Diego y sus delirios (2)

En esta segunda parte algo totalmente inesperado sucede. A Diego le espera una gran sorpresa que jamás imaginó. Te invito a leer y a descubrir las verdaderas intenciones de su esposa y de Gabriela.

Relatos de Sexo Prohibido

Capítulo I: Diego y sus Delirios

Parte 2

Pasó una semana después del incidente. Finalmente había tomado la decisión de enfrentar a Gabriela y exponerla a su infidelidad.

Ese día me encontraba en mi oficina, esperando el momento de salida para dirigirme a mi casa donde seguramente momentos difíciles me esperaban.

Llegó la hora. Mientras me preparaba para salir de mi oficina, sonó el teléfono. Contesté y era mi esposa: "Amor, necesitamos hablar contigo, es urgente, te espero en casa de Gabriela. Chao."

Inmediatamente tomé mis cosas y salí rumbo al mismo lugar donde días atrás había presenciado el triángulo en acción.

"¿Qué me espera?, ¿Me querrán hacer parte de sus orgías?, ¿O simplemente mi esposa me confesará su decisión de abandonarme para unirse a ellos en calidad de amante?"

Me arrepentí de no haber hablado con mi esposa días antes. Ahora era demasiado tarde. Había perdido ya el control de la situación.

Mis preguntas eran variadas. Mi mente volaba. Los nervios difícilmente me permitían conducir. Pero Finalmente arribé a casa de Gabriela. Las luces yacían apagadas. Parecía no haber nadie. Cuando empecé a dudar en bajarme del coche, mi teléfono móvil timbró: "Diego, que esperas, entra, la puerta está abierta." Y colgó. Esta vez era la voz de Gabriela.

Estaba seguro que algo perverso tramaban. Debo reconocer que la situación me excitaba, pero no podía tolerar la presencia de Rubén. Su traición me hacía repudiarlo. Sabía que al encontrármelo de nuevo le rompería la cara.

Abrí la puerta e inmediatamente escuché la voz de Gabriela invitándome a dirigirme a la Sala. Inmediatamente pude ver varias velas encendidas que se encontraban en el centro un altar, un gesto de reverencia hacia una deidad de aspecto griego. Dando la espalda a la misma, se encontraban Gabriela y mi esposa en forma colateral. Sentadas en flor de loto y completamente desnudas, me daban una silenciosa bienvenida con sus miradas brillantes y unas ligeras sonrisas.

Apenas quise preguntar qué significaba todo esto, cuando Gabriela me interrumpió de inmediato: "No hables, toma asiento donde más te apetezca. Tranquiliza tu mente. Hoy comenzarás a vivir."

Decidí sentarme en el sofá de la sala. Debido a lo ya vivido, la escena no me pareció impactante. Menos no podía esperar. Por otro lado me tranquilicé al no ver a Rubén. Pero tal vez era parte del juego. Ese cabrón seguramente se escondía para gozar como testigo. En fin, no me quedaba otra alternativa más que ponerme en manos del destino. La atmósfera era extremadamente sensual. Los exquisitos inciensos penetraban todo el lugar. La luz tenue no me permitía apreciar con claridad los cuerpos que ya sin la mínima prenda lucían perfectos y adorables. Me enloquecía la idea de fornicar a semejante par de diosas en ese preciso momento. Desahogar con mi esposa toda la fuerza resguardada a causa de las represiones que ella misma me había infligido. Pero algo me lo impedía. Mientras que mi espíritu animal me incitaba a levantarme y a decirles "Basta ya de tanto espectáculo, ¡Hagámoslo!", mi conciencia predominante se deleitaba en posponer aquellos arrebatos, prefiriendo el abandono a la fantasía y a lo inesperado. Es decir, al momento presente.

De nuevo el silencio fue roto con la voz de Gabriela: "Diego, ha llegado el momento de revelarte un secreto el cual hemos mantenido desde ya varios años. De hecho, antes de que te casaras con Sofía, las dos ya conformábamos parte de esta sociedad, misma que ha decidido darte la bienvenida"

"¿Sociedad?, de que me estás hablando, ¡Explícame por favor en detalle!". Interrumpí confuso.

"Te cuento. Existe una sociedad esotérica llamada "La última Religión" cuya sede se encuentra en París. Su fundador, el Conde Louis, seleccionó a los primeros miembros quienes se encargaron posteriormente de formalizarla y establecerla en algunos países. Las personas quienes la conforman son en su mayoría figuras importantes y de prestigio: artistas, intelectuales y científicos. Desde hoy en adelante conocerás a seres humanos "vivos", despiertos y libres de los estúpidas normas morales creadas por seres depreciables y avaros, las cuales han sido impuestas a través de los siglos, para así mantener el poder y el control sobre las masas, y seguir gozando intensamente de los privilegios que sólo la riqueza y la impunidad pueden otorgar. En fin, debo decirte que tus concepciones respecto a la moral y los preceptos que rigen tu vida son tan inverosímiles como los cuentos de hadas que escuchaste de tus padres y abuelos. Diego, nos han mentido. Es tiempo de que abras los ojos. Hemos esperado pacientemente este momento. Sabemos lo duro que fue para ti la prueba a la que fuiste sometido la semana pasada, cuya finalidad era conocer tu temperamento y tu madurez. Ver a tu esposa fornicando con tus mejores amigos fue una medida para evaluar tu nivel de decencia e ignorancia. Todo fue planeado por nosotras. El día que te acostaste conmigo en el resort, fue para probar tu arrojo, y también para conocer tus tendencias e impulsos sexuales. No te mentí con aquellas palabras. Te amo y te deseo no menos que a Sofía. Pero el amor al que me refiero es algo que tú desconoces. ¿Cómo poder amar estando sometido a tantas arbitrariedades sociales y culturales? Las dos te adoramos porque posees todas las características de quien puede pertenecer a la casta más privilegiada de la UR (Última Religión): la de "Los Ángeles". Eres menor de 30 años, tu belleza física y emocional son admirables, tu personalidad es reservada e introvertida, posees un aire de inocencia, eres honesto y estás dispuesto a dar. Fuiste infiel únicamente porque se te sedujo de manera arrebatada. Te gusta pensar y cuestionar. Eres ateo, aunque pronto dejarás de serlo una vez que conozcas algunos secretos. En fin, son muchas las cualidades que la naturaleza te ha otorgado para poder conformar parte de esta casta, una de las pocas accesibles a personas comunes y ordinarias como tú y como nosotras. El resto de las castas las conforman hombres y mujeres que mediante sus dotes artísticos e intelectuales han obtenido cierto reconocimiento en el mundo. Eso no significa que bajo tales circunstancias los requerimientos relacionados con la belleza física se den por alto. Claro, las exigencias son menores. Ahondaremos después en el tema.

Quiero decirte que hace dos días corte con Rubén. Se terminó. Mutuamente nos utilizamos por varios años para fines mezquinos. El acuerdo se ha terminado. Por supuesto, nunca se enteró de la sociedad. Espero que tú también rompas toda relación con él. Su participación en la orgía fue banal, egoísta y traicionera, ya que actuó sin conocer la verdadera intención. Previamente había intentado seducir a Sofía, y por ello nos aprovechamos de tal situación. Sí, se llevó un gran premio el desgraciado, ¡pero el tuyo será infinitamente mayor! Entre todo lo que te espera, tendrás amigos verdaderos y de tu altura."

Es suficiente. Dejemos de hablar para pasar al ritual de iniciación.

Diego: "¡Espera!, aún me quedan muchas dudas por disipar…"

Sofía: "Tus preguntas serán contestadas en el momento adecuado. Confía en nosotras."

Al instante, Gabriela llamó con un par de palmeos a quién jamás imaginé posible. De repente vi llegar a Carolina, la hermanita de Gabriela. Llevaba puesta una bata de seda la cual cubría su desnudo y hermoso cuerpo divinamente formado, dejando al descubierto sus piernas, empezando por los muslos. A sus escasos 12 años de edad, lucía unos encantos bastante desarrollados. Era aún más bella que Gabriela. Una mujercita adorada y amada por todos. En su colegio causaba furor, pero nunca cayó en las estúpidas tentaciones de la superficialidad y la popularidad. Era tan inteligente como Gabriela. También se desempeñaba con gran destreza en los deportes. Un caso insólito. Inteligencia y belleza, vaya combinación de regalos que la naturaleza suele reservarse para una pequeña y afortunada minoría.

La conocí durante las visitas que mi esposa y yo realizábamos a casa de Gabriela. Fui yo quien la introdujo en la poesía. Era ardiente admiradora de Neruda, Carpentier y Cortázar. Disfrutaba mucho de su compañía, aunque fuera por unos momentos. En alguna ocasión, me confesó que de grande le gustaría casarse con un hombre el cual pensara como yo. "Los hay, y los hay de a montón. Aunque la mayoría apenas consigue el sustento. Si buscas bienestar material, terminarás con alguien como Rubén, tu cuñado." Le contesté.

"Eso jamás. Prefiero morirme de hambre con alguien que goce aquello que no se puede ver ni tocar, sólo sentir. A ti no te falta nada, por eso no soy pesimista." Respondió al instante.

"¿Quieres ser mi mujer? Si aceptas, me divorcio de Sofía en este instante." Ambos soltamos la carcajada. Así bromeaba y jugueteaba con ella.

Carolina era la personificación de la belleza, el encanto y la inocencia. Por supuesto, sabía que la muchachita me admiraba, y a decir verdad, me gustaba.

Gabriela me pidió que me fuera a duchar y que regresara lo antes posible. En menos de 10 minutos ya me encontraba de nuevo en la sala, cubierto con una bata que había destinado especialmente para mí.

"Por favor siéntate en el Sofá". Me pidió Gabriela. La obedecí de inmediato.

Al estar sentado en el sofá, Carolina se me fue acercando lentamente. Ella también se acababa de duchar y su cabello aún se encontraba húmedo. Lo mismo percibía en Sofía y Gabriela, quienes seguían sentadas en la misma postura. Cuando menos imaginé, lentamente Carolina se sentó en mis piernas. Cuando finalmente posó su trasero sobre mi pene, la presión que aquello ocasionó me hizo experimentar una sensación bastante placentera. Fue para mí sumamente vergonzoso ya que no puede disimular mi erección, puesto que sus nalgas, cubiertas tan sólo por la fina seda de la bata, sin duda podían sentir el calor y la dureza de mi falo, el cual lentamente y por efectos de la gravedad, se entrometía entre sus nalgas. Pero debía controlar mi mente. Jamás se me habían cruzado pensamientos pederastas. Era inconcebible. De pronto Gabriela me pidió que la abrazara. No tenía idea alguna respecto a las intenciones de Gabriela, pero la obedecí. En verdad, fue como abrazar al mismo cielo. Ella pudo percibir el placer que aquello me ocasionó. Noté una ligera sonrisa en su precioso y sonrojado rostro. Su perfume dulce me embriagaba. Su timidez me enloquecía.

"Diego, Ella desea ser tu mujer dentro de la UR. Ambos serán iniciados el día de hoy como pareja. Ella también te ama, y tal vez más que nosotras. Has sido tú su amor platónico y ahora sus deseos se harán realidad, pero ahora lo platónico se complementará con lo carnal. SI la aceptas, te aseguro que no sólo experimentarán el máximo placer cuerpo-mente-espíritu, también conocerán los secretos más resguardados... Para ser iniciado y pertenecer a la UR, los elegidos deben ser parejas. Honestamente no encontré una mejor opción para ti. Ella fue quien te pidió y accedí. No obstante, si no estás de acuerdo, podemos detener la iniciación y posponerla hasta encontrar a la persona indicada. En la UR no hay rupturas. Ella sería tu acompañante hasta la muerte. Si gustas, puedes besarla para que se conozcan mejor. Será su primer beso…"

Tales palabras despertaron en mí una variada cadena de emociones y pasiones. No me detuve ante tal petición. Tenía una gema de mujer en mis piernas. Su edad dejó de importarme al sentir en mis brazos su cuerpo ya de adolescente, una figura excepcional. Sin detenerme un instante, giré delicadamente su cabeza, y al cruzar mutuamente la mirada, me acercó sus jugosos y temblorosos labios, cerrando a la vez sus ojos y entregándose a mí. Fue el beso más sublime que jamás haya gozado. Lentamente perdía ella el miedo, y su lengua se hacía cada vez más notable en mi boca. Mientras más ardiente se tornaba el beso, más movía sus caderas para frotar y sentir mi pene el cual a causa del movimiento, se encontraba al descubierto. La toalla ya no me era útil. Después de varios minutos, no me contuve y empecé a besarla toda: sus mejillas, su frente, su rostro. Me deleitaba acariciándole su rubio e impecable cutis, mientras ella sonreía perdida de amor.

Descubrí en esos momentos la locura que una mujer puede ocasionar en un hombre sin tomar en consideración la edad. La emoción fue tan intensa para Carolina que terminó derramando lágrimas de júbilo. Y sus palabras fueron: "Soy la mujer más feliz, Diego, amor mío, te adoro con todo mi ser. ¡Soy toda tuya! "

Gabriela y a Sofía se notaban sorprendidas. Parecía que su plan había dado los resultados esperados, pero con demasiado romanticismo.

"Basta ya de cursilerías. Es tiempo de pasar a la siguiente etapa de la iniciación. Diego, muéstrale a mi hermanita aquello que sólo los hombres poseen."

Cuando Carolina dirigió su mirada a mi pene circuncidado, bien proporcionado, y erecto, su mirada se expandió. Incluso cambió de postura para poder contemplarlo mejor.

"¡Que hermoso es!" Expresó Carolina. Gabriela le ordenó que con su lengua recogiera aquel líquido cristalino que se escurría de mi glande. Pude ver una expresión en la cara de Gabriela dándome una orden tácita de que me contuviera a toda costa. La mirada de Gabriela, era profunda y misteriosa. Expresaba más que palabras.

Cuando Carolina empezó a lamber lentamente la sustancia, y su lengua hizo contacto con mi glande, una abundante porción de líquido transparente volvió a emerger. Sentí que me derramaría en su cara, estuve a punto de hacerlo. Pero finalmente logré contenerme. Mientras ella lambía, yo contemplaba sus radiantes y perfectas piernas, las cuales lucían divinas estando ella arrodillada. Me moría por ver su cuerpo desnudo y devorarla.

"Diego, este juguito es delicioso."

La inocencia e ingenuidad de su actitud me excitaba terriblemente. De pronto, pude ver con claridad cómo se escurría su secreción vaginal por uno de sus muslos. En ese instante, Gabriela pidió que cambiáramos de postura. Esta vez yo debía acostarme boca arriba. Carolina debía sentarse en cuclillas sobre mí cara, entregándome así toda su conchita. Lentamente fue descendiendo mientras yo vislumbraba bajo un perfecto panorama, los encantos que ocultaba bajo la bata. Cuando finalmente puede sentir sus delicados vellos púbicos rosar mi rostro, empecé a lamber como sediento en un desierto tras encontrar un oasis. Al hacerlo, ella emitió un fuerte gemido de placer, derramando así más de su jugo. En pocos segundos mi rostro estaba empapado. Meneando sus caderas y gritando de gozo, esparcía aquella viscosidad en toda mi cara. Su olor y sabor eran deliciosos. Mi lengua intentaba penetrar su vagina, extrayendo todo el fluido posible. Mientras más se adentraba mi lengua, más fuertes eran los eróticos sonidos de aquella niña embriagada de pasión. So rostro irradiaba una felicidad envidiable. Cuando Gabriela percibió que su hermanita estaba a punto de terminar, pidió que nos detuviéramos, pero no queríamos escuchar. Ambos estábamos perdidos en un maravilloso cielo de placer. Finalmente nos contuvimos y nos recostamos uno al otro.

"Ya han probado mutuamente sus fluidos y se han deleitado sin medida. Es preciso dar el siguiente paso. Empezaremos poco a poco a romper con tabús y explorar una de las partes del cuerpo humano que confieren un placer inigualable. Posteriormente me uniré para poder consumir el incesto con mi hermana que por años ambas hemos reprimido, y romper al mismo tiempo uno de los más estúpidos condicionamientos sociales. Finalmente Sofía se unirá para que puedas hacer con ella lo que por años ella misma te impidió. Pasemos pues, amados míos, de nuevo al ritual."

Gabriela: "Carolina, Quítate la bata, y ponte en postura de caballo. Eso es, ahora levanta tu trasero y desciende tu abdomen para que tus nalgas se puedan apreciar. Diego, ¿que ves? ¿Se sincero y dime que es lo que más te agrada?"

Diego: "Gabriela, por favor, no me hagas estas preguntas, es difícil contestar."

Gabriela: "Debes de ser honesto. Déjate de tonterías. Dinos, ¿Qué te complace más del panorama? ¿Qué te gustaría en estos momentos hacerle, tocarle, besarle a eso que Gabriela te está mostrando?"

Diego: "Esta bien. Reconozco que la vagina no me excita tanto como…, como… como el ano. Si, acepto que es mi delirio. Aclaro, no soy bisexual, me repugna el sexo entre varones. Simplemente que siempre me ha atraído esa hermosa zona de la mujer. La encuentro profundamente erótica. Los carnosos montes laterales que la adornan, la hacen aún más encantadora. Por otro lado, ¿Cómo poder darle importancia a la higiene cuando lo sucio no se puede percibir? ¿Cómo poder ser quisquilloso ante semejante belleza? Estoy seguro que cualquier hombre, al ver la inigualable hermosura de esas nalgas tan redondas y perfectas con ese culito tan rosado y delicado, haría todo por probarlo."

Carolina:" ¿Estás insinuando que me quieres chupar la colita?, ¿En verdad te gustaría hacer eso? Me da vergüenza, tú sabes, esa parte no es del todo limpia. Pero quiero que sepas que soy tuya. Diego, haz lo que te haga feliz."

Diego: "¡Amor, todo lo que proviene de ti me es nectarino. Tales deseos no se pueden explicar. Déjame saciar esta pasión que por años me ha vuelto loco."

Inmediatamente diego se agachó y empezó lentamente a besar el par de nalgas. Las lambía, las chupaba, las mordía. Poco a poco roseaba con su lengua el culito que tanto lo excitaba. Hasta que empezó a chuparlo por completo. Carolina mostraba gestos de asombro, sorpresa, excitación, y gozo. Sin duda le encantaba la sensación que provocaba la lengua de Diego.

"¡Wuau, se siente riquísimo, Dios mío, que deleite…, sigue, sigue, cómete mi colita!".

Después de varios minutos, Carolina solicito lo inevitable:

"Diego, amor, quiero que entres por allí. Me muero de ganas de sentir tu pene en mi cola. Hazlo ya, por favor!"

Diego, sin esperar un momento, empezó a introducir su verga en aquel orificio lleno de saliva, la cual sirvió como lubricante. Poco a poco fue penetrándola hasta que finalmente la mitad del pene se encontraba dentro. Carolina soltaba gritos de dolor, pero al mismo tiempo pedía más. Era evidente que el sufrimiento aunado con placer le gustaba.

Carolina: "¡Así, así, Ay, ay, sigue, no pares! ¡Métemelo hasta adentro!

¡

Si, Si, me gusta por el culo, es delicioso!"

Poco a poco el dolor desaparecía, y sólo el placer embriagaba a Carolina. En esos momentos se acercó inesperadamente Gabriela para formar parte de la acción. Pidió a diego que sacara su verga del culo de su hermanita, y empezó a mamarlo sin reparo. Mientras tanto el ano de Carolina yacía tan abierto que se podía observar incluso la parte interna. El olor a culo y a sexo que se empezaba a percibir ponía la situación más intensa. Gabriela dejó de mamar el pene, para empezar a chupar el ano desflorado de su hermanita. La reacción de Carolina fue de sorpresa, pero al poco tiempo se entregó al momento. No sólo era su primer acto lésbico, ¡Sino que era con su propia hermana! Gabriela, además de chupar el entorno del agujero, introducía su lengua tal si fuera un pene. Carolina gemía de placer ante tal acto.

Carolina: "¡Hermana, esto es delicioso, siento que estoy alcanzando el cielo!"

De pronto mi esposa se acercó para empezar a chupar el clítoris de Carolina. Yo por lo tanto decidí entregar mi pene en boca de Carolina, y así lo hice. Noté cierto disgusto en Carolina en el momento que probó mi verga. Era de esperarse, pues el sabor a mierda sin duda no había desaparecido pese a la mamada de Gabriela. Pero siguió mamando, importándole un comino ante el placer que ella, sobre todo, estaba experimentando. Con mi mano y mis dedos en forma de "V", empecé a masturbar anal y vaginalmente a mi esposa, volviéndola loca. También Empecé a chupar sus lindos pies que tanto había deseado. Que hermosa mujer, por primera vez la estaba disfrutando. Chupe mis dedos para probar su vagina la cual jamás había probado: Deliciosa, exquisita. El aroma de vagina entremezclado con el de culo me estremecía. En eso Carolina tuvo la loca idea de estimularme el ano. Dejé que lo hiciera. En verdad fue muy placentero y aceleró aún más mi llegada a la cumbre. Todos gritábamos de placer. Carolina anunció que terminaba y así lo hizo. Soltó un grito de satisfacción que a todos nos excitó. Yo estaba a punto de derramar mi blanco licor en el precioso rostro de Carolina, cuyos ojos de color no dejaban de mirarme mientras se venía. Pero en eso Gabriela, agitada de placer, se me acerca:

No, espera, termina en mi culo. Refréscalo que arde de calor. ¡Anda, cógeme por atrás, rápido!"

El culo de Gabriela era tan hermoso que no encuentro palabras para describirlo. En el momento en que mi glande hizo contacto con su colita, no pude ni siquiera introducirlo, Era tanto el erotismo que no pude más. El intenso licor salió de mi erecta verga, derramando la bebida al aire, pringando por doquier mi semen. Las tres mujeres recibieron cierta porción de la sustancia blanca. Parte fue a dar a la cara de Carolina. Otra a los pies de mi esposa, y otra a la espalda de Gabriela. Gabriela inmediatamente chupó el semen que yacía en los pies de Esposa. Posteriormente ambas lambieron la divina cara de Carolina. Mi esposa terminó besando prolongadamente a Carolina, mientras Carolina acariciaba los pechos de su hermana.

Pese a que había ya expulsado la pasión que engordaba a mis testículos, no me sentía totalmente satisfecho. Quería seguir probando la gloria. Al tener a tan hermosas preciosuras dispuestas a todo, mi pene volvió a despertarse. Mientras las tres se revolcaban ferozmente de placer, yo esperaba el momento para incorporarme de nuevo

Escrito por Príncipe del Amor.

Traducido del Francés al español por Josué Stravinsky.

Continuará