Doble Calor
Escena de pasión sobre una toalla.
D o b l e C a l o r
Tengo un nítido recuerdo de aquel 5 de julio. No sólo viven en mi mente, sino que cada uno de los detalles resbala por mi piel al recordarlo. Cierro los ojos y tras un corto pero intenso viaje me sitúo en el mismo escenario, con sus mismos olores, su misma temperatura, el mismo calor del sol, el mismo canto alegre de los pájaros, la misma pasión entre sudores de verano.
No se si a ti alguna vez te sucede, pero yo no puedo vivir sin recordarte cada uno de los días de mi vida.
Recuerdo cómo me tumbé sobre aquella toalla azul que tanto te gustaba, amplia y hermosa. Con un bikini que tapaba escasos centímetros de mi piel. Hacía un día digno de recordar, es sol quemaba, y sin embargo no era comparable al calor que tú me dabas. ¿Qué sucedía entonces cuando me tocabas cuando me acariciabas ? Me derretía como 50 gramos de mantequilla en un horno a su máxima potencia.
Tras 50 minutos de sol sobre la toalla azul eran inevitables las gotas de sudor, mi cuerpo brillaba tras una mezcla de crema solar y flujos corporales. De vez en cuando alguna hormiga atrevida cruzaba mis muslos, dibujando eses veloces. Entonces fue cuando noté una sombra sobre mi cara. Eras tú de pie junto a mi, con una sonrisa dibujada en la cara, y un brillo especial en los ojos. Con el torso descubierto y una toalla desde tu cintura hasta los pies. Te agachaste y acariciaste el centro de mi pecho, deslizando el dedo índice desde mi garganta hasta el ombligo. Me hiciste estremecer, y mirándote con los ojos entrecerrados por la intensa luz te dediqué un beso al aire.
No puedes hacerte idea de lo que deseaba besarte en aquel momento. Cuando te tumbaste junto a mi y me abrazaste, pegando tu cuerpo al mío. Tenía la piel enrojecida y sentía cierto escozor, pero tú eras la medicina de todos mis males. Tú calmabas cualquier dolor posible.
Nuestras lenguas se encontraron, una vez más sabía a novedad, cada momento que pasábamos juntos era mágico y recién descubierto. Besarte besarte en cualquier punto de este universo, en cualquiera de los tiempos, ese era mi anhelo. Te echaba de menos estando a tu lado, y en tu ausencia contaba las horas los minutos los segundos, y las fracciones de los mismos, dividía los números en decimales insospechados para volver a verte.
Con tu cercanía se hizo evidente la erección, sabía que me deseabas y era feliz por ello. Deseaba que me desearas tanto como yo a ti, que todas tus fantasías fueran para mi, ser la culpable de cada una de las noches en las que te levantabas empapado, ardiendo como este sol que nos quemaba entonces a los dos. Muchas veces soñaba con vivir perdidos de la humanidad, en una soledad en la cual cupiésemos tan sólo tú y yo tú conmigo, yo contigo.
Tus manos recorrían mis curvas con sutileza, sacando mis pechos fuera del bikini. Te deslizaste hacia abajo para lamer mis pezones con ansia, como tu sustento diario; A mi me gustaba agarrarte de la cabeza y acariciar tu cuello mientras lo hacías oh! Mi vida que maravilla que placer tan indescriptible. Yo buscaba tu pene entre la toalla enrollada en tu cuerpo, mmm no sabría decirte a cual de los dos le excitaba más cuando mi mano acariciaba la cara interna de tus muslos, subiendo hacia tus huevos mientras tu pene me esperaba erecto, moviéndose como con vida propia. Y esos gemidos cielo que me hacían disfrutar como loca. Tu mano enseguida bajaba por mi vientre y se colaba bajo la braguita del bikini, haciéndome suspirar de placer, y me decías "joderrrr " con voz temblorosa y entrecortada.
Ambos estábamos empapados, acalorados, derritiéndonos de placer, acariciándonos como locos por todos los rincones del cuerpo. Entonces llegaba el momento en que los dos deseábamos compartir un mismo cuerpo, dejarnos la piel que nos abrasaba el sol.
Colocándote sobre mi, apuntabas la cabeza de tu pene justo al comienzo de mi "tunnel of love" , yo me abría de piernas entregándote todo. Uffff como explicar la sensación, entrando una y otra vez en mi, cada vez más rápido y más intensamente. Tú me tapabas la boca a la vez que controlabas tus gemidos, por no ser oídos por los vecinos. Y yo cruzaba las piernas atrayéndote hacia mi, buscando tu boca lamías mis labios mientras tu pene acariciaba cada rincón de mi vagina, moviéndote con ansia.
Después me tocaba a mi, de rodillas sobre tu cuerpo perlado en sudor, sentándome sobre tu virilidad. Cabalgaba sin horizonte fijo, de arriba abajo hasta que no podía más y mis músculos comenzaban a contraerse, descontrolados. La presión del túnel era la cima de tu espera, descargabas en él ese veneno que tanto me gustaba a la vez que apretabas y pellizcabas mi culo con fuerza. . . Cómo quemaba el sol, pero eras tú el que me derretía. Tú con tu cuerpo, tú con tu existencia, en ese doble calor.
Al amor, a los pequeños momentos que dan sentido a toda una vida.
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. Escorpiona Amarilla .´¯`.·._.·´¯)