Días de sangre y de swing
Algunos autores de TR nos hemos animado a escribir relatos sobre crímenes. "Días de sangre y de swing" de SOLHARIS. Relato sobre los años 30 con música, alcohol y gángsteres contra sindicalistas.
El ejercicio está abierto a todos los autores de TR. También sigue abierto el plazo. Para más detalles, puedes ver la dirección:
http://www.todorelatos.com/relato/41882/
Si te animas, no tienes más que escribir a solharis@yahoo.es
¿Qué clase de camarero y de amigo eres tú que no quieres servirme una copa? ¡Ya te diré yo cuándo he bebido demasiado, así que ponme otro güisqui y deja de decir tonterías!
¿Todavía me preguntas por qué me voy? ¿Cómo quieres que siga trabajando aquí? Esta ciudad ya no es lo que era desde que se hundió esa jodida Bolsa. Hay pocos empleos y los salarios son malos, tú lo sabes bien. Como no había suficientes problemas, esos bastardos del "sindicato" nos explotan y nos chupan la sangre.
No puedo soportarlo más, entiéndelo, no puedo dejar de pensar en Mike desde que le asesinaron. Le asesinaron como a un perro y valía más que todos nosotros juntos, que somos unos jodidos cobardes, y ahora él está muerto porque ni yo ni nadie movimos un dedo por él. Esto es lo que pasa. Ni más ni menos.
Entrar en la fábrica es recordar esa mañana, la mañana en que nos esperaban en la entrada los del sindicato ¡Sindicato! ¡Una pandilla de matones y gángsteres explotadores! Nos explotan y nosotros nos dejamos, ésta es la maldita verdad, porque somos unos cobardes. Nos esperaban con sus sombreros de fieltro, sus camisas blancas con tirantes y sus elegantes gabardinas, para demostrarnos que ellos no se manchan las manos con grasa y aceite, sólo con sangre. Se las dan de peces gordos cuando no son más que mierda. ¡No me pidas más que me tranquilice y déjame continuar!
Busqué con la mirada a Mike pero no le encontré. Recé porque ese día no viniera a trabajar, pero él era honrado y cumplidor como ninguno: jamás faltó un día al trabajo. ¡Ojala se hubiera quedado en casa!
El jefe de aquellos tipejos empezó a hablar. Es sólo imaginar a ese gangster y siento asco. Recuerdo su pelo negro engominado, su sonrisa de superioridad, su rostro de guaperas y siento nauseas. Tampoco puedo olvidar la voz arrogante y sarcástica con la que empezó a hablar.
-Me ha llegado el rumor -que, espero, sólo sea un rumor- de que algunos de vosotros no estáis muy contentos y no queréis pagar la cuota del sindicato. ¿Alguien quiere aclararme este desagradable asunto?
Se hizo el silencio y deseé con todas mis fuerzas que aquello acabara cuanto antes y se marcharan. Pero sentí unos pasos detrás de mí y entonces Mike pasó a mi lado. ¡Tenía que estar allí! Me dio una palmada en el hombro para animarme, como si fuera yo el que estuviera en peligro, pero ahora mismo daría mi mano derecha porque se hubiera callado como todos. En vez de eso se adelantó y plantó cara a aquella gentuza.
-Yo os lo aclararé. Es sencillo. No queremos saber nada de vuestro "sindicato". Nosotros queremos tener nuestro sindicato para que sólo aquellos que nosotros elijamos defiendan nuestros intereses.
¡Con qué seguridad les plantó cara! ¡Vaya que sí lo hizo! Cada vez que soltaba uno de esos nosotros o nuestros , todos nos estremecíamos y al mismo tiempo le admirábamos. ¡Cristo, Mike tenía lo que hay que tiene que tener un hombre con agallas! No como nosotros. Hasta aquellos cabrones se quedaron mudos. Tardó en responder aquel bastardo que era su jefe, pero siguió hablando sin perder un ápice de arrogancia y sangre fría.
-¡Vaya! ¡Sí tenemos un rojo alborotador entre nosotros! ¿Dices que queréis vuestro sindicato? Me decepciona que seáis tan desagradecidos ¿Es que no sabéis que sin nuestraprotección podrían pasaros cosas muy desagradables? Tal vez, algún accidente Quién sabe.
Hablaba con sarcasmo y le odié con todas mis fuerzas. Siguió hablando aquel hijo de puta:
-¿Dices que no nos habéis elegido? ¡Pues muy bien! Os dejaré elegir. ¡Que todos los que quieren un nuevo sindicato levanten la mano!
Aquel jodido bastardo no dejaba de acariciar la culata del revolver que llevaba en el bolsillo, esperando la respuesta que nadie se atrevió a dar. Nadie habló, nadie tuvo cojones para levantar la mano. Dejamos solo a Mike, con la mano izquierda en alto, y no movimos un dedo por él. Sentía la mano temblarme en el bolsillo. La saqué, sin poder contener el tembleque de los dedos. De veras que quise levantar la mano, pero no pude. ¡No pude! Tengo mujer e hijos, Mike. Eso es lo que pensé y era mentira: simplemente era un jodido cobarde. ¡También Mike tenía una mujer! ¡Una mujer que ahora es una viuda! ¿Entiendes?
-Bien, bien Parece que te has quedado solo, sindicalista de pacotilla ¡Se acabó la función, todos a trabajar!
Y se lo llevaron. Dos matones le agarraron por los hombros y lo arrastraron hasta el coche. Le metieron a empujones y no volvimos a ver a Mike. Lo que encontramos ayer en la orilla del lago era más que un despojo. ¡Dios, eso que habían dejado no podía ser Mike!
Decidimos entre todos pagar una pensión a la viuda pero esa buena mujer no quiere dinero, quiere a su marido. Fuimos a darle nuestro pésame y nos llamó cobardes antes de echarse a llorar. Nunca había sentido tanta vergüenza y sigo oyendo sus sollozos. ¡No puedo aguantarlo más! ¡Así que déjame beber en paz de una vez y no me pidas que me lo piense mejor porque es mi última noche en esta ciudad de mierda!
¿Sabes? La primera vez que matas a un hombre es especial, algo de lo que no puedes olvidarte. Yo lo recuerdo muy bien. Era más joven y debía ser mi tercer atraco. Si aquel tendero hubiera sido más listo, nada le hubiera pasado. Pero cometió un error sacando la pistola de debajo del mostrador y no me dio otra elección: tuve que hacerle un hermoso agujero entre las cejas. Primero sientes sorpresa porque nunca habías pensado que fuera tan fácil matar a un hombre. No me lo creí hasta que le empujé la cabeza con el pie y no pasó nada: sus inertes ojos de besugo siguieron fijos en el techo.
¿Te escandalizas? Sé que eres discreto y por eso se te pueden contar las cosas. Hoy tengo ganas de hablar y el local está vacío. Ponme un güisqui y te contaré más. Seguro que te cuentan muchas historias pero no como las mías, ¿verdad? Sí, eres discreto y por eso conservarás este negocio Pero continúo.
Claro que luego sientes cierto temor supersticioso. Todavía crees que existe la justicia y que hay venganza para los muertos, hasta que te acostumbras y descubres que no hay justicia y nunca la ha habido. Al final acabas sintiéndote poderoso porque en tu mano está decidir quién vive y quién muere
Matar a ese rojo ayer no tuvo nada de especial. Son muchos dólares los que les sacamos a esos pobres diablos de las fábricas. No podía permitir que un comunista de mierda me plantase cara y le matamos. ¡Cómo se cagaron de miedo todos sus "camaradas" cuando nos lo llevamos! Le dimos un pequeño paseo hasta el bosque y lo liquidamos. De paso le enseñamos a hacerse el valiente, lástima que aprendiese demasiado tarde Echamos después el fiambre al lago y final de la historia.
Fue divertido hacerlo. ¿A que no es tan fácil hacerse el valiente ahora, eh?, le dije cuando le pateábamos en el suelo. No tengo ni idea de si me escuchó, pero es que esto es algo que tengo más que comprobado: coge al hombre más valiente y hazle sufrir hasta que no dejes más que una patética mierda de él No quedará absolutamente nada de su dignidad porque el dolor es algo único. ¡Es tan previsible! Le pisas la mano y chilla, le pateas el vientre y gime, le das un puñetazo y aúlla
No sé si existen dos tipos de personas en el mundo, pero lo que sí sé es que o se gana o se pierde, y hay quien saber ganar y quien no. ¡Yo sé ganar!
¿Por qué me miras así? ¿Crees que me hace efecto el alcohol? Puede que sí, pero el alcohol vuelve elocuente a un hombre si lo bebe en su justa medida.
Mira, mi padre fue un hombre honrado, un hombre íntegro, con principios morales, humilde y bondadoso. Mi padre ¿Para qué nos vamos a engañar? Mi padre fue un perdedor que se pasó toda una jodida vida plantando patatas en Irlanda para acabar más pobre y más endeudado. Le recuerdo bien rezando todas las noches para que la cosecha fuera buena y pudiéramos pagar el arrendamiento de las tierras. Quería que fuera como él, otro honrado perdedor con principios y sin futuro. ¡Pobre viejo! Pero yo era -soy- un ganador por naturaleza y nunca quise ser como él. Luego murió y llegó la lucha por la independencia y la guerra civil Irlanda era demasiado pequeña para mis ambiciones y me marché a esta tierra de oportunidades.
Desde el crac de la Bolsa te habrán dicho que este país se hunde, que si la depresión, que si la crisis No es cierto. En todo país hay un sitio para los ganadores y otro para los perdedores. He visto a los perdedores haciendo cola en los albergues, esperando un tazón de sopa de la caridad. ¡Son tan patéticos! Nosotros, los ganadores, sabemos ver las oportunidades.
Escucha y atiende: ¿qué hay que hacer para ser un ganador? Amar el triunfo por encima de todo, sin preocuparte de lo que das a cambio, sin preguntarte si lo mereces o no. Dicen que es cuestión de suerte Pero es mentira que la suerte sea ciega. Eso es muy propio que lo digan los fracasados. En realidad, la suerte es como una mujer. Ruégala que esté siempre a tu lado, mímala, suplícala y se aburrirá de ti para marcharse con otro. Tienes que dominarla y confiar en ti mismo, desdeñar las amenazas y el peligro.
Nunca hay que tener compasión porque ése es un sentimiento propio de los perdedores. Es natural que un perdedor vea a otro y se identifique con él y sienta simpatía. Pero cuando un ganador ve a un perdedor, lo único que ve es a un jodido y patético fracasado. Nada más.
¡Ya lo ves! Un servidor no es un filósofo pero tiene las ideas muy claras y no es por presumir, pero creo que soy un buen orador. Tengo dinero, poder y mujeres. Me he hecho a mí mismo sin importarme nada: yo soy el sueño americano.
Bueno, creo que he hablado demasiado. Si sigo bebiendo me emborracharé de verdad. ¡Ted, dame tu hombro para que me apoye! Me siento algo mareado
¡Apunta el whisky en mi cuenta, viejo!
Esta noche quiero algo especial. Quiero vino y del bueno. ¿Qué te crees? ¿Que sólo los italianos saben apreciar el vino? ¡A los irlandeses también nos gusta lo bueno! Me gustan muy poco esos italianos con su mafia, la familia y todas esas tonterías Aquí tienes a Ted, que es un buen muchacho, e irlandés como yo. Harvey, bueno, tiene un apellido polaco impronunciable pero es muy eficiente y discreto. Sólo quiero a los mejores trabajando conmigo.
Sabes escuchar, viejo, y por eso me gusta hablar contigo.
Anoche fuimos a divertirnos. Diana estaba preciosa, siempre lo está, con el abrigo de pieles y con los pendientes que le regalé. Me costaron una pasta pero yo soy generoso. Sabe que me gusta que se maquille. Tenía los labios rojos como la sangre, las mejillas rosadas por el colorete y las pestañas negras y largas. Es una preciosidad. ¿Qué voy a decirte a ti, que ya la conoces?
No cenamos solos porque el placer no tiene porque estar reñido con los negocios y nos acompañaba Frankie, aparte de Ted y Harvey, que siempre van conmigo. Frankie está algo envejecido, algo más gordo. Dicen que ha perdido el vigor que solía tener con sus muchachas Imagino que sabes que controla los prostíbulos de la ciudad. No es un negocio que me entusiasme porque las mujeres me gustan como entretenimiento pero no como oficio. Yo soy más un hombre de acción: asesinatos a sueldo, extorsiones, un poco de tráfico de estupefacientes Es un buen pastón el que sacamos con el "sindicato" y con los "alquileres" de muchos negocios. Caray, yo también tengo mi dignidad. Puedo decir que mis hombres son asesinos implacables, no chulos sólo capaces de pegar a muchachas. Que nadie intente quitarme mi dignidad profesional
Se había traído a algunas de sus muchachas. Viejo zorro, bien sabe él lo que me gustan las mujeres Se sobreentendía que alguna serviría como regalo para cerrar un trato. Frankie quiere que le proporcione estupefacientes para "convencer" mejor a sus muchachas.
Diana estaba de mal humor. ¡Qué tontas son a veces las mujeres! No entiende que nada es suficientemente bueno para un ganador como yo, que necesito disfrutar con otras mujeres para no aburrirme de ella. En la variedad está el gusto y tú, que eres camarero, lo sabes. Pero me da igual: no pienso dejar que nadie me diga lo que tengo que hacer, ni siquiera si tiene el cabello tan dorado como Diana.
La cena fue muy animada. Lo pasé estupendamente. Las chicas eran muy apetecibles. Diana seguía con la tontería pero estaba encantadora de todas formas. Además la noche era especial porque interpretaba Benny Goodman y su big band. En esta anodina ciudad sobran industrias y hace falta diversión. ¡Demonios, esa noche me apetecía bailar! A Diana se le quitó la tontería cuando salimos a bailar.
Justo cuando fuimos a la pista de baile interpretaron "Sing, sing, sing". ¡Es una canción increíble! ¡La escuchas y te dan ganas de bailar! Te emocionas cuando oyes a todos esos trombones y trompetas empezando a sonar tan salvajes. ¡Y esa percusión que dura de principio a final como el tamtan de los tambores africanos! No puedes dejar los pies quietos. Los saxofones tocan melodías extrañamente sensuales y las sordinas de las trompetas barritan como elefantes embravecidos
Creo que empiezo a sentirme borracho. ¡Bah, no importa! A los irlandeses el alcohol no nos hace daño, sino que nos tonifica el hígado y el estómago. Toma y quédate con el cambio. Muy buenas noches
Eran las nueve de la mañana pero la sucia neblina sólo permitía vislumbrar un escuálido Sol. Sería el último que vería Mike. Antes de que le sacaran a empujones del coche, intuyó que iba a morir. No se contentarían con una paliza: le matarían y le abandonarían sin más.
Quiso decir algo pero no pudo. Con un contundente puñetazo en el estómago le quitaron su voz. Intentó llenar de aire los pulmones pero le derribaron con una patada.
-¿Creías que ibas a salirte con la tuya? Ahora aprenderás que nadie juega con Marvin.
Y Marvin le aplastó los nudillos de la mano con el pie. ¡Cómo se divertían oyéndole aullar! No le dieron tregua. Empezaron a lloverle patadas en la espalda, las piernas, el pecho, la cabeza Mike se encogió sobre sí mismo, haciéndose un ovillo, pero era inútil. El dolor no le dejaba pensar y sólo podía retorcerse para intentar desaparecer de allí. Sollozaba como un niño porque las costillas se le partían como ramas secas. Escupió mucha sangre y notó que en su interior todas las vísceras se removían como un potaje.
El insoportable dolor empezó a desaparecer y dejó de importarle lo que ocurría a su alrededor. Ya no sentía el gusto metálico de la sangre en el paladar ni el profundo dolor en el pecho. Dejó de notar su propio cuerpo, que no era más que un trozo de carne apaleada y que no tenía que ver con él. Finalmente encontró el descanso y la paz. Cerró los ojos y no volvió a abrirlos.
El Jefe está de un humor imposible, ya lo viste ayer. Sírveme un güisqui y te lo cuento. ¡Joder, tú sí que tienes que escuchar muchas historias interesantes! Sí, ya sé que no me puedes contar nada, eres inteligente Yo en cambio no puedo contener esta lengua mía
A lo que iba. Ya sabes que al Jefe le encanta el boxeo y si hay apuestas de por medio, mucho mejor. Como también le gusta arriesgar, resulta que apostó por un luchador sin mucha experiencia frente al veterano. Le habían informado de que el negro parecía tener talento y se dejó convencer. Apostó duro y perdió.
¡Vaya fracaso! Desde el principio me di cuenta de que el combate estaba perdido por la forma en que empezó a cobrar. El negrito no hacía más que recibir golpes y en el escaso tiempo de tregua para reponerse, después del segundo asalto, se acercó el Jefe para darle el mejor consejo que le habían dado nunca.
-Mira, negro de mierda, tienes que ganar este combate. Gánalo o no pelearás más en tu puñetera vida.
El chico resoplaba de esfuerzo y tenía un ojo amoratado. Estaba que daba pena, la verdad.
-Lo intentaré, señor, se lo juro.
-Las cosas no se intentan, se hacen. No consiento que un patético perdedor me deje en evidencia. Olvídate del boxeo si pierdes.
Y perdió Un gancho fenomenal lo derribó al suelo y no hubo quinto asalto. Más le valdría que lo hubieran matado en el ring , porque el Jefe se puso tremendamente furioso y entonces no hay quien pueda hacerle atender a razones. Tuvimos que darle una buena paliza al negrito y de veras que lo sentí por él. ¿Quién sabe si hubiera podido llegar a algo? Pero acabamos con él y con su pierna. Ya no habrá más boxeo, a menos que inventen el boxeo en silla de ruedas. Qué pena, qué pena Pero órdenes son órdenes y en este oficio no puedes ser un sentimental.
Cambiando de tema, ¿no quieres saber quién era la mujer que vino con el Jefe el otro día? Resulta que es una de las chicas de Frankie y el Jefe se ha encaprichado de ella. No me negarás que está estupenda esa tal Kate. ¿Viste cómo le caía ese pelo azabache por los hombros? Y los ojos son igual de negros. ¡Qué daría yo por tener una mujer así! No le falta buen gusto al Jefe, no.
Claro que Diana no está tan contenta. No hay quien la soporte ahora con los celos. Al Jefe le da igual, siempre le da igual lo que piensen los demás, y no da su brazo a torcer, pero yo no me fiaría de una mujer celosa . ¡Mujeres! Ah, siempre nos quedará el alcohol, ¿verdad? También el swing ¿Por qué no pones algún disco?
¿Cómo pude seguir tanto tiempo con él? ¿Cómo me dejé utilizar a su antojo? Ahora lo pienso y no puedo entenderlo. Es como si hubiera estado ciega. Marvin era un hombre imposible a veces, desesperante
Eres muy amable, pero estoy bien, de veras. Sólo quiero olvidarle un poco. Creo que no beberé más. Eres tan comprensivo. Sabes escuchar y siento tantas cosas que me gustaría decir. Ojala pudiera oírme también Marvin, pero él no sabía escuchar.
No te importaban mis sentimientos, Marvin. Creías que podías tenerme a mí y a ella como si fuéramos cosas para tu uso y disfrute. Pero esa mañana desperté y decidí que no estaba dispuesta. Yo fui la primera en despertarse y te vi entonces cómo eras realmente. Te quería, pero tú estabas en la cama con otra y con una expresión de completa y egoísta felicidad. Nunca me quisiste, ¿verdad?
Me vestí a toda prisa y me senté. Te odié entonces y tú despertaste como si nada, con una sonrisa de oreja a oreja después de una noche muy divertida para ti.
-¿Ya estás despierta? Diles que traigan el desayuno
-Estoy harta, Marvin
-¡Oh, por Dios! ¿Acabo de despertarme y quieres sermonearme?
-Quiero que me escuches. Tú y esa zorra podéis iros al diablo. Me marcho
Entonces él se levantó y se vistió despacio. Tenía una expresión sombría.
-A mí nadie me abandona, ¿entiendes? Vamos, creo que estás exagerando. Sencillamente yo sé lo que necesito y lo tomo. Ni tú ni nadie me vais a decir si lo que hago está bien o mal.
Me callé y empecé a sollozar. ¿Cómo podía ser tan insensible, tan desconsiderado? Se acercó a mí y me abrazó con condescendencia, porque él nunca fue un verdadero caballero.
-Vamos, cariño. No me hagas una escena. Te haré un bonito regalo. ¿Quieres una cara y bonita pulsera? ¿Un bonito abrigo de piel? Cualquier cosa que me pidas será tuya.
-Yo no quiero joyas. Quiero que te olvides de ella y que me digas que me quieres
-Ya está bien. Deja de cansarme con tus tonterías. Luego hablaremos, esta resaca me está matando
Tú no podías entender que yo sólo quería que me tratases con dignidad, que comprendieras que te quería de veras. Estúpida de mí...
Entonces lo supe. Quería que me respetase por una puñetera vez y sólo había una forma de hacerlo. Cogí la pistola que había dejado encima de la mesa tan rápidamente que no me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que le apunté. Su cara no perdió un ápice de tranquilidad, pero vi la nuez de su garganta moverse Me sentía fuera de mí.
-No hagas tonterías, Diana Vamos, deja eso donde estaba.
-¡Cállate! ¡No soy una puta para que hagas con mi lo que quieras!
Nunca he estado tan furiosa en mi vida como en ese momento. Disparé al techo de la habitación y él se echó atrás. Enseguida entraron Ted y Harvey, pistola en mano, y se quedaron apuntando a mi cabeza. Pero eso me daba completamente igual. No me importaba morir. Yo sólo pensaba en Marvin. Entonces su voz se hizo mucho más suave, como antes, cuando yo era cantante y él me seducía con palabras amables, cuando estábamos nosotros dos solos, sin esa puta que se había buscado.
-Diana, cariño Tú siempre has sido todo para mí. Podemos hablarlo. Yo siempre te he querido. En serio, no sabía que había herido tus sentimientos así y ahora sé que no estaba bien lo que hice.
De pronto le veía muy borroso. Estaba llorando y me caían las lágrimas por los ojos. Me temblaba la pistola en las manos y me sentí muy desgraciada. Le hubiera perdonado, me hubiera echado a sus brazos y él me habría engañado otra vez. Pero entonces sonrió. Dios, Marvin, yo te quería pero tuviste que sonreír con esa sonrisa tuya de superioridad. Nunca me respetaste porque nunca respetaste a nadie, estabas por encima de todos. Apreté los dientes y sentí que me temblaban los dedos.
Entonces
Las piernas no le tenían en pie. Recostándose contra el armario, se dejó caer al suelo y se llevó la mano al pantalón. Tuvo que ver su mano teñida de rojo para creerse que estaba desangrándose.
Diana se llevó las manos al rostro, dejando caer el revólver al suelo. Harvey, en cambio, sostenía con seguridad el revólver con el que acababa de disparar a su jefe. El polaco miraba a Marvin con expresión dura y fría como el cristal, sin dejar de apuntarle.
-Eres un cabrón, Harvey. Querías ser el jefe, ¿eh? No te culpo, yo hubiera hecho lo mismo mucho antes que tú.
El traidor no respondió. No sentía remordimiento alguno: llevaba mucho tiempo planeándolo, conspirando con el resto de la banda.
Marvin hablaba arrastrando las palabras, con fatiga.
-Me has disparado a la pierna en vez de matarme Maldito cabrón ¿Vais a dejar que me desangre aquí? Vamos, remátame de una jodida vez.
-Mereces desangrarte como un cerdo, Marvin.
-¡No me jodas, hipócrita de mierda! Tú eres como yo, la misma basura Sabes que no eres mejor.
Les miró a todos y no encontró piedad a su alrededor. Diana le miraba ahora con un rictus de amargura pero no dijo nada. Se sentía desgraciada y traicionada como nunca se había sentido. Ya sólo sentía pena por él, no amor. Kate, que se había despertado con los disparos, bostezaba sin emoción. Le observaba con frialdad, sin que le importara lo más mínimo haber perdido a su amante. Tendría a otro, quizás se acostará aquella noche con el mismo Harvey. Ella siempre permanecería al lado del vencedor. Era su única forma de ganar en un mundo de hombres. En cuanto a los que, hasta entonces, habían sido los chicos de Marvin, tampoco parecía importarles que muriera. Harvey sería igual de capaz. Para algo había estado tratando de convencerles, a espaldas de Marvin, de que sería muy ventajoso un cambio de mando
-¿Sabes? continuó hablando Marvin-. ¿Recuerdas a aquel rojo entrometido que liquidamos? Luego pensé en si alguna vez lo pagaría. Me dije que no y al final Bueno, quizás haya justicia después de todo, no lo sé. La fortuna es una mujer, una furcia que se ha marchado con otro Quizás contigo, Harvey. Disfrútala mientras puedas. A mí me ha abandonado y ahora no soy más que un jodido perdedor
Se sentía más débil pero todavía podría vivir un cuarto de hora más. Apretó los dientes de rabia. ¡Cómo había podido hacerle eso la fortuna! ¿En que se había equivocado? No, no era cuestión de equivocarse. Simplemente la fortuna se aburría de uno y se marchaba con otro. Era como una mujer y nadie podía fiarse de una mujer.
-Te fatigas hablando, Marvin -le dijo Harvey con sorna-. ¿Quieres que ponga algo de música?
Buscó entre la amplia colección de discos de su ex jefe y eligió un disco de Benny Goodman. El disco empezó a girar. Era una de las canciones preferidas de Marvin: "Lets dance". Sobre el suave murmullo de los saxofones, el clarinete de Benny Goodman hacía discretas filigranas, coreado por trompetas juguetonas. Qué música tan encantadora. No podía haber un réquiem más dulce que aquél
Marvín cerró los ojos y apoyó la cabeza sobre el hombro. Olvidó a todos los que estaban a su alrededor y se dejó arrastrar por la dulzura del clarinete del gran Benny Goodman hasta el mismísimo infierno.