Diferentes texturas para el placer

Comencé deslizándolo suavemente por mis muslos, lo cual me estremeció un poco y comenzó a generarme una erección. Después, lentamente, acaricie mis testículos, aprisionándolos suavemente.

DIFERENTES TEXTURAS PARA EL PLACER

Darse placer a uno mismo es un verdadero arte y requiere de todo el cuidado y la dedicación para lograr entregarle al cuerpo todas las sensaciones que se merece. Es por eso que recientemente decidí aprovechar una noche de soledad, en la que mi esposa viajó a otra ciudad para ocuparme de investigar sensaciones nuevas y brindarme placer con objetos, olores y texturas que permitieran ampliaran las posibilidades de una masturbación mas allá de la aburrida rutina normal de la mano limpia.

Las siguientes líneas describen las pruebas que realice durante esa noche de placer y cachondez totalmente desnudo sobre la suave alfombra de mi apartamento. Sugiero que, a modo de manual, sigan estos procedimientos y disfruten en casa de estas deliciosas sensaciones, sin límites ni prejuicios y si es en pareja pues mucho mejor.

Filete crudo y fresco:

Lo primero que experimente fue acariciarme con un buen trozo de filete de res, crudo y fresco. Lo saque del refrigerador una media hora antes para que no estuviera tan frio, y cuando sentí que tenía la temperatura perfecta comencé a disfrutarlo.

Comencé deslizándolo suavemente por mis muslos, lo cual me estremeció un poco y comenzó a generarme una erección. Después, lentamente, acaricie mis testículos, aprisionándolos suavemente con el filete. La sensación era deliciosa e indescriptible gracias a la textura del jugoso filete que humedeció toda la zona. Posteriormente deslice la deliciosa pieza de carne por mis nalgas, acaricié la comisura de mi ano y regresé a mi entrepierna para luego subir al pene, que en aquel momento estaba erecto como el mástil de un velero.

Concluí mi exploración carnal en mi pene, tome el filete y aprisione mi erecto miembro comenzando con rítmicos movimientos hacia arriba y hacia abajo. La sensación es comparable con la mejor de las vaginas y muy superior a la que se siente con cualquier masturbador de látex. Me excite tanto que estuve a punto de eyacular pero me detuve a tiempo pues mi objetivo era seguir experimentando texturas, olores y formas.

Azúcar y crema, mucha crema:

Pase de la suavidad del filete a buscar sensaciones un poco más abrasivas, pero sin duda no menos deliciosas. Decidí entonces preparar crema con azúcar, receta con la cual mi esposa exfolia su cutis, e impregnar mi entrepierna, mi ano, mis nalgas, mis testículos y obviamente mi pene, que permanecía erecto y expectante.

Inicie una serie de caricias que me permitieron sentir la textura del azúcar y su suave abrasión sobre mi piel. En mis testículos sentía como la crema disolvía los pequeños granos. Acaricie la comisura de mi ano y sentí el rico cosquilleo de las deliciosas partículas. Acaricie mi ombligo, mi panza, mis ingles, y tome mi pene erecto estimulado por la exquisita tortura del azúcar suavizada por la crema. Nuevamente estuve a punto de eyacular pero me detuve a tiempo, pues mi sesión de experimentación aun no había concluido.

Un baño con sopa de tomate caliente:

Ahora el cambio de texturas y sensaciones sería radical. Había sentido la frescura y suavidad del filete, la abrasión de los granos de azúcar con crema y ahora quería sentir una especie de lava caliente recorriendo mi piel. Procedí entonces a permitir que una deliciosa sopa de tomate que había en mi cocina recorriera mi sexo como lava ardiente que sale de un volcán. Debo primero aclarar que la sopa estaba a una temperatura aceptable, pues soy un inquieto explorador del sexo, no un masoquista. Igualmente tome la precaución de colocar una toalla en el suelo para no estropear la alfombra y correr el riesgo de ser asesinado por mi esposa.

Con un tazón inicie a derramar la sopa roja y espesa sobre mi cuello. Como una corriente de lava el fluido bajo por mi pecho, inundo mi ombligo y llego hasta mi pubis afeitado que permitió que la sopa llegará hasta mi pene que inmediatamente se estimuló con la temperatura y el cosquilleo del líquido. Tome otro tazón y deje caer la sopa desde cierta altura sobre mi pene. Era deliciosos sentir el espeso fluido golpeando mi glande por lo cual repetí el procedimiento varias veces. Me estimulaba mucho el delicioso olor de la sopa, hecha con una deliciosa combinación de especias por lo cual también chupe mis dedos e impregne el círculo de mi ano que percibió un delicioso cosquilleo ocasionado seguramente por el picante de la pimienta.

Para terminar, un buen Vermouth:

Tirado en el piso, mojado y excitado por las diferentes sensaciones experimentadas hasta el momento, recordé un verso que dice "Que placer tan increíble, que placer tan inhumano, es meterse por el culo una botella de Cinzano", y aunque parte de mi intención era esa lo primero que tenía en mente era otra cosa:

Destape una botella de vermouth Cinzano blanco que había en mi bar y la mezcle en un vaso con una burbujeante Ginger Ale. Comencé a derramar la espumante mezcla sobre mi pene que sentía las traviesas burbujas explotando en mi glande lo cual me acercaba cada vez mas al orgasmo y a la eyaculación que venía conteniendo desde hace rato. El delicioso olor del vermouth me enloquecía mientras las burbujas me picaban los testículos y el culo. Decidí entonces volver a tomar el filete y agarrar con el mi pene, el cual comencé a pajear activamente.

A punto de explotar decidí también complacer a mi ano, pues aunque no soy gay, confieso que soy un adicto empedernido del placer anal. No me metí la botella de Cinzano, aunque estuve tentado, pero si introduje un adorno cilíndrico de madera que había en mi biblioteca, de tamaño perfecto. Lubrique el improvisado juguete con un poco de la crema que quedaba y comencé rítmicamente a menearlo sincronizadamente con el filete que pajeaba mi pene.

La explosión fue soberbia, una eyaculación espectacular que alcanzo el tazón de sopa de tomate y dejo sobre ella un blanco adorno y además mucho semen disperso alrededor.

Este fue sólo un rato de experimentación, con deliciosos resultados. Los invito a explorar las cosas que hay en sus casas, en sus cocinas, en sus baños, en sus bibliotecas, y experimentar las posibilidades que pueden hacer de una masturbación rutinaria una fantástica experiencia.