Dios es negra
Debo de salir de viaje de trabajo y dejo a María sola en Madrid...
Para entenderlo mejor leerse CAsado por una apuesta, de Viaje de novios por una apuesta y torturando por una apuesta
María se levantó hecha una piltrafa pero con una sonrisa en su cara.
- tenemos que repetirlo.
- ¿el qué? - le dije riéndome.
- Lo de ayer y todo lo que se te ocurra.
- ¿Ósea que si te meto a una mujer en la cama…?
- Si quieres a otra mujer en la cama, tendrás a otra mujer en la cama, de eso descuida. Siempre y cuando este yo, claro esta.
- Me da miedo saber donde te estas documentando – le dije mientras mi mujer bajaba al pilón y se metía mi polla en la boca y empezaba a mamar.
María no dejó de comerme la minga hasta que exploté en su boca llenándole la misma de la poca esperma que me quedaba.
Me costó irme a trabajar aquella mañana, sobre todo cuando al salir del baño ya duchado y vestido y después de darle un beso de despedida, María abrió las sabanas y sus piernas a la vez enseñándome su abierta raja. Casi vuelvo a saltar a la cama.
El día fue largo, complicado y muy denso. Por primera vez desde que me casé con María iba a tener que irme de viaje y la verdad a pesar de lo que pudiese pensar seis semanas antes me jodía pasar tiempo sin ella. En principio pensé en llevármela, pero era una viaje relámpago a San Francisco con más gente de la empresa y no era plan. Iba a estar de viaje ni 48 horas y no podía ser.
Como solía ser costumbre cuando llegaba tarde de trabajar, una magnifica cena me esperaba y una botella abierta de Ribeira Sacra. María me contó su día y yo poco pude decirle del mío, aparte de que me iba en dos días a San Francisco a hacer un “mete saca”
- mete saca es lo que va a hacerme a mi ahora mismo - y cogiéndome de la mano me condujo a nuestra habitación donde empezó a afinarme la flauta. Una vez mi herramienta estaba del todo afinada, se bajó los pantalones, se arrodillo en la cama y abriendo sus cachetes me dijo que la tomase.
Mi polla entró como si María llevase desde cría siendo fornicada analmente. En cuanto puse mis manos en sus caderas para empezar a envestirla, María empezó a gemir y a disfrutar que el placer le provocaba en sus puntos nerviosos anales.
No se la saqué del culo hasta que 20 minutos después noté como una ola de electricidad corría mi espalda llegándome hasta los cojones, lo cual provocó que inundase sus entrañas con mi cálida esperma.
Dormimos pronto pues yo tenía al día siguiente otro duro día.
María, para no perder la costumbre me despertó con una agradable comida de polla.
El día de nuevo fue duro, largo y estresante. Como era la primera vez que nos íbamos a separar, esa noche salimos a cenar.
La noche no decayó cuando entramos por la puerta de casa. María se pellizcaba sus pezones mientras botaba sobre mi dura polla, yo le metía un dedo en el culo desde detrás y jugueteaba con él en su interior
- dios mío, como me gusta sentirme empalada.
- Como me gusta empalarte.
- Dame sin miedo, hoy te quiero solo en mi coño.
- Como quieras.
- ¿qué voy a hacer sin ti dos noches?
- Portarte bien
- ¿Bien o bien?
- Que es bien y que es bien.
- Bien es hacer de buena esposa y pensar en ti, el otro bien es pero que muy bien.
- Te dejo hacer lo que quieras.
Y me la seguí follando duro. Cambiamos de postura un par de veces antes de que amasándole las tetas me corrí como un burro en su interior.
María me acompañó al aeropuerto y alguna lagrima le cayó cuando nos despedimos. Entre mis subordinados no dejaban de mirarse, todos sabían que nos habíamos casado por una apuesta, todos sabían que aquello iba a durar los tres meses que la apuesta exigía y todos sabían que ella era una ex monja. Nadie daba crédito.
El viaje fue un autentico coñazo. AL principio muchas risas en el avión, después intentamos dormir, después películas, algún pasteleo con una de las azafatas y llegada molidos al hotel. Nos dio tiempo de ducharnos, arreglarnos y salir a la reunión.
La reunión fue un éxito. Después de tres horas de largas negociaciones, vendíamos a unos inversores una aplicación que representaban 20 millones de euros en beneficios. En condiciones normales hubieras ido a celebrarlo, pero estábamos muertos. Volvimos a hotel y nos fuimos a dormir un par de horas. La idea era dormir un poco, cenar a la hora que fuese, volver a dormir y llegar al avión sin tener el sueño cambiado.
Dormí como un rey exactamente tres horas. Me duche, me puse algo cómodo y baje al bar de hotel. MI idea, a pesar que eran las 4 de la tarde allí, era picar algo, beberme unas copas y caer redondo en la cama hasta que fuese la hora de ir al aeropuerto.
Me pedí una copa y una pizza. Estaba solo.
- ¿pronto empiezas no? – me dijo una voz femenina.
- ¿perdón? – dije volviéndome y viendo a la azafata con la que había estado vacilando en el vuelo.
- Tu eres la azafata del vuelo, ¿no?
- Si, y tu el de la 3F, ¿no?
- Pues la verdad no me acuerdo si era la 3 o la 2.
- La 3.
- ¿Y que bebes?
- Un ron con coca cola ¿quieres uno?
- Pues no se… mañana trabajo.
- Si, de hecho me llevas a de vuelta a casa.
- Bueno, pues una copa no me va a hacer mal.
- La verdad es que mi idea es tomarme aquella pizza que se esta horneando, tomarme tres copas y dormir borracho hasta la salida de avión.
- ¿borracho?
- Si para no dar vueltas en la cama
- Buena táctica, desafortunadamente si la llevase a cabo estaría todo el día borracha, estas cosas son el plan nuestro de cada de día cuando eres azafata.
Nos contamos nuestras vidas, nos venimos unas cuantas, nos comimos dos pizzas. Lorena me contó que se llamaba Lorena. Hija de piloto y licenciada en Biología. Azafata desde que acabó la carrera. 36 años. Yo le conté mi vida por encima, ella era de más hablar.
Estando los dos debidamente borrachos decidí que era ya hora y así se lo hice saber. Pague la cuenta y cogimos el ascensor. Mi ascensor transparente se cruzó con uno que bajaba en el que iban Rodolfo y Antonio. Ambos se rieron cuando me vieron que subía con la azafata.
- ¿me invitas a la ultima a tu habitación? – me dijo.
- Pero rápida – le dije sabiendo donde me metía.
- ¿Qué numero es?
- La 1128
- Perfecto, déjame que suba a la mía, me pongo un poco más cómoda y bajo.
- Ufff no se si me vas a encontrar dormido cuando llegues.
- Es solo un minuto, pon las copas mientras tanto.
Lo cierto es que puse una copa porque pensé que Lorena no vendría pero para mi sorpresa llamaron a la puerta y era ella que ahora vestía un kimono azul. Le di mi copa.
- ¿y la tuya?
- Estaba en ello – puse una segunda.
Me di la vuelta justo para ver como Lorena dejaba caer su vestido al suelo y se quedaba totalmente en pelotas. No era el cuerpo de María pero estaba muy muy muy buena.
Lorena paso su dedo desde su boca hasta su coño pasando por su pezón izquierdo.
- ¿de verdad solo vamos a beber?
Yo l di un trago a mi copa, la deje sobre la mesita de la tele y acercándome a ella la cogí del pelo y le hice darse la vuelta.
- no, no solo vamos a beber - le dije besándole el cuello - es más – le dije cogiendo su mano y acercándosela a su coño – vas a enseñarme que podría hacerle.
Empecé a acompañar su cuerpo y su dedo mientras se masturbaba. AL principio acompañado por mi mano, después ya ella sola. Sin que dejase de masturbarse la hice caminar hasta la cama y tumbándose en ella, abrirse totalmente de piernas y darse placer sin parar.
- joder no me había masturbado nunca para nadie a las seis de la tarde.
- Pues siempre hay una primera vez para todo.
Lorena se masturbaba con rabia jadeando como una descosida, sacaba la lengua mientras me miraba. EL mensaje era claro. Saqué mi polla de la bragueta y lo dirigí a su boca. No me recree mucho en que ella jugase con su lengua en mi prepucio, simplemente se la metí y dejé que chupase mientras se acercaba a un poderoso orgasmo.
Agarró mi polla por primera vez para sacársela de la boca en el momento que se corría. SU cuerpo se tensó, dejó de gemir, me apretó la polla y y abrió la boca.
Cayó rendida.
Lorena se puso a cuatro patas como pudo, abrió su almeja. Yo todavía con la polla fuera me puse en posición de embarillarla. Apunté mi capullo a su raja y justo cuando iba a dar el estoque de gracia me acordé de María y como debía de estar guardándome ausencias.
- Lourdes, no puedo – le dije apartando mi polla de la bocana de su coño.
- ¿Pero? ¿estas bien?
- Estoy cojonudamente, pero estoy casado y no debo hacer nada de esto.
- Yo tengo novio y no pasa nada.
- A ti no. A mi si. Por favor vístete y vete. Lo siento.
- ¿Me vas a dejar así? ¿Y si te la chupo un rato más? ¿Si te hago un masaje?
- No, de verdad, hemos llegado muy lejos.
En realidad no me dijo nada, pero si hubiese pensado en voz alta me hubiese puesto a caldo. Se volvió a poner el kimono y salió.
Me costó dormir, no me conocía.
Lorena se pasó todo el vuelo de vuelta echándome miradas asesinas. Solo ella y yo en ese tuvo de metal lo sabíamos, pero si hubiese podido me hubiese matado. Aun así, y cosas de la vida, me dio un papel con su teléfono una vez tocamos tierra.
Eran las nueve de la noche y después de tantas horas de vuelo, solo quería llegar a casa. Le mandé un mensaje desde el móvil.
- ya he aterrizado, voy para casa.
- Lo sé.
- ¿Cómo lo sabes?
- Una app.
- Ya veo…
Cuando abrí la puerta la casa, olía a ella. En el suelo había una nota.
“desnúdate y ven al cuarto”
Estaba cansado, pero la deseaba. Tiré las maletas y me desnudé. Mi polla se iba levantando según avanzaba hacia la puerta. Gemidos salían del cuarto, la muy cerda se estaba masturbando mientras esperaba.
En cuanto entre en el cuarto, casi me quedó sin aire. María desnuda tenía su cabeza en la entre pierna de una negra de catalogo, la negra a su vez tenia su cabeza en la entre pierna de mi mujer. Se estaban marcando un 69 de campeonato.
Una nota puesta en el suelo rezaba.
“tomate esta pastilla azul, elige agujero y mete”
Penetré a la negra, no por ser negra, ni por ser la novedad, simplemente el coño y culo de María estaba en peor posición. La negra ni se inmutó cuando mi polla le taladró el coño. Era áspero por dentro, una cosas curiosa. Empecé a darle con ganas. La tía empezó a agitarse pero en ningún momento dejó de lamer a María que se retorcía de gusto al contacto de su sensible raja con la lengua de mi montura.
Cambiamos de postura y María se abrió ante mi, mi polla fue como un obús a su coño. La negra, que no tenía ni idea de cómo se llamaba, se sentó en su cara mientras desde arriba sobaba los pechos de le ex novicia.
Saque mi polla de aquel coño que tanto placer me daba últimamente y procedí a taladrar su culo. No se de donde sacó la negra un vibrador, pero cuando me quise dar cuenta se lo había metido a mi mujer en todo el coño. Yo manejaba mi polla y la negra el vibrador y las dos se encontraban en el interior de la chica. María casi no podía ni lamer del placer que todo aquello acarreaba.
La negra se canso de recibir poca lengua y de ser ella la que otorgaba todo el placer por lo que se bajo de su posición y se puso a cuatro patas. Tampoco era plan de ser descortés con los evitados. Deje a mi mujer con el coño ocupado por le vibrador y traslade mi polla desde el culo de maría al oscuro ano de la chica de color.
Costó un poco que entrase, pero una vez dentro fue ella la que empezó a moverse como si el mundo fuese a acabarse, yo solo tenia que poner la polla y ella lo hacia todo. Con mi mano derecha agitaba la polla de plástico en el coño de mi mujer, la cual no tardo en hacerse con la replica de la polla de Rocco y agacharse a lamerme las pelotas, todo esto sin sacar le juguete de su interior.
Mi polla era un tótem y no flaqueaba en ningún momento, la negra se aprovechaba de aquello y gozaba como si la vida le fuese en ello.
Finalmente María fue la que se tumbo abierta de piernas delante de la cara de su amiga, la chica bajó la cabeza y empezó a pasarle como podía su lengua por la pronunciada pepitilla de la golfa de la ex monja.
Debía de estar muerto por el viaje y las horas despierto, pero aquello parecía no parar.
María me tumbó en la cama y se subió encima de mi pronunciada polla. La negra se fue al baño y cuando apareció de nuevo estaba vestida
- me tengo que ir a trabajar. Muchas gracias María me ha gustado mucho. Encantada a ti también – nos dijo la chica mientras daba un profundo morreo a mi mujer y se iba dejándonos solos dándonos placer unos a otros.
María apoyó mis manos en mi pecho y yo agarré sus tetas pellizcando sus pezones.
- ¿te ha gustado tu sorpresa?
- Me ha encantado, pero más verte a ti
- ¿Solo verme?
- Y metértela.
- He sido muy buena.
- Ya lo veo.
- No, pero buena de lo otro.
- Ósea mala.
- Si un poco.
- Cuenta.
- Me da un poco de vergüenza.
- ¿Te da vergüenza contarme en que fuiste buena y no de que te vea comiéndole la almeja a una negra?
- Esta bien. Ayer decidí salir sola por primera vez en mi vida. No tenía ni idea a donde ir por lo que me metí en la guía del ocio y estuve buscando lo más de Madrid. Finalmente descubrí que era un lugar llamado Amazónico. Vi unas cuantas fotos del lugar y me hice una idea de cómo debía de ir vestida. Realmente parecía una guarra, pero lo era.
Llegue sobre las once, me fui a la barra y pedí una copa. Joder que precios. No tuve que esperar mucho para que el primer guaperas de barra de bar se me acercase.
Yo seguía moviéndome viendo como el cuerpo de mi mujer se tensaba y destensaba victima del placer.
- ¿cuanto cobras? – me dijo. Casi me echar cuando le solté una bofetada. Se montó un revuelo que santa madre de dios. El chico se alejó humillado, pero al momento llegó Katty, la chica que has visto hace un momento.
- Visto y sentido.
- Si, se vino riendo y diciéndome que se partía de risa por haber abofeteado a aquel baboso. Me preguntó si podía acompañarme y nos tomamos un par de copas juntas. El camarero no invitó. Por lo visto era su marido, ella era camarera de sala del restaurante y ya había acabado su turno.
Bebimos hasta que cerraron. Realmente me lo había pasado bien, pero no había logrado mi objetivo. Katty me propuso ir a tomar otra a un bar al lado donde se nos uniría Humberto, su marido.
Salimos y después de andar 5 minutos llegamos, pedimos unas copas y hablando y hablando le comenté la razón por la que había acudido al Amazónico. Quería conocer una tía que hiciese un trio conmigo y mi marido.
- yo misma.
- Pero tu estas casada.
- Mi marido y yo creemos firmemente que eso de la monogamia es un camelo.
- Yo no opino lo mismo.
- ¿Y el trio que quieres?
- Quiero verle gozar.
- Si así lo ves… yo te ofrezco un trio esta noche con Humberto y mañana o cuando quieras lo hacemos con tu marido.
- Lo siento, pero soy mujer de un hombre.
- ¿Y venir a mirar?
- ¿A mirar el que?
- Como me monta. Seguro que le pone a cien que esta noche tengamos espectadores. LA verdad es que a mi también, mira como se me ponen los pezones de pensarlo.
- Te digo algo en un rato.
Humberto llego al rato y se pidió una copa, la verdad s que el tío estaba buenísimo y no podía dejar de pensar en como debían de follar los dos.
Cuando salimos de bar para irnos. Un “¿vienes o no?” me hizo decidirme.
La pareja vivía en un mini ático en un barrio llamado Malasaña, creo. Subimos por unas angostas escaleras hasta su casa. No se demoraron mucho, para cuando me quise dar cuenta, la negrita se había desnudado y con la polla del chico en la boca empezaba a tocarse el sexo. Me impresionó aquel coño, con tanto pelo negro y luego tan, pero tan rojizo por dentro.
Humberto se fue desnudando y cuando me di cuenta ambos hacían un 69 y yo tenía mi mano dentro de mi falda y rozaba mi raja por encima de mi braga.
Fue Katty la que se acercó a mi cuando su novio la penetró a cuatro patas. Apartó mi mano, rasgo mis bragas y metió su cabeza entre mis piernas. Me lamió de una manera salvaje, casi primitiva. Era excitante ver como Humberto le daba desde detrás y yo mirándole a los ojos recibía una excelente mamada. Saque mis tetas para poder tocármelas mejor y cuando me quise dar cuenta era el novio de Katty quien esturando el brazo me las sobaba, sabía que estaba mal, pero estaba fuera de mi.
Katty se sacó la polla de su chico y se la metió en la boca. Me agarró de la cabeza y me hizo bajarme a su pubis el cual no tuve más remedio que chupar. Sabía… distinto. Me gustó el sabor, pero sobre todo notar como la negra se retorcía de placer.
Humberto nos dejo solas e hicimos un maravilloso 69. Katty me iba guiando y me encantó tocar sus pechos y su culo mientras le lamia el coño y ella me lo hacía para mi. Nos corrimos como posesas ante la mirada de Humberto que fumaba impasible a nuestro lado. Yo estaba desnuda delante de desconocidos y confieso que no tenía el menor pudor de verme de esa guisa.
Humberto apagó su cigarro y se acercó a nosotras, tal y como estaba, puso una mano en mi cadera y apuntó su polla a mi abierta raja. Me moría por sentir carne en mi interior pero cuando noté la polla del chico tocando mis labios menores me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer y me aparté.
- no, soy una mujer casada.
Humberto me miro con asombró. Su novia haciéndose cargo, se levantó y se metió la dura polla en el coño. Desde el suelo, Katty me hizo sentar en su cara y me lamió el coño hasta que ambas nos corrimos como locas.
Humberto toco mis pechos e incluso creo que nos besamos, pero me fui de allí contenta porque sabía que hoy iba a pasar lo que acaba de pasar.
- eres maravillosa – fue lo único que acerté a decir.
Yo no dije nada. Simplemente le di la vuelta y penetré su abierto coño hasta el fondo. Agarré sus tetas desde detrás y empecé a joderla con fuerza hasta que los dos caímos rendidos y satisfechos.
María cada día me sorprendía más.