Dominación en Valencia (6)
Primer día en la casa de los belgas, donde el marido guía mi polla hacía el virgen ano de su mujercita.
Capitulo VI, despertando en la casa de los belgas.
Guarra.- Amo, ....... amo, ................... despierte por favor. Son las siete y media, la hora en que me dijo que les despertara.
Dormí como un tronco y estaba totalmente descansado. Mis putitas seguían abrazadas a mí y se despertaron como se durmieron, tocándome el pene y dándome besitos. Que despertar más agradable tuve. El calor de la juventud, cura todos los males.
Yo.- Venga gatitas a levantarse, no os hagáis las remolonas.
Ana.- Es muy pronto, amo (subiéndose encima de mi) ¿puedo desayunar aquí en la cama y tomar mi lechita calientita? (mientras me sobaba el pene)
Yo.- Pero que putita estas hecha Ana. Ves y ordeña una vez a Cabrón que seguro que ya va empalmado y por esta vez te la puedes tomar, si quieres.
Ana salió del dormitorio.
Pilar.- Buenos días, amo. ¿A dormido bien mi señor?
Yo.- He dormido muy bien, gracias. ¿Y tú?
Pilar.- He soñado con usted, no lo recuerdo del todo, pero sé que ha sido agradable. ¿Me deja darle solo un besito a su polla?
Pilar se había echado encima de mí, acariciándome y dándome besitos cortos y tiernos.
Yo.- Venga, pero solo un poquito.
Pilar se engulló, poco a poco mi pene morcillón, y lo mamó con delicadeza y dulzura. Mi rabo fue cogiendo tamaño, ella se puso a mamarlo con más vivacidad. Tuve que apartarla casi a la fuerza.
Yo.- Venga puta, deja de mamar que todavía no toca correrme.
Me levante, ya con la polla tiesa. Guarra, esperaba callada a los pies de la cama.
Guarra.-Buenos días, amo.
Yo.- Buenos días rubia (le di un besito corto) Dale los buenos días a mi amigo.
Con una sonrisa, Guarra se arrodillo y se la metió en la boca, mamándola con devoción. Al poco rato, la aparte y salí de la habitación. En el salón, el desayuno estaba puesto en la mesa. Ana estaba mamándole la polla a Cabrón.
Yo.- Ana, todavía estás así.
Ana.- Esperando a que le salga algo, amo.
Yo.- Cabrón, mámamela como buenos días a mi polla.
Se arrodillo y me la mamo con delicadeza. Al momento lo aparte y me dirigía al baño. Pero entonces me entro una duda.
Yo.- Cabrón, con lo rápido que te corres y esta puta todavía no te ha sacado la leche.
Cabrón.- Ya me he corrido una vez en su boca, amo.
Yo.- Me cago en la puta esta. Ana levántate de ahí. Me has mentido.
La cogí del pelo y la arrastre hasta un sillón.
Yo.- Pon el culo para recibir azotes. No te he dado permiso para que seques a Cabrón, estúpida.
Ana.- Perdón, amo. Lo siento, no me castigue.
Yo.- Ponte en posición ya. O me voy a enfadar de verdad.
Ana, llorosa, se arrodillo en el sillón, apoyando las manos en el respaldo. Me situé y le empecé a azotar con mi mano esas nalgas, que tanto me gustan. Hasta 3 azotes en cada nalga recibió, quedando el culete enrojecido por completo.
Yo.- Me dijiste que tenias malos despertares, pero que me mientas no lo consiento. Ya veremos si no tienes más castigos esta mañana. Guarra, sígueme al baño.
En el baño me situé frente al retrete. La tapa estaba bajada. La rubia detrás de mí, mirando.
Yo.- A que coño esperas, levanta la tapa y sujétame la polla mientras meo.
Hizo lo que le mandé. Cuando termine de mear, la Guarra la soltó e iba a retirarse.
Yo.- ¿La vas a dejar así de sucia? Mámala y déjala limpia.
La mamó con miedo. Los azotes al culo ya los probo ayer y debía pensar que me había levantado con ganas de repartir. salí al salón y el sol entraba por el gran ventanal, había una privilegiada vista de la playa y de la mar. Abrí las cortinas, para que entrara el sol en todo el salón. Desayunamos sin más contratiempos; a Pilar la tenía a mi izquierda y a mi derecha había situado a la rubia; como castigo, Ana tomo su desayuno en el suelo.
Yo.- Las chicas, haceros una buena limpieza del tracto anal, que hoy voy a visitar los tres, como despedida. Cabrón, recoge todo esto menos el café y mi taza.
salí a la terraza a tomarme otro café y fumarme un cigarro tranquilo, recibiendo el sol de Valencia con alegría. Cuando ya estaban todas en el salón, entre yo. Me senté en el sofá.
Yo.- Son las 8,15, hasta las 9 que le abriré el culo a Guarra no tengo nada pensado. Así que, Ana, ves al dormitorio; dentro de mi maleta hay un bolsillo, y dentro de él, dos pinzas. Tráelas. Guarra, lámeme el pie derecho.
Guarra.- Sí, amo. Como usted ordene.
Levante el pie del suelo y Guarra lo lamía con pasadas largas y jugosas. Ana volvió con las pinzas en la mano.
Yo.- Guarra, cógeme el pie, no voy a estar aguantándolo en el aire yo, teniendo a una putita ahí. Ana, arrodíllate aquí delante y dame las pinzas.
Cuando Ana me obedeció, le acaricie la mejilla con dulzura; bajé la mano y cogí una de sus tetas; en la otra mano enseñe la pinza y la abría y cerraba delante de la cara de Ana. Ella ya la había probado en el hotel y sabía que dolía; sus ojos se humedecieron, el pezón que antes estaba duro, se ablandó. Yo no decía nada, Ana tampoco. La decisión estaba tomada y ella lo sabía. Le pasé la pinza por toda su teta, dos lágrimas descendieron desde sus ojos. Nadie hablaba, nada se oía excepto los lametones que Guarra me daba en el pie. Pellizque su pezón y estire de él. Cerré la pinza capturando el pezón. Ana emitió un sonido sordo al reprimirse el grito. Lloraba abundantemente. Le acaricie la mejilla.
Yo.- Ana, lámeme el pie izquierdo sin levantarlo. Cabrón, ponte detrás de Ana y fóllate su coño; pero como te corras dentro, te pongo las tres pinzas que quedan libres.
Cabrón.- Sí, amo.
Yo.- Guarra, ves a ver como tu maridito le mete la polla a mi puta.
La Guarra fue rápido al lado de Cabrón y vio como entraba la verga en el coño. Le faltaba babear. En menos de 5 minutos Cabrón saco su polla de Ana y se corrió en su espalda con fuertes jadeos.
Yo.- Cabrón, trágate tu leche. ¿No pensaras dejarme la puta así de sucia?
Cabrón.- No, amo. Enseguida.
Con rápidas lamidas recogió su leche, dejando la espalda de Ana completamente limpia.
Yo.- Y con vosotras ¿qué hago? Mirando a Pilar y Guarra.
Pilar.- Lo que quiera mi amo y señor.
Guarra.- Pida y lo haré.
Yo.- Por falta de predisposición no será. Venga, rubia cómele el coño a Pilar que se ha portado muy bien contigo y te ha enseñado mucho.
Guarra.- Enseguida, amo.
Pilar abrió sus piernas para permitir que la rubia se ubicara delante de su depilado coño. Mientras Pilar y yo nos besábamos apasionadamente. Sus pezones me gustan pellizcarlos.
Yo.- Ana, deja de lamerme el pie. Siéntate a mi lado.
La cara de la joven estaba demacrada, el pezón mostraba un color demasiado oscuro. Al sentarse a mi lado la recogí con mi brazo izquierdo y la atraje para que apoyara su cabeza en mi pecho. Se apego a mí, besándome un pezón.
Yo.- Ves lo que te ocurre por mentirme. Si me mientes, te tengo que castigar, ¿lo comprendes? (Movió la cabeza afirmativamente) Venga pequeña, ponte a horcajadas sobre mí.
Cuando lo hizo, le cogí la cabeza con las dos manos y se la alcé para que me mirara a los ojos. Estaban rojos de llorar en silencio.
Yo.- ¿Me volverás a mentir? (Negó con la cabeza) Bien, te voy a quitar la pinza.
Cuando retiré la pinza de su pezón, Ana emitió una sorda queja. Y se dejo caer sobre mi pecho sollozando levemente. Le acaricie la espalda, mientras le decía al oído cositas lindas. Ella paso sus manos por mi espalda y me dio un fuerte abrazo. Un abrazo que me llego al alma. Ana jugaba a ser mayor, pero en muchos momentos era solamente una niña con ganas de cariño. Mantuvimos el abrazo un par de minutos y después le alcé la cara, tenía los ojos cerrados. Le di besitos en la cara.
Yo.- Ana, ves a lavarte la cara princesa, que así estas feúcha.
Abrió los ojos, me miro y sonrió. Se fue hacía el baño.
Yo.- Pilar, ¿te come bien el coño esta guarrilla?
Pilar.- Como bien sabe mi amo, estas cosas se aprenden practicando y Guarra es novata del todo; aunque le pone interés, amo.
Yo.- Cariño, indícale a Guarra donde y como quieres que te coma el chocho.
Pilar le fue hablando en tono relajado de lo que debía ir haciendo en cada momento. Gracias a sus indicaciones, el placer fue invadiendo el cuerpo de Pilar y la excitación fue incrementándose poco a poco. Yo le sobaba las tetas mientras la besaba con mucho cariño y delicadeza. Pilar ya no hablaba, solamente jadeaba y no le ordenaba nada a la Guarra.
Yo.- Céntrate en el clítoris bonita.
Guarra.- Sí, amo.
En menos de un minuto Pilar obtuvo su orgasmo mientras me besaba jadeando. Hice parar a Guarra y mi putita se desplomo sobre mi pecho. La acaricie durante un rato.
Yo.- Guarra, sube a acariciar a la buena perrita de Pilar.
Guarra no tardo nada en sobar las tetas de mi perrita y acariciarle todo el cuerpo.
Yo.- Ves Guarra, cuando las putas se portan bien, reciben recompensas y son felicitadas por su amo. Son las 8,45 habrá que prepararte. Metete esto en el chocho.
La Guarra vino alegre hacía mí y poniéndose a horcajadas sobre mí, se metió mi polla en su coño, no sin cierta dificultad.
Yo.- Muévete puta. Y Ana, siéntate a mi lado.
Guarra me cabalgaba con ritmo lento y muy profundo. Pellizque sus duros pezones y jadeo con una amplia sonrisa. La atraje hacía mí para besarla, nos morreamos con pasión.
Yo.- Cabrón, lámele el ano a tu mujercita para prepararla para su sodomización. Pero no metas nada en él. Y tú, Guarra sigue besándome.
La jovencita seguía excitándose más y más. Metí uno de mis dedos en el coño de Pilar, mojándolo a conciencia. Lo saque de mi putita y lo metí en el ano de Guarra. Ésta se quedo quieta instantáneamente. Acabé de meter el dedo e inicie movimientos como si fuera una mini polla.
Yo.- Muévete de una puta vez, zorra.
Guarra reinicio la cabalgada al ritmo que le marcaba yo, en su ano, con mi dedo. Tenía a las dos hermanas a mi lado viendo el espectáculo y a Cabrón delante del culo de su amada. Eran las 8,55. Incrementé el ritmo de mi dedo y Guarra lo hizo también con su cuerpo. Metí un segundo dedo en su ano, la joven se quejo pero continuo cabalgándome. A las 8,59 quité a Guarra y poniéndome de pie a su lado le dije al oído.
Yo.- Es la hora.
Ella miro el reloj del salón y cuando vio que eran las 9 de la mañana le cambió la cara. Puse a Guarra de rodillas encima de un sillón y con los brazos apoyados en el respaldo. A una indicación mía, cada una de mis putitas le sujetaban un brazo y yo por detrás enarbolaba mi polla toda erecta y dispuesta a desvirgar ese culito tan apetitoso.
Yo.- Cabrón, ven aquí y guía mi polla hasta el agujerito del culito de tu mujer.
Cabrón, con cara de angustia cogió mi polla y la acerco al culo de su amada.
Yo.- Guarra, notas la punta de mi polla en tu culito, la ha puesto ahí tu maridito para que yo te rompa el culo.
Guarra.- No me haga daño mi amo, por favor.
Yo.- El dolor es bueno para las putitas y tranquila que después te gustara mucho. Pero recuerda, que tu culito es mío; y ni siquiera tu marido podrá penetrarlo ni con un simple dedo. ¿Lo entiendes?
Guarra.- Si, amo; perfectamente. Pero tengo miedo.
Hice presión con la polla y se abrió el esfínter. Solo entro la mitad del glande y la rubia ya se estaba quejando. Volvi a hacer presión y todo el capullo entro. La Guarra chillo y empezó a llorar. Pilar le sujetaba un brazo y le hablaba al oído para tranquilizarla.
Yo.- Venga rubia, que lo peor ya ha pasado. Te la dejare un ratito quieta para que te acostumbres. Lo estas haciendo muy bien bonita.
Cuando su respiración se tranquilizo un poco, la cogí por la cadera y empuje de nuevo. El grito de la Guarra resonó en la habitación, sus lloros resurgieron.
Yo.- Ya está toda dentro corazón, ya está (le mentí, todavía quedaba la mitad)
Guarra.- Amo no. Sáquela por favor, me duele mucho. Haré lo que me pida pero esto no.
Los sollozos de la jovencita enternecerían a cualquiera; pero yo sabía que esto iba a ser bueno para su posterior educación. El ano de la rubia me estrangulaba la polla y casi me hacia daño a mi también. La deje relajarse un poco y mientras tanto pude observar su esbelta figura. Tener delante los hoyuelos que se les forma a las mujeres delgadas encima del culo, son una delicia para mis ojos. La cogí de la cadera y saque un poco la polla. Guarra emitió una queja. La metí lo que había sacado. Otra queja. Así sucesivamente hasta que entraba y salía con más facilidad y la rubia ya no se quejaba tanto.
Yo.- Ves guapita como ya no te hace daño.
Guarra.- Todavía me duele, amo. Todavía me duele mucho.
Yo.- Eso pasará. Chicas sobarle las tetas que lo esta haciendo muy bien.
La joven ya se había acostumbrado al pequeño recorrido de mi polla en su ano; era hora de meterla toda. Le hice una señal a Pilar y esta le pellizco fuerte un pezón. En medio de su quejido se la incruste hasta los huevos como vulgarmente se dice. Ya chocaban sus nalgas con mis huevos. Ya estaba conseguido, ahora a que disfrute la Guarra.
Yo.- ¿Notas mis huevos en tu culo rubia? Ya está toda dentro y a partir de ahora disfrutaras.
Empecé con las penetraciones lentas y para coger ritmo. Al rato la saque toda y la volví a meter de una vez. Iba alternando estas formas de sodomizarla. Que culito más apretadito me estaba beneficiando. Como a los 3 minutos aparecieron los primeros jadeos; espaciados y muy débiles, pero jadeos al fin y al cabo.
Yo.- ¿Te va gustando cariño?
Guarra.- Ya no me hace tanto daño, amo.
Yo.- ¿Cuándo te desvirgo el coño tu marido, también te hizo tanto daño?
Guarra.- No dolió tanto, fue solo un momento.
Yo.- ¿Qué recuerdas de esa noche?
Guarra.- Que tenía mucho miedo, como ahora. Que mi marido fue muy delicado conmigo. Y que estábamos muy nerviosos. Fue en este piso, dos días después de la boda.
La guarra ya movía el culo para adaptarse a mis suaves embestidas.
Yo.- ¿Sigue doliéndote?
Guarra.- No, amo. Solo escuece y lo noto muy caliente.
Yo.- Pues a mí me está encantando este culito apretadito; y sobre todo, porque el cabrón de tu marido está aquí al lado viendo como te sodomizo. Cabrón, ven aquí y arrodíllate. Mira como entra y sale mi polla de tu mujercita. ¿Esto no lo podrías haber hecho tú y contentar a tu mujercita?
Cabrón.- Sí, amo.
Yo.- Pues has llegado tarde. Este culito es mío. Guarra, ¿de quien es este culo? (dándole un azote en la nalga)
Guarra.- De mi amo y señor.
Saque mi polla del culo de la belga y se la hice chupar a Cabrón. Se la metí hasta la garganta.
Yo.- Cabrón, vuelve a encararla hacia el ano de Guarra.
La metí de un solo golpe de riñones. La belga lanzo un jadeo profundo. Aceleré los movimientos de meter y sacar. Volví a darle un par de azotes más fuertes. La Guarra solo movía su culo de una manera más violenta. Quería cortarle el placer momentáneamente; sino sería capaz de correrse demasiado pronto. Le di una azote que resonó en todo el salón. Ella grito.
Yo.- Cállate puta, que todavía no quiero que te corras guarra de mierda. ¿Te está gustando?
Guarra.- Si, amo. Es diferente, pero también es delicioso.
Yo.- Si yo te digo que te va a gustar, así será.
Aceleré las penetraciones y mi placer iba en aumento; las nalgas de la rubia temblaban cada vez que chocaba con ellas. Estaba disfrutando como un camello, este culito era genial. Tanto estaba disfrutando que tuve que parar para no correrme antes que ella. Entonces fue la jovencita la que empezó a moverse.
Guarra.- No pares por favor, métemela toda y más. Me gusta mucho, no pares amo por favor.
Yo.- Pero que puta te estas volviendo: antes no querías y ahora no te la sacarías. Zorra que eres una zorra. (Le di un azote)
Los jadeos de la Guarra iban aumentando y su marido miraba como entraba y salía mi polla de su culito.
Yo.- Cabrón te puedes pajear, mientras miras como te convierto tu anterior mujercita cursi en una putita muy golfa.
Cabrón.- Gracias, amo.
Pilar.- Vaya culito se esta beneficiando el amo. ¿Verdad Ana?
Ana.- Solo de verlo me duele recordando cuando me lo hizo a mi; pero también me corrí como una perra.
Yo.- Venga, que después os pondré a las tres en fila y os iré enculando una tras otra. Pero no esperéis correros. La leche os ira a la cara a los cuatro.
Pilar.- Bien, otra vez me meterás tu polla en el culo. Me estoy acostumbrando. Y me gusta, amo.
La Guarra estaba a punto de correrse. Volvía a hablar en belga y claro, no me enteraba de lo que decía. ¿Pero que importancia tenía? Todas dicen lo mismo. La rubia grito, chillo, jadeo, arqueo su espalda y estuvo a punto de arrancar una pieza del respaldo del sillón y sin embargo a los pocos minutos todo había vuelto a la normalidad. Se dejo caer en el sillón y quedó como dormida . Sacándosela, me fui a sentarme al sofá.
Yo.- Cabrón, tu también te has corrido.
Cabrón.- Si mi amo.
Yo.- Pues lávate las manos y tráeme una cerveza. ¿Vosotras dos queréis algo?
Ana.- Que nos folles, que nos folles y que nos folles.
Yo.- ¿Solo tres veces? (reímos los tres) Hay Anita que mala que eres, mira que hacerme enfadar. Pilar ¿en casa es también así de mala?
Pilar.- En casa, la mala soy yo. Esta es la mimada de "papá".
Yo.- ¿Pues tendrás que ser la mala malísima para superar a Ana?
La rubia empezaba a moverse de nuevo. Me levante y cogiéndola en brazos la lleve al sofá. Poniéndola encima de mis piernas.
Yo.- Ahora hay que darle mimitos, que un hombre malo ha venido y le ha roto el culito. ¿Cómo estás? ¿Te duele?
Guarra.- Me escuece.
Cabrón me trajo la cerveza. Que fresquita y que buena.
Yo.- Bueno son las 9,20 y antes de irnos quiero hacer una última cosa. Aprovechando que tengo aquí 3 culitos preciosos, os voy a poner en fila y os iré enculando una tras otra. De acuerdo (las 3 dijeron que si) Vale, pues voy a por la cámara de fotos que esto lo tendré que inmortalizar.
Las situé arrodilladas encima del sofá y con los culitos en pompa.
Yo.- Cabrón, ves chupándoles el culo a las hermanas que lo tienen muy seco, mójaselo bien con saliva.
Para no estar parado, mientras Cabrón me las preparaba y como la polla había perdido parte de su dureza, se la metí a la rubita que lo tenía recién dilatado. Al notarla dentro jadeó como signo de alegría. Al rato me fui para Pilar, se la metí en el coño que estaba mojadito y le di unas 10 embestidas, la saque viscosa y apuntando al ano, apreté. Entro en un par de envites.
Yo.- Que cálido es este culito Pilar, como me gusta estar aquí adentro.
A los 3 ó 4 minutos la saque y me fui para Ana. Hice lo mismo, se la metí en el coño chorroso y después de unas entradas y salidas apunte al ano clarito de Anita. Entro a la primera.
Yo.- Hay Anita que mala que eres y que buena que estas. Tu culito lo catalogaría como perfecto y sabrosón. Está jugoso y aterciopelado.
Estuve otros 3 ó 4 minutos y se la saque. Me situé tras la Guarra que me recibió con una amplia sonrisa y moviendo el culito. Se la metí directamente de un solo golpe. Se quejo. La deje un momento quieta y fue la rubia la que empezó a mover el culo adelante y atrás.
Yo.- Vaya, vaya, esta golfilla empieza a aprender. Vamos a ver que podemos decir de este culete recién estrenado. Es estrechito, se me acopla a la polla como un guante de seda y me gusta mucho estar aquí adentro.
Le di unos cuantos empujones y me pase a Pilar, después a Ana y otra vez a la Guarra. Di la vuelta varias veces y cuando ya notaba que me venía la leche.
Yo.- Venga, los cuatro de rodillas formando un semicírculo que debe haber leche para todos. Cerrad las bocas.
Me masturbé y conforme me iban saliendo los chorros se los iba tirando a la cara de cada uno. Acabe feliz, vacío y en dolorido. Hacia muchos años que no follaba tanto; quizás desde que empecé con mi compañera actual.
Yo.- Ahora unos a otros comeros la leche que tenga el compañero por la cara. Venga quiero ver muchos lametones, quiero vicio en vuestras caras. Muy bien, muchas gracias me habéis regalado una fantasía que muchos hombres quisieran realizar.
Nos abrazamos todos y nos besamos.
Yo.- Se acabo el tiempo. Todos a ducharse.
Las hermanas quisieron ducharse conmigo, pero aparte de caricias, besos y arrumacos. Nada más interesante ocurrió. Nos vestimos, recogimos nuestras maletas y dieron las 10 de la mañana.
Yo.- Señores quedan liberados de su compromiso conmigo. Me han servido adecuadamente y espero que mis putas y yo les hayamos sido de ayuda. Tengan una tarjeta mía, por si desean comunicarse contigo.
Después de nuevos besos a la joven pareja, salíamos los 3 de su casa, cuando el chico me llama.
Chico.- Perdone, podríamos hablar un rato con usted.
Yo.- Sí, pero bajad con nosotros que ya tengo ganas de que me dé el aire fresco.
Ana.- Yo me tengo que ir ya; no puedo tardar más, amo.
Yo.- Vicente, ahora me llamo Vicente. No hay problema, cada uno tiene su vida con sus compromisos. Ana, ¿nos vemos el sábado que viene?
Ana.- No faltare, Vicente.
Me metió un morreo en plena calle, que seguro hizo girar las cabezas a muchos peatones. Yo no lo vi por que estaba ocupado. Ana se fue.
Yo.- ¿Te quedas Pilar?
Pilar.- No tengo prisa, y ¿sino molesto?
La joven.- Por nosotros no hay problemas.
Yo.- Pues venga, ¿dónde hay una terracita que nos dé el sol mientras tomamos una cerveza?
La pareja nos guió y pronto estuvimos sentados al sol. Pilar se sentó a mi lado y mientras me cogía el brazo apoyo su cabeza en mi hombro.
Yo.- Pilar, ahora no tienes la obligación de atenderme cariñosamente.
Pilar.- Lo sé. Pero me apetece estar así. Vicente.
Le di un beso en la frente.
Yo.- Decidnos ¿qué queréis? Y, por cierto ¿cómo os llamáis?
Isabelle.- Él Marc y yo Isabelle.
Yo.- Encantado de conocer vuestros nombres. Seguid, ¿qué queréis?
Marc.- Lo hemos hablado, entre los dos, mientras nos duchábamos y en primer lugar queríamos daros las gracias a los 3 por ayudarnos a realizar esta fantasía. Y que, nos gustaría tener más sesiones para aprender más.
Yo.- Rubia, levanta la cabeza. Con una cara tan bonita es un crimen esconderla. ¿Estas de acuerdo con lo que dice tu marido?
Isabelle.- Si, de acuerdo. Es que ha sido fenomenal; hasta recordaré con alegría lo que ha pasado a las 9. (sonriendo)
Pilar.- Ahora lo notaras como escocido, con molestias, pero eso se pasa en unas pocas horas. Yo no era virgen por ahí, pero casi; y aquí el señor Vicente, me hizo lo mismo que a ti, ayer cuando vosotros nos estabais observando en el coche. También notaras como que tienes ganas de ir al baño, pero te sentaras y no harás nada.
Yo.- (Dirigiéndome al joven) Tú eres el que peor se lo ha pasado, los chicos no me van y a mis esclavos solo yo puedo darles el orgasmo. Excepto a ti, que permití que mis chicas te dieran placer.
Marc.- Ya me esperaba algo así, si te juntas con una ama, comerás coños, si te juntas con un amo comerás pollas. Ha sido mi primera vez, y no me ha desagradado en exceso. Aunque (mirando a su mujer) lo que a mi me gustan son las mujeres y tú en particular (dándole un beso en los labios)
Isabelle.- (Sorprendida) Hacía meses que no me besaba en la calle y menos rodeados de gente.
Yo.- Si ya decía yo que os tenía que dar una paliza a vosotros dos. A ver tú, gírate hacia tu mujer; mírala a los ojos. Ves lo guapa que es, esos ojos que te miran tan verdes. No hay nadie más en la calle, estáis solos en la ciudad. Acerca tus labios a los suyos, dale un pequeño besito en los labios y quédate ahí, sintiendo su frescura. Saca la lengua y pásasela por los labios; juega con sus labios. Haz presión con la lengua para meterla en su boca; recorre sus blancos dientes. Acaríciale la cara con tu mano. Que vuestras lenguas se toquen, que se acaricien. Jugad con vuestras lenguas, notad que el amor que os tenéis se concentra en vuestras bocas. Que la amas, la quieres. Id dejando que las lenguas relenticen sus movimientos, poco a poco sepárate de ella. Pero tu lengua no quiere salir de esa boca fantástica, tan fresquita, tan caliente y apetitosa. Pero debes salir. Saca la lengua y vuelve a acercarte. Muérdele tiernamente un labio, mírala a los ojos. Disfruta de la visión de tu amada. La quieres y ella te quiere a ti. Abrázala. Separaros.
Pilar.- Hasta a mí se me ha caído la baba.
La pareja me miro sonriente y con los ojos humedecidos. Ella miraba a los lados por si habían sido observados.
Isabelle.- ¿Nos podrías dar lecciones de esto y lo que sigue?
Yo.- No estoy de vacaciones, pero con unas llamadas lo puedo arreglar y no tengo prisa por irme.
Isabelle.- Y tú Pilar, también me gustaría que te quedaras si no tienes nada que hacer.
Pilar.- Tendría que llamar por teléfono a ver si consigo arreglarlo (se levanto y se alejo)
Yo.- tenéis más cava, café y cervezas arriba.
Marc.- No queda cava, ni casi cerveza.
Yo.- Pues id a comprar y nos vemos aquí a las 12. ¿De acuerdo? Airead la casa.
Pilar llego con una gran sonrisa.
Pilar.- Si que me quedo. He arreglado lo del trabajo, aunque me tocara trabajar el domingo. ¿Dónde están estos?
Yo.- Han ido a comprar, nos veremos aquí a las 12. ¿Damos un paseo por la playa?
Nos levantamos y me dio la mano. Llegamos a la orilla del mar casi sin hablar.
Pilar.- Necesito tenerte para mi sola aunque sea una única vez. Sin nadie que participe, sin nadie que te distraiga y que me llenes por todas partes.
Yo.- Debes tener claro que esto es temporal, no debes engancharte a mi. Yo tengo mi vida con mi compañera y nos queremos. A nuestra manera, pero nos queremos.
Pilar.- Eso lo tengo claro y lo respeto, como no podía ser de otra manera.
La bese y ella me metió la lengua a tope. Seguimos paseando, yo le acariciaba el culo mientras andábamos aprovechando que la playa estaba vacía.
Yo.- ¿Qué te parece esta pareja?
Pilar.- A la universidad vienen algunos como ellos, no casados evidentemente, de los países centroeuropeos que se traen una educación muy religiosa y cortante. Y cuando llegan aquí algunos se desmadran y acaban o con las drogas o con historias muy raras.
Yo.- Viéndolos actuar, no sé como tuvieron valor para pedirnos participar en la fantasía. Tienen mucho que aprender. Aparte de mi, ¿quieres enrollarte con alguno de ellos?
Pilar.- No me importaría, están buenos los dos. Aunque con Marc no tengo ni para empezar, yo necesito un hombre que sepa utilizar esto muy bien (cogiéndome la polla a través del pantalón)
Yo.- Pero que puta estás hecha; vamos a ver si ya han llegado, que sino me violaras en mitad de la playa.
Pilar me detuvo y me dio un morreo largo, profundo y apasionado.
Pilar.- Necesitaba gasolina para los próximos 5 minutos.
Le di un azote cariñoso al culo. Cuando llegamos a la terraza ya estaban Marc e Isabelle.
Isabelle.- Ya hemos comprado todo. Hemos pensado que ya que vosotros seréis los profesores, nosotros debemos pagar las comidas y si os gustan los arroces, tenemos la solución. De vez en cuando, encargamos paella o arroz negro a un restaurante del puerto que las hacen muy buenas y te las llevan a casa. ¿Qué os parece?
Yo.- Por mi bien, pero el arroz ¿no lo traerán en fiambreras? O algo así.
Marc.- Lo traen en la paellera. después hay que llevársela y de paso cenamos allí si tenemos hambre.
Yo.- Sin ganas de entrar en polémicas, el recipiente donde se hacen las paellas, también se llama paella y no paellera. ¿Te gusta la idea del arroz Pilar?
Pilar.- Por mi bien, aunque para salir a cenar solo tengo esta ropa y ya está bastante sobadita.
Yo.- Pues es raro, porque has ido casi todo el tiempo desnuda (reímos todos)
Isabelle.- Antes de ir a cenar podemos pasar por una boutique que hay aquí al lado y hay cosas muy monas. Te regalaremos el modelo que quieras ponerte.
Pilar.- Eso es demasiado, no por favor.
Marc.- Nuestros padres nos pasan una renta mensual que no la terminamos ni de casualidad y la ropa la pagan ellos. Tienen bastante dinero.
Yo.- Viendo el piso donde hemos estado, no me extraña que tengan dinero; por su situación y orientación debe valer una fortuna. Pues de acuerdo a todo. ¿Nos vamos para arriba?
Isabelle.- A usted, también nos gustaría hacerle un regalo.
Yo.- Déjalo estar, no me debéis nada. O cuando acabéis de estudiar aquí, me invitáis un par de días a conocer vuestra ciudad; he oído que Brujas es muy bonita.
Marc.- De acuerdo, cuenta con ello.
Nada más entrar en el piso todos se desnudaron.
Yo.- Bueno, pues ya estamos otra vez aquí. Continuamos con las normas que habían anteriormente, ¿entendido? (Asintieron los 3) Aunque ahora, lo principal es que vosotros dos practiquéis y aprendáis.
Me senté en el sillón e hice que Pilar se ubicara encima de mis piernas, pero de lado y abrazándome el cuello. Le sobé una teta y le di un besito.
Yo.- Bueno yo ya me he corrido esta mañana; así que, vamos a hacer un juego para que aprendáis practicando. ¿Preparados para echar el mejor polvo de vuestras vidas?
Marc.- Sí, amo.
Isabelle.- Cuando quiera, puede empezar, amo.