Disfrutando enseñando

Siempre me habia retraido en aquel tema en parte culpa de mis padres, pero aquella ultima noche del curso las cosas iban a cambiar.

DISFRUTANDO ENSEÑANDO

Desde muy jovencita, cuando tienes 13 ó 14 años y tu cuerpo esta desarrollándose o ya desarrollado, me gustaba presumir de mi cuerpo, ponerme ropa de lycra y prendas muy ajustadas para llamar la atención del sexo opuesto. Era una sensación indescriptible notar como tus compañeros te miraban boquiabiertos cuando te ponías unas mallas y una camiseta muy corta, que marcaba a la perfección el contorno de tus pechos, para educación física. Me gustaba que me observaran, pero en aquellos días no tenia ni la menor idea de lo que me iba a aficionar a aquella sensación.

Como ya he empezado a contar, siempre me gusto tener los ojos de los muchachos puestos en mí, bien sea por un vaquero muy prieto que marcaba la forma de mis labios vaginales o por llevar camisetas sin sujetador para que se me "vieran" los pezones. Por supuesto a esa edad, no era consciente de lo que iba a desembocar aquello, solamente sabia que me gustaba que me miraran, me gustaba que me desnudaran con la mirada, sentirme deseada. Era algo normal, ¿no? ¿A que persona no le gusta sentirse deseada? Por supuesto, mientras estuve bajo la tutela de mis padres no vestía muy provocativa ni esas cosas, lo justo y necesario, ya que están chapados a la antigua y no me dejaban llevar faldas por encima de la rodilla ni nada por el estilo, quizás por eso me desmadre tanto después.

Todo empezó cuando termine el instituto y al acabar las vacaciones de verano nos iríamos a la universidad, incluida yo, por lo que montamos una fiesta de fin de año en un local que alquilamos.

Ese curso, yo empecé a salir con un chico, Javi, el cual ya iba a segundo año de carrera; él se fijo en mi gracias a que aparento un par de años mas. Aunque llevábamos ya casi un año saliendo juntos, aun no se lo había presentado a mis padres porque sabían lo que me iban a decir: "Eres muy joven para tener novio", "ya tendrás edad para pensar en chicos", "ahora solamente tienes que preocuparte de tus estudios","los chicos solo traen quebraderos de cabeza"... Así que no quise complicarme y de momento no lo haría, ya que a Javi tampoco le importaba. Aunque habíamos intimado Javi y yo, aun no habíamos llegado a hacer el amor. Quizás porque me daba miedo, quizás porque no pensaba que fuera el momento oportuno, quizás porque quería que fuera en una velada perfecta. Por eso, las veces que quedábamos sus amigos y yo para tomar una copa y salía el tema de sexo y cada cual comentaba sus experiencias... yo desviaba la vista hacia cualquier otra parte del bar para evitar que me interrogaran. Les tendría que decir que era una novata en ese tema y le preguntarían a Javi que hacia con una cría como yo mientras media universidad se lo rifaba. Esa fue una de las razones por las que ocurrió lo que ocurrió aquella noche en aquel local, la otra, que me gustaba. Yo era algo así como un diamante en bruto que necesitaba ser pulido, una persona cohibida que necesitaba de un pequeño empujoncito, y mis pensamientos sobre lo que opinarían los amigos de Javi eran ese aliciente.

Esas dos ultimas semanas de clases habían sido un horror: entre los exámenes finales, las notas, la búsqueda del local y su acondicionamiento, comprar las bebidas, comida,... No había tenido ni una tarde libre y mi novio se había quejado, pero bueno, así podría tener el también un poco de libertad y podría echarme de menos. Por suerte las notas me acompañaron (fueron buenas) y mis padres no pusieron pegas para que fuera a la fiesta, con tal que no volviera a casa borracha o con un bombo, como decían ellos. Una noche, antes de acostarme llame a Javi y le invite a la fiesta que haríamos, diciéndole que invitara también a sus amigos si quería, que iba a ser un fieston y que no se arrepentirían.

La noche previa a la fiesta estaba muy nerviosa, no estaba muy segura de lo que iba a hacer ni de lo que podría pasar. Solo tenía ganas de pasármelo bien, de que mis amigos no se olvidaran de mí y de que los compañeros de Javi cambiaran de parecer sobre mí. Estuve pensando sobre la ropa que llevaría; ligera tenía que ser seguro, ya que estábamos a 22 de Junio y los termómetros rebasaban los 40º. Quizás me pusiera una camiseta corta escotada blanca sin sujetador y una mini falda tipo escocesa, pero necesitaría de la ayuda de Ana (mi mejor amiga) para vestirme así. Me iría a su casa una hora antes para cambiarme y arreglarme, sabia que no pondría ninguna objeción.

Y por fin, el día mas esperado de mi vida llego. Esa mañana me paso a recoger Javi para ir al instituto, ya que era la entrega de nuestras notas y él había acabado las clases unos días antes que yo. De paso nos veíamos, ya que desde que empezaron los exámenes finales no habíamos podido quedar ni un día. Estaba guapísimo, llevaba unos vaqueros blancos que le hacían un culo impresionante y una camisa blanca muy fina, que transparentaba un poco su torso. Yo fui vestida de deporte. Avise a mi madre de que no vendría a comer, ya que tenia intenciones de estar con Juan lo máximo posible hasta las 8, hora en la que había quedado con Ana para pasarme por su casa. Pues bien, fuimos al instituto y después de conversar con mis amigas y presentarles a Juan a quienes no lo conocían, me llevo con su moto a un parque casi en las afueras de la ciudad. Nos tumbamos en la hierba y hablamos de mil temas hasta que se hizo la hora de comer. Antes de irnos a comer, me dijo que me quería con locura y que no me presionaría jamás, aunque deseaba hacerme el amor como nunca antes lo deseo por cualquier otra mujer.

Le conteste que estaba preparada, nos besamos y nos subimos de nuevo en la moto. Me llevo a un restaurante italiano que tenia pinta de ser caro. Mientras comíamos me regalo una cajita con un anillo dentro, según el para demostrarme su amor infinito. ¡Que novio más romántico tenía y cuanto me quería...! Le dije que yo también tenia una sorpresa para el. Cuando acabemos de comer le dije que me llevara a casa y le invite a pasar, por fin le presentaría a mis padres. Cuando entre en casa le enseñe las notas a mis padres y les dije que aquel chico era Juan, mi novio, y que llevábamos cerca de un año saliendo y que creía que ya era hora de que se conocieran. No fue tan mal la cosa como pensé, creo que incluso se cayeron bien. Después de pasarnos un par de horas conversando todos y de que mi madre nos sacara café y unas pastas, Juan sabiendo a la hora que había quedado con Ana se disculpo diciendo que tenia que irse ya a casa. A la media hora, para que mis padres no pensaran que en realidad no iba a casa de Ana sino con Juan, pedí permiso a mis padres para irme a casa de Ana, no sin antes haber preparado en una mochila la ropa que me iba a poner esa noche.

Ana no tardo mucho en abrirme la puerta, nos dimos un beso y subimos a su cuarto. Me enseño la ropa que se iba a poner esa noche y se le vería guapísima. Era un pantalón negro y una camisa blanca preciosa. Después de repasar los cotilleos de última hora (que si tal se había enrollado con este, que si la otra se iba a liar con el otro,...) su madre nos llamo para cenar. Cuando acabamos pedimos permiso para levantarnos de la mesa y nos fuimos a su cuarto. Ella me dijo que se iba a duchar y que en 10 minutos volvía. Los padres de Ana tenían mucho dinero y la casa era enorme, y en cada habitación (en la de sus padres, la de Ana y la de invitados) disponían de un cuarto de baño con ducha. Ana entro en la ducha y dejo la puerta entreabierta, aunque yo me di cuenta de ese detalle segundos más tarde.

Cuando empecé a oír el agua de la ducha, me gire y me percate de que no había cerrado la puerta del todo, así que sigilosamente me acerque para mirar. Ciertamente nunca me habían atraído las mujeres, ni me atraen, pero tuve curiosidad, fue un acto reflejo y no se aun el por que. Lo que vi por aquellos escasos centímetros fue un verdadero espectáculo: allí estaba Ana desnuda dentro de la ducha, enjabonándose, mientras el agua le resbalaba tímidamente por su cuidada piel. Con sus manos llenas de jabón iba desde su cuello hasta sus piernas, pasando antes por sus firmes pechos, ahora duros, ya que sus grandes pezones apuntaban al horizonte. Ahora le tocaba a su coñito aun virgen: se abrió de piernas, y empezó a restregar sus dedos por entre sus labios vaginales.

Se enjuago la otra mano y se introdujo un par de dedos por el diminuto agujero, mientras con la mano restante se acariciaba y pellizcaba los enormes pezones. Yo inconscientemente me senté en el suelo y me empecé a masturbar mientras veía aquella escena; nunca imagine que ver a mi amiga desnuda y tocándose podría excitarme tanto. Cuando se canso de sus dedos cojió de una pequeña estantería de baño una enorme polla de plástico color rosada, que tendría que medir más de de 25 centímetros, además su grosor era más que considerable. Se metió aquella enorme cosa en la boca con tal maestría como si lo hubiera estado haciendo durante toda su vida; seguro que estaba pensando en que era la polla de algún chico.

Cuando pensó que estaba lo suficientemente lubricada, volvió a abrirse de piernas y metió aquella enorme cosa perdiéndose de entre sus muslos. Al ver su cara de golfa sentí un orgasmo jamás vuelto a experimentar. Aunque yo ya había llegado al clímax, seguí observándola, viendo esos movimientos de cadera de delante hacia atrás y sus espasmos al correrse. Me levante y me senté en su cama, algo empapada en sudor que inmediatamente me limpie. Me grito Ana que enseguida salía, que iba a secarse y le conteste que no se preocupara. Yo ya estaba satisfecha, aunque la noche acababa de empezar.