Dominación en Valencia (9)
2 semanas después de mi hospitalización, me reúno con las hermanitas en su piso de estudiantes. Estaba lleno de leche y había que remediarlo.
Dominación en Valencia 9
Como podéis ver, no me morí en el anterior capítulo. Solo fue un susto que afortunadamente solo me mantuvo 4 días en el hospital; y que, gracias a que mi pareja estaba de viaje; ni se enteró.
En el hospital era la comidilla de los ociosos enfermos y de las coquetas enfermeras y auxiliares. Y mis tres ángeles, los culos más deseados de la planta de medicina interna. Tuvo que ser Pilar, la que convenció a mi maciza doctora, de que era cierto que había estado tres días follando con tres jovencitas, para que se lo creyera.
Diagnostico: ataque cardiaco por sobre esfuerzo (lo ponía en otras palabras más técnicas)
Recomendaciones: nada de tabaco, menos cervecitas y menos jovencitas.
En todos estos días, algún medicamento raro me habrán dado; ya que, me ha sido imposible empalmarme como dios manda.
Ya con mi vida cotidiana, las erecciones han vuelto a ser normales y el tabaco y las cervecitas más deseadas. Volviendo a lo que estáis esperando, deciros que la cita con las hermanas la retrasamos 2 semanas. Y ya, relato, lo que aconteció.
Había llegado el sábado en el que había quedado con Ana y Pilar. Mi primera intención fue alquilar una habitación doble de un hotel; pero mis chicas me convencieron para ir al piso de estudiantes que comparten con otra chica, que por supuesto no iba a estar.
Llegue a las 8 de la mañana a la estación de trenes de Valencia-Nord. Mis hermanitas me estaban esperando a la salida con su coche. Estaban radiantes, guapas, guapas. Nos abrazamos efusivamente; para quien nos viera, éramos un padre querido, recibido por sus dos hijas, muy contentas por volverlo a ver. Las jovencitas se habían puesto de acuerdo: falda corta, blusas suaves que marcaban sus apetecibles pezones y sandalias. Peinados simples y naturales y poco maquillaje. Vamos, mi ideal de indumentaria y aspecto fresco.
Yo.- ¿A quién le ha tocado conducir?
Pilar.- A mí, amo.
Dándole una palmada al culo de Pilar, doy por iniciada la marcha a su piso. Me siento en el lugar del copiloto y mientras me preguntan por mi salud yo bromeo con la muerte, ángeles y demonios. Soy ateo convencido; así que, poco me importa la muerte. Me preocupa, el antes de la muerte.
Yo.- Ana, ¿me has estado reservando ese magnífico culito que tanto me gusta o se lo has dado a tu novio?
Ana.- A mi novio no le dejo ni mirármelo, amo. Sabe que es suyo y solo suyo; ya estoy deseando que me lo ensanche con su gorda polla.
Yo.- Cállate Ana, que me estas poniendo ya caliente, guarrilla mala.
Ana río con sus suaves carcajadas. Desde el asiento de atrás, me beso en la calva.
Yo.- Y tú, Pilar. ¿Tienes ese coñito todavía pelón para mi? y ¿a cuantos te has follado?
Pilar.- El chochete lo llevo recién depilado como le encanta a mi amo y señor. Y en estos días, solo me he beneficiado a una amiga; estando las dos borrachillas, después de una fiesta.
Yo.- Que lástima no haber estado allí, para veros y meterme en medio (le puse la mano encima del muslo a Pilar) ¿Te gustan más las mujeres ahora?
Ana.- Dijimos que nada de nada durante el viaje y le estás sobando el muslo, amo.
Yo.- Cállate Ana, no seas niña.
Ana.- Pero es que yo también quiero que me sobes.
Yo.- (Sin alzar la voz) ¿Con quién crees que estás hablando? ¿con tus padres, con tus profesores? Soy tu amo y te he dicho que te calles.
Ana.- Pero es que .......
Yo.- Pilar, para el coche. Ana, bájate del coche y vete.
Ana.- (Sollozando) No me haga eso, amo.
Yo.- Que te bajes, Ana.
Pilar.- Amo, le suplico que la deje venir; y así podrá castigarla durante todo el día, si así lo considera oportuno.
Ana seguía llorando abiertamente.
Yo.-Vas a recibir azotes nada más entrar en el piso. No dirás ni una sola palabra; a menos, que yo te lo ordene.
Yo.- Ana, dale las gracias a tu hermana, por que si no es por ella, ya no estarías aquí.
Ana.- Gracias, Pilar.
Yo.- Vámonos hacía el piso Pilar. Ana, estás perdiendo muchos puntos. Si sigues así, con no volver a llamarte a ti, en paz. Y no digas ni una sola palabra.
Llegamos al piso de las chicas. Pequeño pero luminoso y muy alegre la decoración.
Yo.- Ana, desnúdate.
Ana se desnudo y llorando se puso delante de mí. Iba a hablarme, pero rápidamente la hice callar.
Yo.- Como digas una sola palabra, te vas o me voy yo, ya que esta no es mi casa. Elige, o no dices una sola palabra hasta que nos pongamos a comer o te vas.
Ana, agacho la cabeza llorando en silencio. Me senté en una silla y cogiendo a Ana del brazo la hice tumbarse sobre mis rodillas. Apareció ante mí el culito más querido. Lo amasé, pellizqué y disfruté de sus bellas formas y dureza sin igual. Levante mi mano en el aire y azoté una nalga.
Yo.- Faltan 3, mala puta; como te atreves a contradecirme.
Sonó otro azote.
Yo.- Faltan 2, guarra; así me demuestras respeto.
Otro azote alcanzo la dura nalga de Ana.
Yo.- Falta 1, imbécil; estás consiguiendo que te pierda todo el cariño que te tenía.
Mi mano se volvió a estrellar contra el culo de mi princesa.
Yo.- Ya esta ejecutado el castigo; ya estarás contenta de fastidiarme el inicio de la mañana. Tenía pensado follaros a las dos a la vez; pero eso que va a ganar tu hermana. Voy a visitar todos sus agujeritos con mi polla; a ti, ya veré si me apetece más tarde. Mierda de cría. Hay que tener autocontrol y no actuar como una niña maleducada.
Ana seguía llorando en silencio.
Yo.- Pilar, ¿qué haces todavía vestida? Venga, que quiero ver ese cuerpazo de puta que tienes, cariño.
Pilar.- Mi amo y señor, mi hermana y yo nos hemos puesto una nueva crema corporal, que espero le guste lo suave que nos ha dejado la piel. Por cierto, la idea fue de mi hermana y ella la compro.
Yo.- Muchas gracias a las dos. Por esto y por lo bien que me cuidasteis en el hospital. Voy a levantar el castigo a Ana, no quiero estar enfadado el primer día que estamos juntos. Ana, te libras por esta vez; pero voy a medir tus acciones de forma severa.
Ana se abrazó a mis piernas, dándome besos en los zapatos.
Yo.- Venga, desnudarme entre las dos, que quiero sentir vuestras sucias lenguas sobre mi piel.
Pilar me quitaba la chaqueta y camisa, mientras Ana se deshacía de mis zapatos y pantalones. Cogí del pelo a Ana, izándola hasta que se puso de pie; la besé con lengua incluida. Pilar me lamía el cuello y nuca.
Yo.- Vamos a una cama grande, y que se pueda atar a la puta de Pilar en cruz. (Hablándole al oído a Pilar) Quiero tenerte atada putita y te azotaré tetas y culo.
Pilar.- Para eso estoy aquí; para servirle y que usted me use a su antojo, amo.
Yo.- ¿Y con Anita que haré? (mirándola a los ojos) De momento serás mi ayudante para hacer berrear a la zorra de Pilar.
Me llevaron a una habitación que resulto ser la de Ana; y fue ella, la que me mostró unas fotografías pegadas a la pared. Eran las imágenes que le había tomado a Ana el primer día que nos conocimos; completamente atada y con mi polla en su culo.
Yo.- Ana, ¿y si tu novio ve estas imágenes?
Ana.- Ya las ha visto, y sabe que mi culo no es suyo. Si no está conforme, ¡puerta! Lo mando a paseo.
Yo.- Pobrecito Andrés. Tocar este culo, y no poder romperlo (amasando las nalgas de la putita)
Bese a Pilar en los labios y la empuje hacía la cama; cayo sobre ella, sonriendo, y ya con los brazos en cruz. Traje los diversos artilugios que me había traído para disfrutar de este día. Até cada una de las muñecas de Pilar a las patas delanteras de la cama de Ana. Ya tenía a Pilar a mi entera disposición.
Yo.- Hoy vamos a hacer cosas nuevas, cariño (le tape los ojos con un antifaz)
Pilar.- Gracias, amo.
Yo.-. Ya veremos si después me das las gracias.
Le puse tapones para los oídos, en cada una de sus orejas. Y después, unos auriculares inalámbricos donde se escuchaban sonidos de la naturaleza, de manera continua. Quería aislarla de donde se encontraba. No nos veía ni nos oía; quería que se le potenciara el olfato y el tacto.
Yo.- Ana, lámele los dedos de los pies, princesa.
Yo me aproximo a sus labios, soplo ligeramente sobre ellos. Pilar se da cuenta y abre su boca; saca su lengua y se humedece los labios de forma lasciva. Le paso mi lengua por sus mejillas; le sujeto su cabeza, no quiero que la mueva para buscar mi boca. Lamo su cuello, despacio, muy despacio. Sus pezones ya se han endurecido. Llamo a Ana para que se morree con su hermana. Mi pequeña es una autentica puta, le pone pasión al comerse los morros de Pilar. Las veo, disfruto de la calidez de las pieles de mis niñas. Se rozan las tetas de las dos hermanas.
Pilar.- ¡Ana!!!
Retuerzo uno de los pezones de Pilar; su espalda se levanta por el placer recibido. Lamo el pezón dañado y los primeros jadeos de Pilar resuenan en la habitación. Al no oírse a si misma, el tono de su voz es más alto. Paso a Ana al coño de Pilar y yo me recreo, otra vez, en su deliciosa boca.
Pilar.- Amo, me gusta.
Le doy un pequeño bofetón, ella me saca la lengua en plan guarra. Se la muerdo y la mantengo fuera de su boca. Cierro mi mano alrededor de su cuello, apretando un poco. No le impido la respiración, se la dificulto simplemente. Al mismo tiempo la morreo. Más jadeos de Pilar, su excitación está acelerándose en demasía. Aparto a Ana del coño de Pilar.
Yo.- Ana, chúpame la polla, princesa.
Ana.-. Será un placer, amo.
Mientras beso a Pilar, con la mano derecha acaricio su coño; separo sus labios mayores y meto un dedo, que resbala hacía el interior de la vagina gracias a sus propios flujos y la saliva de Ana. Pilar abre las piernas exageradamente, para permitirme una mejor entrada a su interior. Escupo en la cara de Pilar.
Yo.- Gracias Ana, eres fenomenal mamándome la polla (la beso con lengua, para notar el sabor de mi verga) Tráeme un cubito de hielo, princesita mía (ella sonríe maliciosamente)
Me sitúo arrodillado entre las piernas de Pilar, ella al notarme eleva las piernas con intención de atraparme, no la dejo, evidentemente. Le doblo sus piernas hasta situarlas sobre su estómago,; vaya espectáculo de vulva y ano ofreciéndoseme. Le doy una palmada encima de su vulva; un pelín fuerte. Entre grito y jadeo emite mi chochete favorito, al haberla cogido por sorpresa ese mini azote en el coño. Le doy otro.
Pilar.- Amo, más amo. Fólleme ya.
Paso mi glande sobre los labios mayores del coño, separándolos y mostrándome la entrada chorrosa de la vagina y un inflamado clítoris. Pilar movía sus caderas presuponiendo la cercana penetración.
Pilar.- Por favor, amo. Fólleme, amo.
Bajé mi glande hasta el ano y lo encaré en él. Apreté y entró casi todo el capullo. Pilar, dio un pequeño chillido de queja lastimera, pero cuando volvió a coger aire sus pulmones lo que oí fue un largo suspiro. Apreté otra vez y otra, la mitad de mi polla entro en aquel sedoso culo.
Pilar.- Toda, amo. Métamela toda y fuerte; fólleme fuerte, amo. Pártame el culo, su culo por siempre.
Le hice caso, y como vulgarmente se dice, se la metí hasta los cojones; donde permanecí un momento, recreándome de la suave caricia que me trasmitía el ano de Pilar. Aunque el primer esfínter me apretaba un poco más de la cuenta; prueba de que ese culito no se había comido nada en los últimos días. Empecé a moverme afuera y adentro, disfrutando de los gestos que mostraba Pilar en su cara. Tenía a Ana a mi lado, la bese y jugueteamos con nuestras lenguas.
Yo.- Ana, pásale el hielo alrededor de los labios mayores.
Cuando Ana toco la ingle con el cubito de hielo a Pilar se le bloqueo la respiración por la impresión. Y un fuerte suspiro ronco, salió de su boca. Yo no detuve las penetraciones. Cuando Ana rodeo toda la vulva con el hielo, hice que lo apartara. Aceleré las penetraciones con fuerza. Pilar jadeaba con la boca abierta.
Yo.- Ana, escúpele en la cara. Si es posible que las gotas de saliva le mojen toda la cara; así es que, sepárate un poco de ella.
Como Pilar no nos escuchaba, podíamos hablar tranquilamente y así la cogeríamos por sorpresa, siempre en nuestras actuaciones. Cuando Ana escupió en la cara a Pilar, ésta saco la lengua a relamerse la saliva de su cara.
Yo.- Ana, hielo en su teta.
Otro susto para Pilar cuando noto el frío en su pecho. Jadeos y más jadeos, ya no paraba y había que cortar su excitación.
Yo.-Ana, cuando saque la polla del culo, mete el cubito en su ano; no lo introduzcas, demasiado y deja la mano para que no lo expulse.
Ana.- Como me divierto, amo.
Yo.- Es que eres mala, princesa.
Saque mi polla del ano de Pilar; y antes de que protestara por este hecho, Ana hizo lo que le ordene. Las caderas de Pilar se movieron intentando expulsar al invasor hielo.
Pilar.- No, amo. Su polla, quiero su polla, me va a volver loca. ¡¡Quema!!
Acerque mi verga al ano y cuando Ana aparto la mano, se la metí de un solo golpe, introduciendo el hielo en su intestino. Otro enorme jadeo de Pilar, le iba a dejar terminar, ya llevábamos rato jugando con su excitación.
Yo.-. Ana, ve a morrearla; que cuando se corra, esto será un escándalo público.
Al no oírse, gritará demasiado.
El buen nombre de mis niñas en el vecindario, no tiene por que verse empañado. Aceleré las penetraciones, dándole más fuerza si cabe. Los jugos vaginales de Pilar salían entre sus labios mayores. Empezó a gritar y Ana le cerro la boca con la propia. Como tiraba de las cuerdas, era impresionante ver como las cuerdas se clavaban en la cama, y eso que el colchón era duro. Las piernas también eran un peligro por la vitalidad con que las movía. El esfínter de Pilar se apegaba a mi polla y salía de ella intentando que no sacara mi verga de la cuevecita. Se arqueo la espalda de Pilar, con sus manos cogía las cuerdas y llego su orgasmo, su placer. Mi victoria.
Pilar se fue relajando y entonces es cuando me di cuenta de lo mojados que estábamos los dos por sus fluidos. Saque mi polla de su ano y metí dos dedos en su coño. Ahora empezaba por este lugar tan cálido y empapado. Los dejé quietos hasta que Pilar recuperara más conciencia.
Al rato, Pilar dio muestras de haberse espabilado; inicié unas penetraciones muy lentamente con mis dos dedos en su coño.
Pilar.- Gracias, amo. Como me gusta que esté dentro de mí.
Durante los movimientos de mis dedos empecé a frotarlos con la pared superior y los jadeos no se hicieron esperar. Hasta sus caderas adquirieron movimientos rítmicos. La excitación de Pilar no había descendido tanto como yo creía. Retire mis dedos y le apliqué dos azotes a su vulva; gritó de gusto y quizás algo por la sorpresa.
Pilar.- Amo, fólleme.
La abofeteé, ella abría la boca; le metí los dos dedos, empapados en sus flujos, en la boca. Apunte y le metí la polla en su coño de una sola embestida. Levanto sus sudorosas caderas, me atrapo con sus piernas alrededor de la cintura. Quite mis dedos de su boca y le azote una teta, luego la otra. A los pocos minutos su vagina se contraía alrededor de mi polla y poco después, se corría con desesperación.
Ana.- Bien amo. A dejado a la puta de mi hermana para el arrastre.
Saque mi polla de Pilar y Ana se abalanzó a mamármela. Cuando la limpio de los jugos de su hermana, me sonrió e intento besarme.
Yo.- Túmbate sobre tu hermana, boca arriba, guarra.
Ana, deseosa de agradarme cumplió mi exigencia rápidamente. Separó sus piernas, imaginándose lo que venía a continuación. Con mi glande recorrí desde su ano, hasta su clítoris, dándole suaves golpecitos. Ana me miraba a los ojos, con lujuria, con desesperación por que acabara con los jueguecitos y se la metiera.
Yo.- Cógete a las cuerdas que sujetan a Pilar. Como te sueltes en algún momento, te la sacaré y hasta la tarde no tendrás polla. ¿Entendiste?
Ana.- Sí, amo.
Apunté a su coño y entró, gracias a la gran cantidad de flujos vaginales que emitía Ana. Di algunas penetraciones y le azote una de las tetas; a Ana debió gustarle, pues levanto el pecho para que las tuviera a mi disposición. Varios minutos de bombeos profundos y le hice dar la vuelta.
Yo.- A morrearte con tu hermana, cerda de mierda. Y levanta ese culete, que te la voy a meter de golpe.
Ana y Pilar empezaron a besarse como si les fuera la vida en ello. El ano de Ana estaba delante de mí, rosadito, cerradito; pero eso iba a cambiar. Azoté, fuerte, una nalga de Ana; no sé si por la excitación de la muchacha, o por lo que fuera pero a mi princesa no se le noto queja alguna. Encaré mi polla en su anito y empuje con determinación. Ahora sí se quejo; su esfínter intentaba cerrarse para protegerse del intruso que pretendía asaltarlo. En vano lo intento, a la segunda acometida entro casi la mitad. La zorrita de Ana, todavía mantenía levantado el culo; tiene mucho vicio esta jovencita. La cogí por sus caderas y apreté con fuerza, hasta el fondo; no había más. Azoté sus nalgas a cada jadeo de Ana. 5 minutos más tarde, llego su fuerte orgasmo. Me salí de ella y observe la imagen de los coñitos hermanos juntitos y el ano superior abierto completamente. La cámara de fotos se quedo en mi casa, un olvido que lamenté.
Yo.- Ana, quítate.
Me subí las piernas de Pilar a los hombros; sus orificios los tenía a mi entera disposición. ¿Por cual me decidiría? La metí toda, estaba calentito su ano. Quería correrme dentro de ella.
Pilar.- Amo, gracias por acordarse de esta sucia puta.
Las penetraciones fueron lentas al principio, y poco a poco, aumentaron en velocidad. Pilar jadeaba, yo sudaba; los dos llegábamos a nuestro orgasmo. Le quité el antifaz y los auriculares; quería verle la cara cuando me corriera dentro de su culo. Ella me sonrío cuando su vista se acostumbró a la luz.
Pilar.- Gracias, amo. Seré suya por siempre.
Yo.- Te voy a llenar el culo de leche, mala puta.
Pilar.- Sí, amo. Gracias mi señor.
Aceleré las embestidas, mi chica se estaba corriendo; y yo, liberado de la espera , me deje llevar por el placer, eyaculé dentro de mi amorcito. Cuanto había echado de menos esta piel tan suave, tan sedosa entre mis manos, esta sinceridad en la cama de la juventud. Salí de mi chica y la leche comenzó a fluir por su ano.
Yo.- Ana, límpialo princesa.
La hermana de Pilar, dudo solo unos segundos y se aplicó a obedecer. Cuando dejo el ano bien limpito la bese con lengua; deguste en un mismo lugar mi semen, la saliva de Ana y el ano de Pilar. Poesía pura.
Desaté a Pilar y nos fundimos en un entrañable abrazo entre los tres.
Yo.- A la ducha marranas (reímos todos)
Nos duchamos profundamente y volví a disfrutar de las juveniles pieles de mis hermanitas. Eran las 13,00 horas, tenía hambre.
Salimos a comer a un restaurante cercano al piso; quería una cerveza bien fría y un cigarro con urgencia.
Yo.- Pilar, ¿quién es con la que te liaste?
Pilar.- Se llama Sandra, es venezolana y es nuestra compañera de piso.