Disciplina en la universidad (2)
Las dos alumnas implicadas son castigadas por sus travesuras, Laura y Elisabeth. Sonia la Profesora no tendrá mucha mejor suerte que sus alumnas, siendo también castigada con una severa azotaina... Spanking.
DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD
(2)
CAPITULO 2
Segunda parte de la experiencia de Sonia la profesora de química en prácticas para su master....
(Portavoz)-. Señorita Laura Carrington! haga el favor de levantarse!. Usted joven es la causante de mayores destrozos, que su compañera. Es usted una irresponsable, por las cámaras de seguridad hemos sido testigos, de que no únicamente saboteo el vehículo de la profesora Adams, si no el de otros profesores como el vehículo, del señor Aston, por tal motivo su castigo no será como el de la señorita Elisabeth Braun, si no, mucho más severo, ya que el mal ocasionado es mucho mayor.
Señor Aston, hace unos días denuncio que alguien estaba dañando vehículos en el parking, a ninguno de nosotros se nos ocurrió mirar las cintas de las cámaras de seguridad, hasta que el caso de la Profesora Adams, nos ha recordado el que existían dichos dispositivos y cintas de video de las cámaras, con lo cual hemos observado que la joven aquí presente Laura Carrington, llevaba meses causando estragos en el parking del profesorado, por lo que un simple correctivo no creemos esta Junta de accionistas, que pueda ser suficiente castigo. Por lo tanto y después de hablar con sus padres, dicha joven será hoy severamente castigada, y para asegurarnos que esta joven luego no realiza otros estragos en vehículos o valores de otras naturalezas, será internada en esta universidad en el área sur, en donde pernoctan las alumnas que por vivir en zonas alejadas habitan. Permanecerá en ese centro hasta finalizar el curso vigente, y al acabar será expulsada de esta universidad. Ha no ser que su conducta cuando llegue la fecha de finalización, sea muy convincente para esta Junta de accionistas, ya que se recurrirá a los viejos métodos de corrección ya abolidos por la sociedad, pero que lo padres han sugerido en vista de todos los males causados. Durante el próximo mes recibirá un correctivo diario de mantenimiento, antes de acostarse y otro matinal. Además de los correctivos pertinentes que pueda resultar acreedora durante la jornada de estudios, ya que toda falta que cometa por pequeña que esta fuere, será debidamente corregida por su tutora la señora Lawton, nuestra profesora de gimnasia, quien se ocupara en todo momento de su reeducación. Señora Lawton! puede ocuparse de ella desde este instante, haga el favor de encargarse de su pupila y aplicarle su castigo.
… una mujer de unos cincuenta años se levantó, esta se hallaba sentada en primera fila, junto a los padres de Laura, iba ataviada con una blusa azul marino, falda negra hasta debajo de la rodilla, medias negras y zapatos con escaso tacón también negros. Vestía de luto por la pérdida de su esposo hacía apenas unos meses en accidente de tráfico. Para ser la profesora de gimnasia, su físico no era el más idóneo, daba la apariencia de la clásica celadora de un orfanato o hospital, un metro ochenta de estatura y bien robusta, entrada en carnes como se suele decir a una señora rolliza, de unos noventa kilos de peso.
Y su fama era por ser una mujer nada agradable, con un más que respetable mal carácter y de unas ideas muy conservadoras, siempre decía que la letra entra mejor con sangre, que con caricias. En otros tiempos era la supervisora de la vivienda destinada a las alumnas, y era muy conocido su mal genio por dichas alumnas, las cuales las que eran más antiguas, celebraron que los castigos fueran abolidos por ley. Algo que deberían de haberse pensado mejor o haber preguntado antes de celebrar tal celebración, pues todas las alumnas durmieron bien calientes esa noche y otras muchas noches que le precedieron. Días después pudieron saber, que la vivienda de la universidad no era considerada como parte del centro de estudio. Si no, como vivienda o hogar de las chicas. Por lo cual, al ser el hogar, los castigos en dicho lugar aún eran legales y con pleno poder de las celadoras, encargadas de su vigilancia.
La señora Lawton se acercó a Laura, y dando pie a su fama de mujer estricta, la agarro del lóbulo de la oreja izquierda y casi arrastras la condujo hasta la silla…
(Sra. Lawton)-. ¡Quítate la falda y bájate las bragas, Laura! Y luego apoya ambos codos sobre el asiento de la silla, con las manos hacia el interior agarrándote ambos codos, la piernas bien rectas!!!
… La señora Lawton mientras Laura cumplía sus instrucciones, se volvió y caminando con paso firme y decidido, hacia la mesa de los socios. Exactamente donde el Director había abierto el armario y extrajo el instrumento de castigo. Ella después de rebuscar en el interior, debió encontrar lo que andaba buscando, lo cogió, y con gran maestría se lo enrollo en su muñeca derecha y asiéndolo luego en su mano, comprobando su sonido sobre su propia palma de su mano izquierda. Sonia Adams estaba apenas a metro y medio, y vio muy de cerca como lo hacía resonar en la palma de la mano, ya que al hacerlo, la señora Lawton miro a Sonia, la cual sintió como un inmenso nudo en su garganta, al ver aquel brillo en sus ojos con clara furia. Una mirada penetrante la cual la había hecho llorar siempre, cuando era alumna e iba a ser castigada por la señora Lawton, y en ese momento sintió como se estremecía su cuerpo, y sus ojos volvían a brillar a punto de brotar sus lágrimas, Sonia en su interior se compadecía de la pobre Laura, y hubiera deseado parar ese castigo. Pero en esos instantes, Sonia le preocupaba mucho más no ser ella, quien tuviera que sentir esa correa en sus nalgas desnudas.
La correa en si misma haría estremecerse a cualquiera de las alumnas de la universidad, sobre todo si estaba en las manos de la señora Lawton, una gruesa correa de unos ocho centímetros de diámetro, por casi cuatro milímetros de grosor lo cual doblada a la mitad, la hacía ser muy pesada. Además era una correa muy antigua, posiblemente incluso la usarían en su día con la propia señora Lawton, quizás por eso, dicha señora siempre la utilizaba en sus castigos.
La señora Lawton giro sobre sus pies, volviendo hacia el lugar donde había dejado a Laura, que ya se había despojado de su falda y se había colocado en la posición indicada, pero sin bajarse las bragas. La señora Lawton al ver que no la había obedecido, acelero sus pasos y sin decir nada, asesto un terrible correazo sobre el centro de las bragas de Laura, justo a la altura en donde acababa la costura del fondillo de las bragas, y en los extremos donde el encaje hacia el revestimiento de las perneras de la prenda íntima, en la parte visible de sus muslos apareció una mancha roja, inmediatamente después de ese cintazo. Así como un fuerte AYYYYYY…. De la joven y un brusco movimiento de cabeza que hizo que su cabello, revolara en el aire, cambiando de su lado derecho, al lado izquierdo.
(Sra. Lawton)-. ¡ Laura que te había dicho que debías colocarte, y que te bajaras las bragas!!! Porque no lo ha….s…. he….cho…-. con la mano izquierda introdujo sus dedos en la cinturilla de las bragas y las bajo de un tirón rápido, hasta sus rodillas. Su voz se entrecorto, al ver las nalgas de la chica, estas estaban de un color violáceo oscuro en toda sus superficie, por lo visto, la chica ya había debido ser castigada en el culo apenas hacía pocos días.- ya veo que tu papa, te ha castigado como te merecías y que te ha dejado el culo como debe de ser, morado!!!-. Aun conservando la correa en su mano derecha, con ambas manos volvió a sujetar la cinturilla de sus bragas, y se las subió lentamente volviéndolas a su anterior estado, y estirando bien la cinturilla para que quedara bien tensa y marcara bien su ya inflamado trasero, e igual hizo con las perneras de la prenda.- Pero no por ello te vas a librar de tu castigo, pero seré considerada contigo pequeña! Dejándote las bragas puestas!
… Laura sollozaba sin consuelo posible, el cinturonazo había sido muy fuerte, unido a lo muy dolorido que debía de tener su trasero la pobre chica. Pero la señora Lawton no se apiado por ella ni lo mas mínimo, después de haberle devuelto a las bragas de Laura a su lugar, se alejó dos pasos, y empezó su castigo de todos modos, y con la severidad con la que era característica en la señora Lawton, los correazos eran espaciados y ajustados en las ya maltrechas nalgas de la pobre Laura. En los primeros azotes aulló a todo pulmón de dolor, y de sus ojos brotaban lágrimas, que descendían por sus mejillas y que caían al suelo. Su trasero se contraía a cada azote de la correa, y movía las caderas en círculos, tratando de escapar de alguna manera aquel aluvión de correazos, que con apenas intervalos de unos breves segundos, ya volvía a estremecerse, al sentir el siguiente. Aunque a Laura le era imposible mantener la posición y su trasero giraba sobre si mismo, o subiendo y bajando al flexionar sus rodillas, así como levantar su pierna derecha u izquierda, los azotes siempre caían en el lugar de sus nalgas, al cual la señora Lawton había centrado los azotes, así era su tal maestría a la hora de aplicar la famosa correa. Después de varios minutos, los cuales debieron de parecer interminables para la joven, la señora Lawton dejo de aplicar dicha correa sobre el trasero de Laura, la cual, al sentir que los azotes de esa maldita correa ya no continuaban azotándola sin piedad alguna, se dejó caer al suelo, quedando de costado y hecha un ovillo, con ambas manos en su trasero, el cual apenas se podía sobar. Pues debía de escocerle muchísimo, asi como tenerlo ardiendo como unas llamas se hubieran apoderado de sus nalgas. Durante varios minutos la dejaron llorar a todo llorar, y echada en el suelo.
Sus padre y su madre allí presentes, hablaban entre ellos y se fue uniendo a la conversación, la señora Lawton, así como el señor Aston, sin prestar atención a su hija. Clara estaba su indignación por las canalladas que su hija había realizado, y en su rostro se contemplaba su gran enfado.
Pocos minutos después la propia Laura se levantaba del suelo, aun con lagrimones en sus ojos, con claros gestos de mucho dolor que congestionaban su rostro, pero pudo aun con dificultades ponerse en pie, coger su falda que colgaba del respaldo de la silla, y no sin dificultad se la pudo colocar maltrechamente en su lugar. Y con pasos cortos, casi sin poder levantar sus pies del suelo, la mano izquierda enjuagándose las lágrimas de sus ojos, mientras la derecha la llevaba en su cadera apoyada, ya que hubiera deseado poder sobarse su trasero, pero esa acción era prácticamente impensable en esos momentos, casi arrastrando sus pies, pues el dolor de sus nalgas era horrible, y más cuando levantaba un pie para andar, aun le resultaba mucho más difícil el hacerlo, la severa azotaina que su padre le había propinado apenas tres días antes, en su habitación al enterarse de que no únicamente había atentado contra el vehículo de Sonia, sino también otros de otros profesores así como el del propio director Aston. La hizo esperar en su habitación por un tiempo de dos horas, para que fuera pensando en lo que le iba a pasar en breves momentos. Tuvo que esperar solo vestida con una camiseta, bragas y calcetines… su corazón le dio un vuelco cuando vio aparecer su padre por la puerta, desabrochándose el cinturón y extrayéndolo de las presillas de su pantalón y doblándolo a la mitad, se acercó a ella y sin decirle nada, la asió de un brazo levantándoselo y manteniéndolo en alto y comenzó azotarla con fuerza en el culo revestido por sus bragas rosas, que poco o más bien nada podían protegerla de los tremendos azotes que le propinaba su padre, ahora sí, regañándola severamente por sus travesuras, aunque ella no las oía, bastante tenía con intentar librar su trasero del cinturón de su papa, que al estar fuertemente sujeta del brazo, solamente podía avanzar alrededor de su padre y este, giraba a su vez para asestarle un nuevo y fuerte azote de su cinturón … Y ahora con este nuevo castigo, acumulado al dolor que ya sentía en su trasero, apenas podía mantenerse en pie y por eso solamente arrastraba las suelas de sus zapatos. Se dirigió a donde estaban sus padres, pero estos ni giraron sus cabezas para verla o prestarle ayuda alguna. Poco después la señora Lawton la volvía a agarrar del lóbulo derecho de la oreja y la arrastro prácticamente colocándola a apenas dos metros de donde aún sollozaba Elisabeth, poniéndole igualmente las manos sobre la cabeza de cara a la pared, y introduciendo sus dedos por la cinturilla de las blancas bragas de Laura se las bajo hasta las rodillas, dejando ahora si, las nalgas de Laura a la vista de todos, y el estado lamentable que se hallaban, ambas nalgas estaban muy muy rojas, y muy moradas ambas…
Al otro extremo de la sala, permanecía Sonia. Con la cara demacrada por la angustia, de haber visto los castigos de las dos alumnas, sabiéndose así misma que iba a ser la siguiente y que en cualquier momento podría dar comienzo este. Sentía muchos nervios el ver castigadas, a las dos bribonzuelas que dañaran su vehículo, no había resultado nada agradable para ella. Le vino a la mente otros castigos que había presenciado como profesora, y siempre se había estremecido al verlos e indignado, se decía que bien, se podía extraer de aquellos castigos, que debían de ser muy dolorosos para las sentenciadas a los mismos, aunque fueran culpables de hechos graves, pero otros profesores le explicaban que para que hubiera disciplina, debían recibir tales castigos a pesar de ello, nunca logro entender porque la disciplina era algo tan importante para los del sexo masculino, esos castigos habían sido abolidos por una gran causa, que el maltrato corporal no hace que una alumna sea mejor, ni más disciplinada. Todas estas ideas pasaban por su cerebro, sin mirar a parte alguna, quien la contemplaba podía apreciar su mirada esquiva, pues no quería mirar hacia los miembros de la Junta, o hacia los profesores, y menos aún, a las pobres chicas que aún seguían llorando castigadas de cara a la pared, y si no había nada que lo impidiera, en breve estaría ella haciéndolas compañía.
No quería hacerse notar y que decidieran que había llegado su momento, por todos los medios deseaba pasar desapercibida, el temor y la angustia se acentuaba por momentos, en cualquier momento el portavoz de la Junta de accionistas se dirigiría hacia ella, se mantenía allí, de pie ante todos, sus ojos estaban clavados en ella o eso era lo que se imaginaba, que todas y cada una de las personas presentes la miraban a ella, en espera de ver qué modo o implemento elegirían para ella… Sonia, fijo su mirada en el portavoz de la mesa. Estaba abriendo una carpeta y extrajo un documento. Aunque ella no podía leerlo desde esa distancia, supo que aquel expediente era el suyo. Sus manos acariciaron el trasero de su falda, apenas notaba un ligero ardor en ellas por la azotaina recibida ante su desfachatez, y que el Decano la hubiese azotado en el trasero colocándola sobre sus rodillas, aunque fuera por encima de sus bragas, le había dolido lo suficiente para echarse a llorar, pero su orgullo como profesora y mujer le había dado fuerzas para no hacerlo.
Su amigo y Decano, poso sus labios en su oído derecho y le susurro.- Prepárate Sonia, ha llegado tu turno. Deja de acariciarte el culo y no seas indecorosa, compórtate como la señora que eres!...-.
El portavoz de la mesa volvió a ponerse en pie, Sonia haciendo caso a John, puso sus manos a sus costados fijando su mirada hacia el suelo, pues ahora los nervios la podían traicionar y echarse a llorar, sabía que su castigo iba a ser severo. Los azotes que había recibido no significaban nada con lo que se le avecinaba y en breves momentos iba a dar comienzo.
(Portavoz)-. Señorita Sonia Adams! Esta Junta de accionistas desea expresarle a usted la más sincera disculpa por los daños que sufrió su vehículo, a manos de las alumnas Elisabeth y Laura, por lo cual ambas chicas han sido castigadas con correctivos para corregir su conducta, los cuales hayan servido para que no vuelvan a cometer estas travesuras dignas de unas niñas traviesas, ya no tienen edad para comportarse de tal modo… Si no se hubiera comportado de la forma que lo hizo, ahora habríamos acabado y usted se podría marchar. Su vehículo se ha reparado de los daños económicos que le causaron, siendo indemnizada por los mismos por sus padres. Con lo cual, no nos veríamos obligados a tomar la siguiente decisión, tal y como ya hace unos minutos le he leído. Sus actos en el día de autos es algo imperdonable, con lo cual su correctivo no va a ser nada corriente para una ex-profesora. Si señorita Adams, ex-profesora! Durante este curso ya no volverá a ejercer como profesora en esta universidad y en otros sucesivos, dependerá de su conducta. Y por supuesto, y si está decidida a recibir su correctivo en el día de hoy, y en los días venideros. Paso ahora a comunicarle a usted señorita Sonia Adams, ex-alumna! En prácticas de su master en Química. Durante un mes esta universidad se ha visto involucrada, en estar en boca de todos los medios de comunicación del país. Gracias a su gentileza comportándose de manera poco propia de una profesora, esta universidad a vivido los peores momentos de su historia, siendo difamada en todos los medios, por una conducta nada profesional de una profesora de esta universidad, usted! Por tanto esta Junta de accionistas dictamina que su castigo deberá ser equivalente, al daño que ha causado usted! Tiene algo que decir? Todo ser humano tiene derecho a justificarse de sus actos.
(Sonia)-. No, no deseo decir nada señores y señoras accionistas, únicamente pedirles disculpas a ustedes por los problemas que cause, debí pensarlo antes de actuar como lo hice y aunque pienso que hay otras formas más civilizadas de corregir mi mala conducta, no tengo más remedio que aceptar su decisión poco actualizada con los tiempos en que vivimos, ya que ustedes continúan en la edad de piedra, con sus llamados métodos de disciplina. Pero está claro que si no deseo perder mi empleo, así como echar por la borda mi carrera, ya que de abrirme un expediente disciplinario, y presentar mi dimisión voluntaria. No encontraría trabajo donde fuera cual fuere mi destino.
(Portavoz)-. Bien… buena observación señorita Sonia! Ya que menciona usted “formas más civilizadas de corrección de su conducta” “no cree usted que su forma de actuar, tampoco era nada civilizada”? Tiene toda la razón, continuamos en la edad de piedra! Y puede darnos las gracias por vivir en esa era. Pues de ser la que actualmente vivimos, usted en vez de tener la oportunidad de finalizar su carrera con un expediente impoluto y sin tacha alguna. Debería haber sido puesta de patitas en la calle, con un expediente manchado de por vida, al igual que los padres podrían haberla denunciado y estar ahora pendiente de una querella por malos tratos a alumnas, algo que la ley ampara…
La presidenta, mujer de edad avanzada perdió los nervios y la paciencia con este caso…
(Presidenta)-. Señor portavoz déjese de hacer conjeturas y que se inicie el castigo de esta desagradecida!!! Hasta aquí podríamos llegar que una alumna nos insultara de esta manera, señor Aston haga el favor de hacer callar a esta joven impertinente, pero sobre todo, utilice su ingenio y experiencia en castigar a alumnas, para hacer que esta joven se arrepienta de haber provocado de esta manera a esta junta. Sea efectivo y firme señor Aston… No deseo que sea un simple castigo como estaba programado… Señor George Aston, tiene autorización para emplear métodos sofisticados de disciplina… John conduzca a la alumna hasta la silla, y quítele la falda y esas bragas multicolores que lleva puestas y nada aceptables en el decoro de su uniforme de alumna… Joven!!! Se va ha arrepentir de haber provocado a esta Junta.
Sonia fue conducida hasta la silla central, en donde Elisabeth y Laura habían sido castigadas anteriormente. John le susurraba al oído a Sonia.
(John)-. Es que te has vuelto loca? Tenías que comportarte como una estúpida? Iba a ser una simple azotaina con el cepillo de madera, hubiera sido muy dolorosa pero estaba pactado así. Todo el trabajo que me ha costado lograr ese acuerdo y vas, y lo has estropeado todo, eres una estúpida… lo había arreglado de forma para que no te desnudaran ante todos para tu castigo, y te bajasen las bragas una vez estuvieras echada sobre el regazo, y ahora debo desnudarte de cintura para abajo… esta noche cuando te de tu azotaina antes de acostarte, me voy asegurar que duermas muy adolorida, para que duermas boca abajo… te vas a arrepentir te lo aseguro… .-Sonia se le quedo mirando con cara de sorpresa por sus palabras. Mientras hablaba le quitaba la falda, y le bajo las bragas dejándola desnuda de cintura para abajo, ella se cubrió su sexo, el cual se había rasurado la noche anterior, desde que era adolescente no había dejado crecer vello púbico, pero John le coloco sus manos en sus caderas, para su vergüenza debía mostrar su sexo como cualquier otra estudiante cuando iban a ser castigadas-. Si, Sonia! Cada día antes de acostarte iré a tu casa a darte una azotaina. Es el acuerdo que llegamos al negociar tu castigo de hoy, durante un mes, el mismo tiempo que hemos estado agobiados por los medios de comunicación, y puede que se alargue durante más tiempo, por tu actuación tan desfavorable de hace unos momentos, y que incluso yo me he sentido indignado.
El Decano la dejo sola ante la silla, permanecía de pie inmóvil con la mirada perdida en el suelo, estaba muy avergonzada de su situación, por su mente empezaban a circular mil un pensamientos, del porque se había comportado tan estúpidamente con aquellas dos alumnas, ahora se arrepentía y no dejaba de pensar en cómo iba a ser castigada, le atemorizaba que usaran la correa como con Elisabeth, la mano la descartaba. Pues después de los comentarios de John sobre que iban a usar con ella el cepillo, estaba muy asustada. Sabía por experiencia propia lo que dolía el maldito cepillo, y el Director Aston por algo debía de haberlo sacado del armario. Las nalgas le ardían aun un poco, y deseaba poder acariciárselas, pero el miedo a empeorar su situación le hacía permanecer en la posición que el Decano la había dejado. Escuchaba como los asistentes hablaban entre ellos sin poder entender lo que decían, pero estaba segura que hablaban de ella, sentía como su cuerpo se estremecía a medida que pasaban los minutos, y por un lado deseaba que llegara ya el momento de su castigo, y por otro deseaba que el tiempo se detuviera. Entonces escucho que una puerta se abría y que los asistentes dejaran de hablar. Su cuerpo empezó a temblar, había llegado el momento. A sus oídos llegaron el sonido de unas pisadas, alguien debía estar a su lado, pero no se atrevía a girar la cabeza. Sabía que debía de ser el Director que regresaba, pues al referirle que debía castigar a Sonia, este se ausento de la sala y debía de haber regresado con lo que hubiera tenido que ir a buscar, y entonces le vio delante de ella a menos de un metro…
(Director Aston)-. Bien señorita Sonia quiere hacer los honores y arremangarme la manga de la camisa para castigarla como se merece…!
Sonia levanto la mirada y entonces le vio delante de ella que le ofrecia el brazo derecho para que le subiera arremangando su camisa, con los dedos temblorosos y torpes, le desabrocho el botón de la bocamanga y lo fue doblando, poco a poco la camisa fue doblándose y haciéndola ascender hasta la altura del codo. Al acabar miro al director a los ojos, lo vio frios y oscuros.
(Director Aston)-. Vamos, jovencita…!!!
Acababa Sonia de arremangarle la manga de la camisa, y cuando se disponía a bajar sus manos a sus caderas, cuando el director le agarro de la muñeca de su mano izquierda pillándola de sorpresa, vio como el director giraba sobre sus pies y se dirigió a la silla tomando asiento, haciendo caer literalmente a Sonia sobre sus rodillas, la acomodo bien, de manera que la barriga de Sonia apoyara sobre su muslo derecho, de tal manera que el trasero de Sonia quedara bien expuesto al castigo. Sonia quedo echada sobre el regazo del Director, sus piernas por un extremo no tocaban el suelo, y por el otro sus manos colgaban inertes. Sonia se sentía como una niña que iba a recibir unos azotes por no haberse portado bien, sobre el regazo del profesor. Pero bien sabía ella que no iba a ser así.
En ese momento ella pudo ver que unos pies se acercaban hacia ella, eran los pies del conserje que entregaba algo al Director, segundos después sintió algo líquido que caía en sus nalgas y como la enorme mano del Director restregaba aquel liquido por sus nalgas y muslos frotándoselas y repartiendo bien aquel líquido, pudo notar que era como aceitoso, y que embardunaban bien sus nalgas y muslos. No sabía lo que era hasta que recordó que una vez el Director había hecho algo parecido cuando era estudiante, …”Dios, No”…!! En ese instante empezó a sollozar. Era vaselina liquida y conocía muy bien sus efectos, eso haría que sus nalgas estuvieran húmedas durante toda la azotaina, por lo que el efecto de los azotes iban a doler el triple o cuádruple…
El conserje volvió a retirarse y acto seguido empezaron a caer azotes sobre sus nalgas desnudas, al instante recordó lo mucho que dolían los azotes propinados por la experta mano del director, en los años que estaba permitido el castigo en los centros escolares, las azotainas de aquellas manos eran temidas por todas las alumnas.
La mano del Director subía y bajaba con una precisión casi perfecta, azotando una nalga y luego la otra o en el centro, azotando ambas al tiempo, Sonia agitaba débilmente sus piernas, procuraba mantenerlas juntas para no mostrar su sexo descaradamente, aunque sentía Sonia un intenso ardor en su trasero, simplemente gemía o soltaba algún …aaauuu! Por algún motivo el director no se estaba empleando a fondo, y eso hacía que Sonia se sintiera intrigada. Pues sabía muy bien cómo se las gastaba el señor Aston, pero enseguida cambio de parecer. Cuando menos se lo esperaba, empezaron a asestarle unos muy fuertes azotes en el culo, ahora si empezó inmediatamente a patalear de manera alocada y menear sus caderas circularmente, ahora su culo era puro fuego, apenas veinte de aquellos azotes la hicieron romper a llorar, casi a la desesperación, sus piernas se abrían y cerraban sin descanso, sus nalgas pronto alcanzaron un color rojo intenso, que al estar embadurnado de vaselina su brillo era mucho mayor. Las nalgas de Sonia se las veía estremecer a cada nuevo azote, el peso de la mano hacia que estas se aplanaran y al levantar la mano, la nalga volvía a adoptar su forma original, durante veinte o veinticinco minutos resultaron interminables para Sonia.
Estaba extenuada, ya apenas pataleaba o meneaba sus caderas, y los azotes eran mas certeros y firmes, Sonia lloraba, lloraba, sus nalgas ardían como si estuvieran en el mismísimo infierno, sus lágrimas caían por sus mejillas, pero los azotes no cesaban de caer sobre el indefenso trasero, completamente de color rojo intenso. Por fin el Director se detuvo y acaricio las nalgas unos segundos, que seguramente Sonia debió de agradecer. Habían sido cuarenta minutos interminables de castigo. Ella esperaba que en cualquier momento la dejara incorporar y poder frotarse, Sonia había aceptado su castigo, y no había intentado ni una sola vez protegerse el culo dolorido, aceptando estoicamente su castigo. Pasaron uno, dos, tres, cuatro y cinco minutos siguiendo sobre el regazo echada, no entendía porque no la dejaban incorporarse.
El Director, levanto su mano derecha de las maltrechas nalgas de Sonia, y busco algo detrás de él, sobre el respaldo de la silla. Como por arte de magia, apareció en su mano el cepillo que dejara al iniciar el castigo a Laura en el cubilete del lateral de la silla. El feo cepillo de madera de fresno, y con esa capa de espuma compacta en la parte que deberían ir las cedras. De esa parte en concreto cayeron algunas gotas presumiblemente de agua, Sonia no se percató de ese hecho.
Pero los asistentes si observaron ese detalle, el Decano John hizo un gesto de desavenencia y miro a la presidenta como indicando que era aquello, porque era necesario esa severidad, recibiendo una contra mirada de aprobación por parte de la presidenta, lo cual confirmaba que estaba de acuerdo.
Sonia… relajada sobre el regazo creía o tenía el pensamiento de que había acabado el suplicio, había sido una azotaina cuando menos severa y le había dolido horrores, seguramente debido a la vaselina liquida, cuando sintió como el director apoyaba el cepillo en su nalga derecha. Al sentir el contacto del cepillo de madera en la piel, recordó en el acto, que su castigo iba a ser con el cepillo de madera, por primera vez Sonia dirigió su mirada a los asistentes buscando a alguien en concreto, una vez localizo a John quien decía ser su amigo, le miro con una mirada de súplica, como dando a entender porque más castigo para ella… Pero ya no pudo mirar más, el cepillo dejo de apoyarse en su nalga y Sonia cerro los ojos presintiendo el azote que en breve azotó su nalga izquierda. Su sonido fuerte y opaco, la dejo sin aliento abriendo su boca todo lo que daba de si, lanzando un airado alarido Aaaahhyyyyy! Nalga derecha, nalga izquierda, nalga derecha, nalga izquierda, nalga derecha… Sonia comenzó de nuevo su danza con sus piernas, agitándolas arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda, o una en cada dirección abriéndolas todo lo que la limitación de su cuerpo, le permitía al estar echada sobre las rodillas del director Aston. Su sexo quedo más a la vista de los presentes de lo que Sonia hubiera deseado, pero el cepillo estaba siendo muy muy doloroso, y ella no era dueña de sus actos, en solo unos minutos, que parecían siglos para la muchacha recibió más de cincuenta azotes de aquel maldito cepillo, al cuarto o quinto azote en el culo, ella rompió de nuevo a llorar, ahora acompañados de feroces gritos de puro dolor. Que brotaban de su garganta cada vez que el cepillo le asestaba un nuevo azote, hubo un momento que el Director cambio el punto donde los azotes ibán cayendo uno tras otro, y empezó a azotar la base de las nalgas con el inicio de los muslos, y ahí si fue duro. Sonia estaba muy agotada pero el dolor era tan intenso que seguía con su alocado movimiento de piernas, aunque si algo debilitada. Intentaba taparse el culo y los muslos con sus manos, pero era imposible el hacerlo. Cuando se cubría la nalga derecha, el azote caía sobre la izquierda, y si ponía sus manos en ambas, el siguiente azote golpeaba en los muslos, si bajaba a los muslos, entonces recibía un azote en la nalga que no podía cubrirse, y así sucesivamente, hasta que el agotamiento e intenso ardor de su trasero, hizo lo que sucede cuando se está siendo castigada tan severamente, su cuerpo dejo de tener fuerzas para luchar por escapar de aquella tremenda azotaina, y se rindió a lo inevitable. Los azotes siguieron cayendo sobre su maltrecho trasero, cada vez más y más rojo, con zonas ya más oscuras, pero el Director siguió y siguió dándole azotes en sus nalgas y muslos, durante unos minutos más. Sonia únicamente podía llorar en la desesperación, el intenso ardor de sus nalgas era tal, que ya solo los sentía caer y como golpeaban en su dolorido e inflamado trasero, por fin ceso. Sonia quedo desmadejada sobre el regazo del Director, llorando hasta la desesperación, sus nalgas y muslos eran puro fuego. Esta vez si fue ayudada por el director para incorporarse, pero sus piernas no le respondían y cayo de bruces al suelo, tumbada de costado.
El Director miro hacia la mesa de los miembros de la Junta, en especial a la señora presidenta, la cual hizo un gesto afirmativo con la cabeza, pero luego la giro mirando hacia donde estaban las otras dos chicas, como indicándole que la llevase junto con las otras chicas.
Aston hizo un gesto al conserje que se acercó presuroso e indicándole que la asiera de un brazo, Aston hizo lo propio con el otro. La levantaron del suelo y la llevaron a la pared del fondo, la muchacha caminaba con serias dificultades, pero pudo llegar a la pared. Una vez allá, la dejaron de pie manteniendo sus manos sobre la cabeza. Sonia pudo no sin serias dificultades aguantar el equilibrio, aunque a veces sus piernas se le flexionaban un poco, pero allá permanecía el señor Aston en compañía de la señora Lawton, para asestar unos azotes a la que se moviera de su posición, lo que rápidamente hacia que la joven o cualquiera de las otras dos, adoptaran la posición de nuevo.
(Presidenta)-. Señores profesores, y profesoras, miembros de la Junta pueden retirarse la sesión se da por finalizada. Señor Aston y Señora Lawton, les dejo que permanezcan en la sala hasta que acabe el castigo de las estudiantes, exactamente dentro de dos horas pueden permitir que se vistan y arreglen sus ropas para irse a casa o a la dependencias donde deban concentrarse a partir de hoy.
Al cabo de las dos horas las tres chicas permanecían aún cara a la pared, vistas asi de espaldas solo se veía sus cuerpos, pero sobre todo sus traseros muy marcados y morados, excepto el Laura que estaba muy colorado al haber recibido una estricta azotaina con la mano. El que mostraba unos efectos contrastados era el trasero de Elisabeth, pues tenía un feo tono oscuro de la azotaina que recibiera a manos de su enfadado papa, o mejor dicho de su cinturón, y tonos morados más claros de la reciente azotaina propinada por la Señora Lawton, con la vieja correa, y otros tonos de rojo intenso en alrededor de las nalgas o sobre el inicio de sus muslos. El trasero de Sonia tampoco tenía muy buen aspecto, estaba todo de color rojo intenso, y las inconfundibles marcas del cepillo de madera de fresno, el cual había impreso su curvilínea forma en las nalgas, apareciendo por momentos un color morado oscuro, los tres traseros se podían ver inflamados.
En la posición que estaba, solo se podía deducir que eran tres alumnas que se habían comportado de forma poco adecuada en clase, y que las habían castigado según la travesura que habían cometido, de ahí, que las tres hubieran sido castigadas de forma y manera diferente con sus traseros de tonos dispares. Pero la realidad era, que simplemente habían castigado a dos adolescentes universitarias, y a una mujer ya madura de treinta y dos años.
El director Aston que se hallaba leyendo el periódico sentado en la silla, que había servido para el castigo, miro su reloj…
(Director Aston)-. Las castigadas pueden vestirse y salir de la sala! Usted señorita Laura puede irse a su casa. Usted señorita Elisabeth, la esta esperando en el vestíbulo la Señora Lawton, para conducirla a la residencia de la universidad y a usted, señorita Sonia Adams el Decano la espera en su despacho para llevarla a su casa. Pueden retirarse…
Laura fue la primera en agacharse para subirse las bragas y una vez ajustadas, dejo caer su falda alisándola con las manos, no sin aprovechar para frotarse vigorosamente su trasero. Elisabeth tuvo más problemas para agacharse, ya que las nalgas de haber estado dos horas de pie se le habían quedado como adormecidas, y al mover sus caderas sintió como miles de avispas le picaran por toda la superficie de sus nalgas, con claros gestos de dolor pudo inclinarse para que su mano derecha tirara de sus bragas hacia arriba por su muslo derecho, y ascendiera a la vez por el izquierdo, hasta que llego al alcance de su mano izquierda, que asiendo la cinturilla de la prenda, pudo hacerlas ascender por igual hasta debajo de sus nalgas, subiéndoselas un poco por delante, para luego con ambas manos, sujeto la parte trasera de la prenda por el elástico, la hizo estirar lo que pudo para que la tela no rozara en sus sensibles nalgas, pero aun asi, sus gestos de dolor eran mas que evidentes, cuando al soltar el elástico, sus bragas se ajustaron a sus inflamadas nalgas, se veía a simple vista como el elástico de las perneras de las bragas mordía la piel e incluso deformaba la forma circular de su trasero. Luego caminando con claras dificultades se encaminaba hacia la puerta de salida, a donde una vez traspasarla la esperaba la señora Lawton. Apenas un segundo después se escuchaba un alarido de la muchacha, afuera en el vestíbulo.
(Director Aston)-. Vaya mujer! Seguro que debe de haberla agarrado por el lóbulo de la oreja, y la llevara hasta la residencia tirando de ella. A pesar de los años no cambiara nunca en sus costumbres… Pobre muchacha!!!
Sonia había llegado a la silla donde habían depositado su falda y su ropa interior, le había costado mucho esfuerzo caminar hacia la zona de asientos, sentía como su culo le pesaba el doble de lo habitual, por la inflamación del mismo. Giro la cabeza al oír un grito, y escucho el comentario despectivo del director que explicaba porque debía de ser. Sonia asió su falda ya que al ser abierta, se la acomodo a su cintura abrochando los botones a su izquierda que fijaba la falda a su cintura, y después tensando la falda, hacia su cadera derecha, se la acabo de abrochar. Cogió las bragas de la silla, y poniéndose de espaldas al director se guardó las bragas en el interior de la blusa, intentando pasar desapercibida. Y lentamente se encamino hacia la puerta…
(Director Aston)-. Alumna Adams!!! Señorita Sonia Adams, se puede saber a dónde va usted?
(Sonia)-. A donde quieres que vaya al despacho de John.
(Director Aston)-. Y no se le olvida nada? Venga usted aquí y ahora!!!
(Sonia)-. Pero en qué quedamos, no has dicho que nos podemos retirar, que el castigo ha acabado…-.Se fue acercando poco a poco hasta donde la aguardaba el Director.- aquí me tienes, que deseas ahora George.
(Director Aston)-. A que vienen ahora esas formas de dirigirte al Director del centro universitario Lewiston? Enseguida parece que olvida usted muy a la ligera las debidas formalidades a seguir de las alumnas, cuando hablan ante un profesor o miembro de la universidad. Parece que sus modales dejan mucho que desear y resulta indignante esa falta de respeto hacia mi persona como Director. -. El director se levantó de la silla y acercándose a la alumna Sonia, le asesto una fuerte bofetada en la mejilla izquierda. Rápidamente Sonia se llevó su mano a la mejilla, observaba al director asustada. Cuando el pillándola de sorpresa introdujo su mano en su blusa extrayendo sus bragas.- Y esto que es? No decías que no olvidabas nada jovencita? Sabes lo que significa esto? Una clara y intolerable falta de decoro de una alumna en la forma de vestir… y ahora me asegurare de que las lleve puestas en su lugar y no, entre la blusa. Venga aquí y levántese la falda por encima de la cintura.
Sonia no se atrevió a contradecir de nuevo al Director, y obedeció sin rechistar. No le gustaba como había sonado aquella reprimenda del Director, presagiaba algo nada bueno para ella y se temía lo peor, que volviera a castigarla de nuevo. Sonia con sus mejillas ruborizadas y coloradas como sus nalgas, se levantó la falda por encima de la cintura dejando expuesto totalmente su sexo a la atenta mirada del Director, que no dejaba de observarla con todo descaro.
(Director Aston)-. Anda si lleva el sexo sin vello igual que el de una niña de seis años. .- Sonia estaba muerta de vergüenza, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos azules, resultaba para ella imposible que la pudiera humillar más, a sus treinta y dos años, había sido severamente castigada por aquel hombre, el cual había sido su amigo hasta el momento de entrar en la sala de Juntas, habían incluso salido de cena en varias ocasiones y pasado la noche en su cama. Ahora se encontraba delante de un completo desconocido para ella, si le hubieran dicho que algo así, pudiera pasarle a ella, habría llamado embustero a cualquiera y habría salido en defensa de ese hombre que ahora la estaba mortificando de aquella manera tan odiosa y rastrera. -. Venga pequeña introduce un pie en la braguita.- ella miro hacia el suelo, y ahí estaba ese hombre con sus manos introducidas en sus bragas, agachado y con las manos abiertas de manera que la cinturilla de la prenda íntima, quedaba completamente extendida para que ella introdujera un pie y luego el otro, para luego con repugnancia sentir como sus manos rozaban por sus piernas y muslos, mientras le iba subiendo lentamente las bragas, hasta ajustárselas a la cintura, Sonia estaba tan tensa, que ni siquiera sintió nada cuando la tela de sus bragas rozo sus nalgas doloridas, cosa que hasta por unos segundos el dolor había desaparecido. .- no dejes caer tu falda aun pequeña, no hemos acabado aun. Ahora vas aprender que no se debe mentir y menos faltar al decoro. Bastante indignante ya ha sido que te presentaras con esas bragas de racimos de uvas, así que te mereces un reajuste de disciplina…
Sin que Sonia pudiera protestar, se encontró de nuevo sobre las rodillas del director Aston, que acto seguido empezó a propinarle fuertes azotes en el muy dolorido culo de Sonia. Apenas sintió los primeros azotes su reacción primera fue aguantar sin protestar, pero a los pocos azotes sus nalgas ya no pudieron aguantar más, y Sonia empezó a patalear y retorcerse con rabia entre los muslos del Director. Al menos pensó en un momento de leve lucidez, que por lo menos conservaba las bragas puestas, aunque poco o nada pudieran protegerla de esta nueva azotaina, al menos su sexo no se mostraría a la mirada de ese cerdo. Los azotes eran rápidos, fuertes e intensos, lo que hizo que Sonia no pudiera resistir mucho tiempo más la retención de sus lagrimas, y rompiera a llorar sin poder evitarlo. La mano del Director era dura y fuerte, además de muy pesada, los azotes resonaban por toda la sala, así como los ayes desconsolados de la pobre Sonia, estaba siendo muy dura esa azotaina, cuando aún no hacía tres horas que hubiera ya recibido una muy severa zurra con el cepillo, lo que hacía que sus nalgas estuvieran muy muy sensibles, y la azotaina de ahora estaba mortificando su trasero, Sonia cansada y agotada, se abandonó totalmente sobre las piernas de su verdugo, el cual seguía muy animado, y sus azotes no menguaban ni en la fuerza, ni la intensidad, ni en la rapidez de los azotes. Solo le quedaba dejarse llevar y llorar sin apenas aliento, ya afónica totalmente de tanto aullar y gritar de dolor, sus nalgas le abrasaban por completo, en cualquier momento echarían a arder en llamas, hasta que sintió que los azotes eran mas espaciados hasta parar. Pero sus nalgas a pesar de ello seguían ardiéndole desenfrenadamente, no podía dejar de llorar de tanto dolor en su ya maltrecho trasero. Cuando sintió que unas manos la sujetaban de sus hombros y la hacían incorporar… se sintió como transportada hasta dejarla fuera de la sala, y allá la dejo el Director a la vista de todo el que pasara por el vestíbulo.
Sonia apoyada en una pared se fue abandonando hasta caer y quedar tumbada de costado llorando, su falda quedo ligeramente levantada, por lo cual mostraba no solo sus bragas blancas con racimos de uvas azules, si no, que todo el que pasara podía ver sus nalgas intensamente rojas y ardientes, hasta que paso por allá el decano Lewiston que cogiéndola en brazos la llevo hasta su despacho y deposito con suma delicadeza sobre el sofá de su despacho para que descansara, luego ya tendría ocasión de averiguar porque había sido castigada de nuevo y abandonada de ese modo en el vestíbulo.
Pasaron varios minutos y Sonia se quedó dormida despertándose al cabo de dos horas, había sido una mañana terrible para ella, debían de ser más del medio día, por la intensidad que entraba el sol por la ventana, resultando un calor sofocador, pero lo más extraño para ella fue que ese intenso ardor lo sentía en su trasero, y al abrir los ojos se dio cuenta que no estaba en su cama, que se encontraba echada en un sofá, y que enfrente de ella había una sombra difuminada por la luz, y se dio cuenta que no había ventana alguna en aquel despacho, que el fuego que sentía era su trasero que le abrasaba, y entonces empezó a recordar todo lo que había pasado, asi como la azotaina tan severa, aunque solo fuera dada con la mano, pero no una mano cualquiera. Intento incorporarse, pero tuvo que desistir por el intenso dolor en su culo, pero aun así casi restregándose por el sofá, y aferrándose al brazo del mismo, consiguió con esfuerzo ponerse en pie y fue entonces cuando vio aquella imagen difuminada de quien se trataba, y como se dirigía a ella en un tono hosco y rudo, aquella persona estaba claramente enfadada, era su amigo, si es que aún seguía siéndolo, ya había sido desengañada apenas hacia unas horas por otro que también le creía su amigo.
(John)-. Ya era hora que despertara la bella durmiente. Te parecerá bonito la escena que has montado esta mañana!!! En toda mi carrera como profesor y luego como Decano, me había sentido tan avergonzado como hoy!!! Nunca!!! Me habían avergonzado como tú!!! Como te has atrevido a presentarte de esa manera tan grotesca!!! Conociendo perfectamente el uniforme escolar, así como el uniforme años después de la universidad, te atreves a presentarte con esas bragas de feria!!! Como!!! Y por si fuera poco!!! Luego respondiendo cuando se te está hablando!!! Que modales son esos!!! Sabes de sobra lo mucho que me he esforzado, así como lo que he arriesgado para salvarte tu culo!!! Y que no acabases como hubiera sido de esperar despedida!!! Y con tu carrera arruinada!!! Que te has creído? Que podías hablar como te diera la gana, sin respetar los estatus de la universidad y faltar el respeto a toda la Junta de accionistas?
En todos mis años de carrera jamás me habían llamado el orden, mucho menos recibir una amonestación en público, porque alguien que yo estoy avalando y mucho menos ninguna alumna!!! Y vas y sueltas ese discurso llamando carcas! Y no ya bastante, además les dices que son unos animales que están en la edad de piedra!!!
Me están dando ganas de ponerte sobre mis rodillas y darte una azotaina ahora mismo!!! Vete a casa y espérame a que vaya a darte tus buenas noches y más te vale que estés preparada para una larga azotaina, nada me va a importar lo dolorida que puedas estar!!! Más te vale que cuando llegue tengas puesto tu uniforme en debidas condiciones, porque no voy a ser nada tolerante contigo, estoy muy enfadado, además ahora debo subir al despacho de la presidenta seguramente me abrirán un expediente por tu conducta, ya que yo era y soy tu avalador… Sal de este despacho antes que me arrepienta de dejarte ir, sin sacudirte una buena zurra… Afuera te espera un taxi…! Fuera de mi despacho….!!!
(Continuara...)