Disfrutando a la comadre
Historia de como a los 70 años me estoy cogiendo a mi comadre con ayuda de mi mujer
Esta es una historia real y actual, y cuenta lo que mi esposa me consiguió en los últimos 12 meses, por tal motivo, el presente trabajo es con la colaboración de ella, sin la cual no hubiera sido posible relatarla.
Cabe mencionar, que como ya usted ha podido constatar a través de historias contadas por un servidor en este mismo portal, mi esposa y yo somos una pareja con un criterio muy amplio en lo referente al sexo y aunque ya llegamos a los 70, a mí se me sigue parando con frecuencia y regularmente se me antojan las nalguitas que veo, y ella por su parte le sigue aflojando las nalgas a un buen amigo de mi infancia, el cual hace algunos años la contrató como vendedora de la empresa en la que él es el gerente regional y con ese motivo, cada mes viene mi amigo a supervisar el trabajo de ella, o mi mujer viaja a la ciudad en donde se encuentran las oficinas de la empresa y ella y mi estimado Juan, además de trabajar le dan gusto al cuerpo.
Así que con estos antecedentes, lo que a continuación relato, no es algo único e inusual en nuestras vidas.
Todo inicia con la reunión mensual que mi esposa y 3 amigas tienen programada desde hace muchos años, la cual tuvo efecto hace 6 meses, y como era ya muy cercana a la fecha en que Cecilia, la más joven de las amigas de mi esposa Ana, cumplía años, mi mujer, Ruth y Josefina, le compraron un pastel a la cumpleañera, le cantaron las mañanitas y le desearon muchas felicidades y al momento de partir el pastel, Ana le comentó: “no le colocamos las velas, pues pensamos que con la que ponga el compadre en el pastelote, es suficiente”, y la risa de las 3,no se hizo esperar, Cecilia solo esbozo una ligera sonrisa y dijo: “la vela de tu compadre, hace años que no me lo alumbra” y ahora si se rió y Ana y las otras, se quedaron mudas, pues Jesús, su marido era el más joven de todos los maridos de ellas, pues apenas iba a cumplir 59 años, un año menos que Cecilia.
Como consecuencia del comentario de Cecilia, Ana le preguntó, ¿Apoco mi compadre ya no riega el jardín? Y ella le contestó, si lo riega, pero cada mes y eso porque yo se lo pido, pues si por él fuera, se pasaba meses sin tocarlo, bueno contestaron al unísono, Ruth y Josefina, es normal que a la edad de nuestros viejos, solo se puedan aventar uno al mes, pues ya no son unos chamacos, a lo que Ana replicó, eso será normal para ustedes, pues en mi caso no es así, si por Víctor fuera, por lo menos se montaba 3 veces a la semana, si no es que 4, pues aunque ya no avienta casi nada de leche, se le sigue parando muy seguido y le encanta que se la pele, hay si, como no, dijeron las amigas, seguramente a sus cerca de 70 años todavía es cachondo, pues aunque no lo crean, yo soy la que le paro el alto, pues él siempre quiere nalga, ahora que si no me quieren creer, se los presto para que vean que no miento, lo único que hicieron fue reírse.
Cuando la reunión terminó, Cecilia le pidió a Ana que la llevara a su casa, pues no tenía vehículo para regresar, pues el compadre solo la había dejado en el café, Ana le dijo que no había problema y procedió a llevarla.
Durante el trayecto, Cecilia le preguntó a Ana si era cierto lo que había comentado sobre las veces que cogíamos o más bien sobre las veces que yo quería nalga y ella le ratificó lo que había dicho y le comentó, lo siguiente: “Víctor siempre ha sido muy caliente y como yo tampoco soy muy recatadita, siempre cogemos en alta, y eso no es de ahora, pues desde que éramos novios le dábamos duro”, y Cecilia le respondió, “No me digas que desde novios le dabas las nalgas a Víctor”, claro, contestó Ana, pues recuerdo que desde el primer día de noviazgo, Víctor pasaba por mí a mi casa en el carro de su papá y de ahí nos íbamos a la parte más oscura y alejada del parque, lejos de miradas indiscretas y ahí me pegaba unas cachondeadas de película, así que a los 3 o 4 meses de ser novios, no aguantamos tanta calentada y nos empezamos a masturbar uno al otro, claro que de la masturbada a la cogida no hubo mucho tiempo de diferencia, así que en una de esas calentadas, me la dejó ir y desde ese momento le empecé a sacar la leche.
Me dice Ana que Cecilia, se quedó muda, pues ella nunca pensó que mi mujer hubiera llegado al matrimonio ya tronada, pues en aquellos años eso no era común, y como era obvio, se calentó y quiso que Ana le contara más sobre nuestra vida sexual, motivo por lo cual, le preguntó:
Esto quiere decir que no llegaste virgen al matrimonio.
Claro que no, quien puede aguantarse 6 años con el mismo novio, sin que le termine abriendo las piernas, además es rico coger a escondidas, en el carro, en hotelitos de paso, parados en la calle, o masturbarse mutuamente en el cine, calle, carro o en cualquier parte, no me digas que a ti nunca te metió la mano arriba y abajo, mi compadre.
Nuestro noviazgo fue mucho más corto que el de ustedes, pues solo duramos 3 años y nos casamos, claro que para cuando eso sucedió, Jesús ya me chupaba las tetas y me metía el dedo en el mono, pero nunca le hice la puñeta y fue hasta la noche de bodas que la conocí y que me tronó.
Que aburrido, pasarte el tiempo solo platicando y calentándose sin descansar, jajajaja
Y Cecilia le dijo, entonces ustedes siempre han cogido mucho y han sido muy liberales.
Claro, coger es lo más rico que hay en la vida y el ser liberales ayuda mucho a tener un matrimonio tan largo como el que tenemos Víctor y yo.
Finalmente llegaron a la casa de Cecilia y aunque ella quería seguir la conversación, mi mujer la dejó y le dijo que el fin de semana podían continuar, ya que las amigas, habían programado una cena de festejo el sábado con los 4 matrimonios en casa de Cecilia.
Como estaba programado, el sábado nos reunimos en la casa de los compadres los 4 matrimonios platicamos, cenamos y al final apareció un pastel y nuevamente mi mujer le comentó a sus amigas lo de la vela y todas se volvieron a reír, al final de la noche, cuando abandonábamos la casa de Cecilia, mi mujer se acercó a ella y le dijo, aprovecha la oportunidad para que el compadre ponga la vela en el pastelote o por lo menos pónselo para que le de unas mordidas, jajaja, mañana te hablo.
Al día siguiente, mientras yo me bañaba mi mujer le llamó por teléfono a Cecilia y cuando salí la encontré riendo a carcajada abierta, por lo que yo le pregunté el motivo y ella me dijo que llamó a la comadre para preguntarle si el compadre le había puesto la vela al pastel o se lo había comido después de que salimos a lo que ella contestó que no probó nada, pues estaba cansado y al llegar a la cama se durmió, pero que al despertar ese día, la encontró completamente encuerada y metiéndose el dedo masturbándose y eso lo calentó, se la cogió, y se volvió a dormir, y ella se quedó con ganas de tener más acción y de por lo menos darse unas dos o tres venidas, pero solo terminó una vez y a las carreras, pues el compadre se vino muy rápido, así que la comadre estaba desilusionada y le dijo a Ana que quería platicar con ella para ver si le daba algunos consejos para poder despertarle un poco más el instinto a su marido, y Ana le contestó que se podían reunir al día siguiente a desayunar y que con gusto le daba consejos y que si quería verga le prestaba la mía y soltó la carcajada que yo escuché, y que le contestó, eres una pelada, pero finalmente se rio.
Cuando yo le pregunté a Ana, el motivo de ese comentario ella me respondió, apoco no le traes ganas desde hace mucho a las nalgas de la comadre y yo le dije que no, y ella me contestó, entonces porque cada que puedes le ves las nalgas y las piernas a la comadre, cabrón, ya solo me quedó reírme y decirle que efectivamente me encantaban las nalgas de la comadre y me gustaba verla cuando se sentaba y abría un poco las piernotas, pero que eso no era como para que ella me diera las nalgas y Ana me contestó, estoy segura de que si le insisto un poco si te las afloja, que no ves que ella anda urgida desde hace mucho de un buen palo, solo me quedó decir, ojalá y sea cierto ya que con gusto me la cojo y se lo mamo, jajajaja.
Tal y como había quedado la comadre y Ana, al día siguiente se fueron a desayunar juntas y cuando regresó me comentó que su aseveración del día anterior se confirmaba, la comadre necesitaba urgentemente una buena cogida y que el indicado para hacer ese trabajito era yo, claro que la seguridad con que me lo dijo me descontroló, por lo que yo le dije, haber explícame bien por qué aseguras eso, y ella me dijo que durante la plática, Ana le confesó cosas que a nadie de sus amigas le había dicho, como por ejemplo le confirmó que yo me la había reventado desde mucho antes de casarnos, pero que antes de eso nos masturbábamos mutuamente y que un exjefe de ella se la había estado cogiendo en México y que mi concuño también le había dado y que desde hace unos 15 años, Juan, mi gran amigo de la infancia se la estaba cogiendo con mi permiso, motivo por el cual le dije que aunque eso era cierto, todo lo habíamos ocultado a los ojos ajenos y aunque lo disfrutábamos, nadie debería saber esas cosas, pero ella me dijo que las cosas se fueron dando poco a poco y sin querer le fue soltando todo a la comadre, y que cuando las confesiones de Ana terminaron, ambas fueron al baño y que cuando la comadre se cercioró de que no había nadie que las viera, se levantó la falda y le mostro la pantaleta empapada, y le dijo, mira pinche comadre como me dejaste después de tu conversación, ahora dime ¿cómo me bajo esta pinche calentura?, pues tu pinche compadre nomas no puede, a lo que yo le dije, pues la solución para esa enfermedad es Víctor, ¿te lo coges?, y ella me dijo, si deberás es tan caliente y tú me lo prestas, yo le abro las piernas, nada más dime cuándo y dónde y yo le dije, en mi casa yo te llamo luego, pues es necesario preparar el terreno con Víctor, pues debo prepararlo poco a poco y que ni el compadre ni nadie más se entere del favorcito que él te dará, y ella contestó, muy bien comadre, voy a estar ansiosa de que me lo confirmes.
Cuando Ana regresó a la casa, me contó todo lo anterior y me dijo, sería bueno que el fin de mes, cuando Juan viene a verificar las ventas y a darme mi cogida mensual, aprovecháramos ese momento con la comadre, y yo le contesté, ¿y qué quieres, que Juan también se la meta?, y ella me contestó, estás loco, la verga de Juan es para darme gusto yo, esa no se presta, pero puede ver como se la agarro y me la como y eso la va a calentar, y como consecuencia te abrirá fácilmente las piernas y podremos coger los 4 sin problemas, ¿no te parece una magnífica idea?, yo solo reí.
Pasaron los días y la comadre, todos los días llamaba a Ana con cualquier pretexto y terminaba preguntando cómo iba el programa de la reunión, motivo por el cual Ana le preguntó a Juan, cuando vendría y él le dijo que en 2 semanas más, así que antes de llamar a la comadre, Ana me dijo, ¿cómo le hacemos para programar la cogida?, a lo cual yo le contesté que tendría que ser a medio día de un día hábil, pues el compadre no la iba a dejar venir sola un fin de semana o a dormir con nosotros sin ninguna causa muy importante y ella lo pensó y dijo, bueno, le voy a comentar a la comadre a ver si a ella se le ocurre algo.
Pasaron los días y un domingo, me llamó Juan para pedirme que el día siguiente, Ana fuera por él a la terminal de autobuses, ya que llegaría a las 10 de la mañana y quería irse de inmediato a ver algunos clientes a los que tenía que ver por asuntos de trabajo, le dije que no había problema y que Ana estaría puntual, claro que Ana se puso feliz, pues sabía que la noche del lunes le tocaba dormir con mi amigo, así que tan pronto supo la noticia, empezó a pensar cuando le decía a la comadre, a qué hora se hacía la reunión, el día y sobre todo cómo le iba a hacer para que ella viniera y el compadre no sospechara nada, finalmente decidió que lo primero era cumplir con el trabajo, después cogerse a Juan el lunes y después programar la visita de la comadre.
Al día siguiente, Ana se levantó muy temprano, se bañó, se afeito su panocha, se puso una tanga negra y un sostén del mismo color, preparó todos sus papeles, hizo citas telefónicas con sus clientes, desayunó cualquier cosa y se fue a la terminal a esperar a Juan, pasado el medio día me llamó Ana para decirme que iban a comer con un cliente y que en la tarde verían a otros, así que regresarían después de las 7 de la noche y efectivamente llegaron a esa hora, mientras Ana pasaba a nuestra recamara a cambiarse de ropa y a miar, Juan me saludó y me dijo, yo también voy a miar y se metieron ambos a la recamara y al baño y lo único que escuché por algunos minutos fueron risitas, al poco rato ambos salieron muy felices y Ana se había puesto una bata bastante transparente y desde cualquier ángulo se podía ver el sostén y la tanga, Juan y yo nos sentamos en la sala, mientras Ana preparaba una botana y la cena, Juan me comentó, ya me dijo Anita que quieren que hagamos un rico cuarteto mañana, y yo le dije que la comadre necesitaba quien le calmara la comezón y como Ana estaba ocupada con él, yo me iba a sacrificar, y Juan me contestó, que venga la comadrita, pues si tú no le puedes quitar la comezón quien quite y se le antoja la mía y se la dejo caer, jajaja, pero Ana le dijo, estas pendejo cabrón, tú verga solo se mete aquí y abrió la bata y las piernas mostrándole la tanga, por lo cual ya solo me quedo decirles, muy bien, háblale a la comadre para que venga a comer y coger mañana y como a ustedes ya los veo muy inquietos, mejor será que nos vayamos a dormir y ambos de inmediato con una sonrisa aceptaron mi sugerencia y solo Ana dijo, en caso de que a las 7 no nos hayamos levantado te pido nos hables, yo le dije que así lo haría y ambos se fueron a la recamara y solo alcancé a ver como se iban besando y Juan agarrándole las nalgas a mi mujer.
Esa noche, aunque me fui a la cama con la verga parada y caliente, no me quise hacer una puñeta, como siempre lo hacía mientras escuchaba los pujidos de Ana o cuando los veía coger, pues preferí reservar la poca lecha que aún aventaba para mi comadre.
Al día siguiente, fiel a mi costumbre de muchos años, me levanté hice una hora de ejercicio, y antes de meterme a bañar y con todo el morbo posible, abrí la puerta de la recamara en donde estaban Juan y Ana, y me encontré a los 2 completamente desnudos, Ana con las piernas bien abiertas y Juan mamándole el bizcocho, sin inmutarse para nada Juan siguió con la mamada y Ana me dijo, ya nada más termina de desayunar Juan y no metemos al baño, pero mejor cierra la puerta y deja que terminemos y así lo hice y solo alcance a escuchar los pujidos que denotaban que Ana se estaba viniendo.
Después de que ambos se bañaron, Ana preparó el desayuno y mientras ella nos servía, yo le dije a Juan, te agarre con la lengua en la masa (por no decir las manos en la masa), jajaja, y él me contestó, pues si hubieras llegado antes hubieras encontrado a tu mujer tomándose el biberón de la mañana, jajaja.
Desayunamos, se vistieron y me dijo Ana, pones el carbón como a las 11 de la mañana para que empieces a asar la carne a medio día, pues nosotros vamos terminar de ver a los clientes como a la una y la comadre va a llegar a esa hora más o menos.
Tal y como estaba programado, empecé a las 11 y a la una ya estaba casi todo terminado, cuando escuché que tocaban, salí y era la comadre, la cual venía vestida con un conjunto sastre de color vino y una blusa blanca, con zapatos del color del traje y medias color humo las cuales hacían que sus piernas blancas se vieran muy bien.
La invité a pasar le ofrecí algo de tomar, ella me dijo que estaba bien una copa de vino, el cual le di, mientras yo tomaba cerveza, la cual me quitaba un poco el calor que se producía en el asador, terminé y nos pasamos a la sala y mientras esperábamos a Ana y Juan, le dije que para quitarme el olor a humo y el calor que tenía me iba a bañar y aunque me hubiera gustado que me acompañara a la recamara y al baño, no dijo nada y la dejé unos momentos sola tomando su vino en la sala, y cuando salí llegaron mi mujer y Juan y como yo no estaba en la sala, escuché cuando Ana le preguntó a la comadre por mi y ella le dijo, se está bañando y Ana le contestó y tú qué haces aquí, deberías haberlo acompañado, para que le tallaras la espalda o algo más, y tanto Ana como Juan se rieron y la comadre no dijo nada solo se puso roja, en ese momento salí de la recamara y aunque había escuchado todo, hice como que no sabía de que se estaban riendo.
Después de que yo llegue a la sala, Ana dijo que se iba al baño y a cambiarse de ropa y Juan dijo yo también quiero ir al baño y Ana le dijo, pues acompáñame, sirve que te la sacudo y tú me lo limpias, jajaja, al ver y escuchar eso la comadre se puso nuevamente roja y no comentó nada, motivo por el cual yo le dije, no te preocupes comadre, Ana es así y Juan y yo nos conocemos hace 64 años, así que no hay problema y ella se sonrió y me dijo, el problema es que yo no los conocía así y si me da pena esta situación y yo le contesté, no te preocupes comadre, por mi parte voy a tratar de ya no hacer comentarios que puedan causarte molestia u ofenderte, pero ella de inmediato contestó, no me molesta ni me ofenden solamente que nunca había escuchado o conversado sobre cosas intimas con otra persona que no fuera mi marido, pero me gusta lo pelado y abierto que son ustedes, no, abierta queda tu comadre cada que Juan viene, le contesté y ella soltó una fuerte carcajada, motivo por el cual Ana se asomó desde la recamara y preguntó, ¿qué están haciendo?, ¿le estás haciendo cosquillas en aquellito Víctor?, y a los pocos minutos llegaron a la sala, Ana vestía una bata a través de la cual claramente se le veía la tanga y el sostén negro que en ese momento traía, se sentaron en el sillón para 3 personas y nos dejaron el de 2, Juan se sirvió un tequila y nosotros 3 seguimos con vino y a Juan como le importaba muy poco que yo viera como manoseaba a mi mujer, desde que Ana se sentó junto a él le puso la mano encima de las piernas y mientras platicábamos él le sobaba las piernas y a cada momento la mano iba más arriba y la bata dejaba ver más piel, pero ni ellos ni yo nos inhibíamos, pero yo veía que Cecilia no dejaba de observar cómo le iba metiendo la mano Juan a su comadre y como se iba calentando poco a poco al ver aquello.
Viendo que Cecilia se estaba calentando y medio nerviosa, yo le dije, como veras comadre, aquí no nos asusta nada y estamos en mucha confianza, pues a Juan lo conozco desde hace años, pues cuando éramos niños vivíamos en la misma calle en casas contiguas, y todos los días jugaban a todo, trompo, canicas, escondidas, y sobre todo carreras, comentó Ana y Cecilia preguntó, ¿así que se les gustaba el atletismo desde niños?, y Ana dijo, no, las carreras de ellos era hacerse la puñeta y ver quien terminaba primero, y los tres nos reímos y Cecilia se quedó un poco confundida y en eso Juan les preguntó a ellas, apoco ustedes nunca han jugado este tipo de carreras con alguna amiga, hermana, vecina, etc., y la comadre de inmediato, dijo yo no, y Ana sonriendo dijo, yo sí, y Juan dijo haber platícanos con quien y cuando y Cecilia entre asombrada e incrédula, le dijo a Ana, si comadre cuenta.
Bueno, primero les diré con quien jugué carreras, eso fue con mi hermana Marta, todo empezó cuando yo tenía 8 años y fue por accidente, pues ese día yo llegue de la escuela, mi madre estaba trabajando en la sastrería y mis hermanos no estaban y mis hermanas más pequeñas estaban jugando solas y Marta, no estaba con ellas, así que pregunté por ella y me dijeron que se había ido a la recamara de mis papas pues le dolía la cabeza, así que en forma muy silenciosa y con el ánimo de molestarla llegue hasta la puerta de la recamara, abrí la misma y la veo con recostada, con las piernas abiertas, la falda a medio muslo, una mano entre sus piernas, si poder ver exactamente en donde estaba, pero ella estaba muy agitada y cuando me vio, sacó la mano de donde la tenía y de muy mal humor me dijo “que chingados quieres”, y yo le pregunté, ¿estás mal? , ¿Te duele algo?, y ella me contestó, no tengo nada, déjame sola, necesito estar sola y yo le dije, pero estas muy agitada, que estás haciendo y como ella ya estaba muy caliente y quería terminar, me dijo, cierra bien la puerta y te enseño a hacerte algo muy sabroso y yo sin saber a ciencia cierta que era, cerré y Marta me dijo mete la mano debajo de tu pantaletita y sóbate en la parte de arriba de tu rajadita y yo muy obediente seguí sus instrucciones, mientras Marta de plano se bajaba las pantaletas a media pierna y con su dedo anular de la mano derecha se tallaba con vehemencia su panocha, y al mismo tiempo yo empezaba a sentir sabroso, así que cuando ella terminó yo seguía en lo mío y me valía madre todo, pues estaba gozando por primera vez de una buena dedeada, cuando terminé ella ya estaba bien vestida y sonriendo me preguntó, ¿qué te pareció?, muy rico le contesté, bueno ahora ya sabes que la panocha no solo sirve para miar, sino que también sirve para gozar, lo único que te pido es que no lo hagas delante de tus hermanitas o de mi mamá, cuando tengas ganas, enciérrate y disfruta.
Cecilia le preguntó a Ana, y ¿cuántos años tenía tu hermana?, 14 y nada más esa vez se la hicieron juntas, no, a los pocos días que ella me enseño a sobarme el mono, era domingo y como a las 8 de la mañana y tomando en cuenta que solo teníamos 1 baño en la casa, desperté con ganas de orinar y al querer entrar, me encontré que Marta se estaba bañando y estaba encerrada, motivo por el cual le pedí que me abriera pues estaba a punto de miarme y ella de muy mala gana me abrió la puerta, me senté y de ella solo su silueta pude distinguir al otro lado de la cortina que separaba la regadera de la taza y mientras me descargaba, escuché unos pequeños pujiditos y le pregunté, ¿qué estás haciendo?, tú qué crees, me contestó, me estoy dando cariño, ah por eso estabas encerrada y no querías abrir, pues claro, y en eso yo terminé y abrí la cortina y vi como se contoneaba, pujaba y gemía, se reía muy leve y fue la primera vez que vi un tamal desarrollado, pues mi hermana ya tenía todo el mono bien peludo y lo que vi, me provocó una tremenda calentura y además ella me dijo, apoco no se te antoja rascarle un poquito al mono, y yo le dije ya empecé, bueno síguele y yo te veo y cuido de que nadie te venga a chingar, y como yo andaba solo con una batita, ella me dijo, quítate todo, y con una mano talla el monito y con la otra agárrate las tetitas y vas a sentir mejor y así lo hice y en poco tiempo me vine bien sabroso, claro que muchas otras veces lo hicimos juntas.
Y solamente con Marta lo hiciste, preguntó Juan y Ana contestó, no, Marta se fue a vivir a USA y yo me quedé como la mujer más grande de mis hermanos y antes de conocer a Víctor tuve un novio que me daba tremendas cachondeadas y me mandaba a la casa bien caliente, así que muchas veces llegaba al baño y me sobaba tantito y me venía, pues era lo que me faltaba, pero otras cenaba y me acostaba, pero como dormía en la misma habitación con Rebeca, que por aquellos años tenía 11, a veces tenía que esperar a que se durmiera, para sobarme, pero otras ya estaba dormida cuando yo llegaba y le daba duro, pero resulta que una noche, pensé que ya estaba dormida y como venía bien caliente, empecé a sobarme, pero de repente, Rebeca me pregunta, ¿qué estás haciendo?, y le contesté, lo que todas las mujeres de más edad que tú hacen, así que voltéate, no veas y dueeeerrrmmeteee, y en eso me vine y no vi más, pero al poco rato que abrí los ojos, mi hermanita, se estaba dando una rascada de poca madre, lo cual me demostraba que ya tenía experiencia en masturbarse, pero como la vi muy concentrada no le dije nada y la deje que terminara, y cuando ya estaba más calmada, le pregunté, ¿desde cuándo te metes el dedo?, ¿quién te enseñó?, y ella me contestó, desde que tenía más o menos 7 años empecé, pues en la escuela una de mis amigas, un día me dijo que si yo no sabía que frotarse la panochita era bien sabroso, y como yo una vez las vi a ti y a Marta en la recamara de mi mamá haciéndolo, pues solo le dije a mi amiga que me enseñara como rascarme y desde entonces casi a diario le doy sus acariciadas y con eso ya me dejó callada.
Claro que con esa conversación, el vino y la atmosfera cachonda que había en la casa, todos nos habíamos ya calentado y en ese momento fijé mi vista en Ana y Juan, y ella estaba abierta de piernas, sin tanga y Juan tenía el dedo en el mono afeitado de mi mujer, mientras ella ya tenía la verga de Juan entre su mano derecha y se la estaba pelando poco a poco, la comadre mientras no dejaba de observarlos y le dijo, comadre de verdad que eres más puta de lo que yo pensaba y Ana le dijo, mira comadre, el bizcocho lo tenemos las mujeres no solo para miar, sino que nos sirve para dar y recibir placer y meternos la verga que se nos antoje, asimismo, debemos pensar que cada día se hace más viejo y es más difícil encontrar a alguien, aparte del marido que lo quiera regar, así que hay que aprovechar las pocas oportunidades que se nos presenta, además, no me digas que no se te hace agua la boca y la panocha al ver esta cabezota y le pelo a Juan la verga para dejar bien pelona la verga de él, la comadre solo se rio y se sonrojó, mientras tanto yo aprovechaba el momento para meter la mano entre las piernas de Cecilia, la cual no opuso resistencia y cuando mis dedos llegaron a tocar por encima de las pantimedias y pantaletas su bizcocho, le dije, comadre, estas bien mojada y ella se rio y aunque Ana ya estaba tocando la corneta de Juan, escuchó mi comentario y le dijo, comadre aprovecha y sigue mi ejemplo y sin más comentario se volvió a meter la verga de Juan en su boca y siguió en su mamada, mientras la comadre atónita observaba la escena, y se dejaba hacer todo lo que deseaba, así que un momento después ya tenía la falda toda levantada y me mostraba sus piernotas blancas, pues sus pantimedias y tanga se encontraban en el suelo y las tetas estaban completamente descubiertas, pues la blusa y el sostén se habían desaparecido, en ese momento Ana se levantó y dijo, tengo ganas de miar, vámonos, le dijo a Juan, llévame al baño, me limpias la panocha y te la comes, si este par de cabrones no quieren coger, yo ya estoy a punto, así que de inmediato se levantaron y alcanzamos a ver 2 cuerpos completamente desnudos caminando hacía mi cama, perdiéndose al cerrar la puerta de la habitación.
Mientras eso sucedía, la comadre ya completamente desnuda, abierta de piernas, y yo mamándole y metiéndole el dedo en su bizcocho me dice, ¿podríamos ir a una cama, para que me hagas gozar?, no contesté, tan solo la tomé de la mano, la levante del sillón en donde habíamos empezado el cachondeo, la conduje a otra recamara de la casa, le pregunté, ¿quieres miar, antes de lo que viene?, ella me agarró la verga y me contestó, me aguanto las ganas o me meo en tu verga, pero ya quiero sentirla, la acosté, le abrí las piernas y me metí entre ellas para mamarle la panocha, la cual es preciosa, bien afeitada, labios carnosos, y muy ganosa, así que le di una buena mamada, haciéndola que se viniera varias veces en mi lengua, hasta que me dijo, por favor, ya métemela, pues no aguanto las ganas de sentir una verga bien parada dentro de mi panocha, en ese momento, me levanté, me acosté con la verga apuntando al techo y le dije, matate sola, y ella se dio un sentón y la metí toda, saltó, gritó, pujó y se vino varias veces, hasta que yo ya no aguanté y le disparé los pocos tiros que puedo, cuando terminamos, ella quedó recostada en mi pecho y mi verga se empezó a hacer chiquita y se le salió de su panochita, y le dije, comadre, nunca me imaginé que cabalgaras tan bien, y ella me contestó, quiero que sepas que hace años no me montaba en una verga, y por tal motivo, me di gusto jineteándote.
¿Entonces el compadre siempre se monta?, mira cuando me hace el favor, se monta, la mete, se viene, se saca y se duerme, pero nunca me acaricia, me soba las tetas la panocha, me mama arriba o abajo, así que me tiene a dieta de verga y la verdad ya no aguantaba las ganas de que me hicieran un buen trabajo, y la comadre no se equivoco en su recomendación, pues sabes hacer tu trabajo y haces feliz a cualquier mujer.
Cuando finalmente se bajó, le pregunté, comadre, ¿qué tanta diferencia encontraste entre la verga del compadre y la mía? Y ella me dijo, casi son del mismo tamaño, la diferencia está en que tú la conservas mucho tiempo dura, sabes esperar para venirte, pero además tu lengua es fabulosa, pero la que si me impresionó, es la de tu amigo Juan, pues por lo que alcance a ver, está grandota y gruesa y yo le contesté, ¿por qué crees que tu comadre, cada que ve a Juan termina miando y cagando muy a gusto?, no me digas que también usa el chiquito de Ana, me contestó y yo le dije, siempre lo ha usado.
Cuando estábamos en plena conversación, abrió la puerta Ana, la cual por cierto solo traía una bata, pero nada debajo de la misma y nos dijo, ya son las 4 de la tarde y les traje unas toallas para cuando tengan ganas de bañarse, y pasen a comer, porque a las 6 sale el compadre del trabajo y no vaya a ser que se le ocurra pasar por ti comadre, ahora que si prefieren seguir comiendo otra cosa, pues ustedes saben, Juan y yo como quiera la hacemos, pues él se va hasta mañana, así que nos queda toda la noche para seguir cogiendo, cerró la puerta y se fue.
Por lo anterior, la comadre dijo, en vista de que el tiempo se nos viene encima, nos bañaremos, se levantó, se metió al baño, cuando escuche el agua correr, me levanté, entré al baño, le dije que quería orinar, pero corrí la puerta del cancel y sin comentar nada, me metí y le dije, te puedo tallar y ella se solo sonrió, así que procedí a tallarle sus preciosas tetas, nalgas y bizcocho, claro que conforme le fui tallando su cuerpo se me empezó a parar la verga y el deseo se fue incrementando, así que sin mucho pensarlo, me bajé a tomar agua de su pocito, ella empezó a calentarse y me dijo, en lugar de carne asada, quiero carne cruda, nos secamos me la llevé a la cama y sin mucho problema le seguí mamando la panocha, hasta que pujando, me dijo, yaaaaa por faaavor, deja que me monte, ya me vine varias veces en tu lengua, pero quiero verga, así que me acosté boca arriba y ella de un sentón la desapareció, me la estuvo pelando muy despacio, hasta que aceleró el paso y solo escuchaba, ahhhh, que riiiico, que rico me la meto, papacito yaaaa me estooooy viiiimiiendo, ahhhhh y esto se repitió otras dos veces hasta que ya no aguante más y le aventé la poca leche que aún produzco, nos quedamos quietos hasta que su teléfono sonó, de inmediato se bajó y la escuche que dijo, “si mi amor, aún estoy aquí con los compadres, no, no te preocupes, terminamos de comer y la comadre me lleva a la casa, si, no demoro mucho”, le pregunté , viene el compadre?, no, ya lo mande a la casa, así que tenemos tiempo de lavarnos y comer un poco, así que con toda la calma del mundo, nos bañamos, nos cachondeamos, no vestimos y fuimos al comedor, en donde Ana y Juan ya estaban y ni mujer con una sonrisa maliciosa, le dijo a Cecilia, doblaron comadre?, Cecilia se sonrió y con un ligero movimiento de cabeza le confirmo a Ana que yo me había echado 2 palitos, pero no dijo cuantas veces se vino ella.
La historia continua, la única pregunta que le hago a los lectores de este relato, ¿creen que vale la pena que los siga contando?, dependiendo de la respuesta seguiré contando las cosas que han pasado.