Dominación en Valencia (8)

Donde azoto públicamente a Pilar; después me la follo y con sorpresa final, antes de irme

Capítulo VIII, compras en la boutique, la pareja se desinhibe; y yo, me marcho.

Entramos en la Boutique, pequeña, pero con ropa muy colorida y juvenil. Mientras ellas ya miraban la ropa, yo vi venir hacia nosotros a la dependienta. 40 años, rubia teñida y cara agradable. Saludó a Isabelle y ésta, le presento a Pilar. Marc y yo las veíamos hablar amigablemente. Se fueron hacía el fondo de la tienda. Isabelle nos llamo a los dos para que nos acercáramos. En 2 minutos nos mostraron más de 10 conjuntos, faldita-chaqueta. Pilar, a cada modelo me miraba para ver signos de aprobación o no.

Yo.- Pilar, escoge el que más te guste; y seguro que estás muy guapa.

Se metieron las tres en el probador llevándose un montón de ropa. Aproveche y salí a fumar, mi experiencia decía que tenia 5 minutos, si eran rapidísimas. Cuando entre, no habían salido. Marc me miraba resignado.

Yo.- Tranquilo, hay que darles estas pequeñas alegrías, de vez en cuando.

Marc.- La quiero mucho, Vicente.

Yo.- Así debe ser. Sino, no sería entendible que con 20 años siguierais juntos. ¿Porqué os casasteis tan jóvenes? (Las chicas salieron, dejamos la conversación)

Dos bombones aparecieron ante nosotros; Isabelle no hacía más que bajarse la falda, y eso que apenas le subía arriba de la rodilla. Pilar estaba más buena, sus caderas ligeramente más amplias, le daban más vuelo a la faldita. Daban ganas de meter la mano debajo de la falda.

Yo.- Estáis preciosas las dos, ¿verdad Marc?

Marc.- Si está libre, yo me caso con la rubia.

Isabelle se acercó a darle un pequeño beso; se giro hacía la dependienta avergonzada por lo que había hecho, y con la cara colorada.

Yo.- Venga Marc, que ese beso significa que sí se quiere casar contigo. Acércate y devuélvele el beso.

Marc la cogió de la cintura, Isabelle se resistía de mentiras y Marc le dio un beso largo, sin lengua, pero cargado de erotismo por lo tierno y largo que fue. Isabelle salió corriendo hacía el probador.

Yo.- Vaya bombón (refiriéndome a Pilar)

Levante un dedo y lo gire en el aire. Pilar entendió y dio varias vueltas.

Yo.- De infarto. Yo no me caso, te lo advierto; pero te queda muy bien. Estás preciosa ¿puedo tocar la tela? Pilar se ladeo y extendió un brazo para que le tocara la manga de la chaquetita. Yo me acerque y le toque la falda a la altura de su culo. Apreté su nalga.

Yo.- Muy suave la tela; a mi me gusta ¿Qué le parece a usted señorita? (mirando a la dependienta)

Tanto Marc como Pilar se giraron a ver la reacción de la dependienta.

Yo.- ¿No le parece que está para comérsela?

Dependienta.- Le queda muy bien y resalta sus bonitas formas. El señor tiene razón.

Yo.-. Lo ves Pilar, te queda muy bien; pero pruébate alguna otra cosa que te guste.

Pilar se metió hacia el probador, sonriendo maliciosamente. Llamé a Marc apartándolo un poco de la dependienta.

Yo.- Entra en el probador de Isabelle y dile que le mando que te chupe la polla hasta que te corras en su boca. Cuando salga, la besaré para saber si ha saboreado tu leche.

Marc se rió.

Marc.- No querrá.

Yo.- Tú dile, que lo he dicho yo.

Cuando Marc entraba en los probadores, Isabelle salía. Pero él, cogiéndola del brazo, la metió hacía adentro otra vez. Salió Pilar con otro modelito.

Pilar.- Este no me gusta tanto como el anterior, pero es mono.

Era una tela, que sin ser seda se asemejaba mucho a ella. Se acoplaba a su cuerpo de maravilla.

Yo.- Tienes razón. Se te ajusta mejor que el anterior; te hace un culete, que está para morderlo. No cree usted lo mismo (mirando a la dependienta)

Dependienta.-Tiene usted razón, se le entalla muy bien a sus curvas y las realza (con la cara colorada)

Yo.- Gracias por estar de acuerdo conmigo. Pero, puede ser la chaquetilla un poco más ajustada.

Ya tenía nerviosa a la dependienta Y todo era, por entretenerla para que Isabelle y Marc se dieran un filete en los probadores. Salieron los casados. Marc con una sonrisa de oreja a oreja e Isabelle coloradota. Cuando volvió la dependienta me mantuve cerca de Pilar. La cuarentona le ayudo a cambiarse de chaqueta otra vez y cuando lo hizo estaba junto a mí.

Yo.- Que aroma más delicioso. Es usted señorita (mirando a la dependienta) Me permite.

Le aparte la melena del cuello y aspiré. Lo hice rápido para que oyera el aire entrar en mi nariz. Espiré sobre su cuello, para que también lo notara. Se le erizaron los bellos de los brazos.

Yo.- Delicioso y delicado. Enhorabuena por el perfume elegido. Pilar, esa talla tampoco te queda bien. Busca otra cosa.

Pilar se metió en el probador y llamó a la dependienta para que la siguiera.

Yo.- (Mirando a Isabelle) ¿Has merendado?

Isabelle.- Sí, gracias por enviármelo (Sonreímos todos)

Marc.- El otro conjunto te quedaba mejor.

Yo.- Me gustaba más el anterior también.

Isabelle siguió mirando ropa y al final se decidió por la primera que nos enseño. Fue a buscar blusas a juego. La dependienta salió colorada del probador y se dirigió a aconsejar a Isabelle sobre las blusas que tenía.

Pilar.- Y este que tal me está.........

En resumidas cuentas, las chicas compraron una ropa preciosa que se llevaron puesta. La ropa vieja, la recogerían mañana por la mañana. Pagó Isabelle y al salir me despedí de la dependienta.

Yo.- Señorita (Cogiéndole la mano) nos ha atendido muy amablemente (la bese en la mano; mantuve un instante mis labios sobre ella) Gracias y hasta pronto.

Olí el aire cerca del cuerpo de la mujer. Ella seguía sonrojada. Salimos de la tienda.

Yo.- Isabelle, a ver que te inventas de quién soy yo. Por que, el próximo día que te vea, te preguntará por mí y no creo que le cuentes la verdad.

Marc.- Con decir que eres un profesor de la universidad con su hija, arreglado.

Pilar.- Si le dices que soy su hija la liarás más. Por que en el probador, ya me pregunto si Vicente y yo éramos familia; y le dije que no. Que Vicente era el hombre que me había sacado 5 orgasmos en las últimas 24 horas. Y que si quería probar, solamente tenía que suplicárselo a mi amo.

Marc.- Por eso salió colorada del probador.

Pilar.- Por eso no fue. Fue, porque al cambiarme y verme desnuda, le dije que quería oler ese perfume, me acerque y le di un morreo mientras la magreaba bien.

Yo.- Pilar, ¿te parece correcto escandalizar a una mujer y meterle mano sin su consentimiento; con el agravante de que estaba trabajando para ganarse su sustento?

Pilar, no sabía que responder. No esperaba esa reacción en mí. La cogí fuerte de la mano.

Yo.- Volvemos a la tienda chicos. Esta puta tiene que pedir disculpas por su mal comportamiento.

Llegamos a la boutique los cuatro y la dependienta nos miro con sorpresa; pero más al ver que llevaba casi arrastras a Pilar.

Yo.- Señorita discúlpeme, me he enterado que mi puta la ha molestado hace un momento en los probadores y aquí la traigo a que se disculpe por tamaña desfachatez. Tú, zorra; pídele disculpas a la señorita (zarandeando a Pilar)

Pilar.- Discúlpeme señora, he cometido un error al propasarme con usted y ser grosera en el probador. Ruego que me disculpe, señora.

La dependienta nos miraba con los ojos abiertos al máximo, por la sorpresa.

Dependienta.- (Tartamudeando) Claro, claro, no ha pasado nada. Ha sido una mala interpretación. Estás disculpada cariño.

Yo.- Eso lo decidiré yo si está disculpada o no. Pilar, apoya las manos en ese mostrador.

Pilar con ojos llorosos me miraba suplicante. La pareja belga estaba con la boca abierta, viendo como se desarrollaban los hechos. Yo en ningún momento había levantado la voz y la cadencia de mis palabras era lenta para que se me entendiera perfectamente.

Con Pilar apoyada en el mostrador, le puse mi mano encima de su cabeza y se la hice bajar hasta apoyarla en el mostrador. Le levante la falda y aparecieron las hermosas nalgas que tanto me habían hecho disfrutar.

Yo.- 4 azotes, ¿preparada Pilar?

Pilar.- Sí, mi amo y señor.

El culo de Pilar estaba orientado, de tal manera, que podía ser admirado por la dependienta y los belgas. Sonó el primer azote, Pilar se quejo; sonó el segundo, Pilar lloraba; sonaron el tercero y el cuarto, Pilar lloraba desconsolada.

Yo.- Ya está hecho. Señorita, quiere usted azotarla por ser la ofendida.

La dependienta dio dos pasos hacía atrás, sorprendida por mi propuesta; pero dio uno pequeño hacía adelante, demostrando que dudaba.

Yo.- Sería bueno para su educación, que usted le diera, aunque solo fueran, dos azotes. La fuerza con que los dé no importa; es el hecho de que una mala acción debe reportar un castigo.

Le brillaban los ojos a la dependienta, su mano derecha tomó la forma para azotarla. Dudo breves segundos y relajo la mano.

Dependienta.- No, no puedo hacer eso, señor.

Yo.- Bien, el castigo a terminado. Pilar ponte derecha.

Cuando la joven se puso recta pude observar las lagrimas que le recorrían toda la cara. La acerque hacía mí y le di un beso en la sudorosa frente. Apoyó su cabeza contra mi pecho.

Yo.- Ves lo que me obligas a hacer, perrita; si te portas mal, te debo castigar. Eso ya lo sabes ¿verdad?

Sin hablar, asintió con la cabeza. Yo le sobaba las nalgas para que pasara rápidamente el dolor. Pilar se iba tranquilizando poco a poco.

Yo.- Venga, mi perrita favorita no puede estar así de feúcha con toda la cara llena de lágrimas. Dame una sonrisa bonita.

Poniendo mis dedos debajo de su mentón le alcé la cara para vérsela. Cuando nos miramos a los ojos me sonrió. Le di un beso en los labios largo y muy delicado.

Yo.- (Mirando a la dependienta) ¿Le permitiría a mi zorrita que se asee en su baño? Por favor.

Dependienta.- Sí, claro, no faltaría más. Pase conmigo joven.

Yo.- No se moleste usted señorita. Isabelle, acompaña a Pilar al baño, por favor.

Las dos jóvenes se alejaron entre perchas, maniquís y mostradores.

Yo.- Discúlpenos por lo ocurrido, pero los malos actos deben ser inmediatamente corregidos y en su caso, disciplinados.

Dependienta.- Si todos los padres fuéramos así de rectos, la juventud no estaría tan loca.

Yo.- No se equivoque, yo no soy su padre ni ningún familiar de Pilar. La conozco hace día y medio. Pero eso no quita, que deba ser castigada por sus malas acciones.

Las chicas salieron del aseo y se dirigieron hacía donde estábamos nosotros; Pilar traía la cabeza agachada.

Yo.- Pilar, cariño; ¿me das un abrazo por favor?

Pilar sonriéndome, se abalanzo entre mis brazos, que la envolvieron de manera protectora. Le daba besos en la frente.

Yo.- ¿Estas bien cariño?

Pilar.- Sí, amo.

La dependienta cuando oyó la palabra "amo" lanzo una pequeña exclamación. La mire y la sonreí.

Yo.- De nuevo le pido disculpas por lo ocurrido; buenas noches, señorita.

Y salimos, de nuevo, de la tienda.

Yo.- ¿Qué os ha parecido a vosotros dos?

Isabelle.- Estaba muy asustada. Cuando hablas así de despacio y sin alterarte, me das miedo.

Yo.- Miedo ¿porqué? Si no hacéis nada malo, no seréis azotados ni avergonzados públicamente. Y tú, Marc; ¿Qué opinas?

Marc.- A mí se me ha puesto dura; no lo he podido evitar, perdona Pilar.

Yo.- Curioso, muy curioso lo tuyo Marc. Venga, vamos a cenar.

Llevaba abrazada a Pilar continuamente y de vez en cuando la besaba en su cabeza.

Llegamos al restaurante. Un local con solera, que yo recordaba de cuando era niño e iba a pescar al puerto. Nadie sabía que yo era nacido en Valencia.

Cenamos a gusto y para volver al piso lo hicimos por la orilla de la playa. La noche era serena y la temperatura agradable, excepto para las chicas, que tenían fresco por su poca ropa. Me quite la chaqueta y se la puse sobre los hombros a Pilar.

Pilar.- Eres un encanto, siempre pendiente de mí (me beso en los labios)

Yo.- Me gusta cuidar de mis perritas.

Pilar se me arrimó y se cobijó bajo mi brazo; solo le faltaba ronronear como una gatita.

Yo.- Isabelle, ¿qué te ha parecido la leche de tu marido?

Isabelle.- Deliciosa y me entristece no haberla probado con anterioridad. Pero cuando ha entrado en el probador y me ha dicho lo que me habías mandado, me ha parecido que estaba loco por quererlo hacer allí. Después, lo he disfrutado mucho, sobre todo por el morbo.

Llegamos al piso y cuando nos desnudamos todos.

Yo.- Esta noche voy a dedicársela a Pilar exclusivamente. Le prometí ese premio. Vosotros dos, sois libres de vernos como follamos, o que os marchéis a vuestro cuarto y practiquéis lo aprendido hasta ahora. Os doy la libertad para elegir.

Marc.- Tenemos días por delante para practicar; mejor os miramos.

Yo.- Bueno, como siempre, antes de follar hay que ducharse. Isabelle, ve con tu marido a ducharte (le di un beso) Si queréis vernos, nos esperamos a que os duchéis vosotros. Por que, este polvo, empezará en la ducha.

Yo me senté en el sofá a fumarme un cigarro; Pilar se acoplo encima de mis rodillas.

Pilar.- Mi amo y señor, gracias por permitir a esta puta satisfacerle esta noche. Disponga de mi cuerpo como guste.

Yo.- Gracias Pilar, por tu predisposición a servirme. ¿Ya has decidido como quieres que celebremos este polvo? ¿Con dominación o sin ella?

Pilar.- Mi amo y señor, soy su puta sumisa. Mi mente y cuerpo están a su servicio. En estos momentos, necesito encarecidamente un dueño que me folle y que me haga berrear hasta desmayarme de gusto. Haga su voluntad, amo.

Yo.- Enhorabuena por tu argumentación. Mi puta eres y así te follaré.

La bese en los labios, mientras le pellizcaba sus pezones, ya endurecidos. Ella, apoyo su cabeza en mi pecho, dejándose hacer.

La parejita llego al salón riendo entre bromas. Isabelle se lanzo junto a nosotros y nos abrazó.

Yo.- Bueno, las condiciones de vernos a nosotros esta noche son pocas. Silencio absoluto y no acercaros a nosotros. Podéis masturbaros mutuamente mientras nos miráis, pero en silencio. ¿De acuerdo? (Asintieron los dos)

Yo.- Bien, Pilar ha elegido que este polvo sea de amo a esclava y no entre amantes. Para nosotros, no va a haber nadie más en la habitación.

Cogí a Pilar en brazos y la lleve a la ducha. La enjabone a conciencia, acariciándola por todas partes. Pilar tomo las riendas del baño y cogiendo la esponja, la lleno de gel de baño.

Pilar.- Amo, permítame que le lave el cuerpo que tanto adoro.

Yo.- Hazlo perra.

Pilar me restregó todo el cuerpo con la esponja, me lleno de espuma.

Yo.- Dale más fuerte con la esponja o tendré que llamar a una vieja para que lo haga mejor que tú (Pilar me hizo caso y apretó más con la esponja) Ves como si quieres sabes hacerlo bien, perrita.

Le quite la esponja y empezamos a acariciarnos por todas partes mientras nos besábamos. Le metí dos dedos en su ano.

Yo.- En la cama, te voy a romper este culo a pollazos ¿Entiendes zorrita?

Pilar.- Sí mi amo, fuerte, muy fuerte amo.

Le pellizque los pezones, pero al estar enjabonados escapaban entre mis dedos. Me encanta Pilar, su cuerpo y su sumisión hacia mis requerimientos.

Yo.- ¡Qué rebuena que estás zorra!

Pilar.- Gracias, amo (entre jadeos)

Yo.- Aclárame abundantemente y vamos para la habitación.

Salimos del baño ya secos; yo delante, Pilar detrás de mí, gateando. En la habitación me senté en la orilla de la cama.

Yo.- Gatita, lámeme los pies.

Pilar.- Gracias, amo.

Me lamió ambos pies durante 5 minutos. La cogí del pelo y la alcé. Le pedí sus manos y las situó delante de mí. Até un buen trozo de cuerda a cada muñeca.

Yo.- Sobre la cama, boca arriba y con los brazos en cruz.

Pilar no se hizo esperar y me obedeció al instante. Até los extremos de las cuerdas a las patas delanteras; quedando Pilar con los brazos en cruz. Fui al salón a buscar un cenicero y mi tabaco. Cuando volví deje el cenicero sobre su vientre plano. Ella respiraba rápido mientras me miraba a los ojos. Encendí mi cigarro, lo fumé con calma; me recosté junto a ella para oír su respiración ligeramente alterada. Le pasé el cigarro muy cerca de la piel de sus pechos; su respiración se aceleró.

Yo.- Tranquila, no quiero marcarte (Apagué el cigarro en el cenicero) Todavía no quiero marcarte, zorrita.

Aparte el cenicero dejándolo sobre la mesita de noche. Oí un jadeo desde la puerta; Marc se estaba corriendo mientras Isabelle lo pajeaba. Me acerque a la cara de Pilar y pase mi lengua sobre sus labios. Hizo intención de besarme; me retire para que no me alcanzara. Le sujete la cabeza para que no pudiera alzarla; bese sus mejillas carnosas, sus grandes ojos, mordí su barbilla y acabe dándole un chupetón en el cuello. Pilar empezó a gemir. Me separe para verle la cara de excitación.

Yo.- ¡Qué guapa que estás así! Abre la boca.

Cuando la abrió, puse mis labios encima de los suyos y deje que de mi boca saliera un buen goterón de saliva; Pilar lo miraba con grandes ojos. Mi saliva entro en su boca.

Yo.- Saborea mis babas cariño.

Pilar cerro su boca y con su lengua se repartió mi saliva por toda su boca. Cuando acabo, volvió a abrir sus labios. Le sonreí y pase a lamerle los sobacos y la cara interna de los brazos, mientras con la mano ya sobaba uno de sus pechos. Baje mi boca y llegué a sus tetas que mordí con suavidad, después sus pezones pasaron por mi boca. Los jadeos de Pilar ya eran evidentes. Al final, termine con mis labios en su coño. Lamí sus ingles, mordiendo el tendón, sus muslos y al final tenía delante de mi el coñito más bonito que hubiera visto en mucho tiempo.

Yo.- Pilar, hasta que no te lo permita, ni se te ocurra correrte ¿Entendido?

Pilar.- Sí, amo. Así lo haré.

Mire al jugoso chochete que tenía delante de mi. Pase mi lengua por los labios mayores y los abrí. Di un grueso lametazo a toda la vulva de abajo hacía arriba. Pilar emitió un fuerte suspiro. Introduje mi lengua en su vagina e inicie entradas y salidas como si fuera un pequeño pene, deguste sus frescos jugos. Retire mi lengua y metí dos dedos previamente humedecidos. Ensanche un poco su coño y empecé a meter y sacar mis dedos. Los jadeos de Pilar se hicieron más patentes. Moje mi pulgar de la mano libre y con él estimule su clítoris. Las caderas de Pilar empezaron a moverse buscando el mayor placer posible.

Yo.- Ni se te ocurra correrte, ¿oyes?

Pilar.- Sí, amo. Suélteme las manos por favor. Quiero tocarlo, acariciarlo, besarlo.

Yo.- Cállate de una puta vez, perra. A quien le importa lo que tu quieras.

Le di mas rapidez a las penetraciones de mis dedos, parando el pulgar del clítoris. Pilar sudaba abundantemente.

Pilar.- No pare, amo. Déjeme correrme por favor.

No le contesté. Mantuve el ritmo y admiraba el intento de mi putita por no correrse; las contracciones vaginales eran muy intensas, estaba en la última fase antes del orgasmo.

Yo.- Cuando cuente 5, podrás correrte. ¿Has oído?

Pilar.- Sí, amo. Cuando cuente hasta 5.

Yo.- Uno, le mordí un pezón, lamiéndolo después.

Yo.- Dos, le mordí el otro pezón, estaban muy duros.

Pilar.- Más rápido, cuente más rápido.

Yo.- Tres, le metí tres dedos en su boca, estaba medio loca.

Yo.- Cuatro, con los dedos mojados de su boca pellizque sus pezones. Baje esos dedos y acaricie su clítoris.

Yo.- Cinco.

Pilar se corrió entre grandes sonidos roncos, me preocupaban las ataduras. Ella estaba estirando demasiado, podría hacerse daño. Deje de estimular su clítoris cuando dejo de mover sus caderas y saque los dedos de su vagina para desatarla y masajear sus muñecas. Cuando recobró un poco de lucidez, me acaricio la cara. Metí mi polla en su encharcado coño de golpe. Pilar estaba como borracha, pero se entero de mi penetración.

Pilar.- Sí, amo, a tope por favor (sonriéndome)

Empecé a bombearla con lentitud, nos dimos un buen morreo. La excitación de ella volvió a incrementarse, con sus piernas me rodeo la cintura, facilitando que las penetraciones fueran más profundas. Otro gemido a mis espaldas; otra corrida de Marc, esta vez en la boca de Isabelle. Aceleré el ritmo de la follada y de repente se la saque. Le di la vuelta y se la metí por el culo.

Pilar.- Gracias mi amo, te amo.

La azoté en sus preciosas nalgas, más débilmente que si fuera un castigo; pero en mayor número. Su culo estaba enrojecido; sus quejas por los azotes se mezclaban con sus gemidos.

Pilar.- Azóteme todo lo que quiera, amo. Cuanto más me pegue, más le amaré.

Pilar se movía para incrustarse más honda mi polla. Estuvimos un buen rato; pero cuando Pilar volvió a tener síntomas de su próximo orgasmo, le di nuevamente la vuelta.

Pilar se abrió obscenamente de patas y yo le metí mi polla de un solo golpe en su chocho.

Yo.- Cuando tú te corras, yo te llenaré de leche, ese coño pelón que tienes, puta de mierda.

Pilar me abrazo y me volvió a rodear con sus piernas. Las contracciones vaginales eran fortísimas y muy rápidas; me prepare a correrme acelerando las penetraciones. Pilar me clavo las uñas en la espalda. Arqueo toda su espalda y se corrió; yo, también.

Yo.- Toma leche, puta asquerosa.

Mi eyaculación no me permitió seguir insultándola y hasta me maree un poco, de lo intenso que había sido mi placer. Me dejé caer ligeramente sobre ella, que notara mi peso, pero no esclafarla. Nos besamos cuando recobró los sentidos.

Pilar.- Te quiero, amo.

Yo.- Y yo a ti, perrita. Pero solo en los días en que nos veamos, no está permitido más.

Pilar.- Déjeme soñar, amo. Por favor.

Yo.- Sueña pues; te quiero Putita; te amo.

Nos besamos tiernamente. Paso el tiempo entre caricias, besos y arrumacos. Me deje caer al lado.

Yo.- Tengo que ir a mear corazón.

Pilar.- Con tal de que no te alejes de mi, me beberé tu meada. A mi hermana se la diste a beber.

Yo.- Es cierto, a ti no te he saciado la sed. Pero hay mucha cantidad para salir y aquí si se te cae deberemos dormir encima de ella toda la noche. Mejor meo en el baño, si quieres un poco, acompáñame.

Pilar se levanto y fuimos al baño. Subió la tapa del water y sujeto mi polla para que meara.

Pilar.- Guárdeme un poquito, amo mío.

Empecé a orinar. A mitad meada, me contuve y me gire hacia Pilar; ya estaba de rodillas, con las manos a la espalda y con la boca abierta. Metí mi pene en su boca; ella cerro sus labios y me miro a los ojos. Volví a dejar salir mi agüita amarilla poco a poco. Me vacié, mientras ella lo degustaba. Cuando termine de orinar, Pilar me limpio la polla y poco a poco fue levantándose. Nos besamos con lengua, su boca sabía rara; pero, ¿a quién le importa? Estando sudorosos y cansados, nos duchamos deprisa y salimos del baño.

Yo.- Hacemos como los papis güais de las pelis y vemos como están los chicos, antes de irnos a dormir.

Pilar.- ¿Cómo guste mi amo y señor?

Nos acercamos a su habitación y allí estaban los chicos. Isabelle boca arriba y moviendo desesperadamente sus caderas y Marc penetrándola en la posición del misionero. 3 minutos más e Isabelle se corrió escandalosamente.

Yo tenía abrazada a Pilar desde su espalda, amasando sus tetas con ambas manos.

Yo.- ¿Hemos hecho un buen trabajo con la parejita?

Pilar.- Claro que sí. Estos no sabían ni moverse. Te has lucido enseñándolos.

Yo.- Los hemos enseñado entre las hermanas putitas y yo; vosotras también habéis sido muy importantes en su aprendizaje (la bese) Vámonos a la cama.

Yo.- Pilar, te agradezco tu buena voluntad para que este juego saliera bien y hacerme pasar unos de mis mejores días.

Pilar.- Yo quiero que siga esto, el sábado de la próxima semana. Pero con independencia de eso, te diré que estos dos días los he disfrutado a tope. Me has hecho sentir mujer y mujer querida. Envidio a tu compañera. Una cosa te quería pedir. Que no dejes que mi hermana se enamore de ti. Yo soy mayor que ella, con más experiencia y me supone un gran esfuerzo no colgarme de ti. Disfruta de ella y con ella, pero no te la quedes para ti. Por favor.

Yo.- Sabes que no deseo enamorar a nadie. Lo he dicho cada día y a Ana se lo mande en los emails; ahora bien, si noto que ella muestra signos de dependencia hacia mi persona, haré que se desengañe.

La charla duró horas, demostrándome Pilar que era una mujer inteligente y bien formada intelectualmente, pero nos pudo el cansancio y nos dormimos. Eran las 2,30 de la madrugada.

Me desperté antes de que vinieran los chicos a despertarnos; tenía abrazada a Pilar desde su espalda. Me encanta ver dormir a mis parejas, creo que mientras duermen, muestran sus autenticas caras. Me levante con cuidado para no despertarla y fui al baño a hacerme un enjuague bucal con colutorio y lavar mi dentadura postiza. Quería despertar a Pilar agradablemente y no ayuda nada, tener un olor desagradable en la boca.

Volví a meterme en la cama y me acople a la espalda de Pilar. El calorcito de mi putita, hizo que mi polla adquiriera un tamaño adecuado para guerrear; se la restregué por sus nalgas y la encare entre ellas. No sabía donde iba a entrar, culo o coño, pero que más da. Solo buscaba el calorcito de mi niña.

Algo iba abriendo en Pilar, estrechito en su inicio. Culo pues. Lo hice muy despacio; quería, que cuando se despertase, ya la tuviera toda dentro. Poco a poco la iba metiendo, Pilar se movió y entro de golpe. Se despertó mi chica.

Pilar.- ¿Qué haces?

Yo.- Que no podía esperar a metértela otra vez.

Pilar giro su cabeza para besarme y saco un poco su culo para que entrara más adentro.

Pilar.- Te adoro amo.

Aparté la melena de su cuello y lo besé, lo lamí y lo mordí suavemente. Las penetraciones en el ano de Pilar eran suaves, tranquilas y sin ganas de llegar a ninguna cosa; simplemente era un buenos días a mi niña.

La pareja ya se había levantado, se oían ruidos por la casa y alguien se fue a la calle. Imagino que a por la bollería para el desayuno. Nosotros a lo nuestro, sin incrementar el ritmo, sin prisas, sin objetivos; muy despacio, con mucho cariño.

Pilar.- Solo he estado dos días contigo y creo que ya me he acostumbrado a ti; no me imagino como me despertare mañana sola. Sin tenerte abrazado o que me abraces como ahora. Le voy a tener que estar agradecida a mi hermana mucho tiempo; por que gracias a ella, te conocí a ti.

Le di un beso en el cuello.

Yo.- Venga putita, ronronea para mí.

Pilar imitó el sonido de las gatitas, cuando están contentas; al mismo tiempo, se apego más a mí si era posible, moviendo toda la espalda y sonriendo de gusto. Volví a besarla.

Isabelle encendió la luz de la habitación para despertarnos, al vernos ya enganchados, sonrió.

Isabelle.- Buenos días amo: buenos días Pilar.

Le devolvimos los saludos, sin movernos siquiera.

Isabelle.- ¿Puedo participar?

Yo.- No, ahora no. Ve a sacarle una leche a tu marido, para que después aguante más.

Isabelle.- Ya lo he hecho, amo.

Yo.- Isabelle, sube la persiana para que entre la luz del día. Gracias putita.

Isabelle salió de la habitación, dejándonos otra vez solos. Yo seguía penetrando muy tranquilamente su culo, acariciando sus suaves pechos. Pero teníamos que dejarlo, debíamos levantarnos, había que cumplir mi promesa de los tríos; ahora me arrepentí de haberla hecho, yo quería quedarme dentro de Pilar más rato, toda la mañana, el resto de mi vida. Pero .....

Yo.- Pilar, debemos levantarnos, zorrita.

Pilar.- Dame otro orgasmo, aquí, solos.

Yo.- Si me canso aquí contigo, no podremos llevar a cabo ni tu fantasía del trío, ni yo cumpliré mi palabra de hacer los tríos con las putitas. ¿Comprendes?

Pilar.- Sigue un poco más, solo un poco más, amo.

Me sorprendí al comprobar que la respiración de Pilar había aumentado de ritmo y su pulso también. Era como si se aproximara a un orgasmo, pero faltaban otros signos.

Pilar.- Cariño, te quiero. Cuando quieras follarme solo tienes que llamarme, iré a donde estés. Amo, amo ...........

Y parece que se corrió, pero muy suave, muy tranquilo. Nunca había visto nada así. Seguí penetrándola muy despacio, sobando sus tetas y besándola en el cuello.

Pilar.- Gracias, amo. No sé que has hecho, pero ha sido delicioso.

Yo.- Yo no he hecho nada; lo que ocurre es que mi putita es muy caliente (la bese)

Poco a poco le saque mi polla de su culo y me separé de ella. Pilar se giró y me cogió la polla.

Pilar.- Déjame que te la limpie y de paso le dé las gracias, por lo buena que es conmigo.

Yo.- Es toda tuya amor.

Le dio una suaves mamadas, la limpió con delicadeza.

Yo.- Venga Pilar, es tarde cariño.

Salimos al salón, después de asearnos y limpiarnos en el baño. La parejita nos esperaba sonriendo; sin decir nada se arrodillaron ante mi y cada uno le dio unas mamadas a mi polla.

Yo.- Isabelle, ¿se portó bien anoche tu marido?

Isabelle.- Como un machote, amo. Dos veces hizo que me corriera.

Yo.- Bien Marc, muy bien (Dándole unas suaves palmadas en su hombro) Y tú, ¿cuantas leches te saco la putita esta?

Marc.- Viéndoles a ustedes 2 veces, en la cama otras 2 y esta mañana 1.

Bien, parece que por fin, vais a ser una pareja de jóvenes como dios manda.

Yo.- Pronto dejareis de darle importancia al número de veces y os centrareis en la calidad. Vamos a desayunar.

Isabelle.- Nos hemos pasado una noche de fábula.

Yo.- Ya se os nota en la cara. Los tres tenéis unas caras felices y llenas de vitalidad. Estáis en la edad de hacer todo eso. Pero yo, al mirarme la cara en el baño, la tengo demacrada. Y el resto del cuerpo como si me hubiesen dado una paliza.

Pilar.- Te daremos mimitos para que te recuperes.

Yo.- No es cuestión de mimitos, es cuestión de edad.

Marc.- Pues ya me gustaría llegar a su edad y follar como folla.

Yo.- Marc, tu debes ser mejor que yo; y te explico por que. Tu has tenido la suerte de que alguien con experiencia te ha mostrado y demostrado, como hacer disfrutar a una mujer. Yo no tuve esa suerte y han tenido que pasar muchos años, muchas mujeres, equivocarme otro montón de veces y al final he conseguido lo que quería. Que las mujeres con las que mantengo relaciones, disfruten como locas. Y una cosa que no quiero que se me olvide. Cuando me vaya de aquí, te dejo que sodomices a tu mujer cuando os plazca.

Isabelle.- Gracias, amo. Usted siempre será mi amo y cuando quiera mi culo o cualquier otra parte de ésta, su perra, solo tiene que cogerla.

Pilar.- Bien hablado, yo también hago ese "juramento" sabe que me tiene a su disposición, amo.

Marc.- Yo no sé que decir, pues no le gustan los hombres; pero en cualquier otra cosa, no dude en pedírnoslo, amo.

Yo.- Vaya tres putitas que dejó en Valencia. Pues ya que estáis tan solícitos a demostrarme vuestra sumisión os quiero pedir una cosa. Cuando doy mi palabra suelo cumplirla siempre; pero hoy estoy realmente cansado y quisiera pediros que me disculpéis y no hagamos los tríos. ¿Qué me decís?

Pilar.- Mi amo y señor, no se preocupe por eso, que ha cumplido de sobra durante estos días con nosotros.

Isabelle.- Por supuesto amo, si no le apetece o no se encuentra bien no hay problema.

Yo.- Gracias chicas, sois muy amable con este viejito (rieron todos; yo solo, sonreí) Pero vosotros podéis enrollaros entre vosotros.

Pilar.- Marc, no te molestes; pero a mi solo me apetece estar junto a mi amo en las últimas horas de esta reunión.

Isabelle.- Cuando os valláis yo me quedare con Marc, y lo tengo todo el tiempo que quiera. Así que, también me gustaría estar junto a mi amo hasta que se vaya.

Marc.- Lo entiendo perfectamente. Poneros en el sofá si os apetece y yo os serviré cualquier cosa que necesitéis.

Yo.- Gracias a todos, sois muy buenas perritas.

Me senté en el sofá, no tenía ganas de nada y teniendo en cuenta que tenía a mi lado a dos jovencitas de rechupete, esto era grave. Empecé a sudar abundantemente, pero no tenía calor, más bien frío; estaba como mareado y de improviso una fuerte opresión en el pecho me hizo ladearme. No podía respirar correctamente; las caras de los chicos demostraban el miedo que yo también sentía.

Las chicas me preguntaban cerca de mi cara, asustadas, angustiadas.

Ya no me dolía nada, tenía sueño.

Me dormí o me morí; no sé. Pero a gusto.