Dominación en Valencia (2)

Después de comer, Ana y yo disfrutamos de una tarde muy caliente entre ataduras, castigos y reconciliaciones.

Capítulo II, la primera tarde con Ana

Yo.- Puedes ir al baño si lo necesitas, pero deja la puerta abierta.

Ana entro en el baño y yo cogí una cuerda de 2 metros que me había traído. Entre al baño y ella se estaba lavando en el bidet.

Yo.- Lávate bien zorrita que esta tarde va a ser muy larga.

Me puse a mear y cuando termine, hice que Ana me la mamara para limpiármela. Después la agarre por el brazo y la situé en el centro de la habitación.

Yo.-. Las manos a la espalda

Le junté y até sus antebrazos horizontalmente; dándole a continuación un morreo profundo, mientras a través de su vestido, pellizcaba sus pezones totalmente endurecidos. Cuando me separe de ella, su boca me seguía para no dar por terminado el beso. Un bofetón la volvió a la realidad. Me la cargue al hombro y la deposite encima de la cama.

Yo.- A cuatro patas perra.

Como estaba maniatada a la espalda, le costo adoptar la postura requerida por mí; cuando lo consiguió, le hice abrir las piernas y le subí el vestido hasta taparle la cabeza. De esa manera quedaban a mi vista sus dos orificios deseados y sus pechos. La deje en esa posición mientras me daba una ducha. La postura de Ana no era cómoda, al no poderse apoyar con los brazos, pero la mantuvo los 30 minutos que me demoré en ducharme, tomarme una copa de brandy en la terraza y en sacarle varias fotografías de tan deseable imagen.

Yo.- Has aguantado la posición y en premio a tu esfuerzo te voy a comer el culo y el coño antes de follarte; si lo hago es porque me gusta comerme conejitos jóvenes y no por darte gusto a ti.

Ana.- Gracias mi amo. Haga con mi cuerpo lo que le plazca.

Le di la vuelta dejándola boca arriba, pero manteniéndola maniatada y con la cabeza tapada por su vestido estampado de lino. Oía su respiración alterada y unos movimientos de su pelvis delataban una excitación en aumento. Me gusta hacer gozar a las mujeres con las que estoy; sus orgasmos los considero un éxito propio y una dominación a la que no se pueden resistir. Y ahora le tocaba a Ana. A la pequeña Anita, que a sus 24 añitos, quería jugar a ser sumisa por primera vez. Su curiosidad la había llevado a tener sexo tanto con chicos como con chicas de su universidad. Por lo que me contó de esas experiencias, fueron satisfactorias a medias; ya que, "si hubieran sido buenas, no estaría buscando nuevas sensaciones" De las próximas horas depende el que Ana se convierta en una sumisa para siempre o que siga buscando su identidad sexual.

Para que mis manos se calentaran empecé acariciando sus piernas; estaban muy suaves y denotaban una depilación reciente. Me demore palpando sus muslos firmes y bien definidos, la zona interna de ellos era muy sensibles a mis manos y volví a oler ese perfume a hembra caliente que tanto me gusta. Elevé sus piernas apoyándoselas en su vientre y mordí con mi boca sin dientes sus glúteos; sé que es una sensación, que a mis compañeras de cama les pone los pelos de punta por la mezcla entre excitación y asco; y más, cuando los mordiscos van a su vulva o pechos. Me entretuve lamiendo su culo, pero sin llegar al anillo estrellado. Le puse una almohada bajo la cadera, para elevar su pelvis y disfrutar más fácilmente de Ana.

Le abrí las piernas más y pase mi lengua por las proximidades de sus labios mayores, ya enrojecidos. Su clítoris, hinchado al máximo, luchaba por abrirse paso hacia el exterior. Mi mano fue subiendo por su cuerpo hasta llegar a su boca.

Yo.- Moja ese dedo, que te lo voy a meter por el culo.

Ana lo ensalivo a conciencia, y cuando se lo retire solo dijo: "Gracias mi amo"

Sonreí al oírla y toqué su ano con el dedo mojado. Su anillo se cerro al notar mi intento de entrar. No me importo y presioné haciendo ceder al esfínter exterior, que aprisionó mi dedo. Oí un profundo suspiro de Ana. Según me había contado Ana, por el ano solo había jugueteado en una de sus relaciones lésbicas; sus novios no habían demostrado excesivo interés por esa parte de su cuerpo. Pero hoy, Ana, sabía que iba a ser diferente.

Jugueteé con su esfínter exterior al mismo tiempo que con la punta del dedo acariciaba el esfínter interior; una leve pero firme presión y el dedo entro hasta la mitad. Acerque mi boca a su vulva y pase la lengua por sus labios mayores. Ana levantó la pelvis para que el contacto fuera más intenso. Con la punta de la lengua abrí su coñito y accedí a los chorrosos labios interiores. Y dio comienzo, la comida de coño y culo de Ana. Para no extender en demasía este texto, diré que durante media hora estuve lamiendo el clítoris de Ana, además de su vagina y ensanchando su ano. Pero la muchachita se quedo dormida por agotamiento y me retire de entre sus piernas, con toda la cara mojada por los flujos de ese juvenil coñito. Le hice varias fotografías de recuerdo.

Después de lavarme la cara y manos hice recuento de los orgasmos que había notado en Ana. Creo que fueron 3 y eso que cuando le iban a llegar paraba para hacerla desear más mis manos y lengua. Me bebí un refresco tranquilamente, iba a empezar mi diversión.

Le di la vuelta a Ana para ver el color de sus manos, si estuvieran blancas o púrpura sería que no llegaba el riego sanguíneo a sus muñecas y no era cuestión de dañarla gravemente. Afortunadamente estaban bien. Le quite el vestido que cubría su cabeza y vi que seguía dormida. Empecé a darle suaves besos en los labios e introducir mi lengua en su boca; Ana me devolvía los lengüetazos y entre sueños empezó a hablar de manera inconexa. Sus pezones se endurecieron, demostrando que su excitación aumentaba. Baje a lamerle los pezones y entonces dijo el nombre de "Andrés" entre susurros. Evidentemente yo no me llamo Andrés.

Ya me jode que yo haga el trabajo y otro se lleve el mérito; así que, me separé de Ana y fui a buscar un regalito para la niña. Me subí a la cama y me puse entre las piernas de ella, le chupe un pezón y le puse una pinza en él. Instantáneamente Ana intento levantarse pero al estar maniatada no pudo y cuando iba a gritar le tape la boca con la mano.

Yo.- Esto te pasa, por llamarme Andrés mientras te acaricio.

En los ojos de Ana note que la ira del primer momento se desvanecía y quedaba solamente el dolor del pezón. Le retiré la mano de la boca y le escupí a la cara.

Yo.- Y ahora zorra de mierda te voy a follar.

Dirigí mi polla hacia su coño y empujé. Entró la mitad. Con ambas manos agarre sus hombros e hice fuerza; entro el resto de mi polla y pude notar su estrechez, calor y la espesa lubricación de su coño. Me quede quieto unos instantes para recrearme con la situación. Ana solo se miraba el pezón con la pinza. Empecé el sacar y meter mi polla con extrema lentitud; eran extraordinarias las sensaciones que me embargaban. En Ana no se le apreciaban signos de excitación, de momento.

Yo.- ¡Qué chochito jovencito me estoy tirando! ¿Te gusta ser follada por un viejo? Pero que reputa que eres.

Ana no contestó; en otro momento se habría ganado un correctivo, pero en estos instantes estaba agradablemente ocupado. Aceleré mis movimientos. Al rato en Ana empezaron a formarse gotitas de sudor y su respiración se acelero. Su vagina ardía y sus fluidos rebosaban hacía su ano. Hice más violentas mis penetraciones, la verdad es que estaba disfrutando mucho de este polvo. Ana empezó a jadear, el placer estaba diluyendo su dignidad y su rabia hacía mi. Estirándole del pelo conseguí que abriera la boca y entonces le escupí dentro de ella.

Yo.- Vaya guarra que estás hecha, ¿te gustan los viejos verdad?

Ana no contesto, solo se centraba en sus movimientos de cintura para intentar que mis penetraciones fueran más profundas. Como no contesto cogí la pinza de su pezón y tire de ella. En ese momento comenzaron las contracciones de su vagina. Me estaba bañando los testículos con la intensa lubricación de su vagina. La cogí del pelo y le metí un morreo en el que la lengua le llegó a lo más profundo. Ella participó del beso al mismo tiempo que finalizaban sus contracciones vaginales. Poco a poco se fue relajando. Cuando su respiración se normalizo le saque mi polla todavía erecta.

Yo.- A cuatro patas putita.

Le costo asimilar mi nueva orden, y cuando intento llevarla acabo la tuve que ayudar, pues la veía destrozada. Cuando por fin se coloco, tuve una imagen deliciosa de un culito firme y muy muy apetitoso. Su ano estaba todavía dilatado y además bañado con sus fluidos vaginales, era una invitación a meterle algo. Apoye mi glande en su ano.

Yo.- Puta guarra, metete mi polla en tu culo; empuja hacia atrás.

Ana cogió aire y poco a poco se fue introduciendo mi pene, soplaba a cada centímetro que se metía. Yo mientras le acariciaba el culo; cuando ya tenía la mitad dentro la cogí de las caderas e hice fuerza, metiéndosela entera. Ana se quejo amargamente.

Yo.- Tranquila gatita, ya has conseguido que alguien te rompa el culo.

Empecé a sacarla y meterla con suavidad, pero mi leche ya tenía ganas de salir y tuve que detenerme un momento. Sus esfínteres me apretaban la polla; aparte la vista de esa muñequita sudorosa o sino me corría sin remedio. Saque fotografías de ese culito con mi polla dentro. Le quite la pinza del pezón. Cuando me tranquilice un poco, proseguí con las penetraciones. Vi que Ana no participaba y eso le quitaba todo el interés; así que, bombeé más rápido y a los pocos minutos me corrí dentro del recto de la joven con una intensidad que me dio un pequeño mareo. Fue una eyaculación grandiosa. Me deje caer encima de Ana.

Creo que nos quedamos los dos dormidos. Cuando desperté, cogí a la muchacha y la lleve a la ducha metiéndome yo también. Como estaba todavía maniatada, la enjabone con mucha delicadeza, limpiándole con detenimiento en cada zona de su cuerpo y la tuve varios minutos aclarándola con el agua calentita. Ana se fue recuperando y cogiendo fuerzas se arrodillo y busco con su boca mi pene, ahora flácido, dándome una mamada muy relajada y recreándose con su lengua en mi glande. Yo aproveche para ducharme y cuando me aclaré la hice levantarse y la seque con una toalla muy suave y agradablemente perfumada. Nos besamos en la boca muy tiernamente, sin decir nada.

Le quité la atadura y masajeé sus brazos y muñecas para reactivar la circulación sanguínea. La llevé a la cama, la tapé y la acosté. Se volvió a dormir.

A las 8 de la tarde la desperté acariciándole la cara y cuello. Abrió los ojos y me miro con una sonrisa; le di un beso en los labios.

Yo.- Arréglate princesa, que nos vamos a cenar.

Cuando salió del cuarto de baño estaba radiante.

Ana.- Amo, estoy lista para lo que usted mande.

Yo.- Así me gusta putita, que seas obediente. Le acaricie la cara.

Ya teníamos pactado en los primeros emails, que durante la cena habría una tregua en la que Ana podría hablar con libertad, exponiendo sin miedo a represalias lo que opinaba sobre lo que llevábamos juntos.

Cuando le pedimos la comanda al camarero y se retiro, di por iniciada la tregua.

Ana.- Cuando me despertaste con la pinza, sino llego a estar atada te doy un puñetazo.

Yo.- Ya te dije porque lo hice. Me llamaste Andrés mientras te acariciaba.

Ana.- Pero estaba dormida, no soy responsable de mis sueños.

Yo.- Tienes razón, pero un castigo lo tenias merecido. Y es más, lo que te molesto fue la sorpresa de la pinza; ya que, después la llevabas puesta y no parecía que te molestara mucho. ¿Sueles tener malos despertares?

Ana.- Sí. Hay veces que me despierto, que no puedo hablar con nadie en media hora.

Yo.- Pues mañana ponte tú el despertador a las 6 de la mañana, para despertarte tú primero. Y a las 6,30 me despiertas mamándome la polla, pero procura que no me corra mientras estoy dormido.

Ana.- Así se hará, amo.

Yo.- ¿Las ataduras que tal?

Ana.- Me ha gustado sentirme atada, aunque en algún momento ha sido molesto. Al final no sentía las manos.

Yo.- Ya vigilaba yo su coloración. Mañana por la mañana tendrás otra sesión de cuerda. ¿Qué más cosas te han gustado?

Ana.- Te comentare cronológicamente. La presentación en el coche, que vergüenza más grande he pasado, no sé como no he arrancado el coche y me he ido cuando te presentaste (se le sonrojo todo la cara mientras hablaba) La llegada a la habitación, me hiciste sentir un trapo, humillada y olvidada mientras deshacías la maleta y yo allí en medio desnuda. Cuando me comiste toda, estando atada fue genial, me he corrido no sé las veces, me dejaste muerta (sonriendo de oreja a oreja) Después ya fue la pinza y la follada, me costo excitarme por que estaba cansadísima pero acabe corriéndome otra vez. Después el anal que lo viví medio en sueños, me hizo daño al principio y después no podía moverme, no tenía fuerzas; y me molesta, porque para ser la primera vez que me meten una polla por el culo, hubiera querido estar bien despierta y comerme tu leche. Y ya, lo que has hecho en la ducha, ha sido súper guapo; me tenias en la gloria. En ese momento, de haber tenido fuerzas, hubiera hecho lo que me hubieras pedido. Cuando quieres ser tierno eres un encanto.

Yo.- (Sonriendo) Me alegro que te lo hayas pasado bien casi todo el tiempo, ¿y lo de la dentadura?

Ana.- Que repelus me dio cuando te vi quitártela la primera vez. Y cuando me besabas era una mezcla entre yo que sé que me ponía la piel de gallina. Pero me gusta ese contacto raro (acercándose a mí) me pone muy caliente y guarra. Debes tener razón, cuando me llamas puta.

Yo.- Entonces ¿nos olvidamos de las pinzas en adelante?

Ana.- Hagamos otro intento. De todas maneras siempre tengo la opción de la palabra mágica.

Yo.- Vas a pagar la cena y en el momento que nos levantemos de la mesa habrá terminado la tregua. ¿Quieres hablar de algo más antes?

Ana.- No, gracias.

Ana pagó la cena tal y como teníamos apalabrado y nos levantamos de la mesa. Me dirigí hacía los jardines del hotel que dan a la playa; hacía una buena noche y quería disfrutar de un paseo junto al mar. Ana me seguía. Ya junto a la orilla de la mar y aprovechando que la playa estaba desierta y bastante oscura.

Yo.- De rodillas y a mamarme la polla zorrita.

Ana no titubeo y me obedeció al instante. Mientras me la chupaba encendí un cigarro y me lo fumé mirando hacia el mar y acariciando el pelo de la putita. Fue otro momento muy agradable. Cuando acabé de fumar.

Yo.- Sécala y guárdala. Levántate.

Cuando la tuve a mi altura le di un morreo relajado recreándome en cada zona de su boca. Los pezones se le marcaban a través de la blusa verde.

Yo.- ¿Qué es esto?

Cogiéndole el pezón entre dos dedos se lo apreté hasta que cambio la cara de Ana; mantuve la presión. Acercándome a su oreja y en tono bajo.

Yo.- ¡Qué puta que eres! ¿Te excitas comiéndote las pollas de los viejos que conoces?

Yo.- Contesta zorra.

Le retorcí el pezón que ya tenía presionado.

Ana.- Sí, me gusta mucho comerles las pollas a los viejos, amo. Me mojo toda y el coño me pica mucho; quiero que me folle, amo.

Yo.- No será que tienes ladillas guarra. Las putas barriobajeras tienen piojos y ladillas en el coño. ¿Tienes esos bichos tú?

Ana.- No amo, no tengo esos bichos; me lavo mucho para estar limpia para mi amo. Me pica por que desearía que me follara por donde quisiera ahora mismo.

Sonreí al oírla.

Yo.- Desabróchate la blusa y saca esas tetas.

Cuando lo hizo le cogí los pezones moviéndolos arriba y abajo. Mi polla estaba para reventar otra vez. Le hice darse la vuelta y desde su espalda volví a agarrar las tetas amasándolas con fruición. Sus pezones habían incrementado su tamaño de forma notable. Ana jadeaba y sus muslos no paraban de frotarse entre ellos. Estaba ante una mujer muy caliente.

Yo.- Bésame.

Ana giro la cabeza y me dio su lengua con la boca abierta. Nos recreamos con el beso.

Yo.- Arréglate la ropa, no quiero que piensen en el hotel que entro con una puta que he encontrado en las callejuelas del puerto. Empecé a andar hacía el hotel, dejando a Ana arreglándose la ropa. Cuando me alcanzo, me detuve y comprobé que su aspecto fuera el correcto.

Yo.- Vamos.

Le di una palmada en su culo.

Yo.- Ahora le tocara a él.

Apretándole una nalga mientras andaba a mi lado.

Cuando llegamos a la habitación, saque del minibar una botella de cava que había llevado yo; es mi marca favorita y no suelo encontrarla en los hoteles. Además, ahorro dinero que no viene mal.

Yo.- Ana ves al baño si lo deseas, desnúdate y prepara tu culo. Tienes 10 minutos.

Abrí la botella de cava y me serví una copa. Me encendí un cigarro y esperé a que Ana saliera. Cuando salió estaba deliciosa, otra vez tímida o avergonzada por su desnudez.

Yo.- Las manos a la nuca.

Me levante con la copa y cuando llegue al lado de Ana le di un beso a uno de sus pezones; lo lamí y mordisqueé con los dientes que todavía tenia. Ana acelero su respiración; cuando dejé de besarle el pezón, pase a morrearle la boca con lengua incluida. A los pocos segundos le apoye en la teta besada la copa de cava helada. De la impresión, Ana abrió la boca y entonces le escupí dentro de ella.

Yo.- Abre las piernas y flexiona la cintura a 90º. Sigue con las manos en la nuca, estúpida.

Fui a quitarme los dientes y hacerme un enjuague bucal. Cuando entré en la habitación, me situé detrás de Ana; viéndole el culo perfecto, que me mostraba. Pase mi mano por su vagina y después por el ano, donde metí un dedo. Entro fácil, debido a la anterior enculada.

Yo.- Ana ¿cómo te llevas con tus padres?

La pille de sorpresa y tardo en contestar. Yo seguía masajeándole el ano.

Ana.- Bien, aunque me quieren controlar demasiado.

Fui a mi maleta y saque un plumero que le enseñe a mi putita. Tenía abundantes plumas muy sedosas y un mango redondo de madera de 2,5 centímetros de diámetro.

Yo.-¿Sabes para que lo he traído, zorrita?

Ana.- No, mi amo.

Le empecé a pasar las plumas por los pechos, por la barriga, por el interior de los muslos y finalmente por la vulva y el ano. Ana tenía como escalofríos por el roce de las plumas sobre su cuerpo; por momentos temblaba de pies a cabeza y emitía unos gemidos muy profundos. Cuando más excitada estaba, le introduje el mango del plumero por el ano.

Yo.- Para esto lo he traído, para que mi perrita mueva el rabito mientras anda. Venga, a cuatro patas y muévete como una perrita buena.

Ana empezó a gatear y el plumero se movía al ritmo de su culo.

Yo.- Gira la cabeza y mírate el rabito perrita. Muévelo a los lados. ¿Te gusta tu rabo?

Ana.- Si amo, me gusta todo lo que usted me hace.

Yo.- Levántate.

Le di un morreo y al mismo tiempo le pellizcaba los erectos pezones.

Yo.- Túmbate en la cama boca arriba, la cabeza en la almohada. Abre bien las piernas y mastúrbate para mí. Pero no te corras hasta que yo te lo diga.

Ana empezó a acariciarse una teta y el vello púbico, mientras me miraba fijamente. Su respiración era lenta y muy profunda; por lo que, sus tetas ascendían y descendían en un movimiento que me resultaba muy sensual. Ana ya se había metido dos dedos en su coño y alternaba esa penetración con frotarse el clítoris de manera muy rápida. Yo empecé a desnudarme sin perder detalle de lo que se hacía Ana. Ya desnudo me acerque a la cama y cogí la otra almohada; se la puse debajo del culo, para elevarlo. Me agaché y le di una lamida al coño de Ana; ella empezó a mover las caderas y su respiración se aceleró.

Yo.- Sigue masturbándote puta cachonda. ¿Tu padre te llama o llamaba de alguna forma cariñosa cuando eras pequeñita?

Ana.- Nenita, amo.

Cogí el plumero y empecé a simular las penetraciones de una polla en su culo. Ana ya se metía tres dedos frenéticamente. Le pellizque un pezón y lo retorcí. Los jadeos de mi putita se hacían más secos y roncos; el orgasmo estaba cerca. Le quité el plumero del culo.

Yo.- Para, no se te ocurra correrte guarra. A cuatro patas cerda.

Me situé detrás de ella y le acaricie la espalda y las tetas colgantes. Masajeé su culo y acerque mi polla a su ano.

Yo.- Ana, mírame, hasta que me corra no vas a poder girar la cabeza para verme. Ahora vista al frente. Y además me llamarás "papá". Le pedirás a tu papá que te rompa el culo, que meta su polla y te reviente las tripas. ¿Has entendido?

Ana.- Sí, papá.

Yo.- Bien nenita ¿dónde quieres que te meta la polla?

Ana.- En el culito papá, méteme tu pollón en mi culito papito.

Apoyé el glande en su ano.

Yo.- Nenita, ves metiéndotela tú; empuja hacía atrás.

La anterior enculada, permitieron que mi polla entrara relativamente fácil. Me hipnotizan los dos hoyitos que las mujeres delgadas tienen encima de las nalgas.

Yo.- Ya la tienes dentro nenita; mi niña ya tiene la polla de su papá en su culito. ¿Te gusta cariñito?

Ana.- Me duele un poco; pero me gusta que mi papaíto me folle el culo.

Yo.- Venga cariño, ves sacándola y metiéndola.

Ana empezó los movimientos que hacia salir casi totalmente mi polla de su culito y después con un soplido se la metía entera. Saque más fotografías.

Ana.- Papaíto como me gusta tu polla; quiero ser tu putita para siempre, que me folles por donde quieras.

Yo.- ¿Te gustaría tener otra polla en la boca mientras te rompo el culito? cariño.

Ana.- Sí papá. Me encantaría tener otra polla en la boca o un coñito también chuparía; haré lo que tú prefieras. Pero fóllame fuerte, rómpeme el culito. Quiero tu leche en la boca, saborearla y tragarla. Papaíto como me gusta, me voy a correr. Que puta que soy.

Ana se corrió, quedándose quieta para disfrutar más ese momento. Hasta ese instante yo no me había movido, había sido Ana la que se folló con mi polla. Yo solo le había estado acariciando su espalda, nalgas y tetas; pellizcándole los pezones. La cogí de la cadera, agarrándole el hueso de la pelvis. Ya bien cogida, empecé unas lentas penetraciones; la polla se movía fácilmente por el interior de su recto. Al rato, Ana empezó a moverse.

Yo.- No Ana, no te muevas; ahora el que va a moverse seré yo, cariñito.

Ana.- Si papá, lo que tú quieras, hazme tu puta.

Aceleré el ritmo de las penetraciones; solo se oía el choque de mi pelvis con el culo de Ana. Aumenté la fuerza de la enculada y el cuerpo de Ana se movía al ritmo de mis empujones. Creo que Ana se corrió otra vez, pero de una manera mucho más dulce y relajada.. Al rato y viendo que no aguantaría más sin correrme saque la polla del culo de Ana y girándola acerque su cara a mi polla.

Yo.- Es toda tuya nenita, sácale la leche a tu padre.

Cuando Ana vio delante de su boca mi rabo, se lanzo a comérselo con desesperación. Lo engullía casi en su totalidad y mientras lo sacaba su lengua no paraba de moverse.

Yo.- Me voy a correr hijita, trágate mi leche.

Me corrí dentro de la boca de Ana, mientras nos mirábamos a los ojos.

Yo.- Límpiala hijita.

Me tumbe en la cama a fumarme un cigarro mientras Ana mamaba muy suavemente mi pene.

Yo.- Cariño, ven a darle un besito a tu padre.

Ana.- Si papito te mereces todos mis cariñitos.

Ana me dio el beso más suave de los últimos años; solo con los labios me lleno la cara de suaves besitos que me gustaron mucho.

Yo.- Vale, se acabo lo de padre e hija, A partir de ahora vuelvo a ser tu amo y señor; ¿De acuerdo?

Ana.- Sí, mi amo y señor.

Yo.- ¿Te ha gustado el sexo con tu supuesto padre?

Ana.- Era una de mis antiguas fantasías. Me he corrido pensando en que mi padre me follaba el culo. Me ha gustado mucho. Gracias amo.

Yo.- Bien, prepara la bañera con agua muy caliente, quiero tomar un baño antes de dormir.

Cuando la bañera estuvo medio llena me metí en ella. Me gusta relajarme antes de dormir.

Yo.- Ana, tráeme una copa de cava y un cigarro encendido.

Cuando me trajo lo que le pedí, le di un azote en el culo como premio.

Yo.- Ana, lávame la cabeza con el champú. Pero de momento, que no me caiga jabón en la cara.

Ana.- Gracias por dejarme lavarle, amo.

Cuando ya terminó de lavarme la cabeza y la aclaró con agua, le pedí que trajera una copa más de cava y la botella.

Yo.- Métete en la bañera encima de mí. Pero dándome la espalda.

En esa posición tenía fácilmente a mi alcance sus tetas y su coñito.

Yo.- ¿Cómo está tu culito perrita?

Ana.- Me escuece amo, pero estoy feliz por que usted descubre mis más retorcidas fantasías.

Ana se acopló encima de mi cuerpo y solo le faltaba ronronear, como la gatita que era. Yo procedí a acariciarle los pechos, de forma suave, mientras pensaba en lo que le haría al día siguiente por la mañana.

Llene las dos copas con el cava y le di una a Ana; brindamos y las bebimos en silencio, cada uno enfrascado en sus pensamiento.

Yo.- ¿En qué piensas putita?

Ana.- En mis anteriores relaciones, amo.

Yo.- ¿Con quién has disfrutado más, con hombres o con mujeres?

Ana.- Son diferentes. A mí me gustan los hombres y he disfrutado con ellos, pero no tienen la paciencia de las mujeres, amo.

Yo.- ¿Algún secreto sexual más? ¿Alguna fantasía?

Ana.- La que ya sabe mi amo de acostarme con mi padre. Y ....

Yo.- ¿Y qué más?

Ana.- Hace un mes mi hermana leyó tus emails y estuvimos fantaseando; nos calentamos y acabamos tocándonos mutuamente y al final nos enrollamos. Estuvimos 5 días sin dirigirnos la palabra avergonzadas. No hemos vuelto a hablar del tema, pero ella es la única que sabe donde estoy ahora y con quien. Estará preocupada.

Yo.- Son las 23,30, llámala y dile que estas bien; tienes 5 minutos.

Ana.- (Girándose hacia mí) ¿De verdad puedo llamarla ahora, amo?

Asentí con la cabeza esbozando una débil sonrisa. Ana salió de la bañera con rapidez a coger su móvil y enchufarlo. La oía hablar bajito aunque no entendía lo que se decían. Me acabe lentamente la copa de cava y me quede pensando en mi pareja y en la farsa que había montado para poder ausentarme dos días de casa. Después de 15 años conviviendo, no tenía ninguna queja hacia ella, pero las fantasías es bueno llevarlas a cabo alguna vez. El agua se estaba enfriando y Ana ya volvía al cuarto de baño con una amplia sonrisa. Me levanté.

Yo.- Vamos a ducharnos. Quiero que me enjabones y limpies tú.

Ana.- Como ordene, amo.

Cuando ya me tuvo lleno de gel y bien frotado, le hice lo mismo a ella; si ya de por si Ana tenía la piel suave, estando enjabonada era una delicia restregarme por ella.

Yo.- Ahora por lo menos tengo a la puta limpia. Enséñame el culo a ver como está.

Su esfínter todavía estaba dilatado y le metí dos dedos para limpiárselo en profundidad. Ana empezó a mover la cadera.

Yo.- Quieta zorra, solo estoy limpiándotelo. Vaya putón me has salido (dándole un azote) Venga abre el agua y quítame el jabón.

Ana me aclaro con abundante agua y cuando estuvo a punto de terminar.

Ana.- Amo, ¿me permite que le chupe un poquito su polla? Por favor, amo; su puta se la lamerá con veneración.

Yo.- Ahora no, en la cama te dejare.

Ana.- Gracias, amo.

Ya secos de la ducha, termine la botella de cava y me acosté en la cama, a ver algo la televisión. Ana estaba de pie, al lado de la cama, esperando a que le diera alguna orden.

Yo.- Ven a la cama perrita, que te tengo que dar las ordenes para mañana.

Ana se acurruco a mi lado y yo le pase el brazo por debajo de su nuca, para que apoyara su cabeza en mi pecho.

Yo.- Pondrás el despertador, que te dije que trajeras, a las seis de la mañana. Cuando suene te levantarás y te pondrás un enema para limpiarte las tripas, como hiciste hoy; terminaras de asearte y me despertaras a las seis y media mientras me chupas la polla; pero ojo con lo que haces, por que si entre sueños me corro y no me entero, te moleré el culo a palos. ¿Entendido?

Ana.- Si, amo.

Yo.- Pon el despertador; ya puedes mamármela.

Ana no perdió tiempo y se situó entre mis piernas a chuparme el pene. A los diez minutos la cogí del pelo y la hice situarse a mi lado. Le di un beso y la giré para que durmiera sobre su lado izquierdo. Pasé mi brazo izquierdo bajo su cuello cogiéndole la teta derecha; mi mano derecha abarcaba su teta izquierda y mi pierna derecha la metí entre las suyas notando el contacto de su vulva contra mi muslo. Le di un pequeño mordisco en la oreja.

Yo.- ¿Todo bien por tu casa?

Ana.- Si, amo. Aunque mi hermana estaba nerviosa por si me pasaba algo malo.

Yo.- ¿La has tranquilizado?

Ana.- Sí, mi amo; le he dicho, que estoy muy bien con usted.

Yo.- Esclava, a dormir. Buenas noches.

Ana.- Buenas noches mi amo; y gracias por dejarme estar a tu servicio.

Yo.- Duérmete perra.

El cuerpo de Ana estaba caliente y su respiración sumamente tranquila; a través de su teta izquierda notaba su corazón latir con fuerza, a unas 60 pulsaciones. Al rato se durmió. Y yo, también.

Continuará