Disciplina en la universidad (1)

Una Profesora se ve implicada en un altercado con dos alumnas, la cual deberá esperar la resolución de los accionistas de la universidad, y afrontar su castigo si desea continuar ejerciendo de Profesora... Spanking

DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD

.EL CASO DE SONIA.

CAPITULO 1

... El largo pasillo acababa en el vestíbulo amueblado con dos sofás de cuero color negro, ambos con unos cojines a sus extremos. En el centro del vestíbulo, un banco de doble asiento por ambos lados, con respaldo angular de roble, que se le apreciaba que era muy antiguo. Dos chicas de 19 años estaban sentadas una a cada lado, prácticamente espalda contra espalda, vestidas con el clásico uniforme de la universidad femenina londinense, blusa blanca de manga larga, falda gris tableada hasta unos diez centímetros por encima de la rodilla, (que al estar sentadas, quedaban a la altura de medio muslo) con calcetines blancos largos, justo debajo de la rodilla, y unos zapatos negros sin tacón, (modelo Merceditas).

Las dos chicas permanecían sentadas, con la mirada perdida, sus manos apoyadas en el borde del asiento pegadas a sus rodillas y moviendo los pies adelante y atrás, dada la altura del antiguo banco, uno y otro, o cruzándolos sobre sus tobillos, algo las tenía en tensión.

El techo de la estancia era muy alto, algo muy habitual en edificios antiguos, y este lo era. Al iniciar el curso, era habitual que el Decano de la universidad hiciera un discurso extendido de su historia como de los heroicos grandes hombres, que impartieron clases en esta universidad, y que habían dado su vida por su país, en la Primera Guerra Mundial del 1914-1918, y en la Segunda Guerra Mundial 1940-1945. Así como sus retratos estaban colgados en las cuatro paredes, como a todo lo largo del pasillo, al lado de las puertas que habían sido sus despachos, y en el vestíbulo, estaban los más ilustres, así como dos despachos. El del Decano y el del Director.

Las chicas no miraban hacia los cuadros con fotografías y retratos de los hombres más ilustres, todos y cada uno de ellos con semblantes serios que harían temblar a sus enemigos en el combate, y ya no digamos a sus alumnas, sobre todo la que ocupaba el lugar de honor, que era un retrato de cuerpo entero, un personaje de enorme envergadura y rostro temible, debajo en letras doradas en oro General Sir George Lewiston.

Una de las asideras de una de las dos puertas chirrió al moverse hacia abajo, las chicas rápidamente como un resorte se pusieron rígidas apoyando su espalda en el respaldo, y estiraron por instinto sus faldas para luego posar sus manos entrelazadas sobre sus muslos y la mirada al frente. La puerta se acabó por abrir, y salió por ella la profesora de ambas alumnas, con el semblante serio del más característico enfado, y con una mirada penetrante miró a las dos alumnas, salió y cerró la puerta que figuraba el nombre del Decano, Sr. Lewiston.

Iba vestida con blusa gris perla, y un pantalón tejano desgastado de tejido elasticidad que se le ajustaba como una segunda piel. Para ser una mujer cercana a los 32 años, vestía muy coqueta y ningún hombre le pondría más de 24 años. Echo andar por el pasillo dejando atrás el vestíbulo.

... Unas horas antes...

Había gran movimiento de alumnas y profesores que acababan de dejar sus vehículos en el parking, dentro del recinto de la universidad Lewiston de las afueras de la ciudad de Londres. Al fondo se contemplaba el enorme edificio de tres plantas, reformado por la familia de Sir Lewiston en el siglo XVIII. Antiguo castillo en ruinas de nombre desconocido. Las malas lenguas lo situaban en la época de la inquisición, un lugar donde el Obispo Borja tenía sus orgias antes de ser elegido Papa, aunque nadie había situado en Londres tal hecho. Otros databan que debió ser de un Noble. Se suponía que debía de ser de un Noble Ingles de baja estofa, que lo había heredado por favores poco favorecidos por el mismísimo rey Ricardo VIII, pero que pocos años después, dicho Noble cayó en desgracia y fue decapitado por orden del mismo rey Ricardo. Lo único cierto, es que Sir Albert Lewiston I, compro dichas tierras que rodeaban las ruinas, y en ellas construyo una hermosa mansión o castillo, de piedra traída de tierras italianas de la comarca de Ferrara. Se acabó a finales del siglo XVIII en el año 1898, tardaron cerca de veinte años en terminarla dada la complejidad de su construcción. Acabada con un estilo más propio del inglés, que del italiano ya que su constructor era de la ciudad del arte, Florencia, pero afincado en Inglaterra por problemas políticos y artísticos, fue uno de los arquitectos más famosos de Italia. La fachada imponente con cuatro torres con sus torreones de estructuras circular típica, que resaltaba aún más su aspecto de castillo, siendo estas de hasta cinco plantas que se sobre elevan sobre el resto del edificio. Mas una quinta torre en el centro de la construcción y parte más elevada de hasta siete plantas, desde donde se contemplan unas vistas fantásticas.

… Las alumnas y profesorado se dirigían hacia la entrada principal, cuando un hecho atrajo la atención de algunas estudiantes y profesores. Una profesora estaba increpando a dos de las estudiantes de la universidad, sobre todo, la profesora que debía de dar las notas a sus alumnas, en esos instantes era ella, la que estaba dando la nota, y de qué manera. Empujaba a las dos chicas que hacían claros gestos de no entender lo que le hablaba, llegando incluso a hacerlas caer al suelo y levantando su bolso por encima de su cabeza para golpearlas. En ese instante, una mano sujeto el brazo de la profesora en alto, ella se giró sobre sus pies con la mano derecha abierta y dando una fuerte bofetada a quien se había atrevido a sujetarle el brazo.

La profesora se quedó blanca al ver a quien tenía detrás de ella, y que acababa de asestarle una tremenda bofetada, sus ojos cambiaron de expresión en el acto. No le salía ninguna palabra con sentido alguno, tartamudeaba e intentaba como enhebrar, una frase coherente pero no lo consiguió hasta pasados unos segundos.

(Sonia)-. Señor Lewiston! Cuanto lo lamento, no le había visto. Usted perdone…

(John)-. Profesora Sonia me puede explicar que ocurre….No, mejor vayamos a un lugar menos concurrido y me explica que es todo esto. Ustedes dos levántense del suelo y acompáñennos creo que van a ser necesarias muchas explicaciones, para aclararme esta situación incomprensible, al menos para mí. Ustedes que hacen ahí mirando? No tienen unas clases a las que acudir? Pues despliéguense, aquí no sucede nada importante que ver.

El Decano Sr. Lewiston andaba por el pasillo que conducía a los despachos, acompañado a su costado derecho, por la profesora la cual el se había referido, como profesora Sonia. Las dos alumnas caminaban detrás de ellos con claro gesto de no saber porque estaban allí, y mucho menos que es lo que iba a acontecer.

(John)-. Señorita Sonia entre en mi despacho para aclarar todo esto, ustedes dos esperen sentadas en el vestíbulo hasta que me reúna con ustedes dos.

En breve se presentó el conserje con las llaves para abrir el despacho, y entraron dentro. Una vez cerrada la puerta el Sr. Lewiston dejo su maletín encima de su mesa y se sentó en su cómodo sillón de piel.

(John)-. Y bien Sonia puedes explicarme que ha ocurrido ahí fuera, resultaba un acto muy bochornoso!

(Sonia)-. Señ… Señor Lewiston. Yo…

(John)-. Sonia ahora estamos a solas, no hay alumnas delante. Llámame como siempre me llamáis todos los profesores en privado…

(Sonia)-. Bueno… John es muy embarazoso para mí explicar esto...

(John)-. Desde luego, que has montado todo un circo ahí fuera y deseo una explicación más convincente, ha sido una escena reprobable y que te va acarrear consecuencias nada halagüeñas, aunque tengas la razón de lo cual estoy seguro de ello. Pero agredir a dos alumnas en plena calle, no es lo que se dice lo más razonable para el buen nombre de esta universidad. En qué diablos pensabas Sonia! para abalanzarte así ante todo el alumnado? Los padres de esas dos alumnas a estas horas ya deben de haberse enterado de todo lo ocurrido y no tardaran en presentarse a pedirme explicaciones, y algo debo tener en mi mesa para poder excusarme. Aunque no va a ser nada sencillo, mucho me temo que antes o después deberás acudir a este despacho para ser sancionada debidamente, y despedida. A no ser que aceptes tu responsabilidad y pongas sobre mi mesa tú renuncia inmediata. Si este hecho hubiera sido en privado, lo podría solucionar de un modo más personal, pero más de trescientos alumnos lo han visto todo, no hay forma posible de ocultar este hecho… totalmente inaceptable.

(Sonia)-. ¿No podrás prestarme ayuda cuando conozcas mis razones? , algo debes de poder hacer! Sabes que estoy a punto de terminar mi doctorado en química, y que para mí es muy importante hacer mis prácticas en esta universidad, luego me iré presentando mi renuncia. Pero con las prácticas de doctorado debo acabarlas, realizadas en esta universidad me abrirán muchas puertas en otras universidades de prestigio. Una de esas dos lagartas me puso pegamento rápido en la cerradura de mi coche la semana pasada, y estoy segura que la otra me desinflo las cuatro ruedas de mi coche, ayer por la tarde. Me lo dijo el conserje que las había visto merodear por el parking.

(John)-. Sonia eso que dices no tiene por donde sujetarlo, no digo que esas dos alumnas no hicieran lo que dices, pero no tienes ninguna prueba convincente. Y en lo referente a esas prácticas, que valor tendrán si se te abre un expediente por maltrato físico a dos alumnas. Ninguna!!! No habrá universidad del estado que te aceptase ni siquiera de friegaplatos en la cocina. Ya no estamos en el 2004 en donde aún impartíamos castigos corporales a las alumnas díscolas, y necesitadas de disciplina. Y conozco el historial de esas dos alumnas, y en el colegio fueron disciplinadas en innumerables ocasiones con severos correctivos, pero hoy día, han de ser faltas muy graves para que unas alumnas puedan ser disciplinadas como es debido en el día de hoy, y sabes, que solo es posible con aprobación de los padres. Estoy con las manos atadas, compréndelo! Sonia te has extralimitado en tus funciones. Eres una mujer muy eficiente, y con un gran futuro en esta universidad como profesora, ese doctorado en química debías de haberlo hecho hace años, y no ahora. Como profesora doctorada en química de prácticas, solamente hay una solución para que no se te habrá un expediente, y es ser sometida ante la junta de socios, y que ellos decidan si es menester abrirte ese expediente. Además de tener un excelente historial como profesora de esta universidad, si aceptas que la junta de socios investigue lo sucedido y no te será nada agradable su resolución, sabes como yo que son muy anticuados, además de ideas fijas y recibir una sanción juzgada por esos carcamales, no será nada agradable para una mujer de treinta y dos años, pero por estar en prácticas de tu doctorado, se te tratara como una estudiante más en prácticas, de eso si me puedo encargar yo de que lo acepten, pero el resultado que puedan aprobar, los de la junta de socios, me temo lo peor, y que no te será nada agradable su dictamen. Es más, no podré hacer nada por ti, llevas muchos años de profesora en esta universidad, y has visto otros casos parecidos verdad? Recuerdas como acabaron, y que castigo recibieron, hoy día aún deben tener problemas para sentarse cuando recuerdan el castigo. Pero ellas eran estudiantes al fin y al cabo, y estábamos en una época que era habitual el uso de la vara, tu caso es diferente, aunque tengas aspecto de no tener más de veinticinco años.

Lo de esas dos alumnas, hablare con ellas a ver si puedo hacer algo para que sus padres paguen esos desperfectos en tu vehículo, pero no puedo garantizar que pueda hacer algo más por ti. Expondré este asunto a la junta de socios para que sea estudiado, ya veremos que deciden, pero no te puedo prometer nada.

Un mes después…

Sonia abrió la puerta para salir a correr un poco, dado que no tenía nada que hacer, aprovechaba por las mañanas para hacer un poco de deporte, y así, olvidarse de sus quebraderos de cabeza, como la tensión y los nervios en la espera de que la junta de accionistas o socios de la universidad, se reunieran y dieran su veredicto sobre su agravio a dos alumnas, que según había oído hablar a compañeras que la habían visitado, ni siquiera habían sido castigadas o sancionadas por los daños en su vehículo. Y eso que las cámaras de seguridad desvelaban sin lugar a dudas que los daños en su vehículo particular, lo habían captado como realizaban sus fechorías, quedando indemnes a castigo de su falta.

Llevaba una camiseta blanca y unos shorts elásticos que realzaban su figura, destacando en su retaguardia un firme y prieto trasero, que hacía que los hombres se dislocaran el cuello al girar la cabeza. Las piernas enfundadas en unos pantis color carne, en sus pies unas zapatillas blancas de marca. Bajaba las escaleras cuando vio a John Lewiston que accedía al portal del edificio.

(John)-. Buenos días, ¿Sonia vas a alguna parte?

(Sonia)-. Hola. Sí que has madrugado hoy John. ¿Que se te ha perdido por mi casa? Pues sí. Iba a salir a hacer un poco de footing. ¿Te importa?

(John)-. Ya veo que sigues enfadada conmigo! Pero no pude hacer nada por castigar a esas dos alumnas, ya se, que en los videos de las cámaras de seguridad, se demostraba que tenías toda la razón. Pero los padres no aceptaron que se les administrase sanción disciplinaria alguna. Ese fue al arreglo que pude llegar con ellos para que no te denunciaran, podrías agradecérmelo al menos, y no mostrarte tan arisca conmigo después de todo lo que he tenido que hacer, para que la junta de socios aceptase que eras una estudiante en prácticas para tu doctorado en química… Y no, la profesora Sonia Adams que imparte química en la universidad.

(Sonia)-. Si claro, debo agradecerte que lleve un mes con el alma en vilo, y con los nervios destrozados por la tensión, de estar en lista de espera para que me calienten el culo como a una niña!, como a una vulgar alumna que ha quemado la taquilla de la profesora de gimnasia, que no pueda pegar ojo ninguna noche y además debo darte las gracias…! Es indignante que a mis treinta y dos años me vea así, con un nudo en el estómago y mariposas revoloteando, como cuando tenía catorce años.

(John)-. Y que le pegaste fuego a la taquilla de tu profesora de gimnasia!!! Recuerdo como te perseguía la Sra. Remington con una vara dándote azotes, mientras tu corrías a todo correr para escapar y fuiste a toparte con un profesor nuevo de Historia, acabando los dos rodando por el suelo y recibiste unos muy merecidos azotes de la Sra. Remington, mientras yo te sujetaba para que no escaparas a tu castigo. Luego aquel asunto acabo a oídas del director y recibiste un castigo a un mayor en su despacho… ¿También me vas a culpar de eso a mí?

(Sonia)-. Y ya que hablas de eso. ¿ A qué diablos has venido a estas horas a mi casa?

(John)-. Vengo en visita oficial de la universidad, la junta de socios se reúne en una hora para dictar su decisión sobre tu caso… Debes de acompañarme, lamento no haber podido avisarte con más antelación, pero esta mañana tenía sobre mi mesa la orden del día, con dicha notificación y he tenido que venir inmediatamente a buscarte y conducirte a la sala de juntas. .- la pobre no esperaba esa noticia, pero al ver al Decano en su portal, imagino que algo no muy bueno estaba por llegar. Le pareció como si dos avispas acabaran de picarle en sus nalgas, llevándose ambas manos a ellas frotándoselas como una autómata, como si le dolieran realmente esos picotazos-. Toma Sonia, en esta bolsa te traigo el uniforme de las estudiantes en prácticas, ya sabes que debería haberte exigido que pidieras uno, pero te permití que no lo llevases y que utilizases tu vestuario normal, como cualquier otra profesora o profesor. Pero la junta no ha aceptaría que te presentases con ropa normal. Tenemos poco tiempo. Años atrás sucedieron un par de casos parecidos, y tú estabas en la sala, por lo tanto sabes muy bien cómo funciona el reglamento. En cuanto la junta de su veredicto, si aceptan mis ruegos porque te acepten como estudiante en prácticas, la resolución será inmediata ante todos los socios, así como los padres de las chicas. Toma sube y cámbiate, te espero en el coche para llevarte.

… Sonia, subía las escaleras con lentitud, mientras desde el rellano el Decano la observaba como ascendía. Portando la bolsa en su mano izquierda, con la derecha se acariciaba la nalga derecha, el solo pensar en lo que en poco tiempo la esperaba, la hizo detenerse y mirar hacia abajo, hacia el portal en donde John la esperaba. Le daban ganas de echar a correr desapareciendo una larga temporada hasta que la situación se hubiera calmado, pero pensando en su futuro, en como seria. La hizo girarse hacia la puerta y con un estremecimiento, saco sus llaves y abrió la puerta de su casa. Ya en su habitación, abrió la maleta sacando de ella el uniforme dejándolo sobre la cama, una falda tableada color gris, una blusa blanca de manga larga, un pequeño corbatín de color azul marino, un jersey sin mangas tipo chaleco color verde, con el anagrama logotipo de la universidad a la altura del pecho izquierdo, calcetines blancos a media pierna, y tres prendas interiores diferentes para elegir, las clásicas bragas de algodón blancas de cintura alta, otras bragas iguales pero con dibujos de unos racimos de uvas azules, y unas ultimas verdes esmeralda, y unos zapatos tipo Merceditas negras sin apenas tacón. Se quedó totalmente desnuda y observando su próximo vestuario, empezó a vestirse con un sujetador blanco que saco de un cajón de la cómoda, era la única prenda que no había en la maleta, dedujo que el Decano por muy inteligente que pudiera ser, no sabría la talla de esa prenda que usaba Sonia. En un gesto de rebeldía si se podía permitir uno, eligió las bragas con los racimos de uvas, igual por unos segundos seria ella quien haría que la mirasen como una jovencita, y no como la mujer de unos años más, conseguir que fueran menos duros en su castigo, se las fue subiendo por sus piernas hasta ajustarlas a su cintura, e introduciendo los dedos por la perneras de la prenda, la ajusto el elástico nalgas y así cubriendo su hermoso trasero, se sentó sobre la cama enfundándose los calcetines blancos que quedaban justo por debajo de las rodillas, luego se puso la blusa blanca, abotonando sus botones, así como los de la bocamanga. Siguió con la falda que al ser abierta, se la coloco de manera lateral, y abotonando los tres botones que llevaba en la cadera izquierda y luego otros tres botones mas en su cadera derecha, siguió con un lazo azul marino a modo de corbatín, para por ultimo ponerse el chaleco. Y se calzo los zapatos. Observándose en el espejo se acabó de arreglar peinándose el cabello con un cepillo de madera, y mirándose fijamente suspiro saliendo de su habitación.

Bajaba las escaleras mientras su falda de vuelo se balanceaba saliendo a la calle, enfrente estaba aparcado un Audi 6 vehículo de gama alta, en el interior le esperaba John. Abrió la puerta trasera y subió atrás, no deseaba verle la cara. El motor arranco alcanzando una velocidad apropiada a la ciudad, en apenas veinte minutos aparcaba John en su plaza de aparcamiento en la universidad, bajaron del vehículo sin mediar palabra alguna, Sonia caminaba tras él.

Entraron por la puerta de entrada a las oficinas, por una puerta lateral para que las alumnas no les vieran entrar e imaginaran para que su profesora fuera vestida con el uniforme de estudiantes en prácticas, ya que se rumoreaba por toda la universidad que iba a tener un severo correctivo como castigo.

(John)-. Date prisa Sonia nos están esperando y llegamos diez minutos tarde, apresúrate!!

(Sonia)-. Ya… voy…

El conserje estaba esperando para abrirles la puerta de la sala de juntas, no sin quedarse mirando a Sonia con su atuendo, parecía una colegiala traviesa a la que acompañaba al Decano a su despacho, para disciplinarla. Y así era, al fin y al cabo, era lo que iba a suceder en el interior, pero no en su despacho.

Traspasando el umbral de la puerta entrando en primer lugar el Decano Lewiston y detrás de él iba Sonia como a unos dos metros, nada más entrar en la sala sus pies se quedaron como clavados en el suelo.

Había asistido a dos de esas juntas de socios, por dos casos de estudiantes en prácticas, ellas apenas tenías veinticuatro o veinticinco años y estaban acabando su carrera, no dejaban ser unas chicas que acababan de dejar de ser adolescentes, para convertirse en mujeres. Y había visto como se desmoronaban al traspasar aquella puerta, ella durante el trayecto le habían venido a la mente esos duros momentos, los había vivido desde el lugar destinado a los profesores, y estaba en la última fila de atrás, nadie podía ver como ella cerraba los ojos al verlas entrar en la sala, las chicas se habían quedado en el umbral de la puerta, y el profesor que las conducía, había tenido que agarrarlas de la mano y tirar de ellas para conducirlas al centro de la sala, en donde se hallaba la mesa de los accionistas , sus casos habían sido estudiados por la junta de socios debida a la seriedad, así como la gravedad del caso.

Habían sido situaciones diferentes, ya que entre el caso de cada chica habría transcurrido unos cuatro años, entre uno y otro. Pero a ella en el trayecto que iba en el asiento trasero del vehículo de John, le habían venido a la mente como si hubiesen sucedido hacia poco.

Y ella ahora se encontraba en el umbral de la puerta, y sus pies se habían quedado como clavados al traspasar aquella puerta. Nada más entrar pudo ver las caras serias de los padres de las chicas que estaban sentados en primera fila, esa situación ya la había imaginado que debería enfrentarse a sus miradas, sabía que sería una situación nada agradable, pero no fue eso lo que la hizo pararse, se había prometido así misma que ella no haría lo mismo que aquellas dos estudiantes, pero nada más mirar hacia donde estaban los padres de las chicas, sus mejillas se habían ruborizado y le ardían de vergüenza.

(John)-. Sonia que ocurre, no montes una escena ahora-. Se lo dijo susurrando a su oído, al ver que se había detenido, se acercó a ella.- vamos Sonia.

(Sonia)-. Que hacen ellas aquí, John?-.en apenas un murmullo.- porque?

(John)-. No te lo quise decir para que no te preocuparas, sabía que no te iba a gustar. Pero la Junta las ha requerido que se presentaran. Vamos! No me montes un espectáculo ahora, he tenido que apretar muchas teclas para conseguir que no te expulsaran. -. La agarro de la mano y la hizo caminar hacia el lugar que debía ocupar.- camina.

No se lo hizo repetir, y con la mirada baja se dejó conducir por John. Ella esperaba encontrar un potro de gimnasia como con una de las chicas, o una mesa donde inclinarse para ser castigada por la vara, algo habitual para esos castigos. Pero la extraño sobre manera, al ver una silla alta y con respaldo muy alto, John la situó a la derecha de la silla y él se colocó a su derecha.

Minutos después, accedían los miembros de la Junta de socios por una puerta lateral, que daba directamente detrás de la mesa donde debían presidir el acto. El portavoz fue el que tomo la palabra.

(Portavoz)-. Señoras, señores, profesores y profesoras, demás personas aquí reunidas. Miembros de la junta… Estamos aquí en reunión oficial para resolver un conflicto muy desagradable para todos nosotros, pues es un hecho que jamás había ocurrido en esta universidad. Los jóvenes de hoy en día no saben valorar el daño irreparable que pueden acontecer, que hechos como el que nos ocupa, tengamos que pasar por la vergüenza y humillación de que una universidad como Lewiston, salga en los medios de comunicación de todo el estado, televisión, periódicos, revistas, etc… además del escándalo, hemos tenido que soportar a todos estos medios durante todos estos días, detrás de la noticia. Una profesora de esta universidad agrede en público a dos alumnas. Sencillamente intolerable…!!!

La junta de accionistas después de estudiar el caso detenidamente, de la profesora Sonia Adams. Profesora de este centro universitario en Química, y actualmente estudiante en prácticas con el fin de acabar su Master en Química.

Alumna Sonia Adams!! Avance usted hasta esta mesa para escuchar lo que esta Junta de accionistas ha decidido, después de deliberar que decisión debemos tomar al respecto.

El Decano como persona que avala a Sonia, la cogió de la mano derecha y la condujo hacia la mesa de los miembros de la junta. Sonia era la primera vez que levantase la mirada, en el centro de la sala estaban los padres de las alumnas, a su derecha había una mesa en donde una mujer joven de unos veinticinco años escribía a ordenador, todo lo que acontecía en la sala. Detrás estaban las sillas de demás profesores/as de la universidad citados como testigos de la Junta, a la izquierda en una mesa alargada que llegaba al fondo e haciendo curva a la derecha, acababa casi a la pared. En la mesa habían sentados detrás de ella, los miembros de la Junta, seis hombres de edades comprendidas entre los cincuenta y cinco años y los sesenta años y cinco señoras de edades similares, en cuyo centro había una silla que resaltaba de las demás y la ocupaba una señora de setenta años, la presidenta. John condujo a Sonia justo al centro de dicha mesa, en donde la mesa tenía un ángulo de noventa grados, y en donde estaba sentado el portavoz de la mesa.

(Portavoz)-. Alumna señorita Sonia Adams…

(Sonia)-. Señor, perdone que le contradiga. Pero soy Profesora y no alum..

(Portavoz)-. Haga el favor de guardar silencio y no volver a hablar sin autorización…!!!

(Presidenta)-. Decano John Lewiston, esta es la conducta que debemos tolerar de esta descarada? Usted como su avalador que es, no piensa en corregir esa conducta de manera inmediata!!!

(John)-. Perdón Señora!!! No volverá a ocurrir.- arrastras prácticamente condujo a Sonia hacia la silla, sentándose en ella, para luego sin mediar palabra ponerla sobre sus rodillas a Sonia-. Ves lo que has conseguido!!!

No se esperaba que sucediera algo así, Sonia se vio echada sobre las rodillas de John. Este le había levantado la falda y todos pudieron observar las bragas de la profesora, blancas con dibujos de racimos de uvas azules, y como el Decano, levantaba su mano derecha para asestarle unos buenos azotes en su trasero, estos se sucedían fuertes y muy sonoros sobre las bragas de Sonia, ella permanecía impasible, sin siquiera pestañear, sus piernas semi-flexionadas ni se movían, sus manos por el otro extremo colgaban inertes, sin hacer ni un solo movimiento que pudiera hacer interpretar que esos azotes bien dados en su trasero, estuvieran haciendo mella en ella, las nalgas aunque cubiertas por la íntima prenda, se apreciaba como a cada azote se agitaban, pero Sonia no mostraba ningún gesto que hiciera presagiar que esos tremendos azotes le causaran dolor alguno. Por lo cual John se esmeró aún más, y arreció la fuerza e intensidad de los azotes, ahora azotaba la parte baja de las nalgas de Sonia, una parte delicada. Ahora con cerca de una cincuentena de muy fuertes azotes, Sonia no podía evitar exclamar algunos gemidos a cada azote que recibía, cerrando sus ojos a cada impacto en sus nalgas y sus piernas se balanceaban a cada nuevo azote.

(Presidenta)-. Señor Lewiston!! No cree que pone demasiado entusiasmo en azotar esa joven? Deténgase inmediatamente…!!! Ya le llegara el momento de recibir su castigo.

El decano le bajo la falda y la dejo incorporar. Conduciéndola con claros gestos de estar muy enfadado, de nuevo ante la mesa. Sonia se dejó arrastrar mientras que se sobaba el trasero con la mano izquierda, introduciendo la mano bajo su falda, se acariciaba el trasero sobre sus bragas, al parecer los azotes propinados la habían escocido bastante sus nalgas, algo que todos pudieron observar como lo hacía y como sus dedos cogían el borde del elástico, y las estiraba hacia abajo para cubrir la zona castigada y vieran la rojez de su nalga izquierda, con la fuerza de los azotes se le habían ido subiendo dejando expuestas sus rojas nalgas a la vista de todos, al llegar de nuevo a la mesa y John Lewiston le soltase su mano derecha, Sonia hizo lo propio con su nalga derecha y estirando hacia abajo el elástico de la prenda íntima, aprovechando el momento para frotarse ambas nalgas, con las manos introducidas bajo su falda. Los azotes habían hecho mella en su trasero, en sus ojos se le podía descubrir cierto brillo que presagiaba lo cerca que había estado de brotar alguna lagrima, hacía muchos años que no había sentido azotes en su trasero, y estos los había notado ella, vaya! si los había sentido!.

(Presidenta)-. Señor portavoz puede continuar leyendo el comunicado de resolución. Joven!!! No sea tan descarada y deje de frotarse… Y usted Decano Lewiston, le he dicho que corrigiera la conducta de esta joven, no que se tomase usted la ley por su mano. La alumna Sonia Adams en breve recibirá su debido correctivo, pero por determinación de esta Junta de accionistas, no por decisión de usted, Decano Lewiston.

(Sonia)-. Pero Señora yo no soy…

(Presidenta)-. Señorita Adams, cállese..!!! Usted aquí no tiene la palabra para hablar, si vuelve a interrumpir seré yo misma quien la conduzca de nuevo a la silla, y el Sr. Lewiston acabara lo que comenzó. Señor Portavoz cuando desee puede continuar…

(Portavoz)-. Gracias señora Presidenta de la mesa de esta Junta reguladora de accionistas.

Alumna Sonia Adams… Como iba diciendo antes de esta desagradable interrupción, por la alumna acusada de una intolerable conducta, y que según hemos podido observar todos los comparecientes, con cierta falta de educación que no será pasada por alto por esta Junta de accionistas. En el día de autos, la Alumna Sonia Adams estudiante en prácticas para acabar su Master de Química, entonces Profesora Adams. A las 08,45 horas de la mañana del día de autos, protagonizo un grave altercado con dos alumnas de esta universidad, la alumna de segundo grado de ingeniería industrial de diecinueve años, Elisabeth Braun y la alumna también de segundo grado de ingeniería industrial de diecinueve años, Laura Carrington ambas citadas en esta sala por esta Junta de accionistas. Dichas alumnas fueron salvajemente agredidas y de manera indigna por la Alumna de química en prácticas, Sonia Adams, en aquellos instantes Profesora de este centro universitario, lo que hace que dicha agresión fuera resultado de unos hechos como ya se ha comentado anteriormente, sencillamente intolerables.

La profesora alego que dichas alumnas atentaron en contra de sus bienes privados, en este caso su vehículo. Con serios daños materiales que produjeron en dicho vehículo, hechos que fueron probados que eran totalmente verídicos según atestiguaban las cámaras de seguridad, por lo cual han sido aquí convocadas para recibir un muy merecido correctivo, que será llevado a cabo de forma inmediata en esta misma sala.

Alumna Elisabeth Braun! Levántese! y adelántese hacia la silla para la aplicación de su correctivo, dicho correctivo será aplicado por el honorable director de esta universidad el señor, George Aston.

Señor Aston proceda…

… Un caballero de unos sesenta años se levantó de su asiento, y pasando por detrás del espacio reservado para asientos de los profesores, y luego por delante de las primeras filas, y siguió hasta la mesa de los miembros de la Junta de accionistas. Se agacho abriendo un armario bajo la mesa, extrayendo un instrumento de castigo, a simple vista parecía una especie de paleta de madera de unos cuarenta centímetros, con un mango largo, el cual haría unos veinticinco centímetros y la base plana y ancha, mediría como unos catorce centímetros, por unos quince hasta el inicio del mango. A primera vista parecía un cepillo de baño de madera de cerezo, al ser de color oscuro. Luego no era una paleta. Era una especie de cepillo de baño pero no era tal, pues en vez de cedras llevaba una especie de espuma compacta y sólida, y para nada era madera de cerezo, si no, madera de fresno viejo, que lo hacía a si mismo mucho más pesado, además de un muy feo aspecto.

El Director avanzo directamente hacia la silla deteniéndose enfrente de la alumna, al estar a su lado se podía apreciar bien su apariencia corporal, la alumna Elisabeth parecía una niña a su lado, apenas sobrepasaba la altura del codo del director. Ya que dicho caballero media los dos metros veinte de estatura, de complexión fuerte y anchas espaldas que marcaban su envergadura, ya que a ojo debería rondar sobre los ciento cuarenta kilos de peso, sus manos parecían armarios, pues eran grandísimas, el cepillo daba la impresión de ser uno de cabello en aquellas gigantescas manos. Iba vestido con un traje gris oscuro chaqueta y pantalón, con una corbata a franjas verdes, grises.

(Aston)-. Señorita Elisabeth quiere hacer el favor de quitarse la falda.- Mientras decía esto a la alumna, él tomaba asiento en la silla arreglándose la americana, y soltando los dos botones delanteros, para tener más comodidad y depositaba el cepillo en una especie de cubilete en el cual introdujo dentro, colgado dicho cubilete en el costado de la silla a su derecha.-. Entregue la falda al conserje joven.

… el conserje al ser nombrado se apresuró a acercarse hasta la joven sujetando la falda y volviendo a su lugar junto a la puerta.

(Aston)-. Acérquese joven.- la chica se acercó a su lado, el director, medio entre giro su cuerpo hacia ella, y con las dos manos, agarro la cinturilla de las bragas blancas de Elisabeth, y de un solo gesto se las bajo a las rodillas.-. Venga aquí y colóquese sobre mis rodillas..- el Director tuvo que asirla por la cintura para auparla colocándola sobre sus muslos.-,.

…. El director acomodo bien sobre su regazo a la joven, y agarrando el brazo derecho de ella, lo doblo con delicadeza sobre su espalda sujetándola con su mano izquierda, y la derecha la posaba sobre las nalgas de la joven, que al sentir su tacto, sus muslos empezaron a tener un pequeño temblor, debía de conocer ya aquella mano para temerla de aquella manera. Sin preámbulos levanto su mano derecha a la altura de su hombro, dejándola caer e impulsada hacia el trasero de la joven, restallando en una fuerte palmada en sus nalgas desnudas, las cuales parecían amortiguar el fuerte manotazo, al sentir el impacto las piernas de la joven subieron poniéndose casi rectas y volviendo a bajar por su propio peso, este fue el primer azote de la fuerte azotaina que acababa de iniciarse, la mano parecía tener vida propia pues subía y bajaba al mismo ritmo una y otra vez, los azotes se sucedían uno tras otro, misma fuerza, misma intensidad, el culo ya estaba rojo con apenas veinte azotes, las lágrimas de los ojos de la joven no tardaron en aparecer, y descender por sus mejillas. Sus piernas ya chapoteaban en el aire como si estuviera nadando en una piscina, la mano izquierda libre de la joven, no hacía más que trazar circunferencias en el aire como tratando de agarrar algo. A los pocos azotes la chica lloraba a todo llorar desconsolada, sus piernas se abrían y cerraban en todas direcciones posibles y por haber, aunque no podían abrirse demasiado pues sus bragas sobre sus rodillas la trababan de igual manera un resorte al fuelle, pero de tanto pataleo, sus bragas fueron descendiendo por sus piernas hasta salir despedidas de sus pies, primero quedando enganchadas en el pie izquierdo y por ultimo salir despedidas hacia el aire, para caer poco después a los pies de la joven, como una blanca mariposa se posaba lentamente en el suelo. La chica libre de trabas empezó alocadamente a abrir y cerrar la piernas, su mano izquierda ya solo subía y bajaba, sus nalgas brillaban en su intensa rojez, debían de arderle mucho para el menear de su cintura de aquel modo alocado, su sexo sin vello alguno quedaba expuesto ante el abrir y cerrar sus piernas que lo mostraba impúdicamente, aunque lógico pensar que en esos momentos su mente no estaba para detenerse a pensar en ello. Trataba de girar sobre si misma forcejeando con las pocas fuerzas que le quedaban, para intentar escapar de aquel intenso fuego de su pequeño culo, a los pocos minutos agotada de tanto esfuerzo, se resignó a su castigo y apenas sus piernas ejercían movimiento alguno, su cabeza cayo hacia delante y lloraba amargamente y desconsolada. Hasta que por fin, callo el ultimo azote. La chica fue deteniéndose en su breve pataleo que minutos antes agitara con tanto ímpetu. Infernal fue la severa azotaina que duro varios minutos, unos treinta aproximadamente, mucho calor intenso en sus pobres nalgas debía de sentir. Al fin, paro quedándose quieta sollozando y moqueando por su nariz. Durante unos segundos más permaneció quieta llorando sin consuelo. El director le soltó su muñeca derecha y sujetándola de los hombros la ayudo a incorporarse, al sentir ya libre sus manos, estas volaron hacia sus nalgas que frotaba rítmicamente arriba y abajo, tratando de apagar aquel fuego intenso que sentía en la retaguardia de su cuerpo y que no había forma de hacerlo mitigar de modo alguno. La madre de Elisabeth allí presente se incorporó y fue hacia su hija, primero recogiendo del suelo sus braguitas blancas, y luego abrazándose a su hija se la fue llevando a pasos pequeños hacia el lugar que ocupaban, en los asientos para invitados, la madre se sentó en su lugar, mientras el conserje le hacía entrega de la falda de la chica, prenda que la madre se apresuró a colocársela para tapar su desnudez… pero el Director fue a por la alumna impidiendo que se acomodara, conduciéndola hacia el rincón, en el cual la dejo cara a la pared, colocando sus manos sobre su cabeza e impidiendo así, que continuara sobándose las nalgas, luego agarrando el dobladillo de la falda, se la sujeto en la cintura con unas pinzas de oficina metálicas, que le facilitase el conserje y allí cara a la pared la dejo castigada, con el culo al aire, a las miradas de los presentes, tenían un rojo muy intenso y brillante, los presentes podían observar como las nalgas de la joven palpitaban acordes a los sollozos de la joven…

Sonia no había perdido detalle de la azotaina que acababa de presenciar, y de sus ojos broto alguna lagrima de angustia e impotencia, en unos minutos seria ella la que sentiría arder sus nalgas de aquella manera, y solo el pensar que le pudieran bajar sus bragas de igual manera, la hacía enrojecer de vergüenza