Disciplina en la universidad (3)
Sonia sigue recibiendo su castigo, y entre las alumnas y ella se sospecha de que pueda haber algo mas, que la circunstancia de Profesora y alumnas... Spanking...
DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD III
CAPITULO 3
Sonia se quedó sin habla, era la primera vez que John le hablaba de ese modo, y se quedó en el despacho mirándole como si le costase trabajo comprender, lo que acababa de oír. Aun se encontraba muy adolorida para pensar con tranquilidad y reflexionar. John seguía mirándola con cara de pocos amigos, era muy recomendable salir cuanto antes de aquel despacho, pero Sonia aún estaba en si misma da, observándolo. Sonia permanecía encorvada hacia adelante y con su mano derecha se acariciaba con mucha suavidad el trasero, ya que no podía apenas presionar sobre él, y sobarlo con frenesí, como de verdad desearía hacer, pero el más mínimo contacto le hacía ver las estrellas del firmamento.
El Decano cansada de verla en su despacho, con ambas manos golpeo su mesa y se levantó de su sillón, abriendo un cajón y extrayendo una vieja regla de madera, camino raudo hacia Sonia. Ella pareció despertar de golpe al verlo que se acercaba hacia ella, con la regla en la mano derecha y con pánico en sus ojos hecho a correr hacia la puerta, la abrió rápidamente y al salir su falda se acampano en el aire, dejando a la vista totalmente su bragas de algodón blancas con racimos de uvas azules, en ese justo instante un fuerte sonido impacto en sus nalgas desprotegidas por la falda, Sonia encorvo por auto reflejo su cuerpo hacia atrás, para librarse de aquel impacto, pero de nada le valió, la regla impulsada por la fuerte y certera mano de John, le acertó fuerte y sonoramente en ambas nalgas, al sentir el fuerte azote, ella se llevó ambas manos a su trasero en pleno revuelo de faldas, cubriéndose ambos cachetes por encima de sus bragas, una vez fuera, la puerta se cerró con un fuerte portazo y ella mirando de reojo hacia la puerta por si John hubiera salido, regla en mano, para seguir asestándole azotes. La falda cubrió sus manos al efecto de la gravedad hiciera que esta volviera a su posición, mientras se sobaba ahora sí, con fricción su nalgas. La regla le había hecho que sus nalgas volvieran a hervir de puro escozor y su culo se hubiera como despertado de la somnolencia, para volver a sentir dolor muy intenso, y sentir de nuevo puro fuego en él.
Sin dejar de friccionarse las nalgas por encima de sus bragas, se encamino hacia la salida por la puerta que habían entrado horas antes, la de servicio, sus bragas le estaban mordiendo con el elástico en sus nalgas, deseaba poder quitárselas cuanto antes, pues solo el roce de la tela de sus bragas, la mortificaba. Deseaba poder sacárselas cuanto antes, aprovecho que tenía sus manos sobre ellas, para librar un poco la presión del elástico, introduciendo sus dedos por el elástico, tiro hacia abajo de ambas perneras sintiendo un poco de alivio.
Pero… Sonia no vio que era observada por la señora presidenta de la Junta de accionistas, quien rauda avanzo hacia ella y le dio dos fuertes bofetadas, que hicieron que Sonia se llevara las manos a cubrirse sus mejillas, sin aviso, le agarro el lóbulo de su oreja izquierda y tiro de ella, casi arrastras la condujo hasta el antiguo banco de madera que había en el vestíbulo de despachos, sin darse cuenta de nada, se vio de nuevo sobre las rodillas , esta vez sobre las piernas de la presidenta, que en el revuelo de la falda dejo al descubierto su trasero y pudo sentir como sus bragas eran izadas de nuevo y apretadas aún más si podía ser sobre sus nalgas, al tiempo que de nuevo azotes mordían sus adoloridas nalgas.
(Presidenta)-. Desvergonzada!!! Cree jovencita que es manera de andar por los pasillos tocándose el culo, de manera tan bochornosa. Si le duele el trasero, usted jovencita y nadie más sabe lo bien merecidas que las tiene, así aprenderá que no se debe…ir por…los… pasillos como una cualquiera… y va a aprender a comportarse… o sus nalgas lo van a lamentar ahora… incorpórese desvergonzada…!
Sonia con la cara congestionada, quien sabe si por el dolor de esa breve azotaina propinada por la señora presidenta sobre sus rodillas, como una vulgar mocosa. O por la vergüenza que había pasado al ser colocada sobre sus rodillas en medio del vestíbulo, a la vista de otras alumnas que pasaban en aquellos momentos y profesores, que se habían detenido a presenciar el espectáculo, de ver a la ex – profesora de química, recibiendo unos azotes en su ya muy colorado trasero. Así como ver el hermoso pataleo de piernas en el aire, como tratando de chapotear en una piscina inexistente. No habían sido más de unos treinta azotes, pero si habían sido bien fuertes y sonoros. Que habían hecho salir de sus despachos a otros profesores, y al mismo Decano.
Sonia tumbada boca abajo sobre la cama hablaba con el manos libres con Elisabeth, mientras hablaba se masajeaba las caderas con ambas manos, ya que acariciarse las nalgas habría sido arto doloroso para ella, con las piernas abiertas levemente, porque sus bragas bajadas a poco más de medio muslo, no le permitía abrirlas más, su sexo depilado se mostraba insinuado, manchando la sabana con su humedad pues la conversación, la hacía recordar las azotainas recibidas durante esa mañana de lunes, y ahora su mente si le estaba proporcionando recuerdos muy exuberantes, así como corrientes eléctricas que le estremecían todo su ser.
(Sonia)-. Espera Eli! Que me está entrando otra llamada por el fijo, debe de ser Laura…
Sonia apoyando sus manos sobre la cama, como si fuera hacer flexiones, levanto su cuerpo quedando apoyado por los pies y las manos, se fue desplazando lateralmente hacia la izquierda procurando no mover sus caderas, pues cuando lo hizo sin darse cuenta, el dolor en su trasero era tan intenso, que la hizo caer de bruces sobre la cama de nuevo boca abajo, se llevó por auto reflejo sus manos a sus nalgas, pero al tocarlas el solo mínimo contacto de las palmas de sus manos, y las yemas de sus dedos sintió una punzada terrible en ambas nalgas así como un dolor muy intenso que la hizo contrajera con una mueca de dolor su rostro, y retirar sus manos al instante. La experiencia fue dolorosa en extremo, por lo que opto por arrastrarse sobre la cama hasta el borde y bajar así sus rodillas hasta tocar el suelo, quedando su cuerpo apoyado sobre la cama, sus nalgas expuestas en el mismo borde de la cama, y sus rodillas en el suelo, un pensamiento le vino a la mente en ese momento, que la estremeció todo su ser, estaba en una posición idónea para recibir una azotaina con el cinturón. Su mente empezó a soñar despierta, el teléfono dejo de sonar, y Sonia se llevó su mano derecha bajo su cuerpo, deslizándola con suavidad hasta llegar a su sexo y con sus dedos moviéndolos lentamente en círculos, se dejó llevar por la embriaguez de placer gimiendo en alto…
(Elisabeth)-. Sonia que son esos gemidos? No estarás…! Serás cochina!!! Tiaaa que me tienes en línea, podrias colgar por lo menos…. Mmmmmmmm siiiiiii Mmmmmm ooooooohhhh
(Sonia)-. Y tu… Mmmmmm Mmmmmm me llamas cochina!!! Serás guarra!!! Mmmmmm siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…. Oooooohhhhh
Se dejaron ir ambas al mismo tiempo, apenas se tocaron levemente dada la excitación acumulada del día, fue algo fortuito y rápido…
El teléfono volvió a sonar de nuevo, Sonia enderezo su cuerpo quedando arrodillada y de rodillas avanzo lentamente a la mesita de noche donde estaba el teléfono sonando, a cada palmo que avanzaba sus nalgas palpitaban y sentía como miles de aguijones de avispas le pinchaban en ellas, pero su gran interés por saber cómo le había ido a Laura, hizo que aguantara apretando los dientes, hasta que alcanzo el teléfono pulsando el botón de manos libres.
(Sonia)-. Auuuu Ayyyyy Ayyyy… Joder… como dueleeee…. Hola Laura! Que tal te fue al salir de la sala… pude oírte gritar…
(Laura)-. Buenas tardes Sonia. Fue una pasada, esa foca de la señora Lawton me estaba esperando en la puerta, nada más salir, no me dio tiempo ni a sobarme el culo, tú!!! Que ya me había agarrado por la oreja, y me ha llevado así por todo el campus, hasta la residencia de chicas… y una vez en mi habitación…
(Elisabeth)-. Eh!!! Chicas que yo también estoy en lineaaaa…
(Laura)-. Que tal Eli,…! Como te ha ido a ti, ya han llegado tus padres de viaje?
(Elisabeth)-. Que dices chica!!! Ya sabes Lau, que mis padres no llegan hasta el mes que viene de viaje, por España.
(Laura)-. Por la forma que me ha hablado la Morsa, esa foca gorda. Daba por hecho que estarías ahora recibiendo una buena azotaina de tu padre o tu madre, que les había llamado y que tenían pensado regresar esta mañana.
(Sonia)-. Eli… como eso sea cierto, no te vas a escapar de rositas como creías…
(Elisabeth)-. Que va chicas!!! Yo lo sabría, hable ayer con mi madre y estaban en el aeropuerto de Barcelona, para volar a Madrid. Sigue contándonos Lau… estabas contando que habias llegado a la habitación con la señora Lawton…
(Laura)-. Pues eso que hemos entrado a la habitación, siempre tirándome de la oreja, se ha sentado en la cama y me ha cruzado sobre sus rodillas, me ha levantado la falda y bajado mis bragas, no os podéis ni imaginar la fuerza de la morsa esa!! Jo… vaya azotaina me ha dado, a los pocos azotes ya estaba llorando, después del castigo en esa sala… y el estado de mis nalgas, no era para menos, chicas! Luego me ha metido en la cama después de desnudarme ella misma, dejándome solamente en ropa interior. Me ha dicho que a la hora de acostarme volverá, a darme mi castigo. Y tu Sonia! Luego debes esperar a John, verdad?
(Sonia)-. Jo…Laura, y tú dices ser mi amiga? Como me lo recuerdas, eso! Ya se me había olvidado… No sé qué voy hacer, tengo el culo que no me lo puedo ni tocar, después de las tres azotainas que me han dado esta mañana…
(Laura)-. Tres…? Cuando Sonia…? que yo sepa solo te han dado una nada más
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(Elisabeth)-. Tu no estabas Lau, y yo tampoco. Pero después de salir de la sala el Director le ha dado otra zurra… nuestra amiga pretendía salir de la sala ocultando las bragas bajo la blusa, para no ponérselas. No conoce a ese cerdo de Aston, siempre está atento a todo y no se le escapa una…
(Laura)-. Es cierto eso Sonia? Que morro tienes! Y que tal te ha ido, la habrás disfrutado bien, verdad?
(Sonia)-. No sé qué decirte Laura. No me la esperaba y menos aún que me pillara, que no me había puesto las bragas, estaba de espaldas a él, Aston estaba enfrascado en leer el periódico, no esperaba que me estuviera observando… en esos momentos me dolía el trasero demasiado como para ponerme a pensar que me sacudieran de nuevo, y ponerme esas bragas me habría mortificado. Pero ha sido terrible, Laura. Y para rematar solo ha servido para que John se haya enfadado más conmigo, me ha echado de su despacho y luego al salir la señora Parrish me ha sorprendido en el pasillo, aliviando la presión de mis bragas. Y no veas como se ha puesto, me ha dado la zurra más severa de mi vida con su zapatilla. Quien podría imaginar que tuviera tanta fuerza a su edad…
(Elisabeth)-. Chicas…! Os dejo un momento, alguien ha abierto la puerta de la calle, debe de ser Margaret la señora de la limpieza que viene a limpiar la casa, aunque es raro, viene los miércoles y hoy es lunes. Ahora vuelvo…
(Sonia)-. Vale. Como te iba diciendo Laura. Luego la señora Parrish me ha dejado incorporar con mi trasero súper hinchado y dolorido, llorando como estaba me ha agarrado de la oreja y me ha llevado a la puerta donde aguardaba un taxi, para traerme a casa. Ha sido los peores momentos de mi vida, no puedes ni imaginarte la vergüenza que he tenido que pasar, yo, una profesora de treinta y dos años, sacada de la oreja delante de todas las alumnas y metida en el taxi con azotes incluidos al entrar, ha sido muy humillante…
(Laura)-. Que guayyyy…! Daría lo que fuera por que la señora Parrish me diera una azotaina así… siempre he tenido esa fantasía, es toda una señora que impone que no veas! Y tú vas y consigues lo que muy pocas han logrado en el campus.
(Elisabeth)-. Eyyy chicas!!! Debo colgar son mis padres los que acaban de llegar, no veáis que enfadados que están! Ahora si estoy metida en un buen lio… apenas me han visto mi madre me ha regañado y mandado a mi habitación y que les espere aquí, que ahora van a subir los dos hablar conmigo. No pueden tardar ya!
(Laura)-. Te lo advertí que la señora Lawton lo había mencionado, pero no nos vas a privar de escuchar lo que te espera, verdad? No nos hagas eso… pon el teléfono sin colgar bajo la cama, nosotras no haremos ruido te lo prometemos…
(Sonia)-. Eli… Laura tiene razón, no nos vas a dejar que escuchemos al menos…? Estaremos calladas!
(Elisabeth)-. Me da mal rollo que escuchen mientras me castigan, porque seguro que es lo que van hacer. Y deben de estar furiosos si han suspendido su viaje por mí. Poco le va a importar que tenga ya diecinueve años y ya no sea una niña, para que me estén dando azotes… Bueno… os dejare escuchar pero guardar silencio. Si se enteran de esto me veo castigada todo lo que queda de curso… Pondré el teléfono bajo la cama..- Elisabeth se agacho con leves molestias en sus nalgas, y poniéndose de rodillas a cuatro patas metió el móvil bajo la cama donde no se pudiera ver-. Ya está chicas, estén calladas…
Elisabeth empezó a caminar nerviosa por su habitación, en breve sus padres iban aparecer por aquella puerta, y debía darles una explicación. No se le ocurría excusa plausible que pudieran creer, por lo que decidió que era mejor dejar las cosas como estaban y aceptar lo que sus padres decidieran… se sentó en la cama y espero.
Sus padres aparecieron por la puerta…
(Padre)-. Tienes algo que decirnos para explicar tu comportamiento? -. Su padre mientras hablaba se desabrocho el cinturón, haciéndolo deslizar por las presillas de su pantalón, doblándolo a la mitad, empuñando la hebilla y extremo del mismo, dando una vuelta sobre su mano, asiéndolo fuertemente-. Estamos esperando una respuesta…
(Madre)-. Has oído a tu padre. .- su madre se acercó y le cruzo la cara de una bofetada. Luego la asió del brazo la hizo levantar poniéndose en pie, la madre se sentó en la cama e hizo que su hija apoyara las manos sobre la cama y su cabeza sobre el regazo de su madre, que al mismo instante la sujeto fuertemente por los antebrazos.- cuando quieras, ya está preparada.
El padre se colocó al lado derecho de su esposa, de manera que su hija Elisabeth, quedaba inclinada con las piernas rectas, con el trasero bien expuesto. Levanto el cinturón e iba asestarle el primer azote con el cinturón, pero su esposa lo detuvo.
(Madre)-. Cariño, así no. Levántale la falda y bájale las bragas.
(Padre)-. Ya no es ninguna niña, no me parece idóneo castigarla como cuando era una niña, es una mujer…
(Madre)-. Y piensas que su comportamiento ha sido el de una mujer? O el comportamiento de una niña? Soy su madre y no me parece el comportamiento de una hija que está estudiando en la universidad, si no, más bien el comportamiento de una chiquilla que necesita disciplina…
El padre se acercó a su hija, agarrando el dobladillo de su falda se la levanto depositándola sobre su espalda, luego introdujo sus dedos por el elástico de sus bragas y se las bajo de un tirón quedando sobre sus rodillas. El primer azote no tardo en caer sobre su ya rojo trasero, los padres ya estaban informados de la azotaina que había recibido su hija esa mañana, por eso no hicieron comentario alguno del porque tenía su hija, sus nalgas coloradas como tomates maduros, y al haber pasado unas horas, que comenzara a tener zonas más oscuras, propias del amoratamiento de la piel. Su padre levantaba el cinturón por encima de su cabeza, para asestar otro certero azote sobre las nalgas de su hija.
Elisabeth movía sus nalgas a círculos cada vez que el cinturón impactaba con aquel sonido característico, flexionaba las rodillas al mismo tiempo, y se volvía a quedar en la posición esperando al siguiente, que no tardaba en sentirlo cruzar sus nalgas. Apenas dejaba escapar algunos gemidos claros de dolor, a cada impacto del cinturón, recibió unos quince azotes y su padre se detuvo e iba a ponerse el cinturón.
(Madre)-. Ya está? Eso es todo castigo que le vas a dar a la niña, no me extraña que tu hija no sea más aplicada, siempre has sido un blando con ella….- la madre furiosa, tumbo a su hija sobre sus rodillas y sin saber de donde apareció un cepillo de madera de baño, en su mano derecha.- está visto que siempre he de ser yo quien le enseñe a esta sinvergüenza como debe comportarse.
Los azotes no se hicieron de esperar, eran fuertes y rápidos, estaba claro que la madre no estaba dispuesta a dejarla sin un buen castigo. Elisabeth ahora si empezó a sentir aquellos azotes, ahora si dolían de verdad. No tardo en retorcerse sobre el regazo de su madre, y poco mas en liberar sus piernas y patalearan en el aire, intentaba liberarse de la posición que su madre la sostenía, e incluso se cubrió el culo con su mano derecha, pero enseguida su madre le asesto un azote fuerte sobre la palma de la mano, haciéndosela retirar de inmediato. Momento que aprovecho la madre para doblársela sobre su espalda y sujetársela. No tardaron en brotar las primeras lágrimas, y pocos minutos después ya lloraba como una mocosa, pero los azotes continuaron cayendo impasibles, sus nalgas estaban al rojo intenso, y así debería de ser el ardor que Elisabeth debía de sentir en ellas. Un ardor intenso, tanto que sus piernas se agitaban alocadas en todas direcciones, pero estas se encontraban bloqueadas por sus braguitas que le trababa las piernas… al final su madre se detuvo, y la dejo incorporar. Pero le agarro el lóbulo de la oreja y la llevo hasta el rincón en el cual la obligo a arrodillarse y con los brazos en cruz con las palmas de las manos hacia arriba. La madre fue a una estantería y triando unos libros, cogió dos tomos de la Espasa, y le puso uno en cada mano, quedando Elisabeth cara a la pared.
Sonia y Laura colgaron el teléfono después de escuchar como su amiga Elisabeth, era castigada por su madre. Nadie nombro que usaba el cepillo para la azotaina, pero lo rápido del ruido de los azotes, así como su sonido, como lo rápido que Elisabeth rompió a llorar, enseguida lo pensaron ambas; es el cepillo de madera. Sonia y Laura pensaron que sería muy excitante escuchar como su amiga era castigada, e imaginar cómo iba meneando su trasero, o lo rojo que le lo pondrían, pero no fue así y Sonia colgó la llamada del teléfono de Elisabeth, para luego despedirse de Laura, lamentando la mala idea que había sido. Pues las dos estaban muy apenadas al escuchar a su amiga ser castigada, no resulto ser lo que esperaban.
Permaneciendo en su habitación, Sonia se desnudó no sin serios problemas, cada vez que debía encorvar su cuerpo para dejar las prendas sobre la cama, ya que en pocas horas se la tendría que volver a poner, por lo tanto hasta que no tuviera otro uniforme universitario, debería utilizar este mismo. Se metió en la ducha una vez que el agua alcanzo la temperatura idónea, y se dejó que el agua cayera sobre su cuerpo, agarro el bote del gel de baño, y dejando caer unas gotas sobre una esponja, se enjabono todo su cuerpo, cuando le llegó el turno a sus nalgas, paso la esponja con mucha delicadeza, su rostro era como un concierto de muecas de dolor, a cual más expresiva. Al momento abriendo de nuevo la ducha se aclaró toda la espuma de su cuerpo, una vez acabado. Descolgó el teléfono de la ducha y apuntando al suelo, quito el agua caliente, para dejar nada más la fría. Una vez que salía fría, enfoco el agua a sus doloridas nalgas, pensó que le aliviaría el agua fría, y así fue, pero también los chorrillos de agua que al ser fría, salía con más presión, sobre sus nalgas eran como agujas clavándosele en ellas, lo que pensó que sería un alivio enfriar el intenso fuego de sus nalgas, se convirtió en todo un martirio. Pero a pesar del dolor que le producía el agua, al tiempo sentía que sus nalgas ya no le quemaban tanto, al poco rato aquellos pinchacitos se convirtieron en todo un placer, lo que la llevo a acariciarse inconscientemente la entre pierna, y breves minutos después sintió su sexo como un volcán de puro fuego, explotar en un intenso orgasmo.
Salió de la ducha una vez que se había secado con la toalla, desnuda. Pues vivía sola en la casa enfrente de la universidad Lewiston y las viviendas adosadas pertenecían a la universidad, pero eran los pabellones destinados a los chicos, por lo tanto, los pabellones de las chicas quedaban bastante retirados para ir andando en el estado que se encontraba, hubiera sido un verdadero infierno. Ya en su habitación de nuevo se acercó al armario y saco una blusa blanca, se la puso abotonándola despacio, solo con la blusa se la veía muy sugerente, con el contraste del color rojo intenso de sus nalgas. En esos momentos le vino a la mente la manera que se había dejado convencer por dos chicas, para llevar a cabo la locura de ser disciplinada como a una vulgar alumna.
Lo cierto es que de siempre le habían atraído los azotes, desde jovencita con apenas trece años ya había fantaseado muchas veces con ser castigada con una buena azotaina, e incluso las había llegado a provocar para ser castigada, en aquellos años no resultaba nada difícil ganarse una azotaina, sobre todo el ser una chica hacia que tanto en la escuela como en casa, no le resultase difícil que se fuera a dormir con el trasero en llamas. Cualquier motivo por tonto que fuese. Una chica no se podía comportar según de que maneras, y ya no digamos si traía algún suspenso, o una nota del profesor para que sus papas fueran hablar con él. Así como una queja de un vecino, eso ya era sinónimo de una azotaina ejemplar. En esos años el honor y el orgullo de un padre era algo con lo que no se podía jugar, y que le llamasen los vecinos la atención por un mal comportamiento de la niña, eso era algo impensable. Así como estar en el parque con las amigas y que se sentara con las rodillas separadas enseñando la ropa interior, hasta hacia poco tiempo, siendo una chica de doce años, era síntoma de inocencia de las niñas enseñar la blancura de su ropa interior, y se tomaba como algo gracioso y que no tenía malicia alguna, teniendo simplemente trece años, era síndrome era de vulgaridad y obscenidad. Si algún vecino o amistad de la familia pasaba en esos momentos, la chica ya se podía preparar al llegar a casa, porque su mama ya estaba en la puerta esperándola, zapatilla en mano. Ni tan siquiera se podía estar sentada con sus amigas, sin que sus nalgas corrieran serio peligro al llegar a casa más tarde, y que no fuera más tarde de la hora fijada, porque un solo minuto ya era sinónimo de azotaina de la madre y cinturoniza del padre cuando llegara del trabajo. Así eran de difíciles aquellos años para algunas chicas, otras tenían la fortuna de que sus padres fueran más liberales, pero aun siendo liberales, los castigos en sus traseros era frecuentes.
(Por algo se le dio en nombre de spanking a este juego entre adultos, mientras años atrás, en los países vecinos, era conocido como “el vicio ingles”.)
Sonia se sonreía recordando la primera vez que hablo por un chat con una chica sobre el tema, mintiendo sobre su edad y su estado ocasional, decía que era alumna de un colegio, en cual solían castigarla con frecuencia. Esa chica era Laura, y pocos días después se incorporaba una nueva chica Elisabeth, todas ellas usaban un Nick falso para chatear y no ser reconocidas, por lo cual charlaban con plena libertad de expresión. Su sorpresa fue mayúscula el dia que se citaron para conocerse realmente, pues con el tiempo habían hecho muy buena amistad, y no se tenían ningún secreto entre ellas, hablaban de todo con naturalidad. Sonia recordando aquella escena se reía abiertamente….
(Laura)-. Eyyy chicas mejor quedamos en otro lugar, yo ya he llegado y hay una compañera de clase, además de una de mis profesoras…. Qué hacemos?
(Elisabeth)-. Como dices! Solo estamos tres personas en el bar…
Sonia con el rostro completamente colorado se levantó y fue hacia ellas…
(Sonia)-. Tú debes de ser… Niña dulce, no? Y tu Carita de ángel, yo… soy… Chica traviesa…
Las tres se sentaron juntas echándose a reír abiertamente, se miraban, y continuaban riendo.
Con el tiempo se hicieron buenas amigas, pero siempre quedaban al otro extremo de la ciudad, para que nadie las relacionara o pudieran enterarse que eran amigas. En la universidad cuando estaban en clase simulaban no conocerse, pero cuando nadie las miraba se lanzaban miraditas sonrientes y picaras.
Laura y Elisabeth le contaban a Sonia cuando sus padres las castigaban, con todo tipo de detalles y Sonia siempre les decía,…” que envidia me dais, lo que yo daría por estar en vuestro lugar”. Así fue como Laura e Elisabeth empezaron a idear un plan, para que Sonia cumpliera sus fantasías de ser castigada de nuevo. Pero era un plan algo arriesgado y muy peligroso si no salía bien, sobre todo para Sonia… le podría costar su carrera, su trabajo y no poder mirar a la cara a sus amigos, en la vida. Por eso habían ideado que Laura debía hacer travesuras a todos los vehículos posibles, y Sonia cuando todo estuviera en marcha, debía exigir mirar los videos de las cámaras de seguridad, de esa forma pondría a la Junta en una posición incómoda para ellos, y siempre sería una buena baza para lograr su empeño. En cambio Elisabeth se negó hacer lo mismo que Laura, pues conocía a su madre y sabía que podría ser muy severa con ella, en cambio Laura asumió que su padre le daría la paliza de su vida, y dijo; “ si sale bien nuestro plan, eso bien vale una severa paliza de mi padre”.
Y asi fue como habían organizado su plan, Sonia estaba tan ensimismada en esos recuerdos que no pensó cuando su cuerpo hizo por sentarse en el sofá, y se dejase caer como hacia siempre, sin tener en cuenta como tenía su trasero recién castigado, colorado y dolorido.
Aaaaayyyyyy Uuuuyyyyy Aaaaaayyyy Mierda! Mierda! Mierda!… Joderrrrr!!!…. Como dueleeeee!!!
Rápidamente se colocó de costado y luego poco a poco, boca abajo sobre el sofá, y sobándose el costado de sus caderas, pues sus nalgas era imposible el acariciarlas o pasar sus manos por ellas… cuando hubo remitido un poco el intenso dolor que le había provocado sentarse sin recordar su estado, se fue quedando dormida…
… unas horas de sueño después, la despertó una llamada de teléfono. Era Elisabeth, que ya le habían levantado el castigo…
(Elisabeth)-. Buenas noches Sonia, que tal esos nervios…?
(Sonia)-. Nervios… porque iba a tener nervios, Eli? Que tal te fue con tu madre, fue muy estricta? Perdona es que me he quedado dormida en el sofá…
(Elisabeth)-. No me digas que aún no estas preparada? John no tardará mucho en llegar o … se te ha olvidado que debe castigarte antes de irte a dormir…? Son las 20,30 no puede tardar mucho en llegar, conociéndole sabes que es muy puntual…
(Sonia)-. Uuuupsss, lo había olvidado…. Te dejo Eli, tengo que vestirme…. Ostras!!! Ya está aquí!!! Acaba de sonar el timbre de la puerta… adiós…
Sonia se levantó del sofá y corrió a su habitación a vestirse, a pesar de las punzadas de su trasero, llego a su cuarto. Se dirigió a la cómoda y extrajo las primeras bragas que encontró, unas blancas con flores de margaritas y se las puso rápidamente, aunque al subírselas ajustándoselas a su cintura, debió hacerlo muy despacio. Se contempló en el espejo observándose que las tuviera bien colocadas pasando los dedos por las perneras estirando el elástico desde la base de sus muslos, hasta su cadera y ajustándoselas en sus nalgas bien tensas. Luego unos calcetines blancos que se los puso de pie, apoyándose en la cómoda para no caerse, y se los ajusto a la altura de sus rodillas. Volvió a observarse en el espejo que estuvieran ambos a la misma altura, y luego se acercó a la cama donde había dejado su falda de alumna tableada, y se la puso. Cogió de la cama el corbatín y volvió frente al espejo a ponérselo. El timbre de la puerta seguía sonando, ahora de manera insistente. Sonia se contempló en el espejo, repaso su falda y su blusa que estuvieran bien, se levantó la falda y reviso sus braguitas que estuvieran bien, dejo caer la falda alisándola en su trasero…. UUUfff Jo! Como duele… una última mirada al espejo y salió de su habitación.
Sonia estaba muy nerviosa, sentía como en su estómago la estuvieran dando pequeños mordiscos en su interior, lo sentía vacío, la angustia ahora era constante unido al terror que se le sumo a su estado de nervios, y lo peor… en la puerta estaba su verdugo, que ya no paraba de llamar al timbre, solo de pensar lo enfadado que debía de estar, le hacía que sus piernas temblaran así como sus manos sudorosas, estaba junto a la puerta, debía abrirla o seria mucho peor para sus nalgas. Pero Sonia se había quedado inmóvil, petrificada, su miedo a lo que se le estaba viniendo encima era superior a sus fuerzas, pero si no abría la puerta seria mucho peor para ella.
La puerta se abrió sola, Sonia no daba crédito a que la puerta se hubiera abierto sin haberlo hecho ella, en el rellano del portal estaba John muy enfadado, y a su lado el conserje de la universidad con un manojo de un montón de llaves en la mano. Escucho Sonia hablar…
(Conserje)-. Ya la tiene abierta señor Lewiston…
(John)-. Gracias puede retirarse, y recuerde que mañana sin falta quiero una copia de la llave maestra en mi despacho, adiós y gracias de nuevo…
Sonia seguía sin dar crédito a sus ojos, como se habían atrevido abrir la puerta de su hogar, sin tener su consentimiento, aunque fuera una vivienda de la universidad, ella tenía sus derechos y los habían violado, estaba muy enfadada. Pero también muy preocupada, ahora estaba con muchas sensaciones que circulaban rápidamente por su cabeza, no sabía claramente que debía de hacer, si mostrarse enfadada o como debía interpretar aquella intrusión a su intimidad… Pero una cosa lo tenía claro, mostrar su enfado en esos momentos no era lo más adecuado, el hombre que estaba ante el umbral de su puerta, no estaba ahí para nada, había ido para cumplir la sentencia a su castigo, dado por la Junta de accionistas y dueños de su casa en la cual ella vivía, no…no estaría bien el mostrarse enfurecida en esos momentos, y menos aún, no le convenía hacer enfadar más a John, eso ultimo podría resultar muy incómodo en unos minutos para sus nalgas, que ahora se sobaba con vigor, a pesar del dolor que sentía en su trasero al sobarse así, pero era como un auto reflejo el hacerlo, no podía pensar en nada en esos momentos, sus manos actuaban por si mismas que seguían frotándose ahora más suavemente el trasero de su falda, mientras Sonia seguía como petrificada de terror, ante la persona que tenía delante de ella, la cual ya había entrado y cerrado la puerta. Y ahora estaba delante de ella observándola, sin decir nada.
Segundos después Sonia parecía que había vuelto al mundo de los vivos, y bajando su rostro lleno de vergüenza, solo pudo decir balbuceando unas palabras en un susurro…
(Sonia)-. Lo siento… me quede dormida en el sofá y no estaba vestida…
No sabía a donde mirar. Delante de ella se encontraba John Lewiston, con el rostro claro de estar muy enfadado, furioso, y observándola de pies a cabeza como si estuviera inspeccionando su vestimenta, y lo peor de todo, en completo silencio. Sentía como si el estómago se le fuera a caer al suelo en cualquier momento, notaba un peso enorme en él, sus nervios la estaban desbordando, sentía verdadero terror en esos momentos, una angustia terrible acompañada de escalofríos por todo su ser. A muy su pesar, tenía aun su trasero ardiendo, con un dolor terrible y que no la permitía apenas caminar erguida. Tenía sus mejillas que las sentía arder de lo ruborizada que estaba, era muy humillante que vinieran a su propia casa a aplicarle un correctivo, solamente de pensar que en breve volvería a estar sobre sus rodillas de nuevo y que ahora no habría nadie para detenerlo si se excedía en el castigo, le hacía recordar cuando era más joven, y aquella profesora de gimnasia la perseguía por el patio del instituto, cuando un joven profesor la había obstaculizado en su huida, cayendo al suelo. Al levantarse para echar a correr de nuevo, cuando un brazo la sujeto firme reteniéndola, lo que hizo que la profesora de gimnasia la alcanzara, y comenzara a darle azotes en el trasero de un muy ajustado short azul marino, con el cual sentía aquellos azotes como si la azotaran sobre el culo desnudo, pero no los sentía. Estaba ensimismada observando aquel vello rostro del joven profesor, mientras el en esos instantes la sujetaba de sus dos manos, para que quedara bien expuesta a la vara que azotaba sus nalgas, pero Sonia solo admiraba a aquel rostro con una sonrisa en sus labios, hasta que la vara después de varios azotes la hiciera volver a la realidad, y se centrase en menear su trasero, así como saltar sobre sus pies a cada azote que recibía, y a tirar de aquellos fuertes brazos que la mantenían sujeta, tratando como fuera de escapar de aquella tunda que estaba recibiendo, y que ya comenzaban a arderle más de lo que ella deseara y sus lágrimas no tardaran en brotar…
Desde entonces estaba enamorada de ese profesor, pero el, jamás le había prestado atención alguna o lo sorprendiera mirándole el culo como hacían todos los demás profesores. Nada hacía que aquel profesor hiciera que se fijara en ella, pero ella había ideado aquel retorcido plan con sus nuevas amigas Laura e Elisabeth, para así caer sobre sus rodillas y recibir una azotaina a manos de su amado profesor, y hacer que se fijara en ella aunque para ello tuviera que sufrir, el severo castigo de esa jornada. Puede que así se fijara en ella…
(John)-. Lamento enormemente la manera en que me he presentado en tu casa, en otras circunstancias no estaría de menos avisar a la policía, y que me llevaran arrestado por forzar tu cerradura, aunque no haya sido así, pues en la universidad tenemos las llaves maestras de todas las viviendas. Si cuando he llamado al timbre hubieras abierto, nada de esto hubiera sucedido. Pero el conserje me acompañaba por si esto sucedía, no sería la primera vez que una alumna protegida en su vivienda, se negara a abrir la puerta. Un hecho nada aconsejable, dices que te habías quedado dormida en el sofá, estando desnuda. Veo que debe ser cierto, pues estas impecablemente vestida, de haber estado sentada o tumbada, el uniforme estaría arrugado, además de impresentable. Por lo tanto por esta vez voy a creerte y aceptar tu palabra, pero que esto no vuelva a repetirse de nuevo o lo lamentaras de verdad. Dicho esto, deseo aclararte para tu conocimiento, que después de clasificar todos los videos de las cámaras de seguridad y visualizarlos repetidamente, hay en ellos ciertos detalles que ya te iré informando cuando llegue su momento, durante esta semana vas a recibir mi visita cada día al levantarte y al acostarte, por lo tanto te rogaría por tu bien que no tardes tanto en abrirme la puerta, es más, deberías estar esperándome en la puerta, en vez de llamar yo. Pero por el momento lo dejaremos correr, como bien he dicho anteriormente durante esta semana. Aclarado ese tema, vamos a lo que nos preocupa a ambos de verdad, el cual no es otro que tu castigo. Tu comportamiento de hoy ha sido vergonzoso!, me has dejado en mal lugar y eso va a tener sus consecuencias puedes estar segura e ello, nunca me habían hecho sentirme traicionado como hoy, habíamos hablado sobre tu cita de hoy y como debías comportarte. No tengo ni idea que se te ha pasado por tu cabecita, para comportarte como lo has hecho hoy! Lo que debía de ser un simple trámite, tu misma lo has convertido en una pesadilla, algo que vas a lamentar de verdad!!
… Entiendo que tienes el trasero muy adolorido, algo que no debía de haber ocurrido. Pues todo estaba apalabrado por mí mismo con la señora Parrish, para que únicamente fuera una azotaina simbólica con el cepillo, cierto que te habrían dado duro para hacer creíble a todos que era un castigo, y para ello debías llorar, Aston tenia esas instrucciones que fuera duro contigo, pero que al hacerte llorar se detuviera minutos después. Pues todos conocen a Aston, tiene una reputación como pocos a la hora de aplicar castigos a las alumnas, todos saben que no hay chica que no termine llorando cuando aplica un correctivo, sea con el instrumento que utilice para ello, todas terminan igual.
Pero tu tenías que hacer tu numerito verdad? Tenías que poner en tu contra a toda la junta de accionistas, en que estabas pensando? Cualquiera que te hubiera visto, habría pensado que estabas provocando deliberadamente a toda la junta y que deseabas ese castigo. Tenías que insultarles encima? No te bastaba con ser grosera? Tenías que sobarte el culo delante de todo el mundo, mostrándoles esas ridículas bragas infantiles? Y la manera que te has dirigido a toda la junta, cuando te han dado la palabra para justificarte. No podías haberte limitado a agradecer que no te hubieran despedido, y darte la oportunidad de reparar los males causados aceptando de buen grado tu castigo? Agradeciendo permitirte acabar tu master en química sin tacha alguna en tu expediente laboral!!! Tenías que poner a todos en tu contra? En qué diablos estabas pensando? Es que deseabas avergonzarme delante de todos para vengarte de mí? He hecho mucho más de lo que debía y me lo pagas de esta forma? La señora Parrish me ha llamado la atención en su despacho, en toda mi carrera, jamás había pasado tanta vergüenza, ha sido la primera vez que he tenido que ir a su despacho, para que me hablen de mi honor como hombre, y que donde se supone que esta esa palabra mía, palabra que yo he puesto en riesgo por apoyarte e ayudarte a ti, desvergonzada!!!
Sonia se había puesto a llorar ante semejante regañina, estaba acongojada, además de sentirse angustiada ya no solo por el ser castigada en breve, se sentía muy mal. Su deseo de sentir una azotaina sobre sus nalgas como cuando era niña, había ido demasiado lejos. Ahora se percataba de la gravedad de los hechos, sabía que ese hombre jamás iba a ser suyo como deseaba, lo había humillado ante todos, pero sobre todo le había hecho faltar a su palabra. En un inglés, su honor y su palabra estaban por encima de todo. Y ella lo había pisoteado con su comportamiento. En esos momentos Sonia hubiera deseado que se la tragara la tierra, ella como mujer se percataba lo lejos que había llegado. John jamás la perdonaría, y su amistad ya no volvería a ser la misma. Sonia con la mirada fija en el suelo, ahora se encontraba tremendamente mal y deseaba que la castigase cuanto antes, para al menos dejar de sentirse tan avergonzada consigo misma. Quizás castigándola John se sentiría mejor, aunque ello no fuera a hacerle sentirse mejor, un hombre si tacha alguna durante toda su carrera, y ahora por una amistad con una amiga, había dejado su palabra en entredicho… Y esa amiga era ella.
Mientras Sonia se lamentaba por su mal comportamiento. John había dado unos pasos hasta el rincón donde había una silla con respaldo alto, y sujetándola la coloco al lado de Sonia, sentándose en la silla, y sin más palabras, agarro a Sonia de una de sus manos y la tiro prácticamente sobre sus rodillas, aunque realmente fue Sonia la que se tumbó apenas sintió el contacto de su mano y le miro, contemplando su cara de enfado prefiriendo no resistirse, hiciera lo que John hiciera por castigarla, ella aceptaba su castigo avergonzada por el mal que había causado a una de sus mejores amistades. Sintió como su falda era alzada, y como el aire frio acariciaba sus nalgas, revestidas por unas bragas blancas de algodón, con florecillas de margaritas. Los primeros azotes no tardaron en llegar y empezar a picar en sus nalgas.
Sonia se mantenía inmóvil en su posición, sus piernas flexionadas colgaban a la derecha de John, y por la izquierda, su cuerpo posado sobre los muslos de John, mientras su cabeza y brazos colgaban por ese mismo lado tocando el suelo, mientras sus manos se agarraban a las patas laterales de la silla. Sonia no paraba de sollozar moqueando por la nariz, mientras los azotes caían y volvían a caer sobre sus desprotegidas nalgas. Aunque Sonia sentía como sus nalgas ardían como nunca, pues los azotes de John eran duros de verdad, azotes secos y seguidos, que caían uno tras otro en el trasero de Sonia. Ahora ya lloraba a todo llorar, pero seguía aceptando su castigo, sabía que se lo tenía bien merecido y aunque aquel intenso dolor lo sentía como si tuviera un fuego a llama viva sobre su trasero, siguió aceptando su castigo. No pataleaba, no meneaba sus caderas, no movía su cuerpo, no intentaba protegerse sus ardientes nalgas con sus manos, era tal su vergüenza por haber fallado a su buen amigo. Que no deseaba poner dificultades a su azotador, estaba siendo castigada como se merecía.
John admiraba a Sonia, la veía que estaba muy arrepentida y eso en otro momento le hubiera enternecido parando el sufrimiento a aquellas preciosas nalgas. Pero la gravedad de lo acontecido ese día, era para que Sonia sintiera su enfado y hiciera meditar su mala cabeza una vez más. John paro de azotarle el trasero, y su mano acaricio unos segundos a aquellas redondeces tan esplendidas y tan calientes, que le hacían quemar su mano. Pero estaba resignado a darle su merecido castigo, así que agarro el elástico de la cinturilla de las bragas de Sonia, y se las fue bajando lentamente hasta la altura de las rodillas. No sin observar antes el fondillo de las bragas de Sonia, una mancha amarillenta ensombrecía esa zona, John no pudo evitar el posar sus dedos sobre la prenda, comprobando que no era orina, era otro fluido lo que humedecía a las braguitas de Sonia. Era claramente un líquido abundante que había mojado considerablemente la prenda íntima de ella, al palpar con sus dedos comprobó que era un fluido viscoso, blanquecino e amarillento. Eso indigno a John, ya que si era cierto que se hallaba desnuda cuando toco el timbre, y se acababa de vestir. Eso delataba a Sonia, estaba claro que estaba disfrutando con la azotaina, y había ensuciado las bragas de esa manera tan abundante en apenas unos minutos que hacía que se las había puesto limpias. La idea que rondaba por su mente empezaba a tener forma, sin darse cuenta posiblemente la había delatado esas humedeces. Como por arte de magia, apareció en su mano derecha el feo cepillo de madera de fresno, con el cual Sonia ya había sido castigada con el aquella mañana. Levanto su brazo todo que pudo, y empuñando fuertemente el cepillo, lo dejo caer, pero aplicando mas velocidad e incrementando la fuerza en el descenso hacia la nalga derecha de Sonia, al caer sobre ella se pudo escuchar un fuerte sonido seco y opaco, casi silencioso, si no fuera por el grito fuerte de Sonia, al sentir en sus ardientes nalgas aquel contacto el cual la había hecho estremecer de dolor, y la fuerte quemazón intensa que provoco en su nalga, algo que en breves segundos se repitió en la nalga izquierda, con un impacto del misma intensidad. Los azotazos del cepillo se fueron incrementando a más fuerza y más rapidez al golpear en aquellas traviesas nalgas que se agitaban como desposeídas a cada nuevo impacto del cepillo, las piernas de Sonia ya se balanceaban alocadas en cualquier dirección posible, sus manos no tardaron en intentar cubrirse sus nalgas, aquello era el mismísimo infierno, le ardían de tal manera que no se podía mantener quieta una décima de segundo, todo su ser, se agitaba de manera incontrolada. Sus piernas luchaban por librarse de la traba que las aferraban a no poder separarse, más de unos centímetros, esa traba era sus propias braguitas, que la impedían abrir y cerrar sus piernas, en busca de alivio por pequeño que este fuera, así fue como dicha prenda fue descendiendo bruscamente por sus pantorrillas, hasta llegar a sus tobillos, y llegado a ese punto salieron disparadas hacia el techo, para luego posarse como una grácil mariposa en el suelo. Ya liberadas sus piernas, ahora se agitaban independientemente en cualquier dirección, abriéndolas o cerrándolas, dejando a la vista de John el sexo rasurado de Sonia, del cual seguían emanando fluidos, los cuales ya mojaban los muslos. A pesar de la severidad del castigo, Sonia se estaba corriendo una y otra vez con el mismo, lo que hacía indignar más a John… lo cual hizo que detuviera el castigo, e obligara a Sonia a ponerse de pie… asiéndola por el lóbulo de la oreja la condujo hasta el rincón, obligándola a colocarse de rodillas con los brazos en cruz, con las palmas hacia arriba… y prohibiéndole tocarse el culo… el cual se veía todo un color morado con los bordes azulados…
John se encamino hacia la cocina volviendo un par de minutos después con algo en la mano, era un paquete de hortalizas secas, concretamente garbanzos, enfadado como estaba lo abrió y lo vacío en el suelo, justo donde estaban apoyadas las rodillas de Sonia, y la obligo a posarse de rodillas sobre ellos, luego se desplazó por el salón hasta una estantería, escogiendo dos libros muy pesados y recios, colocándole un tomo en la palma de cada mano, y así permaneció Sonia durante varios minutos, hasta que ya no pudo soportar más, el cansancio de sus brazos unido al dolor de sus rodillas, y así mismo el intenso ardor de sus nalgas. Entonces John permitió que se levantara y asiéndola de nuevo por el lóbulo de la oreja, la condujo al dormitorio, casi arrastras… la desprendió de la falda, así como de la blusa, colocándola de nuevo sobre sus rodillas ahora el sentado sobre la cama, y ella desnuda propinándola una nueva azotaina bien dura y severa con su mano derecha, a lo que Sonia rompió de nuevo a llorar… minutos después Sonia permanecía echada sobre las rodillas de John, mientras este le aplicaba una crema refrescante sobre sus ardientes nalgas, que la hacían ronronear como una gatita en celo… poco después la dejaba llorando aun boca abajo metida en la cama…
(Continuara...)