Disciplina Doméstica - El Ascenso

Inicio de una serie de relatos cortos sobre disciplina doméstica. En el de hoy cuento como gracias a la DD conseguí un ascenso en la empresa.

Era viernes por la tarde, mi mujer Alicia y yo estábamos acurrucados en el sofá haciéndonos carantoñas, cuando de repente suena mi móvil:

  • Juan al habla -respondo un tanto distraído
  • Juan, soy Julián, en 10 minutos estoy en su casa tenemos que revisar unos datos para la reunión con el cliente el lunes.
  • Como no Julián, nos vemos ahora. Cariño -le digo a Alicia mientras cuelgo- ha surgido un imprevisto y ahora viene Julián, el director, para repasar unos datos,
  • Jo, con lo bien que estábamos en el sofá.
  • Anda ponte guapa – le digo, mientras le doy un cariñoso azote

Mientras Alicia se pone guapa, llega Julián.

  • Hola Juan, tenemos que revisar la planificación del proyecto, desde marketing nos han cambiado plazos de entrega y tenemos que ver como encajar todo este pandemónium para la reunión que tengo el lunes con el cliente.
  • No te preocupes Julián, pongámonos al tajo que cuanto antes empecemos antes acabamos.

Nos sentamos en la mesa y nos dedicamos a revisar fechas y cuadrarlas con las modificaciones que ha realizado marketing, cuando al cabo de un rato sale de la habitación Alicia, está bellísima con un ligero vestido veraniego que le llega a medio muslo.

Alicia es la típica mujer pizpireta, no es muy alta metro cincuenta lo intenta disimular llevando siempre zapatos con tacón que estilizan su figura. A sus 31 años tiene un cuerpo redondeado con ligera tendencia al sobrepeso. El cabello rubio y los ojos azules hacen que te mire con cara inocente.

Levantándose de su silla, Julián se dirige a ella y se excusa.

  • Perdone que le haya arrebatado así a su marido, pero es vital para la empresa conseguir el contrato del lunes.
  • Pues será vital para la empresa, pero Juan se mata a trabajar y ni subida de sueldo ni ascensos ni nada por el estilo -le replica en tono airado Alicia.

Raudo me levanto de mi silla y cruzándole la cara de un bofetón a Alicia le respondo.

  • Como te atreves, no tienes derecho a criticar a Julián, ahora vas a ver.

Y retorciéndole la mano derecha la hago caer sobre mis rodillas mientras me siento en la silla. Su culo queda a mi total disposición, levantándole el ligero vestido y bajándole las bragas hasta medio muslo procedo a descargar una serie de fuertes azotes con la mano.

  • Tendrás queja del sueldo que traigo a casa y que nos permite vivir tan cómodamente -le digo mientras le suelto un sonoro azote.
  • Ay -replica Alicia
  • Mira a la persona que me contrató y me dio una oportunidad, plas - le recrimino cogiéndole de la rubia cabellera y obligándole a mirar a los ojos de Julián mientras con la derecha descargo otro fuerte azote.
  • El me dio una oportunidad cuando cerraron la consultara, plas
  • ¿Quién crees que contrata a un profesional de 50 años? plas
  • ¿No lo pasamos mal mientras estuve en paro?, plas

Los azotes se suceden entre quejidos de Alicia, y sus ojos se van anegando de lágrimas.

Tras un par de docenas de fuertes azotes, la blanca piel del culo de mi bella mujercita se ha tornado de un rojo intenso, y las lágrimas se desprenden de sus profundos ojos azules rodando por sus mejillas.

  • Ahora, mientras Julián y yo acabamos la planificación vete a ese rincón del comedor, ponte de cara a la pared y piensa en la falta tan grave que has cometido.

Me giro hacia Julián que no puede disimular la tremenda erección que tiene entre sus piernas y le digo:

  • Perdona Julián, la actitud de mi esposa ha estado totalmente fuera de lugar, y huelga decirte que el lunes a primera hora tendrás mi carta de renuncia sobre tu mesa, pero ahora acabemos esto.

Julián y yo seguimos con la planificación, pero veo que él observa de reojo el culo de Alicia que muestra las señales de la azotaina recibida.

Al cabo de una hora acabamos con el trabajo. Y me dirijo a Alicia diciendo:

  • Alicia ven aquí. Has reflexionado sobre tu actitud.
  • Si – responde en un susurro – he sido egoísta al ver que no podía estar esta tarde contigo y el pobre Sr. Julián ha sufrido mi rabieta.
  • Y que pasa cuando te comportas así.
  • Que me merezco un severo castigo.
  • Bien, ya sabes cómo va esto. Túmbate sobre el respaldo del sofá -le indico mientras me desabrocho el cinturón.

Alicia se recuesta en el sofá dejando su culo y sus muslos a merced del ataque del cruel cinturón.

  • Alicia, ¿Cual es mi sueldo?
  • Creo que 2.000€ al mes.
  • Bien, pues considero que es justo que recibas un azote por cada 100€ que la empresa aporta a nuestra economía familiar, así que serán 20 azotes -le comunico mientras doblo el cinto para proceder al correctivo.
  • Si Juan, no me he comportado de forma correcta y merezco el castigo.

De repente, el cinto corta el aire y estalla en las suaves nalgas de Alicia.

  • Uno, gracias señor -replica Alicia

Los primeros cinco azotes los dirijo al rojo culo de Alicia que paulatinamente se va tornando violáceo allí donde el cinturón muerde la carne.

  • Ay, seis, gracias señor -grita Alicia cuando el cinturón impacta dolorosamente en la zona que hay entre la sensible zona que hay entre las nalgas y los muslos.

El cinturón prosigue haciendo estragos en los suaves muslos de Alicia que ahora ya es un quejido continuo y ésta se deshace en lágrimas e hipidos.

Al llegar al último apunto con extremo cuidado y consigo que el cinturón impacte de lleno en sus labios vaginales, el aullido de dolor resuena en el comedor mientras Alicia se tira al suelo haciéndose un ovillo recitando entre llantos:

  • Veinte, gracias señor

Julián la observa con cara de asombro y diría que algo más. Dirigiéndome a Alicia le digo.

  • Ahora discúlpate con el Sr. Director

Levantándose trabajosamente, se acerca a Julián y mirándole con sus inocentes ojos azules anegados en lágrimas le dice entrecortadamente.

  • Perdone Sr. Julián, le he faltado al respeto y es algo imperdonable por mi parte
  • No se preocupe Alicia, es algo entendible, usted quiere pasar tiempo con su marido y yo se lo he robado.
  • Alicia, que más hay que decir -le digo severamente
  • Por favor Sr. Julián le ruego que me castigue para corregir mi falta.

La cara de Julián no tiene precio, me mira embobado sin saber qué hacer.

  • Por favor Julián, si no te es muy violento te rogaría que azotaras 10 veces con esta caña a Alicia para corregir su falta y tú te sientas menos agraviado.
  • No, por Dios, no hace falta, ya me considero resarcido.
  • Insisto Julián -le digo mientras le tiendo la vara- Alicia ha cometido una grave falta y debe ser castigada por ello. Alicia apoya las manos en la pared y saca el culo hacia afuera para que Julián pueda proceder con el castigo.

Julián tímidamente se acerca a Alicia y procede a descargar un severo golpe contra el culo de Alicia.

  • Ahhhh -grita Alicia desesperada- Uno, gracias señor.
  • ¿Ha sido muy fuerte? -me pregunta cohibido Julián.
  • No, Julián ha sido perfecto parece que lo hayas hecho toda la vida

Los siguientes 6 azotes marcan el culo de Alicia con las correspondientes marcas que quedan claramente impresas en su culo.

  • Julián no te olvides de los muslos -le sugiero.

Siguiendo mis indicaciones Julián descarga los últimos tres azotes en los muslos de Alicia que los recibe entre aullidos de dolor.

  • Alicia vete al dormitorio mientras despido a Julián que hoy aun te queda una severa charla conmigo.

Mientras Julián recoge sus cosas y le acompaño a la puerta veo que su erección ahora es totalmente manifiesta.

  • Julián le ruego de nuevo que perdone la impertinencia de mi mujer y tal y como le he comentado el lunes a primera hora tendrá mi carta de renuncia en su mesa.
  • Juan, quiero verte el lunes a primera hora en mi despacho, pero no para tu renuncia, te llevo siguiendo desde que entraste en la empresa y si bien me parecías un técnico eficiente siempre dude de tus dotes de mando, pero con lo que he visto hoy las dudas se han disipado. Tenemos vacante la Gerencia de Desarrollo y creo que eres la persona indicada, eso si no se si tu mujercita estará tan contenta porque pasarás a cobrar 4.000€ al mes, por lo que la siguiente paliza serán cuarenta azotes en vez de veinte -me dice con un guiño mientras se despide con un apretón de manos.

Al entrar en el cuarto veo a Alicia espatarrada en la cama, totalmente desnuda y mientras que con una mano se acaricia las nalgas para mitigar los efectos de la paliza con la otra se soba  ferozmente el clítoris.

  • Vaya panoli -me dice entre risas- ese no llega hasta la portería sin habérsela machacado. Al oír lo de gerente y el aumento de sueldo casi me meo de gusto.

Levantándose de la cama se dirige sensualmente hacia mí, la abrazo y nos fundimos en un beso húmedo, largo mientras me desnudo apresuradamente.

Cuando la izo para penetrarla salvajemente me susurra suavecito al oído:

  • Lo malo es que tu director -me susurra remarcando el tu- me tenía que dar diez azotes con la caña y tan solo han sido diez caricias.

Me incita mientras reclina su pecho contra el tocador dejando totalmente expuesto su esplendoroso culo.

  • Alicia, ¿estás segura? Ten en cuenta que a mi no me temblará la mano y van a ser muy fuertes.
  • Estoy salida como una perra y necesito esos diez azotes como el aire que respiro -me suplica ella.
  • Bien -le digo mientras blando la caña.

Un fortísimo azote cae sobre el maltrecho culo de Alicia que lo recibe con un gemido de placer.

  • Mmmmmm, que bien.

Los siguientes azotes no hacen más que excitar a ya una sobreexcitada Alicia que al octavo me provoca diciendo:

  • Eso es todo lo que sabes hacer cabrón.

Descargo los dos últimos azotes con todas mis fuerzas y nada más acabar tiro la caña a un lado para ensartar con mi enhiesta polla a Alicia que nada más ser penetrada encadena una serie de orgasmos.

Ese fin de semana fue glorioso.

Esta es una serie costumbrista en a que pretendo reflejar escenas de disciplina domestica en relatos cortos.