Doma y venta de esclavas (3)

Continuan las desdichas y humillación de esta esclava, y estan a punto de producirse novedades en la subasta de esclavas.

Cuando salen de la sala entran por un pasillo y después descienden por unas empinadas escaleras por las que casi cae la esclava. No es fácil caminar con las manos atadas a la espalda, con altos tacones y tirando del cuello de forma tan brusca.

Están ahora en una sala oscura iluminada apenas por una pequeña y mortecina bombilla que el hombre ha encendido al enterar. No hay ventanas, no hay cuadros, no hay muebles. Solo una reducida jaula de 2 x 2 en la que el amo intenta hacer entrar a la esclava. Esta se arrodilla y pega su boja a los zapatos de el suplicante.

-Amo por favor. Os lo suplico. Haré cualquier cosa, pero por favor no me metáis ahí de esta forma. Necesito desahogarme. Estoy muy caliente, deje que alguien me folle de verdad.

El hombre la mira sonriendo.

-Ya sé que estas caliente. Y el efecto de lo que has tomado te durara todavía varios días. Pero tendrás que aprender a controlarte. Tu dormirás, comerás, mearás y te correrás cuando yo te lo ordene ¿Esta claro?

-Si amo

-¿Cuántas veces te has corrido en la sala

-cuatro

-¿Y que es lo que yo acabo de decirte, puta? ¿Te di yo acaso permiso para que te corrieras?

-No amo

-Eso lo corregiremos.

De un brusco tirón introduce a la esclava en la jaula y ata la cadena al techo de la misma, dejando a la mujer de puntillas.

Cuando sale cierra la perta de la jaula con una llave que guarda en su bolsillo mientras le habla.

-Ya te diré cuando puedes dormir, mear y comer.

Se da la vuelta y abandona la habitación, cerrando la puerta también con llave.

La esclava gira con dificultad la cabeza para ver su nuevo hogar. No hay nada que ver. Es simplemente un sótano sin ventanas y con una luz mortecina para alumbrarlo.

Por lo menos ha tenido la deferencia de no apagarla, aunque los segundos pasan y su estado de ánimo decae por momentos. Es consciente de que no le va resultar fácil mantener muchas horas esa postura. Además tiene unas ganas tremendas de orinar. No le importaría hacérselo encima, pero también sabe que ese le acarrearía nuevos castigos. Y lo peor de todo, no sabe que le han dado, pero esta tan caliente, tiene tantas ganas de follar, de que la acaricien por todas partes, de acariciarse ella. Pero es imposible, tiene las manos atadas a la espalda, colgada del techo de la jaula............quizás si se moviera un poco...........si la cadena se mueve por los barrotes del techo hacia uno de los lados. Por fin consigue llegar y cuando esta aquí, saca todo o que puede su cuerpo y restriega el coño con uno de los barrotes. Es tal su estado de excitación que comprende rápidamente que no tardara en venirle un orgasmo. Pero lo tiene prohibido. Para unos segundos y cierra los ojos intentando coger fuerza. Es inútil, al instante siguiente sus restregones son cada vez más frenéticos, hasta que consigue un nuevo orgasmo.

Esta operación la repetirá tres veces más a lo largo de la noche.

El último orgasmo lo consigue dándose la vuelta y restregando el barrote por la raja de su culo. Han pasado ya muchas horas y cuando se corre no puede aguantar y también se mea encima. Sabe que pagara las consecuencias.

Ha pasado el tiempo. Quizás 2 horas, o 2 días, ya no tiene noción del tiempo.

La puerta del sótano se abre y el amo entra con gesto sonriente.

-Veo que eres muy obediente.-Esta mirando el charco de la orina-supongo que tampoco te has corrido

-No amo

-Además de puta y desobediente, eres embustera.

Entra en la jaula y desenganchando la cadena del techo, tira de ella sacando a la esclava de la jaula.

_¿Ves lo que hay en aquella esquina?

La esclava mira hacia donde le ha indicado su amo y comprende su drama. Una cámara de video la ha estado gravando todo el tiempo.

Tirando de la cadena el amo conduce a su esclava a una pequeña puerta que estaba oculta en una pared y cuando la traspasan otro sótano les aguarda.

Este sin embargo está iluminado con potentes focos y su mobiliario es varios armarios cerrados, un poste en el centro y una mesa en una de las esquinas, hacia la cual se dirigen. Cuando llegan el hombre se sienta en la única silla que hay.

-Tengo hambre. Sírveme el desayuno. En ese armario encontraras comida.

La mujer se dirige al armario y sirve al hombre un tazón de leche y unos bollos que encuentra en una bandeja.

Cuando ha terminado de servirle los bollos y en un movimiento casi instintivo, se arrodilla al lado de la mesa y agacha la cabeza mirando al suelo. Esto lo aprendió bien en la instrucción que les dieron.

El la mira de reojo y tranquilamente va mojando los bollos en la leche. No tiene prisa y cuando a terminado se enciende un cigarrillo apurando pausadamente el humo.

-¿Tienes hambre puta?

-Si amo

Con gesto calculadamente tranquilo, coge el cuenco en el que se ha tomado la leche y vierte en el un poco más, y lo pone en el suelo a su lado. Ahora coge un bollo y lo tira al lado del cuenco. Ella levanta ligeramente las cejas y lo mira de forma suplicante, pero sin moverse de su sitio.

-Come.

Sin dudarlo se acerca de rodillas y agacha la cabeza donde ha caído el bollo y con ansia y dificultad va comiéndolo. Se acerca también a la leche y apura hasta la última gota sin levantar la cara.

-Supongo que también querrás mear, guarra.

-Si amo

Vuelve la vista y mira hacia una esquina donde hay un cubo en el suelo. Ella comprende perfectamente, y tras un atisbo de duda se levanta y se dirige hacia la esquina.

Cuando llega está a punto de sentarse en el cubo, pero en el último momento se da la vuelta y mira suplicante.

-Mea. Pero no te sientes.

Se sitúa con las piernas arqueadas encima del recipiente, y descarga sonoramente su dolorida vejiga.

Cuando termina se levanta y permanece de pie al lado del cubo.

El se acerca despacio mientras habla.

-Creo que estoy siendo demasiado blando contigo. De hecho no creo que merezcas nada de lo que estoy haciendo por ti esta mañana.

Te dije antes que no tolero ni la desobediencia ni la mentira. Y tu has incumplido las dos normas. Por supuesto tendré que castigarte.

Dicho y hecho. Cogiendo la cadena que le cuelga del cuello la ata a los tobillos, y las manos a su vez las ata de una cadena que desengancha del techo. Tira de esta de forma que la esclava queda con el cuerpo encorvado y las puntas de los pies apenas rozan el suelo. Se dirige entonces al armario y saca una fina fusta. El chasquido en el aire hace que la esclava cierre los ojos con pánico. Sabe que el siguiente restallido será en su cuerpo. Primero fue la espalda, después el culo, luego las piernas. Los primeros golpes chillo levemente, pero consciente de que no servía de nada, simplemente se limita al final a encorvar el cuerpo de la mejor manera posible para encajar los latigazos.

El hombre empieza a sudar y deja de golpearla, dando un paso hacia atrás para contemplar su obra.

-Creo que por esta mañana lo dejaremos. Además la semana que viene tienes otra actuación, y no queremos que ese culito se estropee demasiado.

Da una sonora palmada en el trasero y cuando va a darle la segunda, se frena y le acaricia la entrepierna suavemente.

-Lo que no te va a estropear el culito será esto.

De forma casi repentina se baja los pantalones e introduce al instante su tieso pene en el culo de la esclava. Sus movimientos son tan violentos que ella no cae porque la cadena que sujetas sus manos del techo lo impiden.

Cuando por fin consigue mantenerse en equilibrio, acompaña sus movimientos a los de el.

-Amo

-Sigue moviéndote, puta. Y no hables

-Amo...........necesito correrme.

-Ya lo se. Pero eso te costaría otros cincuenta latigazos. No tienes permiso.

En ese memento saca su pene del culo de la esclava y derrama su semen en el suelo entre estridentes gemidos.

Ella sigue moviendo su culo aunque el se retira y la mira moviendo la cabeza.

-No tienes remedio. Eres más puta a cada minuto que pasa.

Desengancha la cadena del techo y le habla tajante.

-Quiero el suelo limpio.

Casi deseaba esta orden, porque se tira al suelo y lame con fruición, casi con apetito, todo el semen derramado.

El se sienta y la mira.

-Ya está bien. Nunca pensé que fueras tan guarra.

Cogiendo la cadena que le cuelga del cuello tira de ella en dirección al otro sótano, donde la encierra de nuevo en la jaula.

Mientras tanto en la subasta se están produciendo novedades..........

Tanto tiempo para pensar y solo unos segundos de lucidez.

¿Qué es la libertad? Tan añorada, y sin embargo tan temida.

Quien la ha conocido la puede llegar a temer como se teme a una noche sin estrellas.