Dominacion en el mar

Dominacion a bordo de un pequeño velero.

Llevaba varios días observándola, aparecía cada tarde a las 8 y subía en su pequeño barco de madera amarrado en el pantalán número 3. Quedaba justo en frente del que ocupaba mi velero. Hacia dos meses que me había trasladado a el con todos mis bártulos. Mi anterior relación había fracasado y aunque por obligación (me había quedado sin casa) podía cumplir uno de mis sueños, vivir a bordo. No se si continuaría pensando lo mismo cuando los rigores del invierno entristecieran los días, pero eran los primeros días del verano y el tiempo una delicia.

Después del trabajo me iba al pequeño puerto, era muy solitario, apenas tres o cuatro personas pasábamos allí la noche. Preparaba un poco de cena y salía a la bañera. Mientras comía en una pequeña mesa veía como anochecía. Desde la distancia veía como la chica del barquito de enfrente hacia lo mismo.

Aquella noche espere que llegara al puerto y me presente.

-Hola, soy tu vecino, llevo días viéndote y he pensado que ya que nos vemos cada día podríamos cenar algún día juntos.

-Mira, estaba pensando lo mismo. Nos vemos cada noche mientras cenamos y ni siquiera sabemos nuestros nombres.

-Je je, es cierto. Me llamo Lucas.

-Yo me llamo Laura. Oye, ¿porque no hoy mismo?

Me pillo completamente por sorpresa, pero le dije que de acuerdo.

-Ven cuando quieras voy a preparar alguna cosa.

-Vale, hasta ahora.

Corrí hacia mi barco. Acababa de invitarla y no tenia nada preparado. Además estaba nervioso, de cerca la vi muchísimo más guapa. Debía tener unos veinticinco años, llevaba el pelo bastante corto y tenia la piel muy bronceada.

Improvise la cena con lo que pude, pero no falto un buen vino, el que guardo para las ocasiones en el banco de babor. Estaba acabando los preparativos cuando oí su voz.

-¿Permiso para subir a bordo?

-Permiso concedido.

Estaba muy guapa. Llevaba unos pantalones piratas y una camiseta de tirantes blanca que resaltaba aun más el bronceado de su piel. Salto al barco, iba descalza. Le di la mano para ayudarla a llegar a la bañera, pasó junto a mí y su perfume me gusto enormemente…quizás vainilla.

Tuvimos una cena muy animada, nos contamos todas nuestras penas y alegrías. Ella también había roto con una relación y al igual que yo buscaba refugio en su barco. Hablamos del mar, de temporales, de regatas, de travesías a lugares lejanos, en fin lo que siempre acaban hablando dos enamorados del mar. Aun no se como se me ocurrió sacar un cabo del cofre de popa.

-que tal andas de nudos. Le pregunte.

-Bien, se hacer el as de guía, el ballestrinque, el ocho

De repente me miro fijamente y me dijo:

-Átame.

Su gesto era serio, no estaba bromeando. Durante unos segundos le aguante la mirada…los latidos de mi corazón retumbaban en la quietud de la noche…Dude, no sabia como reaccionar. Cogí el trozo de cabo y le dije:

-Estas segura, si te ato quedaras indefensa a mi voluntad.

-Átame. Respondió.

Le lleve las manos a la espalda y se las anude. Justo acabar de hacerlo se puso a forcejear y se soltó. Me miro burlona y me dijo:

-¿Todo lo haces así de bien?

Me sentí terriblemente abochornado, esa niñita me estaba humillando…Y esa sensación izo aflorar mis instintos mas primitivos.

Me abalancé sobre ella y en un solo movimiento la empotre contra la banco de la bañera. Me coloque sobre ella y con mi mano le hundí la cara en la colchoneta. El contacto con su cuerpo me excito muchísimo, le volví a llevar las manos a la espalda y de nuevo se las até, pero esta vez no tuve compasión, le di varias vueltas con firmeza y las acabé con un buen nudo. Ella se debatía para zafarse de nuevo, pero esta vez no lo iba a conseguir. La cogí y le di la vuelta dejándola boca para arriba con sus manos en la espalda.

-quieres jugar fuerte ¿no? Esta es tu ultima oportunidad…Quieres que te suelte. Espera no contestes, si me dices que no hasta el alba serás mi puta esclava…tú decides.

Laura me miro con altanería y escupiéndome en la cara me reto:

-Si puedes, dómame.

No lo dude un segundo. Le di una bofetada. Se relajo, es como si su tensión hubiera ido creciendo hasta que al fin consiguió lo que quería.

Cogí otro cabo y le ate los brazos y el pecho, no me lo puso fácil porque se resistía. Cuando la tuve atada la incorpore y la baje al interior del barco. Había anochecido y estaba oscuro. La tire contra el camastro y le ate los pies y estos con sus manos por la espalda. Por fin la tenía echada e inmovilizada. Busque unas velas y las encendí. Me separe de ella y la contemple. Estaba sudada y jadeaba por el esfuerzo que había hecho, su piel levemente iluminada brillaba reflejando la luz.

Estaba tremendamente excitado, no podía dar crédito a lo que estaba pasando, mi linda vecina a mi completa disposición.

-Te prometo que esta noche no la vas a olvidar.

Fui a buscar una cadena ligera que uso para el ancla del chinchorro y le até un externo a su pie con un candado, y el otro extremo del mismo modo a la base del mástil.

-Ya no vas a poder escapar.

Laura que había estado tan parlanchina, y el final insolente no decía nada, pero el brillo de su mirada reflejaba su satisfacción por como se estaba desarrollando todo.

-Ahora quiero ver tu cuerpo, quiero saborearte, eres mi esclava.

Me acerque a ella y con unas tijeras le recorte la camiseta para dejar sus pechos al aire.

-Eres un cabrón, me dijo.

-Sabes lo que cuesta.

Estoy harto de oírte.

Le puse en la boca los trozos de tela de su camiseta y después una tira de cinta americana. Me había propuesto ganar su reto, tenia que domarla y no me lo iba a poner fácil.

-Je je…Ahora puedes decir lo que quieras y le escupí en la cara.

-como puedes darte cuenta cada vez estas en una situación mas comprometida. No llevaba sujetador, le cogí de los pezones y se los retorcí con rudeza. Por su gemido seguro que le dolió.

-Ahora los pantalones. Se los baje hasta los pies y cual fue mi sorpresa al ver que no llevaba bragas.

-Que puta eres, sin bragas, sin sostenes y con el coño depilado. ¡Yo que te creía una vecinita formal!

-Veamos lo cachonda que estas.

Bajé mi mano hasta su sexo que estaba chorreando, evidentemente le gustaba ser sometida. Empecé a masturbarla, solo empezar me entraron tres dedos sin esfuerzo. Casi al instante se corrió estremeciéndose como un animal.

-Eres una puta guarra, te has corrido sin pedirme permiso. Voy a quitarte la cinta de la boca, pero si hablas o gritas te azotare.

La puse de rodillas y se la quite, seguía atada con las manos en la espalda pero después del orgasmo se había calmado mucho. Esperaba inmóvil con la certeza de lo que le iba a reclamar.

Me coloque delante de ella me desabroche y baje el pantalón, sin prisas, quería disfrutar de aquel instante. Mi verga erecta apuntaba a su delicada boca. Le cogí su cabeza dirigiéndola a mi cara.

-Abre la boca.

Ella obedeció, le escupí dentro, para después inundársela con mi lengua. Fue un beso interminable, húmedo, calido.

Mi pene estaba a punto de estallar. Dirigí su boca hacia él.

-Demuéstrame que buena esclava eres.

La chiquilla sabia bien lo que se hacia, empezó usando solo su lengua, lamía mi polla como quien se come un polo a punto de fundirse, sacaba toda su húmeda lengua recorriendo mi polla desde los testículos hasta la punta. Esto no hizo si no que deseara aun mas metérsela toda dentro. Cerró sus labios al rededor de la punta de mi pene y fue milímetro a milímetro metiéndosela hasta el fondo, Hasta tocar con su nariz en mi vientre, después, y es algo que nunca mas he vuelto a recibir de una mujer, empezó a lamerme los huevos sin sacársela de la boca. La calidez y suavidad de su garganta me llevaron rápidamente al orgasmo. Le descargue unos cuantos chorros en su boca, pero deje los últimos para acabar en su cara, esa que había quedado como la de un ángel, dulce, relajada, y hermosamente maquillada con mi leche.

Quiero que me la limpies, con suavidad. Ella obedeció. Estaba dócil y evidentemente era una buena puta.

-Ahora quiero echarme un rato. Te desatare las cuerdas pero no la cadena. Aun falta bastante para el alba y deseo usarte de nuevo antes de liberarte.

Tú puedes coger una manta y echarte en el suelo.

Y así lo hizo. Se acabo de quitar la camiseta y los pantalones, y completamente desnuda se acurruco a los pies del camastro.

La miraba y me recordaba una perra echada a los pies de su amo. Nunca había tenido una relación de este estilo, pero me había gustado, y ella por sus reaccione creo que también se sentía a gusto.

No recuerdo cuanto tiempo paso, pero me desperté y mi perrita continuaba a mis pies.

Le dije que se levantara y me ayudara a recoger. Íbamos a salir al mar.

No dijo nada, aunque esbozo una sonrisa.

En un momento prepare el barco para zarpar. Era un velero de 9 metros, que hacia tiempo que tenia, se manejaba muy fácilmente. Salí a cubierta, arranque el motor. Ella no pudo salir pues la tenia encadenada por un pie. Solté amaras y Salí del resguardo del puerto. La noche era esplendida, el mar en calma y un ligero terral, el justo para izar la velas y poder navegar suavemente sin la ayuda del motor. Fije el rumbo y coloque el piloto automático. Después de observar el horizonte en busca de cualquier barco con el que pudiéramos colisionar baje en busca de mi esclava. Estaba arrodillada en el suelo. Solté la cadena de su pie y se la coloque en el cuello. La solté del otro extremo y tirando de ella la subí a cubierta. Vamos hasta el mástil. La acompañe, ella arrastraba la cadena por la cubierta. La apoye contra el mástil, que estaba ligeramente inclinado por la escora. Estaba frió y húmedo y el contraste con su calida piel la hizo estremecer. Después até sus manos en una driza.

-Querías que te atara. Pues aquí tienes.

Empecé a subir la driza, sus manos y sus brazos se fueron alzando hasta que los tuvo completamente extendidos.

Voy a azotarte, igual que los piratas azotaban a sus esclavas, por castigo o por placer. Yo te azotare para domarte. Puedes gritar tanto como desees, tienes todo el mar, todo el cielo para ti.

Escogí m cinturón, no tenia nada mejor. Empecé y me temblaba la mano… ¿Qué estoy haciendo? Pero estaba excitado, me excitaba el poder sobre mi victima, y empecé a darle uno tras otro, Laura lloraba, suplicaba que parara, pero no consentía llamarme señor.

Le marque los nalgas, las piernas, los costados…Al final grito implorando.

-Señor, señor, mi señor.

-Tu señor ahora te tomara.

Solté la driza y desate sus pies. Ya casi no se veían las luces de la costa.

-Bajemos a la cabina.

Quiero que te pongas a cuatro patas.

Laura obedecía ciegamente. Le acaricie el sexo y estaba de nuevo mojada. ¿Cómo podía estar así después de recibir semejante castigo?

Ahora quiero que empieces a acariciarte, a masturbarte, pero no debes correrte de nuevo sin mi permiso. Yo te follare por detrás, pero antes tengo preparado algo para ti. Te dije que no olvidarías fácilmente esta noche, y quiero dejarte un recuerdo en tu cuerpo.

Te marcare a fuego.

En sus ojos se vislumbro el miedo, pero no dijo nada, quizás ya no era capaz de hacerlo. Estábamos completamente solos en medio del mar y a mi disposición.

Busqué un alambrecito y le di la forma de mi inicial. Una L

Lo puse a calentar en el fuego de una vela.

-No puedes hacerme eso, Lucas…me decía balbuceando.

-Tranquila, la marca no será profunda, te durara como mucho un año, pero durante ese tiempo te acordaras de mi. Te advertí de las condiciones, y tú aceptaste, el sol todavía no ha salido. Eres mi esclava hasta entonces. Puedes obedecer o puedes ser sometida a la fuerza.

Ella bajo la mirada. El hierro estaba al rojo. Lo acerque a su hermoso trasero y presione contra el. Solo un segundo. Grito con todas sus fuerzas, pero no se movió lo mas mínimo. Buena esclava.

Y ahora te follare, abrí sus nalgas y escupí en su culo. Ella empezó a masturbarse de nuevo, tenía su mano empapada en sus jugos y jadeaba como una perra. Apunte mi polla en su culo y entre despacio pero sin detenerme, Empecé a follarla a mi gusto. Enseguida me pidió permiso para correrse

-Espera un poco, quiero acabar contigo…Ahora puta, córrete ya

Los dos explotamos de gusto, instantes después el sol empezó a levantarse sobre el horizonte. No se cuanto tiempo mas estuvimos navegando Cuando me despertó el flamear de las velas al cambiar el viento ya era muy de día.

-Laura, tu esclavitud acababa con el alba pero… (Quizás continuara)