Dogging involuntario
A dos amigas les pica la curiosidad sobre lo que dicen de cierto lugar
DOGGING INVOLUNTARIO
Rocío sentía la presión del cuerpo de Javi encima de ella mientras la penetraba. Sentía como el olor corporal del hombre sudoroso, el tacto de sus músculos de su espalda en sus dedos y las tiernas y acompasadas embestidas de este la aproximaban a un orgasmo aún lejano. Pero cuando sentía ya el cosquilleo en su vientre, Javi dio la sacudida final, el último empujón dejó su semen dentro de ella, notó como la llenaba y el cosquilleo se transformo en escalofrío. Pero Javi terminó, se separó de ella y se recostó a su lado jadeante.
- Buff cariño, ha estado genial, verdad? - Le dice él con cara de satisfacción
- Claro amor, como siempre – Para que no se note el tono de complacencia le obsequia con un cariñoso beso en los labios.
- Te vas?
- Voy al baño cariño – Mientras se incorpora Rocío no le quita el ojo a Javi, a sus 34 (dos años mas joven que ella) conservaba un cuerpo fibroso y delgado, con los músculos marcados de quien le gusta machacarse en el gimnasio, rostro dulce y aniñado casi barbilampiño y una sonrisa encantadora que aún la seducía. Casi parecía una escultura griega recostado en la cama apoyando su cabeza en el brazo. Su última mirada fue a su pene, que descansaba flácido y aún supurante sobre su muslo, su pequeño y revoltoso pene. Rocío sonrió, no había disfrutado de muchas pollas, pero sabía que la de su pareja no era lo mas distinguido en él, pero no le importaba, le quería y era un chico estupendo, perfecto para ella.
Rocío se miró en el espejo del baño según entró, se observó desnuda, nunca se había considerado guapa, tenía unos rasgos angulosos, nariz no muy grande pero aguileña, ojos grandes y redondos de un color castaño neutro a los que las bolsas que comenzaban a formársele bajo ellos, no favorecían demasiado, tez demasiado morena, casi cetrina. Además había vuelto a engordar, no estaba con sobrepeso, pero si que tenía que tomar medidas. Siempre había sido delgada pero propensa a engordar en cuanto se relajaba. Se palmeó el trasero notándolo algo flácido, además de una incipiente celulitis, el vientre comenzaba a estar un poco hinchado. Tenía que cuidarse. Desde que había dejado el gimnasio se notaba mas pesada, se había esforzado, sobre todo por Javi que siempre le insistía que fuesen juntos, pero es que le aburría un montón, no le gustaba nada, y menos ver como su pareja presumía de cuerpo delante de las “mamás” que acudían a hacer … bueno lo que fuese que hiciesen en el gimnasio. Finalmente se fijó en sus pechos, no estaban mal, de hecho a Javi le encantaban, su talla 95 de todas formas no le hacía estar del todo orgullosa, se había desarrollado muy joven y había sido objeto de las burlas y chanzas de las chicas de su edad por el tamaño de sus tetas, así que no solía presumir mucho de ellos. También pensaba que sus pezones eran demasiado grandes y oscuros. “Buff, estoy hecha un desastre” pensó mientras se recogía la larga y lacia melena negra en una coleta, “mira que canas”.
Se sentó en el inodoro aún desnuda y comenzó a tocarse. Aún tenía el coño húmedo y sintió como los restos de semen fluían dentro de él, se acarició el clítoris casi con violencia tratando de mantener la imagen de Javi tal como lo había dejado, pero en su mente la polla de Javi era mas grande, y el orgasmo llegó soñando como una enorme polla la perforaba. “Soy una cerda” se sintió culpable, hacía mucho que no se corría haciendo el amor, siempre terminaba auto satisfaciéndose. Javi y ella llevaban ya diez años juntos, no se habían casado pero tenían claro que querían pasar la vida juntos. Sin hijos, hacer el amor y que le dejase embarazada empezaba a ser una presión insoportable, estaba loca por tener un niño y se suponía que Javi también. Llevaban casi dos años de intentos baldíos, ella ya había ido al ginecólogo y se suponía que era completamente fértil, pero cuando le decía a él que se mirase siempre ponía una disculpa, un “venga nena, seguimos intentándolo y ya tendré tiempo de ir”, pero el tiempo pasaba, y cada vez a ella le pesaba más.
Se limpió y se dio una ducha, de vuelta a la habitación se puso una camiseta larga de andar por casa y unas bragas deportivas, de lo mas cómodo pero de lo mas antierótico. Javi dormitaba aún desnudo sobre la cama, se sentó a su lado y pasó un dedo por su pecho, Javi ronroneó y se dió la vuelta, Rocío miró su perfecto culo “mmm, mira que estás bueno cabrón” pensó. A veces se preguntaba que veía en ella. Él era operario en una fábrica cercana al pueblo donde vivían y ella era profesora del instituto. No eran grandes sueldos, pero les permitía vivir holgadamente en ese pequeño pueblo.
Rocío cogió el móvil de encima de la mesita y miró los mensajes, había unos cuantos de María, una compañera de trabajo y mejor amiga, de hecho la mejor amiga que Rocío tenía en el pueblo.
- Quedamos esta tarde a tomar una cervecita? Vienen Luís y Mario. Podemos echarnos unas risas con estos dos mormos – Rocío se sonrió con el mensaje, María era muy alegre y dicharachera, pero algo faltona, le gustaba mucho reírse a costa de los demás, pero era realmente divertida. Aceptó sin dudarlo
- A las ocho? A las once hay toque de queda, mejor temprano, no? - tecleó en el móvil
- Vas a salir? - Javi parecía resucitar, era como un reloj, le quedaban dos horas para entrar a trabajar en el turno de noche y ya iba a comenzar con su liturgia de preparación y estiramientos.
- Si, con los del insti, ya sabes, Mari, Luís y el nuevo
- Pásalo bien cari. Bueno voy a sudar un poco, un poco mas, jejejeje – dijo mientras le besaba la mejilla con un guiño cómplice. Luego comenzó a vestirse
- Entonces quedamos a las seis!!!! jajajjaajjaja!!! - la pantalla se iluminó con el mensaje de Mari
- Javi! Voy a salir ya – le gritó Rocio a Javi que ya salía de la habitación.
- Os juro que es verdad, me lo contaron en el fútbol el otro día – Mario trataba de convencerlas a pesar de las carcajadas burlonas de Mari. Estaban los cuatro sentados en una terraza de la plaza del pueblo. Había poca gente a pesar de ser Viernes, pero todos miraban de reojo por las sonoras risas de Mari.
- Vamos Mario, ya sabes como son en el pueblo – Le decía Rocío sonriente – No te irás a creer una cosa así?
- Qué si, que si. La mujer le encontró unas bragas en el coche y lo ha echado de casa. - Mario insistía en su tesis, hablaban de el padre de un alumno que los cuatro conocian, a él y a su mujer claro. A Rocio no se le escapaban las miradas que Mario le echaba a los pechos de Mari, aunque no era una situación nueva claro. Mari era una mujer muy atractiva, a sus 48 años se conservaba bastante bien, era bajita, apenas llegaba a los 155 cm, pero tenía bastante pecho y le gustaba lucirlo, mas vistiendo ceñida que con escotes. Hoy llevaba una camiseta ajustada a rallas azules y blancas con una casaca que apenas llegaba a su cintura después de rebasar tales voluptuosos pechos. A la hora de los pantalones era mas modosita, unos pantalones de tela anchos para ocultar sus piernas delgadas pero marcando un poco un culo un tanto plano. Pero su rostro era precioso, ojos castaños y sesgados, una tez pálida ligeramente pecosa en un rostro redondo, la boca grande y los labios gruesos le darían un aire pícaro si no fuese por su larga melena rizosa y oscura que le daban un aspecto casi salvaje. Rocío admiraba a su amiga fuese siempre tan “ideal”, aunque ella no le diera importancia al vestir se sentía un poco acomplejada a su lado. Se había puesto lo primero que encontró en casa dada la celeridad de los mensajes de Mari así que, como casi siempre, iba un poco hippy. Camisa negra lo suficientemente holgada para que no se apreciaran sus curvas, chaqueta de punto gris y una falda por los tobillos estampada en plan hippie. Con ese plan era lógico que las miradas de Luis y Mario recayesen continuamente en su amiga.
- Calla tonto, crees que las mujeres andamos perdiendo las bragas en los coches? - Seguía riéndole Mari – Sois vosotros los que perdéis los calzoncillos enseguida! - Acompañó esta última afirmación con otra carcajada echando la cabeza atrás y llevándose la mano al pecho.
- Bueno, bueno, siempre que no sea en el Campón – Dijo Luis, normalmente muy callado, con una sonrisa maliciosa
- El Campón? Y eso qué es? - Preguntó Rocio
- Vah, ni caso a estos dos Roci – Dice Mari con aire falsamente ofendido – Leyendas del pueblo para tíos salidos – Mari, al contrario que Rocío, era originaria del pueblo. Cuando Rocío recaló ahí para trabajar, fue Mari la que hizo de anfitriona, por aquel entonces estaba recién separada y tal vez por necesidad de ambas habían hecho tan buenas migas.
- Bueno, pues mira, dicen que si, que fue allí – Sigue insistiendo Mario
- Pero qué es? - Sigue insistiendo Rocío
- Sabes esas instalaciones deportivas que están por la carretera vieja? - Le explica Luis
- Si, esas que no va nadie ya desde que hicieron las nuevas?
- Esas, si están un poco lejos la verdad. Bueno, pues dicen que ahí va la gente a … ya sabes?
- Bueno hombre, y? - Rocío es ahora la que se ríe- Normal que la gente tenga un sitio al que ir cuando no tienen casa
- No, no me entiendes, no van parejas, van tíos o tías solos a juntarse con desconocidos
- Mira como sabe el viejo verde!! - Mari seguía partiéndose de risa - Ahora es esa la leyenda?
- Todas las leyendas tienen algo de verdad- Interrumpe Mario – Creo que le llaman dogging …
- Hostia el nuevo!! Acaba de llegar y mira que puesto. Camarero!! Queréis otro? - Pregunta Mari señalando las copas de vino sobre la mesa, como casi siempre llevaba bebido el doble que el resto
- No, me tengo que ir – Dice Luis mirando el reloj – Tengo que recoger la nena de baile
- Y yo – Dice Mario levantándose – Me mata la mujer como llegue tarde!!
- Bufff, vaya dos!! Lo que vais es al Campón a ver si os quiere alguna, jajajajajajajaja – Los dos hombres se sonrien, incluso Luis se sonroja un poco ante la última carcajada de Mari.
- Qué mormos estos dos Roci!! - Dice Mari a Rocío al tiempo que la un largo sorbo a la copa de vino.
- Bueno, no ha estado mal, nos hemos reído un poco
- Yo creo que el nuevo se puso cachondo mirándote las tetas
- Qué dices!! - Ahora la carcajada la soltó Rocío – Si no para de mirarte a ti
- Si claro, a ese le van las hippie pijas como tú
- Serás … Oye, y eso del Campón será verdad?
- Bufff, qué va!! En tal caso no habrá mas que algún pajillero
- Jajajajja, ya, igual iban para allá – Las dos rompieron en una carcajada – Pero lo que dicen del padre este, algo me comentó Javi hoy en casa también
- Oye, qué te dio a ti con tanto Campón ahora? No quieres otro vino?
- No, ya voy bien. Creés que eso del dogging será verdad?
- Leyendas, ya te lo dije
- Tú has ido ahí
- Pero bueno tía!! Joder, si, antes de casarme, como todo el pueblo, hace mil años ya.
- Ves? Tenía razón Mario, toda leyenda … - Rocío sonreía pícaramente
- Oye Roci – Mari la interrumpe con gesto serio pero con mirada pícara – Tanto te interesa que quieres llevar a tu bombón ahí?
- Noooo, calla, a Javi no lo sacas de la cama – Ahora las dos ríen complices
- Qué hora es? - Pregunta Mari retóricamente mientras mira el reloj – Bah, no son ni las ocho y media y ya estoy harta de estar aquí. Tengo el coche ahí mismo, te parece que vayamos a comprobar la leyenda?
- Qué dices loca!!!
- Bueno, eres tú la que preguntas
- Si estás medio pedo, como para pillar el coche!
- Bah, son quince minutos ir y otros tantos volver, ya verás como no hay nada, luego podemos tomar la última en el chiringuito de la playa
- Estás loca!! - Rocío lo pasa pipa con las ocurrencias de Mari
- Venga levanta, estoy hasta el coño de este pueblo
El BMW negro de Mari serpenteó por una agosta carretera llena de curvas después de dejar el cruce de la carretera vieja. Rocío no conocía el camino y se preguntó otra vez si era una buena idea pero, en apenas unas curvas, llegaron a su destino. Las instalaciones no eran mas que un par de pequeñas gradas a cada lado de un campo demasiado pequeño para ser de fútbol, viejas y casi destartaladas parecían dos fantasmas a la tenue luz del anochecer. Eso si, lo rodeaba una enorme explanada asfaltada con cemento agrietado del que nacían arbustos marchitos. Con la poca luz que había el aspecto del lugar era un tanto sórdido.
Uf, qué sitio – suspiró Rocio
Qué esperabas? - Dijo Mari mientras conducía dando la vuelta al campo lentamente.
Mira – allí hay dos coches. En efecto. Según dieron la vuelta al campo, al fondo de la explanada se distinguían dos coches. Mari aparcó en batería contra la grada.
- Ostras – Dice Mari en un susurro – Si hay ambiente y todo. Tú qué crees? Pajilleros o Pareja?
- No se tía. Igual no hacen nada
- Lo mas seguro, con lo aburridos que son por aquí.
Al poco, ven una sirueta salir de uno de los coches y meterse en el otro. Uno arranca, y con las luces apagadas rodea el campo por el lado contrario de donde se encuentra el coche de Mari y se va, el otro lo sigue al poco.
- Quienes serían? - Se pregunta Mari en voz alta mientras otea el horizonte por debajo del volante como si la pudiesen ver
- No sería Mario con la mujer de Luis? - Dice Rocío, las dos estallan en una carcajada
- Te estoy pegando la maldad hija
- Si, eso ha sido cruel. Tienes un cigarro?
- Ahora fumas?
- No, bueno, a veces
- Qué pasa Roci? Estás bien?
- Si, es que … - Roci se queda ensemismada bajo la preocupada mirada de su amiga
- Bah, déjalo. Toma – Dice Mari sacándo un paquete de Lucky del bolso – Normalmente no fumo en el coche, pero tampoco podríamos ir dos no convivientes
- Ostras si! Ni me había dado cuenta – Dice Rocío cogiendo el cigarro – Fuego?
Las dos encienden el cigarro, Mari baja las ventanillas, la noche temprana es cálida pero promete refrescar. Rocío aspira el humo con ansiedad, piensa en comentarle a su amiga que no hay forma de quedarse embarazada y que a Javi parece no importarle, ese pensamiento hace crecer en su pecho un cierto desarraigo hacia su pareja.
- Eh, eh, apaga el cigarro – Mari interrumpe sus pensamientos nerviosamente
- Qué pasa?
- Un coche – Dice Mari mientras sube las lunas y apaga las luces del coche
Efectivamente, las potentes luces blancas de unos faros traspasan las gradas por el lado contrario de donde están, notan como da la vuelta al campo y lo rodea yendo hacía donde están ellas. Los faros las deslumbran cuando da la vuelta hasta que pasa por detrás, las dos mujeres se escurren de los asientos temerosas, el coche aparca paralelo al suyo unos veinte metros mas allá.
- No me jodas, pues si que está concurrido esto! - susurra Mari después de un largo silencio – Este tiene pinta de pajillero
- Igual es “esta” - Dice Rocio acurrucada en el asiento de copiloto, Mari se estira casi pegándose a la ventanilla – Ves algo?
- No, espera, sale alguien
En la penumbra las dos distinguen abrirse la puerta, una sirueta inequívocamente masculina emerge del coche. Solo pueden notar que es alto, tal vez un poco grueso o fornido, la sirueta se mantiene al lado del coche derecho aún con la puerta abierta, parece dudar.
- Es un pajillero – dice Mari divertida, seguro – Vamos a dejar que vea un poco- Estira el brazo y enciende la luz del interior del coche para que el hombre pueda distinguirlas
- Qué haces loca, para, que no ve
- Así tiene material para pajearse tonta! - Mari la mira traviesa, déjalo que mire
Rocío ve preocupada como el hombre se acerca tímidamente a su coche por el lado de Mari, empieza a distinguirlo, parece llevar una camiseta blanca sin mangas, espaldas anchas, fornido como le parecia. Se para a escasos cinco metros del coche, la cabeza queda fuera del alcance de la vista de Rocío, pero ahora distingue que el tipo tiene una barriga que le estira la camiseta y no le llega a abarcar, aunque también le marca unos fuertes y musculosos pechos masculinos, pero lo que mas le llama la atención es que lleva unos tejanos raídos que le marcan un poderoso bulto, sobre todo cuando se lleva la mano al paquete. Rocio sabe que está mirando a Mari, y Mari también lo mira.
- Joder, has visto que paquete lleva? - Dice Mari entre risas llevándose la mano a la boca – Está como una burra!!
- Mari, venga, vámonos – Le dice Rocío con tono preocupado
Por toda respuesta Mari se desabrocha el cinturón de seguridad y, sin dejar de mirar el paquete que tiene en frente, comienza a quitarse lenta y juguetonamente la casaca.
- Estás loca! - A Rocio le parece incluso divertida la actitud de Mari, y se tranquiliza cuando, después de quitarse la casaca aprieta el botón de cierre de las puertas del coche para cerciorarse de que lo están.
- Mira cómo está Roci! Este se corre aquí mismo – Mari susurra sin dejar de mirar por la ventanilla. Es cierto que el paquete del tipo es cada vez mas evidente, de hecho Rocio puede observar como el contorno de su pene le llega ahora a la altura del bolsillo del pantalón. “Qué grande la debe tener” cruza el pensamiento por la mente de Rocio y no se sorprende comenzar a sentirse excitada. Tampoco le sorprende que Mari comience a masajearse las tetas por encima de la camiseta sin mangas, sacando el pecho hacía fuera y casi pegándolas a la ventanilla del coche, se sujeta esas grandes tetas con sus pequeñas manitas de muñeca estirando tanto la camiseta contra ellas que se le nota los encajes del sujetador a través de la tela. Rocío se siente sorprendida por un pequeño golpe en el techo del coche, el hombre ha apoyado su mano en él mientras se aprieta el pene ahora completamente evidente a través del pantalón, Mari suelta una risita y comienza a amagar con subirse la camiseta.
- Qué haces loca!! No irás a … ?
- Calla tonta!! Ya verás como consigo que se la saque! - Mari comienza a subirse la camiseta coquetamete, cuando llega a sus pechos vuelve a bajarla, lo hace así varias veces hasta que por fin la sube hasta el cuello, sus tetas enfundadas en un sujetador fucsia de encaje caen en un ligero bote. A Rocío le maravilla la coquetería de su amiga, incluso su ropa interior es total, tiene el tino de escogerla incluso con un poco de relleno para que sus pechos parezcan mas redondos. Mari, tras contonearse un poco haciendo que sus tetas bailen dentro del suje, termina de quitarse la camiseta por la cabeza torpemente dado la incomodidad de estar sentada y lo ajustado de la prenda. Eso parece ser demasiado para el tipo, con casi un mero gesto de la mano se desabotona los botones del pantalón, Rocio distingue su calzoncillo beige bastante hortera pero que no puede ocultar la tremenda erección del hombre que promete un tremendo cipote. Rocío se echa hacia adelante inconscientemente anonadada por la visión, el cinturón se le resbala por el pecho y se mete entre sus tetas provocando que la camiseta holgada se estire y sean ahora bien perceptibles sus buenas curvas, casi inconscientemente se aprieta el coño por encima de la falda. No puede de dejar de mirar, Mari ahora se aprieta las tetas con ambas manos para ofrecer toda su turgencia al tipo que debe tener una visión privilegiada desde arriba, él por su parte se mete la mano por el calzoncillo y se toca abruptamente de tal forma que el glade comienza a asomar por el lado izquierdo de la goma superior. “Se la va a sacar” piensa Rocío que cada vez se aprieta mas el coño.
Un golpecito en su ventanilla la despierta de su ensimismamiento, gira la cabeza un tanto sobresaltada al tiempo que vuelve a recostarse en el asiento. Una enorme polla venosa y descapullada daba golpecitos en la luna de su ventanilla. Rocío se quedo boquiabierta mirando el segundo pene, nunca había visto uno tan grande salvo en algún meme de estos que te envían alguna amiga graciosilla, al estar prácticamente pegado a la luna, poco podía ver del dueño de aquella herramienta salvo que estaba completamente desnudo. Estaba como hipnotizada mirando como ahora ese glande daba golpecitos en su ventanilla y ahora retregaba contra esta cuan larga era, admiraba especialmente como sus enormes huevos se hinchaban cuando se apretaban contra la ventanilla. A Rocio se le vino a la mente todas las pollas imaginadas en sus pajas de después de hacer el amor con Javi, lo que tenía ahora delante era como la reencarnación de todas ellas, su percepción de la realidad cambió, le pareció que estaba soñando, se daba cuenta que salibaba, que sus ingles estaban húmedas. De vez en cuando el tipo se alejaba de la ventanilla, Rocío sabía que era para mirarla, se sintió deseada como hacía mucho tiempo que no se sentía, pero a la vez le asaltó su habitual inseguridad acerca de su sensualidad, quería excitar a aquella polla, ahora mismo era lo único en que pensaba y volvió barruntar que era lo contrarío que su amiga, vestida tan hippie y asensual al contrarío de las monerías que se ponía Mari. Se sintió especialmente mal cuando recordó que se había puesto las primeras bragas que encontró, esas anodinas color carne que eran tan cómodas pero no tenían nada de sensual! “Entonces me las quito”, torpemente se remangó la larga falda, dio un saltito con el culo para bajarse las bragas pero, al comenzar a quitarlas, se dio cuenta que aún tenía puesto el cinturón, al desabrocharlo vio que Maria la observaba entre divertida y sorprendida, aún estaba en suje y con las manos en sus enormes tetas, por primera vez envidió esas domingas, le dio una envidia tremenda no poseer unas delanteras así. Cuando pulsó el botón del cinturón sintió un tremendo alivio al liberar los pechos de la presión, antes de terminar de bajarse las bragas se desabrochó el los botones de la chaqueta de punto y la abrió, al bajar la vista vio como se le marcaban los pezones incluso en la holgada camiseta negra y a través del suje, le escocían y se los acarició, luego terminó de quitarse las bragas y las dejó ahí mismo, sobre la alfonbrilla del coche. Todos estos gestos le habían parecido de todo menos sensuales, pero al tipo de su lado del coche le debieron encantar porque notó como, con las manos sobre el techo, comenzó a frotarse aún mas rápido contra la luna, tan fuerte que el coche comenzó a zarandearse ligeramente. Rocío admiraba como, por el roce contra el cristal, la piel de la polla se estiraba y contraía, se levantó la falda y se tocó el coño. El tipo se volvió a separar para mirarla, se quedó ahí observando como ella se tocaba a la vez que se seguía masturbando ahora suavemente. Rocío estaba loca con aquella polla, quería que la acercase otra vez, quería tenerla cerca, quería olerla, quería … Se acercó a la luna y lamió el cristal, el tipo volvió a la carga a hacer que se follaba el cristal.
- Joder Roci!! Cómo lo estás poniendo – oyó decir a Mari
- Baja el cristal – se escuchó y no se reconoció, su voz era ronca y voraz
- Pero, qué dices!! Estás mal de la cabeza?!
- Baja el cristal joderrr, por favor Mari, bájalo – Miró a su amiga. Mari la miraba entre sorprendida y preocupada, detrás de ella podía ver como el otro hombre se masturbaba ahora ya con la polla fuera, era una buena herramienta también, pero no como la de su lado. Al vez que su amiga no hacía nada, incluso se había dejado de sujetar las tetas, alargó la mano para pulsar el botón de bajar la luna. Mari trató de impedírselo y forcejearon por un momento pero el convencimiento de Rocío ganó a las dudas de Mari y pulsó un botón tan fuerte que creyó que lo hundiría. Oyó como la luna bajaba del todo con un ligero zumbido pero, al alzar la vista vio que se había confundido y la que se había bajado era la parte del conductor donde estaba Mari. Se quedaron mirándose a los ojos las dos sorprendidas, Rocío vio un atisbo de miedo en los ojos de su amiga, lo siguiente que vio fue una mano sujetándole el pelo y tirando de ella.
- Ven aquí puta – Rocío no reaccionó, sorprendida ante la rapidez de como arrastraban a su amiga hacia la ventanilla a la vez que le daba la vuelta, Mari forcejeaba sin éxito con el fuerte brazo que la arrastraba y le pegaba la cara contra la polla – Chupa, chupa cerda
- Para, para, por favor – La amenaza de la polla contra su boca cortó los chillidos agudos de Mari, ahora estaba de rodillas sobre el asiento, haciendo fuerza con sus manitas contra el marco inferior de la ventanilla, pero una fuerte mano en la nuca y otra aún sujetándole su rizoso pelo se lo impedían.
- Déjala hombre, no ves que no quiere – Rocío escuchó la voz del hombre de su lado, era grave y tenía un tono de sensatez que no le cuadraba con la polla que ella tanto admiraba.
- Qué no quiere?! - Dijo el otro – Mira, mira como le gusta – Rocío tenía ahora la espalda pegada contra su puerta y veía el culo de Mari enfundado en esos pantalones ajustados al punto que se le notaba el tanga, no tenía un culo demasiado bonito, grande pero un poco plano. Veía como ahora Mari ya no se sujetaba a la ventanilla, al contrarío parecía sujetar la polla del hombre, Rocía pudo intuir por el movimiento de su cabeza que al final su boca había recibido la polla y, por el movimiento receptivo de su culo, que no le desagradaba. - Mmmmm, es buena. Tú, la del coño peludo, abre la puerta.
Rocio se sorprendió, se refería a ella! Se miró las piernas, al acurrucarse contra la puerta se había abierto de piernas y, con la falda remangada como la tenía, ofrecía la visión de su coño al tipo que follaba la boca de su amiga. Se sonrojó, no se había depilado desde hacía un par de semanas y era bastante peluda.
- Venga, coño, a qué esperas?! - El tipo era demasiado brusco, desde su posición Rocío vio como daba un golpe de cadera para introducir completamente su polla en la boca de Mari
- Abre Roci – Susurró Mari en medio de una tos al atragantarse. Rocío estiró la mano dubitativa hacia el seguro del coche y lo pulsó, sintió saltar los pestillos en un sonoro click y casi al instante como se abría la puerta detrás de ella. Unas manos grades apretaron sus senos con fuerza, estaban durísimos y sensibles y un escalofrío de placer le recorrió el cuerpo. Casi al instante le dio la vuelta tiernamente, se encontró mirando unos ojos negros y hambrientos y abrió los labios para recibir un beso. Pero en vez de eso sintió como su camiseta se levantaba y como tiraban de la copa de su sujetados, sintió como un pecho se liberaba de la presión casi al mismo tiempo que una boca lo chupaba hambriento casi abarcándolo entero. Rocío sacó sus piernas fuera del coche aún sentada de manera que el cuerpo del hombre quedase entre ellas, lo abrazó y se dejó hacer. Ahora le mordisqueaban con avidez los pezones y varias descargas de placer le recorrieron el cuerpo, la boca siguió bajando lamiéndole el vientre al tiempo que sus manos le levantaban la falda y se escurrían entre el asiento y sus nalgas. La boca al fin llegó a donde prometía y Rocío se soltó y se echó hacia atrás cuando una lengua juguetona apretó su clítoris sin ningún esfuerzo para encontrarlo. La lengua comenzó a revolotear alrededor de su clítorís y Rocío comenzó a retorcerse sin importarle que el freno de mano se clavara en su espalda. Sus ojos entre encerrados se abrieron a notar una suave presión contra su cara, casi sin ver nada por tenerlos sobre la cara notó como las tetas de Mari botaban contra su rostro. El otro la había dado la vuelta y la estaba follado por detrás sobre el asiento, de tal manera que las tetas quedaban sobre la cara de Rocío. Rocío podía ver como las tetas de su amiga le pasaban por encima en cada embestida que le daban, notó que tenía el sujetador puesto, pero los tirantes bajados y las tetas fuera de la copa. Mientras le lamían el coño sacó la lengua y comenzó a lamer la tetas de su amiga hasta que sintió que los labios de su hombre habían encontrado la forma de cerrarse con su clítoris en el medio y, al unísono, mordió una tetas a Mari
- Ay, para puta – Se quejó Mari, Rocío le hizo caso y se echó atrás en un nuevo escalofrío, el freno de mano se le clavó aún mas en la espalda y ahora si que se hizo daño de verdad
- Ufff – se elevó y su cara se metió entre las tetazas de Mari. Su hombre pareció darse cuenta y dejó de comérselo, sus manos tiraron de ella y el culo salió del asiento hacia fuera del coche, se hubiese caído el hombre, con una sola mano en su culo, no lo evitase. Por un instante volvió a encontrarse con los ojos del hombre que comenzaba a recostare sobre ella sin soltarla, pero ahora sus ojos estaban tapados por un pecho firme aunque no muy musculado y bastante peludo. Aspiró el olor a sudor, mugre y sexo que desprendía mientras notaba en los muslos húmedos como una cosa tremendamente caliente la buscaba. Cuando la penetró se sorprendió que esa enorme polla no le hiciese daño, al contrario le dejó nuevos y contundentes escalofríos de placer. El hombre giraba suavemente las caderas y Rocío notaba como cada vez la penetraban mas profundamente. Estaba a punto de correrse cuando el hombre, con un súbito golpe de cadera, la penetró salvajemente. Rocío se dio cuenta que antes no le habían metido ni la mitad de aquel monstruo y una punzada de daño recorrió todo su vientre. Solo fue el principio, comenzó a follarla salvajemente y daño aumentó hasta llegar a su cúspide, y se transformó en el placer mas intenso que había sentido nunca. Se oyó gritar muy lejanamente, se corría tan fuertemente que casi sentía como aquella polla chapoteaba dentro de ella. No sabe si fue un orgasmo terrible o cincuenta seguidos, pero cuando nota como el semen del hombre llenarla en una tremenda corrida siente que está a punto de desmayarse.
La polla se retira de su interior, Rocío jadeante aún le produce placer mirarla así, medio empalmada, latente y goteante. El hombre la coloca en su asiento a pulso, tiernamente, Rocío es ahora un peso muerto aún masticando los restos de placer. Ve como su amante se da la vuelta y se va, tiene buen culo, espaldas anchas, aunque se le escapa una sonrisa divertida ante lo ridículo que está así desnudo con playeros y calcetines altos blancos.
- Si, si, sigue, sigue, no pares guarra – La voz del otro hombre la saca de su ensimismamiento, gira la cabeza y ve a través de la puerta del piloto completamente abierta a su amiga de cuclillas sobre el asfalto recibiendo la polla del otro tipo entre sus senos. Mari se las aprieta y el tío se las folla con vehemencia. Aún en la distancia Rocío ve como surge y se oculta el glande entre las tetas de su amiga hasta que, en medio de un sonoro rugido, varios chorros de semen salpican la cara de Mari.
- Has estado bien putita – dijo el tipo subiéndose los pantalones y dándose la vuelta, alejándose del coche. Mari casi se arrastró a su asiento, Rocío vio su cara llena de lefa, con el maquillaje corrido y con la mirada perdida. Por toda ropa solo tenía ese sujetador fusia tan mono, pero con los tirantes bajados y los pechos fuera, ni siquiera se cubrió, buscó su bolso en el asiento de atrás y sacó un paquete de kleenex.
Rocío, cierra la puerta anda – Le dijo al tiempo que cerraba la suya en un fuerte portazo. Rocío le hizo caso, le dio pena de su amiga, se limpiaba la cara minuciosamente corriéndose aún mas el maquillaje con los restos de semen. Rocío también subió las lunas y paso los cierres, las dos comenzaron a vestirse.
Bueno, pues a casa – dijo Mari una vez vestidas y limpias al tiempo que encendía el contacto. Había recuperado la compostura, su mirada volvía ser desafiante y segura de si misma. Rocío le señaló un lado del pelo, aún le colgaba lefa de sus rizos por aquel lado – Mierda tía, que asco!! Por lo menos se ha corrido fuera, no como el tuyo, no las piensas tía!
- Mari, lo siento, yo … - Rocío se sentía culpable, el tipo que se la había follado fue bastante brusco y desagradable con ella.
- No pasa nada, lo hecho hecho está, además, se puede decir que empecé yo. Pero no quiero volver hablar de ello, y supongo que tú tampoco.
Javi terminó pronto en el gimnasio aquella tarde, quería volver pronto a casa. Rocío estaba últimamente un poco rara, la notaba así desde aquel Domingo después de haber salido con sus colegas de curro aquel Sábado. Algo le había pasado con Mari, antes siempre estaba mensajeándose con ella casi a cualquier hora y ahora no. A Javi Mari le parecía una descarada, la típica Milf que te pone las tetas delante a la menor oportunidad pensando que te iba a volver loco, además era una verdulera con demasiado ingenio para una mujer. Pero Rocío parecía adorarla a veces y él debía respetarlo, además era el único escape para Rocío que le permitía a él estar liberado. Además, durante los últimos días apenas follaban, sólo le hizo dos mamadas sorprendentemente buenas, y encima se tragó su lefa, nunca antes lo había hecho. También se había rasurado ahí abajo y comprado ropa interior sexy. Pero él no notaba que fuese para seducirlo a él. Seguía tan sonriente y dulce como siempre, pero estaba como despistada y ensemismada. Esa tarde estaba decidido a darle muchos mimos, siempre le encantó eso.
Pero no se esperaba lo que se encontró cuando abrió la puerta. Rocío se colgó de su cuello según abrió la puerta.
- Roci, Roci, que te pasa? - Dijo Javi divertido
- Amor mio, vas a ser papá