Dogging Station
Dogging con mi mujer
Leyendo este tipo de relatos uno piensa que todo el mundo tiene aventuras, más o menos divertidas y pornográficas y que todo, absolutamente todo lo que cuentan en ellos, es cierto. Lo afortunados que son algunos. Estos, a los que les pasan estas aventuras, deben ser los más afortunados del mundo ya que tienen grandiosas experiencias amorosas en cualquier momento y en cualquier sitio, por no hablar que casi siempre es la mujer la que acude de comparsa y es el hombre el que revitaliza su masculinidad. A mí no me había ocurrido ninguna de estas aventuras. Sencillamente no me las creía y su lectura era una diversión ocasional más.
Llevo casado mucho tiempo. Me casé con mi mujer siendo muy jóvenes los dos, jóvenes e inexpertos. Nuestra vida sexual, creo que como la de muchas personas, paso del frenesí de nuestra época joven, a una languidez total en época adulta. Actualmente tenemos esa medianía de edad que nos hace indiferentes a cualquier tipo de atracción sexual. Sencillamente estamos pasados ya.
Durante años intenté compensar nuestra escasa experiencia sexual y ese paulatino dejamiento sexual con algún juego, visionando algún tipo de película o escena pornográfica que sí, nos hacía calentarnos y follar, pero todo ello con la rapidez más absoluta. Llegó un momento que prácticamente ni nos apetecía tocarnos. Ni siquiera buscaba videos, ni juegos ni nada. Y a ella no parecía importarle pues la situación de abstinencia no parecía molestarla. En definitiva, que teníamos la vida sexual de unos monjes benedictinos.
Yo siempre había fantaseado con la idea de un trio. No voy a negarlo. No me importa que mi mujer disfrute con otro hombre estando yo presente. Creo que hay muchas parejas que les pasa lo mismo y si es un juego consentido, no hay mal en ello. También hay que contar que a ella le molesta en sobremanera que yo la contara que me gustaría estar con ella y con otra mujer. Eso es algo que ya tengo asumido y sé que nunca lo conseguiré. Un trio con mi mujer y otra mujer más es un sueño incumplido.
Estando situados en la cincuentena de años, es difícil iniciar una aventura con alguien a no ser que contactes con una web especializada o te la juegues con alguna que otra web dedicada a este tipo de contactos.
Un día, hace unos años, se me fue la pinza. Era casi final del verano y no sé cómo tome valor para quedar con un chico de nuestra misma edad de una ciudad cercana a la nuestra. Para ello me metí en una página muy conocida y contacté con uno, que por cercanía y por edad se correspondieran a nuestros gustos. Me mandó unas fotos y bueno, era un chico normal. A todo esto, mi mujer no sabía nada. Siempre habíamos fantaseado con hacer lo que veíamos en algunas escenas. Estar en el coche metidos, que apareciera un chico y se liara con ella.
El día de marras, ya después de media tarde, la dije que fuéramos a tomar algo cerca de casa. Se extrañó que nos acercáramos con el coche, pero luego no pareció dar mayor importancia a este hecho. Antes de tomarse un par de tintos de verano, la solté la bomba que habíamos quedado con un chico.
No se lo podía creer, pero no vi que rechazara totalmente la situación que se podía dar. Pasado un rato, de contarla como de cachondo estaba al pensar que ella iba a estar con un chico, uff ……….
Después de estar un rato imaginándonos el encuentro, pagamos las consumiciones y bajamos al servicio los dos y me dijo que estaba súper mojada y la verdad es que yo también destilaba bastante. Cuando entramos en el coche la metí mano bajo las braguitas y madre mía aquello era una fuente.
Así fuimos de cachondos a nuestro encuentro con el chico. Habíamos quedado con él en un sitio determinado, solitario y con poca luz y allí nos encontramos.
Cuando bajamos todos del coche nos saludamos y a mi mujer la dio un pico en la boca que la dejó un poco fuera de sí. Tan nerviosos estábamos que ni recordamos su nombre. Hablamos poco y en seguida nos metidos al jaleo. Mi mujer se sentó en el asiento del acompañante y con la puerta abierta. Él se situó a su lado y se bajó los pantalones y se dejó los calzoncillos.
Recosté el asiento un poco y con ella medio tumbada la empecé a acariciar los muslos. Subía lentamente la mano por su falda hasta que al final se las subí totalmente que dejaron ver unas braguitas rojas transparentes que se teñían de negro de los pelos de su coño.
En ese momento el me preguntó si podía tocar y chupar sus tetas. Saco sus tetas de la camiseta de tirantes que llevaba y como un poseso se agarró a comerla las tetas. Paso mucho tiempo chupándola los pezones que se pusieron gordos y rosados. Mientras ella me tocaba la polla y veía como le tocaba a él por encima del calzoncillo.
En un momento dado, el chicho levantó la cabeza y me dijo si la podía comer el coño. Yo no contesté, lo hizo ella. Se bajó las bragas, se subió la falda y se abrió de piernas. Él se hundió en su coño mojado y estuvo durante un buen rato subiendo y bajando la cabeza, abriéndola bien de piernas de tal manera que yo podía ver como su lengua pasaba por los labios y se metía dentro de su chocho. No sé cómo, pero a todo esto él ya tenía el calzoncillo en los tobillos y mi mujer pugnaba por chuparle la polla.
Noté que ella se corrió dos veces. El chico se despegó de ella y por fin la vi como agarraba con una mano la polla, con la otra los huevos y se la metía hasta el fondo en su boca. Yo se que mi mujer hace buenas mamadas, pero como esa creo que pocas ha hecho así. Subía y bajaba por los huevos, se la metía despacio y la veía como movía la lengua en su boca. Al final le provocó una corrida que descargo en su pecho. Nos despedimos rápidamente y nos marchamos a casa con un buen sabor de boca………
Luego hemos tenido otras aventuras mas. Ya os iremos contando.