Dobles parejas (1)

Nuestra primera vez y desde luego no será la última.

Esperamos vuestros comentarios y proposiciones para hacer realidad nuevamente todas nuestras fantasías.


A pesar de que nuestra vida sexual ha sido bastante intensa durante años, tanto mi mujer, Ana, como yo, Raúl, veníamos notando, de un tiempo a esta parte un cierto aburrimiento y cada vez menos pasión. Ambos estamos en la mitad de los cuarenta y físicamente nos mantenemos bastante bien. Especialmente Ana, alta y morena, con un buen par de tetas que todavía hacen volver la cabeza a más de uno. Como digo nuestra situación sexual era cada vez más lánguida y yo no veía forma de reactivarla. A veces usábamos películas pornográficas tratando de excitarnos, follábamos en lugares más o menos arriesgados (el garaje, probadores,...) pero la cosa no mejoraba.

Yo llevaba algún tiempo incitando a mi mujer a que hiciéramos intercambio con otra pareja. Cuando estabamos follando y ella estaba a tono me decía que estaba deseando ser penetrada por otro tío mientras yo lo veía todo. Sin embargo cuando trataba de retomar el tema después siempre llegaba la misma negativa: no quería ni oir hablar del asunto.

Hace algunos meses leí en una sección de contactos de internet que una pareja de edad similar a la nuestra buscaba otra pareja para follar juntos pero sin intercambio. Aquello me pareció un posible primer paso y se lo conté a Ana. No le gustó la idea pero poco a poco mi labor perseverante acabó convenciéndola de que podía ser divertido y morboso y no era tan fuerte como el intercambio.

Contesté al contacto y al poco nos llegó su respuesta con una foto de ambos desnudos de bastante buen ver. Era una pareja de Valencia con la que, en teoría, encontrábamos bastante en común. Les mandé una foto nuestra y finalmente decidimos concertar una cita. Era el mes de Junio y decidimos quedar en un hotel nudista de Vera para pasar el fin de semana.

Llegamos al hotel el viernes por la tarde y después de ducharnos nos arreglamos y bajamos al restaurante a cenar. Ana se vistió con un traje ibicenco blanco que le queda sensacional con su piel morena. Llevaba solo el tanga debajo y sus espléndidas tetas adivinables bajo la ligera tela. Alli cenaban varias parejas pero entre ellas yo no era capaz de reconocer a nuestros amigos. Llamé a su móvil pero debía estar fuera de cobertura y no conseguimos contactar. Acabamos la excelente cena regada con una botella de blanco y salimos a la terraza a tomar una copa. El tiempo era sensacional pero yo estaba desilusionado con la espantada de los valencianos.

En la mesa más próxima a la nuestra estaba una pareja que nos saludó cortésmente al sentarnos. Era de edades similares a nosotros o tal vez algo más jóvenes. Ella tenía aspecto de centro europea mientras que él era moreno. La mujer era bastante guapa, muy rubia y con hermosos ojos claros. Tenía la piel tostada por el sol con ese aspecto saludable y fresco de quién dedica mucho tiempo al deporte y al aire libre. Vestía una increíble minifalda que dejaban al descubierto unas largas y estilizadas piernas que apoyaba de forma displicente sobre la silla que había frente a la suya. No llevaba zapatos y en sus morenos pies destacaba el color oscuro de las uñas pintadas. Por arriba vestía tan solo una especie de pañuelo brillante que llevaba anudado al cuello y que dejaba toda su espalda al aire. Pude apreciar que debajo del pañuelo sus tetas eran pequeñas y que los pezones resaltaban tensos bajo la tela.

Él, después de algunos comentarios banales sobre la estupenda noche y la cena del hotel, donde también se hospedaban, se presentó como Manuel, español nacido en Sevilla y emigrante desde mucho tiempo a Alemania donde trabajaba y donde había conocido a su segunda mujer, Rachel. Rachel, que era la mujer sentada junto a él, casi no hablaba español y durante este rato parecía como ausente dedicada a mirar el mar y a dar ligeros sorbos en su copa. Poco después nos invitaron a sentarnos con ellos lo que educadamente hicimos. Rachel, al quitar los pies de la silla libre, abrió totalmente las piernas dejando a la vista todo su coño. A partir de ese momento no volvió a cerrar las piernas en ningún momento por lo que yo tenía que hacer auténticos esfuerzos para alejar la vista. Sin embargo comprobé que cuando me sorprendía con la mirada fija en su sexo aprovechaba para abrirlo más y más. Hubo un momento en que su falda estaba tan alzada que yo creo que estaba directamente con el culo en la silla.

Mi mujer y yo cruzamos una mirada ella entre incrédula y curiosa, yo más bien excitado a tope. Manuel nos contó que ellos aprovechaban y siempre que podían se escapaban una semana desde Alemania al calor de España. Iban siempre algún día a Sevilla y luego a este hotel a ponerse morenos. Nos preguntó de sopetón si éramos swingers (utilizó esta palabra). Yo advertí que Rachel de repente atendió a la conversación. Ante nuestro embarazoso silencio él nos contó que ellos lo practicaban desde tiempo atrás. Que para ellos follar con otras parejas, juntos o por separado, no era ningún problema y que aprovechaban su estancia en esta zona para contactar con parejas similares. Al final me animé a contarles cual era nuestro objetivo de ese fin de semana, como habíamos quedado con otra pareja para iniciarnos en el mundo del sexo y como nos habían dado plantón.

no os preocupéis, podemos hacerlo los cuatro

Noté la intensa turbación que produjeron estas palabras en Ana, vi como se dilataban las ventanillas de su nariz pero al tiempo pude apreciar también en su mirada que no rechazaba la propuesta. Me miró y accedimos.

Decidimos subir a su habitación. Cuando Rachel se puso en pie puede apreciar en su conjunto su excelente tipo. Era delgada, de piernas larguísimas y culo redondo y alto. Al ponerse en pie tuvo que bajarse algo la falda porque directamente se le veía el conejo.

Entramos en su habitación que era una suite de tamaño bastante mayor que la nuestra. Tenía una gran terraza que daba al mar y un enorme jacuzzi. Rachel según entró, con un ligero movimiento, enrrolló su elástica falda en la cintura quedando con el chocho desnudo frente a nosotros. Nos sentamos en la terraza y ella sonriendo, frente a mí, abrió todo lo que pudo las piernas para que no nos perdiéramos detalle de su sexo.

es una exhibicionista, nos dijo Manuel

Al momento le dijo unas palabras en alemán y ella se le acercó, se agachó, tiró del pantalón de Manuel y tras observar brevemente la descomunal polla a medio estirar de éste comenzó a mamarsela. Se la estaba chupando de pie, con su culo en nuestra dirección. Mientras Manuel seguía charlando como si tal cosa.

¿qué os gusta hacer? A nosotros nos va todo. A Rachel le encanta que le follen el culo pero sin lubricar, que entren a saco y se lo taladren. Luego si queréis se lo hago. Come pollas y coños con auténtico gusto. Y desde luego lo que mas le va es hacerlo con gente delante. O, mejor dicho, con gente delante y detrás.

El mismo rió su gracia y se la tradujo a Rachel que sonrió sin dejar de mamar. La muy puta me miraba mientras chupaba y comenzó a tocarse el coño. ¡Se estaba masturbando tan tranquila!. Me acerqué a Ana que seguía la escena impávida y nos dimos un morreo. Le pregunté que si quería follar y me dijo que si sin dejar de mirar la polla de Manuel. La verdad es que era un rabo colosal, sobre todo de longitud. Era bastante fino y aún sin estirar del todo era enorme.

Le saqué el traje y se quedó solo con el tanga. Vi la mirada apreciativa de Manuel y como Rachel se incorporó un segundo para apreciar las tetas de Ana. Me desnudé por completo. Aunque mi rabo no era tan largo como el de Manuel si es bastante grueso y con unas venas tremendas que le dan el aspecto de un tronco de árbol. Ana, aún con el tanga puesto, empezó a sobarme mientras yo le comía las peras. Comeme la polla, puta, que te vean estos aprendices, le dije. A Ana en ciertos momentos le encanta este tipo de lenguaje. Cuanto más soez y bestia más disfruta ella. Me dedicó una mamada gloriosa mientras yo no podía dejar de mirar a Rachel, todavía con el pañuelo cubriéndole el pecho, que en este momento le comía los huevos a Manuel. Este se puso a cuatro patas y le pidió algo que enseguida entendí que era que le chupara el ano.

Rachel le metía la lengua por el ano mientras lo masturbaba. De vez en cuando nos miraba. El tío le berreaba en alemán cosas ininteligibles pero cuyo sentido era fácil adivinar. En un segundo se colocó tras ella clavándole la polla en el culo de un solo golpe y de una manera brutal. Rachel dio un respingo y yo creo que hasta alguna lágrima cayó por su mejilla pero culeaba como loca. Su marido le arranco el pañuelo y la falda que llevaba en la cintura dejándola en bolas. Tenía anillas en cada pezón y desde luego ni una sola maraca de bañador. Manuel estaba volcado encima de ella tirándole del pelo metiendo y sacando su larguísima minga en el culo de la alemana. Además no dejaba de hablar "os gusta ver como la jodo?" y mezclaba frases en alemán: Rachel me miraba como me chupaba Ana. De repente con un regular castellano me dijo:

quiero tu polla

Ana me miró dejando de mamar. Yo no sabía que hacer. Deseaba como nunca joderme a aquella puta pero eso no formaba parte del acuerdo. Ana me susurró, con mi rabo entre sus manos: follatela

No dude un instante. Me coloqué delante de ella y se la clavé en la boca. Le sujeté el pelo y empecé a darle con toda mi fuerza. La tía mamaba como una máquina. Para mi sorpresa Ana, ya sin el tanga y con la cara alterada de excitación, se morreó con Manuel metiéndole la lengua hasta la campanilla. Manuel le acariciaba el culo a la vez que seguía dale que te pego con su mujer.

Me dí cuenta que éste también llevaba los pezones con aros. Ana comenzó a comérselos, tirando de los aros. Yo estaba a punto de correrme y quería sacar la polla de la boca de Rachel pero no había manera. Manuel pidió en ese momento que si cambiábamos. Yo entendí que quería cambiar la posición pero cual no fue mi sorpresa cuando al oirlo Ana retiró a la alemana y se puso a cuatro patas entre los dos. Follame el coño, le dijo a Manuel. Este no se hizo esperar cogió su larguísima verga y de fuerte mandoble se la hincó hasta los huevos.

te gusta guarra, decía sobándole el culo, díme que te gusta, te follo mejor que tu marido verdad?

Ver a mi mujer totalmente desnuda jodiendo con un desconocido que la insultaba y sobaba era demasiado para mi. Ni en el mejor de mis sueños lo hubiera imaginado. Mientras yo se la metí en la boca lo que agradeció con fruición. Por los bufidos que empezó a dar noté como Ana se corría con los empellones de Manuel en su coño. El muy cabrón se la follaba a conciencia y le sobaba las peras por debajo.

En esto noté una mano que, por atrás, me trabajaba los huevos y una lengua que recorría el canal de mi culo de abajo a arriba. Note como su lengua entraba en mi ano y lo humedecía con su saliva a la vez que con sus manos sujetaba mi polla en la entrada a la boca de Ana. Rachel se incorporó detrás de mi y giró mi cara para morrearme. Noté una mirada viciosa en su cara y advertí que un dedo de su mano derecha se estaba introduciendo con sorprendente facilidad en mi ano. Puede apreciar que eran dos los dedos que la zorra me clavaba con un mete saca descomunal. ¡La muy puta me estaba dando por culo con todas las de la ley!.

Manuel empezó a gritar de gusto diciendo que se corría. Saco la polla de mi mujer y sobándosela con la mano derecha se corrió en la palma de su otra mano. Rachel dejó mi culo y se abalanzó sobre la mano de su marido a la vez que éste comiéndose entre los dos todo el semen. Dejaron la mano sin una sola gota y luego se besaron acabando de mezclar el semen de las dos bocas.

Aquello me produjo tal excitación que me corrí sin avisar en la boca de Ana que lo admitió con algún suspiro de resignación.

La guarra de la alemana vino entonces a limpiarme con su boca hasta la última gota que quedó en mi capullo. La muy cerda después de saborearlo se fue a morrear con su marido.

Al momento sonó mi móvil. Eran los valencianos que se excusaban por su tardanza, habían tenido un contratiempo con el coche, y llamaban desde la recepción del hotel preguntándonos si seguíamos con la idea de la fiesta. Se lo comenté a Manuel y me dijo que les pidiera que se incorporaran a la nuestra. Les expliqué en qué habitación nos encontrábamos y les puse en antecedentes de que ya estábamos liados. Me respondieron que mejor, así se evitaban prolegómenos.

En estas vi algo que me la puso dura nuevamente. De rodillas en la moqueta Ana le comía la polla a Manuel. Mejor dicho Manuel de pié con sus manos en las sienes de mi mujer, la follaba por la boca mientras, detrás de ella, Rachel sujetaba los brazos de Ana para que no se moviera. Vi como la gigantescas verga de Manuel entraba casi hasta los cojones en la boca de mi mujer. Luego aplastaba la cabeza de Ana contra sus huevos y la mantenía así. Ana con la cara deformada y los ojos cerrados entre los pelos del pubis de Manuel hacia esfuerzos por mantener toda la minga dentro. Mientras Manuel la insultaba a voces:

Zorra, Puta, Guarra te lo vas a tragar todo. Quiero que te bebas hasta la última gota.

Después de unos eternos segundos se la sacaba y Ana volvía a respirar pero era solo un breve descanso ya que al momento se la hundía con más fuerza. Temí por mi mujer. Pensé de repente que era contra su voluntad y dejando el teléfono me acerqué hasta ella y con la excusa de besarla en las orejas le pregunté como estaba. Me miró con la polla dentro y pude ver una cara de placer y vicio como jamás había visto en mujer alguna. Aprovechando que Manuel se la sacó me dijo:

me encanta, me encanta. Follate a esa puta, quiero verlo.

No me hice de rogar atrapé a Rachel, la giré violentamente y la puse a cuatro patas delante de mi mujer. Cogí mi pene con la mano para follarla y cuando ella sintió que me acercaba a su coño me gritó:

por el culo!

Como ya he comentado no la tengo muy larga pero si gorda. Apunté a su ano y de un solo empujón entró hasta el fondo. La muy cerda gritaba de placer y dolor mientras se estiraba de los pezones. Golpee su culo con la palma abierta de la mano la vez que la sodomizaba.

más –gritaba- dame más

Mi mujer miraba con la boca ocupada. Pude apreciar que al tener los brazos libres se estaba masturbando hasta que entre gritos y bufidos se corrió. Rachel tenía el culo rojo de las bofetadas pero no cesaba de pedir más. Con mis empellones nos fuimos acercando a Ana y Rachel, por debajo de los huevos de su marido, comenzó a morder los pezones de Ana. Luego le pasaba la lengua por todo el pecho. Finalmente Ana, sin dejar de mamar, se tumbó para que Rachel le comiera el coño. Yo nunca había visto a Ana abierta de piernas con una mujer comiéndole, con auténtica ansia, el chocho. A la vez Manuel dio algunos pasos y se posicionó sobre Ana follandole la boca.

Estaba a punto de correrme en el culo de Rachel cuando sonaron golpes en la puerta. Manuel la sacó de la boca de Ana y, tal como estaba, desnudo y con la polla enhiesta, abrió la puerta.

Una pareja apareció con un par de botellas de cava y unas copas en la mano. Eran los valencianos.