Dojo II

Sigue la serie de relatos cortos y cerdos... ¿debería haber tercera parte? P

DOJO II

Han pasado dos meses desde que sensei Hugo me aceptara como su pupilo en el dojo. Me ha puesto una gran cantidad de condiciones para enseñarme judo, para el cual de verdad si tengo aptitudes y lo estoy aprendiendo a buen ritmo. Pero al sensei le interesa mi faceta de puta viciosa, mi culo, mi boca y como usarme.

La primera exigencia es que debo vivir en el dojo, cosa que a mi padre ni le importa y mi difunta madre… difunta no puede decir nada. La segunda que mis bienes materiales deben limitarse a tres objetos, los cuales puedo escoger. La tercera que solo puedo usar mis bienes personales en el tiempo que me ha asignado como de descanso libre. La cuarta que solo puedo llevar una ropa, el kimono. Y la quinta que solo puedo usar el kimono mientras esté entrenando judo, debiendo estar desnudo el resto del tiempo.

Ninguna condición dice que esté obligado a darle placer a él o a los demás miembros del dojo, alumnos o maestros, pero es algo que hago encantado. Y es en gran medida la razón que me tiene ahí. El día de la entrevistas personal, además de ser usado sexualmente por el sensei, conocí a dos de los profesores, Roberto Aguilera y Cesar Augusto Sasa. El primero es un hombre de cincuenta años, musculoso, delgado, metro noventa, calvo, nariz recta, ojos marrones. La polla la tiene ladeada hacia la derecha y es gruesa. El segundo es un mexicano de metro setenta, corpulento, entrado en carnes, de cuerpo peludo, no tanto como el sensei, pelo castaño, rasgos redondeados, nariz pequeña, su verga es corta pero gruesa, y muy cabezona.

Tras ser follado por el enorme cimbel del sensei estos dos profesores del dojo rellenaron mi “inscripción”, y no solo se refiere a los papeles, sino que estuvieron usando sexualmente hasta terminar los tres exhaustos. Pero con el pasar de los meses he aprendido de ellos muchos barridos y llaves. Y que son hombres cargados de fetiches. Por ejemplo a Roberto le gusta tener la polla en caliente mientras almuerza, y como ahora está almorzando mientras él toma su sopa de miso, sus porciones de sushi y su sake no estoy arrodillado entre sus piernas recibiendo los lentos vaivenes de su polla en las paredes de mi ano, disfrutando casi tanto como él.

Sé que hasta que no termine de comer no me va a agarrar de las caderas para acelerar el ritmo para llenarme, y es muy lento comiendo. Pero a Cesar le gusta darme algo más que su leche, y por ello cuando tiene que orinar me busca. Y es frecuente que coincida la hora de la comida de uno y las ganas de miccionar del otro, lo que genera situaciones complicadas. Y este iba a ser uno de esos días.

-Joshue, vaya abriendo la bocota, ¡¡que me meo vivo!!

-A ver, no, estoy comiendo. No seas cerdo. Te esperas a que…

No pudo terminar de decir, porque yo ya había abierto la boca, en un gesto reflejo, y Cesar ya tenía su flácido nabo dentro y estaba meando, mientras yo tragaba todo. Su meo tiene un sabor fuerte y amargo, por toda la cerveza que toma. Y me consta que desde que estoy en el dojo bebe más que antes, quiere mear más. Roberto está molesto, y me lo quiere dejar claro. Siempre que estas cosas suceden la culpa es mio, no se culpan nunca entre ellos. Por lo que deja la comida a un lado, me saca el rabo del culo y me anuncia, en un tono de voz muy neutral.

-La clase de hoy será especial

Se marcha de la habitación, totalmente desnudo, y me parece ver tiene el teléfono móvil en la mano. Está hablando con alguien. Termino de tragar el pis de Cesar y me dice, como suplicante.

-Ya que tragó esto, ¿me saca los mecos? Serán cinco minutos nomas.

Sigo chupando. Y chupando. Y chupando. Y así por cerca de cuarto de hora, hasta que por fin, me agarra por la nuca, aprieta fuerte para que no la saque de la boca y se me corre. Se asegura que trague y se marcha. Al rato entra de vuelta roberto. Acompañado por Sensei Hugo. Y llevan lo que parece una extraña funda negra. Les veo muy animados, charlando que podría ser una gran recaudación. El sense me mira, y me ordena que adopte la pose que habíamos entrenado. Espalda recta, piernas abierta, voy bajando hasta tener la cabeza abajo y tocarme las nalgas con las manos. El sensei se desnuda, se pone encima mía, escupe sobre su descomunal cipotón, todo duro, y esparce la saliva con su mano. Lo apoya contra mi agujero, ya dilatado del uso en el dojo, y me advierte, con severidad.

-Vas a mantener la postura pase lo que pase

Su ritmo de taladrarme el ano es infernal, pero lo hace de forma que no carga su descomunal peso en mi espalda. Roberto aprovecha tener mi boca disponible para ponerse de rodillas y hacer se la chupe, aunque me la mete tan a fondo de la garganta que me provoca un par de arcadas, pero me contengo

-Muy bien, muchachito, tendrás tu ración de vitamina de macho

-Menos usar la lengua para hablar y más animar a tu jefe

Le reclama Hugo Arriba a Roberto Aguilera, cuyas nalgotas anormes, robustas y peludas pillan frente a la cara de este. Se las separa, y el profesor acerca la cara al ano del sensei, viéndose obligado a tener que hacerle una buena comida de culo al mismo tiempo que yo le como la tranca. Siento cierta satisfacción perversa por no ser el único que debe ser la puta del sensei, aunque la verdad, no es la primera vez que presencio algo de este estilo. Ya la semana pasada, cuando el profesor Cesar puso en duda una de las reglas del dojo, Sensei Hugo le recordó con amabilidad quién mandaba. Con amabilidad, encadenándole a un potro y ofreciendo su culo a curiosos dispuestos a pagar por penetrarlo.

La sesión de sexo duró unos veinte minutos. Roberto se me corrió en la boca, y se le puso flácida, pero como no podía dejar de mamar el culo del sensei tampoco me la sacó de la boca. Y el sensei me llenó bien a fondo. Apartó a Roberto con tanta brusquedad que le hizo caer hacia atrás y tomó la funda negra con la que habían entrado. Me hace entender perfectamente porque quería practicara esta postura, y una sensación de terror se adueña de mi, porque no se cuanto tiempo podré aguantar máximo, pero el sensei dice algo para tranquilizarme.

-Pase lo que pase, si notas dolor tu solo deberás decir “arquero”

-Como ordene, Sensei

Le respondo. Me ponen esa funda, inmovilizando en esa postura, dejando solo al descubierto mis nalgas y mi nariz y boca. Ajustan un par de correas y me alzan, debe haber alguna clase de cadena. No se a donde me llevan ni cuanto tiempo aguanto consciente, solo que trago nabos de todos los tamaños por los agujeros expuestos. Cuando despierto lo hago en mi cuarto, boca abajo, con un alumno del dojo, un rico brasileiro de treinta años  llamado Thiago Luis, encima mía follándome el culo y dándome un masaje en la espalda. Y enfrente una televisión donde se expone en video cómo me tuvieron colgado en el centro de una discoteca donde hasta el DJ pagó por abusar de mi cuerpo.

¿Como es el nuevo personajes?