Dobles parejas 2

Era viernes y la primera vez que asistíamos a una fiesta gay… Gay, hetero e infidelidad

DOBLES PAREJAS 2

Era viernes y la primera vez que asistíamos a una fiesta gay… Gay, hetero e infidelidad

—Mauro… Hay algo de lo que tenemos que hablar… — La voz de Olga me sorprendió. Pero aún más su mirada huidiza…

—¿Qué? ¿Hay algo por lo que me tengo que preocupar?… — Dije, intranquilo.

Los tres me miraban a intervalos, estaba claro que había algo que yo no sabía, algo que ellos me ocultaban…

—Depende de cómo te tomes lo que tenemos que decirte… — Respondió Olga. Lula y Francis me miraban a hurtadillas. Olga continuó.

—¿Recuerdas que te dije que Lula me había comentado que quería tener un hijo?

—Claro que lo recuerdo… ¿A dónde quieres ir a parar?

—Pues resulta que no era del todo… cierto. En realidad lo que me dijo es – Olga, voy a tener un hijo, estoy embarazada de cuatro semanas… - — Dicho esto calló.

Intenté hablar pero ella puso un dedo sobre mis labios para que callara. Yo puse mis manos en su pecho para, suavemente, empujarla para apartarla de mí, sin dejar de mirarla. Observé como se le humedecían los ojos…

—Déjame seguir hablando, por favor, Mauro, no me interrumpas… — Me dijo con voz suplicante.

Una vez ella se apartó, se sentó a mis pies en la cama, adoptando la posición del loto; yo encogí mis piernas para abrazar mis rodillas, con la espalda apoyada en el cabecero. Comencé a temblar…

—Al parecer Lula y Francis… Llevaban acostándose ya algunos meses…

Un nudo en mi garganta me impedía respirar, hundí la cabeza entre mis rodillas y mi temblor se incrementó. Mi cabeza retumbaba como un tambor con los latidos de mi corazón. Caí de lado…

Me desperté rodeado de los tres traidores, me miraban asustados, preocupados.

—¿Qué me ha pasado? — Me sentía mal, pero no sabía por qué…

Al recordar grité… Un grito que partía de lo más profundo de mis entrañas y asustó aún más a los tres que me miraban…

—¡Mauro, cálmate!. ¡Estamos aquí contigo! ¡Y te queremos… coñoo! — Gritó aún más alto Olga.

Traté de calmarme… Un dolor en el centro del pecho me hizo sentir que me moría.

—Respira hondo y cálmate, cariño, mi vida… ¡Te quierooo!  — Gritó Francis abrazándome y cubriéndome de besos…

—¡¿Por qué me has hecho esto Francis?,…! ¡¿No eras feliz conmigo?!

—Síi, y lo soy, pero Lula y yo… ¡También la quiero!… ¡y a Olga!… Pero no como a ti amor mio. Ellas son como nuestras hermanas, tú lo dijiste… Pero Lula y yo, somos bisexuales, disfruto contigo, pero también con ella. Eso no significa que te quiera menos Mauro. Al contrario, te quiero más… Mucho más. Desde que estamos… juntos, me sentía feliz pero me faltaba algo… un hueco que ha llenado Lula… Además… será la madre de mi bebé, de nuestro bebé. — Francis lloraba abrazándome… Me dio mucha pena.

—Mauro, piensa que no es tan grave lo que ha ocurrido. Todo sigue igual. A mí no me ha hecho ninguna gracia compartir a Lula con Francis… Pero la quiero mucho y si esta situación la hace feliz… Cuenta con mi aprobación. Lo que sí tengo muy claro es que no van a contar conmigo para que los acompañe en sus escarceos. Me ocurre lo que a ti. Me excitan solo las mujeres, en este caso Lula. Francis no me atrae lo más mínimo sexualmente. Cuando estuvimos nosotros juntos el otro día comprendí lo difícil que será que yo me quede embarazada de ti. Pero haremos de tripas corazón ¿no? ¿Seguiremos intentándolo, Mauro? No abandones te lo suplico. Haz como yo. Alégrate de que ellos sean felices juntos y también lo sean con nosotros.

La disertación de Olga me convencía, aun así, me sentía traicionado.

—Mauro, amor mío. Te quiero con toda mi alma… No dejes que esto que ha ocurrido empañe nuestra felicidad. Considéralo como un pequeño escollo que tendremos que salvar. Que nuestro amor hará que lo superemos… — Francis me besaba mientras hablaba.

—Bien… Trataré de asimilar esto. No os garantizo nada, no quiero que por mi culpa se vaya a la mierda nuestra relación y la amistad que nos une. Pero que sepas, Francis, que te he sido fiel en todos estos años que hemos estado juntos… Tú has abierto una puerta peligrosa que no sé adónde nos llevará… — Me levanté y me fui al baño donde me di una refrescante ducha.

Continuamos con nuestros planes para casarnos… Reunidos todos los documentos necesarios nos dedicamos a preparar una sencilla ceremonia con unos amigos y familiares allegados.

Pasaron las semanas y por fin llegó el día señalado para unirnos los cuatro…

Tras salir del juzgado donde firmamos nuestros enlaces, nos dirigimos al hotel de un conocido, amigo, donde habíamos preparado un pequeño banquete. Comimos, bebimos, bailamos y, como estábamos en un entorno de confianza, pudimos expresar nuestros verdaderos impulsos. Besé a Francis, se besaron Francis y Lula y me besé con Olga. La verdad, aunque de cuando en cuando aparecían los celos, pude soportarlo.

Olga había invitado a su hermana Diana, una monumental mujer, dos años menor que ella y a su novio, Lucio, un hermosísimo moreno, alto, delgado, cuerpo de gimnasio, que me encandiló nada más verlo… Olga me confesó que ella y su hermana habían tenido sus escarceos sexuales de jovencitas; pero Diana no siguió en camino de Olga. Me dijo que su hermana era bisexual.

Bailé con Diana, había bebido bastante, intentaba besarme y su novio sonreía… Yo le sonreía… Olga me abrazó por la espalda…

—Mauro, vamos a llevar a mi hermana al dormitorio que ha bebido mucho…

—Sí, tienes razón… Vamos; dile a Lucio que nos ayude.

Francis y Lula seguían bailando muy acaramelados… Sentía envidia, celos, a veces rabia; una mezcla de sentimientos que me hacían sentir muy mal. Olga se dio cuenta. Llevábamos a Diana, prácticamente desmayada, entre los tres, a una habitación de las que habíamos reservado a nuestro amigo, propietario del hotel.

Al llegar a la puerta Lucio la cogió en brazos como si la novia fuera ella, Olga me miraba de forma extraña… Abrí con la tarjeta y entramos todos en la habitación. Olga quitó la cubierta de la cama y Lucio depositó a su novia con suavidad. Me miró, miró a Olga, vino hacia mí, me abrazó y me besó con una pasión inaudita…

—¡¿Pero qué haces, Lucio?! — Dije, sorprendido, cuando pude separarme de su boca, sin hacer ningún esfuerzo, claro.

Olga me sonreía; me abrazó y me beso en la mejilla, empujándome hacia Lucio y colocándose sobre su hermana. Comenzó a desnudarla, quitándole los zapatos y besándole los dedos de los pies. Me quedé de pie como un pasmarote. Lucio me quitó la chaqueta y me dejé… Con una gran habilidad me desnudó, se desnudó… Yo estaba algo mareado, pero no tanto como para no darme cuenta de lo que se avecinaba.

Poco después estábamos los cuatro desnudos en la cama, Olga besando y lamiendo a Diana y Lucio… Lucio me acariciaba. Mi miembro en sus manos crecía y endurecía como nunca. Olga y su hermana, que ya había recuperado el conocimiento, nos miraban se acariciaban se besaban y se dedeaban una a otra con auténtica pasión.

Lucio me empujó para que me inclinara sobre ellas. Olga puso su conejito sobre la cara de Diana, apresó mi cara con sus manos para besarme… Y me gustó… Sobre todo porque con su mano rebañó su sexo para restregarlo en mi culo; Lucio apuntaba su falo a mi ano y presionaba con él hasta que sentí, con un delicioso dolor, como me penetraba, como llegaba hasta lo más profundo de mi ser… ¡Era delicioso lo que me hacía!

—¡¡Lucio… me matasss…!! — Le grité al borde del desmayo por el placer.

Olga empujó a su hermana para colocarla bajo mi cuerpo, yo estaba como una perra a cuatro patas. Diana atrapó mi polla y empezó una felación que me llevaba al cielo, o al infierno, no sé; Olga seguía besándome, pero pronto me dejó y se dedicó a lamer el chocho de su hermana que, a pesar de estar aún bajo los efectos del alcohol ingerido, seguía mamándome y gritando de placer cuando sacaba mi verga de su boca. Ante mí los dedos de Olga penetraban el ano de Diana, ensanchándolo hasta límites insospechados. Su dilatación era exagerada. Claro que si Lucio practicaba esa vía, no era de extrañar…

Las estocadas de Lucio me llenaban totalmente. Su falo debía ser enorme, por cómo me abria el esfínter… Lo sentía muy tenso.

—¡¡Bribones… Me vais a matar… Ayyy que gusto Dios mío!!

Oleadas de placer y dolor recorrían mi cuerpo…

No me advirtió; simplemente empujó dos veces con una violencia brutal y descargó su semen en el interior de mis intestinos.

El clímax de Lucio provocó el mío y al empujar, clavó mi pene en el fondo de la garganta de Diana, provocándole arcadas y asfixia por mi descarga… Me corrí con espasmos violentos. Yo no era consciente de lo que ocurría y Olga me empujó para liberar a su hermana del ahogo.

Lucio saco su espada de mi vientre, me separé de Diana y Olga aprovechó para lanzarse sobre ella y lamer su cara, llena de mi descarga, cabalgarla y cruzar sus muslos para frotar sus clítoris hasta retorcerse atravesadas por las deliciosas descargas de sus orgasmos..

Se separaron; Lucio se colocó sobre su novia para penetrarla con su, ahora pude verlo, enorme falo, de no menos de veinte centímetros y de un grueso excepcional.

Jamás me habían follado con un aparato tan grande. Me dolía el culo pero había valido la pena. Me gustaba ver como la pareja se retorcía de placer.

Olga me abrazó amorosamente y me besó en la mejilla. Cogió mi mano y la puso sobre su vientre, me miró…

—¡¡¿Estas…?!!

—¡Sí, Mauro! Llevo dentro de mí a tu bebé; a nuestro bebé…

En un arranque de alegría abracé a mi mujer y besé su boca. No me di cuenta de hasta donde me excitaba, su mano había bajado hasta mi pene que, sería por la alegría, estaba de nuevo duro… Golpeándome el ombligo. Me besaba y acariciaba la cara con las dos manos… Con su mirada indicó la dirección de la otra pareja…

—Y ahora, aprovecha la postura de Lucio… Te está esperando, mira su culo… —Dijo con cara de niña traviesa…

Efectivamente, Lucio estaba sobre Diana bombeando su coño. Olga se acercó y con sus dos manos separó los glúteos para mostrarme un apetitoso ano…

Olga se pasó la mano por su sexo y recogió sus emisiones para embarrar el ojo negro de Lucio que miró hacia atrás y me sonreía. Olga me besó y sostuvo mi verga dirigiéndola hasta el asterisco de Lucio que se quedó quieto, empujé y con un poco de esfuerzo entró hasta golpear mis testículos el perineo del chicarrón.

Yo estaba en la gloria, jamás pude imaginar que mi boda con Olga llegara a ser tan placentera…

En agradecimiento, pasé mi mano por sus labios vaginales, mi dedo medio por su interior y al alcanzar su clítoris cerró los ojos y emitió un gemido… Continué, a pesar de mi poca experiencia en esos menesteres y…

—¡Sigue mi vida… Sigue asiiii! ¡Que gusto joder! ¡Mauro, te quierooo!

Unos espasmos doblaron su cuerpo. La sujeté y la atraje hasta besar sus labios. Mi polla estaba a punto de reventar… y explotó. Ahora fue ella quien tuvo que sujetarme para no dejarme caer al suelo…

—¡Qué gusto joder… ¡ ¡Olga, te quierooo! ¡Cuánto placer me das…!

—Diana se retorcía por enésima vez presa de un nuevo clímax; Lucio descargó en su seno y gritó como un toro bombeando con fuerza en el vientre de Diana que parecía desmayada, desmadejada en la cama. Olga le besaba los labios…

—Dianita, mi vida… Cuanto tiempo sin tenerte entre mis brazos… Te quiero… Más ahora que vas a ser tía. Mauro y yo vamos a tener un bebé…

—¡¡¿De verdad, Olga?!! ¡¿Me vas a dar un sobrinito?! ¡Qué alegríaa!

De pronto se sentó en la cama mirando a su hermana, mirándome a mí, sorprendida.

—Olga, pero tú… ¿Y Lula?

—Tranquilízate, Diana; Lula está embarazada de Francis… Lo acordamos entre los cuatro y… por ahora nos va bien… Lula y yo seguimos juntas; también Mauro y Francis… Pero de cara a la sociedad seremos dos parejas “normales”, con nuestros bebés. A papá y mamá no se les puede decir la verdad, aunque imagino que no son tontos y lo supondrán, pero no me importa. Tú no les digas nada porfi.

—De acuerdo, Olga… Por mí no sabrán nada. Cuando te parezca vas a verlos y les presentas a Mauro… Tú sabes que les darás una gran alegría si les llevas un nieto… Lo están deseando; a mí me presionan y Lucio no está por la labor; no quiere niños por ahora…

Esta conversación llegaba a mis oídos mientras un suave sopor se adueñaba de mis sentidos.

El ruido de la cisterna del wáter me despertó. Por el ventanal, a pesar del tupido cortinaje, se filtraban los rayos de sol… No sabía dónde estaba; poco a poco fui despertando. Olga estaba a mi lado, dormida… Un ligero hilillo de saliva escapaba de la comisura del labio a la almohada formando una mancha circular de humedad.

Estaba hermosa en su desnudez. En ese momento pensé que sería una gran madre para nuestro bebé y ese sentimiento me produjo una honda emoción que llenó mis ojos de lágrimas. Me acerqué y besé su frente; el amor que sentía por ella no era carnal, nada relacionado con el sexo; pero la quería.

En el baño se escuchaba batir de nalgas; Lucio y Diana estaban liados… Quejidos, lamentos y al fin gritos sofocados, indicadores del clímax alcanzado. Después risas, besos sonoros…

Aparecieron envueltos en sendos albornoces, con el pelo revuelto y húmedo él y con una toalla liada ella. Me miraron sonriendo, les devolví la sonrisa. Diana se acercó a Olga y la movió para despertarla…

—Olga, mi amor… Nos vamos que es tarde, son casi las nueve y tengo que volver a casa, mamá no sabe dónde estoy y estará preocupada.

—¿Tan tarde es? ¿Mauro por qué no me has despertado? ¡Y Lula sin saber dónde estoy…!

—No te preocupes, Olga, casi seguro que no se han dado ni cuenta… Estará entretenida con Francis…

Diana se secaba el pelo mientras Lucio se vestía. Yo no dejaba de admirar el soberbio cuerpo de este hombre. Olga se recostó de nuevo en la cama y acarició mis mejillas…

—¿Y tú, cómo estás, Mauro?

—Pues… No me puedo quejar… Jamás pude imaginar que mi noche de bodas fuera tan… movida…

—Yo tampoco; desde luego no la pude imaginar sin Lula, pero ya ves… Tampoco me puedo quejar… ¿No es así Diana?

—Por supuesto hermanita… Ha sido una gran noche para todos… creo…¿Qué piensas Lucio?

—Pues qué voy a pensar; que estoy deseando repetirla ¿Por qué la repetiremos no?

—¡Pues claro que sí! — Respondimos al unísono Olga y yo.

—Bueno, nosotros nos marchamos… Besos tortolitos…

Diana me beso en la mejilla y Lucio a Olga,  a continuación se abalanzó sobre mí y me devoró los labios con su boca… Realmente era impulsivo el muchacho. Correspondí a su ósculo. Se separó con pena… Diana besó también con pasión a Olga… Finalmente se marcharon…

—Y nosotros ¿qué hacemos, Mauro?

—No sé, ¿se te ocurre algo, Olga?

Me miró a los ojos y nos besamos… Tímidamente se arrodillo ante mí y comenzó a chupar mi pene; entorné los ojos pensando en Lucio y se puso rígido.

De pronto se apartó, se puso a cuatro patas, como una perrita y me miró con cara de niña traviesa moviendo su grupa.

No lo pensé… Escupí en su agujerito y puse mi prepucio en la entrada, empujé con suavidad hasta que entró; un quejido de ella hizo que me detuviera…

—¡Sigue… Sigue, no te pares ahora…!

Continué presionando hasta que mi escroto golpeó su perineo… A partir de ese momento la cópula se hizo más fácil… Ella segregaba gran cantidad de líquidos que recogía con su mano y embarraba en su ano… Apoyada en sus rodillas, la cabeza y un hombro, se masturbaba… amasaba sus pechos y pellizcaba los pezones de forma brutal… Un gemido, un nombre, me hizo acelerar…

—… Aahhhg… Lula… amor mío…

Yo grité…

—… ¡Francis… te quierooo!

Acabamos los dos casi al mismo tiempo; nos dejamos caer desmadejados en el lecho, frente a frente… Nos besamos… De nuevo nos dormimos…

Unos golpes en la puerta nos despertaron. Me levanté y me puse por encima el albornoz que había dejado Lucio; abrí la puerta… Francis con cara de enfado.

—¡Vaya! ¡Por fin te encuentro!

—Tranquilo… tranquilízate, Francis… nos mareamos y subimos a acostarnos y nos has despertado tú… — Entró, miró a Olga, que se había cubierto con la sábana y se dirigió al baño, viendo que no había nadie salió y se marchó muy cabreado dando un portazo.

Olga me miró sorprendida, le sonreí, me sonrió…

—Anda bolleríta, vamos a la ducha que te hace falta… Hueles a sexo que apestas…

—Pues anda que tú…

Riendo, nos duchamos, lavándonos ella a mí, yo a ella; sin tensiones, como hermanos… Pero con la conciencia de que habíamos descubierto algo, que cambiaría el resto de nuestra vida…

Francis y Lula nos esperaban en la barra de la cafetería, con gesto huraño. Olga la besó, superficialmente… Pedimos un desayuno… copioso… y nos fuimos a una mesa a la que se acercaron ellos, sentándose con nosotros.

—¿Parece que estáis hambrientos, no tenéis nada que decir? — Apuntó Lula…

—¿Qué queréis que digamos? Hemos celebrado la noche de bodas… Ha sido todo un poco… precipitado… pero bien… ¿Y vosotros? ¿Cómo lo habéis pasado? — Respondí sin dejar de sonreír.

—¡¡Fatal!! ¡¡Nos hemos pasado la noche sin saber dónde estabais!! La suite nupcial que teníamos reservada no se ha utilizado… Hasta esta mañana no hemos sabido que estabais en otra habitación… La angustia nos mataba… ¿Por qué lo habéis hecho?

Francis estaba llorando. Lo conocía bien y sabía que no fingía. Lula se abrazó a Olga y le llenó el hombro de lágrimas y mocos… Lloraba… Le ofrecí una servilleta de papel…

—No ha pasado nada… Mi hermana se emborrachó y perdió el conocimiento… Su novio no podía llevarla solo y los acompañamos; como nosotros también íbamos cargaditos, nos quedamos todos dormidos y cuando nos despertamos ya no estaban, se habían ido, así que aprovechamos para seguir durmiendo hasta que Francis nos ha despertado… Eso ha sido todo…

—¿Seguro? ¿No habéis hecho nada? Porque cuando me abriste llevabas un albornoz y Olga estaba desnuda bajo las sábanas… — Francis estaba molesto.

—Fran, mi amor… Nos despertamos e intentamos hacer algo y… no funcionó… Olga se masturbó y yo también, después nos dormimos otra vez… ¿Habéis desayunado?

—¡No! ¡Cómo íbamos a desayunar sin saber dónde estabais!

Llamé al camarero y le pedí otros dos desayunos que devoramos los cuatro. Al parecer tanto los placeres como los disgustos abren el apetito.

Ya más calmados acordamos recoger nuestras cosas y marcharnos a casa.

Por una parte me sentía mal por el susto que se habían llevado al no encontrarnos; pero por otra me hacía sentir bien haberles devuelto la trastada que ellos nos hicieron, el engaño. Además saber que Olga y yo nos complementábamos fue todo un descubrimiento. Me sentía cada vez más agusto con ella y menos con Francis; que a su vez parece que encajaba bien con Lula…

El viaje fue algo tenso, pero Olga contó algunos chistes que nos hicieron reír. Cuando llegamos a casa parecía que la tormenta había pasado. Dejar el equipaje y encerrarnos en nuestras respectivas habitaciones fue un ver y no ver. Francis me abrazaba con fuerza, con ansia… No haber podido estar juntos en nuestra noche de bodas fue traumático para él, pero muy placentero para mí… Los besos, las caricias que nos prodigábamos nos encendían y sensibilizaban nuestra piel…

Fran se tragaba mi daga con ansia, como nunca, yo imaginaba a Lucio y pronto estuve en condiciones de introducirla en su rosado anito… Él se masturbaba pero sin alcanzar rigidez, no obstante llegó a un orgasmo placentero…

Cuando se repuso, chupe y tragué la verga de Fran hasta ponerla erecta.

Hacer el amor con Fran recordando a Lucio fue un nuevo descubrimiento. Jamás le había sido infiel, ni con el pensamiento, pero su traición al acostarse con Lula me hizo replantearme nuestra relación.

Sentir la espada de Fran atravesándome mientras me imaginaba la de Lucio; imaginar a Lucio en mi espalda y Fran frente a mí, dos vergas, una en mi culo, otra en mi boca… me llevó a un orgasmo tal que Fran se asustó. Jamás me había visto así.

A pesar de la noche tan agitada, derramé mi simiente por toda la cama, una descarga inusitada. Pero después de un tiempo aún me recorrían el cuerpo descargas que me obligaban a retorcerme…

Los gritos de Lula y Olga nos alarmaron. Fuimos corriendo a su dormitorio para encontrarlas en un tórrido sesenta y nueve, con las caras bañadas en jugos y abrazadas a los muslos de la otra y con cara de desesperación por una serie de orgasmos que las mantenían en clímax casi permanente.

Nos sentamos junto a ellas, que lo agradecieron acariciándonos con sus manos llenas de líquidos y babas que, extrañamente, ya no me asqueaban, al contrario, me gustaba su olor, su sabor, sobre todo el de Olga…

Quedaron desmadejadas sobre el lecho con una sonrisa boba en los labios. Nosotros, aun desnudos, nos sentamos a su lado. Yo acaricié a Olga que me lo agradecía besando mi mano. Fran se lanzó a besar la boca de Lula con pasión.

Olga me miró y atrajo mi cabeza para besarme en la boca; no solo acepté, abrí mis labios, nuestras lenguas entrelazadas… Su mano en mi pene, sobándolo, meneándolo con delicadeza; llegando hasta mi ano, donde introdujo dos dedos y los movió provocándome sensaciones placenteras… Mi esposa sabía cómo hacerlo. Era toda una experta como pude comprobar cuando se lo hacía a su hermana.

Nos despreocupamos de la otra pareja para centrarnos en nosotros. Olga de colocó, como ella sabía que me gustaba, de perrito, con una mano en su sexo y la otra en sus pechos. No lo dudé, me puse tras elle para penetrarla de un solo golpe de cadera que le hizo exclamar un grito de dolor…

—¡¡Aaahhggg!! ¡Cabrón, maricón dame duro! ¡Rómpeme el culo!

Francis y Lula se quedaron sorprendidos mirándonos…

Lula se colocó bajo Olga para lamer su vulva, ofreciendo la suya a su amada. Francis, descolocado me miraba sin comprender nada. Lo atraje hacia mí y le masajeé su falo hasta su polla se enderezó hasta parecer que estallaría. Lo empujé a mi espalda y le ofrecí mi culo, que pronto recibió la embestida de aquel miembro entrando por mis intestinos.

Durante minutos deliciosos nos movíamos en una danza infernal acompañada de lamentos, gritos y movimientos espasmódicos. Descargué en el vientre de Olga después de haber observado al menos dos orgasmos de mi esposa; Fran en mi interior depositó su semen y Lula se retorcía de placer por los lengüetazos de Olga en su clítoris.

Caímos en la cama sin fuerzas. Francis hizo un intento de abrazarme pero Olga, sutil pero firmemente, lo empujó sobre Lula y fue ella la que se replegó en posición fetal entre mis brazos. Así nos quedamos dormidos.

Aparte de las precauciones lógicas con las embarazadas, nuestros encuentros a cuatro eran frecuentes. Cada día me entendía mejor con Olga y como consecuencia follábamos con más frecuencia, no así con Fran, que se le veía más encariñado con Lula. Sin embargo cuando estábamos juntos Fran se comportaba como una auténtica fiera, lo que se traducía en unos polvos increíbles.

Pero lo que me producía un inmenso placer era darle masajes en la enorme tripa y follar el culo de Olga tendidos de lado.