Directora del Opus cobra por follar
A pesar de sus creencias religiosas nuestra protagonista se lanza a las lascivia.
Segunda parte de Directora de cole del Opus se folla a un señor. Es mejor leérselo antes aunque el titulo lo dice todo…
Me subí a ese coche temerosa pero tremendamente excitada. Mi amante se había guardado mis bragas en la guantera y yo sentía como el aire acondicionado entraba por entre mis rodillas hasta llegar a mi encharcado coño.
El trayecto no fue largo. Aparcamos enfrente de un lujoso chalet. Cuando entramos en él me di cuenta que aquello era una especie de club de caballeros, donde hombres con pinta de tener una economía aliviada departían con una copa en la mano.
Pasamos de corrillo en corrillo. A mi me presentaron por mi nombre de pila, sin dar más explicaciones. La gente era educada, casi encantadora. Mi acompañante me recordaba a cada rato con un susurro al oído que allí había venido a ser folláda, no a hacer vida publica, y me sonreía.
Cuando llevaba tres copas y más o menos y dos horas allí, un susurro hizo que se mojasen mis bajos.
- despídete, sube a la segunda planta, entra en el tercer cuarto a la derecha, desnúdate, ponte el antifaz y espera a cuatro patas. No quiero que hables hasta que vuelvas aquí.
Deje que acabase de hablar quien tenia la palabra en el corrillo y me despedí con una sonrisa. Subí sola las escaleras, entré en la habitación. Efectivamente un antifaz me esperaba apoyado en la almohada.
Me desnudé doblando mi ropa, quien me había visto y quien me veía. Me puse el antifaz y me coloqué a cuatro patas esperando a mi amante.
Oí como se abría la puerta pero no como se cerraba. Podía oler el puro que él estaba fumando abajo. Me esperaba que me empitonasen de un momento a otro, pero al contrario oí como se sentaba en el sillón del cuarto. Estaba muy nerviosa, necesitaba el contacto humano. Fueron los cinco minutos más largos de mi vida, estuve a punto de hablar. Una mano sobre una de mis nalgas me hizo volver a la realidad. En realidad fue algo rápido, otra mano se posó en la otra y una polla se colocó en mi raja. Sin siquiera tener mi polla dentro empecé a suspirar y vi el cielo abrirse ante mi cuando noté como aquella polla entraba en mi estrecho coño. Todavía no me daba cuenta de la bendición que es tener un coño estrecho, yo lo tenía y aquella polla era todo sensaciones.
Me agarraron de las caderas y empezaron a darme caña, yo veía el cielo y el infierno ante mi. Me meneaba y suspiraba, me estaba matando de gusto y no pude evitar empezar a gemir a gritos. Aquellos gritos solo pararon cuando una polla entró en mi boca. Estaba fuera de mi, ni me planteé que teníamos un invitado en la cama sin mi permiso. Simplemente abrí la boca y empecé a lamer como si el mundo se fuese a acabar. Me follaron durante aproximadamente una hora, cambiaron de posiciones invadiendo ambos mi coño y invadiendo ambos ni boca. Me dejaron llena de esperma y con el cuerpo baldado. Ambos se levantaron de la cama y yo me quité el antifaz, vi como dos de los hombres con los que había hablado horas antes desnudos recogían su ropa del suelo y empezaban a vestirse. En el sillón el hombre que me había traído hasta allí encendía un nuevo puro sin perderme de vista. Fui a hablar pero un gesto me paró. Esperó hasta que los dos hombres se hubieran ido no sin antes darle cada uno un cheque.
Con gesto con el dedo me hizo darme la vuelta, yo me di la vuelta totalmente entregada, aquella no era yo. Un golpecito en la cadera me hizo subirla y cuando Rubén puso uno de sus dedos en mi esfínter, un escalofrió me hizo estremecer. El hombre empezó a masajear mi ano hasta que este debió dilatarse algo. La verdad es que me estaba encantando la sensación de tener un dedo ahí. Cuando fui penetrada analmente sentí que me rompían, no me dolió simplemente noté como me partían en dos. Me sentía sucia, deseada y muy muy muy cachonda.
Rubén me dio fuerte, muy fuerte, a pesar del olor a caca me estaba encantando y me aproxime a un orgasmo que inundó mi cuerpo entre gritos de placer. Sin sacarla del culo me hizo darme la vuelta.
- aggg, ¿sabes lo que me han pagado por follarte? – me dijo entre jadeos, me corrí solo de saber que me había prostituido.
- Aggg no tengo ni idea, dime que mucho – contesté
- Más de lo que ganas en un trimestre con tu sueldillo de directora de colegio – me sentí la más puta del mundo.
Me folló con fuerza el culo corriéndose en mi interior. Me dio muchísimo placer, me volví loca de placer. Rubén no me dio tiempo ni siquiera a un poco de romance. Rubén descansó un rato y al poco tiempo me hizo levarme y vestirme.
Me dejó en casa sin demasiada historia. Desde luego que llegué a casa con remordimientos, pero lo cierto es que estos se pasaron cuando mi mano se fue a mi conejo y me masturbé con rabia hasta correrme.
Por la mañana me encontraba sucia, pero sexy.
Dudé entre ponerme mis mejores galas de ropa interior o ponerme las aburridas bragas que solía usar. Me decidí por un conjunto mono.
Cuando llegué al cole me esperaba la subdirectora con cara de indignación. Por un momento me flaquearon las piernas pensando que sabía sobre los pecados que estaba cometiendo además con un hombre casado, aunque rápidamente lo deseché.
- lo que me temía, María Isabel Fernández esta embarazada.
- ¿La de sexto? – dije yo extrañada – ¿como va a ser?, si es soltera.
- Soltera y sin pareja conocida.
- Dios mío.
- Debemos despedirla.
Era lo habitual en nuestro colegio, no podíamos permitir que nuestras profesoras conviviesen en pecado y mucho menos que se quedasen embarazadas.
- por supuesto, dije yo.
La subdirectora no me dijo más, salió con su carpeta de mi despacho y de María Isabel Fernández nunca más volví a saber.
La verdad es que tuve una mañana muy liada por lo que no pude pensar en el caso, pero ya después de comer y con la modorra propia de la tarde empecé a pensar en la profesora recientemente despedida. LA chica era joven y mona, por un momento me la imagine empotrada contra la pared siendo follada por un desconocido, me imaginé sus pezones sudorosos y su coño lleno de carne en barra, me la imaginé gimiendo y pidiendo más polla, me la imaginé corriéndose mientras alguien le apretaba sus duras tetas y ella arañaba las espalda de su empotrador, me la imaginé gateando hasta un rabo duro y metiéndosela entera en la boca mientras desde abajo miraba a su amante con deseo. No lo pude evitar, allí ante Monseñor Escriba que me miraba serio desde su cuadro en mi despacho y después de cerrar la puerta, coloqué mis piernas cobre la mesa y me sobé el coño sin pausa hasta que me corrí dejando mi mano perdida.
Rubén no llamó en lo que quedó de semana. Por un momento pensé que mi aventura sexual había llegado a su fin, pero no, el viernes poco antes de salir del colegio y sin saber muy bien que hacer ese fin de semana me entró un whatsapp.
“te recojo en tu casa a las nueves de la noche, lleva ropa para dos noches” Se me mojaron las bragas.
Mi amante me recogió a las nueve de la noche como había dicho.
Condujimos durante hora y media hasta Talavera de la Reina donde cenamos en un restaurante que aunque lo intentaban, tuvieron días mejores. Después de vuelta al coche y una hora después llegamos a una maravillosa casa rural.
Aquella noches follamos como siempre imagine que fornicaban las parejas normales de amantes. Primero un misionero y después me subió encima de él para que le montase mientras él me sobaba los pechos, quizás que se la tuviese que chupar mientras se corría salió un poco del guión, pero en realidad aquello no era nada en comparación con lo que habíamos hecho antes.
Remoloneamos en la cama hasta casi medió día la verdad es que no sabía cual era el plan hasta que se me ocurrió sacar el tema.
- ¿Y que vamos a hacer?, parece como si no hubiese nadie más en la casa rural – le dije.
- He alquilado la casa rural todo el fin de semana. Sobre las 4 vendrán unos amigos, han estado cazando todo el día y te quieren conocer
- ¿A mi?
- Si, a ti – yo ni sospechaba que lo que querían era joder conmigo, nada de conocerme. Boba que era una.
Poco antes de cenar entraron por la puerta cuatro cincuentañeros un poco sobrados de peso. Venían sucios después de un largo día en el campo. Hicimos las presentaciones de rigor y ellos se fueron a la ducha mientras yo preparaba la cena.
Los cuatro resultaron unos grandes conversadores. Hablamos toda la noche sobre arte y teología y solo cuando un susurro a mi espalda me indicó que esperase desnuda en el salón de la planta de arriba con un antifaz puesto me di cuenta que de nuevo que aquellos no habían venido a hablar.
De nuevo el antifaz me esperaba junto a una nota que me indicaba que permaneciera en el medio de la habitación.
Esperé no más de diez minutos hasta que noté que los cinco caballeros entraban en el salón. Alguien cogió mis manos e hizo que estirase mis brazos a la altura de mis pechos. Ataron mis muñecas con una cuerda y ante mi asombro tiraron de la atadura hacia arriba dejando mi cuerpo en tensión tirada por la cuerda. Obviamente habían pasado esta por encima de la viga de madera que coronaba la habitación.
Parecía que no pasaba nada. Ninguna de ellos me tocaba, pero una fusta cortó el aire golpeando una de mis nalgas. Intenté protestar pero en ese momento me pusieron una plug bucal. A partir de ese momento una lluvia de barillazos, fustazos, golpes con una pala y demás métodos de tortura que vi a posteriori fueron estrellándose en mi pompis, en mis pechos, en mi espalda y hasta en mi derretido coño. Me dieron de lo lindo provocando en mi que lo que al principio era dolor pasase a pequeños mini orgasmos cada vez que mi piel era azotada. He de decir que hasta me molestó que soltasen las cuerdas y cayese sobre la polla de uno de los cazadores que con su rabo enhiesto me esperaba tumbado en el suelo. Esperaron a que empezase a votar hasta que volvieron a tensar la cuerda. Una polla entró en mi boca en aquel momento y empecé a lamer como si mi vida fuese en ello.
Los cuatro hombres me follaron casi toda la noche sin darme un minuto de pausa. Cuando me metí en la cama cubierta de sudor y lefa mi cuerpo era pura sensación. Estaba a punto de quedarme dormida ajo el sonido de los primero pajaritos que empezaban a piar cuando noté que Rubén entraba en mi cama ponía mi culo en pompis y me preguntaba.
- ¿por delante o por detrás?
- Por detrás – y me penetró el culo sin dificultad alguna. Me estuvo fornicando un rato hasta que a pesar del placer que me estaba causando no pude más y pregunté.
- ¿Cuánto te han pagado?
- 100.000 euros. – y me corrí como en mi vida.
Los fines de semana en los que Rubén me prostituía era casi todos. La creme de la creme de la sociedad de mi ciudad pasó por mi cuerpo. Estoy seguro que alguno me reconoció como la directora del centro de sus hijos, pero cuando me follaban duro yo también les reconocía a ellos.
Fueron meses en los que me pasaba toda la semana cardiaca porque llegara el momento en el que Rubén me ofreciese a otros y esos otros pagasen burradas por mi. Me encantaba ser poseída, humillada, correrme de placer y sobre todo saber que pagaban por mi. Fueron meses muy animados aunque todo había que decirlo, Rubén se estaba forrando a mi salud ya que no, no veía un duro.
Era martes y aun reponía y coño, ano y mandíbula de una sábado movido. Tenía una entrevista con los padres de Isabel Méndez Méndez la cual había sido expulsada 5 días por fumar en los baños. Me tenía que resultar un poco embarazoso reunirme con padre y madre después de que el padre me hubiera follado duramente dos semanas antes junto con uno de sus amigos. Me ponía tener enfrente a follador y cornuda. Ante mi sorpresa quien entró por la puerta fue solo el señor Méndez. Educadamente le hice sentarse y rodeando la mesa me senté en mi sillón.
- pues bien Sr. Méndez.
- Juan por favor
- Pues bien Juan, como sabes hemos tenido que expulsar a Isabel y dos de sus amigas por fumar reiteradamente en el baño.
- No vengo por eso.
- ¿Perdón?
- Iba a venir mi mujer e insistió en que la acompañase. Le dije que vendría pero solo que ya había mal educado suficientemente a la niña para que viniese aquí a dejarme en evidencia delante de la directora del centro. La niña es una idiota consentida a la que le viene bien el castigo y una semana me parece poco.
- ¿Entonces?, ¿en que le puedo ayudar?
- Esta mañana pensé en que tenía ganas de sexo fuerte por lo que he traído 10.000 euros en metálico para poder montarte como la semana pasada.
- Perdona Juan, eso es algo que hago en mi tiempo libre no en mi horario laboral y por cierto decirte que el dinero no es para mi – dije mientras notaba como mi coño empezaba a licuar.
- Me de igual si el caradura de Rubén reparte contigo o eres tan boba de dejarte follár gratis por desconocidos, pero me pone un montón poder fornicar con la directora del colegio del Opus de mi hija
- Eso ya lo has hecho,
- Pero no ejerciendo como tal – Juan sacó el dinero y lo puso en la mesa.
No se en que estaba pensando pero para cuando me quise dar cuenta estaba a cuatro patas sobre el sofá de mi despacho con la polla del padre de la alumna en mi ojete. Yo misma me había metida las bragas de monja en mi boca para que no se me oyese gemir desde el pasillo. Estuvimos follando hora y media. Me taladró el culo, el coño y la boca y acabó corriéndose en mi boca después de lamerle yo su ojete y sus pelotas.
Cunado se fue me quedé pensativa. Intenté arreglarme como pude y salí del colegio directa a la calle sin hablar con nadie. Me entró la paranoia que alguien podría reconocer el olor a semen en mi aliento.
Aquella noche en mi cama, rodeada de billetes de 50 euros me clavé mi nuevo consolador hasta que caí destrozada de placer.
Me pasé la noche haciendo un listado de padres a los que “conocía”. La día siguiente en el taxi camino del colegio mande un sms a cada padre de la lista con un texto muy escueto
“a partir de ahora si quieres tratar algún tema fuera de horario lectivo este es mi teléfono. Rubén ya no pinta nada” Aquello 10.000 euros en mis manos habían sido el mayor de los afrodisiacos.
CONTINUARA…