Diferencias de opinión
A su marido el sexo anal no le parece bien, pero ella quiere experimentar...
Conocemos a Meritxel desde que empezó a salir con Simón hace ya algunos años. Son una pareja bien avenida, aunque con el tiempo han mostrado diferencias de opinión muy sustanciales. Simón es un hombre bastante conservador y ella todo lo contrario; es inconformista, innovadora, moderna, atrevida y sobre todo muy jovial.
Tras una agradable comida entre amigos, la conversación de sobremesa se orienta sobre un tema de “actualidad”. Muchos gays y lesbianas han irrumpido en la vida pública manifestando con valentía su condición de homosexuales. Esto escandaliza a Simón, y se muestra claramente en contra.
Meritxel, su esposa, es mucho más liberal y lo encuentra totalmente natural, con lo que se alinea conmigo en la discusión. Mi pareja, ni frío ni calor, “si pero… es algo muy personal”, etc. la postura ambigua de quien no quiere definirse con claridad.
Siguiendo este hilo de conversación llegamos por casualidad, a comentar las actitudes y juegos dentro de la pareja, llegando a sacar a relucir esos otros temas que escandalizan a los más pudorosos. Aquí aparecen las posturas casi gimnásticas, el sexo oral, la penetración anal, los juegos eróticos fetichistas, el morbo de ciertas situaciones, las fantasías con otras personas distintas a la pareja, etc.
Simón se siente muy incómodo cuando interviene Meritxel y se sorprende que ella posea opinión propia y que se distancie tanto de la suya. Creo que Meritxel en el fondo está disfrutando haciéndole sortear cuestiones comprometidas. Este tema parece que le ofrece un morbo especial. Me gusta verlos así, discutiendo entre sí, y sintiendo que ella se alinea claramente con mis posturas.
La pizca de lujuria que aparece en la expresión de su cara me pone bien. Poco a poco la voy viendo no como mi amiga sino como un objeto de deseo incuestionable. Recogemos la mesa entre todos, y en un momento que estamos solos en la cocina, le doy un discreto refregón en el culo en un alarde de osadía.
Meritxel lo tiene rotundo, duro y prominente, con un una forma rectangular perfecta que le permite llevar pantalones ajustados y que le sienten muy bien.
Si se queja podré responder sin problema que yo no sé nada o que ha sido accidental, y si no dice nada será porque acepta sin problemas el juego o no le da mayor importancia.
No sucede ni lo uno ni lo otro. Se vuelve sonriendo y me dice:
— Pepín, no te pases que luego no hay quien me pare. Tienes las manos muy largas, y parece que no sabes dónde las pones. Aquí te podrías quemar…—
durante unos instantes me deja fuera de juego y no se responderle.
— Sabes que soy de la opinión que se debe probar para saber si te gusta. Tienes un culo precioso y no he querido resistir la tentación. “que lo disfruten los humanos antes de que vengan los gusanos” — le digo y luego reímos los dos.
— ¿Qué bien os lo pasáis!, dice su marido al entrar con dos platos en sendas manos.
— Este amigo tuyo me estaba haciendo proposiciones deshonestas y morbosas …pégale…pégale! — dice ella entre risitas. A lo que su marido contesta resignado y con tono de broma:
— Sois unos degenerados. Menudo pendón tengo por mujer. Menos mal que te tengo bien vigilada.
Salimos de la cocina. Primero él, después Meritxel y yo detrás… con una mano puesta en medio de su culo. Mientras camina noto como sus cachetes prietos se bambolean de un lado a otro y me pone a cien. Ella me sigue la corriente y no dice nada dejando que le meta mano de esa forma tan descarada.
Luego nos acomodamos en el saloncito para tomar café cómodamente sentados en torno a una mesita. Me toca casi enfrente de Meritxel. Como lleva una faldita corta, cruza las piernas para que no se le vean las braguitas entre las piernas, y lo que hace es enseñar generosamente el muslamen .
En un descuido de su esposo y mi mujer, deshace el nudo de sus piernas y me enseña generosamente su entrepierna como en la famosa película. La miro con el rabillo del ojo y le agradezco el gesto con un silbido hacia dentro, que solo ella sabe interpretar. Después del café, Simón decide que es hora de terminar el encuentro.
Esta tarde juega su equipo de futbol en el estadio y él que es socio tiene mucho interés en ver el partido. Meritxel se queja pues se quedará sola en casa cuando quizás a nosotros nos apetece pasar toda la tarde con ella. El no admite la sugerencia y la arrastra consigo.
Le guiño el ojo y con la mirada le prometo el cielo. Ella me sonríe y no entiende el ofrecimiento. Media hora más tarde la estoy llamando por teléfono. A mi pareja le he dicho que iba a dar una vuelta y ella se ha quedado viendo una serie de la tele que le encanta desistiendo de acompañar a su marido.
Me presento en su casa, me abre la puerta, nos miramos y no sabemos que decir. Doy un paso hacia dentro y ella se apresura a cerrar la puerta tras de mí. Se abre un paréntesis de dos horas en el que pueden suceder muchas cosas.
Creo que la circunstancia es propicia y los dos tenemos muchas ganas de disfrutarla sin reparos.
— Ya que hemos llegado hasta aquí podríamos hacer algo especial, ¿no te parece? —
— Estoy dispuesto a hacer alguna locura contigo — le respondo
— Pensemos… ¿qué te parece sexo oral?... me gustaría disfrutar del sabor de tu coñito —
— Me suena bien… pero Simón también lo hace aunque sea a regañadientes. Yo estaba pensando en algo más…fuerte, algo que seguro no conseguiré con él —
— Uhmmm esto toma un color distinto… me gusta — le digo masticando las palabras.
— ¿te gusta mi culito? ¿Qué te parece hacerlo por detrás? — me pregunta con la libido subida al máximo
— Uffff, eso es perfecto. Me encanta tu trasero y la postura del perito la encuentro muy rica —
— Además de muy placentera, me gusta porque puedo controlar muy bien el ritmo — le digo cogiéndole del culo y besándole en el cuello haciéndome el entendido.
— No seas tonto. Me refería a hacerlo por el otro sitio. ¡Por el culo! A Simón, le da mucha manía y yo tengo muchas ganas de probar. Tenemos opiniones muy distintas, ya sabes… —
— Me lo había parecido, pero como no estaba seguro no he querido meter la pata — añado tras sus palabras sabiendo que va muy en serio.
— Me encanta la idea. Ya te dije antes que tienes un culito estupendo — digo mientras se lo manoseo un poco... y ella rebusca en un cajón hasta encontrar un tubo de crema que supongo que será un lubricante adecuado para la misión.
— Pues yo tengo ganas de que me desvirgues y sentir eso que dicen algunas amigas mías. Dicen que sientes como si te rompieran, que es como cagar hacia dentro y que produce unas estimulaciones exageradas. Házmelo sentir de una vez, lo estoy deseando — me dice con apremio mientras viene con un tubo grande de crema entre las manos.
Al volver a mi lado me mira de arriba abajo y exclama:
— Sin embargo, me da un poco de respeto al ver esa polla tan gorda que se te ha puesto. No esperaba que la tuvieses tan…. me parece mentira que eso pueda entrar en un sitio tan estrecho sin hacer daño —
Es la primera vez que la veo desnuda. También es la primera vez que mantengo una conversación tan abierta con una mujer distinta a mi esposa sobre unos temas tan íntimos, y la proposición de hacerlo por detrás me han puesto al ciento veinte por ciento.
— No te preocupes para mí no es la primera vez y lo haré con mucha delicadeza. En cuanto te hayas acomodado, veras como te gusta. A lo mejor te gusta tanto que lo echas en falta si no lo practicas de vez en cuando —
— Bueno para eso te tendré a ti, ¿no? — dice ella mientras se echa un generoso churro de crema en la palma de la mano.
Luego frota ambas manos y lo esparce. De forma muy metódica va pasando la crema de sus manos a mi polla. Lo hace haciéndolas resbalar el tronco y luego dando ligeros frotes para repartir uniformemente.
La crema es espesa, gelatinosa y está muy fría. Ella la extiende con cuidado y me proporciona unas sensaciones muy ricas. Le debe parecer que todavía hay poca crema pues vuelve a coger el tubo y se pone un nuevo churro en la mano.
Ahora me restriega por las ingles y los testículos. Me los amasa y los estira dándome mucho gusto también. Sus dedos llegan desde los huevos hasta la raja del culo y por ahí también me pone crema. Estoy muy excitado y completamente relajado. Estoy en sus manos y me dejo acariciar.
De pronto noto como uno de sus dedos se introduce en mi ano de forma inesperada. Trato de revolverme pero no me deja. Poco a poco voy sintiendo el estímulo placentero de su dedo bien lubricado en mi interior. Es la primera vez para mí, y se mezcla la sorpresa con un gustirinin muy especial.
Cuando ella sugería tener sexo anal nunca pensé que fuera a ser yo el primero en probarlo.
— Espero que hayas aprendido que hay que ser cuidadoso al tocar ciertas partes, ¿verdad? —
A continuación me coge la polla con decisión y me da unos meneos fuertes y vigorosos. Arranca de mi unos gemidos extraordinarios. Si continua me voy a correr...
Bueno esta parte ya está preparada, afirma relamiéndose al imaginar lo que vendrá después. Se coloca boca abajo, con dos cojines bajo el vientre y las piernas ligeramente abiertas. Con la mano separa un cachete para enseñarme bien por donde la tengo que empezar.
— Uhmmm qué rico!. Quédate así, no debes hacer nada. Relájate y déjate llevar — le dijo mientras amaso sus cachetes, acaricio sus muslos y recorro su espalda tratando de estimular cada poro de su piel.
Me toca coger el bote de crema y repartirla por la zona. Empiezo por los cachetes, luego entre ellos hasta llegar a su rajita. Bien untado todo, quizás en exceso. Mis dedos se cuelan con facilidad entre sus labios, noto su coño humedecido y caliente.
Mi dedo medio se entretiene y se cuela dentro. Acaricio hacia abajo, incidiendo en la parte posterior del clítoris. Luego giro la mano y lo hago poner hacia arriba, frotando en la zona opuesta. Un poco de vibración hacia los lados hace que se vaya dilatando para que quepa un segundo dedo.
El coñito ya está bien preparadito…voy hacia su ano, pongo más crema y juego con el dedo. Todo está muy suave y distendido. Le meto la primera falange y ella gime. Recojo crema de alrededor y la introduzco en el agujero. Mas crema… más suave, más fácil entra mi dedo, ¡Uhmmm como está la cosa!.
Ufff, que gustito me da, dice ella mientras se acomoda para poner el culo más en pompa. Tiene unas nalgas estupendas y estoy deseando ponerme a bombear detrás de ellas. Durante unos minutos juego con su culo, metiendo, retorciendo el dedo, sacándolo o haciéndolo vibrar en su interior. Cada vez está más dilatado y cuando saco el dedo tarda en cerrarse de nuevo.
Ha llegado el momento, me coloco detrás de ella, apoyándome en la punta de los pies y las manos. Solo entro en contacto con ella en la zona del pubis que reposa sobre sus nalgas. Busco su chochito y la penetro muy suavemente gracias a la crema que me recubre la polla y lo dilatado que está.
Sin dejar caer mi peso sobre ella, empiezo a bombear con cuidado, empujando sus nalgas hacia arriba a cada acometida y llenando su coñito por completo.
En esta postura puedo frotar muy intensamente con su punto G, percibiendo su creciente excitación a través de sus gemidos y por la creciente humedad de su sexo.
Después de unos minutos de mete y saca, hago frotar mi glande en medio de sus cachetes lo que me proporciona una sensación exquisita. A ella le anuncia que pronto la tendrá dentro, pero esta vez por un sitio nuevo, desconocido para nosotros pero que estamos impacientes por experimentar.
Si sacarla, hago que se incorpore un poco y se ponga apoyada sobre las rodillas y los antebrazos. Doy unas cuantas embestidas duras y enérgicas, haciendo crujir sus cachetes contra mis muslos. Estamos a punto de corrernos los dos, por eso tengo que parar un instante pues nos quedaríamos a medias.
Entonces me separo un poco de su trasero, dejo solamente el capullo dentro y le pongo de nuevo mi dedo dentro del ano.
Hago entrar mi polla simultáneamente con el dedo. Yo mismo percibo el borde del glande y como se adentra solamente separado por una fina pared. Empieza a gemir, yo a resoplar, estamos a punto.
Bombeo varias veces, acompaño con el dedo, dentro y fuera, dentro y fuera. Luego solamente con el dedo, con la otra mano busco su entrepierna, estoy deseoso de darle a conocer todas las estimulaciones posibles.
Ella culea enardecida, quiere más… y más. La sujeto por la cadera para evitar cualquier movimiento indeseado, con la otra mano sujeto la polla que acabo de sacar lentamente. La hago restregar por entre sus muslos, sus nalgas y por en medio de la raja del culo.
Todo está muy resbaladizo y sensible, apunto hacia su ano y aprieto un poco. Grita y se retrae, vuelvo a insistir y esta vez ella da un empujón hacia atrás que me ayuda a meterle todo el capullo de una vez.
— Ahggg ¡qué daño!, dice ella. Pero no pares, sigue… dámela toda… hasta el fondooooo — .
Voy apretando poco a poco, sin apenas moverme. Solamente dejando que se vaya colando dentro fruto de la presión que ejerzo. Poco después la tengo toda dentro, envuelta en un cálido abrazo y con una opresión que me embelesa.
Me mantengo así mientras con la mano busco su clítoris para darle un nuevo toquecito. Pasados unos instantes, noto como su mano aparta la mía para ocupar ese lugar de privilegio, al tiempo que su voz entrecortada me ordena:
— Dame fuerte… más fuerte… hasta el fondo… así…así… ahora me vieneeeee! —
Así lo hago. Nos cuesta un poco sincronizarnos, pues ella también culea a su ritmo y yo apenas puedo dominar mis empujones.
Sus gemidos se aceleran, su cuerpo se agita y se debate ante el inminente orgasmo. Sus nalgas se mueven con vida propia. Sus suspiros se convierten en gritos ahogado entre las sabanas, se estremece y empieza a temblar como una hoja.
Se deja caer de bruces sobre la cama para poder paladear su orgasmo, dejándome con la polla al aire, dura y tiesa. Me doy dos meneos… contados y sale a chorro un borbotón de leche apresurado que va a caer sobre las nalgas de ella.
Mis testículos se suben y comprimen a la base de la polla para expeler una nueva andanada.
¡Vaya corrida más impresionante!.
A pesar de que podamos disentir en muchos temas, teniendo opiniones distintas, hay muchas cosas en las que coincidimos, nuestro gusto por el sexo en sus múltiples variaciones es una de ellas y lo vamos a disfrutar juntos como dos buenos amigos. Seguro que su marido discrepa con nosotros igual que en otros muchos temas.
Deverano.