era el otro. No podía decirle eso. No lo quería. Ni lo amaba. Sólo lo necesitaba. Pero la estaba amando con tanta ternura que las palabras salieron solas.

-Agggg que placer...que bien...me...agggggg amas...te....oh..dios mío..te ..te quiero..

-Y yo a ti, Ana...y yo a ti....

Aumentó el ritmo de la penetración, y aumentaron los gemidos de placer de Ana. Su orgasmo empezó a estallarle. Miró a los ojos de su amante.

-Agggg cariño...me...aggg me....me..corrooooo

Durante los largos segundos que duró su maravilloso orgasmo, las miradas no se separaron. Ana mantuvo los ojos abiertos, mirando al hombre que le estaba regalando uno de los mejores orgasmos de su vida. ¿Era ése el mismo hombre que se la folló hacía unas horas en el cuarto almacén?.

Cuando pasaron los espasmos de su orgasmo, se siguieron mirando unos instantes. Él no se había corrido. Su dura polla seguía enterrado dentro de ella. Su mirada era muy distinta a la de siempre. Era..dulce.

Pero de repente cambió. Volvió la mirada que la traspasaba. La mirada que la anulaba. Se acercó a su oreja y le susurró.

-Bueno, zorrita. Te acabo de follar como hubiese hecho tu marido. Como debería de haber hecho tu marido. Ahora te voy a follar como me gusta a mi. Como a una zorra. Date la vuelta.

Ana obedeció. Se dio la vuelta y levantó el culo, ofrecida. Eso es lo que él quería.

No se equivocó. Le separó las nalgas y le clavó la polla en el culo, empezando a follársela bien fuete, dándole sonoras nalgadas.

-Así es como se debe de follar a una zorra como tú...Dándole polla bien duro, hasta el fondo.

Tenía razón. Ana se empezó a correr. Dobló la cabeza y se quedó mirando como Miguel dormía, mientras su culo le ardía por las nalgadas y la dura barra de carne que la atravesaba una y otra vez.. Se terminaba de correr, él le daba otra nalgada y un nuevo orgasmo estallaba dentro de ella. Quería gritar. Decirle que siguiera follándosela como a zorra que era, pero no podía. Su cuerpo tenso de placer no la dejaba.

De repente, él le sacó la polla del culo y la agarró por el pelo. Se acercó a su cara y bañó su rostro con su hirviente lava. La dejó completamente bañada en semen que luego recogió con los dedos y se lo dio a comer.

-Límpiame la polla, putita.

Lo hizo con devoción. Él la miraba, sonriendo.

Miguel se movió y siguió roncando. Él otro se empezó a vestir.

-Bueno, preciosa. Ya sabes lo que tienes que hacer en México. Hasta la vuelta.

-Hasta la vuelta.

Lo vio marcharse. Le había dicho que lo quería. Y él a ella. Pero no era cierto. Quería a Miguel. Al otro lo odiaba por haberla convertido en su zorra.

Por la mañana, Miguel tenía un resacón. Cuando Ana intentó besarlo, acariciarlo, que le hiciera por primera vez el amor como esposa, él salió corriendo al baño a vomitar. Ana no lo intentó más.

El viaje en avión hasta México resultó largo y cansado, pero no estuvo mal del todo. Por la noche, cuando casi todos los pasajeros dormían, Ana y Miguel estaban abrazados, tapados por un manta. Estaban casi a oscuras.

-Siento haber bebido tanto ayer y no...haber consumado el matrimonio.

-No pasa nada mi amor. Yo también estaba muy cansada y me dormí rápido.

-Te compensaré.

La besó con ternura. Ana le devolvió el beso. Por debajo de la manta que los tapaba, la mano de Miguel se dirigió a la entrepierna de su esposa. Vestía una corta falda, así que no le costó nada meter la mano bajo ella y acariciarle el coñito sobre las bragas.

-Miguel...¿Estás loco? ¿Qué haces?

-Hacerle una pajita a mi mujer.

-Quita loco, que nos pueden ver.

-Todos duermen.

Metió la mano por debajo de las bragas y recorrió la rajita del coño con los dedos. Se estaba mojando con rapidez.

Ana estaba sorprendida. Miguel no solía ser tan osado. Pero estaba encantada. La situación era muy morbosa. En medio del Atlántico, en un avión lleno de gente. Abrió sus piernas para facilitarle la caricia a su marido. Apoyó su cabeza en su hombro y disfrutó de la suave masturbación. Su coño estaba cada vez más mojado. y sentía los dedos recorrer todos los pliegues, introduciéndose en su vagina, frotando su clítoris.

Él placer llegó despacito. Lo pudo sentir crecer y crecer hasta que estalló en un intenso orgasmo. Cerró las piernas y apretó su boca contra el hombro de Miguel. Después, con el corazón latiéndole con fuerza, lo besó. Su mano, por debajo de la manta, buscó la entrepierna de su marido. Se encontró con algo muy duro. Bajó la cremallera y saco la dura polla. La rodeó con la mano y comenzó a hacerle  una lenta paja. Se besaban mientras su mano subía y bajaba a lo largo de la dura estaca.

-Avísame cuando te vayas a correr - le susurró al oído.

Miguel gozó durante muchos minutos da la experta mano de Ana. Lo hacía tan despacio que lo mantenía excitado pero no lo hacía llegar al orgasmo, hasta que aumentó el ritmo. Entonces el placer fue aumentando hasta que llegó el punto sin retorno.

-Me corro mi vida...me...corro... - susurró  entre dientes.

Ana, rápidamente, apartó la manta y agachó la cabeza, metiéndose la polla en la boca justo cuando el primer chorro de semen salía disparado. Con los ojos cerrados, fue tragando con placer todo lo que su marido le dio. La cálida esencia bajaba por su garganta en dirección a su barriguita.

Cuando la polla dejó de correrse, Ana siguió chupando un poco más. Tenía que dejar la polla bien limpia. Cuando terminó, la devolvió a su sitio, subió la cremallera, recompuso la manta y apoyó la cabeza en el hombro de Miguel.

Cerró los ojos, para intentar dormir.

A su mente vino la imagen del otro. Recordó lo que tenía que hacer. Tendría que chuparle la polla a siete desconocidos y mandarle la foto a él. La foto de su rostro cubierto por el semen del extraño.

Su coño estaba mojado. Y no era por la paja que su marido le había hecho. No era por la mamada que ella le regalo. Era por esas siete mamadas que tendría que hacer.

CONTINUARÁ.