Domando a Clara 2

Segunda parte de la doma de Clara, una modelo y economista, con gustos algo extraños.

Esta es la parte número dos del relato de cómo logré domar a Clara, una modelo y economista de 28 años, a la que conocí haciendo negocios.

El relato contiene dominación, y algo de “Amor filial”

Sigo narrando la historia

Viernes por la mañana, en mi casa de Villaviciosa de Odón

El viernes por la mañana, en torno a las 7 de la mañana, y tras pasar toda la noche de empalmada, sin dormir, hablando y disfrutando con Clara, a la par que viendo cómo se metía rayas de cocaína y se fumaba cigarrillos, uno tras otro, Clara, finalmente, se vistió, pidió una VTC con su móvil, para volver a su casa, en La Moraleja, y me dijo que me esperaba en su casa, sobre las 11 de la mañana, para enseñarme algo importante que tenía en su casa, y para que dedicáramos el día a empezar a ver el tema del proyecto de negocios para su padre.

Yo me despedí de Clara con un beso en la boca, la acompañé hasta la puerta del jardín, que ya da salida a la calle de la urbanización donde vivía en ese momento, y, al ver que llegaba la VTC que recogió a Clara, me volví a mi casa, y me fui a la ducha.

Tenía ganas de hacerme una paja, a pesar de que la noche había sido bastante buena a nivel sexual, así que aproveché la ducha, para seguir alegrándome un poco.

Después de la ducha, me preparé algo de desayuno, me vestí de traje, pero sin corbata, porque la idea era pasar por mi despacho unos minutos, y, después, ir, de nuevo a la casa de Clara, para pasar el día con ella, y ver cómo se desarrollaba la jornada.

Fui primero a mi oficina, avisé a mis compañeros de que iba a estar ausente, ese día, y, quizás, todo el finde, pues Clara me pidió, que no hiciera planes para el fin de semana, porque, quizás, podría sorprenderme con algo.

Al salir de resolver los asuntos en la oficina, me puse en marcha ya para ir a casa de Clara, tardé unos 30 minutos en llegar, aunque no tenía prisa, sí que es cierto que tenía muchas ganas de ver a Clara.

Viernes 11:00 En casa de Clara

Llegué a la casa de Clara, en esta ocasión, ya no necesité el GPS del móvil, aparqué en el mismo sitio que el día anterior, avisé a Clara, por

Whatsapp

, de que ya estaba fuera, y, sin necesidad de llamar al timbre, se abrió la puerta y pasé al interior de la parcela.

Clara me dijo, por

Whatsapp

, que estaba en el salón, al lado del comedor donde habíamos comido ella, su padre, y yo, el día anterior, así que me dirigí hacia allí.

Al llegar al salón, estaba Clara, cierto, pero, no estaba sola, pues una amiga, llamada Beatriz, estaba con ella, estaban hablando y riéndose, cuando yo llegué.

Beatriz es una mujer, también de 28 años, pues es una de las amigas del colegio de Clara, y siempre han estado juntas, desde parvulario.

Su cuerpo es natural, pero también cuidado, mide en torno a 170 cm, tetas de tamaño normal, y es bastante guapa, para qué negarlo; es periodista.

Lo que más me llamó la atención de Beatriz es que estaba perfectamente vestida, debido, según me contó, a su gusto por la moda.

Con Beatriz, apenas hubo tiempo para hablar mucho, pues, después de hacer las presentaciones de rigor, y charlar apenas 10 minutos, Beatriz dijo que se tenía que ir a trabajar, así que se despidió de nosotros, pero dijo que volvería por la tarde, o, quizás, a cenar.

Una vez que ya Clara y yo nos quedamos solos, le di un beso en la boca, y me dijo que había dos cosas que me quería enseñar.

Clara me tomó de la mano, y subimos, en ascensor, a su habitación.

En la habitación de Clara

Su habitación, era enorme, aparte de la zona de dormir, con una cama de 2*2 metros, y una tv de 75”, entre otras cosas, tiene baño incorporado, con un jacuzzi, pero, sin duda, lo que más me llamó la atención, era su vestidor.

No exagero si digo que mide en torno a 100m2, y está lleno con toda la ropa de Clara.

Me dijo que, antes de que probáramos la cama, quería enseñarme su ropa, para que viera su estilo, por si quería que yo cambiara algo.

Estuve un rato mirando, y, aunque había algunas prendas de cuero, no encontré ningún abrigo largo ni tampoco ningún visón.

Le dije a Clara que, quizás, deberíamos ir de compras, a alguna peletería, para comprar esas dos prendas, a lo que Clara me dijo que no habría problema, que, por la tarde, podríamos ir.

De hecho, me propuso que Beatriz, se adobara, así, con su ayuda, las compras serían más sencillas. Yo acepté, porque se veía que Beatriz entendía del tema.

Una vez que vimos su vestidor, Clara me dijo que había pasado la mañana muy caliente, pensando en mí, y que tenía ganas de que me la follase ahí mismo...

Así que yo, ya preparado para la situación, y, también, con muchas ganas, acepté sin pensar, a pesar de que, quizás, el padre, o alguna asistenta, nos podría pillar en plena faena...

A eso se une, que no sabía si Clara tenía alguna cámara oculta en su habitación, que pudiera grabar el polvo que íbamos a echar, o, incluso, retransmitirlo en vivo...

A pesar de todo, fuimos al lío, y empezamos a follar.

Antes de empezar a follar, Clara sacó de la mesilla de noche, más cocaína, y se metió dos rayas, para entonarse, según me dijo.

Desnudar a Clara fue muy sencillo, pues sólo le tuve que quitar un pequeño bikini negro que llevaba, que le tapaba lo justo, y que dejaba ver su cuerpazo, del que, por cierto, no os he comentado, tiene unos abdominales muy marcados, y eso, me pone muy cachondo.

Primero comenzamos por la zona anal, pues Clara me dijo que, el día anterior, había disfrutado más, por esa zona, y quería que le siguiera destrozando su culo, que hiciera que sufriera y que le doliera, quería algo realmente salvaje.

Le metí mi polla, por su culo, y así estuve, metiendo y sacando, hasta que se corrió, en su habitación no hay relojes, de hecho, en la mayor parte de su casa, no los hay, y eso es algo que me pone algo nervioso, pues me encanta saber, en todo momento, la hora que es; digo esto porque no puedo saber

cuánto

tiempo tardó Clara en correrse.

Después de correrse Clara, me tocó mi turno, en esta ocasión, fue dentro de su culo, pues así me lo había pedido Clara.

Al acabar la parte anal, Clara me dijo que quería, antes de pasar a follarme su coño, limpiarme bien la polla, y hacerme una felación, pero sin dejar que yo me aseara antes, es decir, con mi polla, recién sacada de su culo, que Clara se la empezara a meter en la boca y a chupar y a lamerla.

Así que le hice caso a Clara, y, empezó a chuparme la polla, con todos los restos y el sabor de su propio culo...

Minutos después, me volví a correr, pero Clara me dijo que lo hiciera en su boca, para poderse tragar mi semen, y, así, probarlo.

Después de la mamada, sin perder tiempo, pues Clara seguía muy caliente, llegó el momento de follarme su coño, que estaba ya chorreando.

Justo estaba empezando a meter mi polla en su coño, cuando sonó un timbre, que está en la puerta de cada una de las habitaciones, y hay que pulsarlo cuando la puerta está cerrada, para que, la persona que está dentro, pueda abrir la puerta.

Además, hay una cámara que permite ver a la persona que llama, para ver si se le abre o no, en función de quien sea. La imagen de esa persona, se ve en un monitor que está en cada habitación.

En el monitor apareció la imagen de una mujer vestida de asistenta, pero, era otra diferente a la que, el día anterior, nos había servido, a Clara y a mí, las bebidas y algo de picar en el jardín.

Clara le dijo, sin ningún pudor, que pasara, que entrara en la habitación, le pidió que se sentara en un sofá de cuero que hay en la habitación, y que, esperase ahí, que había un espectáculo del que iba a ser espectadora VIP.

Después, Clara me pidió que siguiera con el plan, que me la follase, sin que me importara que hubiera público.

Yo, estaba un poco dudoso, pero, decidí seguir adelante, y, de hecho, fue una buena decisión, pues estaba aún más cachondo, al ver que alguien nos estaba mirando, y no fue nada mal el polvo con Clara.

En esta ocasión, me corrí en su cara, pues Clara quería que la asistenta le viera con todo mi semen, como si fuera una puta.

Pero, lo mejor, vino, al acabar de correrme, pues, Clara, fue a donde estaba sentada la asistenta, y, con malos modos, le pidió que nos limpiara, a los dos, los restos de semen.

Fue algo así como: “

Límpianos

, zorra”

La asistenta no se lo pensó, y fue directa hacia mi polla, y me empezó a hacer una limpieza de sable, y, al acabar, fue a ver a Clara, que, se había sentado en el sofá, y se estaba masturbando, mientras veía a la asistenta, hacerme la limpieza de sable.

La asistenta, limpió también a Clara, y, después, se fue, porque dijo que venía a hacer la habitación, pero, si estábamos ahí, no iba a poder hacerlo adecuadamente.

Antes de que la asistenta se fuera, Clara le pidió que llevara dos cervezas al salón, donde antes me había visto con Beatriz, y algo de picar, para unos 15 minutos después.

Clara se encendió un cigarrillo, y me dijo que quería también enseñarme, otra cosa, que creía que me iba a gustar mucho, pero, antes, quería reponer fuerzas, de ahí lo de bajar al salón a tomar una cerveza.

En el salón de la casa de Clara.

Clara se volvió a poner su bikini y también se puso unas botas, que eran de infarto, tras pasar, brevemente por el baño, para hacer un pis, y bajamos, en el ascensor, de nuevo, hasta el salón.

Nos sentamos en uno de los sofás de cuero, y, la asistenta, que era la misma de la habitación de Clara, aunque, en esta ocasión, venía muy sonriente, supongo

que,

por lo vivido minutos atrás, nos trajo dos cervezas y unas aceitunas negras.

Me tomé la cerveza, aún un poco turbado por lo que había pasado en la habitación de Clara, y, de nuevo, Clara me pidió que la acompañara, en esta ocasión, al sótano.

Aunque, antes de bajar, Clara se quitó el bikini que llevaba, dejando sólo las botas, y, después, me empezó a desnudar a mí también, pues, lo que me iba a enseñar, según me dijo, precisaba cierta ropa, que estaba abajo, en el sótano.

Fuimos de nuevo, en el ascensor, pero, para bajar al sótano.

Llegamos al sótano, pero, en el breve trayecto del ascensor, y debido a la excitación que llevaba, agarré a Clara del brazo, y le planté un beso en la boca, de los que hacen época.

Creo que eso Clara no se lo esperaba...

En el sótano de la casa de Clara. La sala

Salimos del ascensor, y caminamos un poco, hasta llegar a una puerta, que tenía un código para pasar, que Clara tuvo que teclear para que se abriera la puerta.

Esa puerta, tenía, a su vez, otra puerta, con otro código, que también Clara tuvo que meter, para que se pudiera acceder, a lo que vi a continuación, y paso a describir.

Se trataba de una sala de juegos BDSM, enorme, en torno a 600m2, es decir, el 10% de la casa, era la sala de juegos.

Clara encendió la luz, y, lo que vi, me impactó.

Había todo tipo de artilugios para practicar BDSM, desde una jaula, para meter a la esclava, pasando por látigos, ataduras, una cruz de San Andrés, un

wc

, para mear o cagar a la esclava...

También había un vestidor, que ocupaba unos 50m2, con ropa de látex, para poder usar mientras se jugaba en la sala.

Clara sacó dos

catsuits

de látex, uno pequeño, para ella, y, el otro, algo más grande, para mí.

Me empezó a untar el cuerpo con un líquido que hay que ponerse, antes de la ropa de látex, para que se pueda poner bien, y, después, me puso el

catsuit

grande, que me quedaba muy bien.

Clara me dijo, que, cuando se vestía de látex, usaba varias capas, antes del

catsuit

, y me pidió que le ayudara, que ella me iría indicando lo que iba en cada capa.

Primero sacó un pantalón corto, que, dentro, tenía dos vibradores, uno para su coño, y, el otro, para su culo, así que se los fui metiendo en cada agujero.

Después, lo que seguía, eran unos electrodos, que tuve que colocarle en cada una de sus tetas.

Finalmente, llegó el momento del

catsuit

de látex, que cubría todo su cuerpo, incluidas las tetas.

Una vez que ya estaba todo, me dijo que, por hoy, ya valía así, que, otro día, probaría las máscaras para la cabeza, pero, cómo me quería enseñar la sala, era mejor que ambos pudiéramos ver bien.

Clara me estuvo enseñando, cada uno de los rincones de la sala, algo que le llevó un buen rato.

En esas estábamos, cuando se oyó que la puerta de la sala se abría, y, sí, era Pedro, el padre de Clara, que había bajado a buscarnos, para comer, y, claro está, nos pilló a los dos, envueltos en látex.

Yo pensaba que podría ser el fin, en plan “Te has follado a mi hija, lárgate, desgraciado”, pero, al contrario, lo que me dijo Pedro fue, que me iba a ayudar a dar placer a Clara, y me explicó cómo funcionaba el mando que conectaba a los electrodos y a los vibradores que Clara llevaba puestos, debajo del

catsuit

de látex.

Antes de enseñarme, Pedro sacó una mordaza de bola y me dijo que se la pusiera a Clara en la boca, pues, cuando jugaba, Clara podría gritar demasiado, y le molestaba oír sus gritos de placer.

Yo cumplí con lo que Pedro me había pedido, y le puse a Clara la mordaza, que era negra, en su boca.

Clara puso cara de placer, pues, justamente, es lo que buscaba, empezar a ser abusada.

Primero Pedro empezó a tocar los mandos, e inició el vibrador anal de Clara, que, enseguida, empezó a gritar, por el placer que estaba recibiendo, pasado un minuto, en el que Pedro me indicó cómo mover los tres mandos, para ajustar la intensidad, yo lo puse al máximo, el de su culo, y, al medio, el de las descargas en las tetas, y el de su coño.

Estuvimos un buen rato, jugando con los mandos, y probando distintas intensidades en los 2 agujeros y en las tetas, hasta que Pedro dijo que ya tenía hambre, y que quería ir ya a comer.

Antes de acabar esa primera sesión, le quité la mordaza a Clara, que se había quedado con ganas de jugar un rato más.

Por indicación de Pedro, no nos pusimos ropa de calle, y subimos los 3, en el ascensor, al comedor, donde ya habíamos comido el día anterior.

La comida con Clara y Pedro

Durante la comida, Pedro me explicó que no me preocupara, porque, él ya sabía de los gustos y deseos sexuales, de sumisión de Clara, pues ya le había contado lo que me dijo Clara a mí, la noche anterior, tomando una copa (Ver capítulo 1), acerca de querer encontrar a alguien que la domara, y que, Pedro, daba “Moco verde” (Me lo dijo así, textualmente) a que domara y dañara a su hija, y la modificara a mi gusto.

También me estuvo explicando que la sala la usaba sobre todo él, ya fuera con la madre de Clara, como con algunas de las sumisas que tenía; y me dijo que la sala estaba a mi disposición, para que la usara con la mujer que quisiera y cuando quisiera.

Yo me quedé muy sorprendido, a la vez que aliviado, pues, ya digo, pensaba que me la iba a cargar, pero, por suerte, no fue así.

Al acabar de comer, Pedro se fue, porque tenía asuntos que atender, Clara se metió una raya de cocaína más y, me dijo, que le apetecía echarse un rato de siesta, pues casi llevaba dos días sin dormir, entre unas cosas y otras.

De nuevo, en la habitación de Clara.

Así que, de nuevo, fuimos a su habitación, y, una vez allí, me pidió algo que me excitó mucho.

Me dijo que, para dormir, y más si era de día, usaba un vendaje en los ojos, para poder conciliar mejor el sueño, y me pidió que le ayudara a ponérselo.

Sacó lo necesario para el vendaje, que era, por un lado, dos parches para tapar los ojos, y, por el otro, una venda negra.

Yo le puse, siguiendo sus indicaciones, un parche en cada ojo, y, después, la venda negra por encima, intentando que no pudiera ver nada.

Antes de que se quedara dormida, aproveché que se había desnudado, para meterle un dedo por el coño, que empezaba a humedecerse, para ver su reacción, que fue un grito de placer.

Clara se quedó dormida, y yo, me quedé pensando, en todo lo que me estaba pasando.

Un rato, después, mi móvil sonó, con un

Whatsapp

de un número que no conocía, pero que, rápidamente, se identificó...

La identidad de la persona que me escribió, y lo que pasó en esa tarde de compras, lo veremos en el siguiente capítulo de esta historia.

El autor acepta comentarios, emails, y conversaciones por Skype, sobre este y otros relatos (Que se pueden ver, en mi perfil de la web)