Diego me hizo mujer, Juana me da mi primer orgasmo

Una visita inesperada termina con mi primer orgasmno

Hola amigas y amigos,

Hoy es sábado 8 de enero, acabo de desayunar tranquilamente en mi terraza sintiendo el calor del sol en mi piel. Estoy con un precioso camisón negro corto, una tanguita a juego y una bata de raso transparente que sienta muy bien. Justo igual que el pasado el pasado 18 de diciembre, justo antes de Navidad, en el que tuve una experiencia que ha estado presente en mi mente desde que sucedió. Tras desayunar no he podido resistir la tentación de escribir este relato y compartir con todos, en este anonimato que da Internet, algo que me hace sentir FELIZ.

Desde que la noche que pasé con Diego (ver mi primer relato "Un caballero me hace mujer") nada volvió a ser igual. Mi ansia por sentirme mujer era mucho mas constante que en el pasado. Ahora siempre vestía con ropas femeninas para estar por casa. Sueltas y cómodas, pero femeninas. Por supuesto con ropa interior acorde a mi sentida sexualidad. Sin embargo esa sexualidad solo se atrevía a aparecer completamente en la intimidad de mi casa. Llegué a tener un comportamiento completamente bipolar, cuando salía me comportaba como el hombre que había nacido y que se ganaba el sueldo que me sustentaba, pero en la intimidad de mi hogar la mujer que había en mi salía sin tapujos sin dejar espacio al hombre.

Esta bipolaridad fue lo que me llevó la confusión.

Era sábado por la mañana, hacía como unos seis meses que había tenido lugar mi encuentro con Diego. Me había levantado tarde ya que me había acostado de madrugada. He cogido la costumbre de dedicar el viernes por la tarde a mi cuidado personal. Me depilo exhaustivamente todo el cuerpo, me aplico mascarillas capilares y faciales, cremas hidratantes para suavizar mi piel, etc.

Estaba desayunando en la terraza de mi piso y ví que una chica alta entraba por el portal de mi edificio. Era guapa, pero tenía un aire especial.

Terminé de desayunar y llevé todas las cosas a la cocina, empezaba a prepararme otro café cuando llamaron a la puerta. Era algo completamente inusual en este mundo actual con tan poca relación entre vecinos, de hecho creo que era la primera vez que llamaban a mi puerta desde hacía varios años.

Miré por la mirilla y ví a una chica alta esperando delante de mi puerta. Me encontraba descansada y cómoda y abrí sin desconfianza, sin reparar como estaba vestida.

En un principio percibí asombro en sus ojos, pero sin dilación se presentó con formalidad que denotaba rutina

Buenos días, perdone que le moleste, me llamo Juana Castro y vendo productos cosméticos a domicilio. Quisiera hacerle una breve presentación de nuestros productos.

No gracias, no me interesa – respondí yo.

También soy maquilladora, si quiere le puedo hacer una demostración completamente gratuita.

No gracias, de verdad, no me interesa.

Ella se quedó en silencio brevemente, sin disimulo recorrió todo mi cuerpo con su mirada y mirándome a los ojos y con un tono suave y sugerente me dijo.

Vamos chica, veo que todavía no teas maquillado esta mañana, no tienes nada que perder, tu te ahorras en tiempo y yo tengo la oportunidad de vender algo. Te aseguro que te dejaré mucho mas guapa de lo que estas.

Bajé los ojos para ver lo que estaba mirando y me percaté de que Juana no estaba hablando con el hombre social, sino con Alba. Esto cambió nuevamente mi mente, y salió el ansia de Alba de darse a conocer al mundo.

Vale pasa. Estaba haciéndome un café, ¿ quieres acompañarme ?

Si, muchas gracias, llevo ya un par de horas pateando de puerta en puerta y estoy un poco cansada.

La dejé pasar y me siguió a la cocina. Le ofrecí asiento en una de las sillas mientras yo servía el café. Le ofrecí su taza y me senté al otro lado de la mesa. Hubo un silencio mientras las dos sorbíamos en café caliente. Ella rompió el hielo.

Permíteme que te diga que el conjunto que llevas te queda muy bien – lo decía con un tono franco y sin dobleces.

Gracias por no reírte, soy consciente de que mi cuerpo no es lo que mas le vá a estas prendas tan bonitas.

Pérdona, ¿ como te llamas ?

Alba - no había cabida para mi nombre de naciemiento

Mira Alba, las ropas las lleva una persona, tu tienes nombre de mujer y llevas ropa de mujer simplemente porque eres una mujer. No veo de que tendría que reírme.

Muchas gracias – tienes una mente muy abierta

Ella se levantó y giró sobre si misma pasando sus manos desde sus pechos hasta sus caderas.

Crees que yo, por tener este cuerpo, soy más mujer que tú.

Juana era alta y esbelta, senos grandes y bien puesto, cintura no muy pequeña pero marcándole bien las caderas. Su melena ondulada y de color caoba cubría sus hombros y la mitad de su espalda realzando todavía más su feminidad. Llevaba un traje de chaqueta con minifalda color verde pistacho y camisa blanca, sin medias por el calor del verano. Sus pies calzaban unas sandalias de tacón muy alto que hacían que sus piernas parecieran sumamente largas, y las uñas de sus pies estaban perfiladas en forma ovalada y pintadas de un rojo intenso que combinaba muy bien con el también verde de las sandalias.

Por supuesto que sí, y además eres muy guapa, cosa que creo que sabes perfectamente.

Pues para tu información cuando nací me llamaba Juan, no Juana.

Nací hombre como tú, pero me di cuenta hace mucho tiempo del error. Llevo hormonándome desde los 20 años, y ahora tengo 32.

Me quedé sorprendido, nunca lo hubiera dicho, aunque ciertamente la angulosidad de su cara y de sus muñecas denotaba algo no completamente femenino. Juana provechó el tiempo de mi sorpresa para tomar asiento nuevamente y terminar su café.

Bueno Alba, una vez aclarado que estamos entre mujeres, deja que te maquillé. Verás lo guapa que te ves.

Puso el maletín que llevaba sobre la mesa abrió un completo juego de productos de maquillaje.

Te voy a maquillar muy suave, para salir en la bonita mañana que tenemos hoy.

Empezó aplicándome una base de maquillaje muy suave, continuó dándome color en los ojos y perfilándomelos. Finalmente retoco con algo de color mis pómulos y mejillas. Para finalizar peinó mis pestañas con rimel y me pintó los labios. No tardó mas de 15 minutos.

Te ves fabulosa. Mira – y me alargó un espejo que llevaba en su maletín.

El espejo era pequeño y solo podía verme parte de la cara de una vez. Cada parte que veía me parecía preciosa y recorría toda mi cara tratando de hacerme una buena idea del conjunto.

¿ Tienes un espejo grande en una habitación con buena luz ?

Solo en el baño – contesté

Pues vamos a que te veas allí, quiero que te veas bien.

Me siguió hasta el baño de mi habitación, que tiene iluminación natural. Me puse delante del espejo y me quedé maravillada ante mi aspecto. Juana había sabido jugar muy bien con las sombras de la cara dando un aspecto ovalado al rostro. Mis ojos enmarcados en un suave tono más oscuro mostraban una mirada intensa y sensual. Mis labios, de un rosa subido, estaban perfilados marcando la forma de los mismos. Además, había elegido unos colores y tonos que armonizaban perfectamente con el contraste del color de mi piel y mi ropa de cama negra. Me veía femenina y me veía guapa. Juana detrás mía, me dijo

¿ Te gusta ?

Si mucho, no pensaba que me pudiera ver así.

Si realmente has quedado guapa. Pero una cosa debes tener clara, puede que estés mas guapa, pero yo no te veo ahora mas mujer que hace media hora cuando me abriste, simplemente mas arreglada.

Bueno, pero me gusta verme así.

Yo me giraba para verme desde todos los ángulos posibles. Juana se mantenía detrás satisfecha de haberme hecho feliz.

Alba, si no te importa hace bastante tiempo que salí de casa. Te importaría que usara tu baño un segundo.

Si, claro no me importa

Salí del baño un segundo, cerró la puerta tras de sí, pero no quedó completamente cerrada.

La rendija de la puerta me permitía ver casi todo el baño, ya que lo que no se veía directamente se veía a través del espejo.

Juana se abrió la cremallera de la falda y se la subió hacia arriba, dejando a la vista unas magníficas nalgas que enmarcaba un bonito tanga negro de hilos. Se dio la vuelta, se acercó al inodoro para sentarse, y se bajó el tanga. Tenía el pubis completamente depilado y una piel clara. Introdujo una mano entre sus piernas y desplejó el pene que había estado bien guardado hacia atrás bien guardado por la tanga. Era un pene bonito, de piel tan clara como la del resto de su cuerpo, sin manchas, y no era pequeño como el mío, así flácido podría tener unos 10cm. Se sentó en el inodoro y comenzó a orinar. Cuando terminó arrancó un trozo de papel higiénico y secó las gotas que quedaban en la punta de su pene y se levantó.

Al levantar la mirada se encontró con mis ojos mirándola a través de la rendija de la puerta. Después de un breve instante en la que parecía que todo se había quedado inmóvil, terminó de incorporarse y sonrió. Si dejar de mirarme su mano volvió a guardar el pene entre sus piernas y se volvió a subir el tanga. La colocación era tan perfecta que nadie hubiera dicho que su ropa interior escondía un pene en lugar de un coño.

  • Lo siento mucho, la puerta no se cerró

  • Pasa Alba, no me importa en absoluto que me mires, veo que tienes mucho que aprender.

Sin subirse la falda se acercó a la puerta y la abrió. Me cogió de la mano y me hizo entrar y girar sobre mi misma. Sin saber como acabé sentada en el inodoro y Juana se plantó delante de mí con las piernas ligeramente abiertas.

  • Mira, hay que saber colocarlo para que no se note – me dijo mientras pasaba su mano por encima del tanga – tocálo verás así colocado que se queda bien plano.

Yo no estaba cómoda y no sabía que hacer, pero tenía ganas de aprender. Como ella me decía pasé mi mano de su vientre a su pubis.

Toca toda la longitud para que veas como se coloca entre los testículos. Estos dan más problemas que la polla misma.

Invirtiendo mi mano palpé su entrepierna. La polla estaba perfectamente encajada entre los testículos, formando un conjunto redondeado y bien disimulado. Pero aún así sentí en protagonismos propio de su polla, y volví a para mis manos desde el vientre recorriéndola con mis dedos.

Juana se bajó el tanga.

Ahora puedes ver mejor como se queda.

Yo repetía la caricia en toda su longitud. Y su polla empezó a desplegarse por si sola.

Miré hacia arriba, sus ojos brillaban con viveza y su sonriente boca me decía

Vamos Alba, eres una mujer, no te cortes.

No tuvo que decírmelo una segunda vez, empecé a acariciarle la polla con mi mano derecha. La yemas de mis dedos lo acariciaron por delante y los lados. Tenía un tacto cálido y esponjoso. Mi mano izquierda se metió entre sus piernas para acariciar sus testículos y coger el pene sobre la palma. En esta posición la punta quedaba apuntándome directamente, desprendía una aroma que me atraía. Seguía acariciándolo, como si fuese un pequeño pajarillo en la palma de mi mano. Comencé a picotearle la punta con suaves besos, no tardó mucho en reaccionar y empecé a notar el pálpito de los latidos de Juana hinchando su pene. Con el aumento de tamaño su glande empezó a asomar de la piel de su prepucio. Era como una lengua saliendo de unos labios apretados. Mi lengua le correspondió y lamí su glande incipiente con la punta de mi lengua. Su prepucio seguía retrayéndose y mi lengua lo ayudaba empujándolo para atrás por todo el perímetro y humedeciendola bien de saliva.

El glande quedó completamente descubierto y aquella polla había crecido saliéndose de la palma de mi mano que solo llegaba a soportar algo mas de la mitad. Debía medir cerca de 25cm. Era una polla preciosa, larga, gruesa, con la piel muy clara como la de Juana y un glande sonrosado y brillante.

Seguí ensalivando bien aquel glande grande y rosado, tu tamaño me obligaba a mover la cabeza para poder cubrirlo entero, pues los movimiento de mi lengua no eran suficientes. Mi manos rodeaban semejante tronco, sujetándolo con las dos manos todavía sobresalía parte y todo el glande. Y sin esperar me metí la polla en la boca. Entraba apretada entre mi labio superior y me lengua.

Uhmmm, sigue chica

La saqué bien cubierta de salida y la bombeé con la mano, abriendo y cerrando el prepucio en el movimiento.

El líquido preseminal empezó a salir y volví mamarla con fruición para saborear aquel manjar.

A Juana le gustaba y metía sus dedos entre mi pelo para acariciar mi cuero cabelludo.

Estuvimos así un buen rato. Yo mamando y Juana jadeando cada vez más.

De repente las caricias de Juana cambiaron para apretar mi cabeza contra su polla. Ya no era yo la que chupaba su polla, era ella la que me estaba follando la boca. Me la metía y sacaba con firmeza y saca vez a mayor velocidad, de vez en cuando paraba el ritmo para meterla lentamente todo lo que podía hasta que notaba las arcadas que me producía cuando llegaba hasta mi garganta. Mis manos, apoyadas en sus muslos, evitaban que no me ahogara.

Esto no duró mucho, la última vez que me la metió hasta el fondo permaneció allí mientras la presión subía y bajaba lentamente, y finalmente un gran chorro de semen inundó mi garganta rebosando hasta mi boca. Juana sacó lentamente su poya sin sacarla del todo, lo que me permitió tragarme todo su semen.

La polla empezó a perder su dureza y seguí disfrutando de ella en mi boca mientras la limpiaba de todo resto de semen.

Miré hacía arriba y ví a Juana sonriendo con la cabeza hacia atrás. Me recosté sobre la cisterna del inodoro.

Tienes una polla riquísima, espero que te haya gustado.

Cielo, lo has hecho muy bien y te has dejado follar la boca como una campeona, espero no haberte hecho daño.

No voy a negarte que hubo un instante que creía que me ahogaba, pero me ha gustado, me ha gustado mucho.

Claro que te ha gustado, y vas a ver lo mujer que eres - Cogió y mano tiró de mi guiándome fuera del baño. para que saliéramos del baño.

Había doblado hacia el dormitorio. A los pies de la cama se paró y empezó a desnudarme. Desanudó la bata y la hizo caer de mis hombros. Besó mi cuello mientras sus manos bajaban a coger el camisón y tirar de el hacia arriba. Yo subí lo brazos para que lo sacara y ella lamió una de mis axilas, lo que me produjo un escalofrío

  • Estas bien depiladita, eso me gusta.

Se sentó en la cama y bajó mi tanga. Acarició mi pubis, rasurado completamente salvo una zona sobre el pene. Me acarició las piernas.

  • Piernas bien depiladas y vello púbico bien cuidado. Que mujercita estas hecha.

Me empujó a la cama y me tumbé boca arriba.

Ella empezó a desvestirse lentamente luciendo su escultural cuerpo delante de mí, pero lo que seguía atrayendo toda atención era lo que le colgaba entre las piernas. Y ella se percataba.

Se tumbó a mi lado de costado mirándome. Empezó a acariciarme el pecho y el vientre. Se detenía en mis pezones rozándolos con las yemas de sus dedos. Esto me excitaba y suspiraba mordiéndome los labios. Se inclinó sobre mí y me besó en los labios, tras unos piquitos su boca se abrió para coger mis labios. Yo le correspondí y su lengua, que parecía tan grande como su polla, entró en mi boca buscando la mía. Ví como se chupaba los dedos y volvió a besarme. Sus dedos húmedos buscaron uno de mis pezones, primero empezó untarlo con la saliva que tenía en sus dedos, yo notaba como se me ponía tieso y sensible. Mis gemidos se ahogaban en el morreo al que me sometía Juana. Cerró mi boca con sus labios metiéndome la lengua todo lo que pudo. Y en esto empezó a apretar mi pezón entre sus dedos pulgar e índice. El tacto era suave y resbaladizo gracias a la saliva, pero la presión era fuerte y profunda. Noté un dolor intenso y chillé, pero su boca ahogó mi grito.

Su boca dejó la mía para consolar mi pezón. Lo lamió con suavidad. Pero acto seguido empezó a succionarlo entre sus labios. Paraba y me pellizcaba con sus labios.

Ella insistía, yo lo sentía cada vez mas.

Ella seguía insistiendo, yo me volvía loca.

Ella succionó con gran fuerza, yo no lo pude resistir.

Haciendo uso de todas mis fuerzas logré girarme a mi izquierda dándole la espalda.

Ahhhhh, me miré el pezón, lo tenía mucho mas grande, estaba hinchado y rojo.

Estando yo de lado Juana empezó a besarme la oreja con mucha dulzura.

Me has apretado mucho, mira como me has dejado el pezón.

Ella se incorporó un poco sobre mi para poder mirar

No ves que bonito está, mas grande y erecto que el otro – Tenía razón.

Ahora le toca al otro.

Desde esa postura su boca se dirigió al otro pezón y empezó lamerlo con la punta de la lengua.

Me gustaba mucho.

Ella lamía en círculos alrededor del pezón mientras este se sensibilizaba, yo gemía.

Y mordió mi pezón entre sus labios. Yo di un respingo, grité.

Ella siguió mordisqueando, y yo volvía a enloquecer.

Pasó a cogerlo entre su lengua y su labio superior. Empezó con un movimiento de succión. Yo notaba como mi pezón crecía.

Me pareció como que Juana iba a dejar de mamar mi pezón, y le agarré la cabeza para pegarla a mi pecho.

Ella insistió en la mamada mientras con su mano masajeaba mi otro pecho. Me arrancaba intensos gemidos. Una corriente eléctrica salía de mis pezones para propagarse por todo mi cuerpo generándome espasmos. No pude más y solté la cabeza de Juana mientras mi cuerpo se arqueaba.

Juana bajó la intensidad de la mamada, acabando con ligeros besos.

Sus besos continuaron dulcemente recorriéndome el cuerdo. Subió mi brazo hasta mi cabeza y sus besos pasaron de mi pecho a mi costado, a mi axila, al interior de mi brazo, mi codo, mi antebrazo, y cuando su boca estuvo nuevamente a la altura de la misma volvió a besarme a lengüetazos.

En todo este recorrido se había colocado arrodillada frente a mi costado. En esta posición, mientras me ofrecía su lengua para que lo se la chupara, su mano izquierda empezó a acariciar mi cuerpo. Recorrió mi vientre y mi costado, pasó por mi cadera, y llegó a su objetivo, mi nalga. Las caricias circulares se alternaban con su palma intentando coger todo el glúteo.

El círculo de las caricias aumentaba y se dirigían a la raja que separa ambas nalgas.

Estando yo de costado, Juana se recostó frente a mi culo para centrarse en él.

Las caricias pasaron a las dos nalgas, ocupándose también de mi rajita, a la que parecía prestar especial atención.

Su mano pasaba descaradamente entre las dos nalgas mientras su dedo medio presionaba para meterse entre ellas. Tras cada pasada su boca besaba mi rajita.

Puse mi mano sobre mi nalga para abir un poco mi raja, y a la siguiente pasada su dedo pudo llegar el fondo de mi raja presionando a su paso el esfínter de mi ano. Me gustaba. Juana insistía y yo hacía por abrirme más y mantenerme abierta no solo cuando pasaba su dedo, sino cuando llevaba su beso.

Juana se percató de mis maniobras. Su mano esta ayudó a la mía a separar mir nalgas y mi ano al descubierto, y me lo besó. Insistió en el beso, y sus labios dieron paso a su lengua que lamió el ano sin complejos. Yo me estremecí, alcé la pierna que no tenía apoyada para intentar abrirme más.

Buena chica, veo que estas muy limpita – yo me había hecho una lavativa la noche anterior antes de dormir.

Ven Alba, enséñame bien tu culo para que te lo coma.

Me empujó para que cayera boca abajo y luego subió mis piernas dejándome el culo en pompa. Mis rodillas bien separadas y mi pecho y mi cara contra las sábanas, le entregaba mi culo.

Juana se había arrodillado entre mis piernas y seguía acariciándome las nalgas con fuerza abriendo y cerrando mi ojete.

Su cabeza se metió entre mis nalgas y su lengua empezó a jugar con mi ano.

Te gusta mi amor.

Siiiiiiii

Para mi disfrute siguió lamiéndome durante largo rato. La punta de su lengua buscaba la apertura. Y aumentaba la separación de mis las nalgas con mis manos para que su lengua entrara mas.

Con sus lamidos mi raja comenzó a chorrear su saliva. La notaba escurrir hasta mis testículos, allí yo la recogía con una mano y me la chupaba.

Juana se incorporó. Sus dedos seguían acariciando mi rajita. Y sin más dilación metió su dedo índice en mi ano. Estaba lleno de saliva entró sin dificultad.

Empezó a mover el dedo. Lo metía y lo sacaba, lo giraba presionando las paredes de mi recto.

Lo sacó, pero de inmediato noté como metía dos dedos abriendo más mi ano. Siguió con sus movimientos y giros, suaves y firmes.

Y metió tercer dedo. Noté un ligero dolor que desapareció rápidamente con sus masajes. Sus dedos masejeaban mis entrañas y yo disfrutaba muchísimo.

Ponte boca arriba Alba – dijo suavemente

Yo obedecí. Me giré quedándome boca arriba quedando Juana de rodillas entre mis piernas abiertas.

Dame la almohada y sube la cadera – se la pasé y me la colocó bajo las nalgas elevando mi culo.

Seguió dilatando mi ano penetrándome con tres de sus dedos. Seguía entregada al placer que me estaba dando. Ahora yo no se contentaban con girar sino que presionaban hacia dentro dilatando mi ano. Disfrutaba de las sensaciones que sus dedos provocaban en mi culo y la visión majestuosa de aquella gigantesca mujer. Su melena cayendo sobre sus hombros, sus senos firmes y turgentes, su vientre plano y mas abajo su gran pene liso que volvía a estar erecto gracias a la paja se estaba haciendo con la otra mano.

¿ La tienes dura otra vez ? - pregunté con sorpresa

Si cielo, y va a ser toda para ti.

Supuse lo que quería decir, y me aunque me dio algo de miedo el recordar el tamaño de su polla en mi boca, anhelaba con todos mis fuerzas sentirla en mi culo.

La tienes muy grande.

No te preocupes, te he dilatado bien, estás muy abierta.

Sacó sus dedos de mi culo y empezó a restregar el glande de su pene por mi raja impregnándolo bien de toda la saliva que ya se había acumulado. Con suaves movimientos de cadera empezó a apretar su glande en mi agujero, y yo notaba como este volvía abrirse y quedaba tenso, pero su polla no había entrado. Ella empujó con mas fuerza su glande se abrió paso en mi provocándome un gran dolor.

  • Hayyy, me duele.

Juana sacó su polla y siguió restregándola por mi ojete.

No me lo explico, te tienes que ver el culo todo abierto, parece un pozo – dijo con descaro y ojos lujuriosos.

Palpe con mis manos y en lugar del usual tacto de mi ano noté un gran agujero húmedo. Subí mis piernas para apoyarlas en sus hombros en una señal más de entrega. Se recostó sobre mí forzando a que flexionara mis piernas y se apoyó en sus brazos para no dejar caer el peso de su cuerpo sobre mí, me beso dulcemente.

Quieres que te folle verdad

Si, por favor métemela, quiero sentirla en mi culo.

Su pene seguía acariciando mi raja.

Sin más dilación presionó y empezó a penetrarme nuevamente. Yo volví a gritar de dolor.

  • Shhh, aguanta cielo - y ahogó mi grito llenándome nuevamente la boca con su lengua y cerrando mis labios con los suyos.

Puse mis manos en sus caderas tratando de evitar la penetración, pero era inútil. Prosiguió la penetración lentamente, yo sentía como entraba cada centímetro de su polla, hasta que el tacto de sus caderas en mis nalgas impidió que entrara más.

Yo saciaba mi dolor chupando con frenesí su lengua, pero al poco rato libero mi boca.

Shhhh, Alba , ¿ te duele mucho ?

Si, mucho – dije en un gimiendo.

¿ Quieres que la saque ?

¡ Noooooooo ! – yo misma me sorprendí de mi exclamación. Sentía dolor, pero Juana seguramente a propósito me había dejado el tiempo suficiente para que el intenso dolor inicial fuera dejándome percibir otras sensaciones que iban creciendo en intensidad y que hacían arder de deseo.

Buena chica, muévete, siéntela toda y hazme gozar.

No sabía como se podía sentir más aquella polla pero la obedecí. Como pude empecé a mover mi culo de lado a lado. Con el movimiento aquello podía entrar un poco mas acariciando partes de mis entrañas que producían nuevas sensaciones.

Mi deseo seguía creciendo y mis movimientos buscaban mayor amplitud.

Juana empezó a acompañar el movimiento de mis caderas con mis movimientos con un ligero mete-saca. Al poco apoyó sus manos sobre mis piernas, lo que dejó mis piernas pegadas al pecho. Esto dejaba mi raja completamente expuesta, y la penetración se hizo mas profunda.

En esta postura perdí en gran media mi capacidad para bombear su polla con mis movimientos, pero ella lo compensó empezando a follarme sin contemplaciones.

Su polla entraba y salía de mí en toda su longitud, yo estaba completamente entregada. Mis manos se agarraban a sus brazos, como si haciendo fuerza fuera a conseguir una penetración mas intensa. Mi mente ya solo de centraba en las sensaciones que sentía en las paredes de mi culo. Cuando la polla de Juana entraba en mi recto se disparaban calambres que parecían subir por todo mi cuerpo hasta llegar a mi cabeza.

Juana iba imponiendo un ritmo cada vez más rápido. Los impulsos que sentía se juntaban cada vez más. A veces sentía una nueva embestida antes de que el goce de la anterior se hubiera disipado de mi cerebro. Juana seguía follándome. Perdí toda noción del tiempo y la realidad, mi cuerpo y mi cerebro se juntaron en un éxtasis total que nacía de entre mis nalgas. Aunque no fui consciente de ello en ese momento, y solo lo sé por lo que luego me contó Juana, todo mi cuerpo tembló y se agitó brutalmente mientras soltaba un grito gutural.

No se como fue, pero cuando recobré la conciencia Juana estaba tumbada boca arriba y yo, a su lado, descansaba mi cabeza sobre su pecho.

Yo sollozaba y mojándola con mis lágrimas, ella acariciaba mi cabello con dulzura.

Lo siento mucho, no se porqué lloro - Me disculpé

Descansa cielo, solo tienes que recuperarte. ¿ En serio no sabes lo que te pasa ? ¿ no lo habías sentido nunca ?

No, ¿ a que te refieres ?

Alba, mi amor, lo que has tenido es un orgasmo, y por como te agitabas y aullabas debe haber sido muy fuerte. Ahora tienes que recuperar la respiración y sosegarte.

Me incorporé un poco y buscando su boca la besé.

Muchas gracias.

De nada mi amor. Yo también he corrido muy a gusto poco después de tu orgasmo. Espero que partir de ahora no dudas de que eres toda una mujer.

Y me quedé sobre su pecho disfrutando del momento.