Disfrutando de tus celos (Parte I)
¿Recuerdas cuando yo fui a visitarte unos días? Sí, mujer, esa vez que casi ardes de celos cuando empecé a jugar con aquella amiga que siempre estaba en tus fantasías... ¿No te acuerdas? Entra, que te lo recuerdo.
Siempre ha formado parte de tu juego el tratar de demostrarme que estás por encima de lo nuestro, que simplemente me consideras uno más o que podrías soportar verme con otra. Sé que era sólo rol que te gustaba tomar, y en cierto modo es porque yo te seguía la corriente. Es sencillo, me sería imposible negarte cualquier cosa con las piernas que tienes, cariño; sabes darme la locura suficiente para destrozar mi cordura. Así que ese día, no fue menos..
Había ido a pasar el finde contigo y sabía que en el fondo estabas agradecida, pero te gustaba interpretar como si fuera uno más de tus amigos cuando me introducías en tus grupos. Activamente no te gustaba dedicarme atención, pero no dejabas de dirigirme la mirada a escondidas para cuidar cuáles eran mis movimientos. Tras pasar unas horas acomodándome entre tus amigos, yo creía que era el momento de dar mi siguiente paso, y si jugaba bien mis cartas podía ser una la noche increíble con la que muchas veces bromeábamos. Entonces me fijé en una chica con la que hablabas y... me dí cuenta que era ella. Sabes perfectamente a quién me refiero. Al reconocerla me acerqué poco a poco mientras tramaba una escena perfecta para la más casual de las coincidencias, y así poder entablar conversación. No buscaba una converasción sobre qué estudiaba o qué hacía con su vida; eso yo ya lo conocía perfectamente y, aunque no dejé de preguntárselo, no se trataba más que una buena escusa para encauzarlo a donde quería llevarlo. Aunque he de reconocer que no fue tan fácil como creía.
La verdad es que estaba disfrutando muchísimo la situación. Ella también conocía algo de mí, y eso me sorprendió bastante, además con lo que me habías hablado de su vida tenía demasiada curiosidad en conocerla y me estaba llevando una sorpresa bastante agradable, además de que era muy placentera la sensación de verte tan nerviosa y sentir cómo cada vez eras menos disimulada a la hora de buscarme con la mirada indagando mis intenciones. Era tal y como la habías descrito: extrovertida, alegre, pícara y con ese puntito de seducción que es imposible que pase desapercibido... estoy segurísimo que esa mujer ha estado con muchas personas en su vida, de tener muchísimo que ofrecer en esos aspectos. Ella claramente también estaba dejándose llevar por la química que surgía y se le notaba bastante predispuesta, cosa que yo aprovechaba para plantar una precisa caricia y ver cómo entrabas en cólera al verme flirtreando y temiendo lo que fuera a contarle sobre mis conversaciones contigo. No te preocupes, cariño, cada paso estaba bastante cuidado y te necesitaba totalmente fuera de control para sacar lo mejor de ti. La charla comenzaba a desviarse por los temas que buscaba, y comenzó a preguntarme mi relación contigo, de donde nos conocíamos y qué contacto teníamos.
-Bueno, no nos llevamos tan bien como vosotras dos, eso está claro, pero creo que tenemos mucha confianza y cuenta conmigo en ciertas cosas donde le ayuda mucho mi apoyo... supongo que por eso hemos mantenido el contacto.
-Uy, uy... ¡seguro que te cuenta las veces que se enfada conmigo y me retrata fatal! -yo no podía creerme que de estuviera contestandome como si de un guión se tratase, como si supiera exactamente lo que buscaba que dijese.
-No, la verdad es que sólo me había hablado maravillas de ti... y por eso me moría de ganas de conocerte, siendo sinceros'.
El guiño con el que fue acompañado cambió totalmente el sentido de la conversación y empezó a centrarse en un juego de seducción dejándonos con un aroma a miel en el paladar cada vez más intenso. Las caricias calculadas pasaron a ser bromas jocosas, convirtiéndose en comentarios soeces y acercamientos mucho más... intensos. Tú no eras capaz de quitarme ojo y tu forma de vengarte era acercarte a cualquier persona del sexo opuesto siendo mucho más directa de lo que yo me permitia con ella. No te preocupes, intuía que esa sería la reacción y contaba con ello; era tu noche, y respetaba todas tus decisiones. Mientras nuestro debate de guiños y alusiones fue encaminándose a ciertas fantasías concretas, y entre líneas dejé caer varias confesiones que le provocaron el tick de morderse los labios tratando de disfrutar de la miel que se iba haciendo cada vez más palpable; la verdad es que estaba creando una imagen que me costó realmente resistir. Ya sólo faltaba el órdago, la jugada maestra, así que me acerqué a su oreja y mordisqueando levemente con los labios su lóbulo le propuse mi noche y dibujó una de las sonrisas más pícaras que he visto en mi vida. Con mi mano derecha enredé mis dedos en su cuero cabelludo y respiré el aroma que me llevaba embriagando casi una hora a su lado. Ella asintió con la cabeza y te buscamos con la mirada. Parece que habías llegado a un límite que no eras capaz de soportar y, con la ayuda de suficiente alcohol, eras tú la que se abalanzaba sobre un chico en el sillón de ese local devorándole el labio como si no hubiera mañana. Ella me miró sonriendo mordiéndose el labio y buscando en mi expresión algún tipo de sentimiento de decepción, enfado o similar para saber cómo actuar. Le devolví la sonrisa, 'parece que nos está dando carta blanca' le susurré de nuevo sin quitarle la mirada de esos increíbles ojos gigantescos. 'Pues no la desaprovechemos... ¿no?' me contestó entre sonrisas, ofreciéndome la mano para que la ayudase a levantar. Nos escabullimos disimuladamente hacia la calle y comenzamos a andar, tratando de adivinar las reacciones que podrían salir de ti en ese momento.
Entonces seguro que recordaste la llamada que recibiste, fue bastante después de que nos fuéramos y me aún ahora me arrepiento de no haber podido escuchar la voz que pusiste cuando te enteraste. Me vuelves loco cuando no eres capaz de controlar la situación, te vuelves tan... impredecible. Es increíble. Tu amiga te pedía si podías venir a traerme al hotel la tarjeta para abrir mi habitación... aunque eso sí lo oí, los gritos que pegaste al escucharlo. Te sacaba de quicio creer que era tan descarado como para pedir tu ayuda a la hora de acostarme con otra. Preocupada, ella te hizo un resumen de la situación: yo me encontraba fatal y estaba vomitando, buscando la manera de volver a mi habitación para poder descansar un poco; había periddo mi copia de la tarjeta y en un momento de pánico había recordado que tenías otra en tu bolso, ya que en un principio ibas a dormir conmigo en mi habitación, o por lo menos a quedarte. Debiste de entrar rápido en razón porque colgasteis y no tardaste mucho en llegar.
Intuyo que la recepcionista te comentó que me habian abierto ellos la puerta porque subiste directamente sin llamarnos. Incluso a mí me sorprendió cuando sonaron los breves golpes en la puerta, con la suficiente seguridad como para saber que no querías que jugase a tardar en abrirte. Con la peor de mis caras y sin camiseta te abrí, y mirando al suelo me fui a acostar sobre la cama. Fue todo un poema tu cara. Era pena lo que se dibujaba al verme el rostro, seguido de cierto desconcierto al verme sin camiseta y con los vaqueros desabrochados. Mientras entrabas en la habitación y cerrabas la puerta, descubriste más ropa en el suelo y te fuiste dando cuenta que esa era la camiseta de ella, y aquellos sus pantalones, lo cual fue dibujando ira. Yo miraba ido hacia el gran espejo de la pared tumbado lateralmente en la cama, y cuando empezaste a gritar '¡Qué coño...!' fue cuando te mantuve la mirada y te esbocé la mejor de mis sonrisas. Viste como un sujetador negro volaba desde detrás tuyo hacia la cama y te giraste con la fuerza que te concede siempre el enfado. Entonces la viste. Conocías esa cara, porque la habías imaginado muchas veces. Conocías el brillo del deseo en las pupilas, porque te lo habías visto en el espejo. Con un brazo trataba de tapar sus pezones mientras te devoraba con la mirada.
Estabas indignada, la miraste y entonces fue cuando soltó la mano de sus pechos y se abalanzó sobre ti arrollándote hasta que cayeses en la cama. Con sus manos te sostenía por los hombros y te montó provocando un vaivén en sus pechos irresistible. Adoro cómo un pecho generoso y bien colocado se mueve, realiza una especie de danza natural que me deja embobado... así que como comprenderás, yo no pude quitarles el ojo mientras ella se acercaba a tu oreja dejándote con una expresión de mayor asombro incluso 'Sabes que lo estás deseando tanto como yo', terminando la frase con uno de esos jugosos besos en el cuello que dejan un ligero hilillo de saliva guiando el camino hasta el escote. Se movía por tu clavícula marcando el camino con los dientes, como si migas de pan de un cuento se tratasen. Eras incapaz de moverte y tenías el cuerpo en tensión dificultando su tarea, pero entre el alcohol y la situación poco a poco te ibas soltando y fuiste dejando que empezase a quitarte la camiseta poco a poco. No dejaba de cuidar cada uno de los centimetros que dejaban expuestos la ropa entre caricias, besos y ligeras succiones... la verdad es que con lo delicada que es tu piel para esos menesteres, estaba dejándote un picasso un tanto peculiar. Tardaste en dirigirme la mirada recordando que yo estaba también en la cama casi lo mismo que ella en deshacerte de tus pantalones y la camiseta, me miraste con una cara extrañada sin saber qué es lo que se supone que iba a suceder hasta que yo poco a poco me puse de rodillas tras tu cabeza para masajearte el pelo bajando con los dedos por el cuello en busca de tu escote. 'Es tu noche, ya te prometi que estos días iban a ser simplemente espectaculares... disfruta, enana; aunque ni siquiera hace falta que nos ayudes porque ya lo conseguiremos entre los dos... ¿No es así?', le pregunté mientras ella escalaba por tus piernas aferrándose a sus curvas con caricias y acercándose peligrosamente a... 'Lo he imaginado suficiente como para considerarme experta', respondió. Trataste de decir algo pero te amordacé en ese momento con mi camiseta, 'he dicho que disfrutes, así que sólo se te permitirá entonar gemidos. Hasta entonces...'.
Anudé de una manera rápida la camiseta y te besé la frente mientras mis manos volvían a bajar por tu escote esta vez saboreando con los dedos tu pezón a través del sujetador, aunque no era el único que había empezado a saborear. Sentias como yo atacaba desde lo alto mientras bajo las trincheras ella había llegado casi a la ingle, abriendo tus piernas hasta colocarse entre ellas. Sabías perfectamente a dónde se dirigía pero no podías terminar de digerir la situación y continuabas moviendo la mirada nerviosa entre uno y otro hasta que volví a susurrarte que te relajases mientras devoraba cada vez con más ansias la línea de saliva que dejó entre tu lóbulo y tu clavícula. Ella mientras poco a poco fue bajando tu ropa interior mientras yo apagaba las luces de la habitación para dejar sólo la poca iluminación en las mesillas, justo y necesario para disfrutarte mirando al espejo y ver los ojos en blanco cuando ella mientras descendía con la prenda por tus piernas marcaba el recorrido con la lengua saboreando el gusto de la piel excitada que no sería capaz de describir en palabras, pero comenzaba a perder el control incluso yo. El aroma de la habitación comenzaba a impregnarse de sexo y los movimientos suaves pasaron a pellizcos en tu escote, mordiscos en tu barbilla y continúe bajando con el cuerpo por tu vientre teniendo que incorporarme ligeramente sobre ti para dejar mi cuerpo a la altura de... dejó caer tu cullot y, apoyándo las manos sobre tus muslos abrió tus piernas y comenzó a descender la cabeza hasta que sentiste unos labios apoyarse en tu ingle y te sentimos suspirar bajo el nudo de mi camiseta, parecía que estábamos yendo en la buena dirección aunque nosotros estábamos perdiendo el autocontrol demasiado rápido. Mi boca mordía tu vientre y se enganchaba en su ombligo, la suya se acercaba cada vez más a tu sexo jugando con su lengua para recorrer con ternura tus labios superiores. Bajé hasta la cadera y nos separamos un segundo de tu cuerpo para poder mirarnos a la cara y susurrarnos algo que mi cuerpo no te permitía entender, seguido del sonido de unos labios despegarse de otros... hubo una parte de ti que hervía en ese momento, pero era casi marginal en esa situación donde lo único que deseabas era más atención y sentir de nuevo el placer del deseo, así que cumplimos. Ella volvió a su lugar y yo desde el otro lateral comencé a recorrer tus labios disfrutando de la mezcla de sabores... la verdad es que no era una situación realmente cómoda, pero era lo suficientemente excitante como para que sintieras golpear dolorido a través del vaquero a mi cuerpo por la compresión. Con una de nuestras manos nos aferrábamos a tu trasero para colocarnos menos mientras con la otra jugaba con el pecho de ella colgando apoyado en tus piernas, haciendo dibujitos con sus pezones en tu piel a la vez que ella buscaba el tuyo jugueteando con su uña. Fue entonces cuando empezaste a jadear con cierto ritmo; pero no lo comenzamos a considerar gemidos hasta que su lengua rodeó tu clítoris presionando hasta que llegó la mía y a dúo manteníamos una conversación con tu perlita, mientras nos mirábamos a los ojos y sonreíamos recreándonos cada vez que emitías un sonido. Separé poco a poco mi lengua para susurrarle algo a su oído y comenzar con el verdadero ataque, habíamos superado con éxito la fase de reconocimiento e iba a comenzar el asalto por fin...
Si os gusta, intentaré publicar la continuación dentro de poco. Un saludo, disfrutadla.