Domando a Eva

En este relato os narro como fueron mis inicios con mi sumisa desde la primera sesión

Hacia unas cuantas semanas que había comenzado a charlar sobre el tema BDSM con la que acabaría siendo mi sumisa. Y finalmente llego el día en el que tendríamos nuestro primer encuentro, un acercamiento para comprobar si realmente ambos queríamos entrar mas de lleno en este mundo. Siempre tuve una naturaleza dominante, pero por unas causas u otras nunca encontré una sumisa que me completara como amo.

El día anterior le había dado a mi sumisa (en adelante Eva) unas indicaciones, normas básicas y cosas que quería que preparase para cuando llegara al lugar de encuentro.

A la hora acordada aparque el coche al lado de la casa en la que se llevaría a cabo la sesión, baje del coche y cogí del maletero la fusta de hípica de cuero marrón a la que tanto cariño tenía y la guardé disimuladamente bajo el abrigo. Este era un pequeño detalle que me había reservado para mi. Mientras llegaba al portal no pude evitar pensar en lo que me encontraría al subir al piso y, debido a ello, una erección se empezó a formar abultando ligeramente el pantalón ya que ese día, no llevaría ropa interior. Esto tampoco lo sabia Eva, pues la duda de si llevaría o no ropa interior la iría preparando internamente.

Llame al timbre, dos veces seguidas, dos toques cortos. A los pocos segundos la puerta se abrió y pase al rellano.

Esperé un par de minutos abajo mientras Eva ocupaba su posición ya que tenia ordenes de todo cuanto tenia que hacer. Comencé a subir los escalones. Era un segundo y cuando llegue la puerta estaba entreabierta. Pase, cerré la puerta con llave y esperé unos segundos mas a que mis ojos se acostumbraran a la penumbra.

Comencé a recorrer el pasillo y mis pasos sonaban en toda la casa advirtiendo a Eva de que estaba llegando.

A medio camino observe la bolsa de material que le había ordenado preparar. Una serie de juguetes y objetos variados, como pinzas para pezones, cuerda y algunas cosas mas. No sabia que cosas utilizaría pues me dejaría llevar a lo largo de la sesión así que saque mi fusta y la coloque al lado de la bolsa.

La bolsa estaba al lado de la puerta donde estaría esperando Eva pero en vez de entrar directamente a la sala decidí ponerme cómodo y de paso, aumentar el deseo de mi sumisa. Ella tiene un pequeño defecto y es que es bastante impaciente, por lo que decidí que seria el primer hábito que cambiaría en ella. Iba a aprender paciencia por las buenas o las malas.

Continué por el pasillo para llegar a la sala donde dejaría mis cosas: el abrigo, las llaves, gafas de sol, cartera y móvil. Era una orden expresa, no quería escuchar ni una sola interrupción por alguna llamada o whatsapp así que yo deje mi móvil allí y a Eva le ordené que apagara el suyo o en su defecto que lo silenciara.

Una vez acomodado me dirigí a la sala y esta vez si me tome unos segundos en el marco de la puerta para admirarla. Allí estaba de cara a la pared y por supuesto ella ya sabia que estaba observándola pues movió inquieta las piernas aunque sin atreverse a girarse. Estaba subida a una cama de rodillas con las piernas ligeramente abiertas y las manos sobre las rodillas en posición de sumisión.

Eche un vistazo alrededor para comprobar que todo estaba como le había indicado. La sala estaba casi a oscuras, solo se filtraba un poco de luz entre la persiana debido a que eran las 6 de la tarde.

Sin decirle aun nada me dirigí a bajar completamente la persiana y cuando estaba todo a oscuras encendí la lampara de pared. Tenia la luz regulable así que la deje muy tenue. La estancia de repente parecía que estuviera viéndose desde detrás de una cortina muy fina.

Le había dado unas indicaciones de vestuario que había cumplido a la perfección: un sujetador blanco con unas braguitas a juego, medias también blancas y ojos y uñas pintados.

Puse una mano sobre su hombro y creo que no lo espero pues tuvo un pequeño estremecimiento. Mi otra mano se coloco delicadamente en su cuello y dirigiendo su boca a la mía la salude con un beso en el que mi lengua busco el fondo de su boca.

Hola, preciosa- fue mi escueto saludo al cual ella no tenia permitido responder. Solo hablaría cuando se lo ordenara expresamente.

Tras colocarle el collar de entrenamiento volví al pasilllo para recoger la bolsa de material, pero la fusta quedo allí, invisible para sus ojos, por el momento.

Fui sacando artículos uno a uno y ordenándolos en la mesilla que había al lado de la cama.

Cuando terminé y realicé un repaso sobre los objetos me di cuenta de que había olvidado meter unas esposas y un huevo vibrador. Tendría que comenzar la sesión castigándola.

Coloque una silla que había frente a la cama y la ordene que se girara para tenerla delante. Despacio me quite los zapatos y cuando me dirigí a ella le ordene antes que separa más las piernas.

¿Tienes idea de lo que voy a hacer contigo?- mi primera pregunta fue en un tono serio, grave, casi susurrando las palabras.

No señor- ella miraba hacia abajo mientras movía inquieta las piernas.

Voy a usarte de múltiples maneras- comencé a explicarle mientras subí uno de mis pies para colocarlo justo en su sexo, notando su calor y su, sorprendente humedad para entonces.

Ella no dijo nada, solo asintió y dio un pequeño gemido al notar mis dedos acariciando su coño a través de las braguitas.

Pero antes voy a tener que castigarte con unos azotes- proseguí sin hacer caso a su respiración agitada- has olvidado dos objetos. ¿Sabes cuales?

No, señor- respondió con un esfuerzo por no gemir mas alto.

Fíjate en la mesilla- le ordene- si me dices que falta solo te daré cinco azotes.

Estuvo dudando un rato, pero finalmente vi que no sabia que faltaba.

Ponte a cuatro patas- ordené más firmemente.

Una vez colocada pase un dedo por encima de la tela que cubría sus labios comprobando que realmente estaba húmeda y despacio acaricie una nalga. Sin previo aviso solté un azote no muy fuerte pero sonó en la sala como un chasquido seco. Ella apenas se movió por lo que a los pocos segundos repetí el proceso con su otra nalga. Así continué altenando los azotes hasta llegar a cinco. En ese momento volví a preguntarle.

¿Sabes que has olvidado?- su culo comenzaba a estar de un tono rojizo, pero aquello solo había comenzado.

No, señor- respondió esta vez mas agitada su respiración.

Las esposas y el huevo vibrador- respondí con la misma seriedad que había mantenido hasta entonces- y aquí tienes un recordatorio para que no vuelvas a olvidarlas.

Continué dándole otros cinco azotes aumentando la intensidad en cada nalga. Cuando acabe la agarre de pelo para subir su cabeza y le hable directamente al oído.

¿Vas a volver a olvidar cosas?- le pregunte sintiendo sus jadeos.

No señor- respondió como pudo. Su culo ahora estaba completamente rojo.

De rodillas- le pedí nuevamente mientras tomaba un antifaz negro de la mesilla.

Una vez estuvo de rodillas frente a mi, le coloque el antifaz para que no pudiera ver nada y me situé tras ella para desabrochar el sujetador.

En cuanto libere sus pechos de la tela que los contenía cayeron frente a mi con los pezones duros, esperando para ser lamidos.

Realmente Eva tenia unas tetas grandes y hermosas, por lo que les dedique unas pequeñas caricias mientras ella suspiraba de placer.

Sin decir nada volví al pasillo a recoger la fusta y se la coloque en la boca.

¿Sabes que es esto?- le pregunte mientras pasaba el cuero por sus labios

No- respondió sin añadir nada más

¿No que?-Un fustazo se estrelló contra una de sus tetas

No señor- contesto esta vez

Fui pasando la fusta por su cuerpo acariciando sus pechos, su culo, aun rojizo, su cara, con suavidad hasta pasarla por la entrada de su coño.

Estuve acariciándola con la fusta y azotándola ligeramente durante unos diez minutos. Una vez me canse la ordene tumbarse boca arriba en la cama.

Cuando estuvo lista le quite las bragas despacio comprobando que un pequeño hilo de fluido salia de su interior pegado a la tela. No pude evitar relamerme cuando lo vi.

Amarre sus manos al cabecero de la cama y separe sus piernas atando cada una a un extremo teniéndola completamente abierta y expuesta frente a mi. Era una visión perfecta.

Me acerqué un poco mas a su vientre deleitándome con aquel calor que salia directamente de su interior. Baje un poco mi cara y puse mis labios sobre su monte de Venus, besándola delicadamente, sintiendo su aroma y escuchando el pequeño gemido que soltó Eva.

Sonriendo para mi y sin que ella pudiera verlo di un lametazo directamente sobre su clitoris sobresaliente e hinchado.

Ante tan imprevista acción ella se estremeció gimiendo mas alto, a lo que la advertí que si volvía a hacer eso le pondría una mordaza.

Despacio separé sus labios con los dedos para observar su coño rosado, palpitante y caliente, deseando ser saciado con un dedo, una polla o cualquier cosa que entrara en el.

Poco a poco fui lamiendo todo aquel manjar, saboreándolo mientras ella se estremecía en silencio hasta que no puedo más y gimíó.

Te lo advertí- le dije mientras me incorporaba buscando la mordaza.

Aprovechando la situación le quite la venda de los ojos y me coloque frente a ella mientras me quitaba la camisa. Ella movió las manos bajo los brazaletes que la sostenían con impotencia por no poder tocarme.

Volví a lamerla unos minutos mas. Cuando acabe me separe de ella, le coloqué de nuevo el antifaz y fui a la mesilla para encender una vela de aceite de masaje. Espere unos minutos hasta que se derritió parte de la cera y la vertí sobre uno de sus pechos, con sus pezones totalmente duros.

Sabes que tienes prohibido correrte- le dije calmado mientras masajeaba aquel enorme pecho.

Ella respondió como pudo entre el éxtasis del placer y la mordaza.

Una vez acabe con el pecho derecho repetí el proceso con el izquierdo, siempre observando como se agitaba bajo mis manos, refrenando el impulso por correrse.

Cuando acabe con la vela libere sus manos y piernas y le quite la mordaza.

Ahora vas a ponerte a cuatro patas y no vas a moverte- le indique mientras le ponía unas pinzas en los pezones que tenían unos pequeños cascabeles.

Aun resbalaban un poco por el aceite, pero las apreté lo suficiente como para que no se cayeran.

Si el cascabel suena te daré un azote, ¿entendido?- le expliqué mientras me situaba detrás de ella.

Si señor- respondió, aunque el primer tintineo del cascabel se lo perdone debido a que me había apoyado contra ella para que notara mi erección.

Nuevamente me agache para estar frente a su coño. Sus labios estaban realmente hinchados deseando estallar en un potente orgasmo y los acaricie.

Al primer estremecimiento de Eva los cascabeles sonaron con lo que un sonoro azote cruzo su nalga derecha. Espere un momento a que se calmara y volví a acariciarla. Estuve así un rato mas alternando los azotes cada vez que sonaba el cascabel.

Fui a la mesilla y cogí unas bolas chinas de silicona. Mi sorpresa fue bastante grande cuando las metí en su coño solamente con su propia lubricación. Estaba chorreando y literalmente al borde del orgasmo. Decidí que por ese día había sido suficiente así que le di permiso para correrse, cosa que hizo nada mas saque las bolas de ella de un tirón. Se corrió bastante y con grandes gemidos, tras lo cual le quite las pinzas, el antifaz y la ordene que se pusiera de rodillas en el suelo. Era hora de su premio.

Desabroché mi pantalón y cuando cayó al suelo casi se abalanza sobre mi polla completamente erecta y dura, por lo que tuve que frenarla. Despacio se la fui introduciendo en la boca hasta que no pudo tragar mas y comencé a follarle la boca. La descarga no tardó en llegar llenándole la boca con esa leche que ansiaba desde el primer beso.

Cuando la trago toda, me dio las gracias y tras ponerla de pie, le di un lujurioso beso que ponía el final a aquella primera sesión.

Próximamente la sesión número dos.