Dios no está en la radio

Pequeña reflexión sobre la ignorancia hacia Dios. Espero les agrade, es muy corto.

Dios No Está En La Radio

Encendió la radio y escuchó que el puesto de Dios estaba vacante, ya que el anterior que había durado desde Adán y Eva acababa de renunciar alegando que la paga era nula y el agradecimiento era insuficiente.

Dicho Dios no sólo era eso, era un Dios singular, era extremadamente perfeccionista, solamente se tenía que ver las maravillas que creó, todo exacto, a su tiempo y a su medida. Dentro de su singularidad estaba la música, desde que formó a Frank Sinatra le apasionó ese arte. Por ésta razón, decidió probar suerte como conductor de radio, pero ser creador de todo el universo no le bastó, no tenía las suficientes "influencias" para lograrlo. Intentó ser cantante, pero aunque era bastante afinado no convenció a los productores. Alternó entre una y otra cosa, probó ser como Picasso, más tarde un Einstein, un Cervantes y hasta un Anthony Hopkins, pero en todo fracasó, y en menos tiempo del usado para crear al planeta.

Sentado y desolado a mitad de la calle, sin quién recurrir o a dónde ir, se puso a llorar, de repente, sin más ni más, se fue a bailar, se fue a una de las tantas discos de aquella fría y desesperanzadora ciudad. Al llegar a aquel antro, quiso ser mesero, cajero, baterista y saxofonista, limpia baños, barman y garrotero, pero fracasó. También quiso ser DJ y todo cambió para bien, fue reconocido, aplaudido y halagado; le gustó y le gustó mucho. Probó ser díscolo y soberbio, quiso saber que era lo que tanto le atraía a los humanos de probar el mal camino, pero no lo consiguió, simplemente, no pudo...

Mientras, en el resto del mundo, las cosas seguían tal cual; excepto que se extinguía el amor, crecía el dolor, se sentía el odio, el rencor envenenaba las almas casi puras, la guerra no cesaba y los milagros se eclipsaban como instantes en un siglo, la esperanza se evaporaba como la lágrima de una madre que ve morir a un hijo. Los santos ya no respondían a los llamados de angustia y temor de la gente, las vírgenes ya no lo querían ser más, los ángeles caían y los demonios aumentaban y ahogaban su padecimiento en cianuro con vodka.

Nadie se había percatado de la ausencia de Dios, nadie sabía lo que pasaba y nadie se imaginaba que ahora, Dios, trataba, más no lograba ser un frágil, temperamental y lujurioso ser humano, un mentiroso e insensible hombre.

Dios era noble por naturaleza, era sincero y amoroso, nada rencoroso y perdonaba hasta la más grave falta, excusó todos los pecados del mundo, pero se hartó de haber sido cambiado por un Cristo de madera, de haber sido relegado por Santos que de Santos no tenían nada, y por vírgenes que eran todo menos reales.

Y afuera, todos preocupados por la globalización e inflación; por el peso contra el dólar; por el dinero y la economía, no se percataban de la falta del todopoderoso. Dios quiso leer sobre finanzas, cultivarse en comunicaciones y transportes, aprender sobre cultura y ciencia, pero ninguna de esas actividades le sentaba bien. Él no era un ser humano, era el creador de la humanidad, de esa humanidad que había olvidado el significado de serlo: el perdonar, no juzgar; crear, no destruir; amar, no odiar.

Fastidiado de tratar de cambiar su inmortalidad por un poco de vino y mujeres, regresó a su puesto en el infinito. Ahí, se dio cuenta que las cosas, en la Tierra, marchaban como si no se hubiese ausentado por 7 meses.

El regreso no le convenció, y tras 7 años de seguir en el puesto otra vez, Dios, como Dios, en toda su magnificencia y esplendor, bajó a la Tierra. Ya aquí, se fue a caminar, no entendía nada, o al menos no quería entenderlo, por lo cual, decidió irse definitivamente dejando el puesto de Dios vacante por completo. Ya no quería más dolores de cabeza, ni mirar como se tensaba la cuerda de la fragilidad humana.

La noticia fue anunciada por algunos arcángeles, y de inmediato llegaron cientos de solicitantes: San Pedro, San Lázaro, Santa Mónica, San Cipriano, San Sixto, San Cosme, Satanás y el mismísimo San Juan Diego. De nada sirvió la fila ya que ningún "encargado" del cielo sabía qué hacer en esos casos, pues era la primera vez en milenios que Dios abandonaba su puesto.

La vida en el paraíso e infierno era desolada y aburrida; mientras,  la Tierra era un caos total, únicamente cielo e infierno sabían de la retirada de Dios, sin embargo, en la Tierra, nadie lo sabía, o mejor dicho, nadie se había querido dar cuenta. Como yo, que no me di cuenta que cuando necesitaba que alguien me dijera una palabra de aliento, Dios me mandó una tormenta eléctrica.

El mal cobraba fuerza aquí abajo, Lucifer se retorcía, pues no tenía contrincante, todo empeoraba, y se avecinaba un final, pero, no podría haber un fin sin Dios, porque él sería el único que escribiría ese desenlace.

Lucifer decidió llevar las riendas del universo, pero no supo cómo hacerlo. Las vírgenes del cielo, hartas de su celibato, recurrieron a los Santos; los ángeles, cortaban sus alas; los arcángeles, dejaban de luchar, ya que los demonios estaban dejando de serlo, y Lucifer, el malvado Lucifer, lloraba en su trono de oro y terciopelo rojo; las ánimas del purgatorio ya no sufrían ni gritaban y los condenados del infierno se liberaban de sus cadenas y dejaban de trabajar.

En tanto, los humanos se destruían cada día un poco más, la flora caía y la fauna desaparecía; la humanidad estaba siendo usada para saciar la sed de destrucción de otros hombres, el hombre se estaban convirtiendo en el lobo del propio hombre...

La abuela, apagó la radio, cobijó a sus nietos y sabía que el puesto de Dios seguía vacante; lágrimas corrieron por sus mejillas, un silencio aterrador reinaba la ciudad, y un secreto atroz ennegrecía el corazón...

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA, O PRODUCTO DE UNA EXTRAÑA Y ENFERMIZA MENTE HUMANA.

FIN