Dilema hetero-homosexual

Helena me gusta mucho, pero ella se entregará a mí con una condición previa que no me atrevo a cumplir.

Me llamo Ricardo. Nunca me han gustado los tíos, lo juro. Me gustan las tías. Como aquella chica, Helena. Estaba loco por ella, pero había un problema, ella tenía novio. Sin embargo, me gustaba tanto que intenté olvidar lo del tema de su novio e intentar obviarlo y marginarlo si era preciso.

Una noche en la disco, el pelma de su novio la dejó un rato sola. Apenas se tocaban, el tío parecía gilipollas. Me acerqué a la chica y le propuse salir de allí juntos, dejar a su novio. Helena río y me dijo que no era su novio, que era un amigo. Aún así le propuse irnos sin él, pero ella me dijo que no iba a ningún sitio sin su amigo Pablo.

Me reí y le dije a Helena que ella me gustaba mucho y que quería irme a la cama con ella, que no pretendería que nos llevásemos a la cama también a Pablo. Ella movió la cabeza afirmativamente. Me lo pensé, jamás monté un trío, pero por estar con ella merecía la pena. Lo malo fue que una vez desnudos en la cama Pablo me confesó que era gay. Estuve a punto de salir corriendo, pero Helena era un bombón demasiado apetitoso como para renunciar a él por un escrúpulo hacia lo homosexual.

Tanto Helena como su amiguito gay querían chuparme la polla y no me negué, por lo que pasé un buen rato, no voy a negarlo. En eso estuvimos, pero luego vino lo de tener que penetrar algún agujero. Se la quise meter en el coño a Helena, sin embargo ella se opuso si antes no sodomizaba a Pablo. No quise hacerlo. Al despedirnos Helena me dijo que la tendría siempre y cuando le hiciese aquel favor previo a su querido amigo. Que la telefonease si cambiaba de opinión.

La chica me gusta a rabiar y quiero follármela. ¿Qué hago?