Dominación en Valencia (10)

Continuación del día que pasé a solas con las hermanitas. En la playa obedecen sin tener obligación de hacerlo; y en casa se lo agrdezco.

Capítulo 10, continuación del día con Ana y Pilar.

Ya me había bebido una cerveza bien fría, en el restaurante donde íbamos a comer las dos hermanas (Ana y Pilar) y yo. Quería hablar con Ana sobre el incidente del coche y su falta de respeto hacía mí.

Yo.- Ana, lo de esta mañana en el coche, hay que aclararlo. No te voy a consentir que cuestiones mis actos. Sigues teniendo la palabra mágica, que me haría detener cualquier cosa, que esté haciendo. Pero excepto en ese caso, como vuelvas a faltarme al respeto, me marcharé y no te volveré a llamar. Ya puedes hablar, abiertamente; tenéis las dos mi autorización para que digáis lo que os plazca.

Ana.- Lo siento, amo. Son los celos de verte con otra, aunque sea mi hermana; y que, como dice mi padre, digo las cosas sin pensarlas. Después, suelo arrepentirme.

Pilar.- Amo, lo que dice Ana es cierto, tiene un pronto muy histérico; pero después es tu fiel esclava, como bien sabes. Yo convivo con ella, y cuando no estamos juntos lo pasa muy mal, queriendo llamarte todos los días.

Yo.- Ninguna de esas excusas me vale. Pilar, yo podría entender que cuando te puse la mano en el muslo, Ana hubiera dicho que ella quería que la sobara también. Pero cuando le dije, que se callara, esa es un orden muy clarita. Y contra eso, no admito divagaciones.

Ana.- Perdóneme, amo. No volverá a ocurrir (con la cara roja, se le saltaron las lágrimas)

Yo.- Me dolería no llamarte, por que eres un encanto de mujercita y muy divertida; pero me debéis un respeto especial, que pactamos en los primeros días. Ya os dije que no soy ni vuestro padre ni vuestro profesor. Soy vuestro amo y eso lo debes tener muy claro Ana (la cogí de la mano, para que calmaran las lágrimas)

Ana.- Gracias (se me subió a mis rodillas donde se sentó y escondió su cabeza entre mis brazos) Te quiero (entre lágrimas)

Yo.- Bueno, venga, ves dejando de llorar que todos los beatos de la calle se pajearán esta noche pensando contigo.

La verdad es que no es muy normal, en un restaurante, que un cincuentón tenga sentada en sus rodillas a una belleza de veintipocos años y llorando. Acaricié la cabeza de mi niña. Un camarero se nos acercó, por si podía ayudarnos a calmar a Ana o ver que podía hacer.

Camarero.- ¿Le ocurre algo a la señorita?

Yo.- Nada, gracias; no se preocupe, cosas de chicas y novios. En un momento le pediremos la comida. Gracias.

Camarero.- Es que, la dueña me ha pedido, que le diga: "Qué se comporten adecuadamente"

Yo.- Pues dígale a la dueña. Que la niña está llorando, porque no le quiero meter la polla por el culo ahora; porque, ve: la niña va sin bragas y yo la cremallera subida (levanté la falda de Ana) Ahora bien, si la dueña tiene a bien venir y bajarme la cremallera, sodomizaré a esta joven y callará por fin.

El camarero se fue sin dejar de mirar la entrepierna de Ana.

Yo.- Venga, vámonos a otro sitio.

Pilar.- Espere, si está a gusto aquí, yo lo arreglaré.

Pilar se levanto y fue hacía la barra. Yo seguía acariciando la cabecita de Ana y dándole besitos en su frente, aunque con el espectáculo anterior ya había dejado de llorar. Pilar volvió al rato.

Pilar.- Todo arreglado, amo.

Yo.- ¿Qué les has dicho o hecho?

Pilar.- La dueña estaba igual que Ana esta mañana, estaba celosa. Hace meses se me insinuó y la he amenazado con hacerlo público, es muy religiosa de boquilla. Le robó el restaurante, cuando se separó, a su marido. Yo conozco a la chica con la que hicieron un montaje, para chantajear al pobre hombre, por infidelidad con una menor.

Yo.- Vaya, vaya con mis chicas. Que peligro tenéis. Sino fuera porque este día es vuestro, la humillaría en público por zorra mentirosa. Venga Ana, levántate que se me está poniendo dura la polla y no es ni el momento ni el lugar.

Pilar.- Ya puestos en confesiones, debo comentarle a mi amo, que esta semana he tenido una bronca muy grande con mi padre. El motivo fue usted.

Yo.- ¿Yo? Cuenta.

Ana.- Para que sea imparcial el contarlo, debo ser yo quien lo cuente, por que también estaba presente y me quede de piedra. Fue el lunes pasado, cuando cenamos las dos en casa de nuestros padres, como todos los lunes. Mi padre tuvo una pequeña bronca conmigo por llegar tarde el domingo y algo pasada de copas. No sé el motivo, pero ese día mi padre estaba extrañamente cruel conmigo y cuando ya se medio calmo, Pilar le dijo estas palabras: "Tengo como amo y señor a un hombre de 50 años, que me hace berrear como una puta, cada vez que estoy con él"

Yo.- (Abriendo los ojos como platos) Y eso, ¿porqué? Pilar. Va a ser verdad, cuando decías, que en casa de tus padres, la mala eras tú.

Pilar.- Mi padre estaba atacando a la esclava de mi amo; y solo nuestro amo puede recriminarnos algo. Mi hermana ya no es mi hermana, es mi compañera para satisfacerle a usted, amo.

Yo.- Es un orgullo para mí, que hables así, Pilar. Pero ¿crees que era necesario? Lo dejo a tu criterio personal. Me da pena el pobre hombre.

Ana.- Ha sido un buen padre, eso nadie lo discute. Pero últimamente está muy pesado e insoportable.

Pilar.- En el último año habían demasiados tropezones con mi culo, desapariciones de tangas usadas; yo ya no sabía que pensar, hasta que un día lo pille oliendo mis bragas antes de lavarlas.

Yo.- (Sonreí ligeramente sin decir nada) Haced lo que queráis, pero no ser cruel con el hombre. Yo no sé lo que es tener unos bomboncitos así en casa; y seguro, que os dejabais ver en braguitas y camisetas sin sujetador. Y el hombre se imponía al padre. No quiero decir nada más, es vuestra vida.

Les di un beso cariñoso en los labios a cada una y llamé al camarero para pedirle la comida. Comimos bien, espero que sin regalitos en los platos de la dueña; y salimos con el coche, hacía una playa poco transitada, "La Patacona", a pasear un poco.

La mar estaba preciosa rugiendo levemente; solo habían tres pescadores que no sé que coño harían, pues con las olas que habían era poco menos que imposible tener las líneas tensadas. Quizás por eso, prestaron más atención a los culos de mis chicas que a sus cañas de pescar. Lanzaron algún que otro piropo de mal gusto y sintiéndome generoso con compañeros de antigua afición, levante las faldas de las chicas cuando les rebasamos y nos alejábamos por la orilla del mar. Se oyeron berridos a lo lejos. Me reí y mis chicas me besaron mientras me apretaban el culo, para que los pescadores lo vieran. Estábamos a unos 100 metros de los pescadores. Me pare y me gire a verlos, los tres pescadores debían andar entre 30 y 35 años, relativamente agradables para una mujer.

Yo.- ¿Os apetece ser mis putas por un rato?

Pilar.- Lo somos, amo.

Ana.- Nunca he cobrado dinero por follar, pero para quitarles el ligue a algunas amigas, por entradas de conciertos o paseos en grandes motos si he hecho. Pero con tíos que estaban relativamente buenos y más jóvenes.

Yo.- Lo que os voy a proponer no estáis obligadas a hacerlo; ya que, no estaba pactado en nuestro acuerdo. Simplemente es, para saber, cual de las dos es más puta. La cuestión es ir donde están esos y subastarse para que al vencedor le hagáis una paja, mientras el os puede sobar pero sin meter nada en cualquiera de vuestros agujeritos. Tiempo máximo 10 minutos y solo con la mano se les toca el pito. ¿Alguna se atreve?

Sin decir nada, Ana se fue para donde estaban los pescadores y los reunió. Me miraban y valoraban la chavala que tenían delante. El más mayor se alejo del grupo con Ana; que le bajo la cremallera y empezó a pajearle mientras nos miraba. El hombre le dio un buen repaso tanto al culo, como a la entrepierna. En 5 minutos terminó. Ana vino corriendo hacía nosotros.

Ana.- Amo, su puta solo a podido conseguir 27€ de ese hombre; no traía más.

Yo.- Buen trabajo putita, me has complacido. Venga, vámonos perritas.

Pilar.- Amo, me permite que yo intente superar esa cantidad, por favor.

Yo.- Haz lo que quieras, sabes que no estás obligada.

Pilar salió en dirección a los hombres; ellos la miraban acercarse moviendo ese culo que tan bien utiliza. Los reunió, se sacó una teta y se levanto la falda enseñándoles la mercancía. Los hombres la sobaron y Pilar se alejo unos pocos metros, esperando al que ganara la subasta. Uno se fue con ella y volvimos a ver lo mismo que con Ana. Cuando terminó, vino hacía nosotros sonriendo.

Pilar.- Amo, 42,50€ del calvo. La pena ha sido que el delgaducho me ofrecía 20€ en metálico y 30€ en lotería nacional; se ha quedado muy caliente y jodido el cabrón.

Yo.- Venga, id las dos y que por ese precio, escoja cual de las dos le hará la paja.

Pilar fue la escogida, Ana se vino con el dinero fijado.

Ana.- Lo siento, amo.

Yo.- No te preocupes princesa; esta gente prefiere las mujeres con caderas más anchas y no saben apreciar un culete tan repretado y perfecto como el tuyo (La bese en los labios y sobé su culo)

Ana me sonrió y me puso el culete encima de la polla, mientras veíamos a Pilar pajear al último pescador.

Ana.- Amo, ¿su polla se ha puesto contenta al notar mí culo o por ver a Pilar de pajillera?

Yo.- Y que más da, está contenta y eso debe bastarte; pues ese debe ser tu principal objetivo (le sobé las dos tetas desde su espalda) Eres preciosa, princesa (llenó su pecho con una gran inspiración de satisfacción por el piropo)

Pilar llego, la bese y cogiendo a mis putitas por la cintura seguimos con nuestro paseo. Cuando habíamos recorrido unos 500 metros, repartí el dinero y la lotería entre las dos. Intentaron hablarme, pero las hice callar antes de que empezaran.

Yo.- Esto no es negociable. Ese dinero es vuestro. Si yo cogiera o gastara un solo céntimo de ese dinero, no volvería a venir. Y no quiero que lo volváis a hacer, nunca más. ¿Está claro?

Pilar.- Usted es nuestro amo; usted ordena; nosotras obedecemos.

Ana.- Sí, amo.

Yo.- Mi premio ha sido que me hayáis obedecido. Venga, volvamos al piso; que quiero que os quitéis esa olor a sardina de las manos. Y después follaros como a putas. Igual, hasta os pago un par de euros a cada una. Mejor, a una le daré tres y a la otra uno. ¿Quién ganará?

Las chicas empezaron a hacerme proposiciones indecentes de lo que me harían al llegar al piso; nos reímos mucho y yo estaba en la gloria al ver a dos preciosidades pelearse a ver cual de las dos me dejaba más satisfecho. Esto es el paraíso, no hace falta morir para estar en él.

Llegamos al piso, la ropa volaba por los aires y nos metimos los tres en la ducha; estrechos pero contentos. Primero una buena enjabonada para quitarnos la suciedad; después de aclararnos, otra ración de gel para disfrutar del tacto de mis niñas. Ya limpios y secos, salimos del baño y nos fuimos a la habitación de Pilar que tenía la cama sin deshacer.

Me tumbe en la cama e indique a las jóvenes que me imitaran; en este momento solo me apetecía tenerlas abrazadas, notar su suave y cálida presencia. Acariciar sus espaldas, notar sus besos en mis pezones y pecho. Sus delicadas manos por mi polla y huevos.

Yo.- Esta tarde, me habéis obedecido sin tener obligación de hacerlo; por lo tanto, quiero devolveros mi gratitud. Tenéis mi permiso para solicitarme cualquier cosa que os apetezca. Si me complace, podréis realizarla.

Pilar y Ana se miraron sorprendidas, sonrieron y me miraron a los ojos.

Pilar.- Cualquier cosa, amo.

Yo.- Podéis pedir cualquier cosa; pero no os garantizo que os de permiso para hacerla. No estoy loco.

Pilar.- Cuando usted no está, muchas noches nos hemos pajeado mi hermana y yo pensando en tenerlo atado a usted y follárnoslo. Es una fantasía recurrente que hemos mantenido desde que lo conocimos.

Yo.- Sonreí.

Ana.-No se enfade , amo.

Yo.- Si no me enfado. Y os lo voy a permitir; pero con condiciones. A las 22,15 debo estar en la estación de trenes. Me podréis atar las manos. Deberéis controlar mi excitación; no creo que os guste que a la media hora me corra y después ya no se me levante. Nada de golpes, azotes o dolor. Y creo que no hay nada más; yo también tengo la palabra mágica, si la digo todo parado. Si estáis de acuerdo, ¿cómo me pongo? Las cuerdas están en el salón.

Mis chicas sonrieron maliciosamente.

Pilar.- Gracias, amo. Claro que no le haremos daño; si solo queremos tenerlo atado para sobarlo y follárnoslo; a nuestro aire. Es un encanto de amo, cada vez lo quiero más, amo.

Yo.- Me tendréis que llamar de otra manera, ¿no?

Ana.- Usted es nuestro maravilloso amo, atado o sin atar (me morreó y salió hacía el salón, a buscar las cuerdas)

Las chicas se estaban divirtiendo; hablando entre ellas, como atarme y que hacerme. Yo era feliz, viéndolas a ellas disfrutar. Les indique que tipo de nudo les hacía a ellas para no dejar marcas y no se clavara en las muñecas. Cuando me di cuenta, ya estaba con los brazos en cruz e indefenso ante sus futuros arrebatos. Fueron a por una cámara y hacerme fotos; querían inmortalizar el momento.

Ana tenía toda la cara roja por la excitación; mientras Pilar intentaba organizar la sesión, Ana se tiro a comerme la polla.

Pilar.- Ana, así no. Hay que organizarlo todo. Como hagas que se corra, te doy una hostia.

Ana no respondió y Pilar intento arrebatarle mi rabo de su boca; pero mi princesa parecía un perro de presa. Una bestia, que había probado la sangre y ya le era indispensable para la vida. Pero Pilar era más experta y puso orden en la situación. Se puso de pie junto a la cama, cogió el pelo de Ana y tiro de él. Mi princesa grito, pero se levanto soltando su presa; Pilar la cogió del cuello desde su espalda y apretó.

Pilar.- No voy a permitir que me estropees una tarde con mi amo, atado. O nos organizamos o te encierro en el armario; y sabes, que lo puedo hacer.

Que bien me lo estaba pasando. Mis chicas peleándose por mí. Y mi rabo también estaba contento. Las hermanas parecían que habían llegado a un acuerdo de cómo disfrutarme conjuntamente.

Pilar.- Amo, disculpe este pequeño incidente. No volverá a ocurrir.

Yo sonreí sin decir palabra alguna. Cada una a un lado mío; empezaron a besarme por la cara, cuello y pezones. En ellos se recrearon; mientras una me pajeaba, la otra amasaba mis huevos. Siguieron bajando, mordiéndome por donde pasaban. Ana llego a mi polla que engullo sin delicadeza. Pilar me mordía las ingles y daba algún lametón a mis huevos. Tener dos bocas hambrientas tan cerca de mi polla era inquietantemente maravilloso. Intercambiaron posiciones; Pilar me chupaba la polla mejor: Con su lengua siempre ha sabido volver loco a mi glande. Ana apartó a su hermana y se colocó para hacer un 69.

Pilar.- ¿Y yo qué, miro?

Ana abandonó mi polla y me coloco su coñito en la boca. Empecé a lamerlo; que sabroso y jugoso. Notaba a Pilar mamándome la polla con rapidez. Ana movía sus caderas y me dejaba delante de la boca o su chochete o su ano. Pilar se metió mi polla en su coño; que calentito y acogedor. En estos momentos mis niñas tenían sus tetitas encaradas y seguro que se están morreando y yo aquí abajo sin poder participar.

Bueno, si que participaba. Me estaba comiendo el coñito de una y llenando el chochete de la otra. Es que quisiera estar en todas partes. Ana ya jadeaba con mis lamidas. Se intercambiaron de lugar las hermanitas. Ahora tenía en la boca el carnoso coño de Pilar; y Anita se había metido mi polla en su culo. Que vicio a cogido de tener ocupado su culo mi princesa. Se debió hacer daño, por que se la ha metido muy rápido y ahora la saca. Muy bien Anita, poco a poco es mejor tonta; métetela toda.

Pilar es más mujer, no se anda por las ramas; sabe donde quiere mi lengua y yo la complazco. Aunque el hermoso culo de Pilar me tapa toda la cara, oigo los jadeos de Ana; su ritmo se ha incrementado. La conozco, le falta muy poco y no va a parar. Del chocho de Pilar salen abundantes jugos que bebo con fruición, con deleite. Y oigo un coro celestial de jadeos, risas histéricas y gritos entrecortados. Mis niñas, mis tiernas jovencitas se están corriendo a la vez sobre mí. Hoy es una tarde gloriosa para mí.

Pilar y Ana, abrazadas, caen de lado agotadas por sus respectivos orgasmos. Se besan entre jadeos. Joder, no lo veo bien.

Yo.- ¿Cómo se lo han pasado mis chochetes?

Pilar.- Muy bien, amo.

Ana.- Ahora nos queda ordeñarlo a usted, amo.

Yo.- Y como queréis hacerlo, ordeñadoras putitas.

Pilar.- A dos lenguas y la leche directamente a nuestras bocas.

Ana.- Pero queremos que cuando te corras, lo grites bien fuerte.

Yo.- Fuerte, para que lo oigáis bien vosotras; o fuerte, para que se entere el vecindario.

Ana.- Fuerte para que toda Valencia se entere, que te hemos sacado la leche, las hermanas más putas de Valencia (Sonreí)

Las dos vinieron a besarme en la boca y con sus lenguas degustar el sabor de sus coñitos de mi boca. Que bien besan mis chicas

Pilar.- Mi amo y señor. ¿Preparado para disfrutar?

Yo.- Hacedme lo que vuestras calenturientas mentes os dicten. Zorras de los cojones.

Ana, río maliciosamente al mirarme a los ojos. Pilar me chupaba un pezón mientras, que con la mano, me sobaba los huevos. Ana, como siempre, no perdía el tiempo y ya tenía mi polla en su boca.

Yo.- (Mirando a Pilar) Creo que falta una lengua por allá abajo.

Pilar riño a su hermana por no esperarla. Ya tenía las dos lenguas enrolladas en mi polla y la verdad es que la sensación era grandiosa. O bien, cada joven lamía el lateral de mi polla que tenía delante; o bien, una mamaba la polla y otra lamía los huevos. Después intercambiaban los lugares.

Yo.- La madre que os parió, vaya mamada más buena me estáis dando putitas chupa pollas.

Ana.- Silencio o paramos.

Yo.- Serás golfa (me reí a carcajadas)

Pilar me metió un dedo por el ano, afortunadamente lo había mojado bien. Las hermanas estaban disfrutando viéndome la cara de placer que tenía yo. Aguanté lo que pude y cuando note que si seguían me correría se lo advertí.

Yo.- Si continuáis así, en un minuto me correré.

Ni caso me hicieron, querían su lechita ya. Como dije, al momento empecé a notar que la corrida no se iba a hacer esperar.

Yo.- Me voy a correr malas putas. Abrid vuestras sucias bocas.

Las dos se prepararon y Pilar cogió la polla para dirigirla mejor.

Yo.- (Bien fuerte) Me cooorrrrroooo

El primer golpe de leche lo recibió Ana dentro de su boca; el segundo fue para Pilar. El resto al salir con menos fuerza se quedo resbalando por mi rabo. Pilar me pajeaba delicadamente intentando que saliera hasta la última gota. Las chicas degustaron la leche que les entro en la boca y después se dedicaron a limpiarme la polla con sus lenguas. Después se morrearon.

Yo.- Chicas ha sido genial; sois unas autenticas chupa pollas de primera.

Ana.- Amo, a mi también me ha gustado mucho.

Pilar.- No pararía, amo. ¿Quiere que le traiga pastillitas para que esto no se baje en tres días?

Yo.- Que quieres, desollarla de tanto follar. Seguro que acabaría otra vez en el hospital.

Pilar.- Es cierto, amo. Perdone, no lo recordaba.

Yo.- Tranquila cariño, sé que no me deseas ningún mal.

Ana empezó a desatarme; al verla Pilar, hizo lo mismo con la otra muñeca. Quedé libre y mis niñas se me echaron encima, cada una a un lado. Me llenaron de besos otra vez, tan enfrascados estábamos que no oímos abriese la puerta de la calle. Mis niñas me sobaban todo el cuerpo, me comían los pezones y en ese momento, vi a una mujer sorprendida, en la puerta de la habitación.

Yo.- Hola. ¿Quién eres?

Las dos hermanas giraron las cabezas a ver a quién le hablaba.

La mujer.- Perdón, no sabía ....

La mujer enigmática se retiro rápidamente. Pilar se levanto y salió a buscarla.

Ana.- Es Sandra, la compañera de piso. Dijo que volvería mañana.

Yo.- Tengo sed, vamos a por una cerveza.

Ana.- Es que está Sandra por ahí y vamos desnudos.

Yo.- Que se va a asustar, por ver a un hombre desnudo. De acuerdo, no estoy en mi casa. Tráemela tú, princesa. Por favor.

Pilar.- (Entrando en la habitación sonriendo) Es Sandra, la compañera de piso. Y por lo poco que te ha visto, le has causado buena impresión.

Yo.- Hoy es vuestro día. No pueden haber distracciones; salvo, que vosotras dos lo deseéis. Aunque para poco más de 2 horas que me quedan de estar aquí, no vale la pena.

Pilar.- Solo ha dejado la maleta y ya se ha ido.

Yo.- Mejor cariño; salgamos al salón a que nos dé el aire.

Ana.- Su cerveza, amo.

Yo.- Gracias princesa, eres un encanto. Bueno, valoraciones; ¿Qué os ha parecido atarme?

Pilar.- Me ha gustado, pero me gusta más cuando la atada soy yo. Lo de esta mañana ha sido maravilloso. Sin tocar con las manos, sin ver y sin oír, los otros sentidos se agudizan mucho.

Yo.- Y tú, Ana. ¿Qué tal has pasado la mañana?

Ana.- Al principio mal, por lo del coche. Después como usted me ha perdonado y me ha dejado participar me ha gustado. Lo de los pescadores es un puntazo, me he sentido muy puta. Y esta tarde, con usted atadito, daba mucho morbo.

Yo.- Me alegra que hayáis pasado una buena tarde. Yo también lo he disfrutado mucho zorritas. ¿Qué, nos duchamos?

La ducha fue relajada, nada de sexo, solo caricias, cariñitos y masajes. Todos estábamos saciados.

Nos vestimos y me llevaron a la estación de trenes de Valencia-Nord; les di un gran beso a cada una y me fui a casa.

Continuará.

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