Días sin final (Homenaje Post-Novela)
Con este corto relato, inicio mi temporada 2021 en Todorelatos. Es un final alternativo a la hermosa novela de Sebastián Barry, que se llama en el idioma original: Days Without End. Una historia de amor gay histórico que me atrapo en estos días. se los recomiendo.
Homenaje a Días sin Final de: Sebastián Barry (Final Alternativo)
Fort Leavenworth, 8 de Junio de 1872.
Carta de John Cole a Thomas McNulty:
Thomas, mi vida. Sé que tal vez esta podría ser la última vez que pueda volver a hablar contigo, y es una completa injusticia que tengas que pasar por esto. Pero Thomas, debo decirte lo que nunca te he dicho desde que nos conocimos por primera vez debajo de aquel árbol en Misuri, cuando tú y yo éramos apenas unos muchachos sin posesiones y huérfanos. Jamás me atreví a decirte totalmente cuán importante has sido para mi vida, y lo he estado lamentado todos estos días, sí señor. Lo había perdido todo: una familia, un hogar, el sentido de vivir, ya no quedaba nada en mí y lo sabía. Entonces llegaste tú a mi vida, y llenaste ese vacío miserable. Al principio te veía como un compañero de camino, un buen amigo, un boy irlandés bastante guapo y amable. Luego, mientras nos iba alcanzando el señor tiempo e iba comprendiéndolo todo, me di cuenta que sentía algo más por ti. Pensé que bastaba con demostrártelo en la intimidad y en la oscuridad o cuando nos tocaba sobrevivir a las penurias en el ejército. Creí que eso era suficiente dado mi carácter reservado y me equivoqué, Dios lo sabe. Ahora, en las vísperas de poder perderte para siempre, estoy devastado, no he podido dormir por días, y la tristeza y la culpa me acechan todos estos días. No debí dejarte ir con Poulson, debí protegerte, luchar por ti. Ni siquiera me permiten poder hablar contigo, esto es desesperante. No sabes cuánto deseo poder tenerte abrazado en mis hombros y decirte que aquí estoy contigo. He vivido “Días sin final” Junto a ti, y han sido los mejores años de mi existencia, créelo mi vida. Nos une más que una amistad, mucho más que años de compartir una vida dentro del ejército. Nos une el amor, el testigo fiel que nos acompañó a lo largo de tantos caminos y momentos de temor y alegría. Nada ni nadie me ha dado tanta felicidad como me la has dado tú. No sé qué será de Winona y de mí, si te perdiéramos, no puedo imaginar mi vida sin ti a mi lado. Creo que no puede haber nadie más en mi vida, que no seas tú. Te Amo, quiero que lo sepas. Te amo, como nunca he amado a ninguna mujer y a ningún otro hombre, y no quiero perderte. Hablare de nuevo con el Mayor Neale y trataré que haga lo imposible por ti, por nosotros. Si no es suficiente, hablare con quien sea, si fuera posible con el mismo presidente de la unión, pero no te dejare morir. Los días sin ti a mi lado, serian insoportables. Por favor mantente fuerte, consuélate en mi amor. Hazlo por Winona y por mí. Te ama, John Cole, tu eterno enamorado y esposo.
Esas fueron las palabras que mi John Cole me dedico en las proximidades de ser fusilado por las acusaciones de deserción y por haber matado justamente a Starling Carlton. Ahora que la volvía a releer, tal como lo había hecho decenas de veces desde que me la envió en mi reclusión, me conmovía el corazón de una dicha tal, que no dejaba de sonreír a través del camino, de regreso a casa. Ya le había telegrafiado que por fin me habían liberado de mi condena de cien días de trabajo en las canteras y que regresaba al fin con ellos. El mayor Neale, el hombre que por tantos años en el ejército, John Cole y yo le habíamos servido, me había librado de la muerte segura. Agradecía que aun pudiera poseer días para seguir viviendo junto a las dos personas que más me importaban en esta tierra.
Por mi mente imaginaba a John Cole y Winona en el portal de la granja esperando mi llegada. Iba rebosante de felicidad, a pesar que vestía andrajosamente y sin ningún dólar en el bolsillo. Había sobrevivido nuevamente, y eso bastaba. Unos pasos más, y divisaba la granja de Lige Magan claramente a pocos metros de donde me encontraba, mientras me acercaba cada vez más. Mi pecho palpita de solo desear el reencuentro, y en eso estoy cuando mis emociones se descontrolan al ver la figura de Winona gritar fuertemente mi nombre al divisarme desde la granja. La chica corre a mi encuentro y en solo un instante me arropa con su cálido abrazo mientras ambos lloramos de la alegría por haber vuelto a estar juntos.
Las palabras son breves y confusas cuando son pronunciadas a la vez que la garganta esta conmovida por el llanto. Winona me besa cariñosamente y luego me toma de la muñeca mientras me dirige emocionada a la entrada de la granja.
-¡Winona! No tan rápido mi niña!
-¡Estoy feliz, muy feliz Thomas! ¡John muere por verte! – Me dice ella mientras me sonríe.
-¡Yo también estoy feliz de volver con ustedes!
Así tomado de la mano, damos unos pasos hasta que las figuras de Lige, Rosalee y Tennyson se abaten jubilosas sobre mí. No habría lugar más dichoso en todo Tennessee, que ese pequeño rincón rural. Mi mirada busca luego a John Cole por todas partes, por un instante se me templa el estómago, pero luego lo veo aparecer desde el fondo de la puerta, viene caminando serenamente mientras me mira. Winona y los demás contienen el aliento, y yo no puedo evitar responder a su mirada embargado por los sentimientos. Se detiene por un instante en el marco de la puerta, y luego de imprevisto corre a abalanzarse sobre mí.
-¡Te extrañado tanto Thomas McNulty! ¡No vuelvas a separarte de mí jamás! ¡No lo permitiré!- Me dice mi John Cole, mientras fuertemente abrazados lloramos de la alegría.- Winona se acerca y se une al sentimiento. Nada ha sido tan hermoso como ese reencuentro.
Luego de mi recibimiento, me preparo para darme la ducha de un año y luego cambiarme aquella ropa raída con algunas prendas que me otorga Lige, pues las de John Cole son demasiado grandes para mi talla. Una merecida rasurada a mi barba me devuelve la jovialidad madura de mis 41 años aproximados. He vivido la vida, y he llegado a este punto de mi recorrido. Me agasajan con una deliciosa comida y luego me piden que les cuente mis anécdotas sobre mi tiempo cumpliendo la condena. No siento inseguridad al hablar de todo lo que he vivido, el amor de John Cole siempre me acompañaba, como ahora lo hace mientras estoy sentado en una de sus piernas a la vez que me envuelve la cintura con sus fuertes brazos. Todos allí saben lo que ahí entre nosotros, aunque nadie pregunte.
El sol comienza a surcar el centro del cielo para indicar la llegada de la tarde, y ahora siento el agotamiento físico por el viaje de regreso. Les hago saber a todos que me he de retirar a la habitación para así poder descansar. John Cole me sigue como un guardián y como mi esposo. Desde que llegue, no habíamos tenido la ocasión para poder estar suficiente me a solas. Estoy cansado y John lo comprende, así que me ayuda a preparar la cama para mi descanso. No se inmuta en decirme que me ama y en confirmarme que siempre he sido el hombre de su vida.
-Me quedare contigo un rato, y esperare que te duermas- Me dice el, a la vez que nos acomodamos en la cama.
-Gracias por todo estos años mi vida, he sido muy feliz a tu lado, te amo John.
-Y yo a ti Thomas, hasta que deje de respirar- Me responde a la vez que nos fundimos en un amoroso beso, así acostados de frente como estamos.
Me vence el cansancio, mientras la mirada tierna de John Cole me vigila. Duermo abrazado a su pecho, justo en ese espacio cálido de su cuerpo donde por años viví abrazando el amor y la pasión, y donde justamente tenía que siempre haber estado. El tiempo pasa sin que el sueño me avise y luego despierto con los últimos crepúsculos del sol distinguiéndose en el horizonte.
Me siento renovado, y dispuesto a empezar por donde había dejado el panorama de mi vida junto a John Cole y Winona, nuestra hija, aunque en realidad no lo fuera. La encontré más florecida y hermosa por la primavera de la juventud. Salgo de la habitación para refrescar mi rostro con el agua del estanque. Rosalee anda por las cercanías y me pregunta que tal he descansado, a lo que respondo con una afirmativa respuesta.
Al rato todos nos reunimos para cenar, y la ocasión se impregna de las risas y el buen humor de un grupo de personas que han compartido la camarería, el trabajo y la amistad. La gran reconstrucción va en marcha por todo el país luego de la guerra; de todo lo terrible que han sido estos últimos años, algo bueno tiene que surgir para toda la unión. La noche es perfecta mientras estamos reunidos en la mesa jugando a las cartas. A John Cole lo veo radiante y guapo a pesar de que su edad es similar a la mía, aunque unos pocos años menor. Se ha dejado la barba y sus ojos negros destellan cariño mientras de vez en cuando voltea a mirarme en pleno juego. Él está pensando lo que yo también pienso; me necesita y yo también lo necesito a él. Ya la distancia y las circunstancias nos habían separado por un buen tiempo, sí señor. Pero esta noche era el momento que deseábamos restablecer el tiempo perdido. Ya nos conocíamos.
Poco a poco, los jugadores fueron retirándose y perdiendo, hasta que solo quedamos Winona, John, Tennyson y yo. Una alegre e intrépida muchacha nos retaba a que si ella ganaba la ronda, tendríamos que dejarla salir al pueblo con el joven que atiende en el mostrador del comercio textil.
-¿Y cuáles son sus intenciones?- le pregunto recelosamente a Winona.
-Solo quiere conocerme, ser mi amigo- me contesta, con una expresión risueña en el rostro.
-Un amigo, que tropieza con los rollos de tela cada vez que te ve, ¡qué extraño!- dice irónicamente un dichoso John Cole.
-¡Ah Déjenme salir con él por el amor del señor! ¡Solo será por un rato! ¿qué les parece?- nos espeta ella.
-Ya dije antes de que me fuera, que no te casarías aun, eres muy joven Winona, pero... –Me interrumpe.
-¡No pienso aun casarme con él! Solo deseo conocerlo, no es para tanto- me expone afligida.
-Por mí, dejaría que fueras, siempre que te acompañe Rosalee y Thomas este de acuerdo, claro está- Dice John Cole mientras me mira sondeando mi reacción.
Titubeo por un momento mientras la miro a ella y miro a John. Siento que está llegando el momento que nuestra niña está dejando de ser eso, una niña, para descubrir la vida como una mujer. Retengo el aire por un instante y después doy mi veredicto.
-Bien, iras pero con la compañía de Rosalee- Respondo.
-¡Gracias! ¡Gracias papas! – dice Winona evidentemente feliz.
Es la primera vez que nos llama papas, lo cual nos asombra a los dos en aquel momento. Dibujamos una sonrisa mutua ante tal muestra de afecto de nuestra Winona. Las horas pasan y luego finalizamos el juego muy entrada la noche. John Cole ha sido el ganador de la velada. Ahora desea reclamar su premio, nada menos que yo mismo.
Nos despedimos de nuestra dulce muchacha mientras ella se aleja bostezando por el sueño. John Cole, mi galán, va besando juguetonamente un lado de mi cuello mientras vamos de camino a nuestra habitación privada. Nos embarga el deseo de volver a estar juntos después de tantas noches negadas. Nada más arribar a la habitación y cerrar el manojo, John Cole se desata en su ansia de poseerme de nuevo. Recorre mi cuerpo con sus manos, primero con suavidad y luego con ansia, en el afán de desvestirme y descubrir los muslos y piel que siempre le pertenecieron. Me besa profunda y apasionadamente mientras por mi mente rememoro todas las ocasiones maravillosas en que nos amamos a la intemperie en las llanuras o en la oscuridad cómplice de las barracas del ejército. Nada me satisfacía tanto como satisfacer a mi John Cole y que el a la vez me satisficiera a mí.
Su robusto cuerpo irlandés me domina mientras se halla encima de mí en la cama. Jadeamos ante el roce de nuestros miembros y el toque de nuestras manos y labios quienes van reconociendo las claves para entrar en el paraíso de dos, al cual estamos visitando.
-¿Recuerdas... nuestra primera vez en el vestidor del Saloon del señor Noone?, me pregunta de repente en medio de nuestro cielo.
-Por supuesto que lo recuerdo... lo hicimos en el suelo y eso fue maravilloso- le respondí excitado mientras me besuqueaba el cuello.
-Quiero que esto noche sea como una nueva primera vez para los dos... un nuevo comienzo para lo que tenemos- me dijo mientras paraba por un momento la intimidad.
-Te amo John Cole, y nunca me cansaré de amarte- le dije mientras volvía a incitarlo a continuar lo nuestro con un beso ardiente.
Las largas y bien hechas manos de mi amado esposo me acomodaron en la cama, de manera que mi orificio quedo a su entera facilidad para ser invadido por su vigoroso y adiestrado miembro que tanto conocía y que recibía constantemente con gusto. El entró potente en mi interior, como una bala ingresando en el casco de un soldado de los confederados. Podía sentir cuanto deseaba poder volver a penetrarme como no lo hacía desde hace muchos días. Unas sacudidas violentas, cargadas de pasión, de lujuria, de ardor masculino, nos envolvían en aquella sensación única que solo dos hombres pueden sentir cuando están juntos íntimamente.
Me eleve por encima de su cuerpo, para cabalgarlo como el poseso macho que era, y del que me sujetaba para poder descubrir el galope hacia la culminación del placer. John Cole aferraba fuertemente sus manos a mis caderas mientras la presionaba para que su miembro irlandés se internara más profundamente a través de mi orificio. Era mío y solo mío ese hombre, ¡Que alguien osara quitármelo, para que viera lo que le haría!
Mis gemidos acompañaban los gemidos graves de mi esposo, la culminación de nuestra noche de amor pronto estaba llegando a su cumbre. El amor de mi juventud, me tomo de nuevo entre sus brazos y me coloco de rodillas en la cama, a la vez que volvía a entrar en mí desde atrás. Estimulaba mi pene con una mano libre, mientras que la otra en complicidad con enorme cuerpo, me hacían confesar todas las noches que le negué a mi esposo el poder disfrutar de mi con la plenitud de la ahora era libre de manejarme.
Unas cuantas arremetidas bien dadas hasta lo más íntimo de mi interior, fueron suficientes para que mi John Cole terminara eyaculando toda la reserva de su semen contenido, solo esperando mi llegada. Eyaculé al compás de él, pues me estimulaba con su mano. Un penetrante olor a hombre, invadió la habitación y eso fue estimulante para nuestra noche. Nos tumbamos en la cama, y nos dábamos uno de esos besos cariñosos y sinceros que se dan a alguien al cual realmente amas y tienes arraigado en lo profundo de tu alma.
Al fin, era completamente dichoso junto a mi compañero, mi amigo, mi esposo, el amor de mi juventud, del cual me enamoré hace casi 20 años atrás. Juntos habíamos vencido muchas batallas: las de la miseria y la ignorancia; las de la guerras militares, las de la nuestro propio ser, y finalmente habíamos derrotado a todos los enemigos que se oponían a lo que éramos. Y al fin habíamos llegado al lugar correcto. Ese donde la muerte no puede mellar su hermosura y deleite, ese donde el amor y la aceptación nos permite sellar para siempre nuestra historia, mucho más allá de todo lo que la sociedad y la naturaleza pueda intentar quebrantar. Después de todo, siempre viviríamos los días sin final, días para juntos poder redescubrir los colores de aquella felicidad que de antaño por poco se nos fue arrebatada. Viviré para amarte John Cole, así como sé que tú también los harás por mí. Todo vuelve a ser como siembre debió ser, sí señor.
Por: James Fighter.
#Nota: Si desean leer la novela, la tengo disponible en formato Epud. Asi entenderan bien todo el trasfondo. !Feliz año nuevo para todos!