Doblando a la señora Cortes

Sacando la putita que una dama conservadora de la alta sociedad provinciana lleva dentro (distinto tipo de letra, vision de el y de ella)

Nací y viví mi infancia y juventud en una pequeña y provinciana ciudad sureña, ir a la Universidad, a Madrid, supuso para mi una liberación, estudié una carrera relacionada con Humanidades, cuando acabé pude comprobar que las opciones profesionales se ceñían a la enseñanza para la que no tengo vocación, cambié el chip e hice un par de masters en gestión de empresas, eso, y los contactos de mi familia, me abrió un prospero horizonte laboral que me llevó a trabajar en importantes empresas audiovisuales y de gestión cultural por todo el país. Evitándome volver a mi aburrida y pacata ciudad de nacimiento durante mas de una decada.

Doce años pasé fuera de mi ciudad hasta que recibí una propuesta de trabajo difícil de ignorar. Juan María Cortes, líder indiscutible del partido derechista y casposo, y cabeza visible de una de las familias con mas pasta del lugar, además de viejo compañero de instituto, se puso en contacto conmigo para ofrecerme la gerencia de su fundación familiar, que hasta hacia un par de meses había ocupado su difunto padre, Cortes asumió la presidencia pero quería un gerente de confianza que, con plenos poderes, le aliviara la carga de la gestión y del día a día, de forma que el solo se ocupara de las tareas de representación, de salir en la foto y punto. Echaba de menos el mar, también el viejo pero confortable chalet de la familia que se encontraba desocupado pues mis hermanas y hermanos también habían huido de la localidad abrumados por su provincianismo. La vuelta me reportaba un sueldo jugoso. Tras pasar dos semanas en un hotel, el tiempo que una contrata tardó en acondicionar la vivienda familiar y los transportistas en culminar mi mudanza me aloje en mi vivienda de soltero empedernido. Cojonudo, solo me agobiaba el acoso de algunas chicas que me consideraban un buen partido, follarlas sin compasión y sin posibilitar ningún tipo de compromiso propició que corrieran las habladurías, que me dejaran de molestar y que acarreara cierta fama de mujeriego irreductible que tampoco es que me moleste mucho.

Cortes es un tipo inteligente, de misa diaria, dogmático y gilipollas como corresponde a su rango y parámetros ideológicos, pero siempre abrigamos una buena relación, que no amistad. Su mujer, Jimena, ocupa la vicepresidencia de la fundación, un puesto puramente decorativo para que la señora no se aburra, entre misas y obras de caridad. Un par de veces, de visita a mi ciudad, me había tropezado con ella, siempre en compañía de su marido, en alguna cena de amigos y ambas veces me pareció lo mismo, la típica maciza, algo rellenita, creída, cabrona y prepotente, digna esposa del capullo de su marido.

Tome posesión de mi cargo y comencé a esbozar el plan anual de actividades, amen de guardar especial celo en su administración, eliminando algunas corruptelas, despidiendo, por ello, a un par de empleados con discreción y sin escándalos que perjudicaran a la fundación. Poco a poco fui descubriendo lo fácil que es vivir de puta madre al frente de una de estas organizaciones, disponía, desde el primer día, de una Visa Platino para gastos de representación que no debía justificar siquiera, hay que ver lo bien que se lo montan los fachas de los cojones.

A los dos meses de trabajo me lleve una tremenda sorpresa, descubrí la cuenta corriente que cubría los gastos de mi tarjeta. Cual no seria mi sorpresa cuando indagué al respecto, ante la gestoría que tramitaba nuestra administración, y me enteré de que dicha cuenta era engordada por los beneficios de algunas inversiones impropias de una fundación cultural y que de dicha cuenta no solo se cubrían los gastos de mi tarjeta, también se cubrían los gastos de otras tarjetas, cinco en concreto, que usaban los miembros de la directiva de la fundación. Como nuevo administrador único mandé pedir al banco en cuestión el movimiento y los cargos de las tarjetas de crédito, todos eran mas o menos razonables, dentro de la corruptela general, salvo una, pertenecía a la vicepresidenta, la señora Cortes, en dos años había gastado mas de 60.000 euros en facturas de viajes, tiendas de Loewe, El Corte Ingles y alquiler de vehículos con conductor. La cabrona de la señora Cortes le cargaba a la fundación todos sus caprichitos. Ordené a la sucursal bancaria limitar el crédito de dicha tarjeta a 6000 euros el trimestre y esperé la reacción de la señora Cortes.

Siempre he sido una mujer interesada y practica, lo reconozco, cambié un novio que me hacia feliz como persona, y plena como mujer, por un marido que me aseguró el porvenir y mi estabilidad económica (y por ende, emocional) y me convirtió en una mujer histérica e insatisfecha. Dos hijos han sido producto de esta decisión, aunque a veces pienso que han sido producto de un milagro, ya que el gilipollas de mi marido se corre tan rápido que la mayoría de las veces lo hace antes de penetrarme. Cada vez le odio mas y me es más difícil abordar esta comedia de costumbres y doble moral en la que se ha convertido mi vida. El nombramiento de ese creído de mierda como gerente de la Fundación, después de haberle rogado a mi marido muchas veces, soportando el asqueroso sabor de su semen, tras una breve mamada, que me nombrara gerente y administradora de la Fundación Cortes. Esperaba poder desviar el dinero suficiente en dos o tres años como para poder abandonarle y olvidar esta farsa en la que se ha convertido mi vida. La gota que colmó el vaso de mi paciencia fue cuando en una tienda de Madrid, de la que soy clienta habitual, me dijeron que el crédito de la tarjeta de la fundación, con la que habitualmente cubro mis gastos, había sido limitado.

No he descrito a la señora Cortes como se merece, 1.75 aproximadamente, unos setenta y cinco kilos muy bien distribuidos, pechos abundantes que ella tapa con decoro, pelo rubio con mechas, como corresponde a su rango de mujer con posibles y muy de derechas y curvas magnificas que disimula con trajes chaqueta de diseñadores caros pero no muy atrevidos. Impresionantes ojos azules, modales de señora acostumbrada a mandar y a que le obedezcan y un cierto rictus de asco y hastío en sus labios carnosos.

Se que debería haber obrado de otra forma, debería haber hablado con mi marido y zanjado la cuestión con autoridad, pero la rabia pudo conmigo, me presente en las oficinas de la fundación con un cabreo tremendo, pase sin saludar, siquiera, a la secretaria de Carlos, abrí la puerta de su despacho, estaba tumbado en un sofá leyendo el periódico local, se quedo sorprendido al verme.

-Quien coño te has creído que eres?

-Soy Carlos G. El gerente de esta fundación, el que manda, y ahora mismo estas saliendo de mi despacho o llamo a seguridad para que te echen. Dale gracias a Dios que eres una mujer si no te sacaría yo mismo a hostias!

Me quedé de piedra, sin saber que hacer, no me esperaba que Carlos reaccionara con tanta soberbia y tan seguro de si mismo, un resorte se disparó en mi cabeza, él tenia todos los datos de los gastos de mi tarjeta, si se hacían públicos yo quedaría como una sinvergüenza y la carrera política de mi marido en entredicho. Con todo el dolor de mi alma se impuso la razón, agaché la cabeza y como una niña desilusionada salí de su despacho.

Tomé un te en una cafetería cercana e intenté poner en orden mis pensamientos, estaba en manos de ese cabrón y tenia que echar mano de toda mi inteligencia y dotes diplomáticas para no perderme. El sonido de mi móvil me saco de mi ensimismamiento, era la secretaria de Carlos, me citaba en su despacho para el día siguiente a las doce de la mañana.

No se como lo hice, me salió del alma, cuando vi a la cabrona de Jimena entrar en mi despacho creyéndose la reina del mambo el cuerpo me pidió cortarle el rollo, no darle el mas mínimo cuartel, solo así se explica mi actitud con ella. Cuando la vi salir del despacho, cabizbaja, me di cuenta que tenia la situación bajo control y que la zorra de la señora Cortes se acabaría comiendo toda su asquerosa prepotencia con patatas fritas. Ordené a mi secretaria que la localizara y le diera cita para el día siguiente, mi cabeza iba a mil, me la iba a jugar y si la cosa salía mal puede que no pudiera aparecer nunca mas por el lugar que me vio nacer.

A la hora indicada mi secretaria me anunció la visita de Jimena, le dije que se tomara le resto del día libre (además del vigilante de seguridad de la puerta era la única persona en toda la oficina) y le ordené que franqueara el paso a la señora Cortes.

Intenté dominar mi rabia y razonar con Carlos, quería salvar la situación sin escándalos y sin que mi marido se enterase de mis gastos a costa de la fundación pero nunca pude imaginar que la actitud de Carlos fuera la que fue. Ni tan siquiera me invitó a tomar asiento, se levanto, cerro el pestillo de la puerta de su despacho y me ordenó:

-Quítate la ropa! Te quiero en bragas y sujetador ya mismo!

Fue un mazazo, como si alguien me hubiera golpeado el orgullo con un bate de béisbol, no sé que mecanismo se puso en funcionamiento en mi cerebro, el caso es que le obedecí como un corderito, me quité la chaqueta, la camisa y la falda y reconozco que casi me excité haciéndolo, en un minuto estaba frente a Carlos, en bragas y sujetador, como el exigió, también me deje puestas las medias y el liguero, el brillo de sus ojos me gustó , no lo esperaba, sentirme deseada me excitó aun mas, me tragué el orgullo y le pregunté:

-Que quieres de mi?

-Que te pongas de rodillas!

Otra vez le obedecí, y me excité, aun mas, haciéndolo, no salía de mi asombro, todos mis prejuicios se vinieron abajo, obedecía a un tío al que odiaba como si fuera una autómata, y me excitaba haciéndolo, pero no estaba preparada para lo que vino después, el se acercó a mi, me tomo de la mejilla con una de sus manos, bajó sus pantalones y sus slips, dejando su verga ante mi cara, me tomo de la nuca y acerco mi cara a su verga y sus pelotas, olía a hombre, me restregó la polla por toda la cara sin que ningún tipo de comentario o reacción adversa saliera de mis labios, de los labios de abajo si que salía algo, un río de flujo como no había experimentado en mi vida, esa fue mi reacción al sentirme dominada y humillada por Carlos. La mancha en la parte que corresponde a la entrepierna de mis bragas me delató.

-Vaya con la perra! Esta mojándose viva! Quítate las bragas y el sujetador, ponte de pie e inclínate en mi mesa!

Jamas en mi vida me pude imaginar una situación similar, ni en mis mas escondidas fantasías me había visto obedeciendo sumisa a este tipo de requerimientos, y excitarme con ello, pero el caso es que lo hice, me puse de pie, con cierta coquetería y muchos nervios, me despojé del sujetador, bajé mis bragas y me las quité. Sacando mi trasero hacia atrás me apoye con ambas manos en la mesa de Carlos. Me calentó mas ver su cara de deseo y vicio.

La verdad es que la zorra de Jimena era un señor polvo, proporcionada, con el atractivo cuerpo que Dios le dió curtido por el gym y los rayos uva, desnuda, inclinada sobre mi mesa, ofreciéndome la magnifica panorámica de los labios de su coño brillantes asomándose, desafiantes, entre sus nalgas y sus pechos moviéndose al ritmo de su respiración agitada, con los pezones especialmente duros y abultados. La zorra estaba caliente, Le había ganado la partida. Una extraña y poderosa energía invadió mi ser.

-Mastúrbate puta!

Esta vez lo hubiera hecho aunque no me lo ordenara, estaba caliente y mojada como nunca lo había estado, el abanico de sensaciones, de morbo, de placer por sentirme dominada y sucia era nuevo para mi pero tremendamente fuerte y atrayente, acerqué mis dedos a mi vulva y el simple tacto de la yema del índice sobre mi clítoris hizo que me corriera y me vaciara entera en un orgasmo que hizo temblar mis piernas, sentía la caricia de sus manos en mi espalda y fuertes pellizcos en mis nalgas, también le daba tirones a mis pezones que estaban para reventar de duros, continúe frotándome la perla, sintiendo una cadena de orgasmos, abandonándome al placer cuando sentí una presión en mi trasero, era su dedo, nunca nada había entrado por mi esfínter pero estaba tan mojada, tan húmeda y lubricada que una vez me deje ir y lo relajé, su dedo entró sin dificultad en mi trasero hasta el nudillo, continúe masturbándome y corriéndome como una desesperada hasta que oí sus palabras.

-Magnifico! Ya se que tipo de zorra putona eres! Puedes vestirte e irte! Ya te llamaré!

La tenia en el bote, la cabrona tenia los ojos en blanco y apretaba su culo para aprisionar mi dedo, corriéndose viva, no se como resistí la tentación de cambiar el dedo por la polla y romperle su culo de perra pero tenia una percepción nueva de las cosas, la tenia en mi poder, humillada, era mía y me sentía poderoso y magnifico. Ahora sabia que iba a disfrutar de esta situación, nueva para mi, sin prisas y sin pausa. Con la cara roja por la vergüenza y la cabeza agachada la señora Cortes se vistió en un plis plas, ordeno su peinado de pija zorrona y se marcho del despacho.

Dejé pasar dos días para que, si todo había salido conforme creía, Jimena se ahogara entre el deseo y la vergüenza. Pasado el plazo la llame a su móvil.

-Hola! Soy Carlos!

-Que quieres?

-Mañana quiero que estés en el hotel X de .........(una ciudad cercana), llevaras un vestido negro de tirantes sin nada de ropa interior debajo, bueno, puedes llevar medias y ligueros pero no quiero bragas ni sujetador, estaré esperándote en el bar del hotel.

No me dio tiempo a replicarle, había colgado. Algo dentro de mi se rebelaba pero algo más fuerte todavía me impelía a la sumisión y me excitaba, Además había tenido el detalle de citarme un una cercana ciudad donde nadie me conocía. Apenas pude dormir en toda la noche, mojada y excitada daba tumbos en la cama mientras mi marido y mis hijos dormían plácidamente, no se cuantas veces me masturbé aquella noche pensando en lo que podría pasar al día siguiente, muchísimas.

Al otro día me levante temprano, deje a los niños en el colegio y llame a mi marido para darle una excusa y no acudir al almuerzo familiar, no hubo problemas, tome un vestido veraniego (era primavera) negro que solo me puse durante las vacaciones de hace un par de años en Ibiza, donde el capullo de mi marido se escandalizaba y nos sacaba de la playa a la que aparecía una chica en top less o un tío bueno marcando paquete, escogí unos zapatos de Blahnick con tacón de aguja y un liguero y medias y me vestí ilusionada como una novia que va al altar. Pero parecía, y era, una zorra que va al burdel. Me puse una chaqueta de entretiempo para salir a la calle y disimular la mas que llamativa presión que mis pezones enhiestos efectuaban sobre la tela del vestido. Saqué el Volvo del garaje familiar y me dirigí a mi cita con Carlos. A punto estuve de tener un accidente en la autovía, mis pensamientos iban y venían y no estaba todo lo atenta que debía a la conducción. Llegue a la ciudad, deje mi coche en un parking publico y tome un taxi hasta el hotel donde Carlos me esperaba. Entré y me dirigí al bar del hotel, Carlos sonriente me esperaba sentado en un sillón, me acerque a él pero me hizo señas de que me sentara en un sillón discreto, junto a una columna, justo enfrente al que el estaba sentado, no entendí al principio lo que pretendía, el chico del bar atendió mi demanda y me sirvió un te frío. Cuando se fue, Carlos, por señas, me ordeno que abriera mis piernas. Nunca lo hubiera imaginado pero me sentí contenta por haberme depilado y dibujado un triángulo sobre mi pubis, mi coñito debía de estar precioso y el vicioso de mi dominador quería que se lo mostrara y me lo montara de exhibicionista para él, lo hice, abrí mis piernas y le mostré mi sexo.

A unos cuatro metros la vista de su coño era genial, una maravilla, sonrosado, en contraste con su piel bronceada, de finos labios y coronado con un cuidado triangulito de pelo en el que no había reparado en nuestro primer encuentro. Estaba colorada como un tomate por la vergüenza pero el brillo de su vulva la delataba, estaba excitada. Me levanté y por señas le di indicaciones para que me siguiera, dirigiéndome al servicio de señoras. En este hotel soy un viejo conocido y siempre dejo suculentas propinas. En el momento que Jimena y yo entramos en el aseo de mujeres el chico del bar puso un cartel de averiado aleccionando a los usuarios a utilizar otro.

Cuando Carlos entró en uno de los cubiculos del aseo de señoras y me pidió que entrara con él me temblaba todo el cuerpo, de nervios, de miedo y de calentura. Se sentó en la taza del water cerrada y sin decirme palabra levantó mi vestido, acerco su cara a mi sexo, oliendo su fragancia, abrió con sus dedos y sin mucha delicadeza los labios de mi sexo y pasando su lengua por toda mi raja. Creí que me desmayaría de placer y de morbo. Nuca tuve sexo en un sitio publico donde pudiera ser descubierta. Le tomé del cabello y apreté su cabeza en mi tesoro, lamía mi perla, que respondió poniéndose bien dura y muy sensible, con autentica pericia, sus lametazos eran como disparos de placer, Metía su lengua en mi vulva y me penetraba con ella, después volvía a lamer y chupar mi clítoris, sentí uno de sus dedos penetrar en mi coño, me corrí desesperada, nadie me había dado tanto placer en mi vida, las chupadas en mi clítoris eran fuertes, casi me dolía, bueno, me dolía pero me daba mas gusto todavía, sentí mi coño mas lleno, eran dos dedos los que me penetraban, estaba muy mojadita y apenas me causo molestia que también penetrara mi trasero con otro dedo, ¿molestias? que digo, las rodillas me fallaban, los vellos de mi piel se erizaron y me corrí otra vez, un orgasmo largo, casi interminable. Cuando reaccioné Carlos estaba abriendo la puerta invitándome a irme.

-Ya te has mojado bien por hoy, te has corrido como las buenas putas lo hacen, puedes volver con tu querida familia. Ya te llamaré!

Cuando, sin miramientos, la eché del aseo, solo tuve que sacarme la verga y sacudírmela un poco para soltar una de las corridas más jugosas y monumentales de mi existencia. La altiva Jimena había entrado, de cabeza, en el juego, había caído en la red y solo saldría de ella cuando a mi me diera la gana.

Subí a mi habitación, descansé un poco, reflexioné sobre mis próximos movimientos.

Con la colaboración de mi secretaria, ajena a todo, que también era la encargada de llevar la agenda de Jimena, descubrí que el próximo miércoles tenia poca actividad, la llamé.

-Hola puta! Soy Carlos!

-Hola Carlos -contestó sin ningún atisbo de hostilidad.

-El próximo miércoles tu agenda anda floja de reuniones así que aprovecho para convocarte a una reunión a las cuatro de la tarde en la habitación 301 del hotel que ya conoces. Planea una buena excusa, estaremos ocupados al menos tres horas. Lleva el uniforme del otro día!

Acababa de dejar a los niños en el colegio religioso al que acuden cuando mi móvil sonó, era el numero de Carlos, mi corazón parecía que iba a salir de mi pecho, llevaba dos días invadida por el temor y el que dirán en caso de que todo lo que me estaba pasando se llegara a descubrir pero en ningún momento, ni por asomo, me había planteado rebelarme y cortar con esta situación. Era esclava de lo que me estaba sucediendo, esclava del morbo, esclava de Carlos, cerraba mis ojos y podía ver como restregaba su verga en mi cara en nuestro primer encuentro, estaba poseída por una fuerza ignota que me empujaba a seguir adelante. Hablando pronto y claro, estaba loca por que Carlos me follara por todos mis agujeros, me hiciera su puta y me utilizara, como él quisiera, para su placer. Tantos años reprimiéndome, negándome, a mi misma, el placer que me merecía como mujer, para seguir manteniendo las apariencias en un matrimonio sin amor del que empezaba a estar harta. Estaba viviendo la experiencia mas intensa de mi vida y no iba a ser yo la que la abortara. Esta vez no. Esta vez iba a por todas, pasara lo que pasara.

Comí, en el restaurante del hotel, pasada la una del mediodía, una buena fuente de marisco y un vino blanco suave. A las dos ya estaba metido en la bañera atiborrada de sales de baño, acicalándome, recorté los pelos de mi pubis, me afeite, algo de crema hidratante, sin pasarme, y me serví, en pelotas, por supuesto, un buen whisky de malta. La puta tocó tímidamente a la puerta justo a las cuatro de la tarde. Abrí desnudo y la invité a pasar, no me paso inadvertida la mirada que le echó a mi verga, estaba guapisima. Le ordené que se quedara de pie en el centro de la suite, tomé un pañuelo negro que tenia preparado y le vendé los ojos.

Con los ojos vendados podía sentir su respiración junto a mi nuca, apretaba mis nalgas con una mano, sentí sus dedos apartando las tirantes de mi vestido y como este se deslizaba por mi cuerpo hasta el suelo dejándome en medias y liguero, desnuda con los ojos vendados, a su merced, tomo mi mano y la llevo a mi sexo, llevando el índice a mi raja, percibí su orden sin una sola palabra, comencé a masturbarme, sentía sus labios besando el lóbulo de mi oreja, mi cuello, mis pechos, lamía mis pazones y los chupaba con fuerza.

-Asi me gusta puta! No dejes de tocarte! -me dijo.

Es difícil explicar como una mujer como yo, una señora, puede llegar a excitarse, mojarse y correrse desesperadamente en una situación tan viciosa y asquerosa como esta. Pero así era, estaba a tope, deseosa de ser su juguete, de satisfacer cualquier capricho, cualquier orden de Carlos.

Me coloque detrás de Jimena, pasándole la verga bien dura por la línea de las nalgas, besando su nuca, estirándole los pezones hasta casi arrancarserlos y llamándole puta, zorra, perra y otras lindezas sin apreciar el mas mínimo indicio de rebelión por su parte. Mas bien al contrario, deseos de complacer y de gozar complaciendo. Me separe un metro de ella para poder observarla detenidamente, era, y es, una real hembra, sin duda un cuerpo maravilloso para el placer, que se había negado, y que ahora afloraba por cada uno de sus poros. Comencé e bajar desde su nuca besándole la espalda hasta llegar a sus dos maravillosos hoyitos, donde las espalda pierde su nombre, una marca de belleza indudable, Jimena seguía masturbándose como loca, emitiendo sordos gemidos de placer.

Sentí su húmeda lengua deslizarse por mi espina dorsal hasta llegar a mi trasero. No se detuvo, paso la lengua por la raya de mis nalgas y llego a mi trasero. Dios! No lo podía creer!. Estaba lamiéndome el culo y penetrándome con su lengua, otra vez me corrí casi sin pensarlo, fue un orgasmo intenso, prolongado, metí dos de mis dedos en mi vulva, penetrándome y sintiendo la humedad de su lengua en mi hoyo, sentí un frescor nuevo en mi esfínter, mas tarde supe que era un gel lubricante, dos dedos lubricados con gel entraron sin compasión en mi agujero, abriéndolo, violándolo, dilatándolo, prucurandome un placer infinito, yo seguía masturbándome rauda y aplicada, podía sentir sus dedos abriendo mi culo, el placer que esta situación me provocaba es inenarrable, parece que tenia una catarata en mi vagina, los orgasmos iban y venían como un bólido de formula uno.

Mi puta esta desatada, corriéndose como una perra con los ojos vendados, la tomo de la mano y la llevo a la cama, la pongo de rodillas, en cuatro, al borde de la cama, le digo que me encanta tener una zorra linda y viciosa a mi disposición, que ha llegado el momento de que le meta la polla por su culo de puta, ella me suplica que lo haga.

No puedo creer mis palabras, le estoy suplicando que me folle el culo, me tiembla todo el cuerpo, me ordena que no deje de masturbarme, estoy nerviosa, nadie me la ha metido por atrás nunca pero ya es tarde para arrepentimientos, siento su glande tomado posiciones en mi trasero, presionando, empuja, relajo mi esfínter y puedo sentir la cabeza de su verga entrando en mi, me duele pero estoy tan caliente, tan excitada y tan mojada que el dolor lo que hace es aumentar la sensación de placer prohibido, de gusto morboso, me quema el trasero, siento como se abre, como su verga avanza en mis entrañas, el calor de sus pelotas ardiendo en mis nalgas frescas me indica que me la tiene clavada hasta la raíz, intento relajarme para evitar el dolor, siento mi agujero abierto al máximo, afortunadamente se queda quieto, puedo acomodarme, sentir toda su verga dentro de mi, me masturbo frenética, penetrándome con tres dedos, y casi sin darme cuanta me veo levantando y moviendo mi trasero pidiéndole guerra a Carlos, una voz que no parece mía pero que lo es, mas que nunca, le suplica;:

-Folla a tu puta! Vamos Carlos! Rompeme el culo!

Nuca he tenido una sensación de placer, morbo y poder como esta. Una irreconocible Jimena me suplicaba que le pegara una enculada salvaje y yo lo iba a hacer aunque no me lo hubiera pedido, esta claro. Con cierta dificultad al principio, tuve que sacársela y lubricarla con mas gel, pero sin la mas mínima queja, aguantó mis embestidas furiosas, sacándole toda la verga y encajándosela de una hasta la raíz, sintiéndola gozar, el roce de su culo recién desvirgado en mi verga me llevó a los cielos, me la había jugado y había ganado. Como mola ganar, Como mola tener a una hembra de esta categoría a tu disposición.

Había perdido la cuenta de mis orgasmos cuando Carlos me libero de la venda de los ojos, a través del espejo lo vi, sudando, con cara de gusto y mala leche, bombeando polla en mi maltrecho culo, maltrecho pero agradecido, el cumulo de sensaciones, dolor, escozor, gusto, placer, vicio, aumentaban mi excitación y mi cadena de orgasmos, ahora se que soy multiorgasmica y que es maravilloso serlo. Carlos sacó su verga de mi interior y reaccione como si le hubiera leído el pensamiento, con habilidad me di la vuelta y acerque su verga a mi boca, pude ver su capullo gordo y moreno, desafiante, lo chupe con ansia y lo sentí ponerse al máximo de su volumen con las caricias de mi boca y mis labios. Carlos la saco de mi boca lo justo para que pudiera ver salir a chorros de la punta de su polla parte de su eyaculación que derramo en mi cara, me gustó, la metí de nuevo en mi boca y chupe con ganas, alimentándome con su leche de hombre, con la leche de mi hombre, de mi amo precioso, tragué lo que pude y le deje el capullo limpio y reluciente, el semen se derramaba por la comisura de mis labios, también había restos en mi pelo y mi cara. Fui la mujer mas feliz del mundo cuando me dijo:

-Mi puta esta preciosa con mi corrida en la cara.

Tome unas gotas de semen que se derramaban en la comisura de los labios de Jimena y unté sus pezones con ella, le ordene que se incorporara y le chupé las tetas con avidez. Nunca se me ocurrió mejor forma de probar el sabor de mi propia leche. Después la puse en cuatro, le abrí las nalgas y le examine su dilatado y abierto ojo del culo. Había claros signos de haber sido follado, su apertura era un poco menor que el grosor de mi verga. Me levanté y Jimena con un movimiento felino se arrodillo a mis pies, me abrazo a la altura de mis nalgas, con mi verga recién eyaculada en su cara y me dijo:

-Soy tuya! Eres mi dueño! Puedes hacer conmigo lo que quieras!

El trato de Carlos después de correrse en mi boca fue el de un señor. Me besó rico, por primera vez, dándome su lengua, con profundidad, apretándome, abrazándome, haciéndome sentirle. Me dejo descansar en la cama y preparó un maravilloso baño. En ese momento, y desde ese momento, fui una mujer plena. Satisfecha. Feliz. Pellizcó con brusquedad mi pezón para sacarme de mi ensueño. El baño estaba listo, mire mi cara en el espejo, tenia manchas de leche seca en mi pelo y mi cara y mis ojos tenían un brillo maravilloso. El brillo de una mujer que ha gozado y corrido como la mas perra de las perras. Entramos juntos en el baño, tome la esponja y le enjaboné con el mismo mimo que enjabono a mis hijos cuando los baño, pero con otro toque, estaba enjabonando y aseando a mi dueño. Él lo hizo también conmigo. Abrió el grifo de la ducha y bajo el agua nos fundimos en un beso y un abrazo largo y apasionado.

Me había enamorado de Jimena, no era el amor arrobado de dos tiernos amantes, la relación estaba clara, a mí me gustaba y me da la impresión de que a ella le gustaba tanto o más que a mí. Nos secamos y nos metimos en la cama, solo mirarla, no fue necesario hablarle, y ella dirigió sus labios a mi polla, mamo verga como la puta que es, como mi puta. Lamiendo mis pelotas y metiéndose todo el tronco en la boca. Follé su boca hasta que mi verga recupero su pleno vigor, puse la almohada bajo sus riñones y procedí a metérsela por el coño. Cualquier duda se disipo al hacerlo, su vulva era un guante para mi verga, se la deje bien clavada, ella contraía las paredes de su vagina con movimientos musculares. Un coño perfecto para follarlo. Después de la primera corrida, la follé a placer, ella se estiraba los pezones como yo le había hecho momentos antes, mirándome con la mas genuina y maravillosa cara de zorra, entregada al placer, entregada a mi, aumente el ritmo de las embestidas y le pegué un mete y saca de categoría por largo rato, cuando estaba a punto de correrme le avise:

-Abre bien tu coño putita! Vamos a fabricar un nuevo niño Cortes!

Carlos es el amo perfecto. Me ha quitado toda la tontería que tenia encima. Él fue el que me dijo que aparcara las dudas existenciales y las ganas de abandonar a mi marido y que disfrutara de mi nueva situación de puta. Que siguiera llevando mi vida apacible de señora de la alta sociedad y disfrutara de sus ventajas. La red se esta extendiendo, cada vez somos mas, igual algún día nos animamos y os contamos como hemos ido capturando nuevas víctimas, nuevos afortunados y afortunadas que gozan con nuestro dominio y nuestro vicio. Eso sí, con total discreción.

rabohemio@hotmail.com