Documento hallado en el Amazonas

Este es el testimonio de un reportero que descubrió el infierno en la tierra y en cómo pasó a formar parte de él.

Estracto del relato del periodista del National Geographic John Keller, perdido en diciembre de 1984, en el Mato Grosso, Brasil. Las cintas originales, halladas por el profesor Silveira, son un documento único sobre la barbarie humana, Aquí hemos decidido recortar los pasajes más áridos y centrarnos en las crudas descripciones que nos legó Keller.

"Tres de diciembre de 1984. Son las 7 p. m. y ha anochecido. Después de varios días de agonía mi guía, Joao, ha fallecido a causa de las fiebres. Me encuentro solo entre esta tribu desconocida por la antropología, que no conocen otro hombre blanco que yo. "

"Tras ofrecer el cadáver de mi acompañante a sus dioses(repartiéndoselo en trozos toda la tribu)la costumbre de los nativos es ofrecer una gran fiesta en honor a los muertos. Intentaré relatar lo más fielmente posible como se desarrolló. "

"Los miembros de la tribu son esbeltos y bellos. Los hombres son musculosos, y las mujeres, que no conocen el vestido, caminan erguidas y orgullosas. Su tez es clara, más que la de otras razas vecinas. Me obligaron a desnudarme completamente para convivir entre ellos, por lo que en numerosas ocasiones mi excitación sexual me hacía pasar malos ratos. "

"La noche, iluminada por las hogueras, estaba consagrada a los muertos. Pero era en realidad una celebración de la vida, como pude muy bien comprobar. Sentado sobre un cojín de hojas observaba los sensuales bailes de las mujeres. El fuego hacía brillar sus engrasadas pieles. Sus hermosos pechos saltaban y sus muslos temblaban de placer. A ambos lados de mi se sentaban dos niñas, aunque perfectamente formadas, y comenzaban a preparar un extraño brebaje con raíces. "

"Las excitantes evoluciones de las danzarinas habían despertado mi libido y mi pene se erguía entre mis piernas ansioso de placer. Los hombres de la tribu también danzaban ahora. Sus relucientes cuerpos, cubiertos sólo por la grasa de algún animal, se agitaban como anacondas. Una característica muy a reseñar era la extraordinaria longitud de sus miembros viriles;aún en reposo parecían medir unos veinte centímetros. "

"Las chicas seguían con su preparado, que contenía, entre otras cosas, su propia saliva, orina y sangre menstrual. Una vez terminado me lo ofrecieron a beber, a lo que no pude negarme. Bebí aquello como pude y, sin terminar el cuenco, caí en un éxtasis indescriptible. Sentía palpitar mi miembro y verlo crecer por momentos. El tamaño que estaba alcanzando era prodigioso. Las venas que recorrian mi pene parecían estallar de bombear sangre. . . "

"Las muchachas que me dieron la droga fueron las primeras en probar mi furia sexual. La primera me agarró la verga con sus manecitas, que casi no abarcaba, y comenzó a masturbarme. Estaba loco de deseo, mientras la celebración continuaba ajena al indecoroso espectáculo. El pene crecía y crecía. Aquello no podía ser posible. ¿Qué increíble condimento habrían mezclado para conseguir aquello?La otra chica se había unido a nosotros y comenzó a mamarmela con fuerza. Ya debia haberme corrido pero, sin saber por qué, eso no sucedía. "

"La polla apenas le entraba ya en la boquita. Las mandíbulas parecían no poder abrirse más. Miraba horrorizado y a la vez excitado aquella escena de pesadilla. Algo me sucedía. Sentía un agudo pinchazo en la base de la espalda. Sentí como un desgarrón, mientras la chiquita no dejaba de lamer aquel aparato monstruoso. Solté su cabecita y me palpé la zona dolorida. . . . No podía ser. ¡Había algo allí, pegado a mi espalda!Era como una especie de cola que surgía de mi espina dorsal. Allí estaba. Una increíble mutación instantánea. Y podía moverla a voluntad. "

"Un sonido seco atrajo mi atención hacia la chica. Una masa sanguinolenta donde antes habia estado su nuca se movía como provista de vida propia. Era mi polla. La había atravesado brutalmente. No podia estar sucediendo. Trozos de blanca masa cerebral colgaban de mi sexo. Me aparté violentamente dejando caer a la pobre niña. Su compañera no parecía estar asustada. Al contrario:parecía esperar algo parecido. "

"Mi rabo fustigaba violentamente todo aquel que se acercaba. Aún así, el ritmo frenético de la fiesta no decrecía. Estaba completamente fuera de sí. Agarré una mujer del brazo y la eché sobre un árbol. Vi con deleite como la rugosa corteza desgarraba sus pechos y vientre. Me miró con descaro, ansiando más daño. . . y se lo concedí. "

"La penetré por detrás, introduciendo salvajemente mi grotesco miembro por su dilatado ano. Aquella deformación alcanzaba ya casi el medio metro y los quince centímetros de diámetro. La demoníaca cola restallaba contra las piernas de mi víctima, haciendo manar ríos de sangre. Lo introduje hasta el fondo, observando como de la boca de la mujer manaba sangre. La había reventado por dentro. Saqué la polla, impregnada de sangre y trozos de vísceras, y vi como la muchacha aún pedía más. "

"Su ano y su coño eran ya un solo orificio. De el pendian sanguinolentos pedazos de piel. Metí mis manos en ese agujero y lo abrí violentamente. Su delicioso cuerpo se rajó como un melón maduro, cayendo al polvoriento suelo sus intestinos y órganos internos. "

"Mi sexo clamaba por vaciarse, así que cogí a una chiquilla de no más de once años y la hice arrodillarse ante mi. Mi pene esta semi-flaccido, pero aun conservaba descomunales proporciones. La niña no podía tragarlo entero, solo mordía mis huevos, que dejó en carne viva, y chupaba el glande, grande y rojo como un tomate. Vi que la eyaculación se acercaba, por lo que le agarré la cabecita para que no dejara escapar ni gota. Aquello fue el clímax de una noche horrenda. Mi mutada polla lanzó tal chorro de esperma en el interior de la chiquilla que vi como le salía por la nariz y los oidos. Pero seguía. Un segundo chorro hizo que se le salieran los globos oculares, que colgaron de las vacías órbitas solo sujetos por los nervios ópticos. Todo su cuerpo rezumaba semen. "

"La tribu al completo estaba dando buena cuenta de los cadáveres. Comían y bebían la sangre de los suyos, mientras fornicaban como perros:madres, hijos, hermanos. . . Mi cola se movía como una serpiente. Alcé mis manos hacia mi cara:Aquello debía ser una pesadilla, tenía que serlo. Pero. . . ¿qué es lo que tenía en la frente?Parecen. . . no, no. No lo son. ¡Eran cuernos!Dos horribles cuernos carnosos me brotaban de la frente. . . "


El resto del relato no merece el menor interés. Parecen ser los delirios de un enfermo. Después de seis expediciones al lugar de los hechos sólo ha regresado una persona. . . si es que puede llamársele así. Está encerrado en algún búnker de Arizona vigilado por todo un ejército.