Disfrutando de la hija del patrón

Nunca, ni en mis más remotos sueños, hubiera imaginado que algún día podría disfrutar de las delicias de la hija de mi patrón, pero aquel día la suerte estaba de mi lado.

Vianey es una hermosa joven de 18 años apenas cumplidos, de pechos medianos, cintura estrecha y un culito redondo y paradito. Sus labios son carnosos y sensuales y llaman la atención sus lindos ojos color verde mar que le dan un toque entre inocencia y picardía a la vez. Nunca, ni en mis más remotos sueños, hubiera imaginado que algún día podría disfrutar de las delicias de la hija de mi patrón, pero aquel día la suerte estaba de mi lado. Mi nombre es Leonardo tengo 28 años y vivo en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Soy Guardaespaldas y chofer de un importante empresario Tapatío. Aquel día mi patrón y su familia habían acudido a una cena de negocios que organizaba uno de los principales socios comerciales de mi patrón. Aquel tipo de fiestas no resultan las más adecuadas para una adolescente como Vianey, ya que la mayoría de los invitados son personas mayores y sólo se habla de dinero y trabajo. La niña se veía bastante aburrida y al no tener nada mejor que hacer pasaba el tiempo vaciando copas de vino al por mayor. Muy pronto los efectos del alcohol se hicieron notorios, la chica caminaba con paso errante por todo el salón ante la mirada atenta de los comensales. Su padre, al verla en aquellas condiciones decidió enviarla a casa. Me llamó y me dio las siguientes instrucciones:

–        Mira Leo, es mejor que te lleves a Vianey de aquí, antes que me haga pasar una vergüenza – dijo en tono bastante serio. – Por nosotros no te preocupes, aun hay asuntos de negocios que atender y estaremos hasta tarde, además se queda Alejandro (otro de los guardaespaldas), el nos llevará a la casa.

–        Muy bien señor – dije y me dispuse a cumplir con las órdenes.

–        Y por favor, sé discreto. Esa niña me escuchará el día de mañana – remató el patrón bastante molesto.

Me acerqué a Vianey y la tomé del brazo. – Señorita, creo que es hora de que la lleve a su casa – Vianey me miró incrédula, pero al ver la expresión en la cara de su padre comprendió que estaba en problemas. Dócilmente comenzó a caminar a mi lado, pero la borrachera que a estas alturas tenía casi la hacen caer al piso. La sujeté por la cintura y así salimos por una puerta lateral. Al abrazarla mi pene quedó entre sus caderas y ante el suave contacto de sus formas no pude evitar sufrir una erección. Rogaba por que la chica no se hubiera percatado de mi situación y así llegamos hasta la camioneta. Le ayudé a subir en el asiento trasero y al hacerlo el vestido de Vianey subió por su cuerpo dejándome contemplar sus bien torneados muslos. La chica se recostó y casi al instante se quedó dormida. Salimos rumbo a su casa, yo trataba de apartar mi mente de aquella chiquilla pero no podía dejar de ver el espejo retrovisor cada segundo. La falda continuaba subida casi hasta la cadera y ahora incluso podía ver la sensual ropa interior de encaje negro que Vianey había elegido para la ocasión. Sus pechos subían y bajaban al compás de su respiración mientras la dulce fragancia de su perfume inundaba todo el vehículo.

El trayecto hasta su casa fue un verdadero suplicio. Al entrar a la finca creí que aquel tormento terminaría, pero aquello no había hecho más que empezar. Bajé del vehículo y abrí la puerta de la casa. Esperaba encontrarme con alguna de las sirvientas de los patrones para que se encargaran de la chica, pero al parecer no había nadie despierto a esas horas. No sabía qué hacer, por un lado me parecía absurdo dejar a la niña en aquella situación y sin embargo debo confesar que tenía algo de miedo de acercarme a ella.  Después de unos minutos de darle vueltas al asunto decidí que lo mejor era llevar a la chica a su habitación y terminar con el problema de una vez por todas. Tomé a la chica en mis brazos y pareció reaccionar abriendo los ojos, pero sólo atinó a abrazarse a mí y continuar con su dulce sueño. Podía sentir su respiración en mi cuello y el calor de su cuerpo inundaba todo mi ser. Su tierna fragancia embriagaba mis sentidos haciendo que mi mente comenzara a tener algunas ideas bastante perversas que trataba alejar de mí. Llegamos hasta su habitación y deposité a Vianey en su cama. Le desabroché las zapatillas y me dispuse a salir de ahí, sin embargo, al llegar a la puerta no pude evitar girarme para contemplar a aquel ángel. La tenue luz que iluminaba el lugar era suficiente para poder disfrutar de aquel espectáculo, Vianey se encontraba con las piernas un poco abiertas su bien formado trasero era una verdadera invitación al pecado y así casi sin darme cuenta me fui a cercando nuevamente hasta la pequeña. Sabía que lo que estaba a punto de hacer podría traerme bastantes problemas, pero la tentación era demasiada. Acerqué mi mano a su culito y lo acaricié lentamente. Si Vianey despertaba en aquellos momentos podía dar por perdido mi empleo además de lo que el patrón pudiera hacerme, sin embargo Vianey no reaccionó. Continué acariciando aquellas hermosas nalgas y lentamente fui subiendo su vestido. Pronto me encontré con su ropa interior, pero cuando me iba a aventurar a tocarla Vianey pareció despertar de su sueño, por poco me da un infarto. La chica se movió en la cama pero para mi sorpresa continuó dormida, con la diferencia que ahora se encontraba boca arriba. Aquello era demasiado bueno para ser desaprovechado. Mi mano comenzó a acariciar el vientre de Vianey por encima de la prenda de encaje. Tal vez fue mi imaginación, pero al hacerlo sentí  que Vianey abría un poco más las piernas para darme aún mejor acceso. O la niña estaba simulando estar dormida y me estaba siguiendo el juego o verdaderamente su borrachera era tan fuerte que no atina a reaccionar. Cualquiera de las dos razones eran buenas para mis propósitos, decidí lanzarme con todo ¡Qué me importaba el trabajo o mi patrón si podía disfrutar de aquel sabroso manjar! Alcancé el elástico de su ropa interior y lentamente comencé a bajarle las pantaletas sin recibir ningún tipo de resistencia y las guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón. Quedó al descubierto un hermoso y depilado coño… pasé mi dedo por toda su raja y la respiración de Vianey se aceleró.

–        Mmm, gimió Vianey casi de manera involuntaria.

Alcancé su pequeño clítoris y comencé a acariciarlo con pequeños círculos. Casi inmediatamente mi mano quedó cubierta con los jugos vaginales de aquella niña. Sin poder contenerme lleve los dedos a mi boca para saborear aquel néctar… era realmente exquisito… una de mis manos alcanzó unos de sus pechos y su pezón reaccionó inmediatamente poniéndose duro. Pude notar que la chica no llevaba puesto sujetador, y al tratarse de un vestido no me costó mucho trabajó sacar aquellos hermosos montes. Sus pezones eran dos pequeños botoncitos de color rosado… tenía que probarlos. Sin dejar de meter mis dedos entre sus pliegues vaginales acerqué mis labios a sus pequeños senos… atrapé uno de sus pezones y Vianey dejó escapar un pequeño gemido. Ahora tenía la seguridad de que la chica no estaba dormida y estaba gozando con mis caricias. El sabor en mi boca de sus jugos pedía más… dejé sus pechos y fui bajando por su vientre centímetro a centímetro… mientras más me acercaba a su entrada sentía como Vianey temblaba, no sé si de miedo o de excitación. Comencé a chupar su raja embriagándome con sus fluidos mientras Vianey se retorcía bajo mi lengua y dejaba escapar pequeños gritos y gemidos de placer… puse las piernas de la chica sobre mis hombros y estuve así hasta que los gemidos se hicieron más continuos, al parecer la chica llegando a un orgasmo, continué hasta que un profundo suspiro me Vianey me indicó que la chica había llegado al clímax. Pude sentir las contracciones de su cuerpo y poco a poco su respiración se fue normalizando. Me puse de pie mientras la chica continuaba con los ojos cerrados, fingiendo aun no estar al tanto de lo que estaba pasando. La chica había conseguido lo suyo, pero era mi turno del disfrute. Me comencé a desnudar, lentamente fui bajando la cremallera de mi pantalón para que Vianey se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Mi verga salió de su prisión al fin, nunca la había visto tan grande y gorda… en la punta brillaba un poco de líquido seminal. La respiración de la niña se volvió a acelerar cuando sintió que me acercaba a ella. Abrí sus piernas y me coloqué entre ellas, ¿quién lo hubiera pensado? ¡Estaba a punto de cogerme a la hija del patrón! Quería guardar la imagen de aquella niña a mi completa disposición en mi mente… pasé mi verga por toda su raja hasta que ayudado por la enorme cantidad de lubricante que la joven había producido la cabeza comenzó a entrar en su cueva. Vianey contuvo la respiración al sentir mi pedazo de carne dentro de ella, empujé un poco más y mi verga entró hasta la mitad. La chica arqueó un poco la espalda mientras gemía y daba pequeños gritos de placer. No pude contenerme más y tomando impulso, de un solo golpe le metí el resto de mi miembro. Esta vez la chica no pudo contenerse más y abrió los ojos de sorpresa. Nos miramos y sin poder contenernos comenzamos a besarnos. Nuestras lenguas se encontraron rápidamente mientras yo comenzaba a entrar y salir del delicado cuerpo de la niña, tuve que hacerlo de la manera más delicada que pude, ya que la estreches de la niña me indicaban que si bien no era virgen no tenía mucha experiencia en estos menesteres. Días después me confesaría que sólo había estado un par de veces con su novio. Ya sin tener que fingir la chica dio rienda suelta a su disfrute y por supuesto al mío. Comenzó a gritar y a decir incoherencias mientras yo aumentaba el ritmo de mis embestidas.

La niña estaba gozando como loca y yo también, decidí jugar un poco más con Vianey. Me salí completamente de ella y Vianey me lanzó una mirada de recriminación.

–        Tranquila linda, que esto todavía no se termina… me tendí boca arriba y la niña comprendió cuales eran mis intenciones.

Se montó sobre mí y tomo verga con su manita. Con gran exactitud la dirigió nuevamente a su delicado coño y fue sentándose sobre ella. Mi verga hasta lo más profundo de su ser. Se terminó de quitar la poca ropa que le quedaba y quedó completamente desnuda. Comenzó a cabalgarme mientras yo gozaba al ver sus pequeños pechos moverse al ritmo de sus movimientos… La pequeña Vianey había resultado toda una zorrita. Aquella posición permitió que la niña impusiera el ritmo que más le hacía gozar. En momentos la niña se movía en pequeños círculos estimulando así su clítoris y su punto G y en otras ocasiones presionaba levemente las piernas para sentir más mi pedazo de carne. Yo no podía más, sabía que de un momento a otro a otro iba a descargar. Así se lo hice a Vianey y la muy zorra, en lugar de separarse para que descargara fuera de ella presionó sus piernas, inmovilizándome. Yo no pude hacer nada y mis chorros de semen terminaron por inundar el irritado coño de aquella niña… podía sentir mi leche resbalar por el interior de su vagina mientras ella se seguía moviendo, hasta que extrajo la última gota de leche… finalmente con mi pene aun dentro de su cuerpo de dejó caer exhausta sobre mi pecho.

– Había deseado esto desde hace mucho tiempo –  me confesó la joven. – Me haz dejado sin aliento –.

– Pero no creas que esto se terminó ya – dije maliciosamente – esto apenas acaba de comenzar. La niña me miró con esos ojos verdes que me vuelven loco y sonrió pícaramente y así nos fundimos nuevamente en un largo beso.

[Continua]