Doble dosis de nata y calcio del abuelo
Lamí, comí, absorbí, sobe, deguste, paladee aquel cabezón jugoso mientras una de mis manos testaba los enormes y peludos huevos que andaban calientes como sacados de una incubadora.
Estaba tomando café al día siguiente de mi encuentro con el padre de Gema, mi amiga, con aun en la retina el miembro de ese abuelo que me había dejado medio escocida, solo pensar me hacía sentirme mojada y algo en mi interior se estremecía, cuando sonó el portero y una voz inconfundible y varonil delato como sacado de mi cerebro la presencia en el portal de aquel semental de la tercera edad.
Me dijo, buenos días tesoro, no he parado de pensar esta noche en el encuentro y he decidido venir a compensarte por tan buen y grato masaje que me curo todos los males ayer.
Le dije, suba, y al abrir la puerta le dije que con que me iba a compensar a la vez que le daba un besazo en la boca con lengua incluida.
Pues me dijo, mira como creo tienes falta de calcio porque las mujeres en la edad que ya vas entrando, suelen sufrir pequeñas descalcificaciones, he pensado en compensarte y así no tengas que tomar pastilla.
Y como me va a dar el calcio, le dije bromeando…. Pues mira me dijo:- Para que lo asimiles bien primero te lo voy a inyectar con mis jeringuillas (echándose mano al paquetón mientras me lo decía) y luego una dosis más por esa bonita boca que tienes, para que esa se diluya más rápido y tu cuerpo lo recobre y no sufra pérdidas.
Pues estaba tomando café y vi no tenía leche y pensé tenía que ir a buscarla pero ya veo que el lechero paso por casa y me dejara la que necesito.
Por cierto le dije, tengo aquí un pequeño escozor de una visita que tuve ayer por estos bajos y aún están algo resentido este conejito.
A ver déjame ver que igual pudo ayudar a calmar esos picores y pequeñas molestias… mientras me tomo en peso y sentándome sobre la mesa de la cocina me inclino hacia atrás con cuidado no derramar la taza de café y las tostadas que tenía sobre ella y bajándome las bragas con descaro comenzó a auscultar mi conejito, abriéndolo cuidadosamente y tras separar los labios húmedos y carnosos que andaban pidiendo guerra, comenzó a besuquear y a jugar con su lengua por los alrededores e interior, haciendo mi cadera se levantara sobre la mesa como un resorte ante las primeros síntomas de placer.
Trabaja con su lengua con una maestría tal que en pocos minutos estaba ya a punto de llegar a mi primer orgasmo, jugando el con tiempos para que este fuese fuerte y explosivo.
Se ayudó sabiamente con los dedos, incluso introduciendo uno en mi puerta trasera tras jugar con ella, haciéndome dar un respingo de placer, subiendo una manos ahora a mis pechos y pellizcando mis pezones tersos y duros mientras su boca hacia las delicias en mi mojado coñito.
Estaba loca de gusto, viendo que en pocos minutos me había puesto a cien por hora y como no podía ser de otra forma le regale un orgasmos tan intenso que los gritos seguro se oyeron en la casa de algún vecino.
Que caliente eres diosa, diva del sexo, me decía mientras ahora de pies a mi lado, se desabrocho el cinto y dejando caer el pantalón me monstro ese coloso ya más despierto que dormido, con un grosor que me hizo estremecer, pues venia sin slips con aquel monstruo colgando en los pantalones.
Alargue la mano y agarre por el tronco aquel pollon y le dije, déjeme degustarlo un poco, acercándomelo a mi boca tras previamente bajarle con delicadeza toda la piel que cubría su cabeza.
Lamí, comí, absorbí, sobe, deguste, paladee aquel cabezón jugoso mientras una de mis manos testaba los enormes y peludos huevos que andaban calientes como sacados de una incubadora.
Como disfrutaba comiendo aquella tremenda tranca y más viendo como en pocos minutos por su boca asomaban las primeras gotas de líquido trasparente que demostraban estaba muy excitado.
La dureza del tronco, me decía que ya estaba para ensartarme, y como adivinando mis pensamientos, la agarro retirándola de mi cara y boca, para guiarla entre mis piernas, que previamente subió sobre sus hombros, y abriendo bien estas, comenzó a frotar como él sabía hacer magistralmente, su rosada cabeza por toda mi vulva, llevándome a un éxtasis difícil de describir, pues mi cuerpo palpitaba pidiendo ser penetrado, y suplicando ya me follara como él sabía hacer.
Sus juegos se demoraron tan sabiamente que con solo introducir la cabeza y jugar con ella sacando y metiendo otro orgasmo nos sorprendió a ambos, pues no esperaba haber tenido el segundo tan rápido, riendo el picaronamente ante mi sorprendente calentura.
Qué bueno era calentándome, pues ya casi balbuceaba moviendo mi cabeza hacia los lados con sus eróticos y calientes juegos, cuando sentir de golpe que aquel coloso entraba de una estocada hasta el fondo.
Se fundió con mi cuerpo con aquella tremenda embestida, poniéndose mis ojos en blanco y nublándoseme la vista al recibir aquel gigante en mi interior.
Ahora comenzó su pequeño baile y juego de caderas metiendo y sacando todos aquellos centímetros en mi cuerpo, dilatando mi conejo hasta casi parecer se abría en dos, sintiendo en mis paredes como rozaba aquel grueso miembro con su paso hasta el fondo.
Estaba loca de gusto y no paraba de gemir ante aquel macho ibérico que me estaba follando como un semental, parando tras una larga sesión de embestidas y girándome boca abajo sobre la mesa pero ya con mis pies en el suelo, abrió mis muslos por atrás y buscando nuevamente mi conejo volvió a penetrarme, dando ahora tan tremendas embestidas que la mesa se fue corriendo hasta ser frenada en la pared, recibiendo una sesión de fuertes clavadas que hizo otro orgasmos brutal me dejara medio anestesiada, sintiendo en ese momento como por su boca bramaba gemidos de placer a la vez que me inundaba de ricas ráfagas de pastosa nata, mi sufrido y agradecido conejito.
Fue tal el polvazo que quede rendida y casi sin poder responderle a lo que parecía me estaba hablando y que no fui capaz de entender por estar relajada y semi anestesiada.
Sentí como sacaba de mí aquel monstruo ya algo más dormido, y tras tomarme pues vio que no era capaz de andar en ese momento por mi propia cuenta, me llevo en brazos hasta el salón, viendo como colgaba aquel pollon entre sus piernas con aun unas pequeñas gotas en su cabeza resudando en lo que parecía nata.
La tome y la lamí limpiando esas pequeñas dosis a la vez que estruje el cuerpo como sacando alguna más de su interior, mientras el miraba dominante y seguro mi ansia por comer aquel coloso.
Me tumbo sobre sus piernas y anduvo acariciándome un buen rato hasta conseguir me recuperara, mirando desde mis postura su pectoral frondoso y masculino así como su cara con barba de tres días que le hacían un aspecto masculino y varonil que me encantaba, no aparentando la edad que tenía, y más aún tras haber sufrido en mis carnes la maestría de aquel gurú del sexo.
Me dijo la primera dosis inyectada ya está, ahora en pocos minutos y tras degustar ese café que te quedaste a medio, mientras me haces uno a mí, pasaremos a la segunda fase.
Parecía lo tenía todo medido, pues tras los últimos sorbos de café, sentada en el sofá junto a él, me agarro suavemente la cabeza con una leves caricias y movimientos me indico a su entrepierna y dijo, esta toma me la vas a tener tu que sacara y dependiendo de lo bien que trabajes, así será de bueno el producto y su cantidad, por lo que tienes que esmerarte bien y hacer un buen trabajo para que el producto supere tus expectativas.
Me agache como me indicaba y sin llegar a un a comer, descapulle lentamente su hermoso y gordo glande bajando la fina piel lentamente con mis delicados dedos y jugando con ellos sobre su fino tacto, retire un par de pelos que se habían quedado incrustados y con el filo de la punta de mi lengua lo recorrí entero, recreándome en los bordes de abajo así como su pequeño frenillo haciéndole dar unos respingos y notando como los enormes huevos se encogían en señas de que la sangre ya bombeaba hacia el tronco del coloso.
Ummm si eres buena si señora, muy bien… sigue así…
Continúe absorbiendo con fuerza ayudada de mis labios ahora todo el capullo en el interior de mi boca, no sin un poco de esfuerzo pues el tamaño era considerable, y esto aún lo puso más terso, me imaginaba que chupaba la cabeza de un gamba gigante e incluso con mis dientes lo arañaba levemente para jugar con el placer y el dolor, agarrando a la vez sus enormes pelotas que estrujaba levemente y masajeaba, bajando también mi boca y tras chupar unos de esos huevos enormes, le mordisqueaba la piel que lo recubría, mientras mi mano recorría acariciando todo el tronco de aquel coloso que ahora ya apuntaba recto y terso hacia el techo.
Me golpeaba levente sobre mis labios y cara sintiendo el peso y dureza de aquel viejo pero gordo pollon que junto a mis ojos aun parecía más gigante.
Baje ahora a comerle la comisura que va desde la base de los huevos hasta su ano, jugando con mi lengua en él y provocándole un cosquilleo que le sorprendió de lo placentero que era, según se manifestaba en sus gemidos de macho bravío que soltaba.
Estaba disfrutando mucho y yo más que el con aquel enorme aparato en mis finas y pequeñas manos, que parecían ridículas junto a semejante grosor y longitud.
Subí una de mis manos desde su ombligo hasta su frondoso pecho y entrelazando mis dedos con sus matorral espeso y semi blanco, llegue a los pezones duros y tersos y se los pellizque, resoplando también una de placer, pues sentía mi conejito mojado fruto de la labor tan placentera que estaba haciendo.
Lo tenía ya totalmente recostado sobre el sofá, volviendo a comerle los huevos ahora con más ahínco y deseo, provocándole más placer y que levantara levemente su cadera con la sabia degustación de aquellas enormes y peludas pelotas.
Como vi que en el ano le di placer, jugué nuevamente con mi lengua tras levantar las enormes pelotas que caían sobre él y le introduje levemente la punta de mi lengua mientras con una de mis manos frotaba subiendo y bajando el tronco de aquel pollon, desde la base hasta el grande, haciendo hincapié en este y apretujándolo cuando mi mano lo cubría.
Estaba retozando sobre el sofá retorciéndose levemente con mi sabia comida, volviendo mis carosos labios ahora nuevamente al glande y tras volver a meterlo en el interior de boca, juegue a hacerle vacíos de aire con el ruido típico de un tapón al abrir, provocándolo aún más, agarrándome este la cabeza y sujetándola para que no sacara su polla de mi boca.
La saque y bese y mordisquee el tronco desde la base hasta el capullo, notando como cuando llegaba a este el intentaba me lo metiera dentro, pero me gustaba hacerle sufrir un poco y mantenerlo en excitación y volvía a bajar hasta los huevos otra vez.
Ya vi que asomaba por su agujero ya mucho líquido seminal trasparente, diciéndome estaba muy excitado viendo también como los huevos se recogían y se movían ante mis acometidas bucales sobre aquel enorme aparato.
Me di cuenta estaba ya preparado para darme mi ración de calcio e introduciendo el glande y parte del tronco, comencé a chuparle con desesperación pajeando con mi mano la parte del tronco que estaba al descubierto a la vez que comenzó a soltar gemidos de macho bravío por su boca y leche a raudales por la punta de aquel grueso capullo, tragándomela con desespero y raudamente pues la cantidad soltada y la fuerza de las ráfagas casi me atragantan.
Cuando dejo de manar nata en mi garganta la apretuje aún más y presione el tronco sacando hasta la última gota mientras el intentaba que separara ya la boca, pero me resistí un leve momento y la mordisquee en señal de excitación y placer.
Quedo rendido sobre el sofá con los ojos medios entornado por semejante mamada, entrecruzando mis piernas con las suyas y acercando mi conejito mojado a aquel coloso ya medio morcillón que agarre y comencé a frotármelo por el chichi restregándomela por todos mis labios mojados y chorretosos por la excitación alcanzada.
Fue el a ayudar con su mano pero le corte y le insinué que yo me lo hacía, y restregando aquella morcilla semidura por todo mi conejo llegue hasta un orgasmos colosal que me dejo si cabe más rendida que el sobre el sofá con los ojos cerrados y mi respiración ajetreada.
Me dormí sin darme cuenta y tras despertar estaba medio tapada con una mantita que allí tenía sobre el sofá, vi que se había duchado ya aunque seguía medio desnudo, pidiéndole que volviera a la ducha conmigo a frotarme el cuerpo con aquellas fuertes manos y abrazarme debajo del calado chorro de agua.
Allí nos besamos como tortolitos y nos morreamos un buen rato, acariciando el todos los rincones de mi cuerpo y una no iba a ser menos enjabonando y limpiando aquel armamento que tan buen trabajo había hecho, consiguiendo que este se medió animara, aunque la cosa se quedó ese día ahí…