Doctor Griego House

Una buena recomendación debe ir acompañada de un buen ejemplo. Y si el médico dice que el SEXO ES BUENO PARA LA SALUD...

Dr. Griego House

Hubiese sido un día como otro cualquiera entrando por la puerta del Hospital si no fuese por el terrible dolor que le azotaba la pierna y que no pudo calmar por falta de pastillas. El maldito detective le había confiscado hasta su amor propio en venganza por el tratamiento recibido por el médico.

Aplicando una mirada de perro rabioso espantó a una enfermera que le tendía unas carpetas, siguió todo lo rápido que pudo hasta el despacho de Cuddy mientras espantaba también a Cameron con un "ven luego a martirizarme" y cerró de golpe la puerta tras de sí.

  • Buenos días, cariño, ¿tienes mi desayuno? –preguntó a la jefa con su incurable sarcasmo.

  • No hay pastillas, House. No puedo mover un dedo sin perjudicar la imagen de esta institución para darte tu maldita Vicodina. Tendrás que hablar con el detective.

  • Ese detective no quiere hablar conmigo, quiere sodomizarme. Bueno, no literalmente, pero me está doliendo como si lo hiciese –replicó con una mueca.

  • Deja de hacer metáforas con tu ego, tu trasero y tu pierna y haz algo honorable por una vez en tu vida –casi grita Cuddy-. Trata de rehabilitarte, de hablar con ese detective ¡lo que sea! Pero deja de pedir pastillas.

Dando por terminada la conversación salió House por la puerta y se fue a los vestuarios. Encontró allí a Cameron terminando de cerrar la taquilla y antes de que pudiese pronunciar palabra ella alargó la mano dentro de la taquilla y sacó un bote de pastillas que le tendió a House.

  • Sé que vienes a pedirme una receta y no pienso hacerla así que toma esto, es para aliviar el dolor menstrual pero te servirá.

House se tomó la medicina mientras se marchaba la chica y decidió darse una ducha para aliviar con el calor del agua el dolor. Estando bajo el chorro de agua se le vinieron a la memoria algunas escenas con su ex-mujer y a pesar del dolor el pene saltó como un muelle y se le pegó al ombligo con una tremenda erección. Ausente y absorto como estaba en sus recuerdos, sentado en el vestuario y aún con el pene duro, lo encontró Foreman, que preocupado porque no acudía a la sala de reuniones fue a buscarlo donde Cameron dijo que lo dejó.

  • ¡Joder, House! En lugar de andar pidiendo pastillas parece que estés buscando otra cosa. ¿No se te ha ocurrido aliviarte y de paso mitigas el dolor?

  • ¡Joder, Foreman! Si con tantas ganas te dejan las chicas ¿qué te hace pensar que yo voy a hacerte más caso? –y se tapó con una toalla-. En cuanto me vista voy a ver con qué enfermito me sorprendéis. Ve mirando otra vez todo lo que habéis hecho que seguro que se os escapa algo, como siempre.

Saliendo el compañero por la puerta tramó algo para conseguir pastillas y, de paso, aliviarse como le recomendó Foreman. Dejó su entrepierna con las ganas de una buena descarga, se vistió, acudió a la sala a ver a su equipo, ordenó una serie de procedimientos tras evaluar la situación del enfermo y se fue de nuevo al despacho de Cuddy.

  • Algo me pasa en la pierna, creo que se me está entumeciendo, mira a ver porque según tú yo tengo mal la cabeza para estas cuestiones personales.

  • Si pretendes darme lástima para que te haga la receta, olvídalo –le espetó seriamente la directora.

  • No es una mentirijilla, mamá, de verdad –ironizó House-. Por favor, Cuddy, examina un momento la pierna.

Y antes de que la directora pudiese replicar dejó el bastón sobre la mesa y se desabrochó y bajó el pantalón, se sentó en la silla y descubrió la pierna mala para apoyarla en la silla de al lado. Cuddy soltó bruscamente el bolígrafo, se levantó y se acercó a House, se inclinó y empezó a palpar la pierna. La mente de House comenzó a imaginar y se le empalmó el pene otra vez, esta vez con más ganas. Echó la cabeza atrás y cerró los ojos. Cuddy se percató del miembro de Greg y se le fue la cabeza, sus ganas mandaron más que su cargo. Se arrodilló rápidamente entre las piernas de House y le empezó a sobar los muslos mientras restregaba la cara por los calzoncillos. House le pegó un tirón a la prenda y la polla golpeó la cara de la jefa, la jefa abrió la boca con ansiedad y se la metió hasta el fondo. House le pegó un tirón con ambas manos a la ajustadísima chaqueta de Cuddy para abrírsela y le destapó sus redondas tetas.

  • Alto ahí, jefa, vamos a darle el debido uso a esto –dijo agarrando la polla.

  • Me parece bien, Greg –respondió Cuddy quitándose el resto de la ropa.

House le dio la vuelta a la mujer y le tumbó el tronco boca abajo en la mesa con los pies en el suelo. Le agarró las nalgas para abrírselas y con la durísima polla le empezó a restregar la entrepierna.

  • Clávala de una vez, no seas tan retorcido como con tu lengua, ¡por favor! –suplicaba Cuddy.

Y se la hincó despacio pero sin pausa, sin hacerla retroceder un milímetro. Cuddy jadeaba consumida por las ganas y estaba deseando correrse pero House quería martirzarla un rato más. Cuando llegó al fondo dio unos rapidísimos pero suaves empujoncitos, sin dejar salir nada de su polla, como si imitase un vibrador. Le agarraba un pecho con cada mano, haciendo que los pezones sobresaliesen entre los dedos para restregárselos en la mesa mientras los sobaba, lo cual martirizaba aún más a la jefa. House notó cómo ella enloquecía aún más de ganas, trataba de no gritar y arañaba el cuero que adornaba el escritorio. Ella tenía los ojos cerrados y estaba ida por completo. House entonces alcanzó de su chaqueta un formulario y se lo puso a Cuddy junto a la cabeza. Le susurró luego al oído: "Sé buena y hazme una receta, anda".

  • ¡Pero qué estás diciendo! ¡Ni hablar! ¡Termina de follarme, quiero correrme! –mascullaba la jefa.

  • Vale, tú lo has querido –dijo malévolamente House.

Y empezó un mete-saca rápido y violento, metiendo y sacando prácticamente toda la polla. Con un último empujón para dentro le descargó el semen y dando unos empujones más en el fondo sin sacarla terminó de correrse. La sacó bruscamente, aún muy hinchada y se arregló la ropa.

  • ¡Maldita sea, House, no has acabo conmigo! ¡Quiero correrme! –deliraba Cuddy.

  • No hay receta, no hay orgasmo. Gracias de todas formas por el examen, me ha aliviado bastante. Si cambias de opinión y me das la receta seré bueno y haré uso de mi retorcida lengua contigo.

Y se retiró con aire triunfante dejando a Cuddy con las ganas incluso de masturbarse porque empezó a sonar el teléfono al cual la jefa no tuvo más remedio que atender. Durante el resto del día se cepilló a la jefa en otras dos ocasiones (en la tercera consiguió la receta) y también tuvo su ración de Cameron en las dos jornadas siguientes. En el primer encuentro con Cameron la sodomizó después de haberla excitado con el mago de su bastón en el culo mientras ella le comía la polla. Por supuesto la dejó con tantas ganas que estaba seguro que le haría una receta.

La segunda ocasión pilló a Cameron en la ducha tratando de desfogarse con Chase las ganas acumuladas. Estando ellos de pié con lo suyo se arrimó con sigilo por detrás de Cameron y se la metió por el culo de nuevo mientras ella estaba colgada del cuello de Chase con las piernas alrededor de la cintura.

  • Venga, jefe, me alegra la sorpresa, dale fuerte y con eso me corro yo también –jadeaba Chase con la polla enterrada en la chica.

  • ¡Joder, dos pollas para mí! ¡Esto es de infarto! –gemía Cameron.

Y empezaron a dúo a clavarle las pollas. Como un reloj tic tac tic tac golpeaban los huevos en la entrepierna de la chica, golpe Chase, golpe House.

  • Así, nenes, esto es follar. Las cosas que se aprenden en el trabajo ¿eh? ¿Seréis buenos con vuestro profe luego, eh?

  • Sí, sí, lo que quieras, no dejes de darle fuerte a esta tía que me gusta la cara que pone –decía vicioso Chase.

  • ¡Te serviré las pastillas en mi coño si quieres pero clávamela con fuerza! –gritaba la chica.

Le llenaron a borbotones de leche y luego se la limpiaron con caricias bajo el agua, cada uno por un lado.

  • Menudas fuerzas tienes, House –susurraba la doctora.

  • Nenita, lo que no puedan hacer mis piernas el resto del cuerpo lo compensa con creces, creo que lo has comprobado de sobra.

Los dos colegas de House en plan trío, e incluso la jefa con ellos tres, tuvieron desde entonces algún desahogo con el doctor. Foreman se enteró a la larga de a qué venían tantas escapadas en el trabajo y acabó por poner también su polla al servicio de la comunidad para enterrarla en cuantos agujeros le servían sus compañeros.