Distancia de seguridad Parte I

Nuevo relato, espero comentarios y saber si quieren continuacion...Gracias PL.

Suena el despertador… Una, dos, y hasta tres veces…

Abro los ojos, el sol aún no sale por el horizonte, está a punto de amanecer, es hora de salir a correr un poco. Mientras me preparo, desayuno un poco de zumo de naranja. En mi casa restos de la fiesta de anoche, que dolor de cabeza, ¿Qué paso anoche?

Una de mis amigas está en estado de coma entre el sofá y el suelo, no sé muy bien cómo definir la postura en que se encuentra.

-Ey me salgo a correr ¿vale? – mi voz aún suena bastante mal.

-Nos hemos acostado hace 20minutos, ¿adónde vas Sam? – dice Alice sin abrir los ojos.

  • Este cuerpo no sale solo cielo, sigue durmiendo, nos vemos en una hora. – Le acaricie el pelo a modo de despedida.

Vivir en primera línea de playa tiene sus ventajas, adoro la sensación que tienes al pisar la arena nada más levantarte. Caminé hasta la orilla para mojar mis pies, después de mi pequeño ritual mañanero, empiezan mis 45 minutos de carrera.

Al terminar, camino hasta casa, sentándome en uno de los escalones de la entrada que dan al salón, solo para contemplar el amanecer, como cada día desde hace mas de 8 años. Los brazos de mi mejor amiga me rodean,

-¿Ya has vuelto del mas allá?

  • Sam, no te rías de mí, no soy yo la que sale cada madrugada a correr, ¿no sabes que correr es de cobardes? – su voz aún es de ultratumba

  • ¿Me ducho mientras tu preparas el desayuno?

  • ¡Que morro tienes!

  • Tú lo haces mejor que yo.

  • En eso tienes toda la razón guapa.

Me levanto del escalón y abrazo a mi amiga.

-Buenos días.

  • Estas tonta hoy ¿eh?

  • Mas que eso, esperaba que así me ayudaras a limpiar el desastre que creamos anoche.

Después de la ducha y del desayuno, aquí nos encontramos Alice y yo, de pie, mirando el gran desastre que tenemos a nuestro alrededor.

Primer paso para poder limpiar… MÚSICA. Un pequeño recopilatorio de viejas y nuevas canciones, desde Queen, pasando por Camela, sí Camela, y terminar por Carmen Boza, cambios raros pero que te alegran el día.

  • Manos a la obra ¿no? –dice Alice.

  • Pues sí.

Media hora nos la pasamos solo para recoger toda la basura que hay por cada rincón de la casa, ¡si que nos desmadramos anoche!

Toda seriedad desaparece al ver a mi amiga bailando a lo Olivia Newton John sobre el sofá.

-          Tía, baja de ahí.

-          Vamos Sammy, disfruta.

En pleno show musical, en el que mi amiga y yo estamos subidas en los sillones, con un moño mal puesto, la cara de una resaca de campeonato y bailando al son de “grease”, hasta que nos dimos cuenta de que no estábamos solas, ¡¡tenemos visita!!

Alice de repente se puso roja de la vergüenza ya que la chica por la que lleva babeando más de un año esta riéndose de nosotras junto a la terraza.

-          Hola Ca, no te esperábamos- Dije mas riéndome que otra cosa.

-          Hola Sam, si, sin duda no me esperaban. No sabía esta faceta tuya Alice.- La sonrisa de Carol hipnotizó a mi amiga.

-          ¡¡ALICE!! –Grite.

-          ¿Eh? –Dijo sobresaltada.

-          Que te están hablando mujer- Expresé con rin tintín.

-          Ho…Hola Carol.- Tartamudea Alice.

Mejor le hecho un capote a mi amiga porque cuando Carol está presente, Al, cambia radicalmente, de su desparpajo y alegría de siempre a un nerviosismo extremo. Hay el amor, el amor.

-          Bueno Ca, ¿A qué se debe tu agradable visita, porque ayudarnos a limpiar no has venido o sí?

Alice cambió su cara, todos los colores imaginables pasaron uno detrás de otro por ella, al parecer recordó en las fachas en las que nos encontramos y corrió escaleras arriba.

Carol, miraba sorprendida, como se perdía por las escaleras, mientras que yo reía sin disimulo.

-          ¿He dicho algo malo? – Dijo disgustada.

-          No, no te preocupes, es media rara nada más.- Me burlé.

-          Lo que es, es un encanto- Susurró para sí misma.

-          ¿Has dicho algo? – Comenté haciéndome la loca.

-          Que vengo a por los diseños de la campaña, el cliente me llamó y quiere por lo menos ver una prueba impresa.

-          Tengo algo impreso por aquí, pero no son las definitivas, tengo aún muchos detalles que analizar y retocar- Dije en modo profesional.

-          Si eso no lo dudo, para ti nada está acabado- Se reía Carol.

-          ¡Deja de reírte de mí!- Le pegué en el brazo jugando.

-          Auch- se quejó.

-          Mira, lo que me pides, está arriba en el despacho, sube  y cógelo, si necesitas ayuda le preguntas a tu chica que estará escondida entre los cojines seguramente.

-          ¿Mi chica? Comentó riéndose.

-          Sí, eso que seréis cuando dejen de hacer el imbécil.- Aclaré.

Me metí en la cocina antes de la réplica de Carol, me hago la que esta ocupadísima limpiando la barra para que no pueda decir nada. La escuché subir las escaleras, haciendo sonar sus tacones en los peldaños de cristal, ¡¡Alice me va a matar!!

-          Subnormal, gilipollas… es que la ves y te vuelves gilipollas – decía Alice.

Caminaba de un lado al otro por la habitación, profesándose todo insulto que pasara por su mente.

Carol se había quedado apoyada en el marco de la puerta mirándola, Al seguía y seguía sin darse cuenta de su presencia.

-          No deberías hablar así de ti- Dijo con dulzura.

Del susto y la sorpresa, Al, cayó a la cama y de la vergüenza se tapó la cabeza con los cojines tal y como antes había predicho. Carol se sentó junto a ella acariciándole el pelo.

-          ¡Dios qué vergüenza!  -Decía una y otra vez.

-          ¿Por qué te avergüenzas?

-          Mira mis fachas, estoy horrible.- Sigue sin levantar la cabeza.

-          Yo te veo preciosa.- Se le escapó a Carol.

Poco a poco sus miradas se encontraron, una pequeña sonrisa sale del rostro de Alice, una sonrisa que solo con verla sabes que es de felicidad, esa que no puedes ocultar aunque quieras.

-          ¿Qué dijiste…? – Susurró

-          Preciosa.- Le contestó despacio a su oído

-          ¡¡Vaya par de pastelosas!! – Dije entrando a la habitación cortando el momentazo.

-          ¡¡TE MATO!! –Dijo furiosa Al.

-          ¡Eh, eh! Que yo solo subía para ayudar.- Me excusé.

-          Será mejor que me vaya, tengo que volver al trabajo.- Comentó Carol levantándose de la cama.

-          Los papeles están en esa carpeta.

Me senté justo donde segundos antes estaba Carol a punto de besar a mi amiga. Alice me fulminaba con la mirada sin disimular lo mas mínimo, mientras veía a Carol recoger con urgencia lo que vino a buscar. Intentó levantarse para entorpecer su huida pero se lo impedí para su desgracia.

-          Shh, quieta ahí.- Le susurré a su oído, para que Carol no escuchara.

Al no volvió a moverse y mucho menos después del beso que le dio Carol a modo de despedida, fue un simple roce de labios pero que logro que mi amiga alucinara.

-          Luego te llamo.- Le chillé cuando ya salía por la puerta.

Al se dejó caer con los ojos cerrados en la cama aún suspirando. Me levanté para sentarme en el escritorio, necesitaba su espacio, me quedo en silencio esperando que vuelva a la tierra, ya que no sé donde la ha dejado mi compañera de trabajo.

Se levantó despacio, apoyándose con los codos en la cama. Su mirada ya no me fulmina, sino que ahora tiene una calma tremenda y una gran sonrisa.

-          ¿De regreso?  - Bromeé.

-          ¡Uff! ¿Ha sucedido de verdad?

-          Por supuesto que sí.

-          ¿Y ahora qué? –Está confundida.

-           Ahora por el momento, te calmas. Por eso mismo te he parado antes, que tienes que ser una chica difícil, sino entro y te encuentro violándola hija mía.

-          ¡Qué bruta eres! –Dijo lanzándome un cojín a la cara.

-          ¿Por qué no vamos a surfear un poquito y nos relajamos?

-          ¿Y quién limpia la casa? –Preguntó.

-          Luego llamamos a la chica que me ayuda. Después de semejante avance en tu vida, habrá que celebrarlo.

-          ¿Si no?- Brincó en la cama como una niña pequeña.

Ambas nos metimos en el vestidor a cambiarnos, a pesar de que vivo sola, esta tiene más ropa en mi casa que yo.

Tabla en mano, bikini y bermudas, corrimos hacia el agua. La sensación de surfear una ola y sentir el agua sobre ti es algo indescriptible. Alice salió a tomar el sol cuando ya llevábamos una hora dentro del agua.

La ola perfecta se creaba en el horizonte, y con ella aumentan mis ganas de montarme sobre ella.

Ese momento en el que todo está bien, cuando ningún pensamiento cruza tu mente, no hay problemas, justo el momento en el que te sientes libre. Cuando te levantas en la tabla y tu mano acaricia sutilmente el agua.

Todo era perfecto, la ola, la sensación, el agua, hasta que de repente y sin poder hacer nada para evitarlo algo golpeó mi cabeza y mis sensaciones desaparecen y todo se vuelve oscuridad, negro.

Un terrible dolor de cabeza, no puedo abrir los ojos, me pesan demasiado, pero un olor increíblemente maravilloso se adentra en mí ser, inundando todo dentro de mí, acunándose en mi alma. Abro los ojos despacio y la sonrisa más bonita del mundo está a escasos centímetros de mí. El sol impide que vea el rostro de la mujer que tengo pegada a mí, pero es preciosa. El tiempo se detiene, no hay dolor, mi mundo gira en torno a esa sonrisa, mi mano temblorosa, por los nervios intentan alcanzarla para acariciar su carita de ángel, pero antes de llegar vuelvo a desmayarme.

Rubia, gracias por el apoyo y por tu no ayuda!

A ti, por seguir ahí.