Diosa Griega 2

Una pijamada se transforma en un rito de adoración. Continuación del relato Diario de un Hipnotista (Diosa Griega)

Desde este momento olviden sus nombres:

-Nueve. Diez...

Sintieron la ultima silaba retumbar por sus cuerpos, lo que fue dicho desapareció de sus mentes al instante. Se levantaron del asiento.

Kathe miro a Emily, acariciando el borde del vaso. Ella podía sentir su indice húmedo, como si existiera una conexión directa entre sus cuerpos, piel con piel. Emily a su vez, poseía una mirada extraña, idéntica a la que se tiene cuando se observa a un espejo.

Pero Kathe pensaba, como cualquier mujer racional lo haría:

“No somos la misma persona, es imposible, nosotras no somos iguales. Ella es...”

Su racional cabeza no pudo llegar a buen puerto, no podía recordar el nombre de una de sus mejores amigas. Y se sorprendió más, cuando tampoco podía recordar ¡Su propio nombre!

-Vamos a mi casa.

Dijo su otra amiga, y Emily sin dudarlo un instante, obedeció, Kathe las siguió, imitando sus pasos. Ningún mesero impidió que se fueran sin pagar. Tal vez en esa rara noche, alguien había pagado por ellas.

“¿Quien lo habrá hecho? Esta noche es muy extraña. ¿Cuando fue que Alexa se cambio de ropa? Ahora parece una...”

Otro borrón más, esa palabra no llegó. La palabra que buscabá para caracterizar lo que ella veía, no llegó, ni llegaría. Alexa llevaba puesto un trozo de tela por camisa, una falda corta y oscura, y solo medias sucias en los pies.

Emily supo que algo andaba mal con ella, y paralelamente este pensamiento cruzo por Kathe, que siempre había sido muy inquisitiva. Aun así, ninguna se atrevió a decirlo. Solo siguieron los pasos de Alexa.

Esperaron un taxi. En el trayecto del viaje Alexa hablo con el taxista, rieron, dialogaron. Aún con su aspecto cómico y vulgar, cualquier tercero que las hubiera visto, habría sospechado el uso de drogas fuertes en las otras chicas, parecían autómatas apagadas hasta la próxima instrucción.

-¿Están bien ellas dos? ¿Necesitan que llame algún medico? -Pregunto el taxista ligeramente preocupado.

-Sí, están bien. El alcohol les puede caer mal a veces. Les daré algo de té caliente y se repondrán. -Respondió Alexa, sin involucrarse demasiado.

El taxista tampoco quería involucrarse mucho, ya estaba habituado a llevar clientes ‘peculiares’. Mientras las chicas, sentían latir sus corazones perdiéndose más y más. Hundiéndose en el mantra:

“La voluntad humana es pesada.” Pensó Emily.

“La voluntad humana es pesada.” Pensó Kathe.

Alexa les pidió sus carteras y pagaron el viaje a mitad.

No hay control en lo natural:

Salieron las tres del auto, para ingresar a la vivienda de Alexa.

No era la primera vez que iban, ya conocían el lugar de día. De noche jamás se atrevieron a acompañar a su amiga. Aunque respetaban las elecciones de Alexa. Clara que solía pasar mucho tiempo en esa casa, le caía como una patada en el culo a Kathe. Y por su parte, Emily, temía su faceta curiosa.

Emily, una pelirroja delgada, con un cuerpo moldeado por y para la natación, jamás recibió una critica de ninguna de sus parejas masculinas, aunque a veces sentía un complejo nacer de ella, respecto a sus pechos pequeños. Este complejo aumentaba cuando estaba a solas con su amiga, sin importar que el lugar fuera publico, parecía que sus ojos cobraban vida propia, y en medio de la conversación, surcaban un tramo lento pero inevitable, de los verdosos ojos de Alexa, a sus enormes tetas.

No se debe confundir este ‘desliz’ como lo llamaría ella, con algún tipo de atracción sexual, solo era un deseo inmenso, ‘curiosidad’, que la misma Emily no podía controlar. Tartamudeaba y se ponía colorada, sin dejar de enfocar la mirada en las imponentes orbes. A Alexa esto le divertía. Si ella supiera que Emily deseaba verlas, verlas sin tela que las cubriera.

Por esto mismo, ella sabía que no podía estar sola con Alexa en su residencia, se conocía lo suficiente para ver que tal vez su curiosidad podría llegar a malinterpretarse.

Natasha, la ultima amiga de confianza en el grupo, era la única que había realizado visitas frecuentes a su casa. Siempre bromeaba ante el nerviosismo de Emily:

-No pasa nada, Alexa esta muy comprometida con Clara. Si tuvieras que preocuparte por alguna de las dos, sería la segunda, es bastante pícara. De todos modos, dos mujeres solas en un cuarto, conociéndose un poco más profundamente, es algo natural hoy en día.

Natasha sonreía disfrutando del ‘sufrimiento’ y bochorno que le causaban estas palabras a su amiga. Emily, dedicada al diseño grafico, siempre había sido la más imaginativa de las cuatro, en ese momento debía estar recreando y añadiendo detalles a esa posibilidad, y por supuesto no era la primera ocasión en que lo hacía. Y Natasha sabía esto, perfectamente.

Emily reacciono dándose cuenta que ya estaban dentro, en la sala, sentadas las tres. Ella junto a Kathe, Alexa frente a ellas, en un sillón carmesí, con una gran sonrisa. Entonces Alexa recorrió con sus manos la tela que guardaba sus propios pezones, agarrando las fibras que lo cubrían, desprendió la prenda en un solo tirón.

“Carajo….” Pensó Emily, antes de desvanecerse.

Las palpitaciones de ella se detuvieron un instante, sus ojos se abrieron en expresión de asombro, la mandíbula floja, con un hilillo espeso de saliva deslizándose en el borde de su labio inferior. Catatónica, sin respuesta, sus pocos pensamientos y recuerdos se difuminaron igual que el dulce algodón de azúcar ante la mínima humedad.

Los pezones rosados, las tetas redondas balanceándose por inercia, eran un espectáculo único. Y Emily fue la primera en caer bajo su hechizo.

-No hay control en lo natural. ¿Cierto, Emily?

-Sí, Diosa.

-Ven aquí.

Rígida y obediente, con su conciencia vacía, caminó hasta donde su Diosa amada. Y se detuvo a unos pasos de ella. Cayendo de rodillas.

-¿Que tal te parecen mis tetas, Emily?

-Enormes y hermosas.

-¿Te gustan?

-Sí, me gustan.

-¿Cuanto?

-Mucho.

-¿Has fantaseado con tocarlas?

-Sí…

-¿Con lamerlas?

-¡Oh, sí!

-¿Quieres probarme, Emily? ¿Quieres probar a tu Diosa?

-Sí, lo deseo.

Alexa, humedeció sus dedos en su coño goteante, luego con los mismos acaricio los labios de Emily, antes de introducirlos en su boca salivante.

Ella lamió sin cesar, disfrutando del jugo de su Diosa.

-Buena chica, recuerda el sabor de quien veneras. Pronto podrás probar mucho más.

Arrastrándola con sus dedos en su pequeña boca, guiándola a su pezón izquierdo, dejó que los labios de Emily envolvieran dulcemente su areola. Peinó con sus uñas el corto cabello rojizo de su querida amiga mientras succionaba sumergida en absoluto placer y sumisión. Y susurró:

-Muy bien, deja que los malos pensamientos se vayan. Esto es lo que siempre has soñado, disfrútalo. Disfruta estar sometida más y más a mis enormes y hermosas tetas.

Con los ojos cerrados, Emily, manifestó el mayor goce, sin conciencia, ni responsabilidad, sin peso, sin voluntad. Realizó círculos con su lengua sobre el pezón de Alexa, memorizando su suave textura, sus delicadas variaciones de relieve. Sometida y feliz, a la Diosa de la sabiduría y el amor.

Todo lo que un

ser

humano necesita para tener una vida valiosa.

Experimentar el mayor amor y sabiduría:

Kathe conocía a Alexa desde la temprana infancia, crecieron juntas un tiempo. En una ocasión Kathe tuvo que cambiar de barrio, por el trabajo de su padre; creyó que no vería nuevamente a Alexa. Pero un año después, se encontraron cursando en el mismo colegio. En un futuro, la joven Alexa, se iría a otra colegio y a su vez Kathe la seguiría. Se puede pensar que todos esos eventos sincrónicos, parecidos a una persecución mutua, serían producto de una fuerte amistad o una horrible obsesión.

Falso. Ninguno era el caso, eran conocidas, pero no amigas, no llegaban a conectar realmente, el destino se estaba divirtiendo con ellas, haciéndolas encontrarse reiteradamente. Al menos así fue al principio. Hasta que en una fiesta, como era ya costumbre, se reencontraron por enésima vez. Y había algo diferente en ella, su forma de hablar, su aspecto revelaba una alteración profunda de su comportamiento.

Pronto Alexa la ayudo a unirse al grupo, con Emily y Natasha. Las cuatro amigas inseparables.

Oh Kathe, la pobre Kathe, entendió demasiado tarde lo ocurrido con Alexa.

Una tarde, al ir a su casa. Estaba allí la maldad encarnada en cuerpo de mujer. Clara, la mujer demoníaca.

“Es detestable...” Pensó al verla.

Su tatuaje en el cuello y ese aspecto ‘hostil’, como si no le importaran las reglas, la molestaba con demasía. Y al escucharla hablar, su prejuicio, solo creció. Kathe con su pelo largo y oscuro, piel blanquecina y ropas sencillas, siempre había sido hasta cierto punto tradicional y conservadora. Al igual que muchas chicas de su generación, había descartado las creencias religiosas de su familia, pero contrario a ellas, su personalidad quedo muy marcada con aspectos, como la prudencia o la austeridad; pocas veces se maquillaba, no llevaba zapatos de tacón alto, ni faldas excesivamente cortas.

Supo lo que había sucedido a la personalidad de Alexa, Clara había anulado todos esos aspectos ‘malos’, ya que ella era la representación misma de estos.

“Esa perra arrogante….” Pensó Kathe, mirándola a Clara con desconfianza.

-No te conviene. La has visto, esa...mujer no tiene respeto por nadie.

-Lo sé, Clara puede parecerlo. Pero si la conoces mejor, estoy segura que te caerá mejor, Kathe.

“Kathe..Kathe….Kathe” Retumbaba la voz en su mente, antes de comprender la imagen que tomaba nitidez en su pensamiento.

Su amiga Emily, succionando, el pezón izquierdo de Alexa, poseída por el deseo,.

-Kathe, ¿Todo esta bien?

-Todo esta bien….-Se escucho a sí misma decir roboticamente-¡NO! ¿Que rayos esta pasando? Emily, ella no...ella no actúa de esa manera. Tú, tú…

-Sh sh sh, tranquila, ¿Podrías ayudarme con mis pies? Quiero masajearlos en tu bella carita.

-¡No! Por quien me tomas, ¡Para! Lo que sea que nos estés…..

Sintió sus muslos temblando, de miedo y excitación.

“Esto es realmente caliente…No....Esto no esta bien….”

El trayecto del sillón a estar bajo los pies de su Diosa, era insustancial. Completamente irrelevante para Kathe, quien sentía su coño húmedo de anticipación, al percibir el inmenso poder de Alexa sobre sus acciones.

En una situación normal, se habría ‘abalanzado sobre la perra’. Pero ahora, su mirada desprovista de cualquier ‘mal pensamiento’, se iluminaba de admiración. Mientras Alexa sacudía sus mejillas con su pie derecho. El algodón del calcetín yuxtapuesto al olor agrío del sudor de su Diosa, comenzó con una sensación de nausea inevitable, cuanto mas evitaba la desagradable fragancia, aspiraba mejor el aroma de su Diosa, su esencia. Esta nausea fue transmutándose en un inmenso confort, la pequeña parte de ella que aún estaba consciente de sí misma, al escuchar: “Olfatea Kathe, olfatea. Buena chica.” Ese fragmento de conciencia, incitaba a que las fosas nasales de Kathe, se dilataran, sin resistencia.

Alexa posaba su calcetín encima de los labios de Kathe, la cual con los ojos entrecerrados intentaba mantenerse consciente.

“¡Para ya! Debes parar, ¡Oh! Alexa...detente, no sé, que me estas...oh, Dios..”

-Desabotónate la blusa y el sostén, Kathe. Dejame ver esos lindos pechos.

Primer botón, segundo botón, tercero, cuarto, quinto botón y ultimo. Sacudió su espesa melena oscura hacia adelante, para poder desabrocharse el sostén.

-Acercate un poco más, perfecto. Las manos detrás de la espalda. Correcto.

Los pechos de Kathe colgaban deliciosamente, libres. Alexa humedeció su indice con saliva, y lo deslizó por la extensión de los jugosos frutos de su amiga.

“Oh..no….no..no...¡Dios!”

Al llegar al pezón duro e hinchado, usó el indice para apretarlo ligeramente, provocando espasmos en su adoradora. Estuvo jugando con ellos, hasta quedar satisfecha. Emily permanecía profunda en su sueño oral, aferrada al pecho de su Diosa.

“Necesito tocarme o ¡Maldición!...¡Estoy tan….joder….cachonda!...Necesito reaccionar...”

-Eres muy guapa Kathe. Vendrás más a menudo a casa, ¿No?

-Ssí. -Vacilando.

-¿Sí?

-Sí, Diosa.

“¿Diosa?….no, ella no es una...Diosa...ella es...una mujer...divina….una Diosa….Es una Diosa. Es una Diosa. Es….”

-Besame el coño, Kathe. Un beso suave. -Dijo Alexa, mientras extendía las piernas, permitiendole el acceso a su caliente sexo.

Su amiga aun con las manos detrás de la espalda, bajo su cabeza para tocar con sus labios el sexo de la Diosa. Una electrizante sensación contagiosa se condujo por su mandíbula, hasta cubrir todo su cuerpo de chispas. Antes de darse cuenta estaba comiéndole el coño a Alexa.

Ella sintió que la halaban del pelo, despertándola de su sueño húmedo.

Slap

La bofetada, trajo su mente a la realidad un instante.

-¡Oye! No me..-Dijo pretendiendo quejarse.

-Se una buena chica.

-Seré una buena chica.

-Has sido una mala chica.

-He sido una mala chica.

-No me comerás el coño, sin mi permiso.

-No te comeré el coño, sin tu permiso.

-No tienes el derecho.

-No tengo el derecho.

-El único derecho que posees, es el de ser mi esclava. Y lo amas.

-El único derecho que poseo, es el de ser tu esclava. Y -Suspiro cálido- Lo amo.

-Muy bien, Kathe, abre la boca.

Introdujo en su cavidad bucal, su pie cubierto por el calcetín de Mickey Mouse, sucio de polvo y sudor, la saliva desbordaba por las comisuras de los labios de Kathe.

-Succiona, es un sabor al que has estado aficionada siempre. Amas el sabor, el olor de mis pies, has fantaseado una y otra vez con esta situación. Tener mi pie en tu boca hace que tu cuerpo este al borde del orgasmo.

Alexa la dejo unos minutos saboreando su calcetín sudoroso, la arenilla, la tela usada. Y cuando los ojos de su amiga estaban desprovistos de todo carácter, de toda posibilidad de lucha. Siguió ejerciendo su poder cuasi-absoluto sobre ella.

-Quítame las medias, Kathe. Hoy pinte mis uñas de rojo con rayas blancas, como caramelos. -Soltó una risilla- Estoy segura que te gustara tenerlos en tu boca. ¿Te gustan los caramelos, Kathe?

-Me encantan los caramelos, mi Diosa.

Alexa molestó las mejillas de Kathe, con su pie desnudo.

-¿Quieres tener mis uñas de caramelo en tu boca?

-¡Sí! Diosa. Lo quiero.

Los fríos pies de Alexa, masajeaban los pechos de Kathe, como un par de pelotas anti-estrés.

-¿Por qué no lo haces?

-Porque no tengo el derecho.

-Mnn. Eres una chica muy obediente. ser obediente es maravilloso, ¿No es así?

-Ser obediente...-Mordió su labio rosado, hasta tornarse blanco, justo cuando su mente cedió a la instrucción dada-...es maravilloso.

-Eres mi juguete sexual, una gatita complaciente, Kathe.

-Soy tu juguete sexual una -Suspiro ahogado- gatita complaciente.

-Tu cuerpo y mente me pertenece.

-Mi cuerpo y mente te pertenece.

-Repítelo en tu mente hasta que quede grabado, preciosa. Empecemos, agarra mi pie derecho, con confianza. Y chupa mi dedo gordo, no te inhibas, te daré el tiempo suficiente para que puedas memorizarlo. Podrás soñar con la recreación de mis pies por el tacto de tu lengua.

-Gracias, Diosa.

Kathe, obediente, con su mente vaciada, rodeó con su húmeda lengua la base del dedo, mientras envolvía con sus labios toda su extensión. Cerró los ojos, y disfrutó del contraste entre la textura de la piel y lo liso de la uña. Su concentración era absoluta.

Ni Kathe, ni Emily, escucharon el celular de Alexa timbrar. La voz extraña, era grave y pausada.

-Pinocho Girl.

-Escucho y obedezco, Amo.

Alexa era la títere de un titiritero mayor. Aunque este había sido un regalo. Era momento de guiar el rumbo de los acontecimientos, y llegar a buenas tierras.

-¿Estas con tus amigas?

-Sí, estoy con ellas.

-¿Donde están?

-Emily esta succionando mi pezón izquierdo y Kathe el pulgar de mi pie derecho en su boca.

-Fantástico, escúchame atentamente, esto es lo que haremos. Preciosa esclava.


-Te vencieron anoche Kathe.

-Eran solo trucos baratos. Aunque debo admitir que debió practicar bastante con las cartas para lograrlo. Además adivinamos ese tonto truco con las monedas, así que tampoco fue una victoria suya.

-Eres muy orgullosa, al menos podrías admitir que fue divertido.

-Sí...sí, pero me intriga que yo no pueda recordar lo ultimo que él hizo. Primero fueron las monedas, luego las cartas, y después estoy en blanco. ¿Te acuerdas de algo anoche? Jamás había tenido una amnesia tan fuerte por el alcohol.

-Lo ultimo, mmn. Fue una sesión de hipnosis, por eso no puedes recordarlo.

-¿Hipnosis?¿Fuimos hipnotizadas?

-Emily y tú. Yo solo fui una espectadora.

Katherine empezaba a recordar, ambas agarradas de las manos, concentradas en la profunda voz del mago de la mascara roja.

-Recuerdo...recuerdo, empezó con una..una diosa griega. -Extrañamente, sintió cosquillas en el vientre.

-Les narró una historia, y cayeron profundamente en trance. Nunca había visto a alguien en trance.

-Estabas yendo a hipnoterapia, ¿me equivoco?

-Tienes toda la razón, el Doctor me ha hipnotizado, para ayudarme a lidiar con la relación con Clara. Aun así, nunca he visto a otra persona caer a un nivel de consciencia tan bajo.

-Bueno, deja la intriga dime lo que hicimos Emily y yo en trance. Espero no haya sido algo estúpido o ese mago me las pagara. Un momento, ¿Donde esta Emily?

-Descansando, me dio lástima despertarla. En realidad, no recuerdo tampoco más allá de un detalle, pellizqué a Emily para ver si no estaba fingiendo. Y luego todo estaba en blanco. Creo que también fui hipnotizada.-Soltó una risilla, como quien no le importa mucho el asunto.

-¿No temes que se haya aprovechado de nosotras? -Dijo Kathe, más intrigada que nerviosa.

-El bar aún tenía gente, dudo que dejaran a un sujeto tan extraño, ¿Viste la mascara ridícula que traía?, salir con tres chicas-zombis. -Puso sus brazos en frente suyo, intentando imitar un zombi de películas clase B.

-Jajaja, supongo que tienes razón. Estoy siendo un poco paranoica.

-¿Sabes? Tengo hambre, Kathe. ¿Me prepararías el desayuno?

-No, lo siento, Alexa. Yo en las cocinas ajenas siempre hago un desastre, me pierdo y termino escarbando todos los cajones.

-Quiero waffles y cereal con abundante leche.

-¿Me escuchaste? No voy a cocinar, Alexa, lo siento.

Kathe en ese momento noto un sabor agrio en su paladar. Tal vez anticipándose a los acontecimientos.

-¿Te has fijado en la lindas pantuflas que me he puesto hoy?

No pudo evitarlo, sus ojos voltearon a ver las pantuflas de su amiga. Unas pantuflas rosadas con orejas de conejo. Se veían cómodas, aunque algo usadas y descuidadas, era normal tomando en cuenta que solo las usaría en interiores. Más allá de eso, eran corrientes, ni muy lindas, ni horrorosas.

Pero no podía dejar de mirarlas, algo en ella esperaba un evento oculto. Su corazón estaba palpitando con fuerza, Alexa movía uno de sus pies, y mientras lo hacía la pantufla se corría más y más, develando su piel.

La pantufla cayo al suelo revelando el pie desnudo, con las uñas pintadas de verde oliva. Kathe no estaba preparada para aquello, quería levantar la vista y reclamarle a Alexa su irrespeto hacia ella, su querida amiga. Esto era más fuerte que toda voluntad que pudiera poseer. No se percató de sus dientes mordiendo su propio labio, ardiendo en deseo, menos aún notó sus manos retorciéndose en reflejo, apretando el asiento de la silla.

Ese pie, era algo nunca visto, juraría que antes vio los pies de Alexa, pero jamás había discernido su belleza. Eran perfectos, buen empeine, un arco con proporción áurea, dedos pequeños y bien proporcionados, piel cuidada, sin callos ni cicatrices. Además el acabado mate de las uñas, resaltaba en medio de todo el espectáculo, la octava maravilla del universo. Alexa contraía uno a uno de sus dedos, en orden ascendente y descendente, exhibiendo su vitalidad.

“No hay duda...esos son los pies de una princesa...¡No! De una reina….no, no es de...es de...una Diosa..” Pensó, cuando su lengua se retorció sin sentido dentro de su boca abierta.

-Mírame a los ojos, ¿Vas a hacerlo?

-Voy a hacerlo. -Respondió Kathe, aterrada por lo que había dicho previamente.

Observó esos brillantes ojos verde esmeralda, que le desnudaban el alma.

“¿Cómo pude atreverme a desobedecer a una Diosa? ¿Estoy loca?...tal vez si la complazco lo suficiente pueda lamer su empeine, con esa linda palabra tatuada...‘love’...Diosa, ¡Oh, grandiosa Diosa del amor y la sabiduría!….”

Se puso de pie, y dio marcha a sus órdenes, prepararía con mesura el alimento para su Diosa.

-Kathe. -Ella se detuvo- Primero hazme un café, con dos cucharadas de azúcar. Repíteme lo que tienes que hacer, esclava.

-Es un placer, mi Diosa. Un café, con dos cucharadas de azúcar, waffles y cereal abundante en leche.

-Muy bien! Andando Kathe, que se hace tarde.

Kathe mecía su culo, de un lado a otro ingresando a la cocina, completamente desnuda. Sobre su cuerpo estaba escrito en labial, el siguiente código de identificación: “Sucia” sobre sus tetas, con la ‘i’ sobre su pezón izquierdo. “Esclava” diagonalmente encima de su abdomen. “Sumisa” justo arriba de su coño. Al lado de su clítoris se acercaba peligrosamente la marca de los labios de su Diosa.


-Existo para complacer a mi Diosa…...Su placer es mi placer….Obedecer es mi destino….No tengo voluntad, estoy sometida a los deseos de mi Diosa….Existo para complacer a mi Diosa….

Alexa contemplo a Emily, boca arriba, con las piernas abiertas de lado a lado, los glúteos acalambrados de mantener tanto tiempo la misma posición. Posó su dedo sobre la piel cubierta con aceite de coco, y lo deslizó, disfrutando del vientre plano, y las suaves tetas de su amiga.

Los dedos de Emily jugaban con su propio coño, enrojecido. Sumiéndola en el placer de la obediencia, a su amada Diosa. Una mano acariciando el clítoris, y abriendo los labios vaginales, mientras la otra empujaba un consolador violeta en su cavidad.

-Manos fuera, Emily.

Dejó reposar las manos en la cama destendida, el consolador a la mitad aún incrustado en su coño. Alexa acaricio las piernas de su esclava amante, sacó delicadamente el consolador, para sentir la suavidad de la carne entre los muslos con la lengua. Mojada, caliente, absolutamente perdida.

-Obedec...Ah..Obed..mmn.Obede..AhHA….

-¿A quien amas más que nadie en el mundo, Emily?

-Yo amo..Ahh...amo….no lo sé.

Alexa tomó las manos de Emily, y las aferro a las piernas de la misma, permitiendole descansar de esa posición forzada en la que había estado por varias horas.

-Oh, Emily, has sido una chica tan buena.

Diciendo esto, clavó sus dedos medio y anular, como un garfio en el interior del coño caliente de Emily.

-Aah..mmn.. -Soltando un gemido seco.

-Repite después de mí: ‘Amo a mi Diosa sobre todas las cosas.’

-Amo a mi..aahs...Diosa sobre...Hh...todas las cosas.

-Otra vez.

-Amo a mi Diosaaa sobre todas las cosas.

-Una vez más.

-Amo a mi Diosa sobre todas las cosas.

-¿A quien amas más que nadie en el mundo?

-A tí, Diosa.

-Otra frase, repite después de mí: ‘Mi voluntad es débil y quebradiza. La de mi Diosa es absoluta e inalcanzable.’

-Mi voluntad es débil y quebradiza. La de mi Diosa es absoluta e inalcanzable.

-‘Mi cuerpo es solo un juguete para mi Diosa.’

-Mi cuerpo es solo un juguete para mi Diosa.

Alexa tomó en sus manos las nalgas de Emily, clavándoles las uñas y alzándolas empezó a realizarle un beso negro, con su larga lengua. Iba alternando entre las ordenes. A veces un cunnilunguis, para después acercarse más a sus pezones besando, lamiendo y mordiendo. Explorando ese lindo cuerpo esbelto, de Emily.


-A la cuenta de tres, despertaras, olvidarás lo que acabas de hacer, olvidarás que estas cubiertas de aceite, no olvides limpiarte los pies para no resbalar. Todo esto a sido a lo sumo un sueño muy placentero. Recordarás las ordenes que has aprendido, pero solo tu mente más profunda y poderosa podrá acceder a tus secretos. Uno, todo es normal Emily, dos, el olor a coño despierta tus instintos salvajes. Tres. Buen día, Emily.

-Buenos días, Alexa. -Bostezó y estiró los brazos- Que gran noche. ¿Tienes alguna pastilla para la jaqueca?

-¿Te duele mucho la cabeza?

-Un poco, siento que el mundo me esta dando vueltas.

-Vamos al comedor, creo que tengo algunas pastillas para la ocasión. -Guiñándole el ojo- Y deja de mirarme los pechos, que me haces ruborizar.

-Sí, ehm. Lo siientoo.

Emily no advirtió que mientras hablaba estaba mirando los enormes pechos de su amiga, se le lograban marcar claramente los pezones sobre la camisa.

Al llegar ambas al comedor, estaba allí, Kathe, inusualmente firme en el asiento.

“¿Por qué esta desnuda?”

-¿Kathe?

-Es normal Emily. Kathe siempre ha estado desnuda.

A Emily no le quedaba duda de lo que sucedía, y lo que debía hacer.

“..Si Alexa lo dice, debe tener razón….”

-Debes tener razón, Kathe siempre ha estado desnuda.

-¿Tienes hambre? -Dijo Alexa, tomando un sorbo de café recién hecho.

-No te preocupes. Yo..-Rugido estomacal-..sí, tengo hambre.

-Kathe, puedes hacernos el favor, trae dos desayunos. Lo mío, y lo mismo para Emily.

-Sí, Diosa.

-¿¡Como!? Kathe no hay necesidad de…

-Kathe, primero un vaso de agua para Emily.

-Por supuesto, mi Diosa.

Alexa buscó la pastilla para el dolor de cabeza.

-¡Hey! ¿Que le sucede a Kathe? Ella no es así.

-¿A que te refieres?

-La actitud servicial, es nuestra amiga, pero ella apenas es amable. Esta no es la Kathe que conozco.

-Te equivocas Emily. Katherine siempre ha sido servicial, su objetivo en la vida es servir a sus amigas. Anoche estuvo atenta a complacernos, ni siquiera tuvimos que tocar un vaso de cerveza, ella misma nos lo llevaba a la boca. Puede parecer excesivo, pero no lo es, porque ella es así. ¿Lo recuerdas?

-Claro, ella...siempre ha sido así.

“¿Como pude olvidarlo?” pensó, hasta donde ella recordaba, Kathe siempre había sido una chupa-medias constante. Debía ser el dolor de cabeza haciendo estragos, agarró el vaso de agua y la pastilla, con un sorbo largo bebió el vaso entero. Al rato volvió ‘la chupa-medias de Kathe’ con un plato de cereales para cada una, y unos waffles con miel.

-Kathe, ¿Acaso te dije que le pusieras miel a los waffles? -Reclamó Alexa.

-No...yo solo quería complacerla, mi Diosa. -Dijo tímidamente. Exculpándose.

-No quería hacerlo, esclava, pero debo ejercer la ley. Seras eliminada. Y al despertar tendrás un nuevo espíritu.

-¡No! Por favor, haré lo que sea.

Kathe se arrastraba de rodillas, al costado del asiento de la Diosa, con gran consternación. Ella haría lo que fuera para evitar sufrir la ira de un ser tan perfecto.

-¿Cualquier cosa?

-Cualquier cosa, Diosa. Yo…

-’Foot-Addict Slave’.

Los ojos ya de por sí perdidos, se tornaron blancos. La mínima consciencia y voluntad de Kathe, fue arrasada por una voluntad mayor y más poderosa, la voluntad de su Diosa, de su ama.

-¿¡Que!? Estoy muy confundida. Alexa, debes responderme unas preguntas.

-Seguro, primero mirame, un momento. No te distraigas. -Se fue desabrochando la camisa del piyama. Exponiendo sus pechos.

Emily perdió desde el primer instante, no tenía posibilidad. Al ver esas preciosas tetas, esculpidas por las fuerzas misteriosas del universo, ella vio lo que Kathe veía, entendiendo directamente el impacto de la belleza de la Diosa.

-¿Respondí a tus dudas?

La anonadada Emily solo asintió con un movimiento de cabeza, no podía articular palabra, porque tampoco podía pensar. La cuchara con el cereal, se deslizó de su mano, cayendo en el tazón.

-Me alegra, sigue comiendo Emily.

Ella volvió a agarrar la cuchara, sin dejar de mirar los maravillosos senos de Alexa, introdujo la cuchara en su propia boca a punta de tanteo. La leche se escurría por sus labios. Y algunas gotas diminutas rebotaban sobre sus pequeños senos para asentarse en sus piernas.

Alexa, se retiro sus pantuflas, automáticamente la esclava Kathe gateo debajo de la mesa, anhelando probar el sabroso y excitante sudor de su Diosa.

-Muy bien, buena chica. ¿Vas a desobedecerme de nuevo?

-No, Diosa.

-¿Vas a obedecerme siempre?

-Voy a obedecer. -Con tono robótico.

-¿Que piensas de las aceitunas?

-Son muy amargas. No las tolero.

Esto lo sabía Alexa con antelación, cuando Kathe notaba las pizzas saturadas de aceitunas, ella las retiraba con desprecio, arrugando los labios. Lo que Alexa desconocía, era el trasfondo de esta fobia, nacida del secundario, un reto que salio mal, una niña traumada luego de comer 43 aceitunas de una tanda, sin descanso. Pronto con la ayuda de Alexa, dicha experiencia pasaría a un segundo plano, producto de la fe ciega a su Diosa amada.

-Mmn, que mal, fuiste tú quien pinto mis uñas de Olivo. Así que cuando pruebes mis pies sentirás ese amargo sabor a aceituna, y en cada lamida este se ira haciendo tu sabor favorito.

-..mi favorito….

Le acercó los pies a la cara, Kathe los tomó con dulzura y empezó a besarlos. En las primeras lamidas a la amarga suela del pie, su entrecejo se contraía en la desesperación, pero no tardó mucho en cambiar de expresión. El sabor a aceituna fue asimilado, y ella estaba obsesionada por tener más. En el mundo solo existían esos fantásticos pies y su lengua.

Alexa sonreía para si misma, mientras partía el delicioso waffle a la mitad.

“Con miel, tal como me gusta.”


Alexa abrocho su camisa, inmediatamente Emily recobro la cordura.

Su cuerpo estaba embarrado de comida, cereal, leche, miel y pedazos de waffle. Lo que presenciaba la sorprendió más. Su amiga Kathe con la cabeza entre las piernas de Alexa, apasionada por su labor.

-Alexa, se me hace tarde par….

Dijo Emily, levantándose de la silla, intentando huir, estaba confundida, y no sabia que ocurría, pero de seguro no le convenía saberlo. Caminó y al llegar a la puerta.

Tintín

El ruido de la cuchara contra el tazón, la dejó pétrea. Sus únicos movimientos eran los vitales.

-Emily. No, Emily. No cambias. Detente Kathe, ve al cuarto de ‘entreno’.

-Sí, mi Diosa. Voy a entrenar.

Alexa, caminó hasta donde Emily. Se puso en su espalda, colocando una mano sobre su vientre, sin tocarla. Le susurró al oído:

-Vas a correrte cuando sientas el calor de mi mano sobre tu coño. Y al hacerlo sentirás el mayor placer imaginable. -Fue acercando la mano a la entrepierna- Tus piernas se tensarán, la sangre cálida de tu cabeza fluirá hacía tu sexo, gotas de sudor tibio se formarán por toda tu piel. Necesitaras complacerte, necesitaras que te complazca, y sabes que el único placer al que puedes anhelar, yace en servirme desprovista de voluntad. No puedes evitarlo, porque eres mía. Mi muñeca sexual. Obediente y sumisa.

La mano de Alexa tonteo por los alrededores, amagó a acercarse más de una vez.

-Puedes moverte, Emily.

-Eres una desgraciada, Alexa. Tú…OH Joder...mmn..¡AH!ahh...no..NO..mmmm..Joder!

Justo cuando Emily pensó en poner en practica sus clases de Defensa Personal. La mano de Alexa atrapo de lleno su coño. Tembló contra el cuerpo de Alexa, sus músculos convertidos en plastilina, orgasmo tras orgasmo. Se escurría en los brazos de Alexa.

-Vamos, huye Emily. ¡Tu puedes! Nunca te rindas. -Se burlaba Alexa, dejándola en el suelo, exhausta, a su suerte.

Arrastrándose logró llegar a la puerta. Escaló por la perilla para ponerse en pie, las piernas le temblaban. Su mente retumbando aun de placer. Estuvo allí con la perilla en la mano, sin moverse. Y la Diosa con poca paciencia, se quito la camisa aproximándose a Emily. Con un solo dedo dirigió la mirada de su amiga hacia sus tetas.

Emily cansada, sin energía dejó que su cabeza rebotara en esas enormes orbes.

“...De todos modos nunca fui buena para luchar…..Una Diosa no puede ser vencida….No tengo voluntad, estoy sometida a los deseos de mi Diosa …..” Pensó, aunque haya tumbado de una patada a hombres que la triplicaban en peso. O logrará escapar y luchar contra un grupo de ladrones con elementos punzantes, cuando era menor de edad. Sin temor y gran habilidad, surcó estos desafíos.

Sin embargo, su amiga de grandes atributos, con una figura impactante, era más poderosa. Un solo dedo basto para que su alma no pudiera resistir, y aquellas luchas pasadas se ahogaran en un gran sueño.

Alexa pronuncio unas palabras, Emily no pudo entenderlas, y sus falsas oportunidades de escape se hicieron más inútiles, de lo que ya eran.

-Lesbo-Pixie.


-Tenemos que repetir lo de anoche. ¿Les parece si el próximo viernes, repetimos el plan?

-Sí, el viernes es un buen día, para descansar de la carga de la semana.-Apuntó Kathe.

-¿Puede ser otro día? El viernes pienso ver una película con mi novio. Me lleva insistiendo desde hace un mes. -Replicó Emily.

-Tu novio puede esperar, Emily. En realidad deseas más que nadie repetir lo de anoche. ¿Me equivoco?

-No te equivocas.

“Nunca te equivocas.” Pensó Emily, sin comprender en realidad lo que pensaba o decía.

-Queda pactado, el viernes próximo, las chicas salimos de fiesta.

Se observaron entre ellas, despelucadas, excepto por Alexa, que lucía un peinado impecable, y las uñas con dos capas de brillo. Una clara tensión se sentía en el aire. Debían despedirse, pero ninguna se atrevía a dar el primer paso.

-Casi lo olvido, que tal si jugamos ‘Bragas Calientes.’

-¡Genial, Bragas Calientes! -Exclamo emocionada Emily.

-¡Hagámoslo! -Apoyó Kathe.

Bragas Calientes, ese juego secreto de amigas, Emily fantaseaba día y noche, con volver a jugar. Y Kathe, practicaba en su casa horas, para poder vencer a Alexa, aunque supiera que era imposible vencerla.

-¿Quien quiere comenzar?

-¡Yo! He soñado con jugar cada noche. -Emily en realidad, no quería decirlo. Pero el inconsciente le jugo en contra.

-Quieta zorra, he estado practicando mucho para vencer a Alexa.

-Te ves ansiosa Kathe. Espero hayas practicado lo suficiente.

Alexa se puso frente a su amiga.

Bragas Calientes, era un juego de resistencia, Kathe mantendría la mirada fija a Alexa. Evitando en lo posible parpadear, mientras ella introducía sus manos entre sus bragas. Colocó las manos en los hombros de Alexa para mantener el equilibrio.

-Empecemos.-Dijo Kathe.

-De acuerdo.

Alexa, agarro con su mano derecha la cara de Kathe, apretando sus cachetes, dejándola con una graciosa expresión de pato.

-Tienes una bella carita.

“….Quiero masajearlos en tu bella carita….” Recordó Kathe, sus bragas se mojaron, sus pezones se endurecieron. Y parpadeó en respuesta.

Alexa simplemente sonrió, relamiéndose los labios. Ignorando lo que acababa de ocurrir, para seguir jugando. Kathe abrió más las piernas para facilitarle el paso

Palpó la tela de las bragas, las retiró a un lado, sus yemas sintieron los labios vaginales blandos.

“Puedo resistir. Puedo resistir. ¡Puedo resistir!” Eso pensaba Kathe, lidiando con sus ojos que tentaban rodar al interior de su cabeza.

La mano de Alexa empezó a jugar más agresivamente, empujó un dedo en el interior del coño de Kathe. La cual puso los ojos blancos, parpadeo tres veces, manteniendo la absurda cara de pato.

-No es suficiente, Kathe. Necesitas practicar más. -Atropelló el mojado agujero con sus dedos.- ¿Vas a practicar más?

-AaAhah..s..as..sí…..voy a practicar.

-¿En que vas a pensar mientras practicas?

“Cuando me masturbo yo pienso en..en..”Por más que lo intentó, Kathe no podía acceder a ese trozo de memoria.

-Veo que tienes dificultades, ¿Que tal si yo te digo en que pensar? -No esperó respuesta, ya la conocía.- Pensaras, en mí y solo en mí, desearas obedecerme, someterte a mí. Ser mi perra sumisa. Una sirvienta para mis caprichos. Imaginas un destino glorioso bajo mis pies. Dí: ‘Soy una perra sumisa merezco que me pisoteen la cara.’-Soltó el agarre de su cara, para tomarla por el pelo.

-Soy una perra...aAhmmn….sumisa merezco...oh, Dios….que me pisoteen la cara.

-Buena chica. Ven ahora.

-AAAAAHaaaaa...mmmmnn..ah..-El orgasmo fue agudo e intenso, corriéndose en la mano de Alexa. Emily que observaba aquellos sucesos poseía un rubor evidente, su amiga había perdido, sin sospechas al respecto.

-Arrodillate Kathe. -Sin soltarla del cabello, la obligo que la mirara.- Eres una perdedora.

-Soy una perdedora.-Admitió Kathe. Su táctica salio perfecta, ella deseaba perder, ansiaba perder. Unicamente en el rol de perdedora, ella succionaría deleitada los dedos de Alexa que hace un momento hurgaban su coño dispuesto. Siendo consciente en cada fibra de su ser que era una perdedora, podía inclinarse con el rostro sumiso a besar los tobillos de su amiga superior.

-Recuéstate, voy a restregar mis pies por esa linda carita.

Kathe por supuesto obedeció, no desaprovecharía esta oportunidad por nada del mundo. Sacó la lengua, extendiéndola por su barbilla, para saborear la sustancia de los pies de esa Diosa hecha carne.

-Eres una guarra, Kathe, no sabes donde he pisado y aún así estas ansiosa de lamer mi planta. -Deslizando el pie por su cara.

Alexa voltio a mirar a Emily. Ahora era su turno.

-Creo que se les hace un poco tarde, vamos a jugar algo nuevo, Emily. Lo llamo ‘Susurros Mojados.’

-¿Como se juega?

-Fácil, acercate a mí y te explicare a detalle.

La ingenua Emily lo hizo, y Alexa le susurro al oído cosas que ella no podía comprender. Los brazos de Alexa la rodearon, las manos amasando su firme culo.

-Hey, Alexa, yo..eehmn..n..a..

Era incomodo hablar para Emily, las tetas de su amiga chocaban con las suyas. Sus muslos temblaban, y ella intentaba mantener el equilibrio balanceando su peso, de una pierna a la otra. Alexa lamió su cuello, beso su rostro y mordisqueo el lóbulo de su oreja derecha.

Su cuerpo había dejado de pertenecerle, no sabía si había perdido o ganado. Solamente sabía que la boca de Alexa tenía sabor a miel derretida con canela fresca. Los brazos sueltos, sometida completamente, su ama se apodero de ella mediante la lengua.


Cruzando la puerta, se disolvieron los recuerdos compartidos. Kathe olvidó la visión que tenía al mirar entre sus tetas, hacía abajo. Emily, olvidó que su cara estuvo entre las piernas de Katherine. Junto la sensación contundente del consolador siendo empujado hacía su coño, el plug anal incrustado firmemente en su culo. Alexa se entretenía, abofeteándole el trasero a Emily o sentándose sobre la bella cara de Kathe.

Emily se rasco la nalga sensible, sobre la cual, sin recordarlo, ella tenía escrito: “Gran”. La otra nalga completaba la frase: “Gran Culo.”

-Estuvo bien dormir donde Alexa.

-Espero que la próxima ocasión estemos las cuatro juntas.

-¡Sería fantástico! Extrañé a Natasha, es muy graciosa.

Charlaron, sin tener la más remota idea de lo que había ocurrido desde que El Extraño de la mascara roja les realizo ese mágico show. Debutando esa idílica noche.

-Aquí volteo. -Dijo Kathe. Faltaban unas cuadras para llegar, cambiarse la ropa y prepararse al trabajo de mañana, en la aburrida tienda de su tío.

-Muy bien, estamos hablando. -Respondió Emily. Sintiendo en sus entrañas que el día no había terminado aún.

Hicieron contacto visual, sin despegar la mirada.

-Bien, adiós.

-Sí, nos vemos.

No importaba cual fue la primera en avanzar. Se unieron en un beso cariñoso, Emily enrollo su lengua en la de Kathe. Kathe atrapo su boca y succionó, asimilando la sabrosa saliva de su compañera. Durante cuatro minutos exploraron sus labios, sus papilas, sus dientes. Sin creer que alguien las observara. Pero Él las veía, veía el resultado del laborioso trabajo de Alexa.

“Perfecto. Es mejor de lo que esperaba.” Pensó. Las chicas ignoraron su presencia, tal como se les había indicado.

Separaron sus labios conectados por un frágil hilillo de saliva. El hombre se acerco a ellas. Puso sus manos en los hombros de cada una.

-Me emociona volver a verlas.

-¿Quien es usted? -Pregunto alterada, Kathe.

Emily miro la entrepierna del extraño, un solo rodillazo en los testículos, y aprendería a no meterse con quien no le corresponde. Eso pensó Emily antes de que él volviera a hablar:

-En guardia, ‘Lesbo-Pixie’.

Kathe nunca vio esa mirada perdida en Emily, sumisa, dispuesta a permitir que hicieran lo que quisieran, con su integridad. Intentó moverse de su lugar, pero sus piernas estaban rígidas, adheridas al suelo. Cuando probó abrir su boca para gritar, sus labios se mantuvieron cerrados, cosidos por nailon intangible. Lo único que pudo hacer fue mirar el collar del extraño, un anj (cruz egipcia) metálico, su corazón estaba a punto de estallar.

-Has perdido, Kathe. -Ella pudo recordar antes de desaparecer en la bruma del inconsciente, el dedo del mago sobre la carta escogida.- O debería decir, ‘Foot-Addict Slave.’

Jamás Kathe, imaginó que ese día, por primera vez le cubrirían el rostro de espeso semen. Y ella tragaría cada gota de esa corrida. Siendo su sabor favorito, sin contar el de las aceitunas. Emily, se moriría de vergüenza si supiera, que por dichoso evento, su imagen estaría en internet, ella con un antifaz plateado. En un canal exclusivo, bajo el pseudónimo de “Swimming In Cum.”

-Abre la boca Emily, como en las citas odontologicas. Buena chica. Escupe en su boca, Kathe. Excelente. Saborea Emily, saborea y traga. Ahora te toca a tí Kathe, muy bien. Vuelve a intentarlo, Emily, con uno o dos intentos más, acertaras. Eso es, ahora, Kathe, saborea y traga lentamente, disfrutalo. Magnifico. Vayámonos a un sitio más propicio, a divertirnos.

-Sí, Amo. -Respondieron las dos al unísono, siguiendo los largos pasos del extraño.