Diarios secretos de O.
La pintura que recorria su nalga era verde y yo, debi dejarla con el cabrón de Ángel. Comparto con ustedes los diarios de Óscar...
Diarios Secretos
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Capitulo 2
Diario personal de O.
Día 1
Cuando me despedí de ella en el porche de la cabaña noté perfectamente sus pezones erizados debajo de la blusa. Ángel había empezado a ejercer sus derechos y le había prohibido ponerse brassier alguno mientras él no lo dijese. De su cuello, casi a la altura del canal de sus pechos ahora sueltos, colgaba una cadena con dos alas que ya había visto antes. Estaba nerviosa (¿excitada?) pensando seguro- que acababa de ser entregada para el disfrute de un perverso hijo de puta que, ahora y sin miramientos, iba a poder desfogarse con ella sin que el cabrón de su novio pudiera poner reparos a cualquier capricho.
Nerviosa, sí; pero con un brillo en los ojos imposible de describir.
Justo en el momento en que me senté en el asiento del conductor y miré por el retrovisor, recordé las frases que Ángel me dijo a solas, mientras ella estaba aun en la ducha: "
Tranquilo. Te la devolveré hecha toda una puta viciosa. Va a tener buen profesor o profesores
", dejando colear la frase con toda intención. Sentado ante el volante
,
notaba que mi polla estaba ya a punto de estallar, sobre todo cuando el espejo me mostró la imagen de él acercándose por detrás y metiendo una mano en el tanga de su bikini. Le estaba sobando el culo antes incluso de que arrancara el motor. Debía tener prisa. Ella hizo un leve ademán de zafarse, como si aun cierto pudor pudiera por un momento con ella.
Y sin embargo, estoy seguro que su coño ya estaba empapado. La conozco.
Espero que Ángel no sea tan cabrón como para decirle jamás que en aquella cacería en la que ella era la pieza a cobrar, el primer cartucho de mi escopeta también era
VERDE
. Ése que impactó en aquel culo perfecto, un culo de puta que amasaba con deleite el que se la iba a calzar durante toda una semana.
Llegué al apartamento, detrás de mí, Ángel llevaba mi maleta entré corriendo a la habitación, la misma que compartí con Oscar la semana pasada, antes de irnos de caza al entrar mi sangre se heló el placar estaba vacío, la cama desnuda, las cortinas corridas y de él ni rastro Sobré el bureau un cuadernillo, una especie de diario leí la primera hoja las lagrimas corrieron por mi rostro, las mejillas hirvieron de rabia, pero sobre todo deseaba, necesitaba respuestas
Guardé el diario en mi bolso, y me acerqué a la ventana a ver sin mirar mis recuerdos me llevaron a una semana atrás, justo después de la partida de Óscar
Kitty, kitty, kitty
Después que Óscar se alejó, Ángel entro a la cabaña: - te espero adentro, me dijo. No tardes, cariño
Excitada, no podía negar que aun viendo a Óscar partir, esperaba ansiosa encontrarme con Ángel. Entré a la cabaña con ganas de hacer reclamos, apenas crucé por la puerta y Ángel dijo: - ¡Detente!...
Su voz sonó diferente, era fría, calculada. Me impactó.
- Desnudate.-dijo. Sin dar oportunidad a que le reprochara. Lo miré de mal modo, como el buen perdedor que acepta su derrota. Y deslicé mi short, saque mi blusa por lo alto, dejando mis senos a su vista, me detuve, apenas un instante, con las bragas en su sitio.
-¿Todo? Me atreví a preguntar...
-Todo, dijo sin pestañar, en el mismo tono lacónico que había usado antes.
-kitty, kitty, kitty, kitty... dijo, como quien llama a un gato...
-Miua, miau, respondí en tono burlón... y me animé a acercarme...
- ¿podrías venir como una gatita?.. claro, no era una pregunta sino una orden.
Me puse de rodillas y obedecí. ¿Qué me llevó a obedecer?
La calentura en el coño, me sentía cada vez más excitada, ante la posibilidad de ser tomada por Ángel, ser dominada por él. Normalmente era difícil determinar quién llevaba las riendas de nuestra relación. A veces parecía ser yo, sin embargo cada vez que escalábamos un peldaño, era Ángel quien las llevaba. Fue por eso que acepté, llevada por el deseo, un deseo intenso, salvaje, irracional.
Me puse de rodillas y Ángel esperó. Desde mi posición supina, veía su cuerpo a contra luz, a causa del ventanal que daba al lago. A medida que gateaba, sentía mis senos bambolearse, de un lado a otro. Ángel me veía fascinado, atento a cada movimiento, llegué a sus pies y cuando iba a levantarme, se llevó la mano izquierda a la cintura. Sabía perfectamente lo que quería.
Llevé mis manos al borde e hice descender el pantalón, tenía ya frente a mí, su miembro erecto. Abrí la boca y engullí, poco a poco, el trozo de carne que se me ofrecía.
Movía mi cabeza con ritmo, haciendo entrar y salir su pene, en mi boca, sus bolas tropezaban en cada entrada mi barbilla y las ganas de ser suya, de que me follara, eran cada vez, más intensa. Mi coño necesitaba ser llenado, sin pensarlo, llevé la mano derecha a mi sexo, y comencé a masajearlo de arriba abajo, mientras una mezcla de saliva y sudor bajaban por mi barbilla y mi pecho.
Le escuché gemir y supuse que se vendría en mi boca. En lugar de eso, se inclinó hacia mí y se posó entre mis piernas, llevándome hacia atrás y me penetró de inmediato. No hubo besos, ni abrazos, ni más caricias; follamos mirándonos a los ojos, variando el ritmo de las acometidas, para prolongar el placer, ensayando posiciones para aumentarlo. Bien conocíamos el uno y el otro, los puntos más sensibles. Mis glúteos soportaban el peso de Ángel y chocaban contra la dureza del suelo de madera de la cabaña. Atrapado en cada acometida por mis piernas, entraba cómodamente hasta el fondo, apretando mis nalgas, chupando mis senos.
Se corrió, me corrí, con sus últimas embestidas. Sudados. Satisfechos, nos quedamos viendo el techo de la cabaña. Estaba fatigada y acalorada me puse de pié y corrí por la puerta de atrás, hacia el pequeño muelle y m sumergí en el lago, como me sumergía en los deseos de Ángel.
Ahora al leer el diario de Óscar, me daba cuenta que también me sumergía en sus deseos, no me trasladó la culpa de sus deseos, se hizo parte de los míos.
Diario de Óscar
Día 1. Mediatarde
A estas horas seguro que ya se la ha follado. La próxima vez que me acueste con ella me quedará la duda de si por su cabeza pasará en ese momento el recuerdo de sus besos, de la lengua de Ángel recorriendo la aureola de sus pezones. ¿Cerrará los ojos y mezclará sensaciones? Eso es algo que no sabré si no me lo cuenta. Ya me dijo él que pensaba tratarla como a una zorra desde el principio; que no esperara yo ni clemencia ni miramientos; que Iba a ser suya una semana y que pensaba darle con todo y ver cómo le daban.
Y la muy puta se habrá corrido.
Sé que la situación le calienta. Ahora puede ser la zorra de Ángel y echarme la culpa. Curioso ¿no? Curioso que pueda ser libre en las manos del cabrón que la tiene prisionera. Una semana de libertad absoluta, sometida a los caprichos más salvajes de Ángel y de quien él quiera.
Ha prometido contármelo. Dice que para alimentar mi morbo, pero sé que cuando me la folle (porque va a ser follar) será su propio morbo el que alimente las palabras que me diga al oído mientras pajea mi rabo.
"
Así se la chupaba a él
" puede que diga-, y detendrá un segundo sus ojos en los míos esperando una respuesta un gesto, una mueca, un respingo de mi polla-.
"
Me la metió hasta los huevos
", "
Me taladraba el culo hasta correrse
", "
Me hicieron tragar la leche de los
"
Y se correrá contándolo. A poco que la toque, se correrá contándolo.
Me lo contará como si la hubieran obligado. Querrá trasladarme la culpa de sus orgasmos, cuando en el fondo me los debe. Eran míos, pero se los cobró Ángel. Porque será él el que se corra, el que le llene la boca de leche y vea como baja por su garganta, el que le meta la lengua en el coño y mordisquee su clítoris hasta agotarla, el que juegue a exhibirla, el que presuma de puta, el que le dé un azote por golfa cuando
A estas horas seguro que ya se la ha follado y la muy puta ya se habrá corrido. La muy puta.
Leía su diario, mientras los flashes de esa semana rondaban por mi mente a medida que leía... había gozado y ciertamente, no sentí culpa. Era culpa de Oscar, que había fallado el tiro, que me había invitado a jugar al reto, que me había ofrecido... pero ahora, al saber que ambos rifles tenían tinta verde... un deseo incontenible de venganza me invadía...
Quería follar con Ángel, porque así lo deseaba, aunque fuese un cabrón. Quería llevarlos a ambos por la calle, al capullo de mi novio y al cabrón de Ángel, tirármelo allí, en la misma cama donde hacia el amor con Oscar. No por una apuesta sino por deseo propio.
Devolví el diario al bureau, coloqué encima mi bolso y miré de reojo a Ángel, sobre mi hombro. En efecto, me miraba... Me incliné y saque mis bragas, dejando ver mi culo, levantándome despacio, como al descuido.
Quizás por la sorpresa, Ángel espero. Caminé hacia él y me lancé en la cama de espaldas, abrí mis piernas y comencé a acariciar mis senos, como si él no estuviera, no existiera... chupe mi dedo y lo introduje en mi sexo... Ángel, se acercó a la cama, lo aparté con la pierna y seguí en lo mío... disfrutando en mi mente de todas la imágenes de la semana más perversa de mi vida.