Distancia y vuelta (2)
Segunda parte en la que Cris disfruta más de lo que ella misma imaginaba que podía disfrutar de ese temor a ser descubierta cumpliendo mis órdenes
2 En la calle
Continuación del relato “Distancia y vuelta”. Es conveniente leer la primera parte para situarse en el contexto.
Al día siguiente, me llama a media mañana, indicándome que ya ha terminado las cosas relativas al día a día y al trabajo, y que está en la calle, esperando mis indicaciones. Para comenzar la interrogo sobre cómo ha ido la tarea que la puse por castigo, que cuantas veces ha estado a punto de correrse desde que se ha levantado, a lo que logro que me responda que en este momento está salidísima, que ha estado a punto de correrse en cuatro ocasiones, dos veces justo según se levantó y otras dos veces antes de salir de casa para empezar los recados, y que la está costando un montón aguantar pero que quiere demostrarme que es mía, y que mientras yo no la de permiso, ella va a obedecer, y no se va a correr. La pico un poco preguntándola las ganas que tiene de que la follen, mientras escucho como solo con eso se la acelera la respiración, no me ha mentido, no ha llegado al clímax, y está deseando hacerlo, está en un punto cercano a hacer casi cualquier cosa con tal de que se lo permita.
La indico que ya es hora de que siga demostrándome que me hace caso, y que quiero que vaya a una tienda a la que hemos ido más de una vez para que ella se comprara ropa provocativa, en un principio, no quiero que se compre ropa, solo que se la pruebe, sabiendo que no lleva ropa interior, así que la indico que quiero que coja tres prendas provocativas, que ella sepa que me iba a gustar vérselas puestas y que se meta en el probador, y que mediante whatsapp le iré dando indicaciones.
Aproximadamente cuarto de hora después, recibo el primer whatsapp indicándome que se encuentra en la puerta del comercio, y que cuando entre en el probador, me lo hará saber.
Estoy impaciente por tener noticias suyas y la excitación comienza a hacer efecto, haciendo que mi pantalón muestre un gran bulto fruto de una erección que a en aumento por segundos.
Por fin, recibo el primer whatsapp desde dentro del probador, una foto al espejo en la que se la ve con una minifalda con corte al frente que ella sujeta entreabierta mostrando que no lleva ropa interior.
Acto seguido, lo más rápido que puedo para intentar evitar el que la de tiempo a quitarse esa minifalda y probarse la siguiente, la mando el siguiente mensaje:
-Quiero que te masturbes durante 30 segundos mientras me lo grabas en video. Si en esos 30 segundos eres capaz de correrte, tienes mi permiso, si no te paras y te pruebas la siguiente prenda.
El siguiente mensaje que recibo es:
-Me corrí. Que cabrón.
Sinceramente, no era mi intención, no pensé que pudiera estar tan sumamente cachonda como para correrse en 30 segundos y en unos probadores con lo vergonzosa que es ella. Me ha roto los esquemas que tenía, puesto que mi intención era el que se mantuviera en ese estado de excitación hasta por la noche que tengo, bueno, al haberse corrido ya, tenía más planes para ella.
En esos pensamientos estoy cuando recibo el video que me ha grabado, no me detengo a verlo, me recompongo del fiasco de no haber llegado a calcular su excitación y la respondo:
-Me encanta que seas tan puta, quiero que me mandes otro video de 30 segundos masturbándote, a pesar de haberte corrido con cada prenda que te falta.
Otro whatsapp, otra foto con otra prenda, se me está adelantando, pero tengo la esperanza de que por lo menos la de tiempo a mandarme otro video con la tercera prenda.
Otro más:
-Este es de putón putón.
Me dice en otro whatsapp al tiempo que recibo la tercera foto, del vestido al que se refiere, unos segundos después entra el video.
Después de ver la foto del vestido al que se refiere la digo que lo compre, y que cuando salga de la tienda me llame para contarme todo lo ocurrido.
Recibo su llamada impaciente y comienza a relatarme, aunque lo primero que me dice es que han estado a punto de pillarla haciendo el último video y masturbándose, que la dependienta se acercó a preguntar que si tenía algún problema porque estaba tardando mucho, justo cuando había terminado y todavía tenía puesto el vestido. Una vez me ha contado esto, y nos hemos reído y excitado de la situación, comienzo a preguntarla que qué eso de llamarme cabrón, a lo que me ya empieza a ponerse nerviosa diciendo que es una forma de hablar, que fue la tensión del momento… y es mi momento para continuar interrogando y hacer que me relate exactamente qué es lo que hizo.
Bajando el tono, por estar todavía caminando por la calle mientras me habla, comienza a decirme que ella no pensaba que fuera capaz de llegar al orgasmo como lo ha hecho ni con mucho, pero que la estaba manteniendo en un estado de excitación desde el día anterior, que en el momento en el que ha sentido como sus propios dedos comenzaban a moverse, uffff… pero que también pensaba que la situación, aunque la cueste reconocerlo, de estarse masturbando en un probador, con la dependienta a poco más de un par de metros, ese “miedo” a ser descubierta, pero el placer de saber que estaba siendo capaz de obedecerme… también ha sido determinante para que llegar tan pronto.
Estoy súper excitado, y en mi cabeza rondan un millón de ideas más para llevar a cabo, y disfrutar los dos mientras la voy llevando a situaciones en la que ella misma sea capaz de darse cuenta de lo puta que es, aunque ya lo va viendo y cada vez lo disfruta más, sobre todo en el momento en el que la digo lo que me gusta el tener una esposa tan sumamente puta.
Antes de que se vaya a casa, todavía la quedan un par de cosillas por hacer por la ciudad, aprovechando el que no lleva ropa interior, y que todavía está empapada, tal y como me ha confesado ella.