Domin-Arte

De lo cotidiano a lo deliciosamente prohibido...pequeños pasos nos llevan al límite

Domin-Arte

Es curioso como ocurren algunas cosas difíciles de creer en la vida. Los pasitos gotean acercándote a un punto que, de repente, desborda, culmina y no te puedes explicar cómo acaba así.

Estas ideas no paraban de dar vueltas en mi cabeza mientras te esperaba en el café. Una historia con el más común de los comienzos. Amigos de hace tiempo, compartimos algunos planes y grupos de conocidos y nuestra afición por la literatura. Intercambiamos mil referencias, algunas divertidas, otras enriquecedoras. Y aquella primera brasa del incendio que hoy sofocaremos…o en el que arderemos “Yo creo que no hay nada más difícil que la comedia…bueno, el erotismo” Sorpresa mía y respuesta sin pensar “¿Has leído algo así que te haya gustado?” Lluvia de referencias tópicas, comentarios y una cierta tensión de entrar en el terreno que despierta alertas, prudencias, vergüenzas y…y el deseo. El peor de los terrenos del deseo; los ocultos y prohibidos.

Primera gota de esta tormenta que saboreo con café. Y luego, la fina lluvia diaria. Esta obra - pues esta a mí me llamó la atención- ésta otra insoportable, ésta muy recomendable por el aroma de las tapas, ésta por el color de la tinta y…entre líneas, íbamos adivinando los espacios ocultos del uno y del otro.

Y el gran goterón. “Ufff leí esto…y ¡vaya escena!” Tu respuesta lo inundó todo “Bufff yo me puse malísima imaginándome”. Y una vez inundados…dejarnos arrastrar, entrar en detalles, mientras la confianza se extiende y alimenta el deseo.

Y de allí…a hoy. Con la ¿última? barrera pendiente de despejar, después incluso de tantas palabras prohibidas compartidas. Dios, ahí estás. Hora de despejar la incógnita. Sonrojada, preciosa. Por tus ropas podría ser.

Me ves. Intentas sonreír. Qué tensión. Qué momento, qué placer. Te acercas. Dos besos. Formulismos y cordialismos. Bufanda. Llevas bufanda.

-“Eeeh tio, ufff ¿qué tal?”

Dejémonos de formulismos, pienso. ¿Adelante o atrás? ¿Qué es esto? Voy a romper la baraja, pero un camarero lo impide.

-“¿Qué va a tomar la señorita?”

-“Lo mismo que él por favor.”

El me mira a mí, y yo trato de despejar la molestia lo más rápido posible. “Capuchino por favor”. Se va a seguir con su miserable vida y yo ya no puedo más.

-“Quítate la bufanda.”

Tu cara se resquebraja, como si te hubiese caído un rayo. Buena señal. Mantengo la mirada, firme, inquebrantable. Tú bajas tus ojos verdes a la mesa y tus brazos actúan, temerosos. ¡Dios! Ahí está. Has venido con COLLAR. Aceptas el reto, quieres ir más allá. Sonrío y parece que mi sonrisa activa aún más tu sonrojo. Mi equilibrio químico y emocional salta por los aires. Si traes el collar, debajo de la ropa irá todo lo demás. Uuuuf, voy a explotar.

-“Genial, creo que va a ser una experiencia increíble.”

-“Si, yo también tengo muchas ganas. Aunque ¡menudo palo!” - Esbozo de sonrisa, y…el principio de una pequeña llama en la mirada.

-“Ya sabes lo que hay si aceptas ¿no?” - Es tu última oportunidad de escapar. Espero que no la aproveches.

-“Sí. Acepto.”

-“Pues aquí tienes” -Te extiendo la tarjeta de la habitación- “Sube y prepárate según las instrucciones que encontrarás. En 15 minutos me bebo el café que has pedido y subo yo.” Coges la tarjeta, sonríes, te incorporas manteniendo el contacto, alimentado lo imposible del momento. “Borra esa sonrisa, eres mi juguete hasta que salgamos de aquí”. Jarro de agua fría. Te tensas,…¿o no? No; te das cuenta de que empieza el juego y aceptas el papel. Pero mientras terminas de recoger, la sonrisa calienta tu presencia. Te das media vuelta y te señalo el vestíbulo de los ascensores. Después vendrán los 12 minutos y el café más largo de mi vida. Nunca había pensado, imaginado y visualizado tanto. Vivencio un millón de veces la escena que vas a representar en la habitación. No sé si ha pasado el tiempo, pero decido ir yendo. No puedo seguir aquí quieto.

Llego al pasillo. Voy a echar el corazón por la boca. Estoy casi en la puerta. Me paro, miro el reloj, no puedo estropear ahora el momento. Si, si ya debería estar. Llego al umbral, empujo…y cede, conforme a las instrucciones. Entro me doy la vuelta para cerrar rápidamente y...al volverme contengo el aliento.

Porque la escena, realmente quita el aliento. Tu cuerpo natural, pequeño, regalado con unas maravillosas curvas, casi a la vista. Los pechos realzados por el sujetador que los suspende dejandolos descubiertos a la vista. Las tiras que lo unen con el collar que enmarca tu cuerpo y simboliza tu deseo de entrega, de explorar y disfrutar en tus sombras. De rodillas, según lo convenido. Las sandalias de tacón, exactamente las que te dije. Debería haberlas visto en la cafetería, estaba obcecado con la señal. Intuyo el tanga en la postura. Un maquillaje delicioso. Mirando al suelo.

-“Estás deliciosa, buena perrita”. Me arrodillo frente a ti, no levantas la mirada. Realmente DESEABAS meterte en el papel ¿eh? Te cojo la barbilla para que nuestros ojos se enfoquen. Y pruebo el sabor de tus labios. Sublimes… Me incorporo. Suspiro para serenarme y mantener la tranquilidad y el estado que me permita sacar el máximo de estos momentos.

-“Bien. Voy a poseer tu inocencia y tu voluntad. Te voy a convertir en una obra de arte, en emoción, deseo, libertad y humanidad. Te voy a usar y disfrutar. Si te arrepientes, sabes qué palabra puede pararlo todo. Si no, sabes que el silencio significa avance” Callas. Miras al suelo.

Dios cómo me cuesta mantener las pulsaciones por debajo de 200...Las luces están atenuadas. Me acerco al mostrador. Enciendo la música. Los Nocturnos son perfectos para enmarcar el dormir de tu  inocencia esta noche. Mientras la música nos envuelve, me pongo detrás de ti, abro mi mochila y saco la venda de satén. Me acerco por tu espalda y te desconecto del mundo. “Hoy no vas a necesitar la vista. Entrégate a mí, escucha y siente hacia dentro de ti”. Listo. Ahora la mordaza. Con una anilla para asegurarme el acceso a tu boca. Te la doy a morder. Lo entiendes sin problema y con unos pequeños ajustes…¡ya está!

“Tampoco necesitarás las manos” Las esposo a tu espalda.

Coloco un sofá frente a ti y me siento a disfrutar la escena. Me va a estallar la zona genital. Recuerdo las miles escenas cotidianas que hemos compartido y no paro de preguntarme ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

-“Mantente arrodillada, pero abre las rodillas para que pueda ver tu sexo”

Obedeces al instante. Qué delicia. Qué esfuerzo no poseerte ya mismo sin más preámbulos. Pero el hechizo requiere el ritual. Me acerco y sin mediar palabra, te arranco el tanga.

Te sobresaltas, pero adoras el papel y recuperas rápido la disposición. Qué hermosura, justo como habíamos hablado. Te palpo y ¡dios! Ya estás chorreando…

-“Te voy a convertir en mi obra de arte, relájate” Saco las pinturas y empiezo a trazar señales, flujos, energía en torno a tus pechos. Tiemblas con el tacto de los pinceles. Respiras profundo cuando recorro la zona genital.

Me separo, cojo mi móvil y fotografío una estampa que justifica una vida entera. Qué maravilla…

-“Tu espíritu ya es libre, ahora tu cuerpo mi perrita”.

-“Porggg favobbbr” –Susurras temblando en deseo como malamente puedes a través de la mordaza.  Vuelvo a la mochila, extraigo el lubricante y desde detrás de ti te ordeno: “En cuclillas” Te ayudo sosteniéndote con una mano las nalgas mientras con la otra empiezo  a lubricar tu ano. Te sobresaltas, pero es admirable la serenidad que pareces mostrar.

-“Mantente tú sola perrita ¿te gusta?” Asientes y tiemblas un poco por el esfuerzo de mantener la postura. “Tranquila que ahora te ayudo”. Voy a por el plug anal. Te sostengo un poco más, te levanto un poco y lo posiciono. Te voy dirigiendo. “Así, …espera. Así, muy bien. Descansa ahora” Liberas algo de tensión y te sostienes en cuclillas gracias al plug, cuyo contacto te sobresalta.

Un jadeo indica tu sorpresa y el inicio de tu, espero, leve resistencia. El tiempo, la gravedad y la resistencia de tus músculos harán el resto. Espero.

-“Voy a por una copa”. Me dirijo al mueble bar, selecciono una de las pequeñas botellas, subo un pelín más la música y me siento a seguir disfrutando, memorizando y sintiendo la escena. Tus jadeos se aceleran, supongo que algo de miedo sentirás ahora.

“Ay, ay…” Te quejas “¡Calla! Relájate y no te resistas” Te espeto. Callas, pero tus temblores delatan que la gravedad y el lubricante están empujando al plug a través de tu ano. Si era verdad que no lo habías explorado, hoy vas a enloquecer de nuevas sensaciones.

-“Toma prueba un poco” Te sostengo la barbilla y vierto un poco de copa a través de la anilla de la mordaza. Tragas como puedes, algo rebosa. La escena es sublime. Te abandono de nuevo a tu lucha, presenciándola en primera fila sentado en el sillón.

-“Maravilloso este Chopin. Sumérgete en la música y no luches pequeña”. Tiemblas, jadeas ligeramente, disfruto el ritmo, te disfruto evolucionar, cambiar. Dios que sexys sus tobillos temblando en esas sandalias…hasta que un “flop” se traduce en  un grito sordo tuyo. El plug ha vencido la resistencia y quedas ensartada con el culo tocando el suelo y las piernas abiertas.

“Ni se te ocurra moverte” Te ordeno firme. Jadeas, intentas no jadear. Tiemblas…pero poco a poco te vas entregando. Acomodas una pierna extendiéndola, lo que te introduce aún más. Pero ya estás entregada. Es como haber visto salir una mariposa de su capullo. Delicioso. Un poco de sudor colorea tu frente…Me incorporo y te susurro:

“Estás sublime sodomizada pequeña perrita, buena chica” Y acaricio tu moderno corte de pelo. Qué suave,…uuuuuum. Creo que sonríes pese a la mordaza. “Toma otro pequeño trago más” Entre los dos ha caído bien rápido la copa. Preparo otra mientras dejo que tu ano termine de aceptar el extraño. “Bebe” Necesito un poquito más de tu  relax para llevarte al límite. Uuuuum esta me sabe mejor que la primera.

“Ven” Te ayudo a ir hacia adelante, arrodillándote. Me aseguro que el plug está bien insertado. No se caerá en esta postura. Perfecto. De nuevo de rodillas. Me pongo delante de ti y ¡por fín! Libero mi cremallera. Tengo mi sexo a unos centímetros de tu nariz. Has oído y olido. Sabes lo que hay. Esperas, perfecta en tu papel. Con la mano izquierda alzo tu barbilla  y con la derecha dirijo mi miembro a la entrada de tu mordaza. La dejo ahí posada y aceleras tus jadeos. Disfruto la humedad que siento en la entrada, el frio de la anilla, tu  respiración acelerada.Te sujeto desde la nuca, e introduzco mi miembro. Lo acomodas como puedes. El jadeo se hace intenso, salivas por las comisuras de la mordaza. Y yo subo al cielo. “Dame placer” Te lleva unos segundos, pero consigues aceptar la situación, pasas a respirar por la nariz y empiezas a masajearme con la lengua. Uuuuuuuuuuufff, demasiado. Si te dejo hacer, no duro tres minutos.

Me retiro jadeando yo también y te acaricio de nuevo el pelo. “Bueeeeeeeeena chica”. Voy a por las pinzas para los pezones. Tanteo a ojo un buen ajuste y, súbitamente, las suelto ambas sobre tus cumbres. “Ay” No puedes evitarlo. Pero ¡espera! ¡Sonríes entre la mordaza! Jajaja ¡quién me lo iba a decir de la modosita! Maravillooooooooooso…

“Vamos pues” Te coloco la cadena al collar. Tiro de ella y lo entiendes. Te incorporas. Te arranco el plug de un tirón y disfruto el jadeo que  sabía que vendría. Vamos andando hacia la cama. Disfruto la percusión tropezada de tus tacones sobre la moqueta. “Aquí, súbete. En cuclillas de nuevo” Como puedes te acomodos en la postura, en la cama. Me deshago de mis pantalones y camisa. Me pongo frente a ti. “Separa las piernas” Consigo deslizar mis piernas bajo el hueco entre tus pies. Estás en cuclillas frente a mí, conmigo debajo, entre el puente que hacen tus piernas. “Relájate y entrégate” Desde esta posición vuelvo a lubricarte y coloco mi miembro en donde antes entró el plástico. Te sostengo con una mano y te deposito sobre la punta. Esperando que el lubricante sea más rápido que antes y confiando en la suficiente rigidez de mi miembro. La escena me desgarra la vista. La música se acelera y tu jadeas y…Mis manos sobre tus hombros ayudan a la gravedad. Tu ano cede y tú gritas “aaaaaaaagh” Sordo, controlado, pero libre al final. Te revuelves buscando comodidad, pero no hay más salida que la rendición. Te mantengo firme en la postura y tu respirar se va calmando poco a poco. Tres respiraciones fuertes te terminan de serenar.

“¿Te gusta estar sodomizada?” Pregunto y asientes. Suelto mis manos de tus hombros y te quito la venda. Tus ojos se acostumbran a la escena. Me ves, me sonríes. Parece que en este momento estén conviviendo nuestros “yo”s cotidianos. Te cojo de las nalgas y te ayudo a subir y bajar a lo largo de mi miembro

“Uuffffffff” Jadeo de placer. Joder, realmente si te dejo hacer, se acaba la diversión. “Para, para, para…”

Te elevo un poco y mi miembro abandona tu ano con un “plof” por el lubricante. Sonreímos. Dos segundos de nuevo de mirada cotidiana. Volvamos al hechizo.

Me levanto y tiro de la correa. Te incorporas como puedes y me sigues con tu “toc, toc” hasta el espejo del tocador. Te pongo de frente a él y vuelvo a entrever esa sonrisa a través de la mordaza. Estás disfrutando tu paseo por tu lado oscuro. Tiro levemente de la cadena que une las pinzas de los pezones, y tuerces un poco el gesto. Te inclino sobre la mesa. Separo tus piernas y pongo mi miembro a la entrada de tu sexo. Te mueves intranquila…disfruto el tacto ahí. Tus nalgas dilatadas. Tu ofrecimiento radical.

“¿Quieres verdad?” Y te veo asentir en el espejo. Cojo la cadenita de los pezones y, al mismo tiempo, te regalo un tirón y una penetración profunda. “¡Jeeeeeeesus! ¡Estás encharcada!” Te he debido llegar a alguna entraña….jajajaja, dios mio. ¡Nunca había entrado así deslizando de esta forma en ninguna mujer!

Mueves tu sexo buscando roce. “¡Quieta!” Te paralizo con un azote seco. Suelto la cadena de los pezones, que coloco para que se quede enganchada en la argolla de la mordaza.

Agarrándote de la cintura me inclino y te susurro de nuevo “Córrete rápido si quieres aprovechar, porque yo ya no puedo más” Te agarro y comienzo la posesión más animal que recuerdo  en mi vida. Noto mis pulsaciones aceleradas en la sien. Tú abandonas toda precaución

“Ah!, Ah! Aaaaaah!” Esposada y reclinada sobre el tocador te mueves frenética y encajas mis embestidas con un jadeo. Uno más largo me sugiere que quizás hayas terminado…pero yo ya... no estoy aquí. Hasta que……..UUUUUUUUUUUUUUUUUFFFFFFFFFffffff…

Mi cuerpo entero tiembla. Tú jadeas.

Nos miramos en nuestros reflejos del espejo. Ahora cotidianos y prohibidos. Fundidos.

Termina el CD. Nuestras respiraciones se calman. Me retiro lentamente de tu sexo. Te libero de las esposas. Te frotas las manos mientras te libero de la mordaza. Me miras. Sonrío. Sonríes. “Uf” Te tiendo los brazos y nos fundimos en un abrazo infinito.

Lo saboreamos.

Me aparto te cojo de la cadena y te llevo hacia la cama. Nos diluimos en la noche, abrazados. Mañana amaneceré junto a esta deliciosa y pervertida mariposa.