Dominación de un Sirviente (Final)
Las mujeres se acomodaron junto a mí para brindar el máximo placer al hombre, quien ya nos dominaba y usaba a su antojo...
intenté mover mi lengua lo más adentro que pude, ahora procuraba darle el mayor placer junto a las mujeres, visiblemente excitadas frente a su masculinidad. Sus lenguas subían y bajaban desde sus grandes huevos hasta la punta de su miembro, yo podía escuchar el sonido que producían con sus bocas: slurp! slurp!, lo saboreaban como si fuese lo más delicioso que sus bocas hubiesen probado. En ese momento, Klaus me agarró del brazo y me colocó frente a él. Pensaba que de nuevo quería usar mi boca para su placer, pero el plan era otro. Me dio la vuelta y me acomodó en posición de estar en "cuatro patas", yo bajaba mi cabeza y apartaba mis piernas para darle acceso. Mi excitación estaba en su punto más alto al presentir que iba a ser tomado por un hombre, y qué hombre!.
Manuela me ordenó: -"ruégale que te haga suyo"-. En seguida obedecí: -"tómeme de una vez"-, -"use mi cuerpo para su placer"-. Fue así como sentí la entrada de su pene por detrás y las mujeres reían y se burlaban de nuevo: -"el único hombre aquí se llama Klaus"-. A su vez me ayudaban para que el disfrute del hombre fuera completo: -"Muévete hacia adelante y hacia atrás para que te goce mejor"-. Obedecí de inmediato, preocupado en proporcionar la mayor satisfacción a nuestro hombre. Él colocó sus manos a ambos lados de mi cintura y me movía a su antojo, yo me relajé y le permití que me usara como le provocara; las damas estaban de pié en frente de mí y también me daban órdenes: -"mira para lo que sirves ahora"-, -"lame mis pies"-. Así que usé mi lengua para acariciar sus delicados pies. La primera fue Ana, lamía sus dedos y los chupaba con dedicación hasta que fui interrumpido por Manuela: -"es mi turno, trátalos bien sirviente"-. Así me acercó sus pies y los besé de arriba abajo, pasando mi lengua por todas sus partes. -"Quién es el único hombre aquí?"- preguntó Klaus. -"usted"- respondí enseguida. -"estamos para brindarle placer a su hermoso cuerpo"-. Así que le correspondió a Michelle estar delante de mí: -"lame mis pies"-. Mi excitación era máxima al tener contacto con la mujer que tanto amaba, así fuera en esa condición de humillación. Abrí mi boca lo más que pude y empecé a comer sus hermosos pies, ella los empujaba hacia dentro de mi boca. -"Qué sabor tan delicioso verdad?"- intervino Ana, -" pero pronto viene lo mejor"-
En ese momento él se detuvo, me acomodó en otra posición con sus fuertes brazos. Ahora estaba con mi espalda apoyada en el suelo, mirando hacia arriba, él tomó mis piernas y las subió a sus hombros, una a cada lado de su cabeza. Me acerqué más para facilitar su penetración, la cual realizó lentamente. Ahora él se movía hacia delante sujetándome fuerte y en cada movimiento sus músculos se marcaban perfectamente. Me encantaba saber que un hombre estaba obteniendo placer de mi cuerpo, y frente a las mujeres, aumentaba mi humillación y deleite. Ahora éstas se turnaban para sentarse sobre mi cara y así poder lamer sus culos. De nuevo una por una me ordenaba: -"quiero tu lengua bien adentro sirviente"-. Yo trataba de no incomodarles y las acariciaba con mi lengua lo mejor que podía. Así disfruté del hermoso culito de Michelle mientras sentía que el pene de Klaus lo tenía completito adentro. Frente a la resistencia inicial, ahora sin ningún inconveniente me movía y sacudía con gran seguridad. Quise aumentar su excitación y el disfrute de ese momento con mis palabras. -"es un honor que mi culito sea del agrado de un hombre de verdad"- dije.
Pasados unos minutos donde Klaus me manejó a su antojo llegó el momento de terminar la jornada, me ordenó que me arrodillara delante de él y abriera mi boca lo más que pudiese. Mientras estaba en espera de su deliciosa leche, las damas sintieron celos y dijeron:-"nosotras también queremos ese manjar!"- , -"no vamos a perdernos el postre"- declaró Michelle con una pícara sonrisa. Así que también se arrodillaron y esperaban en sus bocas esa delicia que pronto nos bañaría a todos. Fue así como recibimos su abundante leche y no queríamos que cayera al suelo ni una gota, nos relamíamos los labios y disfrutamos de su exquisito sabor. Finalmete nos abalanzamos sobre su gran pene para lamer las últimas gotas de esa delicia. En esa tarde, los últimos sonidos se escuchaban en aquel patio . -"slurp! "- -"slurp!"- -"MMMMMM!"- .