Disfrutando de los Carneros
En los carnavales de Canarias disfruté de unos carneros muy especiales.
EXTRAÑOS CARNAVALES
Antes de comenzar esta historia me presentaré, soy Raúl, tengo 33 años, según dicen no estoy mal, 170 cms, rapado, con una perilla que trato de cuidar y recortar bien, ojos, verde claros, de cuerpo normal, tengo algo de vello en el pecho, que por cierto está algo marcado, y un hilera que va desde mi ombligo hasta mi pubis, este no está mal, en erección mide 18 cms, gordo y venoso, los huevos están bastante colgantes. En cuanto a mi interior soy bastante tímido, introvertido, soy gay, y actualmente convivo con mi pareja desde hace 8 años, por supuesto a vista de los demás es mi compañero de casa, muy pocos conocen de mis inclinaciones sexuales. Nunca le he sido infiel a Julián y antes de el fueron pocas las experiencias, el fue el primero y hasta hace poco único en penetrarme.
A los 19 años me fui a trabajar a Barcelona, allí hice bastantes amigos de diferentes lugares del mundo que aún conservo. Uno de ellos, Fernando me ha llamado hace poco, vive en una isla canaria, la más pequeña "El Hierro" y me ha invitado a pasar allí unos días, Julián por motivos de trabajo no pudo venir.
Desde que llegué Fernando se desvivió conmigo, me enseñó todos los rincones de la isla, me llevaba a restaurantes de comida típica muy buenos, mi estancia sería de dos semanas y la segunda sería casi toda para mí pues Fernando se incorporaría al trabajo. En esa segunda semana fui a los carnavales de Frontera, una fiesta curiosa donde unos tíos vestidos con pieles de carneros y con las caras y manos embadurnadas en betún se dedican a correr tras los espectadores para después agarrarlos y abrazarlos, y pasarles la cara y las manos por donde mas puedan con el fin de dejarlos negros del betún.
A mi me agarraron varias veces, en realidad al principio huía pero me gustó eso de que unos tios rudos se abalanzaran sobre mi, me tumbaran al suelo y se restregaran por todo mi cuerpo. En un momento de esos en los que tenía a tres carneros divertidos conmigo uno de ellos me dijo:
- mañana en el faro de Orchilla al atardecer
Obviamente con esa vestimenta no podía saber como sería el, pero su ronca voz si sé que me gustó. Este tio me quitó las ganas de seguir con la fiesta, me dejó nervioso, no sabía qué hacer, al final resolví que no acudiría a esa cita, que sería una locura.
Pasaba el día y yo me dediqué a conducir por la isla, la idea del carnero no se me quitaba de la cabeza, no pretendía ir, pero si era capaz de imaginarme la situación y me resultaba muy morbosa.
Como supondréis, al atardecer del día siguiente ya estaba yo en uno de los parajes mas hermosos que se puedan contemplar, en el faro de Orchilla.
A la hora que llegué 7 personas esperaban para ver la puesta de sol, una chica con un niño y dos chicos más, tres chicos solitarios, sentados cada uno por su lado. Yo estaba bastante nervioso y caso omiso hacía a la puesta de sol, me dediqué a observar a esos tres chicos solitarios, sabía que alguno de ellos iba a ser mi carnero, pero para ser sinceros, ninguno de ellos era mi tipo, estaba decepcionado y la idea de largarme de ahí comenzó a apoderarse, pero no lo hice, comenzaron a irse todos, para mi sorpresa ninguno de los chicos se quedó, en realidad me quedé solo en este paraje. Desencantado decidí que ya que estaba me quedaría a disfrutar del aire, del paisaje. Al cuarto de hora de detrás del faro una voz:
-¿Por qué no te acercas?
Me sorprendió y me llenó de nervios, por unos minutos dudé en qué hacer, pero ya supondréis que en estos casos la curiosidad y el morbo nos pueden a casi todos.
Me levanté y me dirigí hacia la voz, los nervios me estaban comiendo por dentro, al bordear el faro un tío vestido de carnero se me abalanzó encima y me tiró al suelo como el día anterior pero esta vez me había dejado boca arriba, a el le siguieron dos mas.
La diferencia esta vez era que además de embadurnarme la cara con betún me arrancaron la camiseta para betunarme también el pecho y la espalda, mientras uno hacía esto, otro me sujetaba las manos y el tercero me desabrochaba el pantalón, me lo sacó y mi ahora negro cuerpo quedó tan solo cubierto por el slip.
De repente me vi a merced de tres tíos de los que nada podía saber, tan sólo a uno alcancé a verle unos tremendos ojazos azul claro, pero de resto todo era piel de carnero y manos y caras negras, era imposible averiguar los cuerpos que tras de estas vestimentas se escondían, me asusté y les pedí que me dejaran marchar, el que estaba sobre mi y que se había encargado de embadurnar mi pecho se tumbó sobre mi, sus labios fueron hasta mi oído y me dijo en tono suave:
No tengas miedo, no pretendemos hacerte daño, sólo queremos que te lleves de nuestra isla y de nuestros carnavales un recuerdo inolvidable.
Después de decir esto estampó sus labios contra los míos, después vendría la lengua a jugar con la mía. Mientras me besaba sentía una mano subir suavemente desde la planta de mis pies por los tobillos y los muslos. El tercero me soltó las manos. El beso cesó, abrí los ojos y volví a la realidad, pensé en quiénes y cómo serían estos tíos.
Uno de ellos me dio la mano para ayudarme a levantar y me llevó hasta uno de los laterales del faro, me empujo ligeramente y mi espalda fue a dar con la piel de uno de los carneros que de inmediato me abrazó dejando sus manos por debajo de mi ombligo, un segundo me arrancó con fuerza los slip dejando al aire mi polla que ya estaba al máximo de su esplendor, se arrodilló y comenzó a chupármela salvajemente, se la introdujo prácticamente toda en la boca, jugaba con su lengua y con sus labios, me agarraba los huevos y los apretaba ligeramente, de vez en cuando su boca soltaba mi pene para lamerlos.
El que tenia detrás de mí deslizó sus manos hasta mis nalgas, las masajeó y las abría, escupió en su mano, y mientras mi polla era engullida por un carnero mi culo comenzó a sentir como un dedo intentaba entrar, primero parecía jugar, apenas entró un poco y se quedó dentro jugueteando.
El tercero se colocó a mi lado me agarró la cabeza, la volteó e introdujo su lengua en mi boca al tiempo que llevaba mi mano hasta su polla que ya tenía fuera de su traje, era la primera polla de los carneros que tocaba y desde luego que hacía honor a su traje, mi mano agarró un palo de por lo menos 20 gruesos cms y comencé a pajearlo.
En ese momento ya tenía tres dedos dentro de mi culo, mi polla a punto de reventar de la tremenda mamada que estaba recibiendo, mi boca escudriñada por la lengua del carnero y mi mano embelesada con lo que agarraba.
Me voltearon y mi culo quedó a merced de la polla que hace un momento tenía en las manos, manos que ahora se fueron hacia la polla del que antes jugaba con mi ano, esta era muy parecida en tamaño a la anterior, si bien algo mas fina.
El carnero que tras de mi estaba empujó mi espalda para quedar con las manos en el suelo a cuatro patas, entonces el que hasta ahora había ejercido las funciones de mamador sacó su que flácida me pareció enorme, se la agarró y la metió en mi boca; mientras mi s posaderas eran recorridas por las manos y la polla tiesa de mi otro carnero, la paseaba por cada una de mis nalgas para después agarrándolas fuertemente me las abrió y su polla quedó apoyada en mi raja y comenzó un movimiento de sube y baja. Para ese entonces ya yo no podía creer que los casi 24 venosos y gruesos cms de polla de carnero pudieran caber en mi boca, había traspasado mi campanilla, y el deseo pudo a las arcadas que llegué a sentir.
Ensimismado en la tarea de darle placer con mi boca a mi carnero estaba cuando una polla se apoyo en mi orto y comenzó suavemente a empujar abriéndose paso para pararse cuando lo que creo que era el cabezón ya estaba dentro y ahí parado estuvo el tiempo en que el otro carnero se colocó también delante de mi y en seguida me vi intentando tragarme dos pollas a un tiempo, obviamente sólo era capaz de rozar ambas con mi lengua y de meterme algo de los dos cabezones a un tiempo.
Ahora mi boca quedó libre y los dos carneros se colocaron a los lados y ejercieron presión sobre mis hombros para aguantar una brutal embestida en mi culo que hizo que emitiera un grito que se tuvo que escuchar en toda la isla.
A partir de ahí, de ese grito mis carneros dejaron de ser mansitos para convertirse en unas bestias salvajes.
Pero eso lo dejaremos para otro relato.
Espero que este les haya gustado, en breve intentaré colocar la continuación.
Un beso húmedo a todos los lectores.