Disfrutando de mi hermana

De como durante un corto periodo pude disfrutar de mi hermana mayor.

Todo esto ocurrió durante el periodo de vacaciones escolares de verano. Mi hermana tenía 18 años, rubia, media 165 cm. poseía un cuerpo maravilloso y muy sensual, tenía unas muy buenas tetas, duras con forma de pera, adornadas con dos grandes aureolas oscuras  e hinchadas que terminaban en un pezón largo y fino, unas piernas muy bonitas y un culo respingón y grande sin llegar a ser gordo. La verdad es que era una mujer bastante exuberante para su edad, mis amigos siempre andaban tocándome las narices diciéndome  lo buena que estaba

Yo acababa de cumplir quince años. Como todos en esas edades, estaba descubriendo el sexo y andaba todo el santo día caliente. Mi hermana Rocío con la que me llevaba de maravilla, aunque muchas veces nos peleábamos, siempre andaba por casa muy ligera de ropa. Solía llevar un vestido viejo que en la parte superior era elástico y se sujetaba gracias a eso, no llevaba ni tirantes ni nada, dejando sus hombros descubiertos y sus tetas marcadas. Siempre iba sin sujetador. La falda de este era por las rodillas y con algo de vuelo.

El vestido en si se sujetaba bien gracias a las gomas fruncidas de su parte superior y así era cuando lo usaba para salir a la calle, pero dado el paso del tiempo, aparte de habérsele quedado un poco pequeño, sobre todo de pecho, las gomas habían perdido fuerza y solo lo usaba como he dicho para estar por casa ya. Aún así, tenía que estar subiéndoselo cada poco, pues se le iba escurriendo y dejaba asomar con bastante facilidad unas grandes porciones de sus pechos e incluso parte de sus aureolas en cuanto se descuidaba un poco.

Yo siempre andaba atento para no perderme de ver ni un milímetro de su anatomía que mostraba descuidadamente y con abundancia.

Ella no era muy recatada, por lo menos en casa. Cuando se levantaba se tiraba toda la mañana por casa en camisón y con solo las braguitas debajo. Solía usar uno rosa bastante corto y que se clareaba al trasluz, muchas mañanas  entre ella y yo ayudamos a mi madre a hacer la casa, pues  la pobre trabajaba por las tardes y siempre iba agobiada. Yo  seguía a mi hermana como un perrito haciendo las tareas del hogar, sin perder ocasión de poder ver en cualquier descuido suyo su tetas o su culo, o su bragas o lo que pudiese, dándome unos calentones tremendos, hasta que no aguantaba más y me encerraba en el baño a pajearme.

Recuerdo que se ponía algunos días a planchar en el salón frente a la puerta de la terraza y yo me sentaba detrás en el sofá y la luz que entraba por la puerta dejaba clarear su camisón, viéndola toda su figura transparentándose bajo la prenda: Veía el contorno de sus piernas, el hueco que quedaban entre ellas y como la braguita oprimía sus muslos en la ingles y marcaban sus formas. Ella se daba cuenta de mis miradas, pero dada la confianza que teníamos y que a ella creo que también las gustaba lucirse ante mí se hacia la tonta. Es más, le gustaba provocarme, algunas noches cuando ella llegaba a casa y yo estaba, me llamaba para contarme cualquier tontería y me llevaba hasta su cuarto y dándome la espalda  se ponía a cambiarse de ropa, dejándome ver como se iba despojando de la ropa, quedándose en bragas y sujetador,  como se desabrochaba esté y se lo quitaba y la  podía ver como sobresalían por sus costados los laterales de sus tetas, hasta que se ponía el camisón.

En otras ocasiones cuando no estaban nuestros padres y mi hermano mayor andaba a su bola viendo la tele o haciendo cualquier cosa, ella se duchaba y dejaba entreabierta la puerta del baño casi una cuarta, dándome pie a que la espiase y la viese desnuda por completo. Creo que lo hacía adrede, pues cuando se duchaba y estaban mis padres siempre se cerraba.

Fueron muchas veces que se produjeron escenas así entre los dos, por eso pienso que la muy guarrilla me provocaba y le gustaba hacerlo.

Otra vez. Un fin de semana que fuimos a un río a pasar el día toda la familia, le pidió a mi padre las llaves del coche, que estaba aparcado bajo unos arboles y me pidió que la acompañase. Me fui con ella, se metió en la parte trasera, tapo con la toalla la ventanilla que daba hacia donde estaba la gente y me dijo me pusiera yo en el otro lado para vigilar, hablando conmigo saco su ropa para vestirse. Yo al lado del coche la hablaba y de repente me quede de piedra, pues en vez de ponerse la ropa encima del bikini, se quito este con toda tranquilidad mientras hablaba conmigo, dejándome  verla desnuda por completo.

Todos estos sucesos, unido a que 5 u 6 años antes, cuando éramos unos auténticos mocosos tuvimos alguna que otra experiencia entre nosotros y en un par de ocasiones en que por cuestión de que se tenían que quedar algún familiar en nuestra casa a dormir o que nosotros íbamos a pasar algunos días al pueblo de mis abuelos. Habíamos tenido que dormir juntos y ella me había hecho tocarla su sexo mientras ella me tocaba a mí y aunque éramos pequeños un día intentamos follar para ver que se sentía, pero no lo logramos, no estábamos preparados para esas cosas todavía. Nunca hablábamos ahora de esas cosas, pero creo que en la cabeza de ambos estaban presentes, por lo menos en la mía. Por lo que mi sexualidad se había desarrollado muy marcada por mi hermana.

Pero volviendo a aquel verano comienzo a relataros situaciones que se fueron produciendo entre nosotros.

Como ya dije, mi madre trabajaba por las tardes y mi padre regresaba de su trabajo sobre las seis y media de la tarde, por lo que desde después de comer nos quedamos solos en casa con nuestro hermano mayor, pero era como si estuviésemos solos, pues mi hermano se encerraba  en nuestro cuarto que compartíamos a estudiar o a leer y no solía salir nunca, excepto cuando armábamos mucho jaleo y salía a darnos la bronca.

Una de esas tardes, después de comer recogimos la mesa los dos y mi hermana se puso a fregar los platos, yo me fui a la cocina con ella, nos pusimos hablar  mientras fregaba situándome a su lado, cuando abrió el gripo para aclarar los cacharros, puse mi mano bajo el chorro del grifo y la salpique la cara jugando, me insulto a la vez que agarraba la camiseta por el bajo de esta. Ese día llevaba una camiseta vieja de tirantes y una faldita vaquera. Se la alzo para secarse la cara, dejando al descubierto la mitad de sus tetas. Me quede de piedra y me empalme en el acto.

Al poco turbado por lo ocurrido, volví a repetir la acción, pero esta vez calcule para mojarla hasta la frente y así probar si repetía el secado con su camiseta. Y así fue, lo único que esta vez  tubo que alzarla más, dejándome ver sus tetas desnudas por completo, esta vez tardo más en secarse, yo creo que aposta y pudo observar con detenimiento la perfecta forma de pera de sus tetas, con sus grandes aureolas y los puntiagudos pezones, Se me puso la polla a reventar,  mi deseo me pudo y cuando volvió a cubrirse no pude remediar de alargar mi mano y estrujar una de sus duras tetas. Me llamo cerdo, me pego una torta y salió detrás de mi persiguiéndome, me alcanzo en el salón y empezamos una pequeña lucha.

Ella intentaba pegarme bofetones y yo la paraba las manos, fijándome cada vez más en las oscilaciones que producían sus brazos al agitarlos en sus tetas, en cómo se le erizaban los pezones y se le marcaban cada vez más bajo la camiseta, por lo que al final más atento a sus tetas que a sus brazos me lleve unas cuantas leches. Hasta que apareció gritando nuestro hermano y nos separo.

Poco a poco fuimos aumentado las discusiones nuestras que terminaban en peleas, estas más que peleas eran juegos en los que terminábamos en el suelo revolcándonos el uno contra el otro.

En estas luchas yo aprovechaba mi superioridad física para manejarla a mi antojo, la tiraba en el suelo y la sujetaba las manos y forcejeaba con ella para que su vestido elástico bajase y dejase asomar gran parte de sus tetas, o la inmovilizaba los brazos tapándole con ellos la cara  para que patalease y se le subiera la falda y poder verla las piernas y las bragas. Ella jugaba conmigo, aunque se debía de dar cuenta de las erecciones que se me marcaban en mis pantalones o cuando nos revolcábamos luchando también debía notar mi polla erecta contra ella, pero no decía nada. Es más, notaba como cada vez me enseñaba como sin querer más veces su cuerpo.

Una noche llegamos casi juntos, eran como las once de la noche cuando entre en casa, nuestros padres se iban a dormir, mi madre me dijo que teníamos en el micro la cena y que lo calentase todo porque Rocío acaba de llegar también hacia un momento y debía de estar cambiándose de ropa en su habitación, calenté la cena, la lleve a la mesa baja del salón y me senté a esperarla, llego ella con su camisón de satén, agacho su cara para darme un beso en la cabeza enseñándome las tetas por un instante y me dio las gracias por poner la cena, la dije que luego le tocaba a ella recoger. Nos sentamos en el sofá a cenar mientras veíamos la tele y hablábamos de que habíamos hecho en  el día.

Mientras cenábamos la miraba sus muslos casi descubiertos por completo y por el lateral de su camisón el contorno de su pecho. Terminamos la cena y se levanto a recoger, hizo un primer viaje a la cocina, me quede mirándola cuando salía como su camisón marcaba al detalle su culo y las costuras de sus bragas, regreso, quede mirando sin disimulo como se le marcaban las tetas y como se le movían al caminar, llego hasta la mesa y frente a mí se inclino a limpiar con una bayeta el hule, me volvió a obsequiar otra vez con la visión de sus tetas al ahuecársele el camisón. Esta vez tuve más tiempo para deleitarme mientras pasaba la bayeta sobre la mesa y no perdí detalle de sus tetas, que colgaban y oscilaban ante mí, a escasos treinta centímetros de mi cara. En esa posición me dejaba contemplar desde arriba  por el hueco del camisón sus maravillosos pezones, su vientre terso, parte de sus bragas y empiece de sus muslos, me excito mucho aquella visión, como no podía ser menos, volvió a ir  a la cocina y regreso. Se sentó al lado mío en el sofá a ver la peli que echaban, de reojo seguía contemplando sus muslos casi desnudos por completo y de cómo la fina tela de la prenda definía su pecho perfectamente.

Como casi todas las noches, al rato se empezó a quedar dormida. Yo en varias ocasiones, ya me había aprovechado de su facilidad para dormirse profundamente, para ponerme a mirar entre sus piernas o para ahuecarle la parte de arriba  y recrearme viéndole las tetas, incluso para acariciarle los pezones con suavidad sobre su camisón. Tenía un sueño profundo y cada vez que nos quedábamos ella y yo  solos viendo por la noche la tele, y ella se dormía iba aumentando mi osadía, atreviéndome cada vez a hacer algo más fuerte.

Esa noche igual. Espere una rato y comencé a llamarla en voz baja, pero no me respondía, espero unos diez minutos más y empecé a maquinar que podría hacer, volví a llamarla, pero nada, estaba completamente dormida. Me levante, cerré la puerta del salón y me senté sin hacer ningún ruido en el suelo frente a ella, pude ver el interior de sus muslos y al fondo el triangulo blanco de su braguita, con cuidado le subí la falda del camisón hasta el borde del empiece de la braga, dejando sus piernas al descubierto, pude observar como la pelambrera de su coño abultaba la braga. Con suavidad agarre el interior de sus rodillas y muy lentamente empecé a forzar sus piernas para que se abriesen, poco a poco lo conseguí sin brusquedades, para no despertarla. Quedo frente a mi toda su entrepierna abierta.

Por los lados de la braguita escapaban algunos gruesos y largos pelos negros de su coño, acerque más mi cara y casi llegue a pegar mi nariz contra la braga, aspire profundo para oler el aroma que desprendía su sexo y me quede prendado por aquel olor, aspire varias veces gozando de aquello, hasta que excitado por aquella deliciosa fragancia que brotaba de su coño pensé en llegar un  poco más lejos.

Yo la miraba a la cara cada poco, para comprobar que dormía,  y así parecía por los ruidos de su respiración. Me levante para cerciorarme de que era así, amague con mi mano como si la fuese a dar en la cara, pero ni se inmuto. Aproveche para colocarme de pie a su lado y con mucho sigilo, agarrar la parte de arriba del camisón y ahuecarlo, contemple desde arriba sus tetas y como subían y bajaban con la respiración. Con la mano que me quedaba libre me saque la polla del pantalón y comencé a masturbarme lentamente a escasos centímetros de su cara, acerque mi glande, que tenía ya a reventar y que salían de su punta algunas gotas de esperma hasta sus labios y con mucho cuidado lo roce contra su  boca que estaba un poco entreabierta, la caricia y la humedad provoco que moviese los labios al sentir el roce de algo en ellos.  Me separe bruscamente de ella y volví a sentarme en el suelo frente a ella.

Forcé más sus piernas. Creí que se hacia la dormida, pues la tenia despatarrada en una posición que debía serle bastante incómoda, pero me daba igual, estaba  ya excitado por completo y quería seguir divirtiéndome. Acerque mi mano hasta el borde la braga, conteniendo la respiración para tener más precisión y no rozar el interior de sus muslos. Con mucho tiento agarre la costura de la braguita y comencé apártala hacia un lado, empezando a descubrir su negro y frondoso coño, continúe hasta dejar al descubierto los labios de su vagina.

El corazón me latía con fuerza, notando las pulsaciones en las venas de mis sienes, la abrí un poco más de piernas para hacerme hueco y acercar mi otra mano, estire mi dedo índice despacio  y lo acerque hasta rozar sus labios. Los note húmedos, comencé a “rastrillar” con el dedo su esponjosa pelambrera y dejar despejado sus labios, que asomaban sonrosados y con los bordes casi marrones, presione el dedo un poco más, levante mi mirada otra vez hacia su cara para comprobar que dormía y con sumo cuidado deslice el dedo a largo de su raja mientras con el pulgar le abría los labios, note un estremecimiento en ella que me asusto, pero nada, dormía plácidamente o eso me parecía.

Separe mi dedo mojado y me lo lleve  la nariz. Era la primera vez que tocaba un coño en mi vida, lo olí y chupe, casi me corro al hacerlo, volví a acercar el dedo, mientras seguía apartando la braga con mi otra mano y otra vez recorrí su raja y abrí sus labios, la encontré más mojada, la recorrí varias veces y note como su respiración iba acelerándose, de repente se movió corriendo su culo hacia fuera del sofá, casi se clava ella sola mi dedo en su coño, me asuste de nuevo y pare, volvió a moverse, esta vez subiendo su culo hacia dentro del asiento, esto me vino genial, propicio que se aflojase la tensión de su braga facilitándome el poder apartarla con más comodidad.

Se la corrí por completo hacia un lado, dejando su coño al descubierto casi por completo, me entraron ganas de hincar mi boca allí y chuparlo, pero me corte, volví acercar el dedo y pasarlo suavemente por su raja y comprobé que ya si, estaba bastante más mojado y brillante, busque con cuidado, como si fuese un cirujano operando, la abertura de su vagina y con un movimiento lento, comencé a introducir la yema de mi dedo, retire mi otra mano, pues la braga al quedar holgada permanecía apartada por si sola y me saque la polla del pantalón. Comencé a masturbarme mientras continuaba con mi dedo poco a poco hundiéndolo en ella. Despacio conseguí introducírselo por completo.

Mi dedo notaba la suavidad y calidez  de su húmeda vagina y  empecé con suaves movimientos a  meterlo y sacarlo mientras me pajeaba yo. Note como su respiración continuaba alterándose más y como las paredes de su vagina comprimían mi dedo. Creo que la muy zorra se hacia la dormida, pero a esas alturas me daba ya todo igual, ni me preocupaba en mirar su cara por si abría los ojos ni en vigilar la puerta del salón por si entraba alguien.

Acelere la velocidad de mi dedo, hincándoselo hasta que chocaban mis nudillos contra su pelvis y también el ritmo de mi otra mano masturbándome. Su raja destilaba fluidos intensamente que provocaban un ligero chapoteo al meter y sacar mi dedo. De su boca salían de cuando en cuando algún pequeño suspiro. No pude aguantar más y con mi vista fija en como entraba y salía mi dedo de su coño, brillante por sus flujos, me corrí soltando cuatro o cinco latigazos de esperma contra mi camiseta.

Quede un par de minutos postrado ante ella, recuperando el aliento y con mi dedo hundido en sus entrañas, hasta que lo saque empapado y lo chupe saboreándolo,  me levante y sin cubrir su coño con la braga le baje la falda del camisón, apague la televisión, la agite, diciéndola que despertase que ya había terminado la película y que se fuese a dormir.

Abrió los ojos, se levanto del sofá y se estiro, observe como sus pezones estaban endurecidos y se marcaban bajo la tela  como si fuesen a rasgarla, y haciendo, yo creo, como si estuviese dormida y acabará de despertar se despidió de mi y nos fuimos cada uno para nuestro cuarto. Con el paso del tiempo y al ir incrementando mis experiencias sexuales, comprendí que aquella noche se había dejado hacer todo aquello con plena consciencia mientras se hacia la dormida.

Continuará