Disfruté de los mejores cuernos a mi infiel marido
Por celosa, acompañé a mi esposo n un paseo y recibí mi merecido.
Me enteré que mi esposo y un grupo de profesionales de la empresa en la que trabaja, iban a darse un viajecito de fin de semana en las cabañas de una población a tres horas de viaje de la ciudad. Como mujer, no obstante a que había vengado la infidelidad de mi esposo, sentí celos, pues estaba segura de que él iría acompañado de su secretaria o amante. Así que aunque él me juró que Daniela, su secretaria, no viajaba, no le creí y me puse caprichosa y me quedé a su lado, en la parada del bus.
Como la esposa de un ejecutivo, en el bus, me cedieron un espacio, rápidamente y mi esposo, se resignó a viajar conmigo. Ya durante el viaje, empezaba a darme cuenta, que no había ninguna otra mujer en el bus buscaba a Daniela y no estaba. Llegando a las cabañas, confirmé mi sospecha, era la única mujer en medio de casi una docena de varones, de distintas edades .me avergoncé; pero ya estaba en el grupo y afortunadamente, me incluyeron, con mucha educación y atenciones.
Todos prepararon una fogata enorme y colocaron unas brazas, para la comida, siendo la única mujer, ayudé a preparar la carne. Después de la comida, jugaron fútbol y se divirtieron como niños Por la noche, encendieron otra fogata y me dediqué a preparar las salchichas con pan con huequito (es un pan especial que tiene un agujero, para meter la salchicha); por supuesto que tiene que ver con el sexo; pero de una forma disimulada. Mientras preparaba las salchichas, me pidieron permiso para beber y se los concedí.
Después de la comida, no paraban de beber, el clima, favorecía la ropa cómoda, casi todos vestíamos ropa ligera, yo, llevaba un short y una blusa que apenas cubría mis senos. Ellos, envalentonados por la bebida, miraban sin ningún disimulo mis senos, y me desnudaban con sus miradas llenas de deseo. Uno de los más jóvenes, invitó un trago a mi esposo, brindando por mí ese fue el último trago de mi esposo y le llevamos a la cabaña dormido. Les dije que me quedaría acompañando a mi esposo; pero me suplicaron que me quedara compartiendo con ellos "unos minutos más" y accedí ante su respetuosa y a la vez pícara insistencia.
Con la música, comenzamos a bailar, como era la única mujer, fui pareja de baile de todos, mientras bailábamos, tomamos algunos tragos más y al rato, sentí algunas manos sobre mis nalgas, les pedí que se comportaran y uno de ellos, pidió compostura a todos, para seguir bailando.
Al llevarme la copa a la boca, sin querer, me mojé la blusa y se notaron claramente, mis senos y mis pezones, como si nada les cubriera .lo que despertó más las miradas lascivas de todos los varones. Pusieron reggaetón y olvidé mi blusa mojada bailando sensualmente .tres de ellos, se quitaron sus poleras y las pusieron como alfombras, para que las pisara mientras bailaba .se veían muy bien, bastante guapos, realmente. El gerente, vertió su copa, encima de mis pechos y mi blusa se hizo transparente otra vez, se disculpó; pero me di cuenta que lo hizo a propósito.
No podía dejar de observar los enormes troncos endurecidos que se notaban dentro de sus ligeras ropas, algunos de ellos, que vestían shorts de tela delgada, se les veía muy claramente sus órganos endurecidos, gruesos, como estacas y deseables como deliciosos caramelos. Ver sus enormes miembros con deseos de traspasar mi cuerpo, me excitaba más y más, según pasaba el tiempo y se desvanecía nuestra inhibición por el baile y la bebida. El baile se hacía más provocativo, comenzaban a apretarme, sus manos, cogían suavemente mis nalgas, tímidamente al principio, luego sin ningún descaro, al ver que no se los impedía.
Uno de ellos, bastante joven tenía desnudo el torso, como varios, me apretó hacia él, comenzó a moverse como si me estuviera penetrando, pude sentir a través de nuestra ligera vestimenta su enorme palo, que se hacía cada vez más grueso, más grande, lo que me excitó más y correspondí con mis movimientos más sensuales, restregando mi pubis para sentir ese delicioso miembro cargado de lujuria. Me cogió de las nalgas y me apretó más hacia él y mis pechos se oprimieron contra el pecho de este joven macho, mojándose por la humedad de mi blusa .el resto, se acercó a ver con mucha morbosidad, cómo este macho bailaba como si me estuviese cogiendo al ritmo del reggaetón.
A penas, me desprendí de ese deseable cuerpo, cuando cayeron más camisas y poleras al suelo, me enredé en una de ellas y caí al suelo accidentalmente. Varios me ayudaron a ponerme de pie y aprovecharon para manosearme, descaradamente apretaron mis senos, acariciaron mis nalgas, alguna mano más atrevida acarició mi pubis y otro aún más atrevido, me cogió por las caderas y me sacudió como si me estuviera cogiendo por detrás, golpeando su miembro duro sobre mis nalgas .les agradecí por todo.
Había un poco de lodo, en mis manos, mis pechos y mis rodillas, rápidamente aparecieron vasos de agua, para limpiarme las manos, luego mis rodillas y mis pechos y claro, varias manos "caritativas" que me limpiaron .el agua, había mojado totalmente mi blusa y mi short, mi blusa mojada se hizo transparente, por lo que mis senos se veían como desnudos y eran objeto de miradas ya nada disimuladas de todos esos machos que se pusieron como animales salvajes deseando poseer a la única hembra allí presente.
Continué bailando sobre mi alfombra de ropa que habían tendido para mí, me tocó el turno de bailar con uno de los ejecutivos abrí mis piernas y me moví sensualmente, sacudiendo mis senos y al darme la vuelta, éste, me cogió de las caderas y apretó mis nalgas contra su tranca enorme y sin duda experta, sobé ese palo, con mis nalgas mientras él cogió la base de mis senos, los apretó y luego sus manos fueron bajando hasta mi ombligo y más abajo; pero lo ajustado de mi short detuvieron esas manos, que deseaban llegar a mis partes prohibidas, pero yo ya estaba totalmente caliente y desabotoné mi short y aflojé un poco el sierre, para permitir que esas manos, dieran rienda suelta a su lujuria y tomasen de mí, lo que quisieran. Uno de sus dedos, se entretuvo en mi clítoris y la otra mano, acariciaba los labios de mi sexo, los cuales se habrían fácilmente. Este hombre, me manoseaba así, deliciosamente, mientras bailábamos con movimientos coitales que sacudían mi cuerpo y mis senos
Mi próxima pareja, había tendido toda su ropa al suelo y como él, los demás, estaban desnudos, sus penes brillaban por su lubricación, como duros troncos húmedos por la luz de la fogata, algunos cogieron sus troncos y comenzaron a masturbarse. Mi pareja de baile, me cogió por la cintura y me oprimió, haciéndome sentir la enorme cabeza de su miembro endurecido sobre mi obligo y mi pubis desnudo, sus manos bajaron a mis nalgas, y bajaron mi short y mi tanguita, hasta mis rodillas. Desaté el botón de mi blusa y mis senos se mostraron al aire, apretados sobre ese pecho maduro.
Su lengua comenzó a chupar deliciosamente mis pezones y estando entretenida de esa forma, alguien se acercó detrás y comenzó a lamer mi cuello, mi espalda bajando hasta mis nalgas y mi ano. De pronto, sentí más lenguas y manos por todo mi cuerpo, había una lengua para cada uno de mis pezones. Entreabrí un poco las piernas, para permitir que dos lenguas lujuriosas, jugaran con mi clítoris y mi ano mientras otros me mordían las nalgas .aaah!...rico papitos grité, excitada y agradecida por la lujuria de esos machos - .
- ¡Primero que se la tire el jefe! gritó alguien. Ese jefe, era el gerente general, un hombre atractivo y madurito, tal vez de 50 años o un poco más.
Hicieron un lecho de lujuria, con sus brazos y me pidieron que me recostara sobre ellos, así lo hice, me recosté de espaldas sobre sus brazos de tantos hombres y abrí mis piernas para darle lo más rico que tengo "al jefe". Mi vagina estaba totalmente mojada por mis jugos y la saliva de esos hombres, estaba abierta, para recibir el endurecido falo del jefe de mi esposo. Este hombre, agarró su miembro duro y lo acercó a mi entrepierna, colocó la enorme cabeza de su miembro a la entrada de mi vagina, cogió mis piernas con sus brazos y clavó su estaca dentro de mí haciéndome gemir de placer con cada estocada los demás, no dejaban de lamer mis pezones, mi cuello y otros mordían mis nalgas.
Luego de las primeras penetraciones profundas y deliciosas del gerente, me recostaron sobre una banca cubierta de nuestras ropas. La enorme estaca del jefe de mi esposo entraba y salía de mi cuerpo, haciéndome gemir de placer, mientras habían dos caramelos que se turnaban para entrar a mi boca, mis senos y mis nalgas, eran manoseadas, mordidas, lamidas y apretadas por enormes y endurecidos palos de esos hombres que se habían convertido en salvajes machos impacientes de su turno de poseer a la hembra de su festejo sexual sin límites. Mi cuerpo, se sacudía con cada estocada y yo no paraba de gemir de placer, aunque mis gemidos y mis gritos eran acallados por un par de enormes cipotes que entraban y salían de mi boca, como si quisieran acompasar los bruscos movimientos del gerente, afanado en taladrar mi cuerpo con su enorme y duro órgano .Oooh!..mmmh!...rrrricooo grité mi primer orgasmo delicioso -. En seguida el jefe de mi esposo enterrando su pene en lo más profundo de mi cuerpo bramó como un animal salvaje: Aaah!...qué rica hembra!!...Oooh!...qué putota!!.
Llegó el turno de los demás ejecutivos, a excepción de mi esposo, claro, uno se recostó sobre la banqueta, con su órgano duro y grueso, apuntando al cielo. Me levantaron y me hicieron sentar sobre ese grueso palo Aaah!...Sssi!! qué rico palo! grité de placer -. Ese pene, me traspasó totalmente. Me recosté de espaldas sobre su pecho, ese macho cogía mis caderas así empujaba más su miembro dentro de mí. Colocaron otros dos caramelos en mi boca y habían suficientes bocas, lenguas y penes, para saciar el deseo de cada parte de mi cuerpo. Le pedí al que lamía mi clítoris, que me diera su enorme cipote por mi vagina, se puso de pié, cogió su enorme falo con su mano y acomodó su órgano encima del pene de amante y lo introdujo suavemente .dos buenos palos, me hacían gemir como loca, ambos trataban de moverse al mismo tiempo, para darme bien lo que más me gusta.
Acababa uno dejándome su esperma mojando mi interior y el pene de su acompañante y otro falo lo sustituía no me faltó leche en mis senos y mi boca. No sé cuántos penes entraron y salieron de mi vagina, dos a la vez, ni cuántas veces, algunos de ellos repitieron sus deliciosas estocadas; pero jamás en mi vida, me había saciado totalmente, permanecí tendida sobre Javier, un joven profesional que me dejó mi última ración de leche de esa noche.
Desperté en la cabaña de Javier, ya había amanecido y el sol, alumbraba las ropas olvidadas sobre la banqueta escuché la voz de mi esposo que me llamaba desde la cabaña en la que había dormido, mientras sus colegas, su jefe y sus subalternos me habían penetrado con infinita y deliciosa lujuria.
Javier se levantó de un brinco, se puso un short y engañó a mi esposo diciendo que yo, había dormido a su lado y que me había visto caminar hacia el río, fue tan "generoso", que acompañó a su jefe (mi esposo), a buscarme por la ribera. Entretanto, me vestí y fui al encuentro de mi esposo, a quien sonreí con maliciosa venganza con ganas de decirle que si él se tiraba a su secretaria, todos los machos de su empresa me habían poseído muy deliciosamente, durante toda la noche.
En la despedida, el gerente, se acercó a mi esposo y le pidió que tratara de llevarme más seguido a sus reuniones, me reí viendo la cara de mi esposo que no comprendía a cabalidad esas palabras.
Así disfruté del sexo y de los mejores y más ricos cuernos que puse a mi esposo infiel.