Directora de cole del Opus se folla a un señor

Después de ser ascendida a directora de un colegio del Opus, Maite acude a una conferencia donde despertaría a nivel sexual.

Me eduqué en una familia muy conservadora.  Aunque yo no lo sabía, mi primera experiencia sexual fue bastante joven.  De aquellas en el colegio estaba de moda entre las chicas de clase en plan broma agarrarnos de un pezón mientras te preguntaban por el nombre de tres marcas de leche.  La que te hacía la pregunta te lo retorcía hasta que contestabas la respuesta.

A todas las chica les molestaba mucho pero a mi la primera vez que me lo hicieron me dio un escalofrió por la espalda que la verdad es que no sabía explicar.  Aquello me llevó aun siendo tan tímida como era, no era yo en ningún caso quien empezaba la broma pero si esperaba como agua de mayo el que me retorciesen los pezones.

Reconozco que enseguida empecé a ser yo en la soledad de mi cuarto la que me retorcía los pezones, algo muy placentero pero que desde luego no es igual que el que te los retuerzan.  Descubrí gracias a la ducha el placer que mi coño podía proporcionarme, pero desde luego nada como darle caña a mis pezones, pero sin embargo me gustaba y mucho.

Estudié magisterio en una universidad del Opus Dei.  Vivía en un piso con chicas al igual que yo de la Obra de Dios.  Cuando acabamos la carrera las tres nos fuimos a Madrid a empezar a trabajar.  Yo conseguí trabajo en mi antiguo colegio y en un par de años logré pasar de una simple profesora a subdirectora del centro, mi relación con la organización ayudó.

Mis amigas se fueron casando, yo me eche un novio y después de un año de relación un día accedí a acostarme con él.  Obviamente aquello era pecado, pero a falta de que pidiese mi mano, Borja era el hombre de mi vida y aquello era tan solo adelantar lo que iba a pasar la noche de bodas.

Borja era un torpe en la cama, pero sentir su polla abrir en canal mi necesitado coño fue una explosión de placer.  Intenté aquella primera noche disimular mi gran orgasmo pero creo que no lo conseguí.  Me imagino que dos meses después cuando el torpe de él me dejó plantada por una chica de su trabajo se le bajarían los humos de “super macho” al no lograr que aquella zorrita se corriese como yo me corría al sentir su polla dentro de mí.

La historia se repitió con Juan Mari, un chico seguidor de la Obra.  Con él tardé seis meses en dejarle entrar en mi cama.  A Juan Mari se le veía con un poco más de tablas que Borja y obviamente se dio cuenta enseguida de mi potencial con una polla en mi coño.  A él fue al primer hombre que le pedí que me retorciese los pezones cuando me follaba.   Juan Mari me dejó por dar el braguetazo a la hija de una amiga de su familia, una boba cuyo padre tenía dinero, mucho dinero.  Creo que se arrepentiría muchos años.

Pasé un par de años sin hombres pero si mejorando mis armas de auto amor.  No es que ocasiones me faltasen, todo lo contrario, pero Juan Mari y Borja me habían dado que pensar y cada día estaba más involucrada en el Opus Dei por lo que no tenía tiempo para vida social, aunque si para masturbarme a pesar de luego el dolor de los pecados que ello me provocaba.

Inmediatamente después de ser nombrada directora de mi colegio fui convocada a una conferencia de directores de colegios del Opus Dei a Alicante.

Llegue a la ciudad mediterránea con el tiempo justo para dejar mis cosas en mi habitación y bajar al salón de actos donde ya todos los directores de centros se reunían.  Aunque conocía a la mayoría de los asistentes, fui oficialmente presentada como nuevo miembro de derecho del ese selecto grupo y aplaudida por ellos a modo de bienvenida.

El día fue largo con interminables y aburridas.  Cenamos todos juntos y después de una copa de sobremesa en el restaurante, subí a mi cuarto.  Me duché y me puse el camisón.  Cogí un libro y me metí en la cama.  Cuando empezaban a caérseme los parpados oí un largo gemido seguido de una serie de gemidos tanto de un hombre como de una mujer.  Estaban follando en la habitación de al lado, a solo unos centímetros de donde tenía la cabeza una pareja fornica como si no hubiese un mañana.  Mis pezones se pusieron duros, mi entrepierna se encharcó y mi respiración se aceleró.  Los vecinos follaban con rabia, podía oír hasta como los muelles del colchón chirrían bajo sus cuerpos, mi mano se fue a mi coño y me masturbé hasta que los tres nos corrimos a la vez.  Dormí super relajada.  Me desperté un poco tarde, me duché con prisa y cuando pasé por la puerta de mis vecinos me mató la curiosidad de saber quien había fornicado al lado mía.

El día volvió a ser largo, cené con mis compañeros.  Cuando volvía por el pasillo camino de mi cuarto, le pedía al Señor que mis vecinos no se hubieran ido y repitiesen su actuación del día anterior.  A las 23:34 la mujer dio un largo gemido siendo seguido por largos y sonoros gemidos de ambos a los que yo me uní en esta ocasión con el mango de un cepillo en mi raja.  Me corrí retorciendo uno de mis pezones con una mano mientras el cepillo y mi mano se llenaba de flujo.

De nuevo por la mañana miré con curiosidad la puerta al pasar.

El ultimo día fue largo y de nuevo aburrido.  Comimos juntos y por la tarde después de un par de seminarios más nos dirigimos a las habitaciones para recoger nuestras cosas.  Subí a mi piso acompañada del director de uno de los centros de Barcelona, delante mía caminaba la directora del centro de Badajoz, ante mi sorpresa María del Valle sacó una tarjeta y abrió la puerta de mis supuestos vecinos de cuarto.

No dije nada.  Me despedí de mis acompañantes y entré en mi cuarto.  Tenía tiempo.  Me desnudé y me metí en la ducha, mis pezones estaban duros, el micrófono de la ducha se fue hacía mi entrepierna y para cuando me di cuenta me masturbaba imaginándome a la estirada de María del Valle siendo empotrada por un desconocido.  Me corrí, acabé de ducharme, me sequé y me senté en la cama.

María del Vallé era cuarentona gallega pero directora del colegio de chicas de Badajoz.  Ella era supernumeraria, esto es una especie de monja de la Obra de Dios que voluntariamente había renunciado a casarse para poder dedicar su tiempo a Dios.  No tenía ni idea con quien se podría estar acostando pero desde luego había roto mis esquemas en cuanto a ella y en cuanto a lo que era un super numerario del Opus Dei.  Me hacía gracia pesar en los comentarios ultra conservadores que en ocasiones soltaba, quien iba a decir que se dedicaba a fornicar en sus ratos libres.

Como digo tenía tiempo por lo que me baje al lobby y aunque me puse a leer un libro no podía imaginarme la cara de Valle corriéndose a pleno pulmón.

Eran las 20:15 de la tarde y mi AVE salía a las 21:00, pedí un cabify para que me llevase al aeropuerto.  El coche llegó con tiempo, todo iba bien salvo que cuando nos incorporamos a la autopista nuestro coche colisionó con una furgoneta quedando ambos vehículos cruzados en medio de la carretera.  No nos pasó nada pero desgraciadamente el accidente me hizo perder el tren.  Mi cabify no podía andar y al estar bloqueada la autopista no podía pasar otro vehículo que me llevase.  Llegué a la estación de tren con la esperanza que hubiese otro tren.  Para mi desgracia no solo no había ninguno ese día sino que hasta las siete de la tarde del día siguiente no habría nada.  Estando en el centro de Alicante decidí no volver a mi hotel y buscar uno en el centro.

El hotel era normal, nada del otro mundo, pero estando en el centro no me pude controlar y decidí bajar a cenar a un restaurante  que se encontraba enfrente del hotel.

Cene magníficamente bien, aunque no podía quitarme de mi mente la imagen de Valle abriendo la puerta de su cuarto donde se la habían follado tan duro y tan ruidosamente.  Estaba aislada en mis pensamiento cuando una voz me interrumpió.

-       ¿tienes fuego? – me dijo un apuesto chico que vi al levantar mis ojos

-       ¿pero se puede fumar aquí? – le contesté sin pensarlo.

-       No, es para fumar fuera.

-       No, lo siento – dije creyendo finalizar la conversación.

El chico se despidió dando las gracias y con una sonrisa.  Me quedé un poco planchada cuando el chico volvió y se sentó en mi mesa.

-       ¿Te importa? – me dijo mientras se sentaba en mi mesa.

-       Claro – dije un poco cortada y presionada por los hechos consumados.

-       Perdona te llevo viendo toda la noche sola y como yo también estoy cenando solo pues me he dicho que te invitaba a una copa y así hablábamos.

Rubén se llamaba el chico, tenia mi edad y era empresario.  Era de Alicante pero solo estaba de paso, como yo vivía en Madrid aunque tenía un piso en Alicante.  Yo le conté que me llamaba Maite y era directora de un colegio y que estaba en la ciudad por una conferencia.  La verdad es que nos tomamos tres rondas antes de levantarnos de la mesa yo con un pedo importante.  Cuando salimos del restaurante, me sorprendió su propuesta de tomarnos una copa en un pub próximo.  Nos tomamos otra ronda de copas, no recuerdo demasiado que pasó allí, solo recobré la conciencia cuando un placer tremendo invadía mi cuerpo, estaba a cuatro patas, con algo alrededor de mi cuello, unas pinzas en mis pezones que pendulaban a cada envestida de una polla que se encerraba en mi chocho.  Me estaba matando de gusto y simplemente me di cuenta que se me había ido de las manos y me estaba follando al chico que conocí en el restaurante.

Estaba disfrutando como una loca cuando ante mi sorpresa una polla se  clavó en mi boca, nunca había chupado una, sabia que la gente lo hacía pero nunca ni me hubiera imaginado con una en mi boca.  No supe darme cuenta que la polla que se introdujo en mi boca era distinta que la que me perforaba los bajos.   Miré hacía arriba y vi a Rubén que era quien me daba duro en la boca, la cual estaba prácticamente follándome.  El que me follaba el coño tiraba de una cadena que unía su mano a la correa que llevaba en el cuello.  Me follaron así durante unos largos y placenteros minutos.  Yo chupaba como podía, entre los gemidos y mi falta de idea de cómo hacerlo debió de ser un desastre, pero desde luego un desastre muy excitante.

El de detrás me lo sacó imitándole Rubén, me hicieron darme la vuelta y volver a sentarme sobre la polla de mi bombeador que resultó ser uno de los camareros del restaurante, el chico soltó la cadena y me cogió las tetas apretándome las pinzas y matándome de placer.  Rubén empezó a juguetear con su dedo en mi ano, me escandalizó pero me excitó y mucho.  Yo no paraba de gemir y creo que esto hizo que el camarero estallase en mi interior salvándome de ser penetrada analmente.  Noté como la polla del chico se deshinchaba pero sin embargo Rubén no dejó de jugar con mi ano hasta que con sus dedos provocó en mi un nuevo orgasmo.  Rubén me hizo darme la vuelta y tumbada en la cama me penetró el coño llenándome con su polla todo mi interior.  El camarero metió su flácida polla en mi boca más que nada para limpiarla.  El chico se despidió después de vestirse y nos dejó a ambos follando como conejos.  Nos corrimos juntos en un tremendo orgasmo.  Jamás pensé que el sexo, el buen sexo podía ser tan gratificante.

Me quedé dormida sin pensar en lo que acababa de hacer, dormí como un angelito.

Me desperté con las muñecas esposadas a mi espalda y con la polla de Rubén en mi coño.  Rubén subió mis desnudas caderas metiendo una almohada debajo de mi.  Me había esposado sin darme cuenta y me follaba con ganas, yo gritaba y disfrutaba de mi primer polvo mañanero.  El chico me dio hasta que me corrí como una perra, Rubén la sacó y poniéndome de rodillas en la cama, se levantó y me metió la polla en la boca.  Yo mamaba como mejor podía, a cada rato Rubén la sacaba y dirigía mi boca hacia sus cojones, cojones que yo chupaba hasta que él los retiraba y me la volvía a meter en la boca.

Rubén se tumbó en la cama y me subió encima.  Me moría por que me retorciesen los pezones y como si leyese mi mente los agarró y empezó a retorcérmelos mientras me daba con fuerza.   Me morreó muy guarro cuando llenó mi vagina con su caliente lefa.

Mi amante soltó las esposas y me dejó sola en el cuarto.  Volvió al rato con un desayuno y desayunamos juntos desnudos en la cama.  Rubén resultaba igual de buen conversador que amante.  Rubén se metió en la ducha y salí por la casa a cotillear un poco.  Me quedé de piedra cuando vi las fotos que inundaban el salón de su casa.  En casi todas salía con su familia; un niño, una niña, un perro y una esposa.  Me quedé horrorizada, casi me desmayo, no solo había fornicado con un desconocido echando abajo todas mis creencias y principios, sino que encima ese desconocido era casado.

Cuando entré a buscar mi ropa para irme de ahí y mientras me agachaba a recoger mis bragas Rubén me cogió por detrás y apretó y retorció con sus dedos mis dos pezones, eso cambió mi vida porque me encendió de nuevo y nubló mi mente.

Rubén empezó a lamer mi cuello mientras notaba en mi culo como su polla se ponía dura a mi espalda.  En el suelo Ruben me puso a cuatro patas y sin soltar mis pezones me la clavó en el coño.  Yo empecé a gritar más alto y más agudo que nunca.   El casado infiel soltó uno de mis pezones y me metió un dedo en el culo.  Casi me corró.

Rubén me dio de lo lindo mientras en mi culo metía un dedo tras otro hasta que tres de ellos entraban en mi ojete mientras su dura polla quebraba mi coño.  Rubén me penetró el culo sin tan siquiera preguntar.  Alguien me dijo años depures que las primeras penetraciones anales dolían, a mi me encantó.  Placer infinito, un poco de daño y mucho morbo.  Mi mano se fue a mi clítoris y me lo toqué como una puerca mientras Rubén me jodía el culo sin pausa.  Cuando después de cuatro increíbles orgasmos mi amante se corrió en mis intestinos.  Miré el reloj de la mesilla para darme que tenía el tiempo justo para correr al hotel, coger mi maleta y volar a la estación.

Rubén propuso llevarme a Madrid el domingo pero necesitaba alejarme de aquel hombre.  Me despedí con un “nos veremos” y después de pagar el hotel y coger un taxi logré sentarme en el AVE por pocos minutos.

MI conciencia me torturó durante todo el viaje, no solo me había follado a alguien a quien no amaba sino que encima estaba casado, y la tercera vez yo lo sabía.

Me masturbé esa noche recordando el trio que me habían hecho hacer, recordé como la polla de Rubén se abrió paso entre mis labios, como me penetró el coño o como me penetró el ojete hasta llevarme de un orgasmo a otro.

Juré no volver a hacerlo a pesar de pasar todo el domingo excitada.

El lunes en el autobús por alguna razón iba con una sensación rara en el bus camino al colegio.  Desayuné con uno de mis colaboradores y cuando llegué a mi despacho me encontré un post-it de la secretaría del colegio en el que me decía “Rubén Toldau: esta tarde a las seis y media le recogeré para seguir desarrollando lo iniciado el viernes en Alicante, le ruego puntualidad”.  Me sentí escandalizada, se me mojaron las bragas pero me sentí escandalizada, me juré a mi misma no acudir a la cita propuesta.  A lo largo del día me fueron llegando nuevos recados que iban traídos por la chica de la secretaría “Rubén Toldau: esta tarde me gustaría que profundizásemos más en lo iniciado el viernes” o “Rubén Toldau: tenemos que analizar nuevas posturas para afronta lo aprendido la semana pasada”.  Mi cabeza fue una lucha entre el bien y el mal, eran las 16:22 cuando entro un mail en mi ordenador, solo una frase: “ven sin bragas”.

Cuando entré en su Mercedes Rubén tenía la palma de la mano estirada, yo posé en ella mis mojadas bragas.  Rubén arrancó el coche.

CONTINUARA…