Distancia de seguridad semifinal
Arráncame, la piel a tiras, porque sé pasaste por mi lado y no te supe, no te supe ver. Arráncame, y enrrédate conmigo, y rómpeme el vestido cansemos hasta a los amaneceres.
Distancia de seguridad parte XIII
Arráncame
Surfeo hasta que mis brazos y piernas no pueden más, me duelen todos los músculos del cuerpo, pero me encanta esta nueva sensación de “dolor”.
Alguien choca contra mí y caemos al agua, mi cuerpo cae encima e intento que no se ahogue, la miro, me mira.
- Dani. –Susurro.
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- Espero que esta no sea la manera de encontrarnos siempre. –Recuerdo la primera vez.
- Ahora eres tú quien me salva a mí. –Lo recuerda.
La ayudo para que termine de levantarse, está empapada. Se da cuenta de que miro su cuerpo, me sonríe pícaramente. Mi cara vuelve a modo “poker”.
- Parece que me he mojado un poco. –La frase tiene doble sentido.
- ¿Quieres entrar?, te puedo dejar algo de ropa. –Mis buenas intenciones no las ve de la misma manera.
- Siempre se te ha dado bien ayudarme cuando estoy mojada. –Sigue lanzando puntas mientras caminamos hasta casa.
Intento mantener el control, no puedo dejar que ella lleve el control o acabaremos como siempre. Por mi cabeza pasa cada parte de su anatomía y empiezan a temblarme las manos.
- ¿Aún no te he tocado y ya estas temblando? –Pregunta.
- No vayas de lista Dani. –La reto.
Entramos y dejo la tabla colocada junto a la puerta, recorre con su dedo toda mi espalda, consigue erizarme. Se ríe. Me giro y agarro la hebilla de su cinturón y tiro con fuerza hacia mí, su boca roza la mía y paso mi lengua por sus labios, despacio, provocándola, haciéndola sufrir. Nos miramos y como si algo nos activara la empotro contra la pared quitándole la camiseta, muerdo sus labios y me cuelo en sus pantalones, paso mi mano rápido por encima de sus bragas, gime, vuelvo a jugar con su cinturón pero esta vez para desabrocharlo, no deja de besarme con deseo, con verdadera pasión, su lengua no para dentro de mi boca, como queriendo fusionarse conmigo.
La giro y vuelvo a pegarla contra la pared, paso mi lengua por su nuca y muerdo su cuello dejando mi marca, mueve la cabeza para besarme en el mismo momento en que la penetro con varios dedos, ahoga su gemido en mi boca, su cadera se mueve con desenfreno y no deja de gemir en mi oído.
Caminamos hasta tumbarnos en el sofá, intenta meter su mano entre las bragas de mi bikini pero no la dejo, subo sus manos por encima de su cabeza y las agarro con fuerza. Muerdo su sujetador con algo de violencia y vuelvo a penetrarla, clava sus uñas en la mano que la sujeta.
En su intento de cambiar los papeles de la situación, caemos a la alfombra y en ese momento consigue quitarme la parte de arriba del bikini, entreteniéndose con mis tetas. Mi cuerpo se estremece ante eso, veo como unas esposas sobresalen de debajo del sofá y una idea maliciosa cruza mi mente. –Gracias Alice –Pienso.
Muerdo su hombro mientras coloco las esposas en sus muñecas, me mira con lujuria, no la hago esperar y juego con su clítoris y empieza a arquear su espalda, justo en el momento en que va a llegar a su ansiado clímax, paro.
- Ve y que tu noviecita Carmen lo acabe. –Susurro en su oído.
- ¡¡QUÉEEEE!! –Está fuera de sí.
- No tengo ni idea de donde pueden estar las llaves de eso. –Señalo las esposas.- No tires la puerta al salir, que bastante ruido has hecho gimiendo, cari.
Subo las escaleras quitándome del todo el bikini, sé que me quiere matar y solo quiero provocarla más. Antes de llegar al último escalón, me giro.
- Por cierto, las toallas están donde siempre, no vaya a ser que te constipes por ir tan mojada. –Digo con sarcasmo.
- ¡¡Eres una imbécil!! –Grita.
- Yo también te quiero. –Acabo cerrando la puerta de mi habitación.
………………………………………………………………………………………………………Horas más tarde.
- ¿Qué has hecho qué? –Me grita Alice a través del teléfono.
- Relájate, ¿quieres? –Me siento en el sofá.
- Pero es que eres idiota, como se te ocurre hacer eso, ¿Dónde tienes la cabeza? –Sigue recriminándome.
- ¿Vas a seguir echándome la bronca?
- Sam, no ha estado bien, solo eso. –Se calma.
- No sé si ha estado bien o mal, solo ha pasado y no pienso darle más vueltas.
- Ya lo hablaremos con calma en la cena de esta noche, ¿Por qué iras? –Pregunta.
- No me hace especial ilusión esa reunión. –Comento desganada.
- Después de lo que has hecho, con más razón tienes que presentarte. –Callo. –Vamos amiga, solo un rato, si la situación te incomoda seré yo la primera en que te encuentre una excusa para irte.
- ¿Promesa? –Alice nunca promete algo que no cumpla.
- Te lo prometo.
- Allí estaré.
Vestirme y llegar al restaurante ha sido relativamente rápido, aunque la verdad agradezco el no tener prácticamente tiempo para pensar en lo de hace un rato. Sigo sentada sobre la moto absorta en mis pensamientos, mis amigas y la impuntualidad.
Al fondo la veo llegar, suspira al verme y sigue caminando hacia mí con decisión. El destino es un poco cabrón. De todas las chicas que podrían haber llegado, ha tenido que ser ella la primera.
- Buenas noches. –Frunce el ceño. –Siempre tan puntual. –Añade.
- Ya ves, hay cosas que no cambian. –Sonrío.
- Últimamente no es eso lo que parece. –Zas.
- No sé de qué me hablas. –Río.
- Idiota. –Ríe. -¿Cuándo has decidido morir a base de ese amasijo de hierro? –Señala la moto.
- Eh, eh, un respeto con mi niña, es la única que me da amor verdadero. –Acaricio la moto.
- No bromees, es peligroso. –Me riñe.
- De algo hay que morirse.
- ¿Por qué no nos vamos de aquí y te enseño otra muerte más dulce? –Susurra justo cuando llegan las demás.
Vuelvo a recuperar el control de mis pensamientos junto en el momento en el que Alice me abraza con tanta fuerza que casi me rompe los huesos.
- Ven, baja de la nube que quiero presentarte a alguien. –Me jala del brazo.
- Pero… -Protesto.
Me quedo con la protesta en la boca cuando la miro. ¿Quién es esta diosa?
- Soy Diana es un placer conocerte.
- Créeme que el placer es mío, soy Sam.
Diana y yo conectamos enseguida, es una chica realmente interesante y con un físico espectacular. Sin duda esta morena de ojos marrones a conseguido deslumbrarme.
- ¿Dónde has estado metida toda mi vida? –Le dije.
- Buscándote. –Me sonríe.
- ¿Sabes? Tienes una sonrisa espectacular. –Vuelve a sonreír. –Vas a tener que dejar de sonreírme así o acabaras conmigo.
- ¡Bueno ya! –Grita Dani.
- ¿Qué pasa Dani? –Pregunta Alice. Se miran durante un buen rato, en silencio.
- No que decía que ya nos podemos ir.
- Pero, lo estamos pasando bien. –Contestó Carol.
- Algunas más que otras. –Nos mira.
Miro a Diana, me está mirando también, rompemos a reír, sin ningún motivo, acabamos de conocernos y es increíble la química que tenemos. Dani se va sin decir nada más, las chicas la siguen y la morena y yo nos quedamos en el restaurante.
- En noches así apeteces, mucho. –Su mirada es intensa.
- Vaya, directa sí que eres, ¿no? -Me pone nerviosa.
- Eres una persona libre, yo también, ¿A qué estamos esperando entonces? –Me reta.
- Hace un rato te hubiese dicho que era asexual, pero creo que mi asexualidad se acaba de ir al garete al mirarte el… -Callo.
- ¿El escote? –Acaba mi frase.
- Directa y perspicaz.
- ¿Nos vamos? –Me da la mano.
- Vamos.
En la salida del restaurante vemos como Alice y Dani tienen una acalorada discusión muy cerca de mi moto.
- ¿Nos permites? –Diana pregunta.
- Pues mira no, no te permito nada. –Más que hablar ladra Dani.
- ¿Perdona?
- Perdonada.
- Bueno ya no. –Alice intenta calmar los ánimos.
- ¿Puedo hablar contigo un segundo? –Me pregunta ya más calmada.
- Estoy un poco liada Daniela.
- Y más que lo vas a estar. –Me contesta Diana.
- Contigo no va esto, así que por favor. –Agarra mi brazo y nos alejamos.
Espero a que hable pero no lo hace, me desespera que me mire de esa manera y no poder descifrarla, ni saber qué demonios pasa por su cabeza.
- ¿Vas a hablar o todo era otro teatrito más?
- Carmen y yo hemos terminado. –Eso no me lo esperaba.
- ¡Vaya, lo siento mucho! –Digo con sarcasmo.
- No seas así conmigo. –Entristece
- ¿Así como Daniela? –Me enfado.
- No te enfades peque. –Me mira y me derrite.
- No me llames así. –Recrimino.
- Pase lo que pase siempre serás mi pequeña. –Rio. -¿Por qué te ríes?
- Eres como el perro del hortelano, ¡Estas celosa!
- Por supuesto que lo estoy, llevas toda la cena coqueteando con ella.
- ¿Y no puedo?
- No, no puedes.
- ¿Y según tú, por qué no puedo? –Me hace hasta gracia.
- Por lo de hoy, me besaste, sigues queriéndome. –Se acerca.
- Por supuesto que te quiero. –Me acerco peligrosamente a su boca. –Te quiero en mi cama porque estas muy buena, sería una idiota si no lo quisiera.
- Te estás pasando. –Está enfadada.
- Es curioso ¿verdad? Tú te has estado pasando conmigo mucho más tiempo. Ahora si me disculpas, tengo que llevar a la señorita a disfrutar de la noche.
- No te vayas. –Susurra.
- Ya es demasiado tarde Dani, vuelve a no ser nuestro momento.
- No me has olvidado, tu corazón me recuerda. –Me ha delatado.
- Buenas noches Dani. –Huyo antes de que consiga derribar mis barreras.
Ni siquiera me despido de Alice y Carol. Subo a la moto y arranco destino a la playa. Diana se agarra a mí con fuerza y va acariciando y jugando con mi chaqueta.
Tardamos cerca de media hora en llegar y el paseo en moto ha sido bastante relajante. Me ha dado tiempo a calmarme un poco.
La ayudo a quitarse el casco y beso su mejilla, me regala su sonrisa y inevitablemente pienso en ella. Me vuelvo.
- ¿Me cuentas tu historia con la maleducada? –Pregunta mientras me abraza.
- ¿Con Dani? –Me hago la loca.
- Así que sí que hay historia.
- Algo así.
Diana y yo pasamos la noche en la playa, le cuento toda la historia de P a pa. Cómo me enamoré de ella, cómo me hizo sentir la chica más especial del mundo y cómo cuando todo no podía ir mejor llego la famosa frase. “no es nuestro momento”; Hablamos de Carmen, del por qué nunca le he contado a Dani las infidelidades que ha tenido. Hablamos de todo lo relacionado con la operación de la niña, de mi partida, de mis padres. Un resumen bastante extenso de mi vida estos últimos años.
Consigo dormirme en sus brazos cuando el sol aparece por el horizonte, pero las pesadillas han vuelto a hacer mella en mí y despierto sobresaltada.
- ¿Por qué mejor no vamos a mi casa? –La miro curiosa. –Tranquila preciosa, no haremos nada, solo vamos a dormir, necesitas descansar y desconectar de todo. Confía en mí.
Agarro su mano y ahora es ella quien conduce mi moto. Llegamos a su casa y vuelvo a dormirme con ella en mis brazos, sólo que para mi sorpresa, no vuelven las pesadillas.
Se que no tengo excusa para estar tanto tiempo sin subir esta parte. Pero despues de todas las cosas que me han pasado en estos ultimos meses no tenia ni tiempo ni animo ni ganas de escribir. Esta es la penultima parte, intentaré escribir el final pronto, y prometo que será tan epico que me perdonareis todo el tiempo de espera.
A ti. cwm.